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Por fin podemos ver realizada la idea que teníamos de publicar un folleto en español con una compilación de textos de BILAN sobre la guerra en España de 1.936[1].
BILAN (Balance), publicación de la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista, vivió durante el período más siniestro de la historia del movimiento obrero, el que va desde el triunfo de Hitler en Alemania hasta la IIª. Guerra Mundial. Como ya veremos luego esta compilación dedicada a textos sobre la guerra de 1.936 no la hacemos por gusto por la erudición histórica. Si hemos escogido este tema es ante todo por el valor político que tienen para los revolucionarios las posiciones y discusiones de BILAN en aquel entonces, ante la actual situación en España.
Tras casi 50 años de triunfo de la contrarrevolución, la difícil reanudación de la lucha de la clase obrera que empieza a notarse desde mediados de los años sesenta ha venido tropezando en su camino ascendente con todas las ideologías segregadas en las aguas cenagosas de la contrarrevolución, puestas al gusto del día por la cada vez más profunda descomposición de la pequeña burguesía: fueron por los años sesenta la fiebre contestataria marcusiana[2], sobre todo con los llamados movimientos estudiantiles en donde se había decretado la “completa integración de la clase obrera en el sistema”, en extraño mejunje con idolatrías a Castros y Guevaras, apoyo a “liberadoras” guerras como la del Vietnam y el tercermundismo más lloricón... luego vino a añadirse a la salsa lo de la “revolución cultural” y el estalinismo “new look” maoísta y todo tipo de “frentes de liberación” de esto y aquello, todo mezclado con una verborrea modernista, acabando a fin de cuentas en la nada más completa o en un estúpido terrorismo o ocupando un respetable sillón entre la extrema izquierda del capital.
Hoy, en un contexto bien diferente al de los años 30, tanto por la agudización de la crisis como por la cada vez más clara aparición de la clase obrera en sus luchas como clase[3], volver a publicar BILAN no es un “acto de fe marxista” sino reafirmar una serie de bases proletarias en la lucha que los revolucionarios de entonces supieron mantener en pie contra el avance irresistible de la barbarie contrarrevolucionaria.
La revista BILAN son 46 números publicados (1.478 páginas) desde noviembre de 1.933 a enero de 1.938. Empezó como “Boletín teórico de la Fracción de Izquierda del Partido Comunista de Italia”. En febrero de 1.938, OCTUBRE sustituye a BILAN con el subtítulo de “órgano mensual de la Izquierda Comunista”[4]. Aparecieron 5 números de OCTUBRE, el último en agosto de 1.939, un mes más tarde empezaba la IIª. Guerra Mundial.
La fracción italiana había sido excluida del PCI y de la IC en el Congreso de Lyon de 1.926. La Fracción, en el difícil exilio francés perseguida tanto por el fascismo como por el estalinismo, vuelve a constituirse en 1.929 y publica la revista PROMETEO en lengua italiana y un boletín de información en francés que acabará siendo una publicación teórica.
Comprometida a fondo en el movimiento comunista internacional, la Fracción en la emigración tomará parte muy activa en dicho movimiento sobre todo en Francia y en Bélgica, participando con todas sus fuerzas en la lucha contra la degeneración de la IIIª. Internacional y de sus partidos, definitivamente dominados por el estalinismo. Por eso mantendrá contactos estrechos con todas las corrientes y grupos de izquierda expulsados uno tras otro de lo que había sido la Internacional Comunista, manteniendo la lucha en medio de una terrible desolación y una inmensa confusión debidas a la amplitud de la derrota de la primera gran oleada revolucionaria mundial y a la consiguiente desmoralización.
El intento de acercamiento a la Oposición de Izquierda de Trotski no daría ningún resultado, lo que pondría en evidencia el carácter fundamentalmente divergente de las orientaciones de ambas corrientes. Si el trotskismo concebía la Oposición como grupos que simplemente luchaban por el “enderezamiento” de los PC y que estaban dispuestos en todo momento a reintegrarse a ellos renunciando a existir como órganos autónomos, la Izquierda Italiana partía de las diferencias programáticas cruciales que sólo podrían resolverse con la constitución de organismos comunistas independientes, las Fracciones, que estaban luchando por la destrucción de la corriente contrarrevolucionaria estalinista.
La discusión sobre el análisis de la situación en Alemania 1933, acabaron por hacer definitivamente incompatible todo trabajo en común. Frente a la amenaza hitleriana, Trotski preconizaba una amplio “Frente Único Obrero” entre el PC estalinista y la socialdemocracia. Era en ese frente único entre los contrarrevolucionarios de 1.914 y los de entonces en donde Trotski veía la fuerza capaz de cerrar el paso al fascismo, evitando así el problema esencial de la naturaleza de clase de las fuerzas en presencia y el hecho de que la lucha contra el fascismo no tiene ningún sentido para la clase obrera si se la separa de la lucha general contra la burguesía y el sistema capitalista.
Trotski, haciendo juegos con imágenes brillantes, decía que el Frente Único podría hacerse “con el diablo y su abuela” con lo cual demostraba no menos brillantemente que estaba perdiendo la noción misma del terreno de clase del proletariado. En plena vena verbal, Trotski, bajo el seudónimo de Gurov, llegó a afirmar que la revolución comunista podría triunfar “bajo la dirección de Thaelman[5]”. Desde entonces resultaría evidente que el camino tomado por Trotski acabaría por llevarle a abandonar una tras otra las posiciones comunistas hasta la participación en la IIª. Guerra Imperialista, en nombre, claro está, de la “defensa de la URSS”.
Diametralmente opuesto fue el camino tomado por la Fracción Italiana de la Izquierda Comunista. El desastre que representaba para el proletariado el triunfo del fascismo, triunfo que hicieron posible e inevitable las catastróficas y sucesivas derrotas que le infligieron la socialdemocracia primero y el estalinismo después, dejaba plenamente abierta la “solución” capitalista a la crisis histórica de su sistema: una nueva guerra imperialista mundial. Los revolucionarios sólo podían frenar esta perspectiva si se esforzaban en agrupar al proletariado sobre un terreno de clase, manteniéndose firmes en los principios programáticos del comunismo y para ello, lo más urgente era someter a un examen crítico toda la experiencia del periodo transcurrido desde la gran oleada revolucionaria que puso freno a la Iª. Guerra Imperialista, abriendo un horizonte de esperanzas a la clase obrera hacia su emancipación definitiva. Comprender las razones de su derrota posterior, hacer balance de lo adquirido y de los errores, sacar lecciones y, con estas bases, elaborar las nuevas posiciones políticas, todo esto era indispensable para que la clase pudiera volver, mejor armada y por tanto más capaz, a encarar su tarea histórica de la revolución comunista. Y fue esta impresionante tarea la que se propuso emprender BILAN (Balance, nombre apropiado), y para llevarla a cabo BILAN invitó a todas las fuerzas comunistas que habían sobrevivido al desastre de la contrarrevolución. Pocos grupos respondieron a la llamada, pero también es verdad que pocos grupos pudieron resistir a la terrible apisonadora de aquel periodo de reacción y de preparación para la IIª. Carnicería Mundial. Cada año que pasaba eran menos los grupos, sin embargo, BILAN, que aguantó gracias a la entrega de algunas decenas de miembros y simpatizantes, mantuvo siempre las puertas abiertas para que se expresaran, dentro del marco estricto de las fronteras de clase, otros pensamientos divergentes a los suyos. Nada le fue más extraño que el espíritu de secta o la búsqueda de un éxito de capilla inmediato. Por eso encontramos en BILAN artículos de discusión y reflexión que provienen de compañeros de la Izquierda Alemana, Holandesa o de la Liga de Comunistas Internacionalista de Bélgica.
BILAN no tenía la estúpida pretensión de aportar respuestas definitivas a todos los problemas de la revolución. Tenía conciencia de que a menudo andaba a tientas, pues sabía que las respuestas definitivas sólo podían ser resultado de la experiencia viva de la lucha de clases, de la confrontación y la discusión al interior mismo del movimiento. Sobre muchos problemas la respuesta de BILAN fue insuficiente, pero nadie puede poner en duda la seriedad, la sinceridad, la profundidad del esfuerzo y, por encima de todo, la validez de su visión, la justeza de su orientación y la firmeza de sus principios revolucionarios.
No se trata únicamente de rendir homenaje a este pequeño grupo que supo mantener firme la enseñanza de la revolución en medio de una tempestad contrarrevolucionaria, sino también y sobre todo, se trata de asimilar lo que nos han legado y proseguir el esfuerzo con una continuidad que no es estancamiento sino superación.
No es, como ya hemos dicho, por gusto de erudito por lo que hemos escogido, para esta primera recopilación de textos de BILAN, una serie de artículos que se refieren a los acontecimientos de España entre 1.934 y 37. El análisis de los acontecimientos tenía un alcance global que superaba el marco español y daba la base para entender la evolución de la situación mundial, de las fuerzas de la clase obrera, de sus formaciones políticas, y, por encima de todo, ofrecían una imagen cruda de la inmensa tragedia en la que se hundía el proletariado internacional y el español en primer lugar.
España se encuentra, hoy, de nuevo, en una situación clave, si bien es verdad que hay que dejar bien clara la diferencia entre los acontecimientos de la España de los años 30 (que tenían lugar tras una larga y aplastante serie de derrotas del proletariado que lo arrastraban inexorablemente al alistamiento para la guerra imperialista) y el periodo actual de reanudación de la lucha y de la combatividad obrera en todo el mundo. Situación clave la de hoy como la de entonces, porque tras 15 años de luchas obreras incesantes y de cada vez mayor alcance a pesar de la salvaje represión, la clase obrera de España se encuentra con una acumulación de experiencias que tendrá que potenciar en los próximos combates contra el empeoramiento de la situación para ir más lejos en su conciencia, organización autónoma y extensión de la lucha[6]. Y es ahora cuando el capitalismo mundial y en particular el europeo va a apoyar a la burguesía española en su esfuerzo de lastrar los próximos combates de clase. Después de haber desechado y haber desmantelado un régimen senil incapaz ya de mantener el "orden laboral”, la burguesía intentará por todos los medios “democráticos” poner freno al avance proletario. Y dentro de esa estrategia general el capitalismo pondrá por delante a su ala izquierda (PCE, PSOE, y demás izquierdistas) para, en nombre del “antifascismo”, o del “mal menor” o de “programas mínimos”, intentar romper esa combatividad. Para la burguesía no está hoy al orden del día la ciega represión franquista, aunque tampoco en este aspecto los “demócratas” nada tienen que envidiar a los “fascistas”[7].
Con lo que va a encontrarse el proletariado en los meses que vienen, es con las mismas fuerzas que en 1.936 consiguieron sacarlo de su camino para después cargárselo a fondo. Y esas fuerzas volverán a utilizar el mismo tipo de argumentos, perfeccionados con el tiempo. Una de sus mayores mentiras consiste en predicar a los obreros que “olviden el pasado” en nombre de la “reconciliación nacional”. Es decir, que olviden las lecciones de su sangrienta experiencia, cogidos como lo fueron entre los dos dientes, el “democrático” y el “fascista”, de la tenaza. En los años 30 el proletariado en España que se había mostrado extremadamente combativo resultaba muy peligroso para los planes de guerra imperialista que preparaba el capital mundial. Había que masacrarlo primero, último bastión de resistencia obrera en Europa, para facilitar su alistamiento, y después el de toda la clase obrera a nivel mundial
Frente a la formidable respuesta obrera contra el alzamiento derechista de 1.936, esas mismas fuerzas de izquierda, etapa por etapa, fueron anegando, destruyendo y quitando fulminante a los focos de resistencia obrera que intentaban mantenerse en un terreno de clase. Esa labor de zapa por parte de la República y de la izquierda ya desde 1.931, se vio consumada en la represión directa y el aplastamiento de los obreros (los “incontrolados”), durante las trágicas jornadas de Mayo del 37 en Barcelona.
«PROLETARIOS:
El 19 de julio de 1.936 los proletarios de Barcelona, con puño desarmado, aplastaron batallones de Franco ARMADOS HASTA LOS DIENTES. El 4 de Mayo de 1.937, estos mismo proletarios, ARMADOS, dejan en la calle muchas más víctimas que en Julio cuando tuvieron que repeler a Franco, y es el gobierno antifascista –incluidos la CNT-FAI y del que el POUM es indirectamente solidario- quien da suelta a la gentuza de las fuerzas represivas contras los obreros» (BILAN: mayo 1937).
Entre Julio del 36 y Mayo del 37 se suceden una serie de gobiernos cada vez más a la “izquierda” contra la cada vez mayor radicalización obrera. La burguesía antifascista no puede consentir cualquier esbozo de “doble poder”, con comités y milicias paralelas al gobierno “legal”. En función de una eficacia militar y “respetabilidad” perfectamente capitalista, el gobierno impone mano dura, a la vez que se “izquierdiza” cada vez más. Para ello no basta con la tendencia “revolucionaria” de los UGT-PSOE de Largo Caballero. Es entonces cuando el PCE empieza a desplegar su mayor fuerza y poder contrarrevolucionario. Este partido, producto perfecto de la degeneración de la IC, impone su mano de hierro en los centros claves de la vida social y del ejército. Además su presencia es necesaria para obtener la ayuda del tirano que ha consumado la derrota de la Revolución Rusa: Stalin. Pero con éstos no basta. Citemos a BILAN, 1.937, en su saludo a Camilo Berneri: «Su inmolación por el ideal anarquista es una denuncia más de una corriente política que se ha ido hundiendo a lo largo de los sucesos de España: ha sido bajo el mando de un gobierno con participación anarquista que la policía ha vuelto a realizar sobre el cuerpo de Berneri la hazaña de Mussolini sobre el de Matteoti»[8]
Una corriente política, el anarco-sindicalismo, que se fue hundiendo cada vez más en las aguas putrefactas de la contrarrevolución, a pesar de su “horror” a la dictadura, a todo estado y a todo gobierno. La irresponsabilidad, la incoherencia histórica del anarco-sindicalismo quedó patente en este juego trágico de balanceo en la permanente duplicidad de las “autoridades”, de la “antiautoritaria” CNT, manifestando una falta criminal de visión histórica y de clara teoría revolucionaria que pagarían con sus vidas muchos de sus militantes entregados a la causa de su clase. En Febrero del 36, la CNT, que despreciaba el electoralismo, hizo todo lo que pudo para que los trabajadores fueran a votar. En Julio del 36 la CNT-FAI avala los Comités Revolucionarios y las milicias procurando que no se desmanden y dejando hacer al Gobierno republicano. En octubre, la CNT ya tiene representantes en el Gobierno de Largo Caballero, cuyo objetivo declarado es liquidar toda resistencia obrera y obtener el respeto de las “democracias” europeas. En septiembre quedan disueltos los comités, se militarizan por la fuerza las milicias y la CNT... entra en la Generalitat. Justifican su presencia porque así “quedan garantizadas las conquistas revolucionarias”. Lo que garantizan es la puesta en orden, apoyando de hecho e incluso en mítines comunes a sus “mortales enemigos” estalinistas. Dan argumentos del tipo “el Gobierno ha dejado de ser una fuerza de opresión de la clase obrera”... “porque en él está la CNT” (Abad de Santillán). O cuando para justificar la integración en la Generalitat del Comité de Milicias y la entrada de Aragón en el “orden republicano”, García Oliver afirma que “querer llevar a cabo el comunismo libertario es imponer una dictadura anarquista”. Sorprendente lógica, criminal simplismo.
Estas explicaciones nada tienen que envidiar a los sofistas del estalinismo o la social democracia. La CNT-FAI, por su ideología apolítica y su incomprensión de la naturaleza de clase del estado que le impide ejercer todo tipo de influencia para destruirlo, fue la última defensa del capitalismo contra la clase obrera.
Así, lo que habían sido órganos de resistencia de la clase obrera contra su integración capitalista para la guerra imperialista (los Comités y las Milicias) se transformaron en órganos de encuadramiento del estado burgués en nombre del “antifascismo”. La República, con el fiel auxilio de la CNT-FAI, destrozó paso a paso la lucha del proletariado, la salvaje represión franquista remató la faena.
«La lucha de los obreros es proletaria a condición de dirigirse contra el capitalismo y su estado, sirve los intereses del enemigo si no va dirigida contra él, en todo instante, en todos los dominios, en todos los órganos proletarios que las diversas situaciones hacen surgir» (BILAN, 1.937).
La historia de la clase obrera está jalonada de derrotas. Esas derrotas han sido la dolorosa escuela por la que el proletariado ha tenido que pasar. En cierto sentido y hasta cierto punto, hoy son la condición para la victoria final. A través de ellas, la clase toma conciencia de sí misma, de su meta y del camino que lleva hacia ésta. El proletariado aprende así a corregir sus errores, a reconocer a los demagogos, a evitar los callejones sin salida, a organizarse mejor y a mejor medir la relación de fuerzas en un momento determinado. Al ser una clase sin ningún poder en la sociedad, sólo su conciencia de clase, alimentada y reforzada por su experiencia, es la mejor baza de su poder y esta experiencia se ha formado en gran parte, gracias a la asimilación de las lecciones de sus derrotas.
BILAN pudo comprobar con amargura el estado de aislamiento al que se veía reducido cada día más, aislamiento que consideraba, con razón, como la manifestación más trágica de la derrota del proletariado en un momento en el que la histeria militarista gangrenaba cada vez más el cuerpo y el cerebro de los obreros. Como cada gran acontecimiento decisivo, la guerra de España no dejaba lugar para ambigüedades. La alternativa estaba clara: o con el capitalismo y la guerra o con el proletariado contra la guerra. El aislamiento al que estaba condenado BILAN fue entonces el precio inevitable de su fidelidad a los principios del comunismo; pero también fue su mérito y su honor cuando tantos grupos comunistas de izquierda (e incluso la minoría del mismo BILAN) se dejaron coger en el criminal engranaje del enemigo de clase.
Al contrario de lo que ocurrió con BILAN, tenemos hoy la firme convicción de que, al recoger las misma posiciones de clase, no iremos “contra corriente” sino que nos encontraremos en medio de la nueva y gran oleada de la revolución comunista y que podremos contribuir a su empuje.
CORRIENTE COMUNISTA INTERNACIONAL (Junio 1.977)
[1] La primera edición de este folleto apareció en 1977 y este texto es el prólogo a la misma.
[2] El adjetivo “marcusiana” se refiere a un filósofo, Marcuse, que tuvo un éxito efímero en medios estudiantiles e intelectuales a principios de los años 60. Su principal “descubrimiento”, muy interesante para la burguesía, pero de nulo valor científico, fue que la clase obrera “se había aburguesado” y que el nuevo sujeto revolucionario estaría constituido por una coalición de mujeres feministas, estudiantes radicales, intelectuales revolucionarios etc.
[3] Este prólogo se publicó en 1977 en un momento de gran proliferación de luchas obreras. Sin embargo, actualmente aunque la lucha obrera tiene fuertes dificultades, el marco histórico no ha variado, la perspectiva es hacia grandes enfrentamientos de clase, el proletariado mundial no está derrotado.
[4] Para más detalles sobre la historia de la Izquierda Comunista Italiana ver nuestro libro “Contribución a la historia del movimiento revolucionario: La Izquierda Comunista Italiana” publicado en castellano, inglés, francés e italiano.
[5] Thaelman: dirigente del PC alemán completamente enfeudado al eestalinismo.
[6] Debemos recordar que este prólogo se escribió en 1977 cuando la gran oleada de luchas obreras de 1974-76 estaba declinando afectada por los engaños y promesas tanto del “franquismo renovado” de Suarez como de los “héroes” de la oposición “democrática” al franquismo: el PSOE y, especialmente, el PCE. En ACCION PROLETARIA números 8 a 15 hay un análisis detallado de esta época. Ver también nuestro folleto DEL FRANQUISMO A LA DEMOCRACIA: LA EXPLOTACION CAMBIA DE DISFRAZ.
[7] Notemos que fue bajo un gobierno “en tránsito a la democracia” cuando la policía asesinó a 3 obreros en la represión de la huelga masiva de Vitoria el 3 de marzo de 1976. Ver ACCION PROLETARIA nº 8.
[8] Camilo Bernieri fue un anarquista italiano que intentó en aquellos trágicos acontecimientos mantenerse fiel al proletariado. Fue asesinado por las hordas estalinistas. BILAN le rindió homenaje pese a las importantes diferencias políticas que había con él.