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La barbarie brutal de la matanza de Beslan en Rusia nos ha estremecido a todos. Ante ella no podemos permanecer impasibles. No podemos acostumbrarnos a la barbarie como propician los medios de “comunicación” que con sus espectáculos morbosos reproduciendo las escenas más brutales quieren que acabemos aceptando como “normal” la violencia ciega de las guerras como la de Irak, Israel, Afganistán etc., y la de los atentados, secuestros o masacres terroristas como los que vienen produciéndose en una cadena sin fin en Turquía, Arabia, Indonesia, Rusia...
Tenemos que manifestar nuestra indignación y concretarla en lucha de clase contra el verdadero responsable: el CAPITALISMO, el capitalismo asesino.
Decimos CAPITALISMO porque el gobierno de Putin y sus rivales terroristas (chechenios y fundamentalistas islámicos) son expresiones del capitalismo, son fracciones de la burguesía que persiguen sus sucios designios utilizando como carne de chantaje o de cañón a las poblaciones de uno y otro bando. Los secuestradores no dudaron en obligar a niños indefensos a beberse su propia orina, pero sus antagonistas de la Madre Rusia no fueron menos crueles al provocar descaradamente la masacre.
Decimos CAPITALISMO porque, sumido en una crisis de decadencia, toda su evolución durante el siglo XX ha ido hundiendo a la humanidad en una cadena agobiante de guerras, hambrunas, convulsiones económicas... En ese engranaje mortal participan todos los Gobiernos, sea cual sea su ideología, todos los partidos del Capital, sea cual su coloración “derechista” o “izquierdista”, todos los Estados, sea cual su ropaje “democrático” o dictatorial, todas las Naciones, sean del primer mundo o del tercero, sean del Este o del Oeste.
Decimos CAPITALISMO porque tanto la guerra como el terrorismo forman parte de una misma madeja criminal: la de la concurrencia imperialista a la que se libran todos los Estados, empezando por el Gendarme del Mundo, USA, acabando con los Señores de la Guerra islámicos y pasando por los “virtuosos pacifistas” de Alemania, Francia y el Gobierno Zapatero que han sostenido unánimemente a Putin en la matanza de Beslán. En el pugilato asesino que libran las víctimas las pone el proletariado y la inmensa mayoría de la población mundial.
Solo el proletariado con su lucha de clase masiva y unida puede acabar con la pesadilla del capitalismo.
Este sistema no se puede reformar. ¿Qué se puede cambiar en él cuando el imperialismo en sus dos formas -la guerra y el terrorismo- no hace sino crecer de una forma aterradora? ¿Qué se puede cambiar en él si para “salvar los sectores productivos” provoca despidos masivos que solo traen NUEVOS DESPIDOS MASIVOS como estamos comprobando en los astilleros? ¿Qué se puede cambiar en él si en los países más desarrollados como Alemania y Francia el Gobierno pega un hachazo brutal a prestaciones sociales, pensiones, subsidios a desempleados etc.? ¿Qué se puede cambiar en él si la tendencia que se impone en todas partes es TRABAJAR MÁS HORAS Y COBRAR MENOS SALARIO con el alargamiento de la jornada de trabajo o el retraso de la edad de jubilación? ¿Qué se puede cambiar en él si en los países “más desarrollados” la vivienda se convierte en un lujo inaccesible para la mayoría? ¿Qué se puede cambiar en él cuando provoca catástrofes ecológicas cada vez más graves?
El proletariado tiene que orientar sus luchas más inmediatas, sus debates, sus reflexiones, sus manifestaciones, toda su actividad, en una sola dirección: la REVOLUCION COMUNISTA MUNDIAL. En la manifestación de los obreros de astilleros de Sestao había una pequeña pancarta que decía “Sí no hay solución, la Revolución”. La única solución es la Revolución. Para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debe morir.
Acción Proletaria 10-9-04