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Sin ningún tipo de dudas, los revolucionarios deben ocuparse del sufrimiento y los suicidios en el trabajo. En primer lugar, porque todo lo que afecta a las condiciones de vida de la clase obrera forma parte de sus preocupaciones permanentes. Pero también y, sobre todo, porque la emergencia y el desarrollo de este fenómeno es un síntoma muy evidente del estado en el que se encuentra el sistema capitalista. Un estado de cosas que nos obliga a luchar con una fuerza y urgencia sin precedentes para cambiar este sistema y reemplazarlo por una sociedad capaz de satisfacer verdaderamente las necesidades humanas.
La emergencia del fenómeno en Francia
El suicidio en el lugar de trabajo no es un fenómeno completamente nuevo ya que esta constatado que ocurre desde hace mucho tiempo entre los agricultores. En el caso de los agricultores hay una causa fundamental: en esta profesión, el espacio de la vida privada se confunde con el espacio profesional. La casa del campesino y la granja que explota se encuentran, en la mayor parte de los casos, en el mismo lugar.
Lo que es nuevo y se viene constatando desde principios de los años 1990, es el incremento de los suicidios en el lugar de trabajo en otros sectores profesionales, la industria y en especial en el sector servicios. Cuando una persona se suicida en su casa o fuera de su lugar de trabajo, no es fácil demostrar que la causa principal de su decisión está directamente ligada al sufrimiento en el trabajo. A menudo los patronos, se escudan en este hecho para evitar que las familias puedan demostrar que este hecho es el resultado de un accidente laboral. En sentido contrario, cuando el suicidio se produce en el lugar de trabajo, los patronos tienen más difícil evitar sus responsabilidades. El suicidio en el lugar de trabajo deja un mensaje muy claro por parte de su autor, "....no es a causa de una ruptura sentimental, de un divorcio o por mi ´naturaleza depresiva` por lo que muero, son el patrón y el sistema social que él encarna los responsables de mi muerte....".
El aumento del número de suicidios en el trabajo, o a causa del trabajo, es la expresión del desarrollo de un fenómeno mucho más masivo del que solo vemos, en ocasiones, la punta del iceberg: el aumento del sufrimiento en el trabajo.
El sufrimiento en el trabajo, evidentemente no es un fenómeno nuevo: las enfermedades profesionales existen desde hace mucho tiempo, de hecho, desde después de la revolución industrial que ha transformado el trabajo humano en un verdadero infierno para la mayor parte de los trabajadores. Desde principios del siglo XIX, los autores socialistas han denunciado las condiciones de vida y trabajo a los que el capital sometía a los seres humanos que explotaba. Dicho esto, tras esta época y hasta finales del siglo XX, el suicidio no formaba parte de la respuesta que daban los explotados a los sufrimientos que recibían.
De hecho, el suicidio es el resultado de un sufrimiento más psíquico que físico. Pero el sufrimiento psíquico tampoco es nuevo: los abusos y las humillaciones de los mandos intermedios existen desde hace mucho tiempo. Pero en el pasado, este sufrimiento recibido por los explotados acaba en suicidio de forma excepcional.
¿Cómo se ha analizado este fenómeno por los especialistas?
El suicidio se estudia desde hace mucho tiempo, en especial por el sociólogo Durkheim a finales del siglo XIX. Durkheim ya identifico las razones sociales y no simplemente individuales del suicidio: "...si el individuo cede al menor cambio o golpe de las circunstancias, significa que el estado en el que se encuentra la sociedad ha permitido que sea una presa fácil para el suicidio...".
En el mismo sentido, el estudio del sufrimiento en el trabajo, incluyendo sus aspectos psíquicos se remonta mucho más lejos. Dicho esto, conviene señalar que los estudios sobre el suicidio como consecuencia del sufrimiento en el trabajo son mucho más recientes por el hecho de lo novedoso de este fenómeno. Ante la emergencia de tal fenómeno varias hipótesis y un cierto número de constataciones se han avanzado en los estudios realizados para explicar las raíces del mismo. Podemos citar, en particular, las reflexiones de Christophe Dejours (psiquiatra y antiguo especialista en medicina del trabajo) actualmente profesor universitario y autor de varios libros celebres sobre la cuestión que nos ocupa ( "Sufrimiento en Francia: la banalización de la injusticia social" o "Trabajo y desgaste mental" ).
Algunas hipótesis....
1) La "centralidad del trabajo": el trabajo entendido no solo como medio de ganarse la vida sino como actividad productiva y creadora de beneficio para otros juega un papel central en la salud mental de cada individuo. Por ello, un sufrimiento continuado en esa esfera de la vida tendría consecuencias mucho más dramáticas que uno proveniente de la esfera privada o familiar. Concretamente, si uno sufre en la vida familiar, esto se repercute menos en la vida laboral que si sucede lo contrario.
2) El reconocimiento del trabajo y de su calidad por parte de otros: en una sociedad jerarquizada como la actual, este reconocimiento se manifiesta evidentemente en la consideración que se consigue por parte de los jefes y en el salario que se recibe por parte del patrón (hablamos de lo que en términos técnicos podríamos llamar el "reconocimiento vertical"). Pero, existe otra forma de reconocimiento, finalmente mucho más importante, para el trabajador en el día a día: el reconocimiento de su trabajo por sus compañeros (llamado "reconocimiento horizontal"). Este último es el signo de que se integra adecuadamente en la comunidad de las "gentes del oficio" , compañeros con los que comparte su experiencia, su saber hacer y el placer del trabajo bien realizado. Incluso, si alguien está mal considerado por sus jefes o por su patrón porque se niega a plegarse a sus demandas y exigencias, al menos podrá mantener su equilibrio si sus compañeros de trabajo no entran en el juego de las jerarquías y le mantienen su confianza. Pero, todo puede cambiar si pierde también la confianza de sus compañeros.
Algunas constataciones...
1) El crecimiento de la sobrecarga de trabajo: aparentemente puede sonar a paradójico ya que con el desarrollo de las nuevas tecnologías que permiten la automatización de toda una serie de tareas, algunos habían anunciado el "fin del trabajo" o, al menos, la posibilidad de disminuir de forma significativa la carga de trabajo. Realmente, lo contrario es lo que ha ocurrido en los últimos tiempos. La carga de trabajo no deja de aumentar, hasta el punto que en un país como Japón, han inventado una nueva palabra, Karôshi, que describe la realidad de una muerte súbita (por crisis cardiaca o accidente vascular cerebral) en personas que no mostraban ninguna patología particular pero que han sido "matados por el trabajo" en sentido estricto. Este fenómeno no afecta únicamente a Japón, aunque es en este país donde se están dando la mayor parte de casos de momento. Podemos observarlo igualmente en Estados Unidos y en Europa Occidental.
Otra manifestación de esta sobrecarga de trabajo que ha provocado la creación de una nueva palabra que lo defina es el término inglés "born out" que es una forma particular de depresión ligada al agotamiento. Es un término significativo: el trabajador se encuentra hecho cenizas por haber quemado en exceso sus energías.
2) El desarrollo de patologías como consecuencia del acoso laboral: Estas patologías son muy bien conocidas hoy en día, síndromes depresivos, alteraciones de la memoria, sentimiento de persecución, alteraciones psicosomáticas (que pueden afectar a las zonas uterinas, mamarías o tiroideas,...).
Christophe Dejours ha analizado del modo siguiente el fenómeno: "...El acoso en el trabajo no es ninguna novedad. Hoy en día parece algo nuevo porque ha aumentado mucho más de lo que existía en el pasado. Entre el acoso, por una parte y, las patologías por otra es evidente que existe una fragilización de las personas ante las maniobras de acoso. Esta fragilización puede ser analizada. Los resultados de su estudio son bastante precisos. Y, podemos observar que está muy ligada a lo que llamamos los recursos defensivos, en particular las defensas colectivas y la solidaridad. Este es un elemento determinante en el aumento de las patologías. En otros términos, las patologías del acoso son, ante todo, las patologías de la soledad...." (Christophe Dejours, Alienación y clínica en el trabajo, Actuel Marx nº 39).
"...Hace treinta o cuarenta años el acoso y las injusticias existían, pero no habían suicidios en el trabajo. Su aparición está estrechamente ligada a la destrucción de la solidaridad entre los trabajadores...." (Christophe Dejours, Entrevista publicada por Le Monde, 14.08.2009).
Este es, sin duda, uno de los elementos centrales del sufrimiento psíquico ligado al trabajo y que permite, en gran parte, explicar el aumento de los suicidios: el aislamiento de los trabajadores.
....... Y algunas interpretaciones
¿Cómo comprenden los especialistas el fenómeno del aislamiento de los trabajadores? Para explicar este fenómeno, Christphe Dejours concede una importancia, particular, a la puesta en práctica en los últimos años en especial, a la evaluación individualizada de los resultados: "...La evaluación individualizada, en la medida en que está ligada a contratos por objetivos o a una gestión por objetivos y estrechamente relacionada con la consecución de resultados y en el centro de los beneficios, conduce al desarrollo generalizado de la competencia entre los protagonistas, es decir, entre los diferentes servicios dentro de una misma empresa, entre filiales, entre sucursales, talleres, etc...
Esta concurrencia, cuando está ligada a la amenaza de despido, conduce a una profunda transformación de las relaciones en el trabajo. Puede degradar las relaciones en el trabajo en cuanto que generalmente está asociada a un sistema, más o menos perverso, de primas. Pero, cuando la evaluación no está ligada a gratificaciones, sino a sanciones o amenazas de despidos, sus deletéreos efectos sal tan a la luz del día. La individualización, se convierte entonces en el cada uno para sí, en la concurrencia que empuja al desarrollo de relaciones desleales entre compañeros y entonces, la desconfianza se instala por doquier..... El resultado final de la evaluación y de los dispositivos relacionados con ella es la profunda destrucción de la confianza, del vivir juntos y de la solidaridad. Inevitablemente, el resultado de todo ello es la abrasión de los recursos defensivos contra los efectos patógenos del sufrimiento y de las presiones en el trabajo..." (Alienación y medicina en el trabajo).
Este autor, también subraya el hecho de que otro de los elementos del éxito actual de esas técnicas de presión y acoso reside en su aceptación pasiva por la mayor parte de los trabajadores, debido al clima de temor y miedo creciente resultado, en gran medida, del temor a la pérdida del empleo en una situación de crecimiento brutal del desempleo. Considera, igualmente, que la puesta en práctica de forma masiva es el resultado del éxito de la ideología liberal en los últimos 20 años.
El investigador en cuestión, se interesa por lo que él llama el "sufrimiento ético": el hecho de que los trabajadores atrapados en una sobrecarga de trabajo cada vez más insoportable y, obligados a conseguir la realización de unos objetivos inalcanzables fijados por sus patrones, se ven obligados a trampear y hacer "trabajo sucio", es decir, realizar una serie de trabajos que reprueban moralmente, como por ejemplo, el tele-marketing. Este sufrimiento ético afecta también a muchos cuadros y mandos intermedios que son, en última instancia, los encargados de aplicar estos nuevos métodos y a los que se les obliga a convertirse en verdugos.
En fin, Cristophe Dejours, se ve obligado a constatar que la cuestión del aumento de los sufrimientos en el trabajo ha sido dejada de lado en las reivindicaciones que plantean los sindicatos.
Nuestro propio análisis sobre el fenómeno
¿Qué relación puede haber entre los análisis de los especialistas (por ejemplo los del autor citado) y la visión de nuestra organización?.
De hecho, la CCI puede reconocerse en los análisis si bien es cierto y evidente que el punto de partida no es idéntico. Christophe Dejours es ante todo un médico que tiene por vocación curar a la gente enferma, en este caso, personas que están enfermas a causa de su trabajo. Pero, su rigor intelectual le obliga a ir a las raíces de las patologías que se propone curar. Por su parte, la CCI es una organización revolucionaria que combate el capitalismo en la perspectiva de su destrucción por la clase obrera. Pero si retomamos cada uno de los puntos abordados en la primera parte del artículo, podemos constatar que los análisis esbozados se pueden integrar en nuestro propio visón.
La "centralidad del trabajo": Este elemento es una de las bases del análisis marxista de la sociedad:
* el papel del trabajo, es decir la transformación de la naturaleza, en el surgimiento de la especie humana fue puesto en evidencia por Engels, en especial en su obra "El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre".
* las relaciones de producción, es decir, el conjunto de relaciones que se establecen y desarrollan entre los hombres en la producción social de su existencia, constituyen, para el marxismo, la infraestructura de la sociedad; las otras esferas de esta, relaciones jurídicas, modos de pensamiento, etc...dependen, en última instancia, de estas relaciones de producción.
* Marx consideró que en la sociedad comunista, cuando el trabajo sea emancipado de los corsés de la sociedad capitalista que lo convierten a menudo en una calamidad, se convertirá en la primera necesidad del hombre.
El reconocimiento por los otros: Esta es una de las bases esenciales de la solidaridad y del trabajo asociado.
La solidaridad es uno de los fundamentos de la sociedad humana, una característica que adquiere en la lucha del proletariado su forma más completa, el internacionalismo: la solidaridad no se manifiesta esencialmente hacia los miembros de la familia, de la tribu o nación, sino respecto del conjunto de la especie humana.
El trabajo asociado supone que podemos contar los unos con los otros en el proceso productivo, que nos reconocemos mutuamente. Desde el principio de la historia de la humanidad existe, pero en el seno del capitalismo ha encontrado su mayor extensión. Es, justamente, esta socialización del trabajo lo que hace necesario y posible el comunismo.
La sobrecarga de trabajo:
La CCI, como el conjunto de la visión del marxismo, siempre ha considerado que los progresos de la técnica no permiten, por si mismos, una disminución de la carga de trabajo en el sistema capitalista. La tendencia "natural" de este sistema, es de extraer cada vez más plusvalía a los asalariados. Incluso cuando puede darse una reducción de la jornada de trabajo (como fue el caso de las 35 horas en Francia), hay una intensificación de los ritmos, supresión o reducción de los tiempos de descanso. Esta es una realidad que toma formas cada vez más violentas a medida que se agrava y profundiza la crisis del capitalismo. Crisis que exacerba la concurrencia brutal entre las empresas capitalistas y los Estados.
La pérdida de la solidaridad que hace más vulnerables a los trabajadores ante el acoso:
Es un fenómeno que la CCI ha analizado a lo largo de las dos últimas décadas bajo dos ángulos:
* el retroceso de la conciencia y la combatividad en el seno de la clase obrera como resultado del hundimiento de los regímenes llamados "socialistas" en 1989 y de las campañas sobre la pretendida "victoria definitiva" del "capitalismo liberal" , sobre "el fin de la lucha de clases".
* los deletéreos efectos de la descomposición del capitalismo que avivan el "cada uno para sí", la "atomización", el "buscarse la vida individualmente", "la destrucción de las relaciones que funda la vida en cualquier tipo de sociedad" (ver "La Descomposición, última fase de la Decadencia del Capitalismo", Revista Internacional nº 62, 2º Trimestre de 1990).
Son estos dos factores los que explican en gran parte el hecho de que el capitalismo haya podido introducir en los últimos veinte años nuevos métodos de servidumbre sin provocar respuestas serías por parte de la clase obrera y, luchas de resistencia ante la degradación constante y considerable de sus condiciones de trabajo.
El que se suicida a causa de su trabajo forma parte, en términos generales, de aquellos que intentan resistir el aumento de la barbarie en el puesto de trabajo. Contrariamente a muchos de sus compañeros, no se resigna pasivamente a sufrir la sobrecarga de trabajo, el acoso, la desconfianza que se aplican al trabajo y que pretenden movilizarnos para "hacer un buen trabajo". Pero como aún no existe una resistencia colectiva y no hay solidaridad entre los trabajadores, su resistencia y su revuelta contra las injusticias que sufre o que constata alrededor de él son esencialmente individuales y aisladas. La una y la otra están condenadas al fracaso. Y la consecuencia última de este fracaso, es el suicidio que, no es solo un acto de desesperación sino que además es un último grito de revuelta contra el sistema que lo ha machacado. El hecho de que esta revuelta tome la forma de una autodestrucción no es, a fin de cuentas, más que una nueva manifestación del nihilismo que invade y recorre a la sociedad capitalista. Una sociedad que está condenada a la autodestrucción.
Cuando el proletariado reemprenda el camino de las luchas masivas, cuando la solidaridad de clase vuelva a manifestarse en nuestras filas, entonces, ya no habrán más suicidios en el trabajo.
Artículo traducido de Revolution Internationale (Marzo de 2010), publicación en Francia de la CCI.