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El conflicto que opone a los productores agrarios de soja con la presidenta argentina a propósito de un aumento de los impuestos a la exportación ha tomado un amplio relieve mediático no solo en toda Sudamérica sino también en Europa y Estados Unidos.
Según nos lo presentan se trataría de una lucha entre "el campo" y el gobierno. El bando agrario dice defender los intereses de los pequeños campesinos perjudicados por la voracidad fiscal del gobierno. Por su parte, la facción oficialista dice defender los intereses "generales" para lograr una mayor justicia distributiva.
Hemos pedido la colaboración de lectores y grupos en contacto de este país que han enviado un total de 7 respuestas que van desde tomas de posición hasta noticias y blogs que contienen informaciones. Agradecemos profundamente a estos compañeros y compañeras su aportación. El texto siguiente se basa en largos pasajes de dos de los textos recibidos.
¿Cuál es el conflicto?
Los compañeros de la Agrupación Internacionalista de Obreros del Sur(AIOS) relatan lo que ha pasado:
«Con mas de 100 días de paro del campo y mas de 300 cortes en distintas ruta del país, (...) Lo que la prensa nos presenta como para agrario no es otra cosa que un lock out, encabezado por el sector sojero. Piquetes de pequeños productores de 300 hectáreas de soja, de campesinos de 4x4 de grandes máquinas de vivienda suntuosa y niños universitarios, de colegios privados.
Las organizaciones ruralistas (FAA, CRA, CONINAGRO, SRA) se paran desde una posición de representación del sector rural hasta con la intención de llegar a un juego maniqueo en la dualidad campo-ciudad. Ellos hablan de un campo de trabajo, de esfuerzo, de productividad, de alimento, que vendría a sustentar el consumismo urbano centrado en el usufructo de los servicios y del confort. Ahora bien, en ese análisis, que es precisamente el que ha generado la discusión en los medios de comunicación, se está negando la verdadera y profunda realidad de la situación actual: la del campo profundo y, si se quiere, de la ciudad marginada. (...) Hablamos de un campesino que comienza su jornada antes que el sol salga (...) Es el mismo que es perseguido, desalojado mediante la intimidación física y aun asesinados por los matones de los piqueteros oligarcas, en el norte de Córdoba, Santiago del Estero, el Chaco y en otras provincias del noroeste, como así las comunidades aborígenes que habitan la región chaqueña, justamente para cultivar soja, ante el silencio de la federación agraria y en algunos casos ante su complicidad en su afán de obtener mas tierra para sembradíos.
¿Por qué no se dice que los piqueteros fashion son responsables de haber depositado miles de campesinos en los bolsones de la pobreza urbana? Que el campo se muera no depende del aumento o la disminución de las retenciones, si no de una política de concentración cada vez mayor de tierra y capital, no solo en Argentina sino también en el Uruguay y Paraguay.
A la vez produciendo daños de carácter ecológico ya que con los desmontes desmedidos con el tiempo causa grandes inundaciones como la que produjeron en Salta y Jujuy o la que se produjo en Santa Fe ; ya que arrasaron con árboles y montes que adsorbían agua de las lluvias y esta se quedaron sin su natural contención y a la ves con los agrotóxicos que los sojeros lanzan sobre sus vecinos, y hasta sobre sí mismos, (en un claro ejemplo de barbarie) contaminan el suelo y el agua de los ríos causando el envenenamiento paulatino de gran proporción de la sociedad».
Pensamos que los compañeros de AIOS ponen el dedo en la llaga: no es un conflicto del "campo" contra el gobierno. Es un conflicto entre una fracción de la burguesía -la que se beneficia con el negocio de la soja- frente a una fracción que trata de reforzar el control del Estado y que, a su vez, tiene sus propios intereses.
Las organizaciones agrarias supuestamente "representativas" se constituyen en fuerza de choque del bando agro-sojero mientras que la maquinaria peronista y diversos aliados de la banda K como todo un sector de los piqueteros representan la infantería de la otra fracción.
Los compañeros denuncian de manera convincente la hipocresía de la principal organización agraria (la FAA) y la fracción agro - sojera que se oculta tras ella: «¿Qué han hecho y hacen esas entidades agropecuarias ante los asesinatos, cárceles, persecuciones, torturas y enfrentamiento con paramilitares y topadoras que sufren hoy miles y miles de familias de pueblos originarios y campesinos Dicen hacer el paro por el No a las retenciones y No a la desaparición de los pequeños y medianos productores, pero algunos empresarios y productores que han contratado matones para desalojar pequeños y medianos productores son miembros de esas entidades. Durante el largo ciclo de la convertibilidad y de la expansión de la sojización, la FAA miró para otro lado, dejando hacer al "mercado" y al modelo neoliberal que se cargó casi 300.000 productores pequeños y medianos, la mayoría de ellos afiliados a ella».
También dejan claro la situación durísima que sufren los trabajadores del campo que no han podido expresarse de manera independiente en este conflicto entre fracciones burguesas: «En todo el país sólo restan 330.000 explotaciones, las que sólo emplean a 310.000 trabajadores en blanco que ganan alrededor de $1200 mensuales, mientras hay algo más de 700.000 trabajadores en negro que viven miserablemente y trabajan sólo un período del año gracias al "poroto mágico". Ambos sectores prácticamente se han visto imposibilitados de defender sus derechos ante el achicamiento descomunal de las fuentes de trabajo que ha producido la sojización y la numerosa destrucción de establecimientos que la acompañaron. El nivel de ingresos del sector que ejerce el control sobre la propiedad de la tierra y por ende de la producción, es escandaloso y como siempre suntuario».
Las "alternativas" de unos y otros contribuyen a la escalada de la inflación
El gobierno del matrimonio K se ha presentado como defensor de los trabajadores pues alega que sus medidas tienden a reducir la inflación y a garantizar el abastecimiento de productos derivados de la soja. Estos argumentos cara la galería esconden el verdadero interés de controlar mejor el negocio de la soja mediante una mayor intervención estatal y avanzar en el pago de la deuda para estabilizar mínimamente las finanzas del capital argentino.
Esconde además el hecho de que el gobierno K sigue subsidiando a los grandes productores agrarios pese a que parezcan "enfrentados a muerte"[1]. Como dicen muy bien los compañeros de AIOS: «Y a donde van esta retenciones, por un lado a seguir subsidiando a parte sector agrario, el año pasado recibieron un total de 2.000 millones de pesos, mas el mejoramiento y la construcción de nuevos caminos que van hacia los distintos puertos, se sigue subsidiando a los trenes, micros de transporte, al sector tabaquero y la lista sigue, pero siempre hacia los dueños de la tierra y de las fabricas. Y sobre todo a la cancelación de la deuda externa que este año hay que pagar 14.000 millones (el 10% del total de deuda, que sigue creciendo), mientras los hospitales carecen de insumos, no se invierte en educación, no se hace nada para evitar enfermedades endémicas como el chagas, o para garantizar agua potable a la de la mayoría de la población».
El gobierno dice que sus pretensiones redundarán en un control de la inflación lo que es una falacia total puesto que «En esta pelea que es por ver que sector de la burguesía maneja la extraordinaria plusvalía, no nos beneficia, al cambio nos perjudica una vez mas ya que los alimento que unos se ufana por producir y otro por garantizar aumentaron en algunos caso hasta un 50% como el de los pollo y carnes. Ni hablar de las frutas y verduras que en algunos casos duplicaron o triplicaron su precio. Con la siguiente disminución del poder adquisitivo para los obreros».
En realidad tanto la exportación descontrolada que pretende la fracción agro - sojera como la política fiscal del gobierno redundan en agravar una inflación que no tiene su raíz en la situación particular de Argentina sino en la situación mundial derivada de un fuerte endeudamiento de toda la economía mundial y de una especulación catastrófica sobre los alimentos y las materias primas (principalmente el petróleo) a la que se entregan tanto capitalistas como gobiernos en un desesperado intento por mantener a flote sus ganancias.
El proletariado debe rechazar a ambos bandos en conflicto
El compañero Ricardo del CICA[2] en su texto incide sobre una posición esencial: «Esta es una pelea inter-capitalista. El capital transnacional representado por el gobierno contra el capital agrario nacional representado por las 4 entidades. Así que alinearse con cualquiera de los dos es convertirse en forro de capitalistas.
Descarto de plano la pelotudez oficialista de que el gobierno aplica las retenciones para "distribuir la riqueza" (el gobierno K se ha profundizado la concentración de la riqueza y la disminución de los asalariados en el PBI) y que los piquetes ruralistas son "piquetes dela abundancia", dirigidos por sectores golpistas, etc. También descarto de plano la pelotudez gorila de "ay esta Kristina yegua montonera de mierda" que pretende explicar la actitud del gobierno con un reduccionismo psicológico del matrimonio K o como producto de una concepción política autoritaria y verticalista.
Hay capitalistas peores que otros, pero no es alineándose detrás de los capitalistas "menos malos" que los trabajadores vamos a lograr algo. Eso siempre, SIEMPRE, S-I-E-M-P-R-E, fue garantía de derrota para los trabajadores. Siempre que aceptamos el ultimátum de con la burguesía democrática o con el fascismo, con los aliados o con los nazis, con los políticos o con los milicos, etc.,siempre nos cagaron y la sangre que se vertió fue la nuestra».
Aquí el compañero defiende una clara posición de clase: no hay que elegir bando, el proletariado tiene que desarrollar su lucha autónoma como clase contra todos los bandos de la burguesía en conflicto.[3]
Es un punto que comparten sin reservas los compañeros de AIOS que señalan que «en esta pelea gane un sector u otros los únicos perjudicados son los obreros y el pobrerio», lo que les lleva a denunciar con mucho vigor y claridad el papel jugado por la izquierda y la extrema izquierda del capital: «En esta puja se ha sumado tanto al bando oficialista, como al del campo grupos de izquierda, maoísta, trotskista, estalinista, guevarista y demás hierba, de un lado argumentando que esto es para lograr la distribución de la riqueza, y del otro que es un atropello a los campesinos, mientras que la clase obrera es la que realmente paga las consecuencia tras el constante aumento de los precios de los alimentos. El rol de la izquierda si no fuera lamentable, seria cómico ya ni siquiera se presenta como la izquierda del capital, una izquierda reformista, sino que en su seguidilla hacia un bando como otro han dejado de lado toda clase de propuesta, se han alineado con un sector u otro sirviéndole en mucho caso como fuerza de presión y de choque contra el otro sector».
[1] Los compañeros de AIOS muestran que en esos "choques violentos" ha habido mucho de teatro: «A la vez nos presenta una parodia de represión, con poses para las cámaras de tv donde los gendarmes desarmados solo algunos con escudos, pedían por favor que liberaran las rutas, mientras una semana antes fueron desalojados con gases lacrimógenos y balas de gomas un grupo de desocupados con sus familias niños de pecho incluido causando varios heridos, por pedir un aumento en los planes asistenciales de 150$ unos 30 euros que solo alcanza para comprar un kilo de pan por día» ¡El capital y su gobierno "representativo" sabe muy bien quiénes son los suyos y a quienes hay que tratar con mano de hierro!
[2] Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques
[3] Nosotros no compartimos la apreciación del compañero de que se trata de un enfrentamiento entre un capital nacional en retirada y un capital trasnacional que sería el futuro del capitalismo. Esto debería ser un tema muy necesario de debate pero esto lo podemos discutir a partir del terreno firme que nos une: la defensa de la autonomía política del proletariado contra todos los bandos del capital.