La coalición vergonzante del PSOE con el PP

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El 1 de octubre de 2016 en un auténtico golpe de Estado interno, Sánchez era defenestrado y con ello el obstáculo del “No es No” era franqueado, el gobierno de Rajoy, minoritario, era apoyado por la abstención vergonzante de los socialistas[1]. Sin embargo, todo eso se ha ido al traste con la elección de Sánchez en las primarias del PSOE que con el lema de “un PSOE de izquierdas” etc., pretende colocarse en una postura de oposición radical. En el artículo que sigue analizamos lo que ha significado durante los últimos meses ese gobierno de coalición vergonzante y encubierta de PP, PSOE y Ciudadanos.

Tras muchos años de engaños y mentiras y como en los demás países centrales del capitalismo, la democracia burguesa y los dos partidos que se han turnado en las labores de gobierno, PSOE y PP, se han desacreditado ante la clase obrera y la mayoría de la población. Se cumple el viejo dicho popular de “los mismos perros con distintos collares”, o como decían los indignados del 15M: “PSOE y PP la misma mierda es”, “¿dónde está el PSOE?, al fondo a la derecha…”

Para Marx y Engels la democracia burguesa es la dictadura más perfecta de la clase dominante que combina de forma más sofisticada y maquiavélica la brutalidad y la mistificación ideológica. La burguesía francesa que en 1789 proclamaba “libertad, igualdad y fraternidad”; una vez en el poder no dudó en aplicar la guillotina de forma masiva y las guerras de conquista y pillaje por toda Europa. La burguesía norteamericana que en 1776 en su declaración de independencia proclamó que “todos los hombres han nacido libres e iguales…”, sin embargo mantuvo la esclavitud en el sur del país, y en las sucesivas guerras contra los indios en el siglo XIX desarrolló un verdadero genocidio…

Según Lenin: “Todos los socialistas, al explicar el carácter de clase de la civilización burguesa, de la democracia burguesa, del parlamentarismo burgués, han expresado el pensamiento que con máxima precisión científica formularon Marx y Engels al decir que la república burguesa, aun la más democrática, no es más que una máquina para la opresión de la clase obrera por la burguesía, de la masa de los trabajadores por un puñado de capitalistas”[2]

Las fechorías de la burguesía española no tienen nada que envidiar a las del resto del mundo.

Después de un “gobierno del PP” en “funciones” durante un año y dos carnavales electorales, donde todos prometen lo que no harán y después harán lo que no dijeron, haber mostrado ante toda la población todo tipo de cambalaches y artimañas, donde los llamados “nuevos” partidos venidos a regenerar un sistema político corrupto hasta la médula desde el rey hasta el último concejal de pueblo también han demostrado que forman parte del cenagal, defensores de una sociedad capitalista que en su período de descomposición terminal no tiene ningún tipo de regeneración posible.

Desde finales de los años ochenta del siglo pasado la sociedad capitalista se encuentra en su fase de descomposición terminal (ninguna de las dos clases predominantes, ni la burguesía ni la clase trabajadora, ha sido capaz de dar una salida al siniestro callejón en que se encuentra la humanidad: la guerra imperialista para la clase dominante o la revolución comunista por parte del proletariado[3]). Una de las características de este período es la tendencia a la pérdida de control del aparato político por parte de la burguesía, junto al pudrimiento y la corrupción más desenfrenada de toda la clase dominante. Ante este bloqueo político el núcleo duro de la burguesía consiguió que Ciudadanos votara un segundo gobierno del “corrupto” Rajoy, después de jurar y perjurar en las elecciones de junio 2016 que jamás apoyaría a Rajoy como presidente. El segundo acto del turbio maquiavelismo fue la escandalosa defenestración del “líder” del PSOE, Pedro Sánchez, pasando del “no es no a Rajoy y la derecha” a la abstención vergonzante para “desbloquear” la situación política y evitar el aquelarre de unas terceras elecciones.

En realidad el gobierno del PP está sostenido descaradamente por Ciudadanos, mostrando las vergüenzas de Albert Rivera como hiciera con su primer cartel electoral en 2006 en Cataluña, y vergonzosamente con la abstención del PSOE. La burguesía se ve obligada a hacer encaje de bolillos porque tanto la defenestración de Sánchez como la abstención del PSOE permitiendo el gobierno de la derecha por pasiva puede ser el acta de defunción del Partido Socialista, que ha sido el corazón del régimen político después del Franquismo. Hay todo un intento por maquillar toda esta siniestra operación (dirigida por el llamado comando Rubalcaba: Felipe González, Cebrián, barones regionales del PSOE…), haciendo falsas “concesiones” al PSOE por parte del gobierno como la subida del salario mínimo interprofesional, pero en realidad prosigue la misma política económica de austeridad y la salvaje deflación salarial, pérdida de poder adquisitivo de las pensiones, subida de impuestos, 50% de paro juvenil, trabajos precarios… que acelera la miseria de la mayoría de la población (hay que decir que prosigue el plan de austeridad de 2010 de Zapatero, y la reforma exprés de la constitución de septiembre de 2011 pactada entre el PSOE y el PP que acordaba como prioritario conseguir el déficit 0 para 2020, y que para más INRI fue redactada por el gran farsante Pedro Sánchez). 

El apoyo descarado de Ciudadanos y el apoyo vergonzante del PSOE parece que se irá al traste con la victoria de Sánchez en las primarias socialistas, una de sus banderas era el “No es no” al gobierno de Rajoy. Quizá se abra una fase de inestabilidad política en la burguesía española con un gobierno en minoría que ya no cuente con el apoyo del PSOE. Quizá el “equipo de Sánchez” se vea condicionado por sus enemigos dentro de su partido y tenga que hacer una nueva prestidigitación aún más rebuscada que la de la “abstención vergonzante” de la “sultana del fango” y la vieja guardia del PSOE. Quizá el propio PSOE entre en crisis, incluso llegando a la escisión. No lo sabemos, tendremos que analizarlo con discusiones en profundidad dentro del medio proletario.

Sin embargo, hay dos cosas que sí sabemos. Primero, que el Gobierno Rajoy, con un Sánchez “radical” o con un Sánchez “moderado”, agravará aún más sus ataques a las condiciones de vida de la clase obrera y de toda la población.

Segundo, el desprestigio de los partidos y el aparato político de la burguesía es muy grande ante la clase trabajadora y la mayoría de la población, ni rey “jubilado” ni rey joven, ni Rajoy ni Esperanza Aguirre, ni Susana Díaz la “reina del fango” ni Pedro “el guapo”, ni Iglesias ni Errejón… Hay una desafección ante esta podredumbre. Pero no es suficiente, la única forma de luchar contra la miseria y la barbarie así como contra los efectos nocivos de la descomposición del capitalismo es la toma de conciencia por parte del proletariado y sus minorías, por muy duro que sea, ya que si la clase trabajadora no acaba con el capitalismo, el capitalismo acabará con la humanidad.

 

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