Internacionalismo en los Balcanes: declaración en pro de la organización revolucionaria

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Publicamos una declaración claramente internacionalista de un grupo en Belgrado

Introducción de la CCI

Durante la década de los 90 del siglo pasado los territorios que formaban la antigua Yugoslavia fueron el escenario de toda una serie de terribles masacres llevadas a cabo bajo la justificación de ideologías étnicas y/o nacionalistas. La guerra de los Balcanes llevó las matanzas imperialistas cerca de los centros neurálgicos del capitalismo, más cerca de lo que nunca habían estado desde 1945. Las burguesías locales hicieron todo lo que pudieron para llevar a sus respectivas poblaciones a un aquelarre de odio étnico y nacionalista, precondición para apoyar o participar en las sangrientas carnicerías que tuvieron lugar en las guerras en la ex-Yugoslavia.

Estos odios no han sido eliminados por la difícil paz que en la actualidad reina en la región, por lo que desde luego es de lo más alentador el ver signos de que hay elementos en esa región que buscan la forma de hacer avanzar un movimiento social contra el capitalismo, en vez de cualquier ilusión de "grandeza nacional". Hemos visto, por ejemplo, varias luchas de estudiantes en Serbia y Croacia, que pueden verse como otra expresión de la misma tendencia internacional que hemos visto en Europa occidental y en los EE.UU., con los movimientos de "indignados" y de ocupaciones de plazas. Y ahora estamos siendo testigos del desarrollo de minorías politizadas genuinamente internacionalistas en ambos países, que claramente rechazan las divisiones nacionales y buscan la cooperación entre todos los revolucionarios internacionalistas.

Una expresión de este nuevo movimiento es la Declaración del colectivo de Birov en Serbia, aparecido recientemente, como un núcleo creciente en la zona (su Web: www.birov.net). La publicamos a continuación. Para nosotros, lo más importante de esta Declaración estriba en la claridad y determinación con la que expresa una serie de posiciones de clase fundamentales:

  • La afirmación de la naturaleza revolucionaria de la clase obrera contra todas las "mistificaciones post-marxistas".
  • La necesidad de la auto-organización de la clase trabajadora en oposición a los sindicatos, definidos como órganos del Estado capitalista.
  • La insistencia de que las Asambleas obreras, y posteriormente los Consejos Obreros, son los instrumentos para la lucha de masas contra el capitalismo.
  • El rechazo de todas las luchas de liberación nacional y todas las guerras, algo visto como "la frontera entre los revolucionarios y la izquierda patriota, socialdemócrata".
  • La definición de los llamados "Estados socialistas" como regímenes capitalistas.

Los dos últimos puntos son especialmente importantes debido a los recientes conflictos en la región, y al creciente uso de retórica nacionalista por la clase dominante.

El subrayar estas posiciones revolucionarias supone el reconocimiento definitivo de que el capitalismo no se encuentra ya en una fase progresista y que ya no puede proporcionar reformas duraderas: en otras palabras, que es un sistema en declive.

La Declaración realiza también una observación interesante sobre el periodo de transición entre el capitalismo y el comunismo, reconociendo el problema que supone el "peso conservador" que ejercen ciertos organismos semi-estatales.

Existen claramente todavía áreas de discusión y clarificación entre internacionalistas no abordadas, como por ejemplo la cuestión de la organización, las perspectivas de la lucha de clase, y el significado del anarcosindicalismo actualmente. Y desde luego damos la bienvenida al sano realismo de la Declaración cuando dice que «ninguna organización revolucionaria puede ser más grande o potente que lo que marque el estado y la capacidad de la lucha obrera».

CCI, febrero de 2012

Declaración para la organización revolucionaria, Belgrado (2011)

«Si había esperanza, debía estar en los proles» George Orwell

Conscientes de las divisiones de clase en el seno del sistema capitalista, de la explotación brutal de la que todos somos víctimas, de la opresión estatal que hace esa explotación posible, y también de la insostenible naturaleza del actual orden militarista que inevitablemente nos lleva hacia la catástrofe, nos organizamos en "Birov", una organización con el objetivo de oponerse radicalmente a este orden social y conseguir su erradicación final a través de la lucha de clase.

Tomando conciencia de que la clase obrera, como la clase más castigada por la actual estructura social, posee el mayor potencial revolucionario, "Birov" lleva a cabo las tareas de potenciar la conciencia de clase, y dirigirla hacia organizaciones de lucha obrera con medios de consejos obreros. Rechazamos todas las mistificaciones "post-marxistas" que defienden la agonía o la no existencia de la clase trabajadora y que por tanto niegan la lucha de clase y el papel crucial de los proletarios como el sujeto revolucionario. Son miembros de la clase trabajadora todos aquellos que tengan que vender su fuerza de trabajo al capital: un carnicero, una trabajadora de la industria sexual, o una que trabaja en una imprenta.

Los métodos para la liberación deben estar basados en la auto-actividad de los oprimidos, y en consejos obreros autónomos, hacia la creación de una sociedad autogestionada, sin Estado, sin clases y sin instituciones que no sean expresión voluntaria de la sociedad. Cualquier nuevo intento de superar la vieja sociedad debe dirigirse hacia la organización de un sistema de consejos a escala internacional, porque solamente un cambio radical en la relación de fuerzas entre clases puede iniciar cambios sociales de progreso. La forma de lucha de consejos formada tras la disolución de la jerárquica y tradicional maquinaria estatal no es algo por lo que la revolución deba luchar- porque su función va a ser la de un órgano conservador durante la revolución, y la definitiva auto-organización y emancipación de la clase obrera inevitablemente amenazará su poder, así como la existencia de ese orden como un todo. En este conflicto inminente los revolucionarios deben reconocer a los trabajadores organizados autónomamente como la vanguardia revolucionaria en la batalla decisiva contra el viejo orden y por la constitución una sociedad de productores libres.

Únicamente la oposición abierta e intransigente contra las divisiones creadas por la actual sociedad hará posible que el potencial subversivo de las luchas proletarias existentes se vuelva una realidad. La lucha obrera debe iniciarse en los centros de trabajo, donde los trabajadores se reconocen como productores y donde las diferencias de clase aparecen de una forma más clara. Rechazamos la forma de partido como completamente inadecuada para la organización revolucionaria de la clase obrera. Los viejos partidos reformistas, a los que se identifica con la obtención de libertades políticas y la reducción de los horarios de trabajo, no tenían esas características al principio: su primer propósito fue la lucha por reformas económicas y políticas, con presencia todavía de ideas anti-políticas y vinculadas a las formas tradicionales y jerárquicas de representación.

Podemos concluir que "Birov" es una organización anarcosindicalista centrada en la difusión y propaganda. Nos dirigimos a los trabajadores en lucha y nos unimos con anarcosindicalistas que actúen bajo la forma de grupos militantes en sus puestos de trabajo. Estos grupos no deben confundirse con sindicatos puesto que su intención no es el crecer numéricamente sino el participar en movimientos asamblearios. Tampoco forman una estructura formal ni poseen un programa político. Estos grupos se formarían en los centros de trabajo donde ya existiría una tradición de organización de luchas obreras autónomas y donde una red de obreros tendería a continuar sus actividades y a desarrollar nuevas formas de lucha.

Consideramos que los sindicatos actuales no pueden tener un programa político que no sea reaccionario, y por tanto que la única forma posible de organizaciones de masas para los trabajadores son las asambleas; la organización de masas de forma "permanente" no es posible hasta que la revolución se convierta en un objetivo inmediato. Los sindicatos, como organismos para la obtención de reformas centradas en el aspecto económico, han perdido su razón de ser bajo unas condiciones en las que ya no pueden reflejar de formar constante las aspiraciones de la clase trabajadora. Actualmente no son más que instrumentos que el Estado ha asimilado que mantienen las luchas obreras despolitizadas y dentro de un marco limitado. Representan una prisión para la clase proletaria, sin la cual los trabajadores encontrarían el camino libre en su tendencia hacia la auto-organización. Financiados, y a menudo corrompidos, los burócratas sindicales no son sino los guardias y carceleros de esas prisiones. Por lo tanto, los sindicatos son simplemente un brazo del Estado para oprimir de esa forma concreta a la clase obrera. El capitalismo ya no puede proporcionar reformas permanentes: cada lucha proletaria por sus intereses inmediatos y diarios, cuando no es suprimida por sindicatos y partidos, necesariamente evoluciona hacia una lucha revolucionaria de las masas y hacia la acción contra las bases de represión y explotación del orden capitalista. Es por eso que, hoy en día, cualquier elemento que tienda a la despolitización de las luchas obreras y a su limitación a espacios limitados, necesariamente es reaccionario. Los posicionamientos que mantienen que las organizaciones anarcosindicalistas deberían ser "no ideológicas" no son sino la reaparición de la vieja (e irrealizable) idea de formar organizaciones económicas separadas, y en la práctica suelen acabar en redes de activismo izquierdista que reproducen la ideología de la "izquierda" dominante, nacionalista. Oponiéndose a estas posiciones, las organizaciones anarcosindicalistas son organizaciones políticas y de clase: los principios del anarcosindicalismo aceptados por todos sus miembros son necesariamente políticos en su contenido.

Nos vemos no como una organización que necesariamente tienda al crecimiento numérico y que por tanto se proponga a sí misma como un fin, una idea que a menudo resulta en una activismo radical; ni tampoco nos consideramos como algún tipo de vanguardia de la clase obrera que dicte a esta sus intereses. Nuestra meta es desarrollar una organización que sea capaz de intervenir en la lucha obrera. Compartimos nuestra experiencia acumulada con otros trabajadores con lo que pretendemos incrementar la capacidad de las luchas, contribuyendo a su extensión y su posterior organización. Esta relación genera una dependencia mutua, de modo que ninguna organización revolucionaria puede ser más grande o potente que lo que marque el estado y la capacidad de la lucha obrera; y es por eso que no tememos a la auto-organización obrera ni a su "falta de control"; al contrario, esa es nuestra meta. Por esto, las bases para la unificación de los oprimidos bajo el capitalismo no se forjarán por ningún partido o "frente", ni por ningún sindicato, ni por ningún grupo anarquista que actúe en una fase preparatoria de reagrupamiento de fuerzas revolucionarias, sino por una lucha anticapitalista de masas organizada en consejos obreros. Sólo bajo su bandera podrá articularse la verdadera lucha emancipadora. Por tanto, la mejor forma de solidarizarse con los oprimidos es desarrollando nosotros mismos nuestras luchas en nuestros centros de trabajo, y en la constante educación acerca de lo que nos oprime.

Condenamos como totalmente reaccionaria cualquier posición sobre el carácter revolucionario de las luchas de "liberación nacional". Trazar cualquier paralelismo con los movimientos nacionales de la burguesía en su periodo revolucionaria es completamente erróneo, y en este período el anti-nacionalismo es una frontera entre los revolucionarios y las izquierdas patrióticas, socialdemócratas. En el capitalismo actual cada Estado es imperialista y el crecimiento del pensamiento nacionalista únicamente puede servir como un medio para preservar un orden capitalista en permanente crisis y muerte inminente. Cualquier aceptación del discurso nacionalista populista sólo sirve para arrastrar a los trabajadores a una sangrienta guerra imperialista; se trata de los prolegómenos para esta, como se pudo ver a primeros y mediados del siglo XX.

Contrastando totalmente con las ideas del movimiento contra la I Guerra mundial, la ideología contrarrevolucionaria subordina a los trabajadores a las necesidades de la burguesía nacional en nombre del "anti-imperialismo" y de la "liberación de los pueblos". Los resultados son históricamente reconocibles y pueden verse en las "revoluciones socialistas" que tuvieron lugar después del período del Octubre revolucionario, que fueron víctimas de la instrumentalización del partido con la supresión de cualquier forma de auto-organización obrera y que resultaron en regímenes totalitarios imperialistas de capitalismo de Estado, el llamado "socialismo real".

La liberación de los trabajadores serán obra de ellos mismo, o no será.

Belgrado, Serbia, Octubre de 2011.

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