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En el mes de octubre en la ciudad de Lima, la CCI realizó la primera Reunión Pública en este país. Es un acontecimiento importante ya que significa la oportunidad histórica para que simpatizantes del proyecto revolucionario del proletariado tomen contacto con las posiciones de la izquierda comunista. En un país donde los militantes sinceros a la causa obrera han tenido que soportar por décadas el peso terrible del estalinismo, del maoísmo (principalmente a través de Sendero Luminoso), del trotskismo etc., una región castigada por la represión brutal del Estado y por un aislamiento con el resto del proletariado mundial, que pesa como losa; en un a región así, es sumamente importante para la clase obrera que una minoría de militantes busque clarificar sus ideas sobre la revolución mundial y sobre el comunismo.
Es con este objetivo, el de abrir un espacio de discusión fraterna cuyo objetivo es la clarificación y no el reclutamiento forzado, con el que la CCI participó en este debate público. Queremos agradecer públicamente a nuestros simpatizantes en esa región por su ayuda logística, sin su apoyo la CCI difícilmente hubiera logrado hacer algo así: emprender una reflexión de fondo sobre el mundo actual, lo que el capitalismo ofrece a las personas y qué perspectivas se desprenden para la humanidad. Once personas estuvieron reunidas abordando temas cruciales para el desarrollo de la futura revolución. Con este balance que presentamos a los compañeros interesados de todo el mundo, queremos exponer las lecciones de tan prometedor encuentro. El tema anunciado en los carteles colocados en puntos de la ciudad de Lima era “qué es el socialismo y cómo luchar por él”, sin embargo, la avidez de los participantes y sus planteamientos honestos y profundos hizo que la reunión abordara diversos temas.
En las discusiones se expresaron posiciones de compañeros que habían estado vinculados al GCI[1] o que comparten actualmente más o menos algunas de sus posiciones. Otros compañeros se sentían identificados con el anarquismo. Igualmente participaron los militantes de la CCI y simpatizantes muy próximos a nuestra organización. No obstante, lo más relevante fue el ambiente de debate sincero y abierto.
Lucha obrera: contenido y forma del terreno de clase
Dado que los asistentes mostraron un tácito acuerdo con la necesidad de la revolución y con la perspectiva de derribar al capitalismo, la discusión se trasladó a cuestiones más “concretas”. De las primeras ideas que los asistentes abordaron fue la noción de la decadencia del capitalismo, para los asistentes bajo la influencia del GCI hay una cierta visión ahistórica del proceso que conduce a la transformación de la sociedad, incluso se llegó a introducir la idea de la existencia de un proletariado antes de la llegada de los españoles (“masacrar proletarios en la conquista no tenía nada de progresista”, dicho casi textual por un participante). Detrás de esta posición se dibujan las confusiones típicas que el GCI reparte a manos llenas.
Mas que entender los procesos históricos el GCI difunde el radical pero hueco método de “violencia reaccionaria contra violencia de los oprimidos” pero haciendo una omisión del contexto histórico. Ello conduce a una dificultad para poder explicar por qué la revolución mundial no era realizable en el siglo XIX y que ello daba un contenido y forma diferentes a la lucha proletaria y a sus organizaciones políticas (sindicatos, partidos de masas, lucha por el programa mínimo, etc.). Hubo otros asistentes que insistieron en desarrollar la explicación de la decadencia, es por ello que pensamos que es una interesante cuestión que deberemos abordar.
Se ha abierto un debate también sobre qué es el proletariado, su naturaleza y cómo lucha. Unos participantes vertieron la idea de que los acontecimientos en Argentina 2001 fueron movimientos plenamente proletarios y que habría que “defenderlos e imitarlos” así como los “soviet en Irak en 1991” (sic!). La CCI explicó su posición[2], se han dado elementos de reflexión que los participantes tomaron con seriedad. Así, han sido tres los ejes sobre los que la CCI ha insistido:
-rechazar la “violencia por la violencia”. Si bien la revolución que derrocará al capitalismo será un hecho violento porque una minoría que tiene en su poder el aparato estatal se va a resistir, tal violencia no es la esencia misma de la revolución, su esencia está en la capacidad del proletariado para desarrollar su lucha masiva y consiente, lo que distingue a la clase que hará la revolución no es la violencia sino su conciencia.
-las luchas obreras se articulan a través de organismos que la misma lucha va generando, desde las asambleas masivas, las delegaciones, los comités de lucha, hasta llegar a estadios más avanzados donde las formas de organización son más amplias y donde la situación exigirá la construcción de consejos obreros. Estamos aún en los inicios de las respuestas obreras a nivel mundial después del duro golpe que significó la enorme campaña de la “muerte del comunismo” y el retroceso que el proletariado mundial sufrió en su conciencia[3]. Rechazar las asambleas donde se expresa un esfuerzo del proletariado por tomar las luchas en sus manos es un error, lo mismo que privilegiar acciones desesperadas (quema de autos, bloqueos, enfrentamientos con la policía, etc.) en vez de sacar lecciones y discutir dónde y cómo la burguesía y su Estado entrampan las luchas obreras y la clarificación de sus minorías.
-las auténticas luchas obreras no son “puras” y la CCI no está esperando a que se den luchas sin la influencia de la ideología burguesa o luchas donde haya una ausencia total de los aparatos del estado (sindicatos de todo pelaje así como partidos abiertamente ligados al capital así como el brazo radical de la burguesía: el izquierdismo –sea este de corte maoísta, anarquismo oficial, etc.), no. Para la CCI una auténtica lucha obrera no se mide por la presencia de los factores antes señalados, sino por la existencia en toda lucha naciente de una dinámica donde los participantes puedan reconocerse como integrantes de una clase, como miembros que tienen la necesidad de ir a la lucha con los otros ya que comparten interese inmediatos comunes. Cuando se empieza a comprender que existe una identidad proletaria esa lucha ha dado pasos adelante y hay que generalizar esas lecciones. Cuando después de un evento queda la sensación de división, sectarismo, segregación, gremialismo, etc., entonces lo que hay que generalizar es dónde está la trampa o el error.
En lo referente a la lucha obrera sólo se han planteado los problemas y hay un largo camino de clarificación por delante.
La cuestión sindical
Hubo también está cuestión que atravesó una parte de la discusión. No se hizo esperar la clásica visión de ver en el sindicato un organismo rescatable para la clase obrera, está posición del anarquismo ve en la CNT un órgano a “rescatar” y se planteó abiertamente la cuestión de “¿es posible un sindicato revolucionario?”. Se estuvo de acuerdo que si bien la CNT traicionó durante los acontecimientos de España 1936, al menos “los amigos de Durruti se opusieron a la militarización del trabajo”[4]. Uno de los participantes aportó una respuesta clásica en el GCI: “el sindicato nunca ha sido y nunca será revolucionario”. Lo cual contiene una parte de verdad, ya que, efectivamente, los sindicatos no surgieron como órganos de la lucha revolucionaria del proletariado, sino como órganos para obtener mejoras y conquistas dentro del capitalismo; pero esta posición también regresaba sobre una falta de método, sobre la incapacidad para ver al sindicato como producto histórico y comprender que su surgimiento, que costó sangre al proletariado, estaba condicionado por un periodo histórico donde la revolución no estaba al orden del día. Esta idea coincide también con la vieja letanía del GCI de que la II internacional no tendría nada de proletaria!...recordemos rápidamente que la II internacional tiene el mérito de adoptar el marxismo como método para desarrollar la teoría revolucionaria, que separó las organizaciones proletarias en unitarias (sindicatos) y los partidos políticos, amen del combate de la socialdemocracia contra la francmasonería y el desarrollo de las discusiones sobre los orígenes del cristianismo e infinidad de artículos de fondo, que la segunda internacional haya traicionado al apoyar los créditos de guerra en 1914 no impide que reconozcamos su existencia como una eslabón más en la cadena de esfuerzos del proletariado por dotarse de un partido mundial.
Un asistente apoyó las posiciones de la CCI sobre la cuestión sindical mostrando cómo los sindicatos constituyen un medio de control del Estado y cómo el mismo Fujimori desarrolló una campaña de destrucción de los sindicatos para luego en alianza con la oposición a su gobierno hacer creer a los trabajadores en la “necesidad de luchar por sindicatos”.
Los sindicatos fueron un arma del proletariado en un periodo de la historia donde el capitalismo podía no sólo conceder reformas duraderas sino que además la revolución proletaria no estaba aún a la orden del día y el “programa mínimo” era una cuestión inmediata por la cual luchar. Sin embargo, los acontecimientos de 1905 y sobre todo 1917 en Rusia demostraron cómo la lucha da una respuesta a un problema de organización en la decadencia del capitalismo, la revolución no giró en torno a sindicatos sino en torno a los consejos obreros, “la forma al fin encontrada” diría Lenin “de la dictadura del proletariado”. Desde entonces, el desarrollo de las luchas obreras estará confrontado a organizarse fuera y contra los sindicatos. Sabemos que no todos los días se pueden instaurar consejos obreros ya que ello depende de las condiciones de generalización de las luchas hasta pleitear una situación prerrevolucionaria, pero los combates obreros no deben esperar hasta ese día para autorganizarse, desde que estalla la huelga en una fábrica se plantea el dilema de tomar el control de las decisiones a través de asambleas donde los trabajadores decidan el rumbo de su lucha. Entonces el buscar la solidaridad con otros explotados deviene una cuestión de vida o muerte para cada huelga (no hablamos de las farsas de “solidaridad” que orquestan los sindicatos), empezar a percibir que el aislamiento es la muerte de todo combate es una profunda lección que preparará las luchas decisivas contra el capital.
Luchar por una cultura del debate
Los asistentes han mostrado un espíritu abiertamente proletario: capacidad de apertura y voluntad de reflexión. Ambos aspectos hablan de un esfuerzo difícil pero alentador de las minorías de esta región que comparte la visión de que el capitalismo está conduciendo a la humanidad a la catástrofe. Aunque políticamente estamos concientes que hay divergencias y que vamos a luchar contra las aberraciones políticas del GCI, no podemos sino saludar ese espíritu de los participantes y les animamos a que defiendan con apertura sus ideas, que escuchen e integren nuevos argumentos para que a través de un debate contradictorio se vaya de la confusión a la clarificación.
En el ambiente de la ideología de la burguesía y del izquierdismo, un “debate” se plantea como una relación de fuerza donde una parte se impone, elimina y demuele a la otra, es la forma grotesca en que una fracción aplasta a la otra. En la vida diaria del capitalismo, los individuos se ven enfrentados a una competencia donde el otro es siempre un “enemigo”, tal competencia engendra la idea de que el que “sabe más sería el mejor”, la competencia laboral tiene su complemento en la competencia intelectual. Para la clase obrera, para el marxismo, el debate, la confrontación fraterna de ideas es el único medio a través del cual la conciencia supera sus deficiencias. En un debate proletario no se humilla, no se busca destrozar al otro, los adjetivos peyorativos son a excluir, una cultura de debate supone el método de convencer y no imponer. Es por ello que pensamos que en esta región del mundo tenemos que abrir un espacio para las discusiones, un espacio donde los elementos de la clase que quieran debatir, clarificarse ideas o exponer sus pensamientos, puedan encontrar un medio que permita la elaboración colectiva de ideas. Luchar por la construcción de un medio donde el debate proletario esté al centro de la vida política es una perspectiva que en Perú, como en el mundo, preparará la futura revolución mundial.
CCI
[1] GCI: Grupo Comunista Internacional, un grupo de verborrea radical pero de práctica coincidente con los grupos de “extrema izquierda” del Capital. Ver nuestra denuncia en Revista Internacional nº 124 ¿Para qué sirve el GCI?: /revista-internacional/200602/516/para-que-sirve-el-grupo-comunista-internacionalista-gci
[2] Ver artículo antes citado sobre los de “los soviets en Irak” y sobre Argentina ver Revista Internacional nº 109: Revueltas en Argentina, solo la afirmación en su terreno podrá hacer retroceder a la burguesía: /revista-internacional/200510/231/revueltas-populares-en-argentina-solo-la-afirmacion-del-proletariad
[3] Ver Dificultades crecientes para el proletariado en Revista Internacional nº 60 y Resolución sobre la lucha de clases en Revista Internacional nº 119: /revista-internacional/200510/183/resolucion-sobre-giro-en-la-lucha-de-clases
[4] Ver nuestra Serie sobre la CNT en Revista Internacional números 128 a 131 en /revista-internacional/200703/1322/historia-del-movimiento-obrero-la-cnt-nacimiento-del-sindicalismo- (para el primer artículo de la Serie). También nuestro libro ESPAÑA 1936 FRANCO Y LA REPUBLICA MASACRAN A LOS TRABAJADORES. En /cci/200602/539/espana-1936-franco-y-la-republica-masacran-al-proletariado . Sobre el tema de los amigos de Durruti ver en Revista Internacional nº 102 Lecciones de una ruptura incompleta con el anarquismo en /revista-internacional/200007/772/anarquismo-y-comunismo-los-amigos-de-durruti-lecciones-de-una-ruptu