Submitted by CCI Online on
La pretendida Fracción Interna de la CCI (FICCI) publicó el 20 de mayo en su sitio en Internet un comunicado titulado “Una nueva agresión violenta contra nuestros militantes” que ilustra una vez más hasta qué punto la mentira y la calumnia constituyen el único motor de esta pequeña banda de vándalos y soplones. ¿Qué dice el comunicado?
“Este sábado 20 de mayo, tres militantes de nuestra Fracción estaban encargados de difundir un volante a las puertas del lugar donde se lleva a cabo la reunión "pública" de la CCI, en París.
Nuevamente, una milicia de ese grupo -que nos excluyó en 2001- esperaba firmemente a nuestros camaradas para prohibirles el paso por la vía pública.
Nuevamente, nuestros camaradas sufrieron una cobarde agresión física; y ésta fue tanto más violenta porque no han querido "obedecer", porque intentaron defenderse.
Mencionemos que nuestros militantes eran tres (entre ellos una mujer) y que tuvieron que enfrentar a 6 o 7 "valientes" fortachones.
Si estos milicianos descerebrados dejaron de zarandearlos, y si nuestros camaradas resultaron solamente con algunos "moratones", fue debido únicamente a la intervención de varias personas, que pasaban por la calle, que acudieron en su ayuda.
Condenamos, una vez más y de la manera más firme, estas prácticas que nada tienen que ver con el proletariado, y sí mucho con el estalinismo de siniestra memoria. Cuando se rechaza el debate político, cuando se evita la confrontación de posiciones, la lógica de los hechos no puede conducir más que a darse los medios para hacer callar las voces disonantes. A esto ha llegado actualmente la CCI”.
Lo afirmamos con toda claridad: esta versión de los hechos, una vez más, ¡es una sarta de mentiras!
En nuestro artículo “Calumnia y soplonería, los dos abrevaderos de la política de la FICCI hacia la CCI” habíamos puesto los puntos sobre las íes en relación a otro comunicado similar de la FICCI fechado el 11 de marzo y titulado “Comunicado de la ‘Fracción Interna de la CCI’ a todos los grupos y militantes que se reivindican de la Izquierda comunista: ¡Esta vez sucedió! ¡Agredieron y golpearon físicamente a nuestros militantes!”. En nuestro texto denunciamos las mentiras de la FICCI que nos acusa de haber “golpeado en varias ocasiones” y de “seguir golpeando” a sus miembros, sobre eso precisamos que: “En ese sentido, podemos llamar a la calma a la persona que firma como “Bm” y que ha enviado un mensaje a la FICCI declarando “Lo primero es saber si están heridos y si requieren ayuda”. Si los elementos de la FICCI han exhibido heridas o moratones, éstos no han sido causados por militantes de la CCI”
En esta ocasión, no diremos lo mismo al compasivo “Bm”: un frasco de árnica con una caja de chocolates serán hoy bienvenidos por la FICCI. Efectivamente, si uno de los miembros de esta pequeña banda de lúmpenes, el ciudadano Juan, regresó a su casa con algunos moratones, los militantes de la CCI sí tuvieron algo que ver en ello. Dicho esto, el relato de la FICCI del episodio de donde salieron con sus “moratones” no tiene nada que ver con la realidad.
En nuestro artículo “Calumnias y soplonería, los dos abrevaderos de la política de la FICCI hacia la CCI”, hemos explicado por qué, de ahora en adelante, prohibimos a los miembros de aquélla acercarse donde se realizan nuestras reuniones públicas.
“…después de nuestra intervención en el seno de la movilización de estudiantes contra el CPE, esperábamos que vinieran nuevos elementos a nuestra reunión pública del 11 de marzo consagrada justamente a esta movilización (lo que efectivamente fue el caso en Paris y en otras ciudades) y no queríamos que la FICCI tuviera la oportunidad, ante y hacia esos nuevos elementos, de continuar su política que ha realizado durante años: calumnias, provocaciones y sobre todo un trabajo de soplones.
En efecto, los simpatizantes que ya venían con anterioridad a nuestras reuniones públicas eran conocidos desde hace mucho tiempo por los miembros de la FICCI. En ese sentido, el trabajo parasitario y policiaco del cual ésta ha hecho una especialidad no podía aplicárselo a ellos. En cambio, no podemos permitir que los nuevos elementos que se interesan por la política comunista sean inmediatamente “fichados” por la FICCI. En la medida en que la llegada de esos nuevos elementos se confirma y probablemente tenderá a amplificarse en el futuro, la CCI ha decidido prohibir, desde ahora, a los miembros de la FICCI, no solamente la entrada al lugar de nuestras reuniones públicas, sino también acercarse a las inmediaciones de éstas”[1]
En ocasión de nuestra reunión pública del 20 de mayo en Paris, dispusimos pues, a unos cincuenta metros alrededor del pórtico de la entrada al lugar donde ésta se realizaría, varios grupos de dos camaradas encargados de interceptar el paso a los miembros de la FICCI. Cuando vieron llegar a tres miembros de ésta, dos de nuestros camaradas les indicaron que dieran marcha atrás. Uno de nuestros camaradas, K, se puso delante de un miembro de la FICCI que se hace llamar “Pedúnculo” (el mismo que amenazó a uno de nuestros camaradas con “cortarle la garganta”) y el otro camarada, F, se puso delante de Juan, el miembro más eminente de la FICCI. Nuestro camarada F abrió los brazos diciendo “¡No se puede pasar!”. Es entonces cuando Juan, sin aviso y aprovechando el hecho de que la posición de nuestro camarada F le impedía protegerse, le asestó un violento puñetazo en el rostro y un rodillazo en el estómago antes de tomarlo por el cuello. Era tan evidente que Juan era el agresor que una señora mayor de origen asiático que se encontraba cerca, le tomó el brazo a Juan para impedir que siguiera golpeando. Incluso el señor Pedúnculo (el “degollador” de la FICCI) trató de calmar a Juan (¿fue por temor a represalias o porque había comprendido que su cómplice se había vuelto loco?). Después de la intervención del ciudadano Pedúnculo y de la señora, el “matón” de Juan lanzó entonces la consigna a sus cómplices, el “degollador” y su compañera Agalé: “¡Lanzémonos!”. Unos instantes después, otros camaradas de nuestro equipo llegaron al lugar y, constatando que nuestro camarada F había sido herido, decidieron ir tras el comando de la FICCI para notificarles que la CCI no tolerará tales acciones de dar “puñetazos” contra nuestros militantes. Cuando nuestros camaradas alcanzaron a los tres de la FICCI, uno de los nuestros, B, les dijo: “No se les puede dejar ir como si nada”. Entonces de nuevo Juan lanzó un puñetazo y una patada a nuestro camarada B que se defendió legítimamente devolviéndole varios puñetazos (relativamente suaves ya que, según los mismos términos de la FICCI, Juan sólo tenía “algunos moratones”). Varias personas se interpusieron pero era a todas luces tan evidente que, una vez más, había sido el señor Juan el que había desencadenado las hostilidades que una de esas personas (un hombre como de cuarenta años, igualmente de origen asiático) acompañó por unos cien metros a nuestros camaradas mientras regresaban al lugar de la reunión pública. Este testigo dijo que era evidente que eran “los otros” los agresores.
Tales son los hechos como realmente sucedieron.
Efectivamente, esta vez, uno de nuestros camaradas se vio forzado, para defenderse contra las exacciones del individuo Juan, a lanzar golpes a un miembro de la FICCI (contrariamente a lo que deja entender la FICCI, los otros dos, Pedúnculo y Agalé, no recibieron un solo golpe). Lo que el “comunicado” de la FICCI no dice es que la actitud de nuestro camarada se produjo después de dos agresiones sucesivas por parte de Juan. En efecto, es la primera vez que un miembro de la CCI golpea a un miembro de la FICCI (contrariamente a todo lo que mentirosamente cuentan en sus Boletines). Por el contrario, no es la primera vez que el señor Juan se lanza a golpes contra un militante de la CCI ya que, el 22 de abril del 2002, había ya dado una patada a uno de nuestros camaradas bajo el pretexto (claramente mentiroso) de que había “agredido” a otro miembro de la FICCI, Jonás (ver a este respecto la nota 10 de nuestro artículo” El PCI (Le Proletaire) a remolque de la “fracción” interna de la CCI” en Revolution Internationale no. 328).
Evidentemente, algunos podrían considerar que no hay razón para creer nuestra versión de los hechos más que la versión de la FICCI. En suma, sería “palabra contra palabra”.
A ello queremos oponer los siguientes hechos:
1.-Numerosos artículos publicados en nuestra prensa y en nuestro sitio Internet han ya denunciado y refutado, con el apoyo de pruebas y documentos, las mentiras más groseras de la FICCI (no hemos refutado todas y cada una de ellas ya que correríamos el riesgo de desequilibrar completamente nuestras publicaciones en detrimento de cuestiones políticas fundamentales que se plantean a la clase obrera). En particular, hemos desmentido al detalle la mentira, reiterada en el último comunicado de la FICCI, de que habríamos “excluido” a sus miembros en 2001.[2]
2.- El hecho de que los miembros de la FICCI se comporten como soplones puede ser fácilmente verificado con una simple consulta de su Boletín 14 que aún se encuentra en su sitio de Internet (principalmente los textos “La última maniobra de la CCI hacia nuestra fracción: una carta de Revolución Mundial” y “Actualización sobre el artículo de RI 328 de noviembre 2002 sobre el PCI-Le Proletaire”. Hemos refutado sus argucias sobre este tema en nuestros artículos Los métodos policíacos de la FICCI” (RI no. 330) y “Las reuniones públicas de la CCI prohibidas a los soplones” (Revolution Internationale no. 338).
3.-En lo que concierne a los acontecimientos del 22 de enero de 2005 (amenazas de muerte contra uno de nuestros militantes por parte del denominado Pedúnculo), el 11 de marzo del 2006 (la pretendida paliza a los miembros de la FICCI por nuestros militantes) y el 20 de mayo (pretendida “nueva agresión violenta de la CCI contra los militantes de la FICCI”), estamos plenamente dispuestos a una confrontación de nuestros militantes con los miembros de la FICCI delante de una comisión de miembros de organizaciones de la Izquierda comunista. No es la primera vez que hacemos este tipo de propuesta para constituir un Jurado de honor frente a las acusaciones de la FICCI. Sabiendo que una instancia como esa amenazaría con desenmascarar sus mentiras y su mala fe, la FICCI ha rechazado ese procedimiento, tal como lo acaba de hacer una vez más en su último Boletín con el texto “Sobre las nuevas tentativas de la CCI actual para corromper a camaradas para un jurado de honor”.
4.-Una última ilustración del método de la FICCI que consiste en retomar por su cuenta la divisa de Goebbels (jefe de la propaganda nazi): “Una mentira enorme es portadora de una fuerza que aleja la duda”; la encontramos recientemente en su artículo del Boletín 35 “Manifestaciones y huelgas en Francia: la nueva CCI afirma su solidaridad con los CRS y la policía antimotines” al cual hemos respondido en nuestro texto “la pretendida ‘solidaridad de la CCI con los CRS’: cómo la FICCI trata de ocultar sus propios comportamientos policíacos”.
Hasta hoy, la FICCI (aparte de una patada de Juan en el 2002) había limitado (si se puede decir así) sus comportamientos de banda de “matones” al robo, el chantaje, la calumnia, la soplonería y a las amenazas de muerte (¡pecata minuta!). Esta vez, uno de sus miembros agredió físicamente golpeando a dos de nuestros camaradas. Es claro que esta agresión es una prolongación de los comportamientos precedentes, tanto de la FICCI como del “matón” de Juan en particular. La única pasión que mueve a la FICCI no es, con toda seguridad, la de la defensa del combate de la clase obrera sino EL ODIO a la CCI, así como a sus militantes[3]. Estamos convencidos que los miembros de la FICCI no han terminado de expresar ese odio que los empuja a conducirse como salvajes, revelando así abiertamente su pertenencia al lumpen y no al medio político proletario. Como lo hemos puesto en evidencia varias veces (principalmente en nuestro artículo “Respuesta a las calumnias vergonzosas de una pequeña banda de malhechores”), las acciones de este trío mafioso están al servicio de las fuerzas de represión del Estado capitalista. ¿A quién quieren hacer creer estos señores que su preocupación es la “confrontación política”?. Los comportamientos repugnantes de Juan en plena vía pública el 20 de mayo (luego de los de su amigo “degollador”) nos han dado una percepción muy clara de la naturaleza de sus “argumentos” (sic!).
Nuestra organización no se dejará intimidar por los comportamientos de lúmpenes y otros actos de brutalidad del desquiciado Juan o de quien sea. Más que nunca, la entrada a nuestras reuniones públicas seguirá prohibida a los soplones, provocadores, “golpeadores” y “degollador” de la FICCI. Frente a las exacciones físicas de esta pequeña banda de degenerados, la CCI sabrá defenderse, defender sus principios y defender a cada uno de sus militantes y simpatizantes con la mayor determinación, tal como lo ha hecho el 20 de mayo. Es esto lo que hemos puesto en evidencia en el punto de información que hemos hecho en nuestra última reunión pública inmediatamente después de esos acontecimientos.
Corriente Comunista Internacional (2 de junio de 2006)
[1] La validez de nuestra preocupación de no permitir a la FICCI “fichar” a los nuevos asistentes a nuestras reuniones públicas se ha confirmado desde la reunión que realizamos el pasado 20 de mayo. En efecto, al término de la misma, un estudiante que había jugado un papel de primer plano en las asambleas generales de una de las universidades de la región parisina, nos dijo que en definitiva no era necesario que su presencia en nuestra RP fuese conocida ya que ello arriesgaba con “agravar su caso” respecto a algunos de sus maestros, por lo cual temía represalias después de su participación en la movilización contra el CPE. Somos concientes que las medidas que tomamos contra los soplones de la FICCI no impedirán a la policía enviar informantes a nuestras reuniones públicas. Ya hemos respondido a esta objeción: “Evidentemente, esto es perfectamente cierto. Sin embargo, ¿esto significa de debemos dejar hacer cuando las personas han demostrado ya que están dispuestas a publicar lo que sea, que han declarado que no tienen ninguna lealtad hacia la CCI ni hacia sus militantes (ni hacia sus simpatizantes, podemos agregar) de los cuales tienen un conocimiento detallado, que vienen a nuestras reuniones llenando sus cuadernillos de copiosas notas? En resumen, ¿debemos dejar entrar a soplones abiertos y declarados bajo el pretexto de que no podemos detectar a los soplones encubiertos?”. (“Las reuniones públicas de la CCI prohibidas a los soplones”, Revolution Internationale no. 338).
[2] La primera exclusión de un miembro de la FICCI, Jonás, se remonta a 2002 y hemos explicado en nuestra prensa los motivos de esta exclusión (ver el “Comunicado a nuestros lectores” en Revolution Internationale no. 321). En cuanto a los otros miembros de la FICCI, fue en la primavera del 2003 cuando se les excluyó por soplonería en nuestro XV Congreso internacional (ver principalmente “XV Congreso de la CCI: reforzar la organización frente a los retos del periodo” en Revolution Internationale no. 114). Es tan a todas luces cierto que los miembros de la FICCI no habían sido excluidos en el 2001 que dos de ellos estuvieron presentes en la reunión plenaria de nuestro órgano central internacional que se realizó en enero del 2002, tomaron conocimiento de los informes presentados en esa ocasión y tomaron parte en el voto de la resolución adoptada por esa reunión (hechos que son ampliamente confirmados por diferentes textos de la FICCI publicados en su Boletín no. 6).
[3] ¿A qué podemos atribuir la rabia histérica de Juan que anteriormente se contentaba con la risa sarcástica, y con provocar a nuestros camaradas (una de sus especialidades eran la de amenazar a uno o a otro el día que se los encontraba solos de “romperles el hocico”)? Se podría suponer que es debido a la publicación en nuestro sitio de Internet, unos días antes, de nuestra toma de posición “Calumnia y soplonería, los abrevaderos de la política de la FICCI hacia la CCI”, particularmente debido a que en ese texto ponemos en evidencia que la FICCI no tenía nada que decir sobre la movilización contra el CPE (lo que les obligaba a plagiar nuestras propias tomas de posición). Se puede igualmente pensar que nuestra intervención y el impacto de ésta en ese movimiento le hizo subir las tasas de adrenalina ya que ello ponía de relieve la total nulidad de la “intervención” de la FICCI. También se puede pensar que la publicación en nuestro sitio de una carta de A, quien apoya a la FICCI, le ha hecho perder los estribos ya que A anuncia que él está listo a denunciar ante la policía a los militantes de la CCI (La FICCI recibe el tipo de solidaridad que se merece”) A menos que la afirmación de A (“contrariamente a la FICCI, me defenderé físicamente de manera determinada”) no haya puesto el dedo en la llaga de Juan, pero conociendo a este personaje desde hace ya buen tiempo, no dudamos un solo instante que este héroe de caricatura tenga evidentemente necesidad de probar a sus seguidores que es un verdadero “cabecilla”. Los golpes perpetrados a nuestros camaradas por el “dulce” Juan habrán constituido una prueba de que él también (como A) “tiene los pantalones bien puestos”: esto estaría más acorde con la “lógica” de este pobre tipo (más que peligroso) que se pasa el tiempo inflando el pecho y jugando a matar moros como un niño de 5 años que quiere lucirse ante sus compañeritos del colegio.