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En los últimos meses se están multiplicando las luchas obreras en España, Portugal, África del Sur, Egipto, Turquía, China…
Son la respuesta al diluvio que cae sobre nuestras cabezas: despidos, recortes, desahucios, rebaja brutal de los salarios, atrasos salariales… Son la tentativa de hacer frente a la catástrofe humanitaria que significa el paro, los desahucios, las colas en las instituciones benéficas, la gente que vive en la calle, los suicidios…
¡Esta barbarie no ha venido de repente! No hemos llegado a ella tras años de opulencia y consumismo. En realidad llevamos 40 años de caída:
- hace 20 años que el contrato fijo dejó paso al contrato precario;
- los despidos masivos se vienen sucediendo desde principios de los años 80;
- las pensiones se han ido recortando desde 1985;
- los salarios llevan 30 años de pérdida gradual de su capacidad adquisitiva;
- en el sector público las plazas fijas de por vida han sido reemplazadas por los interinos y las “bolsas de trabajo”.
Lo cierto es que si en los últimos 40 años la caída fue gradual en los últimos 5 años se ha producido una brutal aceleración. Esta aceleración muestra que nos han declarado una guerra a nuestras condiciones de vida, a nuestro futuro y al de toda la humanidad.
El aislamiento es base de la derrota
Vemos que, en numerosas ciudades, los trabajadores de la recogida de basuras o de la limpieza hacen huelga y se manifiestan; que se han multiplicado las huelgas: en los transportes (metro de Madrid y Valencia, autobuses de Madrid y otras ciudades), en otros muchos sectores: metal, textil, química, sanidad, banca, servicios sociales; y tras éstas un largo etcétera.
Sin embargo, cada sector lucha por su lado, encerrado en sí mismo, completamente aislado. Este es el gran problema de las luchas actuales. No han logrado su confluencia: manifestaciones conjuntas y unitarias, asambleas abiertas donde otros sectores pueden unirse, en especial, aquellos que están muy atomizados: parados, jubilados, precarios, estudiantes…
Unificar las luchas, organizarse para golpear juntos
- Está más justificado que nunca porque todos estamos afectados por problemas que tienen nombre universal: recortes, despidos, ERE’s, desempleo, miseria, ausencia de futuro.
- Es más necesario que nunca porque el Capital y su Estado, con la vieja táctica, que se remonta al Imperio Romano, del divide y vencerás, nos empuja a una caída vertiginosa que conduce al desempleo y el empobrecimiento absoluto.
- Es la única respuesta cara al futuro.
El capitalismo no tiene nada que ofrecer. Su cálculo es que nos cansemos, nos agotemos, caigamos en la resignación primero y la desesperación al fin. En ello, el aislamiento de las luchas juega un papel fundamental pues nos inyecta en vena la sensación de que nada puede hacerse, de que es imposible que nos unamos… lo que abre la puerta a concluir que “el hombre es malo por naturaleza”, que “estamos condenados de antemano”.
En Grecia hoy, tras 16 huelgas generales y tras una infinidad de luchas aisladas, los trabajadores se sienten cansados, apáticos, desorientados; hay sectores que, decepcionados de todo y de todos, se dejan llevar por ideologías populistas, tanto de izquierdas como de derechas, que les llaman a abrazarse a la Patria y al odio a los extranjeros.
Necesitamos hacer una reflexión en profundidad sobre las causas del aislamiento de las luchas.
Huelga general y luchas aisladas: las dos caras de la trampa sindical
En la reflexión sobre las causas del aislamiento observamos que una gran responsabilidad recae sobre los sindicatos: CCOO-UGT nos han tendido una trampa cuando para cada ERE, para cada recorte, han planteado una respuesta aislada, encerrada en la empresa y en el sector, limitada a una presión particular centrada en los responsables del área o la corporación concernida; y cuando queremos luchar unidos, entonces sacan de su chistera la huelga general. Así nos han convocado a dos huelgas generales en 2012: el 29 de marzo y el 14 de noviembre ([1]).
Lucha aislada y huelga general son las dos caras de la trampa sindical. La huelga general no crea unidad sino que provoca división, no incita a la movilización sino que fomenta la desmovilización. Es unir para dividir, movilizar para desmovilizar. La huelga general consiste en reservar para un día D el ejercicio de la unidad y la combatividad, volviendo el resto de los 360 días del año a la atomización, la pasividad y el “cada cual a sus asuntos”. La huelga general es una institución más del capitalismo, del mismo género que la Navidad o el San Valentín. En la Navidad tenemos que ser buenos y abiertos a nuestros semejantes para, una vez terminada, volver a los encontronazos cotidianos, al sálvese quien pueda, al caiga quien caiga. En el San Valentín las parejas se declaran el amor eterno, para al día siguiente seguir con lo de siempre: los recelos, las desconfianzas, las peleas habituales…
El peligro de la ideología sindical
CCOO y UGT son instituciones del Estado del mismo orden que Gobierno, Oposición, Patronal, Iglesia, Monarquía, Poder Judicial, Ejército, Policía… Son recibidos por el Rey, tienen hilo directo con Moncloa y con la cúpula de los empresarios, participan en multitud de organismos, constituyen un poder fáctico en empresas, hospitales, administraciones públicas, bancos (Cajas)…
Tienen dos papeles que no son opuestos sino complementarios: el institucional y el combativo. Estos papeles son como dos manos, la mano derecha y la mano izquierda:
- con la mano derecha firman todo lo que Gobierno y Patronal les ponen sobre la mesa, les clavan las peores puñaladas a los trabajadores por la espalda, repiten el mismo lenguaje que empresarios, gobierno y políticos: inversión, productividad, crecimiento…;
- con la mano izquierda se quitan el traje y la corbata, se descamisan y salen a la calle. Ahora claman contra Rajoy y contra la CEOE, ahora llaman “a la lucha” y profieren a grito pelado los mayores radicalismos.
Pero todo esto es para llevarnos a los planteamientos y métodos de lucha que podemos calificar de ideología sindical ([2]).
Junto a CCOO y UGT existe una variada gama de sindicatos radicales. Estos tienen escaso papel institucional salvo casos aislados o puntuales, su papel es la lucha combativa pero el problema está en que defienden y vehiculan la ideología sindical de forma aún más radical y extrema. En ese sentido –más allá de la honradez de muchos de sus militantes– complementan y auxilian a CCOO-UGT ([3]).
CGT y CNT critican a CCOO-UGT pero sus planteamientos de lucha son más de lo mismo: propusieron “otra huelga general” el 26 de septiembre, apoyando la convocada por los sindicatos gallegos y vascos, y acabaron sumándose a la del 14 de noviembre.
Critican las convocatorias sectoriales de CCOO-UGT por respetar los servicios mínimos o limitarse a paros parciales, pero proponen huelgas ilimitadas encerradas en el sector, con lo que no salimos de la trampa del aislamiento.
El sindicalismo radical no es una alternativa a CCOO-UGT por la sencilla razón de que se mueve dentro de la misma trampa: la ideología sindical.
Son necesarios la crítica y el debate a fondo sobre ésta.
La ideología sindical obstaculiza la acción directa de los trabajadores mismos
El método “de manual” del sindicalismo es que “a los trabajadores hay que moverlos a través de la convocatoria y el activismo de una minoría”: Primero hay que “indignarlos” con denuncias y agitaciones previas. Después se pasa a “acciones de calentamiento” para, finalmente, desembocar en la convocatoria de la lucha un día D. El resultado habitual de esos “procesos” es que los trabajadores llegan al famoso día D confusos, divididos, desorganizados, pasivos…
Este planteamiento se da de patadas con la experiencia mil veces repetida. La lucha obrera no sigue esos cauces pedantemente establecidos, surge en el momento más inesperado, generalmente por un motivo a veces nimio que expresa que el vaso de la indignación se ha colmado. Los obreros tienden a organizarse en asambleas generales improvisadas. El entusiasmo y el interés se propagan como una mancha de aceite. Buscan de forma directa la comunicación y el encuentro con otros trabajadores logrando así salir de la empresa o del sector, les llaman a la lucha, a que incorporen sus propias reivindicaciones; se celebran Asambleas Generales abiertas donde todo el mundo puede hablar y se abordan no solo las fuerzas sino igualmente las debilidades, no únicamente lo positivo sino también los miedos, las dudas, los sentimientos negativos.
Todo esto no es una receta alternativa a la receta sindical sino lo que nos enseña, como posible y necesario, la experiencia histórica de la lucha obrera. El 15-M –protesta de la juventud precaria y parada– surgió de esa forma. Antes, la huelga masiva de Vigo en 2006 mostró las mismas tendencias ([4]). Desde 1905, las luchas obreras se manifiestan de esa manera ([5]).
Muchos compañeros quieren ser “prácticos” y dejarse de “idealismos”. Sin embargo, repiten una y otra vez la receta sindical, que ha demostrado reiteradamente su nocividad, y se niegan a estudiar cómo es realmente la lucha obrera, cómo lo ha sido históricamente. ¿No se dan cuenta que están cayendo en un idealismo reaccionario?
La ideología sindical está ligada al sector,
la empresa y la nación
El sindicalismo surgió en el siglo XIX. Su planteamiento no es destruir el capitalismo sino obtener, dentro de sus relaciones de producción, las mejores condiciones posibles para los trabajadores.
En la época –siglo XIX y principios del XX– en que el capitalismo aún no se había implantado en todos los países y en todas las esferas económicas, el sindicalismo podía jugar un papel favorable a los trabajadores. Pero con la entrada del capitalismo en su decadencia, el sindicato sólo puede obtener migajas muy puntuales y cae en las redes del Estado y la defensa del capitalismo.
El sindicalismo no puede poner en cuestión las estructuras de reproducción de la economía capitalista que son la empresa, el sector y la nación. Al contrario –en consonancia con los partidos de la izquierda del capital– se erige entre sus defensores más consecuentes. Según los sindicatos, el desarrollo de la nación sería el marco donde habría una tarta más grande que beneficiaría a todos. Marx en Salario, Precio y Ganancia ([6]), combatió estas fantasías de los sindicalistas de las Trade Unions inglesas poniendo el ejemplo de una sopera: los sindicalistas decían que si la sopera fuese más grande habría más sopa a repartir, Marx les rebatía con que el problema no era el tamaño de la sopera sino el de la cuchara con la que comían los obreros y que ésta tendía, históricamente, a hacerse más y más pequeña.
Los sindicatos nos ilusionan con que si el empresario invirtiera en la producción, en lugar de llevarse los millones a Suiza, los despidos no serían necesarios. Con ello nos engañan por partida doble: primero, ocultándonos que el capitalismo necesita los despidos y el empobrecimiento de los trabajadores como condición de su propia supervivencia; segundo, atándonos a la defensa de la empresa, el sector y la nación, en lugar de luchar por nuestras necesidades como seres humanos: vivir y darnos un futuro.
Al atarnos a la defensa de ese trío mortuorio, el sindicalismo plantea necesaria y fatalmente una lucha aislada. Si una lucha se plantea para defender tal o cual sector o tal o cual empresa ¿en qué se van a sentir concernidos los demás trabajadores? ¡En nada!
En la reciente huelga de los trabajadores del Metro de Madrid, un sindicato muy radical, Solidaridad Obrera, cuyos miembros defienden sinceramente que todo se haga en asamblea, era incapaz de romper con ese corsé y lo único que propuso en pos de la unidad fue hacer coincidir una de las jornadas de huelga con la huelga en la empresa de autobuses (EMT) ([7]). Si ¡la gente se mostraba comprensiva con los huelguistas del Metro y existían condiciones para transformar esa simpatía pasiva en acción activa! pues en ese momento además de la EMT estaban en lucha los de la sanidad ¿por qué no propuso hacer coincidir todas las luchas? ¿Por qué no llamó a propiciar Asambleas Abiertas y manifestaciones conjuntas para golpear con un solo puño al Capital y su Estado?
Lo mismo ocurrió cuando los mineros llegaron a Madrid en julio de 2012. Muchos trabajadores acudieron a sus manifestaciones, se vivieron momentos de unión y alegría. ¿Qué hicieron los sindicatos? Meter rápidamente a los mineros en sus autobuses para que volvieran a la soledad de los pozos. ¿Qué hicieron los sindicatos radicales? Estuvieron callados.
En relación a las necesidades de la lucha los sindicatos siempre van con el paso cambiado. Cuando existe una oportunidad de extender y radicalizar la lucha se oponen con todas sus fuerzas. Cuando los obreros están pasivos entonces proclaman en el vacío los mayores radicalismos. ¡Y encima tienen la cara dura de reprochar a los obreros su pasividad!
Hemos de oponer la unidad y la solidaridad de la lucha obrera
a la competencia y al “todos contra todos” del capitalismo
El capitalismo removió de arriba abajo las condiciones que reinaban en los sistemas anteriores basados en el conservadurismo y la atadura a la religión, a los señores, a las jerarquías. Aportó un enorme progreso histórico pues creó un mercado mundial y sobre todo una elevada productividad del trabajo basado en el trabajo asociado propio del proletariado.
Sin embargo, frente a esa cara deslumbrante tenía una cara oscura, “la cara oscura de la Luna” que diría la canción. La contrapartida era la competencia feroz, la atomización más extrema, el cinismo y la falta de escrúpulos más escandalosa en la obtención de la máxima ganancia en el mínimo tiempo posible. Esto ha dado a la vida diaria un carácter muy destructivo, que se hace insoportable en la decadencia del capitalismo y aún peor en momentos de crisis abierta como los actuales.
Se rompen los vínculos sociales, cada uno se ve obligado a una carrera loca para sobrevivir aislado y enfrentado a los demás; la vida se sufre con ansiedad pues la inseguridad es total y se siente que el día menos pensado te vas a quedar en la cuneta, invisible para los demás. ¡Son tantos y tantos los que acaban en la depresión, el suicidio y la droga!
La sociedad capitalista es la del “hombre un lobo para el hombre”, la de la “guerra de todos contra todos” que decía Hobbes, un filósofo inglés del siglo XVII que percibió en el alba del sistema la barbarie moral que encerraba en sus fibras más íntimas.
Esas condiciones hacen muy difícil la lucha obrera, que se basa en todo lo contrario a la normalidad cotidiana capitalista: unidad frente a división, solidaridad frente a competencia, confianza frente a la suspicacia, empatía frente al cada cual encerrado en sus asuntos.
La lucha obrera no surge únicamente por motivos económicos, aunque estos constituyen su hilo conductor, la lucha proletaria requiere de un esfuerzo moral, de un cambio de mentalidad, por parte de los obreros. Pero es precisamente ahí, donde el planteamiento sindical –en consonancia con las demás fuerzas del Capital– hace un daño terrible porque su visión de los obreros es la de unos ciudadanos que tienen unos intereses particulares, corporativos y egoístas, dentro del marco de la Nación. Romper con la ideología sindical es vital para que la lucha obrera pueda desarrollarse.
[1]) Ver Balance del 14-N
https://es.internationalism.org/accionproletaria/201212/3578/balance-del... e igualmente Nuestra intervención ante la huelga general https://es.internationalism.org/node/3363
[2]) Ver Apuntes sobre la cuestión sindical https://es.internationalism.org/node/3103
[3]) Ver ¿Es posible otro sindicalismo? https://es.internationalism.org/ccionline/2005/sb.htm
[4]) Ver “Huelga del metal de Vigo: los métodos proletarios de lucha”, https://es.internationalism.org/ccionline/2006/vigo.htm
[5]) Ver Huelga de masas, partido y sindicatos, de Rosa Luxemburg, donde se realiza a partir de la experiencia de la Revolución Rusa de 1905 un estudio sobre el nuevo planteamiento y los nuevos métodos de la lucha proletaria en el periodo que entonces se abría de decadencia del capitalismo.
https://www.marxists.org/espanol/luxem/06Huelgademasaspartidoysindicatos...
Un colectivo de compañeros de Alicante denuncia la huelga general y defiende como método de lucha la huelga de masas: ver https://es.internationalism.org/revolucionmundial/201211/3535/debate-a-p...