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Este artículo es el 4º de una Serie que iniciamos en Acción Proletaria nº 204[1]. Allí hablamos de una realidad inédita en la historia del capitalismo: la existencia durante 40 años de un importante desempleo crónico. En el siguiente número denunciamos las medidas adoptadas por los Estados en los últimos 20 años, que so pretexto de luchar contra el desempleo lo que en realidad han hecho ha sido enmascararlo a la vez que suponían un brutal ataque a las condiciones de todos los trabajadores (precariedad, salarios basura...)[2]. En el tercer artículo de la Serie[3] analizamos las causas de la actual explosión del desempleo y señalamos que -en contra de lo que predice Felipe González[4]- la perspectiva es hacia un hundimiento del sistema -más allá de momentos puntuales de alza- con la consiguiente degradación de las condiciones de vida obreras, entre las que estará un alto desempleo permanente y una grave reducción de las pensiones.
Pero, «aunque llegase a conocer un verdadero derrumbe económico, no por eso va a desaparecer el capitalismo. Sin la acción revolucionaria del proletariado, este sistema seguirá pudriéndose de raíz, arrastrando a la humanidad a una barbarie sin fin». Para desarrollar la lucha obrera y concretamente la lucha de los parados es necesario «reapropiarnos de la experiencias pasadas de lucha de la clase obrera. Concretamente de las grandes movilizaciones contra el desempleo en los años 30 y de las tentativas tímidas que hubo de lucha y organización en los años 80».
En este artículo centraremos nuestra atención en los movimientos y organizaciones de parados en Estados Unidos durante esa época conocida como la Gran Depresión. Nos apoyaremos para ello en los artículos aparecidos en Living Marxism[5], una publicación vinculada a Paul Mattick, militante de la Izquierda Comunista alemana durante los años 20, que emigró en 1926 a Estados Unidos y participó activamente en el movimiento de parados en este país.
Años 30: La Gran Depresión y la contra-revolución
Los obreros de USA han sido acusados de aburguesados y reaccionarios. Sin minimizar el atraso ideológico que históricamente ha afectado al proletariado en Norteamérica -fruto en gran medida de las condiciones en las que se desarrolló el capitalismo[6]- éste ha desarrollado numerosas experiencias de combatividad y espíritu solidario, entre las que destaca el movimiento de parados de los años 30.
Para sacar lecciones de este movimiento, tanto de sus errores como de sus aciertos, hemos de comprenderlo dentro de su contexto histórico. Los años 30 están dominados, por un lado, por la Gran Depresión y, por otro lado, por el avance irresistible de la contra-revolución capitalista.
Como dijimos en el primer artículo de esta Serie (AP 204) «Un cambio de gran envergadura se produjo en 1929 con la Gran Depresión. Apareció el desempleo masivo. En Estados Unidos y en otros países se llegaron a cifras del 25% de la población laboral. En este periodo histórico el desempleo pasa a ser permanente y estructural, ya no es únicamente una expresión del ejército industrial de reserva sino que adquiere una dimensión nueva: manifiesta la crisis histórica del sistema, su incapacidad para asegurar un empleo estable a la mayoría de la población»
La aparición del desempleo de masas sorprendió a los contemporáneos acostumbrados a una situación cercana al pleno empleo. Estados Unidos era desde 1850 un voraz consumidor de fuerza de trabajo: todos los años entraban por Nueva York miles de emigrantes que pronto encontraban trabajo, bien como obreros industriales bien como granjeros que iban a colonizar el Lejano Oeste. Los obreros, acostumbrados a mejoras constantes de su situación laboral, a nuevas oportunidades, se veían de repente ante un horizonte cerrado y sin perspectivas. Además, la crisis arruinó a los granjeros del Oeste, obligados a emigrar con lo puesto hacia las grandes ciudades.
Ante esa debacle, las autoridades no tomaron ninguna medida, insistiendo en que la crisis era coyuntural y pronto se saldría de ella. «Se creía en general que la depresión sería de corta duración y durante largo tiempo no hubo ninguna política seria para adoptar una política consecuente respecto a las necesidades de la situación»
Sin embargo, esta caída repentina y la incompetencia del gobierno no generaron ninguna situación revolucionaria. La causa fue el peso de la contra-revolución que entonces alcanzaba su cenit. La tentativa revolucionaria mundial de 1917-23 había sido derrotada y el capitalismo, ansioso por erradicar de la faz de la tierra la pesadilla que esos hechos le habían provocado, lanzaba una feroz contra-revolución cuyas puntas de lanza eran el triángulo infernal formado por el fascismo junto con dos corrientes políticas que nacidas en el campo proletario lo habían abandonado para servir a sus nuevos señores con la furia del converso: la Socialdemocracia y el estalinismo. Un servicio muy especial fue rendido por este último presentando Rusia, un capitalismo basado en la dominación de un partido-estado surgido de los escombros de la revolución de 1917, como "la patria del socialismo".
Semejantes condiciones sociales e ideológicas sumían al proletariado de todos los países en una profunda desorientación: no solamente era sometido a un terror espantoso en los países donde la tentativa revolucionaria había ido más lejos (Rusia y Alemania) sino que fue encadenado al mito de Rusia "patria del socialismo", al engaño de presentar las medidas de capitalismo de Estado como "pasos al socialismo" y sobre todo a la mistificación antifascista: apoyar al bando democrático en su enfrentamiento imperialista con el bando fascista. Los obreros norteamericanos no fueron ajenos a esta situación, como vamos a ver a continuación, pese a una fuerte combatividad se vieron desviados al terreno burgués del "antifascismo" y del apoyo a la "salida a la crisis" preconizada por el New Deal de Roosevelt.
1930-33 Organización y luchas masivas de los parados
Tras el crack bursátil de octubre 1929, comienzan las quiebras bancarias e industriales, el desempleo aumenta para acelerarse fuertemente en 1930. Los obreros afectados se ven de la noche a la mañana arrojados a la miseria más brutal, desalojados de sus casas y forzados a malvivir en chabolas infectas en la periferia de las grandes ciudades. No existía entonces ningún tipo de ayuda estatal a los parados y fueron iniciativas espontáneas de solidaridad por parte de vecinos o familiares las que intentaron paliar la situación. Sin embargo, el alud del paro era de tal magnitud que en el verano de 1930 hay varios millones de familias al borde del hambre.
A principios de 1930 empiezan a surgir organizaciones de parados que intentan luchar contra esta situación. Tienen diferentes orígenes. En Chicago y en las poblaciones industriales de la región de los Grandes Lagos, se forman de manera espontánea a partir de marchas de protesta o de reuniones improvisadas entre vecinos afectados de una misma barriada. Los Industrial Workers of the World (IWW[7]) patrocinan la creación de Uniones de Parados, más minoritarias y muy combativas.
El Partido Comunista impulsa Consejos de Parados. Pese a su nombre no son organizaciones elegidas ni directamente inspiradas por una lucha sino que se crean bajo el control directo del partido que hace convocatorias o recluta miembros en una incansable labor de afiliación. Los Consejos de Parados impulsan movilizaciones callejeras, marchas del hambre y luchas contra el desahucio de inquilinos morosos.
Por su parte, el Partido Socialista anima la formación de Ligas Ciudadanas de Desempleados (Unemployed Citizens League), más moderadas, vinculadas a organizaciones religiosas y asistenciales. Las Ligas preconizan la "auto-ayuda": talleres que producen artículos que se venden directamente en mercados, "redes de intercambio" donde cada cual aporta un producto o un servicio a cambio de los productos o servicios de los demás. Estas medidas "autogestionarias", aparte de basarse en la pequeño producción, imposible de sostener bajo el régimen capitalista, convierten las "comunidades de intercambio" en teatro de fuertes tensiones pues no hacen sino reproducir a pequeña escala la competencia y el individualismo propios de la sociedad capitalista.
«La radicalización de los trabajadores, a la par que la de grandes masas de sin trabajo, progresaba grandemente: marchas del hambre, manifestaciones espontáneas de todo tipo, saqueos de almacenes, se hacían cada vez más frecuentes». En ese marco, el Partido Comunista convoca una jornada nacional para el 6 de marzo de 1930, la cual obtiene un éxito resonante: cientos de miles de manifestantes en todo el país, especialmente en Chicago, Detroit y Nueva York.
Esta demostración obtuvo una gran repercusión en la prensa y la radio provocando un fuerte debate social sobre el desempleo y la crisis. En esa atmósfera, las iniciativas se multiplicaron. En particular, las marchas contra el hambre se extendieron por todo el país. A veces, la celebración de una manifestación acababa en una reunión donde se decidía constituir una organización de parados, en otras ocasiones, era el esfuerzo de organización el que desembocaba en una gran manifestación. Organización y lucha callejera guardaban una relación que no respondía a ningún esquema o receta preestablecido sino que expresaba -como ya Rosa Luxemburgo había analizado en su folleto Huelga de Masas, Partido y Sindicatos- un profundo proceso de maduración.
Junto a las marchas contra el hambre y las manifestaciones proliferaron las acciones espontáneas contra los desahucios de inquilinos que no podían seguir pagando la vivienda. Cada tentativa de desalojo encontraba una rápida respuesta popular en la que se manifestaba una impresionante solidaridad. Las organizaciones de parados hacían listas de familias afectadas y convocaban concentraciones que impedían a la policía la expulsión de los afectados. El PC tomó a cargo rápidamente este movimiento y sus Consejos de Parados organizaron con gran eficacia la respuesta a los desahucios. Intentó darle la perspectiva de una huelga general de pago de alquileres, perspectiva que jamás llegó a concretarse.
Las marchas contra el hambre fueron tomadas a cargo desde 1932 por el PC que las intentó "centralizar" convirtiéndolas en demostraciones delante del Congreso del Estado o de su gobernador. Esta propuesta las fue vaciando progresivamente de contenido, convertidas en meras peticiones al gobernador para que "adoptara medidas favorables a los parados". Esto provocó una gradual desmovilización, «la participación en estas marchas era mínima. Más bien podrían ser consideradas como acrobacias publicitarias más o menos exitosas que perdían valor con su constante repetición».
La reivindicación más asumida fue la de una ayuda económica a las familias que poco a poco fue cristalizando en la petición de un subsidio de desempleo general. El PC canalizó estas peticiones hacia la elaboración de una legislación social, planteamiento posteriormente asumido por Roosevelt.
Las Uniones de Parados tenían un planteamiento diferente: rechazaban los subsidios preconizando concentraciones delante de las fábricas para plantear una medida unitaria: el reparto del trabajo disponible mediante una reducción drástica de la jornada laboral a 4 horas.
Esta reivindicación estaba inspirada por un justo deseo de solidaridad y unidad. Sin embargo, planteaba una medida revolucionaria que para llevarse a cabo necesitaba de la toma del poder por el proletariado en un terreno de "reforma radical", dentro del marco capitalista. En ese sentido, provocaba tanto la desconfianza de los obreros con trabajo -que veían como las escasas veces donde tal medida se aplicaba era a costa de una disminución brutal de su salario- como de los parados y, a menudo, derivaban en enfrentamientos entre los piquetes de parados y los trabajadores con empleo.
Hubo movimientos de solidaridad de los obreros activos con sus hermanos en paro. Living Marxism cita «las huelgas de los obreros del automóvil de Detroit en enero-febrero de 1933, la huelga de los conductores de bus de Milwaukee en el mismo año, así como otros ejemplos». Pero estas movilizaciones unitarias fueron más bien excepcionales, predominando el movimiento específico de los parados.
A esto último contribuyó la acción muy beligerante de los sindicatos tanto del corporativista AFL como de los nuevos sindicatos horizontales reagrupados alrededor de la CIO[8]. La AFL hizo una odiosa campaña culpando del desempleo a los emigrantes mientras que los sindicatos pro-CIO desplegaban una activa militancia contra las tentativas de los parados de acudir a las puertas de las fábricas, desarrollando violentas campañas contra los militantes de la IWW partidarios de estas medidas.
El fracaso de la tentativa de unificación a escala nacional de las organizaciones de parados
Living Marxism pensaba que el movimiento de parados podía haber sido «la sede de una fermentación general que a término prometía asumir un carácter revolucionario». Esta perspectiva parecía posible en la primera etapa del movimiento entre 1931-33 marcada por las iniciativas masivas, las manifestaciones y marchas contra el hambre, las reuniones amplias, en definitiva, por lo que Living Marxism califica de una lucha donde «los trabajadores mismos son lo único importante en la lucha, todo depende de su solidaridad, de su acción militante, de sus iniciativas».
Sin embargo, el movimiento tenía unos límites muy precisos: aislamiento estricto en el campo de los parados sin extensión al resto de trabajadores, fuerte desorientación ideológica fruto de contexto reinante a escala mundial y una gran dispersión organizacional: salvo las Uniones de Parados o la Workers League de Chicago, las organizaciones caen en un fuerte sectarismo y consagran una buena parte de su actividad a diferenciarse de las demás y a denigrarlas. El artículo de Living Marxism estigmatiza esta actitud: «cada organización sostiene que su educación particular, su forma específica de organización y su programa de emancipación exclusivo será el que tenga éxito».
Hubo un intento de superar este problema con una iniciativa de la Workers League de Chicago quien, junto con la Unemployed Citizen League de San Luis, convocó una Conferencia en Chicago celebrada en noviembre de 1932. Asisten 44 delegados representando a 30 organizaciones diferentes procedentes de Illinois, Missouri, Iowa, Michigan, Nueva York y Texas. La conferencia rechaza la auto-ayuda y reivindica un seguro de paro, subsidios suficientes, el derecho a comités de quejas y la equiparación de los salarios en los trabajos públicos organizados por algunos estados donde se pagaban salarios muy por debajo de los habituales. «Al lado de estas reivindicaciones inmediatas, se adoptó una declaración más bien vaga a favor del socialismo como solución permanente para las enfermedades de la época».
Se toma la decisión de formar una Federación Nacional de asociaciones de parados en la que tiene mucho peso la iniciativa de la Workers League de Chicago la cual, «no controlada por ningún partido político aunque contaba en su seno con miembros militantes en alguno de ellos, había sido producida por reuniones espontáneas de parados que protestaban ante las sedes gubernamentales encargadas de repartir las ayudas sociales. Su programa se centraba en reivindicaciones directas por las necesidades del momento y defendía la necesidad de acciones generales concertadas de todos los sin trabajo (...) Animaba a los trabajadores en diferentes direcciones fructuosas que les permitían superar las marrullerías de los partidos políticos e impulsó grandes acciones masivas».
La influencia de esta organización en la Federación de Parados provocó una feroz campaña del PS y del PC para eliminarla, pero «cuando se apercibieron de que era imposible controlar la Federación Nacional a causa de la existencia de la Workers League » declararon una guerra sin cuartel contra la Federación, aunque muchas organizaciones participantes en ella eran Consejos de Parados o Ligas de Ciudadanos, el PS y el PC. Crearon una organización fantasmal -la Conferencia para la Acción Progresista del Trabajo- que condujo a una escisión en la Federación. Finalmente esta desapareció definitivamente en 1935 reducida a su mínima expresión.
El PS y el PC desplegaron una intensa labor de destrucción de las organizaciones de parados. Mientras que el control y la política del PS eran menos rígidos y su labor de sabotaje era más sibilina, la política del PC era más brutal: «no había la más mínima vacilación por parte del PC en escindir o destruir toda organización, incluso de las suyas, con tal de eliminar y sabotear toda actividad que no estuviera en armonía con los fines del PC».
La subordinación del movimiento de parados a la política capitalista del New Deal
En 1933, F.D. Roosevelt gana las elecciones y propone el famoso New Deal como "salida a la crisis" y propuesta de "trabajo para todos". No podemos hacer aquí un estudio del New Deal y su significación. Podemos decir algunas cosas:
1º Que no fue el producto del programa demócrata sino que el republicano Hoover había creado desde 1930 un grupo de estudio cuyas conclusiones fueron incorporadas en su mayoría al programa de Roosevelt.
2º Que en contra de lo que se nos ha hecho creer, el New Deal no sacó a Estados Unidos de la crisis ni cumplió verdaderamente la promesa de "trabajo para todos".
El artículo de Living Marxism muestra el recrudecimiento de la depresión en 1937-38 tras un par de años donde la política de "grandes trabajos públicos", de subsidios generalizados, todo ello a costa de un formidable endeudamiento, habían dado una engañosa impresión: «la elección de partidarios del New Deal no ha impedido el crecimiento de la miseria de los parados ni ha garantizado las victorias obtenidas en la calle, lo único que ha hecho realmente ha sido destruir toda actividad real de los trabajadores».
El artículo de Living Marxism cita hechos concretos en apoyo de su denuncia:
- en 1937 los salarios de la WPA, el organismo de obras públicas que daba trabajo a los parados, han bajado un 20% mediante un ingenioso mecanismo de "reclasificación de los puestos de trabajo"
- la Asociación Americana de Trabajadores Sociales declara en noviembre de 1937 que «los seres humanos se ven forzados a vivir en barrios cuyas casas no merecen tal nombre; se gasta menos en comida para las personas socorridas que en comida para perros. La alimentación aportada a las familias socorridas es muy inferior al mínimo vital».
- en el periódico The Nation, 29-8-1938, se señala que «los socorros a las familias se derrumban bajo los golpes de la recesión», muchas vuelven a estar al borde del hambre como en 1930-32
Las medidas de Roosevelt, más allá de los paños calientes que pudo aplicar en un primer momento y que tuvo unos efímeros efectos en 1935-36, lo que en realidad desarrollaron fue un capitalismo de Estado al "estilo americano"[9] que puso las bases para que con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la economía americana se convirtiera en una formidable y aplastante maquinaria militar. Roosevelt implantó la variante "made in USA" de la economía de guerra que los nazis impusieron en Alemania y el estalinismo aplicó en Rusia.
Pero si Roosevelt no tuvo ningún éxito en la superación de la depresión donde obtuvo un éxito formidable fue en la derrota ideológica de los trabajadores y particularmente del movimiento de parados. En esta tarea contó con la inestimable colaboración del PS y muy especialmente del PC.
Ya vimos como el tándem PC-PS sabotearon la tentativa de formar una federación nacional. Cuando de las iniciativas autónomas de los parados no quedaban más que las cenizas de algunos grupos aislados, constituyeron una Workers Aliance (WA) cuya política consistía en apoyar ciegamente el New Deal. Living Marxism denuncia como la WA se convirtió en un instrumento de encuadramiento y mistificación de los parados con objeto de ponerlos al servicio de los intereses del New Deal. Así, cita al jefe de la WPA, Harry Hopkins quien se dirige cálidamente a los jefes de la WA en estos términos: «¡Adelante amigos! No encontraréis a nadie en nuestra agencia que no sea amigable con vuestro sindicato; nadie dejará de respetar a vuestro competente jefe».
En contrapartida, la WA en su Convención nacional de Cleveland (septiembre 1938) acuerda «el reagrupamiento de las fuerzas de los parados con otras fuerzas progresistas para el éxito de los partidarios del New Deal en las elecciones de 1938».
¿Cómo logró la WA convertir al movimiento de parados en un mero apéndice del New Deal de Roosevelt? Evidentemente, se vieron favorecidos por la situación mundial con toda su presión hacia el antifascismo: unión de todas las fuerzas democráticas y progresistas para cerrar el paso al enemigo público número uno, el mal de males, el Nazismo. PC y PS en Estados Unidos hicieron de Roosevelt y su New Deal el paladín de esa "lucha democrática". De otro lado, el "ejemplo ruso" con los supuestos éxitos de los planes quinquenales soviéticos favorecía la mistificación ideológica del "Estado como vehículo hacia el socialismo". Las medidas del New Deal de intervencionismo estatal no solo eran alabadas por el dúo PC-PS como "vehículos para salir de la crisis" sino que además eran presentadas como "el camino al socialismo", como preconizaba el programa electoral del PC que decía: «estamos caminando hacia una América Soviética» (¡¡¡).
Las marchas del hambre, una de las acciones callejeras genuinas de los parados en 1931-33, se convirtieron en actos de presión sobre los políticos de turno para que "cumplieran" las propuestas del New Deal, para que "hicieran caso al Presidente"[10], para que "aplicaran escrupulosamente los fondos destinados a obras públicas por la administración federal". Las reivindicaciones obreras eran sistemáticamente sustituidas por la presión para que la política del New Deal se cumpliera. El movimiento de parados se había transformado en un celoso auxiliar de la acción gubernamental.
En el manual del WA de 1936 se justificaba esta política con el siguiente argumento: «Las victorias obtenidas en el tajo por el combate cotidiano de los parados han sido a menudo transformadas en derrotas por la acción de políticos retorcidos y legisladores anti-obreros. De esta triste experiencia hemos aprendido que debemos tomar parte activa en la elección de personalidades oficiales y que debemos responsabilizarlos para que actúen favorablemente a nuestros intereses».
Frente a esa realidad, la política del WA es la de reforzar la presión «para colocar a políticos honestos en ministerios honestos», a pesar, de que esos "hombres honestos del New Deal" lo que estaban haciendo es «reducir los salarios y los socorros con la ayuda del WA». Esta política de someter los obreros al New Deal llevaba a su derrota y convertía a los dirigentes de la WA en burócratas que iban ocupando puestos cada vez más altos en el organigrama del WPA.
Conclusión
Es cierto que la época de los años 30, al estar dominada por la más cruenta contra-revolución de la historia, es diferente de la actual. Sin embargo, hay algo en común y que nos advierte sobre una de las causas de la derrota y dispersión del movimiento de parados en USA: la acción de sabotaje organizacional, político e ideológico que ejercieron los falsos amigos de la clase obrera, el PS y el PC.
Si se nos permite un símil futbolístico, la clase obrera juega el partido con la clase dominante en condiciones de inferioridad. El árbitro no es neutral sino que pita todo lo que haga falta a favor del equipo capitalista. En el equipo proletario hay algunos jugadores que visten su camiseta, pero que hacen todo lo posible para meterle goles en su propia puerta, que desorganizan su juego, especialmente en los momento más decisivos.
No se trata de lamentarse ni de pretender la utopía de un juego limpio en el enfrentamiento de clases, sino de comprender mejor las condiciones de la lucha obrera y a partir de ello desarrollar los medios de una lucha autónoma de clase, liberada de la tutela destructora de sindicatos y partidos de "izquierda".
Smolni 15-5-09
[1] Ver /accion-proletaria/200811/2407/crisis-del-capitalismo-el-desempleo-expresa-la-quiebra-del-capitalismo
[2] Ver /cci-online/200902/2470/el-desempleo-expresion-de-la-quiebra-del-capitalismo-ii-1980-2007-el-desemple
[3] Ver /accion-proletaria/200903/2525/explosion-masiva-del-desempleo-en-2009-el-desempleo-expresa-la-quiebra
[4] «Vamos a salir de la crisis, no vamos a vivir en ella para el resto de la historia», dijo el 11-5-09, (www.cope.es/espana/11-05-09--felipe-gonzalez-no-vamos-vivir-crisis-resto....)
[5] Salvo que se indique lo contrario todas las citas proceden de los números 4 y 5 de esta publicación, Chicago 1938.
[6] El capitalismo norteamericano se desarrolló sobre la base de una continua colonización de las tierras del Oeste, hecha sobre la masacre de los primitivos moradores -las tribus indias- y utilizando como punta de lanza una masa enorme de emigrantes. Esto generó una ideología individualista, la ilusión de la "igualdad de oportunidades", del "hombre hecho a si mismo" etc., que dificultó la maduración de una conciencia colectiva en la clase obrera.
[7] Obreros Industriales del Mundo, organización sindicalista revolucionaria. Para conocer su experiencia ver Revista Internacional números 124 y 125: /revista-internacional/200602/513/historia-del-movimiento-obrero-iww-1905-1921-el-fracaso-del-sindica
[8] CIO: Congress of Industrials Organisation, sindicato disidente más radical que en 1936 acabaría fusionándose con la AFL.
[9] Una intervención del Estado, sin nacionalizaciones ni enfrentamientos con la burguesía privada, basada en una enorme burocracia de Agencia Federales que ejercen un control mucho más estricto y absorbente de la economía nacional que la que puede lograrse con toda la economía sometida a la propiedad estatal.
[10] Como se hacía respecto al "padrecito Zar" en Rusia que no estaría al corriente de las atrocidades de sus funcionarios, aquí se presentaba al "buenazo" de Roosevelt como un "gran presidente" desobedecido o saboteado por funcionarios venales.