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A los 4 días de su discurso de investidura, Barack Obama ha autorizado el bombardeo de una serie de objetivos en Pakistán. El había preconizado tales ataques antes de que en julio pasado Estados Unidos se comprometiera en ellos. Inmediatamente después de su discurso inaugural, en el que había declarado sin ambigüedad que «iremos a batir a los enemigos de América», ordenaba el lanzamiento de misiles Predator sobre dos objetivos en Warziristan en los cuales 2 personas encontraron la muerte. Ha advertido al público americano que habrá un aumento de las pérdidas militares norteamericanos debido a la intensificación de las acciones en Pakistán y Afganistán. Las fuerzas militares se van a doblar para pasar a 60000 efectivos.
Para Obama confirmar su compromiso con las bases militares del imperialismo americano constituye una advertencia para el resto del mundo. Aunque haya hablado de cambio en su campaña electoral es indiscutible que se sitúa en la continuidad guerrera del gobierno de Bush. América continuará utilizando su poderío militar para defender sus intereses.
En este aspecto lo único que hace diferente a los Estados Unidos es la enorme superpotencia militar que poseen. Cada Estado nacional recurre a la fuerza para defender los intereses de su clase dirigente. Irán y Corea del Norte desarrollan sus misiles nucleares, China construye masivamente portaviones, el ejército de Sri Lanka barre en sangre el norte del país, Sudán o Somalia emplean la fuerza bruta militar, en el Congo diferentes fracciones se pelean con toda clase de armas. Todos ellos son expresión del capitalismo. El capitalismo es la guerra.