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Cual gota malaya que día tras día aumenta la tortura, así se acumulan también las desgracias para los trabajadores, sometidos a una imparable degradación de sus condiciones de vida. Si el verano nos trajo el mazazo de las bestiales subidas de las hipotecas y del coste de los préstamos, los últimos meses se están caracterizando por una criminal agudización de la carestía de los bienes de primera necesidad. Y no nos referimos únicamente a la progresiva escalada de la inflación que, incluso según estadísticas oficiales, devora año tras año la capacidad adquisitiva de los salarios, sino a un auténtico tsunami, Ea la catástrofe que representan para la supervivencia cotidiana de los trabajadores los aumentos de los precios de carburantes (8%), transportes (5%), educación (4'5%) y sobre todo de los alimentos (el pan ha subido el ultimo año un 13'4% , los huevos un 9%, el pollo un 14'5%, la leche un 24'2%,...). Asistimos en las últimas semanas a súbitos encarecimientos de los productos de primera necesidad, como no se conocían, al menos en los países "desarrollados", desde la década de los años 70. Entonces, sin embargo, el desempleo era aún muy minoritario, y la plaga de la precariedad apenas se había extendido en las filas obreras. Hoy, en cambio, la carestía de la vida se cierne sobre familias obreras en las que aumenta el desempleo (y más que lo va a hacer con el "parón" de la construcción) y donde el chantaje de las renovaciones de los contratos temporales mantiene dictatorialmente a raya los salarios de los trabajadores. ¿Cómo se puede hacer frente entonces a encarecimientos de la cesta básica de la compra?
Igualmente se da muy frecuentemente el caso de familias obreras que han comprometido una parte muy importante de sus ingresos en conseguir una vivienda (en compra o alquiler), confiados en poder recortar gastos de otros capítulos como alimentación o transporte,... ¿Qué margen de maniobra les queda ahora a estos compañeros atrapados entre la espada de una subsistencia cada vez más miserable y la pared del desahucio? ¿Cómo vamos a salir de esta?,...
¿Por qué suben los precios?
Los servidores de la explotación capitalista son cada vez más conscientes de que ante la degradación de sus condiciones de vida se está generando ente los explotados una creciente inquietud, un arraigado cuestionamiento del sistema social capitalista, y del futuro que este puede deparar a la humanidad. Futuro cuya tenebrosidad se anuncia cada vez más nítidamente. El aumento de la inflación se da, como decíamos al principio, al mismo tiempo que se acumulan los signos de una «contracción de la actividad económica». Lo que los propios expertos de la burguesía vaticinan es una explosiva combinación de estancamiento e inflación, es decir de despidos y miseria.
Para impedir la toma de conciencia de esa siniestra perspectiva, la burguesía trata de explicar cada uno de estos signos por separado, como si cada uno de ellos obedeciera a una situación particular o coyuntural, y no fuera en cambio, el resultado del callejón sin salida en que se haya metido el capitalismo mundial como modo de producción. Así, cuando las tormentas financieras de este verano, echaron la culpa a un sector de capitalistas que, "irresponsablemente" habían tratado de sacar tajada del boom inmobiliario. Hoy, meses después, estas explicaciones tan peregrinas han ido desapareciendo de los periódicos, y lo que se ha quedado es una crisis no ya del sector inmobiliario norteamericano sino del conjunto del sistema financiero internacional.
Otro tanto vemos hoy con las "explicaciones" sobre el tsunami de los precios de los alimentos, a cual más peregrina: así la subida del precio del pan se atribuye al "efecto llamada" de las fábricas de biocombustible (que, en realidad, apenas absorben el 2% de la producción de cereales) o de la demanda de los países emergentes como China o la India (¿?); si sube el pollo es por el incremento de la población inmigrante, sobre todo la musulmana, o por la reducción de la producción como consecuencia de la gripe aviar; si la leche sube, etc.,... Incluso cuando se quieren poner más "rigurosos" acuden esta vez sí, a una singular "teoría de la conspiración", según la cual, tras los aumentos de precios de los alimentos se esconde la mano del "contubernio" de los distribuidores para especular con los alimentos.
Y puede que cada una de estas razones tenga hasta su pizca de verdad. Pero no cabe duda de que se trata de explicaciones sesgadas que tratan, ante todo, de salvar la cara del sistema capitalista en su conjunto. Es este mismo sistema, y sobre todo sus sectores más "solventes" quienes tienen un papel capital en el reciente y brutal repunte de la inflación, dándole a la máquina del dinero. Así por ejemplo mientras el Estado "democrático" se ofrece como investigador de prácticas fraudulentas contra las leyes de la competencia, resulta que los bancos centrales tanto en Europa como en USA "inyectan" centenares de miles de millones de dólares y de euros para evitar el colapso de la economía por la crisis financiera internacional.
La Reserva federal norteamericana ha inyectado nuevamente la semana pasada más de 50 mil millones de dólares, al mismo tiempo que ha reducido más aún el tipo de interés para tratar de insuflar vitalidad a una economía que ve ya caídas de los índices de producción industrial como hemos visto recientemente. En esa cueva de ladrones que es la comunidad mundial, esta maniobra obliga a sus competidores a responder con las cartas que cada uno de ellos dispone. A tal desafío, la economía china responde rebajando aún más sus propios tipos de interés, hasta hacerlos prácticamente negativos, cuando ya su economía se encuentra más que "recalentada". En consecuencia una de las principales exportaciones de los países emergentes es hoy,... la inflación.
Una de las muestras del callejón sin salida en que se haya hoy el capitalismo mundial es precisamente que el abaratamiento de los productos logrado merced a una brutal explotación de la clase obrera y a una catastrófica degradación medioambiental, queda dramáticamente compensado con la carga inflacionaria de la ingente cantidad de dinero que debe moverse para darle un mínimo de aire al sistema financiero internacional.
Otro ejemplo de ese atolladero histórico es lo que sucede con el llamado "milagro" económico español, que ha vivido en los últimos años (con González y con Aznar, con éste y con Zapatero) desmantelando gran parte de sus sectores productivos en aras a recibir las subvenciones de la Unión Europea, que se ha volcado desde principios de los 90 en la vorágine de la especulación inmobiliaria en las ciudades y en el campo, una vorágine extremadamente dependiente además del crédito exterior. ¡Y aún se preguntan los políticos porque la inflación sube en España el doble que en la Eurozona!
Para la clase obrera no hay más alternativa que la lucha
Al principio de este artículo recogíamos la pregunta que cunde en muchos hogares obreros ¿Cómo vamos a salir de ésta? La maquinaria propagandística de la burguesía quiere meternos en la cabeza sus falsas respuestas: confiar en las leyes del Estado democrático para que castigue a los "especuladores", apostar por viejos o nuevos equipos de gobierno en las próximas elecciones,... Criminales ilusiones.
Lo único con que la clase trabajadora puede contar para frenar la degradación de sus condiciones de vida y trabajo es su lucha masiva y unida. Esa es la experiencia que mostraron por ejemplo las luchas de los años 70, en que la suma de luchas de muchos sectores obreros generó una fuerza que aprovechamos todos para imponer, por ejemplo, subidas salariales iguales para todos los trabajadores y por encima de la inflación real.
Como siempre ha mostrado la historia del proletariado, la principal conquista de esas luchas no fue tanto la consecución de la reivindicación económica, sino el sentimiento de unidad, de solidaridad y de confianza que generaron en las filas de los trabajadores. Una unidad y una confianza en nuestras propias fuerzas que necesitamos hoy más que nunca porque constituyen la única esperanza para escapar del futuro de miseria con que el capitalismo amenaza a la humanidad.
Etsoem. 18 de Noviembre de 2007