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Compañeros:
Con el imparable avance de la crisis del capitalismo asistimos a una violenta degradación de las condiciones de vida de los trabajadores en todo el mundo. La inflación devora nuestros salarios. En el caso de España se ha reconocido que la cesta básica de los alimentos, gas, etc., ha subido un 10 % anual, es decir ¡el triple del aumento de sueldos de los convenios para este año! A esto se suma la explosión del desempleo, que alcanza en nuestro país (aunque el fenómeno es desde luego mundial) los 2'6 millones de trabajadores, lo que constituye un hito histórico en cuanto a la velocidad con la que se propaga esta plaga: ¡un 45% más en un año, 100 parados más/hora! ¡Y aún vamos a ver como se acelera aún más con los planes de despidos masivos que se anuncian en todos los sectores: en el automóvil (Nissan, Ford en Valencia, SEAT, Santana, General Motors, en España, los 5000 de la Chrysler en Estados Unidos, p. ej.) y afines (los 1600 de Bridgestone, los 300 de Pirelli); en las telecomunicaciones (1300 en ONO, 1400 en Yahoo en todo el mundo,..) y en los transportes (a los de Spanair y Futura se suman ahora los 800 de Ryanair en el aeropuerto de Valencia, etc.); de la banca a los sectores más tecnológicos (3000 despidos en Xerox en USA); del turismo (despidos en la cadena hotelera Sheraton) a las compañías farmacéuticas (7200 compañeros de la Merck se van a la calle), de la alimentación al textil (cierres de Frigo en Barcelona y de Lois,...). Y estas son cifras que no incluyen los miles de despidos subsiguientes de las empresas auxiliares, subcontatas, etc. Además, a este drama del paro y la creciente pobreza no van a tardar en sumarse los cada vez más frecuentes desahucios, así como otras consecuencias de los recortes en las prestaciones sociales desde las ayudas a nuestros mayores y a otros sectores como emigrantes o desempleados, a las dotaciones para educación, sanidad,...
Compañeros:
Pero con la misma indecencia con que los gobernantes de las "democracias" más avanzadas anuncian los miles de millones de víctimas de la crisis del capitalismo, proclaman también a los cuatro vientos los billones de euros que están poniendo en los bolsillos de banqueros, constructores y empresarios. Y aún tienen el nauseabundo cinismo de llamarle a esto "refundación del capitalismo". Hace ya más de siglo y medio que el Manifiesto Comunista denunció que «los gobiernos de los Estados modernos son los consejos de administración de los intereses comunes de la clase burguesa».
Compañeros:
Ahora esos capitostes de la clase expoliadora van a reunirse en un sinfín de cumbres para "reformar el capitalismo", porque, nos dicen, la causa de tanta miseria es su "deformación neoliberal", por lo que bastaría limpiarlo de sus excesos especulativos y "desreguladores". Pero esto es una burda patraña que la experiencia de las sucesivas generaciones obreras deja patentemente en evidencia. Los obreros más veteranos vivimos los despidos de los años 80 (en España 1 millón de trabajadores fueron a la calle con las reconversiones dictadas por F. González), que entonces justificaron porque el Estado no podía amparar a los sectores que no eran competitivos en "el mercado". Por ello, por ejemplo, perdieron su empleo decenas de miles de obreras por ejemplo de las siderúrgicas de Sagunto, Avilés, Sestao, etc. Hoy SIDENOR y ACELOR anuncian nuevas regulaciones de empleo con una justificación diametralmente opuesta: porque, nos dicen, la economía ha sido prisionera de la "dictadura del mercado".
No es tal o cual variante del capitalismo, sino el sistema en su conjunto el que lleva décadas en crisis. Lo que han ido sucumbiendo han sido los distintos paliativos con que la burguesía ha intentado atajar la quiebra inexorable de su sistema. El precio, sin embargo, de cada uno de esos paliativos, ha sido un descenso cada vez mayor de los trabajadores al infierno del desempleo, la precariedad y la miseria. Cuando hace 25 años trabajaban en la SEAT de Barcelona 26 mil compañeros, dijeron que lo único que podía asegurar el futuro era la privatización. Cayeron la mitad de los puestos de trabajo. Hace tres años, la Volkswagen, dueña ya de la empresa, procedía al enésimo recorte de plantillas con más de 600 despidos y la dejaba en 8000 obreros, asegurando, "esta vez sí", el "futuro" de la fábrica y de los puestos de trabajo. Hoy toda la plantilla va a pasar por un ERE de 750 en 750. Otro tanto cabe decir de los compañeros de la Nissan que han visto en los cuatro últimos años dos regulaciones de empleo (sucesivamente 800 y 450 trabajadores) también bajo el chantaje de garantizar las inversiones y el porvenir de la empresa. Los compañeros que han quedado están hoy amenazados por 1700 despidos, el mayor ERE en Catalunya desde los 7500 despidos de la SEAT en la crisis de 1993. En la inhumana cadena de planes de "futuro" que han venido planteando la Patronal, el Gobierno y los Sindicatos en los últimos 30 años, se ha cumplido el criminal axioma: los sacrificios solo han conducido a... ¡nuevos y peores sacrificios!
Compañeros:
¿En quien podemos confiar para resistir a estos criminales ataques? ¿Podemos quedarnos tranquilos a la espera de que las autoridades "democráticas" nos protejan de la voracidad de los empresarios? Eso es lo que le dicen hoy por ejemplo a los compañeros de Renault de Valladolid: que confíen en los planes de "futuro" industrial que el Ministro de Industria pueda "arrancarle" a la patronal. Pero ¿en que han quedado, por ejemplo, los planes de recolocación para los despedidos del sector naval o de Delphi, por citar los ejemplos más recientes en España? Eso es lo que les dicen hoy también a los trabajadores de Nissan: que presionen a las autoridades para que se opongan al ERE. Pero ¿no fueron esas mismas autoridades las que, junto a UGT y CCOO pusieron su firma al final de la lista de despidos de la SEAT hace tres años? Y ¿Que han significado los innumerables "planes de viabilidad" o de "salvamento de tal empresa o sector o de cual industria o región? Más paro y más explotación para los que "conservan" su puesto de trabajo, más precariedad en el empleo y peores salarios.
Los gobiernos - por muy de izquierdas que se proclamen - y los sindicatos no sirven para organizar la resistencia efectiva de los trabajadores a los ataques capitalistas a las condiciones de vida obreras. Eso también está en la experiencia acumulada de las sucesivas generaciones obreras, y vuelve a ponerse en evidencia con los actuales planes de despidos, que en muchos casos cuentan con la aceptación de las autoridades y el acuerdo de los sindicatos, como en General Motors o Santana (donde el patrón es el propio gobierno "socialista" andaluz), o las prejubilaciones en Telefónica (con menos del 50% del salario regulador), etc. Los sindicatos son los primeros propagadores de la desmovilización al presentar los despidos y los ataques como algo meramente "coyuntural". Así por ejemplo han agachado la cabeza ante el ERE que afecta a 1000 compañeros de la FORD en Valencia, protestando únicamente por el recorte salarial que supone (recorte que no han tenido el más mínimo reparo en aceptar en otras partes como en GM o Santana) y cegando a los trabajadores con la engañifa de un ajuste temporal hasta "después de Navidades".
Y si, y sólo en Barcelona, los sindicatos han acabado convocando una manifestación unitaria, ha sido muy a su pesar de sus planes iniciales. El "plan A" consistía en movilizar a los trabajadores de la Nissan los jueves, y hacer parar a los de la SEAT los fines de semana, convocar la manifestación de los primeros el día 23 y a los de la Pirelli en el mismo sitio para el día siguiente,... Sin embargo la amplitud de los ataques que afectan a cada vez más trabajadores ha hecho crecer la solidaridad con los compañeros de Nissan, Ya el día 17, los bomberos salieron de su cuartel de Zona Franca para aplaudir la manifestación de sus compañeros de Nissan. Una semana más tarde a la manifestación de éstos acudieron no sólo los trabajadores de las subcontratas, sino también de otras empresas como SEAT, hasta congregar lo que los propios medios de comunicación de la burguesía, califican de la "mayor manifestación obrera de los últimos años en Barcelona". Los sindicatos han tenido que plantear un "plan B": convocatorias aparentemente unitarias, pero trabucando el cimiento de la unidad por el nacionalismo (la defensa del "tejido industrial en Catalunya") y, consecuentemente en la confianza en que sean los empresarios y los políticos catalanes quienes defiendan a los trabajadores de la cascada de ataques a la que deben hacer frente. Lo que se consigue así es esterilizar la combatividad obrera y suplantar la unidad obrera con el interclasismo.
Compañeros:
Por supuesto que necesitamos luchar. Pero dado lo mucho que nos jugamos, más importante que la necesidad de luchar es cómo hacerlo de forma verdaderamente efectiva.
Luchar no es seguir a ciegas y pasivamente las convocatorias de los sindicatos para "procesionar" delante de tal o cual autoridad, o para fomentar el boicot a las ventas de la empresa. Luchar es ganar fuerza y conciencia, evitando la atomización y la dispersión. No podemos consentir que los compañeros afectados por regulaciones de empleo temporales o definitivas se queden en casa rumiando en solitario la impotencia y la angustia. No podemos dejar que los compañeros de los contratos temporales o las subcontratas luchen cada uno en el rincón de su pequeña empresa. No podemos, cuando trabajadores de multitud de empresas y sectores estamos afectados por las mismas amenazas, luchar cada uno por su lado. Necesitamos unirnos en asambleas a las que invitemos a participar a todos esos compañeros, para contrarrestar el frío y el descorazonamiento que genera el aislamiento, con el calor de la solidaridad y el compañerismo. Unirnos también en manifestaciones masivas, superando las divisiones que son precisamente resultado de la economía capitalista (entre diferentes "marcas", entre diferentes regiones y países,...) y que por tanto nos someten a sus leyes y nos impiden defender nuestros intereses de clase.
Pero necesitamos también cabeza. Necesitamos tomar conciencia del verdadero significado de los ataques que nos llueven por todos lados. Pero también hemos de darnos los medios para recuperar las experiencias de luchas pasadas y para incorporar la determinación, el coraje y el espíritu críticos de las nuevas generaciones obreras. Hemos de reflexionar y discutir colectivamente sobre ello. Hemos de aprovechar las asambleas para hacerlas hogares vivo de esa reflexión y acción colectivas, y no dejar que los sindicatos hagan de ellas meros "telediarios" informativos donde al final se nos da la convocatoria a la que acudir pasivamente.
El desarrollo de la verdadera unidad de los trabajadores y no la unidad de estos a los "explotadores", así como de la verdadera conciencia de clase y no la creencia en las criminales ilusiones que nuevamente trata de inocularnos el capitalismo, puede parecer aparentemente menos efectivo y es desde luego mucho más difícil, pero es la única vía para desarrollar una respuesta verdaderamente proletaria a la crisis del capitalismo mundial.
Acción Proletaria (Corriente Comunista Internacional) 25 de Octubre de 2008.