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Tras varias semanas de contorsiones de la dirección de Airbus y un encuentro entre Chirac y Merkel, ha caído la guillotina: 10 000 supresiones de empleo en Europa, cierre o venta de varias factorías.
La dirección, con la mano en el corazón, nos dice “no habrá despidos”, “todo se arreglará con prejubilaciones y renuncias voluntarias”.
No habrá despidos en Airbus, dicen, ¡pero si solo es la mitad de las plantillas afectadas!: a otros 5000, eventuales del propio Airbus o asalariados de empresas en subcontrata, se les dirá que se larguen con viento fresco. Y en cuanto a los asalariados de Airbus, ya sabemos lo que significará para ellos las “dimisiones voluntarias”: contramaestres y demás jefezuelos los someterán a un acoso permanente hasta quebrantarlos. Al cabo, más desempleo, sobre todo entre los jóvenes que tengan que buscar otro trabajo. Y para los que se quedan: ritmos más infernales si cabe, incremento de horarios por el mismo salario en el mejor de los casos.
¿Cómo explican la burguesía y los sindicatos la crisis de Airbus?
Para explicar la crisis de Airbus y justificar semejantes medidas, cada uno canta su copla. Para Gallois, patrón de Airbus, la situación se debe ante todo al euro fuerte: los Airbus son aviones demasiado caros comparados con los fabricados por Boeing. Para los sindicatos, la causa es la mala gestión y la codicia de los accionistas. Para la patronal, la culpa es del Estado por meterse en políticas industriales que no es lo suyo: hay que dejar a los inversores privados que se las arreglen entre sí. Para los partidos de izquierda es porque el Estado no ha hecho bien su papel de accionista. Para la prensa francesa la culpa es del Estado alemán porque quiere llevarse el ascua a su sardina. Para la prensa alemana, y la burguesía que está detrás de ella, le es difícil devolver ese argumento en sentido inverso, pues, sin que los franceses tengan nada que ver en el asunto, se han anunciado 6100 supresiones de empleo en Bayer, gigante de la industria química, y la dirección de Deutsche Telekom ha decidido transferir a empresas en subcontrata a 50 000 de sus asalariados, lo cual es un medio para ir preparando su despido una vez que estén dispersos en múltiples pequeñas empresas. Y ya puestos a ello, quienes sigan en la empresa deberán trabajar 5 horas más por semana sin incremento salarial. A través de sus medios de comunicación, la burguesía alemana procura más bien consolar a los obreros de Airbus diciéndoles que podría haber sido peor para ellos, pues los más afectados son los franceses. Y en la prensa española, el mismo estribillo: no salimos mal parados porque somos más competitivos. Y, añadiendo un verso suplementario a la copla nacionalista, acusan a alemanes y franceses de cocinar sus garbanzos en sus fogones sin consultar para nada a los españoles.
Lo que, por su parte, predomina en la prensa británica es la discreción. También es verdad que en estos mismos días lo que está en el candelero son los ataques que están cayendo sobre cientos de miles de trabajadores de la salud con la congelación de unos salarios que ya eran ínfimos.
¿Qué nos proponen quienes rechazan las decisiones de la dirección de Airbus?
Para los sindicatos alemanes, las dificultades de Airbus son un ejemplo más de la mala gestión de los patronos, una mala gestión responsable también de las dificultades de Deutsch Telekom y Bayer. Y exigen participar en las gestión de las empresas…¡y eso que ya representan prácticamente el 50% de los consejos de administración y han participado en todas las decisiones sobre Airbus y otros sectores!. Y en ese marco, proponen que las medidas que se tomen para “garantizar el futuro de Airbus” se discutan localmente, fábrica por fábrica, entre sindicatos y patronal.
Los sindicatos franceses, por su parte, denuncian el mal “gobierno” de la dirección actual y proponen que el Estado se implique más en la gestión de Airbus, perspectiva que también apoyan el primer ministro francés y los candidatos de derechas y de centro a las próximas elecciones presidenciales, Sarkozy y Bayrou. La candidata socialista, Ségolène Royal, ha hecho además la propuesta de que las regiones puedan entrar en el capital de la empresa. O sea hacer lo mismo que lo que ya se hace en Alemania, en donde los Länder participan en el capital de Airbus… ¡con el gran éxito que estamos viendo!
Ante la competencia capitalista, ¡no dejemos que nos dividan!
Podrá haber algo de verdad en alguna de esas declaraciones. Es cierto que el euro fuerte es un obstáculo para la venta de aviones fabricados en Europa frente a la competencia de Boeing. Cierto es que ha habido problemas de gestión en Airbus. Es verdad, en particular, que la competencia entre el Estado alemán y el francés lo ha puesto peor. Cada cual podrá contar una parcelita de verdad, pero toda esa gente comparte la misma mentira: la de que los trabajadores que hoy ya están pagando las dificultades de Airbus, tendrían los mismos intereses que los patronos. En resumen, que deberían adherirse al objetivo de todos esos discursos: Airbus tiene que ser rentable comparado con Boeing. O sea, exactamente lo que los patronos estadounidenses dicen a los obreros estadounidenses y, por la misma razón, éstos han tenido que soportar decenas de miles de despidos durante los últimos años. Al fin y al cabo, lo que quieren los “responsables” que oigamos en sus discursos, ya sea el gobierno, los patronos o los sindicatos, es que los obreros norteamericanos serían los enemigos de los obreros europeos, y que los obreros franceses, alemanes, ingleses o españoles serían, a su vez, enemigos entre sí. Finalmente, en la guerra económica de hoy, lo que el conjunto de fuerzas de la burguesía quiere, es oponer a los obreros de los diferentes países entre ellos como lo hace en las guerras militares.
Que los Estados capitalistas estén en competencia unos con otros, es algo que no paran de decirnos, y es verdad. Las guerras del siglo XX nos demuestran que son los trabajadores quienes más tienen que perder en esas rivalidades entre naciones capitalistas y no tienen el más mínimo interés en someterse a las órdenes y a los intereses de sus burguesías nacionales. En la lógica del capitalismo, tanto los obreros americanos como los europeos tienen que hacer siempre más sacrificios. Si Airbus vuelve a ser rentable contra Boeing, los obreros norteamericanos deberán soportar nuevos ataques (y, por cierto, se está ya anunciando la supresión de 7000 empleos en esa empresa) y les tocará después a los obreros europeos volver a pagar las cuentas. Cada retroceso de los obreros ante las exigencias capitalistas, por todas partes, no hace sino preparar nuevos ataques y todavía más violentos que los anteriores. Y al capitalismo no le queda otra “opción”, pues es un sistema en crisis, una crisis insoluble. Y lo único que sabe oponer a esa crisis es siempre más supresiones de empleo, siempre más explotación para los obreros que tienen la “suerte” de conservar su empleo…por ahora.
¡La única solución: unidad y solidaridad de toda la clase obrera!
A los trabajadores golpeados hoy por las medidas de la dirección de Airbus, no les queda otra alternativa que la de luchar. En varias factorías de Airbus, lo han comprendido inmediatamente: en cuanto se anunciaron los planes de la dirección, los 1000 obreros de la fábrica de Laupheim, en el Sur de Alemania, se pusieron espontáneamente en huelga, en el mismo momento en que los de Méaulte, en el Norte de Francia, cesaban el trabajo, al que volvieron cuando el sindicato les anunció que la factoría no sería vendida, lo cual es una mentira.
Los trabajadores de Airbus no son, sin embargo, los únicos concernidos por esta lucha. Son todos los explotados quienes deben sentirse solidarios ante los ataques que hoy caen sobre los trabajadores de la aeronáutica, unos ataques que mañana caerán una vez más sobre los del automóvil, los de telecomunicaciones, los de la química y demás sectores.
Por todas partes deberán reunirse los trabajadores en asamblea general soberana, en la que se discuten y deciden los objetivos y los medios de lucha. Una lucha que es cosa de los propios trabajadores. No es cosa de unos candidatos a las elecciones cuyas promesas serán olvidadas en cuanto lleguen al poder. No es cosa de los pretendidos “representantes” de los obreros, los sindicatos. Estos se pasan el tiempo cultivando la división entre los trabajadores, ya sea en el propio seno de la empresa o entre unidades de producción (como se ha podido ver estos días en Toulouse donde los discursos del sindicato principal, Force Ouvrière, intentan oponer los obreros “con mono” de las fábricas a los de “chaqueta” de la sede social, éstos también duramente golpeados). O entre un país y otro, pues son los sindicatos los primeros en agitar los trapos nacionalistas. Para los sindicatos franceses de Airbus, y a su cabeza el mencionado Force Ouvrière, hay que “luchar”, paralizando incluso la producción para obtener un “reparto mejor de los sacrificios”, o sea y dicho a las claras, para que los obreros alemanes sean más duramente golpeados. Y cuando un sindicato como el alemán IG Metall propone para mediados de marzo una jornada de acción común entre trabajadores de los países que tienen factorías de Airbus, lo único que está haciendo son maniobras para adelantarse a una toma de conciencia de los trabajadores de que sus intereses no son los de “su” capital nacional, a la vez que hace pasar sus declaraciones contra la huelga en nombre de la “responsabilidad”. Y es además un medio para cultivar una “solidaridad” entre obreros europeos de Airbus contra los obreros americanos de Boeing, los cuales, en otoño de 2005, sí que se pusieron masivamente en huelga contra los ataques patronales.
La necesaria solidaridad de todos los trabajadores ha empezado a expresarse, especialmente con paros espontáneos en fábricas relativamente poco afectadas como las de Hamburgo o Bremen, las más importantes de Alemania. Hace poco, en Andalucía, los obreros de Airbus, hoy atacados, aportaron su apoyo a las manifestaciones de las familias de los obreros de Delphi, que el cierre de la fábrica de Puerto Real va a tirar a la calle. Ese es el camino que deben tomar todos los trabajadores.
Contra los llamamientos de los patronos a aceptar las supresiones de empleo, las bajas de salario y la agravación de las condiciones de trabajo, solo hay una réplica: rechazo de unos sacrificios que lo único que hacen es abrir las puertas a ataques todavía peores ¡Solo la lucha paga!
Contra los intentos para dividir a los trabajadores por empresas o países, ¡solidaridad de toda la clase obrera!
Contra el aislamiento, que siempre es equivalente a derrota, ¡extensión de las luchas!. Las asambleas obreras deberán enviar delegaciones masivas a las demás empresas para que todos los trabajadores participen en un movimiento solidario.
Ante un sistema mundial en las últimas, que atacará con cada vez más brutalidad a todos los trabajadores, en todos los sectores y en todos los países, no queda otra alternativa para la clase obrera que entablar luchas cada vez más determinadas, más amplias y solidarias.
Es el único medio para impedir que se agrave la explotación, que las condiciones de vida y de trabajo sean cada día más inhumanas, y, también, para ir preparando el derrocamiento de este sistema que siembra miseria, guerra y barbarie.
Corriente Comunista Internacional (5 marzo 2007)