Después del carnaval electoral, la burguesía prepara nuevos ataques contra el proletariado

Printer-friendly version

¿Qué balance podemos sacar los trabajadores del proceso electoral del 9 de Marzo?

Ante todo ser conscientes de la gigantesca manipulación que representa la supuesta ceremonia suprema de la "soberanía popular". Cada cuatro años los diferentes medios de propaganda y mistificación al servicio de la clase dominante y del capitalismo tratan de hacernos creer que podemos elegir y decidir "libremente" entre las "sinceras" propuestas de nuestros "representantes". Lo que se pone en evidencia, sin embargo, campaña electoral tras otra, es el trasunto falsario de todo ese circo. Se sabe, por ejemplo,  que todo el "triunfalismo" económico del PSOE es mera propaganda con pies de barro, aguantada a duras penas hasta el día siguiente al desenlace electoral. Se sabe igualmente que todo el "programa social" de ZP ha consistido en un 90% en medidas descaradamente electoralistas adoptadas en los últimos meses de la legislatura. Se sabe, también, que todos los discursos del PP llamando a la "responsabilidad democrática" de los electorales mientras se muestra inusitadamente "centrista" en sus proclamas, esconde en realidad una estrategia de "marketing" político destinada a lograr que la abstención supere el 25%. Se sabe que el gabinete de expertos del PSOE tenía perfectamente estudiado como responder a un "hipotético" atentado de ETA, para que este sirviera de acicate de movilización de su propio electorado más crítico. Se sabe además que el propio PSOE había declarado públicamente que su estrategia era «tensionar y dramatizar»  con la amenaza de la "Derechona" para movilizar hacia el "voto útil" a electores de otras formaciones, mientras le achacaba a ella la "crispación". Se sabe, en definitiva que la preocupación y la discusión de los problemas de la población y por el futuro de las siguientes generaciones, se prostituye en manos de estos políticos burgueses en un cínico ritual de maniobras y mentiras[1], lo que convierte, como decíamos antes, el supuesto acto supremo de la "voluntad popular" en una farsa manipulada.

En el caso de la burguesía española, ésta lleva en campaña electoral desde marzo de 2004, fecha que marca un antes y un después en la descomposición del aparato político de la burguesía española. Por un lado el atentado ponía brutalmente de manifiesto la vulnerabilidad de la burguesía española que veía como de la noche a la mañana un atentado, imputado a una banda de miserables, daba un vuelco a las expectativas electorales (ver nuestro análisis del 11-M en Revista Internacional nº 117: "Atentados de Madrid: el capitalismo siembra la muerte"[2]).  Por otra parte la derecha y el Partido Popular no aceptaron la forma en que fueron desalojados del poder, y a su vez el PSOE se empeñaba, junto a nacionalistas e IU, en crear un "cordón sanitario" que aislara al PP como un apestado de la democracia, poniendo en cuestión uno de los principales "logros" de la propia transición democrática, conseguido muy a duras penas casi a principios de los años 90: la acreditación del PP como un partido de Derechas pero con marchamo "democrático" que hiciera posible la necesaria - para la propia mistificación democrática - alternancia gubernamental. Del marasmo del 11-M la burguesía española sacó un equipo de gobierno improvisado que pronto demostraría su incapacidad manifiesta e incluso su indolencia para acometer los problemas de la propia clase dominante (la pérdida de competitividad de la economía, el debilitamiento de la posición en el tablero imperialista internacional, la contención de las tendencias centrífugas de los nacionalismos periféricos). No sólo eso. Como analizamos en nuestra Resolución sobre la situación en España en AP nº 192[3], el gobierno ZP se ha empeñado en cambio en agravar aún más las contradicciones que sacuden al capital nacional. Si ha revalidado el triunfo electoral no es por que su gestión haya entusiasmado a los amos del país. Al contrario. Estos no han cesado de reprocharle su desinterés por el deterioro de la situación económica, su errática política internacional, etc.,... mientras ha dedicado lo sustancial de la acción de gobierno a iniciativas tan peregrinas como el Estatuto de Cataluña que acaba pactando con la oposición a su propio partido, o unas negociaciones de paz con ETA que ha tenido que destejer a toda prisa en el último año de la legislatura. El triunfalismo con el que el clan ZP y sus palmeros tratan de presentar los resultados del 9-M no consigue ocultar que en todo caso el éxito consiste en haber desactivado las bombas que el mismo había sembrado y cuyas espoletas retardadas le acabarán explotando, antes o después, en sus propias narices, pues sus maniobras y engaños, sus oscilaciones y sus veleidades megalomaníacas, podrán debilitar momentáneamente a sus rivales a cambio de aguijonear progresivamente en éstos la desconfianza, el animo de revancha, la defensa irresponsable de los intereses particulares de cada fracción, etc.

Como decíamos lo que ha llevado a ZP a revalidar el campeonato no ha sido tanto sus propios méritos sino esencialmente el demérito del PP, incapaz de liberarse a lo largo de los últimos cuatros años del peso de la fracción más ultramontana y revanchista (la encabezada por Esperanza Aguirre y sus secuaces "mediáticos"), que le ha llevado a la derrota, como ya sucediera en el año 2004; y que no contentos con eso bien poco han tardado -la propia noche de 9M - en propiciar una defenestración de "maricomplejines" Rajoy y una purga en el PP que le llevaría a una crisis de alcance impredecible, para la propia burguesía española.

Frente a la agravación cualitativa de la situación del capital nacional la burguesía se encuentra con un aparato político gravemente afectado por la descomposición y el "cada uno a la suya". Las voces y los discursos que reclaman el fin de la crispación y tender puentes, al menos entre las fracciones más representativas del capital español, tropiezan con la defensa de posiciones de poder particulares de cada formación. El fracaso del PP debilita aún más los lazos que les mantuvieron unidos en la esperanza de conquistar el poder (1993 -1996) o las prebendas de detentarlo (1996-2004). En cuanto al PSOE, su visión más global de los intereses de conjunto de la burguesía española  - que en el pasado le llevó por ejemplo a facilitar el marchamo democrático al PP (recordemos la presencia de delegaciones del PSOE y de los sindicatos en el Congreso de refundación en Sevilla) -, no resiste ahora la tentación de perpetuarse en el poder explotando, en cambio, el temor "a la Derechona" justificado con el último exabrupto de Losantos o la enésima "conspiranoia" de Esperanza Aguirre. Puede verse que son los sectores más indisciplinados e irresponsables los que cobran más poder y protagonismo en la vida política de la burguesía española reforzándose además mutuamente. Por ello podemos decir que la «etapa de estabilidad política» que hoy nos anuncian como resultado de las elecciones del 9-M, puede responder, más a los deseos que a la realidad.

Los trabajadores no podemos ni debemos sucumbir ante este montón de mentiras ponzoñosas y pestilentes, pues TODOS los partidos son nuestros enemigos declarados, TODOS han demostrado cuando han llegado al poder su capacidad criminal para desarrollar los ataques más brutales contra el proletariado: congelaciones salariales, despidos y reconversiones industriales, represión policial y un largo etcétera.

Esas es la perspectiva que, antes o después, se nos va a echar encima con la agravación de la recesión mundial. Y será el gobierno "socialista" el encargado de ejecutar esa sentencia de miseria y sufrimiento contra los trabajadores. Frente a esa perspectiva sería criminal mantener la ilusión en que apoyando a tal o cual fracción de los explotadores nos irá mejor o "menos mal". Por el contrario. Debemos desarrollar y afianzar nuestra conciencia de clase contra todas las fracciones de la clase dominante. Conciencia de la necesidad de la solidaridad con todos los trabajadores igualmente atacados. Conciencia de la barrera de clase que separa nuestros intereses como explotados de las necesidades del capital nacional. Esa conciencia se ve despuntando en las luchas que han tenido y tienen lugar en España (ver artículo en este mismo número de AP) así como en los demás países (véase por ejemplo las luchas en Alemania también analizadas en esta misma publicación). Porque esa conciencia y esa lucha constituyen no sólo la única defensa contra la clase enemiga. Constituyen además la base sobre la que acabar desarrollando una alternativa verdaderamente revolucionaria al reino de la explotación, la miseria y la barbarie.

 

Pel/Et 24 de marzo de 2008

 

 


 

[1] (ver por ejemplo nuestra denuncia de los "debates electorales" en CCI "on line".

[2] ver también: "Atentados de Madrid: el capitalismo siembra la muerte".

[3] "En España como en todo el mundo… el futuro pertenece a la lucha de la clase obrera".