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Aún ayer, patronal, Gobierno y sindicatos habían afirmado al unísono a los trabajadores de Volkswagen (VW) lo siguiente: si aceptáis más flexibilidad y una aceleración del ritmo de trabajo, podréis conservar vuestros empleos. Hoy podemos comprobar lo que valen tales promesas: 4.000 despidos directos y entre 8 y 10.000 indirectos.
¿Como responder a esta agresión social de una brutalidad hasta ahora desconocida? , ¿ Debemos quedarnos quietos y aceptar la lógica de los despidos como proponen los sindicatos?, ¿ Debemos tener confianza en las negaciones y apoyar las mascaradas de solidaridad formal que organizan los sindicatos?, ¿ Como podemos desarrollar una verdadera lucha, solidaria y colectiva?, ¿Tiene el capitalismo un futuro que ofrecernos?, ¿ Debemos creer en las nuevas promesas de recolocaciones, nuevos planes industriales, etc., o son simplemente vanas ilusiones para contener la cólera y la lucha de los trabajadores?. Tales son las cuestiones cruciales planteadas por el conflicto social de VW, a las que debemos encontrar una respuesta clara.
El estancamiento de la economía de mercado
Desde hace varias semanas, a golpe de reportajes en directo y ediciones especiales, los medias burgueses no paran de hacerse eco de las lágrimas de cocodrilo que “derraman” los políticos al ver tirados en la calle a los obreros de VW como vulgares pañuelos de papel. El mensaje que nos quiere transmitir es claro y, va dirigido a el conjunto de la clase obrera: “….es terrible y debemos rechazarlo, pero no hay nada que hacer ante esta situación: son las leyes de la economía y las consecuencias de la mundialización. No sirve para nada oponer resistencia ya que la lógica de la concurrencia capitalista se impondrá de todos modos. La única manera de salir de esta situación es ser más competitivos y por ello, debemos aceptar más sacrificios, todos aquellos que nos pidan nuestros explotadores para poder defender y salvaguardar los intereses de la economía nacional…”. ¿Es esta la única perspectiva?, ¿Cuál es la realidad?
- Estas “leyes de la economía de mercado”, son las leyes del capitalismo, las leyes de: patronales y gobiernos. Leyes que nos conducen a un ciclo infernal y sin fin de despidos, de deslocalizaciones y de baja de salarios. Leyes que imponen a los obreros de los países industrializados unos ritmos de trabajo y una flexibilidad insoportables y, a sus hermanos de clase de los países “emergentes” condiciones de vida y trabajo inhumanas. Leyes que llevan a la humanidad a la ruina más absoluta, en el terreno económico como por la multiplicación de conflictos bélicos y de catástrofes ecológicas si no somos capaces de reaccionar.
- La solidaridad que nos piden con la patronal y el gobierno de “nuestro país”, es el yugo que nos llevara a tener que avalar más planes de austeridad o flexibilidad en nombre de la “defensa de nuestra economía”, es decir, en nombre de la defensa de la tasa de beneficio de la burguesía belga en la guerra sin tregua que libra con el resto de bandidos capitalistas del mundo, lo que supone que nos empujaran a oponernos a los obreros del resto de países ante la espiral sin fin de baja de salarios, de alza de la productividad y de degradación de las condiciones de vida.
Tras los despidos masivos en Renault, Vilvorde, SNCB, SABENA, Ford Genk. DHL, Inbev o AFGA Gevaert, con los que puede haber mañana en Opel y, una vez más, en Correos, tras el “pacto de la generaciones” por la competitividad y el empleo, que ha reducido nuestros salarios y aumentado la flexibilidad hasta niveles insoportable ¿Qué perspectiva nos ofrece esta espiral de austeridad y competencia desenfrenada?. La experiencia de las semanas pasadas en VW confirman lo que cada vez más sentimos los trabajadores: la economía capitalista de mercado (con o sin regulación “social”) no puede ofrecernos más que la pauperización, la inseguridad y la miseria sin fin.
Gobierno y sindicatos organizan la división y siembran el sentimiento de impotencia
La supuesta sorpresa de la burguesía belga ante la brutalidad del ataque de VW y su “comprensión” ante la cólera de los trabajadores despedidos no son más que pura hipocresía. Acordémonos de cómo sacrifico cínicamente millares de empleos en DHL con la excusa de la “lucha contra el ruido ambiental” o, como “Estado-patrón”, como redujo a la mitad el empleo en los ferrocarriles de la SNCB y ahora en Correos. Es más, este seísmo social llega en el momento en que se debe concluir el nuevo acuerdo interprofesional que debe fijar la “moderación salarial” en el conjunto de la industria. No es ninguna casualidad que, varias semanas antes del anuncio de los despidos masivos, rumores, debidamente aireados, nos dieran pistas sobre los diferentes escenarios que podían tener los despidos. Así, desde que se conocen las cifras precisas de los despidos, la burguesía y sus sindicatos podían estar muy atentos para encuadrar la cólera obrera, dividir a los trabajadores y organizar una demostración de impotencia que lanzara un claro mensaje a toda la clase obrera:
- Desde antes del anuncio definitivo, los sindicalistas socialistas señalaron a los responsables: los culpables no eran no eran la patronal y el Estado burgués, sino los trabajadores alemanes y “sus” organizaciones sindicales que, para salvar sus empleos, debían ¡sacrificar VW-Forest! ¡Que mentira más repugnante! Los trabajadores alemanes, como los de todos los países, son también víctimas de las agresiones capitalistas. Nuestros enemigos, no son nuestros hermanos de clase de otro país o región: sufren, como nosotros, terribles ataques a sus condiciones de vida y trabajo. ¡NO!, nuestro enemigo es el capitalismo que engendra fatalmente esta lógica infernal de explotación brutal y de despidos, esta lógica de concurrencia económica y guerra en el mundo entero. En realidad la burguesía y sus sindicatos (en Bélgica, Alemania o cualquier otro lugar) juegan a enfrentar cínicamente a los obreros de un país contra los de otro a través de un inmundo chantaje sobre los salarios y el empleo: “... si no aceptas una baja de salarios y mayor flexibilidad, nos iremos a casa de tu vecino donde los costes salariales son más bajos..”, o bien “..si no aceptas la reestructuración y los despidos, vamos a trasladar la producción a otro lugar”
- Enfocando todos los proyectores y cámaras de los medias sobre la cólera impotente y la desorientación de los obreros de VW, el objetivo de la burguesía y de sus organizaciones sindicales es instalar y extender un sentimiento de impotencia en el conjunto de la clase obrera belga. El objetivo del mensaje a transmitir es claro “…si este potente destacamento, que se ha conocido en múltiples ocasiones por sus luchas y combatividad (los medias nos han dejado de recordar que esta empresa a lo largo de los 90 adquirió fama de fábrica “huelguista”) no pueden oponerse a tales medidas, la clase obrera en Bélgica no lo podrá hacer en ninguna parte…”.
El desarrollo de esta campaña política no es casual, ni inocente. Gobierno, patronal y sindicatos están inquietos ante el desarrollo de un sentimiento de cólera que recorre, aunque de forma desigual, a toda la clase obrera. Sentimiento que comienza a expresarse en el desarrollo de luchas en numerosos sectores. Para dificultar esta escalada de luchas y conflictos la burguesía intenta desarrollar ese sentimiento de impotencia y fatalidad.
Los sindicatos organizan una mascarada de solidaridad obrera
Las organizaciones sindicales han conseguido evitar el desarrollo de la lucha en VW. Han pedido a los obreros que se quedaran en sus casas aislados, sin información o perspectivas, dependiendo de la “buena voluntad” de los patronos y de las negociaciones por llegar. Inmediatamente después, han impuesto la realización de una huelga, no activa y de lucha, sino una huelga interminable (anunciada en principio hasta el 15 de Diciembre, fecha de la notificación de la decisión oficial tomada por VW Alemania), pero siempre aislados y su casa. La única preocupación de los sindicatos es “ser dignos”, “preservar otros medios de lucha” y “no perder de vista” que “si no enfadamos a la patronal, esta considerará nuestra actitud responsable”. ¡Mentiras y más mentiras! Los sindicatos demuestran, una vez más, su verdadera naturaleza de defensores de los intereses del capitalismo contra los intereses de los obreros.
Por eso, para no aparecer descaradamente como lo que son, puros y simples saboteadores de las luchas, han “organizado” una mascarada de solidaridad en torno al caso de VW-Forest. Es una mascarada porque nada tiene que ver con una real solidaridad en la lucha para que, todos juntos, podamos hacer retroceder los planes de patronal y gobierno. Es una mascarada de solidaridad formal que se reduce a una manifestación nacional sin continuidad, el 2 de Diciembre, y el envío de algunas delegaciones sindicales a otras empresas del automóvil para que sus “homólogos” presten su “apoyo”. Es una verdadera y cínica mascarada porque todo este montaje se presenta como imprescindible para conseguir el objetivo de “negociar con los patronos las mejores condiciones para los despidos”, para apoyar al gobierno en su exigencia de conseguir un “nuevo proyecto industrial” que, como bien sabemos los trabajadores, no es más que una nueva y falsa ilusión sobre las “recolocaciones” de los miles de despidos, eso si bajo las condiciones de trabajo del “Pacto de generaciones”, es decir, con la obligación de aceptar no importa que tipo de trabajo en no importa que condiciones bajo la amenaza de que en caso contrario se perderá el derecho a recibir cualquier tipo de prestación. ¡Como bien sabemos todas estas falsas ilusiones no pueden conducir más que al fracaso!, y una vez más los sindicatos con su cínico juego culparan a los obreros de la situación por no haber sido lo bastante solidarios.
Toda la historia demuestra que quedarse encerrados en el corsé sindical no puede conducir más que a la derrota y la desmoralización. Y esto, no porque los delegados sindicales de VW o los secretarios nacionales de la central de los metalúrgicos sean unos vendidos: los sindicatos dividen a los obreros y defienden una gestión responsable de la economía capitalista en detrimento de los intereses de los explotados porque, hace ya mucho tiempo forman parte de las estructuras del Estado capitalista y defienden hasta sus últimas consecuencias la lógica del capital.
La única respuesta a los ataques se encuentra en la verdadera solidaridad obrera
Toda la historia demuestra también que sólo la extensión de las luchas a otras fracciones de la clase obrera es capaz, aunque sólo sea temporalmente, de hacer retroceder a la burguesía. Y, vista la efervescencia entre el resto de trabajadores de numerosos sectores, tomando en cuenta las amenazas de despidos en otras fábricas, las posibilidades de extensión de la lucha no son imaginarias. Pero esto significa, ante todo, que la solidaridad obrera y la extensión de las luchas deben ser tomadas a cargo y desarrolladas por los trabajadores. Esto supone la realización de asambleas masivas y soberanas, dirigidas por los trabajadores a través de una participación masiva de todos y de todos los sectores implicados en la lucha. Y esto no puede realizarse más que enfrentándose al sabotaje sindical y bajo el control directo de los obreros en lucha.
Debemos tomar ejemplo de los combate más recientes de nuestra clase como son, las luchas contra el CPE en Francia, las huelgas del metro en Nueva-York o las de los obreros metalúrgico de Vigo en España, donde se han vuelto a expresar las trazas de una verdadera solidaridad obrera, las asambleas generales bajo el control de los obreros y la exigencia de negociar directamente, sin la mediación sindical.
Actualmente, la crisis del capitalismo, la calamidad omnipresente del desempleo y la barbarie generalizada de este sistema son más que evidentes. La gran oleada de simpatía de la población hacia los obreros de VW – mucho más clara y evidente que la que se produjo hace dos años ante los despidos en Ford Genk -, está directamente relacionada al reconocimiento que se hace poco a poco de la gravedad de la situación general y del problema fundamental que se plantea a la sociedad: ¿Qué perspectiva nos ofrece esta espiral de austeridad y de competencia desenfrenada? Los salarios y las condiciones de trabajo arrancadas al capital tras dos siglos de luchas están siendo brutalmente amenazadas y puestas en cuestión. La fuerza de trabajo humana, en tanto que fuente de riqueza de la sociedad, es cada vez más sobre explotada y despreciada. Todo esto no constituye, en modo alguno, el signo del nacimiento doloroso de un nuevo sistema social, sino muy al contrario, es la expresión de un capitalismo moribundo que se ha convertido en un obstáculo monstruoso para el progreso de la humanidad. Los esfuerzos balbuceantes hoy en día para el desarrollo de una resistencia obrera ante esta situación, hacia el retorno de la solidaridad, van acompañados con una reflexión en profundidad sobre la situación. Esto es lo único que puede conducir a poner en cuestión este bárbaro sistema, en la perspectiva de un sistema social superior, el comunismo.
Corriente Comunista Internacional (CCI), 24/ 11/ 2006