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Capítulo IV: El comunismo de los consejos ante la guerra de España

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Publicamos dos textos del comunismo de los consejos de la época sobre la guerra de España. Como ya decimos en la introducción su traducción ha sido el fruto de la colaboración fraternal de un compañero que no es miembro de nuestra organización y que no comparte muchas de nuestras posiciones pero que discute con honradez y claridad con nosotros.

Reiteramos nuestro agradecimiento y hacemos constar que este compañero nos ha enviado nuevas traducciones que intentaremos publicar en próximas ediciones para dar una visión más completa de la posición del Comunismo de los Consejos.

En este capítulo abordamos la crítica a un libro publicado recientemente en España titulado EXPECTATIVAS FALLIDAS y que recoge textos del Comunismo de los Consejos sobre 1936 pero, como señalamos en dicha crítica, son los más confusos y los más proclives al antifascismo y al anarquismo de la corriente comunista de los consejos. Por eso nos parece necesario contrarrestar esa visión demasiado parcial y sesgada con los textos que aquí aparecen.

Corrientes políticas y referencias: 

  • Comunismo de Consejos [1]

1.Lucha de clases en España

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En Barcelona las fuerzas de los Gobiernos Companys-Largo Caballero han iniciado el ataque contra los trabajadores armados.

Entre nosotros la prensa de los capitalistas, así como la prensa se los partidos socialdemócratas y estalinistas proclamen conjuntamente “En España hay una lucha entre fascismo y democracia burguesa”.

Nos han dicho “Capitalistas democráticos y las masas obreras tienen allí un solo interés, formar el Frente Popular. ¡Entre ellos no hay diferencias!.”

Ahora, centenares de muertos y heridos, y dos clases armadas frente a frente hablan en Cataluña y Aragón otra lengua. Se hunden las mentiras sobre la unidad entre capitalistas y obreros. La dura verdad se levanta frente a nosotros.

¡Entre capital y trabajo hay una lucha a vida o muerte!.

¿Qué ocurrió en Cataluña?.

Cuando la camarilla de oficiales –con el apoyo de la Iglesia y de los grandes latifundistas- se insurreccionó para tomar el poder en Julio del 36, los trabajadores espontáneamente asaltaron cuarteles y arsenales, tomando las armas y pasando a la caza de todas las bandas fascistas.

La burguesía española y sus aliados, las clases dominantes francesa e inglesa se alegraron aquí, porque su objetivo era la construcción y fortalecimiento de un poder estatal burgués, y porque los beneficios y los provechos obtenidos de exprimir a los trabajadores de la tierra y de la industria pasaran a sus arcas y a las de sus amigos los grandes explotadores franceses e ingleses, hasta ahora en gran parte en manos de los nobles y de los príncipes de la Iglesia.

¡Pero su alegría se mezclaba con miedo!. Porque las masas obreras no están dando la vida de centenares y miles de sus camaradas para poner encima a una capa de parásitos. Los obreros conservan las armas y en Cataluña y Aragón mantienen fuera a los propietarios de las fábricas, formando consejos obreros, y los obreros armados, los milicianos, escogen sus consejos de soldados.

¡Esto es lo que temen todas las camarillas capitalistas, en España y afuera, temen!. ¡Esto es lo que odian como la peste!.

Todo eso significa, que el día que Franco fuese vencido, la clase obrera armada como un todo, organizada y unida en sus consejos de obreros y soldados, no sería capaz de aguantar a las camarillas de explotadores democráticos.

Esto significa que la consolidación de su propio poder de clase en Cataluña se extendería por toda España y como una chispa de un incendio se pondrían en movimiento los obreros de Francia y de toda Europa Occidental gracias a su ejemplo y su propaganda revolucionaria.

¿Qué ha hecho la burguesía para parar este peligro?.

Los órganos de los Gobiernos, y sobre todo sus colaboradores los líderes de los partidos burgueses, socialdemócratas y estalinistas insinúan a los trabajadores “Estamos con vosotros, pero sin ninguna diferencia, juntos debemos honrar la libertad y juntos tenemos que edificar una España libre y próspera. Primero hace falta vencer a Franco y entonces todo irá bien”.

¡Pero bajo esta cortina de palabras bonitas hay ciertas medidas!

Los Gobiernos y los Partidos decidieron, que los consejos de obreros y de soldados deben ser disueltos, que los trabajadores armados nunca más pueden escoger sus representantes. Y han reunido un fuerte ejército de policías, provenientes de la juventud capitalista, de los oficiales del antiguo ejército y de una parte de los trabajadores que permanecen bajo el control de los estribos de los líderes de partido. Estos guardias de Asalto, fuertemente armados, no fueron enviados al frente sino que permanecían al lado de los trabajadores, esperando la ocasión para disolver los consejos obreros, desarmarlos y aplastar a tiros su resistencia.

¡A que conduce la unidad entre la burguesía y los burócratas de los partidos!.

Bajo la pantalla de cantos de sirena sobre la unidad y la libertad los noskistas españoles han pasado ya al ataque desde el 4 de Mayo.

Pero no habían calculado la violenta resistencia de los obreros, que han parado el golpe de las bandas del capital. Una parte de los guardias se pasan a los trabajadores. Una parte de las bases del partido socialdemócrata y del estalinista se vacían.

Según informes desde la frontera francesa el Gobierno ha solicitado la intervención de tropas de la marina francesa para ayudar a conservar los puertos.

Ahora se alzan ambos poderes frente a frente, los obreros aún armados, organizados en sus consejos y comités, contra el poder armado de los capitalistas españoles y de todo el mundo que los sostiene firmemente.

¡Los trabajadores españoles se levantan en una violenta y difícil lucha!

Toda la fuerza conjunta de Inglaterra, Francia y Rusia apoya al Gobierno capitalista “democrático”.

¡LA ESPERANZA Y LA FUERZA DE LOS TRABAJADORES CONSISTE EN DOS COSAS!

La primera es, extender y fortalecer los consejos del proletariado en los puestos de trabajo y de combate, depurándolos de toda conexión con los partidos existentes que hablan de deponer las armas. Esto implica romper con el aparato dirigente de la Confederación sindicalista (CNT) que hace de acólito y colaborador con los capitalistas. Estas son las lecciones de dos revoluciones, la rusa y la alemana: ¡Todo el poder a los consejos obreros revolucionarios!.

La segunda es, los trabajadores aquí, en Francia, en Bélgica, en Holanda, en Inglaterra, en Alemania; han de destruir la red de mentira extendida por toda la prensa parásita.

Es así como podemos atacar al enemigo de clase, desmontando el aparato de mentira y de desinformación de los partidos, y formando comités de acción autónomos de lucha que desarrollen la agitación y el movimiento de los trabajadores.

¡LOS TRABAJADORES ESPEÑOLES COMBATEN POR SUS VIDAS!.

Lo que a ellos les pase, será mañana nuestro destino. Tenemos un enemigo: el capitalismo internacional.

¡Tenemos que trabajar aquí por la formación de un frente de clase, para que los enemigos de nuestros camaradas españoles sean paralizados y para que la solidaridad y unidad entre nosotros y nuestros compañeros proletarios sea un hecho!.

Grupo “Proletenstemmen” (La Voz de los proletarios), L.C.I. (Liga de los Comunistas Internacionalistas de Bélgica), G.I.C. “Groep van Internationale Communisten” (Grupo de los Comunistas Internacionalistas de Holanda) e Internationale Arbeiders Raden Vereeniging (Unión de los trabajadores de los Consejos Internacionales de Bélgica).

Mayo 1.937.

2.Comentarios al texto anterior

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Este documento conjunto de varios grupos proletarios pertenecientes al Comunismo de los Consejos y también procedentes de la Oposición de Izquierdas (la LCI) es claro en la denuncia de la mistificación antifascista. Sin embargo, debemos reflejar dos importantes ambigüedades:

  1. Considera que en España hubo “Consejos de Obreros y de Soldados”. Desgraciadamente, esa no fue la realidad pues la respuesta inicial de los obreros en julio de 1936 no consiguió crear sus propias organizaciones: Asambleas y Comités Elegidos y Revocables. Al contrario, la CNT, la UGT y el POUM impusieron unos “Comités” formados por delegados sindicales que confiscaron completamente la iniciativa a los obreros. Del mismo modo, los organismos espontáneos surgidos en torno al armamento de los obreros – las Patrullas de Control- fueron rápidamente copados por esas organizaciones y transformados en “Milicias Antifascistas” que eran sacadas del “frente urbano” – la lucha de clase entre el proletariado y la burguesía- para ser enviadas al frente militar en la guerra entre Franco y la República.
  2. Por otro lado, pide «romper con el aparato dirigente de la Confederación sindicalista (CNT) que hace de acólito y colaborador con los capitalistas» lo que significa albergar ilusiones sobre la CNT como organización. Es cierto que muchos obreros combativos estaban afiliados a la CNT pero ello no significaba en absoluto que la organización “les perteneciera” y que bastaba con romper con su cúpula traidora para regenerarla y ponerla al servicio de los obreros. Lo que demuestra la trayectoria de la CNT desde, como mínimo, 1930 hasta 1937, es su integración progresiva e irreversible en el Estado Capitalista. Su apoyo apenas disimulado al Pacto de San Sebastián firmado por un arco de políticos burgueses que iba desde monárquicos con Alcalá Zamora al PSOE, su actuación a escala nacional cuando la insurrección obrera en Asturias 1934, su apoyo descarado al Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, su maniobra para derrotar desde dentro la lucha espontánea de los obreros en julio de 1936 y su alistamiento en el Frente “antifascista” de defensa de la República, su complaciente aceptación de poltronas ministeriales en el gobierno catalán y central y, como culminación, su cobertura desvergonzada a la bárbara represión ejercida por los estalinistas contra los obreros en Mayo 1937, constituyen los jalones de su integración definitiva en el Estado Capitalista.

3.Revolución y contrarrevolución en España

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Balance General:

“...El Gobierno republicano de Valencia ha salido victorioso y ha roto el predominio de los elementos anarquistas y con toda su influencia para construir un ejército disciplinado y equilibrado, esta política se ha llevado igualmente a cabo en Cataluña. El señor Companys y la Generalitat han podido ejecutar el decreto que ordenaba el desarme de los extremistas del movimiento libertario, el cual solo existía sobre el papel. Los anarquistas, que en Barcelona tienen su fortaleza y la fuerza mejor armada, han tomado en esto medidas inmediatas iniciando el desarme individual de los Guardias de Asalto. Así comenzó la lucha en las calles y sus primeros resultados, y el Gobierno se vio obligado a recurrir a los dirigentes anarquistas, para llegar a un acuerdo y conseguir el desarme. En este momento el Gobierno de Valencia acuerda intervenir para mantener el orden y lo toma en sus manos. El General Pozas pone a las fuerzas de la Generalitat a sus órdenes. Igualmente envía al Gobierno central unidades motorizadas y despacha tres barcos de guerra con la misión de ir a Barcelona para desarmar...” (Le Temps 8 de Mayo).

Los hechos de Barcelona fueron el inicio de una nueva fase en la lucha entre la Revolución y la Contrarrevolución. La frase “Unidad Antifascista” resulta inequívocamente refutada para todos los que lo quieran ver. Nada bueno se puede esperar de un frente de unidad entre burguesía y proletariado, tampoco en España.

Por primera vez en la era del Frente Popular las dos clases del ordenamiento capitalista se han presentado frente a frente. La cuestión del poder en la sociedad se ha planteado claramente. Esta lucha en torno al poder se ha acabado provisionalmente sin haberse producido una solución definitiva. Los trabajadores han sido persuadidos por los dirigentes de sus organizaciones para finalizar la lucha. Habiéndose de conformar con promesas y concesiones insignificantes.

Todas las ventajas positivas han sido minucias en comparación con lo obtenido por la burguesía. En general se van  desmantelando las posiciones de poder de los trabajadores de la retaguardia más que en el frente de combate, donde también ya se ha mostrado claramente su cara contrarevolucionaria, continuándose no sólo la política previa al 3 de Mayo, sino hasta agravándola. El poder gubernamental se refuerza ocupando las principales posiciones económicas y militares en sus manos. Comienza el desarme de los obreros revolucionarios y se inaugura la persecución de estos. El resultado de los hechos del 3 al 5 de Mayo es un refuerzo de las posiciones de la burguesía en detrimento del proletariado.

Pero la lucha no ha llegado aún a su fin, y el proletariado no solo ha obtenido perjuicios. Ciertamente los obreros han sufrido una involución, sin ser completamente derrotados. Han perdido muchas posiciones materiales pero el antagonismo con la burguesía se ha agudizado.

Aunque con la ayuda de sus peones la burguesía ha tenido éxito, la mayor parte del proletariado ha perdido su fe en una España libre y democrática. Aunque la situación se vuelva cada día más difícil, los revolucionarios en España conservan siempre un campo de batalla favorable. La creciente persecución de las fuerzas revolucionarias en España es la prueba no solo del crecimiento de la contrarrevolución sino de un incremento de la conciencia revolucionaria.

Es difícil hacer predicciones sobre la evolución futura de la lucha entre revolución y contrarrevolución. El proletariado español aprende de su derrota las enseñanzas consiguientes de su revolución, y ha visto como la burguesía de todos los Estados se ha unido contra él. De esta enseñanza las fuerzas que frenan el desarrollo revolucionario han hecho un fuerte uso. Tendrán que afrontar un futuro en el que el sentimiento de la impotencia se irá incrementando. Siempre se remarca que, sin la ayuda de la burguesía Franco no será derrotado. El gran significado de esta situación de parálisis es que puede generar ya nuevos estados de ánimo con los que profundizar en la comprensión de la situación. Los “bolcheviques-leninistas”, los trotskystas, los cuales constituyen la oposición contra la dirección oficial del POUM, la cual no esta de acuerdo con la política del Frente Popular, escribieron en un Manifiesto publicado el Primero de Mayo, bajo el epígrafe “Contra el fascismo y la reacción burguesa ¡La Dictadura del Proletariado!”, lo siguiente: “...El proletariado español, que conquistó el poder, no encuentra una solidaridad significativa del proletariado mundial en la actualidad. Los imperialistas democráticos apoyan España porque temen, que los trabajadores puedan conservar las armas, y dirigirlas contra la propia burguesía. Por el contrario, firmemente, el proletariado inglés podría aportar más ayuda si el proletariado del País Vasco actuase contra los nacionalistas católicos. Todo prescindiendo del hecho, de que la reacción vasca sabotea la lucha preparando un armisticio encima de los cuerpos de los obreros...´Sin revolución mundial estamos perdidos` decía Lenin. Esto es aún más válido para España; pero para llevar el proletariado mundial a la insurrección debemos avanzar con nuestro ejemplo. Para hacer romper al proletariado francés con la reacción es necesario liquidar antes la política de Frente Popular de nuestros líderes y contraponerle el Frente revolucionario de los obreros...”.

El desarrollo de la lucha de clases en España depende de su desarrollo en todo el mundo, pero también es verdad al contrario. La revolución proletaria es internacional e igualmente lo es la reacción. Cada acción del proletariado español encuentra su eco en el resto del mundo y cada explosión de la lucha de clases aquí, es un apoyo a los combatientes proletarios españoles.

En un momento donde el proletariado español se ve empujado atrás, su lucha no esta aún perdida es sólo una fase en la confrontación internacional entre capital y trabajo. Hay períodos de ascenso y de reflujo, sin embargo, la victoria del proletariado es segura. La obligación de los trabajadores revolucionarios es esta: han de mantener sin vacilaciones el objetivo de la liberación de su clase, sin perderlo de vista. Todo hay que subordinarlo a este fin.

Una de las primeras condiciones para el desarrollo de la lucha en el sentido proletario-revolucionario es que el proletariado consiga la conciencia de la necesidad de una lucha de clases autónoma. Para eso hay que desenmascarar la ideología de cada una de las organizaciones ligadas al Frente Popular y esto de un modo absolutamente necesario y prioritario. No obstante los obreros revolucionarios no tienen que olvidar nunca el carácter pernicioso de la política del Frente Popular. En este contexto hay que proceder a desenmascarar a la CNT y a la FAI, las cuales igualmente apoyan al Frente Popular y a la reacción burguesa.

La posición de la CNT ante los acontecimientos del 3 de Mayo

Los acontecimientos muestran, una vez más, la bancarrota de los principios anarcosindicalistas. En el mismo momento, en el que la lucha entre el proletariado y la burguesía se plantea claramente, la CNT quiebra abiertamente en los hechos. En el mismo momento del ataque conjunto de las fuerzas de la reacción, cuando los militantes de sus filas esperaban una clara respuesta al dilema, dejar las armas o no, la CNT se deja seducir por componentes políticos y con todo esto ayuda a romper la resistencia de los trabajadores. La CNT es uno de los principales culpables del sofocamiento del alzamiento puesto que en el momento en que el proletariado se ponía en marcha contra la reacción democrática lo desmovilizó. Esta posición de la CNT prueba la ruptura de esta organización con la lucha de clases revolucionaria y el reforzamiento de su complicidad con el Frente Popular y con la reacción capitalista.

Pero de todas formas hay que clarificar las causas por las que la CNT tuvo este comportamiento. Sería una casi desviación que fue aumentando, que la ha conducido a una vulgar “traición”, convirtiéndose en una fuerza contra la revolución obrera. Igualmente sería un gran error también la concepción, de que esta posición no estaría de acuerdo con la voluntad de la mayor parte de la clase obrera. Es precisamente al revés, la CNT se adaptó nada más a las aspiraciones de la gran masa de los obreros catalanes, que ciertamente querían acaudillar la lucha contra el fascismo y por su liberación hasta el final, pero que que no conocían suficientemente los problemas sociales, ni podían discernir la lucha revolucionaria del reformismo, la democracia burguesa de la proletaria, el capitalismo del comunismo. La CNT impulsó sus orientaciones gracias a las opiniones vacilantes e inmaduras del proletariado. E igualmente la conciencia no revolucionaria de los obreros los caracteriza como traidores de clase porque el miedo a Franco debilita su lucha contra la reacción “democrática”. Igualmente podían actuar contra las organizaciones, pero tenían  interiorizadas sus concepciones. Muchas son las razones y las causas que explican esta postura, no en sus resultados sino en sus raíces y es ahí donde hay que atacar. La CNT, que abarca millones de obreros, la única organización revolucionaria que abarca a toda España , la que el 19 de Julio prácticamente representa a la totalidad de la población obrera catalana, en realidad nunca ha sido una verdadera organización de clase. La CNT siempre había rechazado toda política categóricamente, condenando toda dictadura estatal y de partido, y ahora se hunde en los trapicheos de los Gobiernos y de los partidos políticos, naufragando como organización revolucionaria. La contradicción entre teoría y práctica parece acrecentarse pero sólo es superficial. Las críticas de los anarquistas extranjeros, para los cuales la CNT ha traicionado, no han pasado tal cosa. La CNT de ninguna forma podía comportarse con un absoluto desprecio efectivo por sus principios, tuvieron que encadenarse a las otras fuerzas combatientes.

Precisamente sus principios anarquistas, sus ilusiones, así como la organización que encarnaba la lucha de los trabajadores, contuvieron la preparación efectiva de una organización de clase y empujándolos al ejército de la burguesía, en donde encontraron su naufragio como organización de lucha de las clases revolucionarias.

El “Syndikalist” del 20 de Agosto de 1931, escribió “... Hay en el Comité Nacional de la CNT un número de luchadores que no creen que la CNT haya de permanecer en un estadio estacionario, hacía falta tomar la posesión de la dirección de la producción, desearíamos tener tiempo, mucho tiempo, para organizar mejor a la CNT...”.

Esta manifestación es característica de la totalidad del movimiento anarco-sindicalista hasta el día de hoy. A los ojos del movimiento anarco-sindicalista español el comunismo es un asunto de control de la producción por la CNT y de la dirección por los mismos sindicatos, y no por tanto la obra del conjunto de la clase obrera a través de sus propias organizaciones de Consejos.

Esta concepción posibilita que un sindicato en razón de circunstancias especiales permanezca combativo y no degenere en el reformismo, no por esto está menos en oposición a la realidad.

Aquí se encuentra la causa esencial por la que la CNT no desarrolló sus cometidos revolucionarios. Como esta concepción domina el discurso y la práctica de la CNT así como su impronta, destruye la realización de una política de clase, tal y como fue claramente manifestado con motivo de los hechos de Cataluña. Remitimos al Boletín de Información de la AIT en lengua alemana aparecido el 11 de Mayo de 1.937.

“...Tenemos que entender, no obstante, que ninguno de ambos sindicatos, CNT o UGT, está en situación, él solo, de cumplir esta tarea (la de dar pasos hacia formas concretas de libre socialismo). La UGT no puede imponerse a la CNT, pero tampoco es posible al contrario, ya que significaría una guerra civil. No pueden coexistir dos formas de producción una al lado de la otra. Los obreros, en las fábricas han encontrado la solución en la práctica del trabajo conjunto. Esto ocurre a gran escala. Cuando trabajamos por la construcción de federaciones de la industria y por la Alianza CNT-UGT, nosotros ponemos las bases para una nueva economía ibérica a partir de los diferentes experimentos sociales ocurridos hasta hoy, es la voluntad de nuestro pueblo...”.

La CNT, ve así la disolución de las diferencias entre socialdemocracia y anarquismo en un frente unitario de las organizaciones.  Sin embargo, los objetivos de ambas no pueden cambiar. ¿Qué política llevará este frente unitario, una socialdemócrata o una anarquista?. ¿ O variará entre ambas direcciones?. La socialdemocracia piensa en estos momentos “más revolucionarios” quizás en una nacionalización general de la economía, cuando en la práctica sabotea cada transformación de la vida económica. Los anarquistas están en principio por abolir el poder estatal y quieren llevar la producción bajo la dirección de los sindicatos, que piensan serían el punto cardinal de un poder obrero autónomo. Un compromiso entre tal  poder obrero y la socialdemocracia es, sin embargo, una cosa imposible. En caso de que un compromiso entre socialdemocracia y anarquistas existiese sin embargo es necesario que tenga otro carácter al que se ha dado antes. Y de hecho, es así. Significa nada más que otra serie de concesiones de la CNT a la socialdemocracia con subordinación a la “democracia” burguesa existente. La necesaria consecuencia de todo esto es que, los sindicatos, como que ahora disponen de un aparato más o menos burocratizado, que en poco tiempo se complementará con el incremento del aparato estatal, las bases obreras permanecerán completamente alejadas y desaparecerán como un lastre superfluo. Así aparece el compromiso entre socialdemocracia y anarquismo, no como un acuerdo entre CNT y UGT, sino como una completa victoria de la socialdemocracia y la burguesía. Pero la CNT esto no lo podía comprender. En su opinión ya es socialismo cuando los sindicatos toman la dirección de la producción. ¿ Para qué tenemos que preocuparnos sobre las diferentes tendencias políticas?. La producción bajo la dirección común de los sindicatos es al mismo tiempo el inicio del fin de la revolución. Esta es su concepción del comunismo. Todo lo demás es un asunto de carácter técnico y nada más. La discusión política sería perpetua pero la unidad con todos los políticos no se pone en duda ¡ Dirección conjunta de los sindicatos!, ¡ Solo cuando los socialdemócratas lo quieran, todo está en regla!. Después los hechos resolvieron contra los anarquistas de forma horrorosa.

Los anarquistas no comprenden que el poder de la clase revolucionaria no es otra cosa que dictatorial. Seguro que es necesaria la unidad de la clase obrera, pero precisamente la claridad de los compromisos de las organizaciones evita la realización de la unidad de la clase revolucionaria. No es posible ninguna unidad entre las concepciones socialdemócratas, que dejan el poder en manos del Estado burgués, mientras los obreros intentan armarse. Cada olvido lleva al retroceso, y estas concepciones revolucionarias toman la consigna: “Todo el poder al proletariado”, como punto de partida. Cuando la clase obrera está organizada en una lucha revolucionaria, entonces pasa que, se entrega el poder a un Gobierno del Frente Popular aunque se deje el armamento, pero todos los poderes los ejerce el primero.
Las organizaciones, los partidos así como los sindicatos materializan las diferentes corrientes políticas que existen en la clase obrera y están ligadas al capitalismo y dirigidas por la política de la burguesía. Y en la lucha revolucionaria se coloca a los obreros frente a nuevos problemas, sin duda. Tales problemas sólo se pueden solucionar sobre las bases de las reivindicaciones del momento, e implica una gran transformación de los cerebros de los obreros, las antiguas organizaciones en la lucha de ideas llevan una lucha por solidificar dogmas, abortando la renovación espiritual de los trabajadores. También por eso los trabajadores deben deshacerse de ellas, puesto que amenazan la revolución tanto mediante ideas como a través del flujo material. En vez del compromiso entre la CNT y UGT es válido poner la consigna “Todo el poder a los Consejos Obreros”. Los obreros tienen que ejercer su poder inmediatamente, no dejarse engañar por una burocracia, que cada vez más les resulta ajena. Su liberación espiritual de los brazos del capitalismo puede ser así mismo sólo su propia tarea. Esta no puede realizarse de ninguna manera mediante componendas y pactos entre burócratas.
Estos motivos son trascendentales para las organizaciones revolucionarias, porque rompen la influencia paralizante de las viejas organizaciones. Transforman la lucha de las organizaciones en una lucha de concepciones que no podrán por más tiempo dejar de criticar su origen, sino su valor exclusivo para la revolución. Encarnan allí mismo, donde aparecen insuficiencias, el espíritu de la lucha de la liberación del proletariado.

“...Con clara conciencia de las circunstancias del momento la CNT renuncia a una rápida realización de su objetivo propio, el comunismo libertario. No obstante, se ponen las bases para una colectivización de las grandes y medianas empresas a manos de los sindicatos obreros y por el reemplazamiento progresivo de las antiguas instituciones del Estado por nuevos órganos económicos y políticos y culturales bajo el control de los sindicatos obreros. La CNT ya antes del 19 de Julio lo tenía claro, que estas tareas no las podía realizar sola, explicó que para conseguir estos objetivos actuales el medio era la alianza revolucionaria entre los sindicatos anarquistas y socialistas. De este criterio participa la CNT. Aunque la UGT no existiese en Cataluña hasta después del  19 de Julio y se convirtiese en sitio de refugio seguro de las capas retrasadas de trabajadores y del conjunto de la pequeña-burguesía...” (del mismo boletín).

“...Vemos las cosas tal como son, sin anteojos, sin prevenciones doctrinarias. Se trata de una revolución y no de una estudiada discusión en torno a este o ese principio. Los principios no deben ser severos mandamientos, sino formas manejables para el vencimiento y la confrontación  de la realidad. ¿Garantiza nuestra plataforma  la realización del Comunismo Libertario en el momento de la revolución?. Seguramente no. Pero garantiza la ruptura del capitalismo y la aniquilación de su apoyo, el fascismo. Garantiza la construcción de un régimen proletario, democrático y sin explotación y privilegios de clase y una puerta ancha para una sociedad libre en el más amplio concepto...” (Boletín en alemán de la AIT, 11 de Mayo de 1.937).

Aquí alcanzan las confusiones anarquistas su punto más elevado. De las que son conformes ahora la CNT o la AIT. ¿Las perspectivas concretas de esta lucha?. No el comunismo libertario, sino el aniquilamiento del capitalismo, la construcción de un régimen democrático-proletario sin explotación ni privilegios de clase. ¿Pero cuando esto no es aún el comunismo libertario, qué es sino?.

Nosotros siempre mantuvimos la opinión, de que con la superación del modo de producción capitalista y la abolición de la explotación en conexión con la realización de la democracia proletaria, sería realizado el comunismo. Aparentemente estamos extraviados. ¿O- debía la CNT- entender como algo diferente la democracia proletaria, la abolición de la explotación?. En vista de la práctica la respuesta no es difícil. Por realización de esto la AIT había señalado un programa mínimo, que podemos reconocer en la práctica actual.

¿ Democracia proletaria? : es la vulgar representación proporcional de los sindicatos en el Gobierno, así como el impedimento de la unidad revolucionaria a través de una unidad aparente. La representación mediante el compromiso y la lucha de la concurrencia de las fracciones de opinión.

¿ Abolición del capitalismo? :  es la vulgar expropiación de los capitalistas pero sin que resulte el poder económico sobre las empresas en posesión de los trabajadores.

¿ Abolición de los privilegios de clase? : las organizaciones obreras deben tomar el sitio en el Gobierno al lado de los burgueses mientras permanecen las rentas de los propietarios desocupados.

¿ Abolición de la explotación? : significa la mera abolición de los capitalistas privados, entregándose la dirección de la producción a los sindicatos.

Ya que los sindicatos son sin embargo organizaciones burocráticas en las que la influencia de los obreros está descartada   y, cuya práctica se ha mostrado también en España con insistencia (ver también Rätenkorrespondenz nº 21), significa esto que los obreros entregan el derecho a determinar el producto y los medios de producción en manos de una organización burocrática que les es ajena. Implica que delante de los obreros se sitúa una capa dominante que dispone de la producción y distribuye a su libre albedrío. Significa que los obreros, en vez de por los capitalistas privados, serán explotados por la burocracia sindical. De aquí será necesario constituir una nueva dominación estatal, ya que hasta ahora ninguna explotación puede existir sin Estado.

Estos son pues los puntos prográmaticos de cómo actúa la CNT en casos concretos. Cuanto este es su programa mínimo, después tienen ciertamente razón cuando opinan que no es comunismo libertario. Pero entonces también es un grave error cuando sostienen que es una puerta abierta hacia el comunismo libertario.

Capitalismo y comunismo son ideas, que la CNT aparentemente no puede diferenciar bien. Todo su proceder lleva la marca de esta impotencia. Proclaman por doquier la “democracia proletaria”. Y por esto proclama el frente único con UGT, sobre la que escribe lo siguiente: “... En Cataluña no había existido antes y después del 19 de Julio. Se incremento al convertiste en sitio de refugio, hasta cierto punto, de capas de trabajadores y del conjunto de la pequeña-burguesía. ...”

¡ Con la ayuda de esta organización se quiere construir la democracia proletaria, destruir el capitalismo, abolir la explotación y derogar las clases ¡.

“... La pequeña y media burguesía que permanecen en el país, los políticos profesionales, los parlamentarios, las organizaciones de trabajadores empleados reformistas y sobre todo los comunistas dirigen sin embargo una política, siempre activa, de restauración de las antiguas relaciones. El corrupto parlamentarismo burgués fue puesto como ideal para el pueblo combatiente antifascista. Una gran ofensiva contra los comités revolucionarios tiene lugar, los cuales, compuestos por la CNT y la UGT, o por ambos sindicatos y por los partidos antifascistas, han tomado posesión de todas las funciones esenciales de la vida pública...”.

La contrarrevolución, abarca a los restos de la burguesía, políticos de profesión, parlamentarios, funcionarios de las organizaciones reformistas, comunistas, así como a Esquerra, PSUC, UGT, comprende en suma a quienes están presentes en los comités y pertenecen a los sindicatos y partidos, igualmente como Esquerra, PSUC, UGT y la CNT-FAI.

¿ Cómo es que están igualmente con los estalinistas, socialdemócratas y burgueses?. ¿Son revolucionarios o contrarrevolucionarios?. Aparentemente son revolucionarios en los comités y contrarrevolucionarios en el Gobierno. Y no obstante, siguen en ambos sitios la misma política...

Es por lo demás bastante conocido, que las perpetuas concesiones de los anarquistas que han hechos a las direcciones y organizaciones y que harán, los califica de contrarrevolucionarios: “...La CNT... sacrificó a la unidad antifascista muchas reivindicaciones, lo que fue considerado por muchos trabajadores revolucionarios como algo inaceptable. Las masas de la CNT conservan la disciplina y se muerden los dientes...” (ver boletín citado anteriormente).

Los anarquistas entregan en interés de la unidad una de sus posiciones más importantes sin precio y perdiendo el enlace con el proletariado mundial. Todo esto a favor de esa “unidad” que no podía existir más que con la derrota absoluta del proletariado combatiente. Y esto mientras los mismos anarquistas explican que: “...Para los trabajadores revolucionarios de España tiene la defensa contra el fascismo sentido sólo si va simultáneamente ligada a la lucha contra el sistema capitalista...” (ver boletín citado).

Pero tenemos que repetirlo, la oposición entre estas declaraciones es solo aparente. En realidad sostiene la armonía por la cual capitalismo y comunismo, revolución y reformismo tenían antes un significado diferente del que tienen para nosotros. Para ellos la revolución no es nada más que la toma de posesión por la CNT y el comunismo nada más que la dirección de la producción por los sindicatos. Hasta situados en esta escala, después la CNT retrocederá sólo al carácter razonable de insignificantes concesiones en tanto que representa en realidad una completa capitulación ante la reacción.

La posición de la CNT durante los episodios de Mayo

Después de lo expuesto el comportamiento de la CNT durante los días de Mayo no puede suscitar ninguna extrañeza.

Recordemos el penetrante manifiesto de la Juventud Ibérica Libertaria contra la política del Frente Popular que contiene la agudeza del pueblo español. Aquí se trata de una parte del movimiento anarquista que se encuentra en medio de una lucha revolucionaria y que se encuentra trastornado por la contraposición entre revolución y contrarrevolución. A la CNT oficial le pasa todo lo contrario, se convierte en el transcurso de los meses en una parte del aparato de gobierno. Sus comités son parte del Estado. Sus hombres se sientan en los ministerios y otras partes del Ejército. Pero no se sientan allí (naturalmente) como ejecutores de la voluntad de los obreros sino del régimen imperante. La crisis de Gobierno en Cataluña, el nombramiento de un general del Gobierno central como comandante de las tropas de milicias catalanas, el intento de ocupación de la central telefónica tenía para ellos sólo el significado de incidentes. Resistieron esos intentos y aprobaron la resistencia para convertirse de esa manera en capitalizadores de la resistencia a esas medidas; pero no fueron más allá porque no lo podían controlar, porque estas medidas eran sólo acciones parciales en el contexto de un intento a gran escala de la burguesía, de proceder al desarme de la clase obrera. Los anarquistas conservaron su “buen sentido” relevando a los “provocadores” aislados de sus funciones y fueron sustituidos por otros oficiales con objeto de conservar el Orden. Y  ya llamó la CNT a sus partidarios a paralizar todas las acciones.  El incidente fue por ellos olvidado, la contrarrevolución había vencido. Sin embargo, finalmente parece que la CNT no ha aprendido nada.

“... Estamos autorizados, a explicar, que  ni la CNT  ni la FAI. No obstante como cualquier otra organización responsable se habrían descolgado, a romper la unidad del frente antifascista o de cualquier intento de acometerla...”.

Los sindicatos y las organizaciones anarquistas trabajan siempre con lealtad, como hasta ahora, con todos los sindicatos y sectores políticos del frente antifascista conjuntamente. Prueba de esto es que, la CNT colabora ampliamente con el Gobierno de la República así como con la Generalitat de Cataluña, así como en todos los municipios. Cuando fue provocado el conflicto de Barcelona, tenía la CNT a nivel regional y del conjunto del país todo a ganar, pero actuaron tan rápidamente como fue posible para desarticular el conflicto. Al segundo día del conflicto llegaron a Barcelona, el secretario del Comité Nacional de la CNT y el Ministro de Justicia, así como un conocido miembro de la CNT, apelando por todos los medios posibles a cesar la lucha entre hermanos. Fuera de los pasos que se emprendieron junto con los otros sectores políticos,  dirigieron a la población de Barcelona razonamientos que todo el mundo ha oído. Se les ha de reconocer que sólo hablaron de seriedad y voluntad en la unidad de acción contra el enemigo común: el fascismo.

El secretario del Comité Nacional, María Vázquez dijo en su discurso en el micrófono de la Generalitat del 4 de Mayo lo siguiente “... Tenemos que cesar con lo que aquí ocurre. Tenemos que cesar porque nuestros camaradas en el frente saben, que tenemos que tener delante de los ojos las realidades del momento actual y, porque saben, que nosotros nos entendemos los unos junto a los otros. En ningún momento se debe dar este sentimiento de inseguridad en la retaguardia, no debemos dar ninguna esperanza al fascismo. ¡Deponed el fuego camaradas!. Pero nadie puede aprovecharse de la tregua, ni conquistar posiciones. Estamos reunidos aquí y mientras discutiremos lo que es necesario, pero encontraremos una solución, un acuerdo entre todos ya que es esta nuestra obligación. Porque el sentido de conservación nos empuja a la responsabilidad, y en torno a estos puntos todas las fuerzas antifascistas tenemos que llegar a un acuerdo en la Generalitat. Estamos aquí reunidos y en especial el Comité Ejecutivo de la UGT y el Comité Nacional de la CNT, que hemos llegado con la mayor rapidez, y encontramos una situación difícil en Barcelona, y por ello debemos llegar a un acuerdo para finalizarla. Hemos de encontrar un punto común, para eso se ha hecho el alto el fuego, sin el cual, solo nuestro enemigo común, el fascismo, puede tomar ventaja..” (Del mismo número 44 del Boletín de la AIT).

“¡Deponed el fuego camaradas!” , Así habló el presidente anarquista desde el edificio de la Generalitat, que los revolucionarios anarquistas iban rodeando. “! Deponed las armas!”. Ya discutiremos mientras acordamos una componenda entre la revolución y la contrarrevolución.

La prensa confederal ha lanzado varios llamamientos a la vuelta al trabajo. Desde la radio daban indicaciones a los sindicatos y los comités de defensa no hacían más que llamamientos a la responsabilidad y la pacificación de los espíritus.

Un ejemplo más de que la CNT no quería romper la unidad antifascista, fue que posibilitó la formación de un nuevo Gobierno catalán el 5 de Mayo, Gobierno en el que participaba el mismísimo secretario regional de la CNT.

Estamos facultados para explicar, posteriormente, que la CNT y la FAI, en ningún caso responderán a la violencia abierta, aunque sea rompiendo acuerdos con el Estado y la Generalitat. En ningún sitio puede caer un miembro de la CNT en responder al “primer tiro”.

Los hombres responsables de la Confederación situados en la cúspide de la Conselleria de Defensa, han dado ordenes al conjunto de fuerzas que dependen de la Consellería , de que en forma alguna tomen parte en el conflicto. Tomando medidas además para asegurarse del cumplimiento de dichas ordenes.

Los camaradas responsables de los comités de defensa confederales de la CNT y la FAI, han dado la consigna de que nadie se alejara de los distritos y que nadie debe responder a las provocaciones. Las órdenes fueron hechas cumplir por todas partes.

El Comité regional de la CNT-FAI ha generalizado la consigna de que en toda Cataluña nadie puede moverse ni puede perturbar el orden en sitio alguno.

Como hemos visto la vida normal fue restablecida, fueron la CNT y la FAI los primeros en llamar a la colaboración, los primeros que dieron la consigna de parar los combates. Como el Gobierno central acordó tomar el orden público en sus manos, fue la CNT la primera en poner a su disposición las fuerzas con las que contaba. Tal como acordó el Gobierno central se enviaron fuerzas hacia Barcelona, mientras se disolvían las patrullas de control para debilitar a la CNT. Fue esta de nuevo la primera en facilitar la marcha por las comarcas catalanas de las fuerzas del Gobierno y posibilitando que estas llegaran a Barcelona (véase el nº 44 del Boletín de la AIT).

¡ Democracia obrera!. La consigna de la CNT. Se garantiza su programa mediante la alianza con la UGT. ¿Pero cual es la realidad?.

Conferencias de Ministros, llamamientos a finalizar el combate, prohibición de la libertad de movimientos a los obreros, favorecer el transporte de las tropas hacía Barcelona, limitación de la acción de las patrullas de control. Y los obreros tienen que obedecer las consignas de Vázquez y del señor Largo Caballero y sus acuerdos mutuos. Y después ¡Obediencia!. Ninguna oposición, y en ningún caso lucha. Ninguna discusión. ¡Así defiende la CNT la democracia obrera!. ¡Así defiende la revolución!. Pero de nuevo esta es la consecuencia lógica de la evolución entera de la CNT, y de sus concepciones. Significa, así mismo, democracia obrera. ¡Es más que representación paritaria de las organizaciones!. Entonces hay que salvar el compromiso con la UGT a toda costa. El secretario general de la CNT, Vázquez, llamó a acabar la lucha. Puesto que el personifica al proletariado catalán, ¿qué quieren aún más los obreros?. Sus representantes discuten con Largo Caballero, ¿no es eso la mejor garantía  del respeto a sus derechos?. Los obreros de Cataluña podéis ir tranquilos a vuestras casas, Vázquez salvara tanto la democracia como la revolución.

Un día después apareció el Boletín del 11 de Mayo, del cual ya hemos tomado algunas citas pues en cierta forma dan otra impresión de los acontecimientos, mientras en el mencionado manifiesto de la CNT-FAI, estas organizaciones cierran filas en la solidaridad mutua, escribe el boletín de la AIT del 11 de Mayo: “...El 3 de Mayo prueba de nuevo, en Barcelona, lo que es el anarcosindicalismo catalán. Como el 19 de Julio, así fue realizada también en  estos días una movilización total de la población obrera. Este momento fue un plebiscito en las calles. Todos los barrios obreros de la ciudad, todos sin excepción, fueron convertidos en un abrir y cerrar de ojos en bastiones de la CNT. Los distritos de las masas proletarias de Barcelona están con la CNT, hoy como siempre...”.

Una vez más fue suministrada la prueba de que los anarcosindicalistas son incapaces de ver a la lucha de clases como lucha de clases. Los episodios son presentados como una mera lucha por esta o aquella organización. Aunque ellos mismos constatan que: “...En aquellas partes de la ciudad en donde existen cuarteles y puestos de guardia de la policía y de las milicias republicanas y marxistas, se pusieron o bien de lado de los obreros como la policía en Sants y Sant Gervasi o bien declarando su neutralidad como los soldados del cuartel comunista de Sarriá ...La antigua policía, los marxistas y los republicanos por el contrario conservaron la posesión de los barrios burgueses y de la ciudad antigua, donde se sitúan las autoridades ...” (Del mismo Boletín).

Las consecuencias de la liquidación

La CNT ha ayudado a liquidar la lucha en Barcelona por todos los medios. Se lee como la AIT sentencia las consecuencias de la liquidación, en el ya mencionado Boletín.

“...La noche del 5 de Mayo fue formado el nuevo Gobierno catalán. Se compone de representantes de la CNT, la UGT, de la Esquerra burguesa y de los rabassaires. Después de que se impusiese el alto el fuego y deshechas las barricadas, en buena parte por ordenes de los comités de la CNT, el Gobierno de Valencia tomó la iniciativa. Van en marcha hacia Barcelona 5000 hombres de la Guardia de Asalto, que deben sustituir a la hasta ahora policía catalana. Tal y como prevé el Estatuto de Autonomía de Cataluña, en caso de disturbios interiores, toma el Gobierno central además, provisionalmente el control del Orden público. El Consejero Aiguadé y el jefe de la policía Rodríguez Salas son depuestos de sus funciones. Los enemigos visibles de la revolución obrera, por la preservación  del “Orden Público”, igual significado tenía la exterminación de la CNT. Y la FAI es neutralizada. Valencia asumió nuevas responsabilidades en Orden Público, como ahora poner bajo su control las fuerzas de policía y las patrullas de control antifascista, asegurándose que éstas cumplan su misión de forma imparcial. Las próximas semanas nos lo mostrarán...”. 

Una reivindicación anarquista dice “Los trabajadores nombraran a sus comandantes ellos mismos”. Ahora en realidad los comandantes nombrarán a sus subordinados. Nos deja pues sorprendidos ver como cumplían con sus cometidos imparcialmente, ellos, sin embargo, han prometido (¿Aiguadé y Salas quizás, no?). “Las semanas siguientes nos lo mostrarán”. Pero ya el 6 de Mayo nos lo han indicado. De la misma pagina en el mismo Boletín leemos:

“...Sin embargo después que CNT y UGT, en la mañana del 6 de Mayo hacen un llamamiento conjunto a la reanudación del trabajo, comunistas y policías asaltaron el sindicato de la piel arruinando el acuerdo global. Otros sindicatos, como Sanidad y distribución fueron igualmente atacados y del cañoneo resultaron casi destruidos. Fueron desarmados y detenidos compañeros de la CNT-FAI en gran cantidad en la ciudad vieja. Sin embargo como el resto de todos los antifascistas estaban autorizados a llevar armas. En los barrios obreros iban los obreros armados actuando enérgicamente contra las fuerzas policiales que se habían situado contra los obreros. Así se da por ejemplo que cae en manos de la CNT después de fuerte combate un cuartel de la Guardia Civil y 400 policías. Se encontró en el cuartel insignias fascistas y monárquicas. No obstante fueron tratados humanamente los prisioneros y se retuvieron los policías hasta dejarlos en libertad con el alto el fuego...”.

Para estos mercadeos de la CNT solo hay un adjetivo, criminal. Los obreros, que asaltaron los cuarteles de la reaccionaria Guardia Civil, no actuaron seguramente para ponerlos en libertad. Habían entregado los policías confiando en la CNT y esta ¡libera de nuevo a los fascistas y monárquicos armados! .

¿ Era esto quizás el precio pagado por sus poltronas ministeriales? ¡ Al mismo tiempo, militantes de la CNT eran arrestados en masa!. Y este hecho aparece para la CNT como secundario ya que esperan que las “. Siguientes semanas aguardan a conocer la lealtad de los nuevos comandantes...”. ¿No es esta la posición que la burguesía agradece a la CNT? Y, ¿ no ha perdido demasiado la clase obrera con ella?.

La explicación para este comportamiento deplorable es el miedo a Franco. El miedo a Franco lleva a la CNT a entregar a la clase obrera a la “Democracia”, la cual quiere acabar con la lucha contra Franco mediante un compromiso. Esta “democracia” que escatima armas para el frente de Aragón, que arroja a los trabajadores revolucionarios a la prisión y ampara a los traidores de Málaga. Es esta “democracia” la que forma de nuevo a la reaccionaria Guardia Civil y toma a los espías fascistas bajo su protección. Y a esta “democracia”, los aliados del capitalismo internacional, quieren entregar el poder por miedo a una victoria de Franco. Ella no es más que la materialización de la contrarrevolución, vosotros los trabajadores tenéis que oponeros tanto a ella como a Franco, de lo contrario seréis entregados a la más negra reacción. Sólo hay una esperanza y una posibilidad para la clase obrera, la lucha incondicional contra el fascismo y la reacción. ¡¡ Esto lo ha olvidado la CNT!!.

En el Boletín número 45 de la AIT se ha hecho un importante descubrimiento sobre el carácter del Gobierno “....Ya desde hace meses se hace ostensible, que las mayores organizaciones obreras (CNT+UGT) están descartadas de la dirección de los asuntos públicos. La contrarrevolución encubierta lo pidió y las potencias extranjeras, de las que es servidora la contrarrevolución, lo han llevado a término. La contrarrevolución encubierta lo pidió, y la CNT lo discutió y lo obedeció.

El antifascismo español naufraga sin rumbo ni timón, es triste pero lo tenemos que decir en voz alta. Un montón de beneficiarios de esta situación quieren dar un golpe de timón a la derecha y que tan rápidamente como sea posible se llegue a un determinado armisticio, que no sería la victoria sobre le fascismo...” (Boletín nº 45).

La CNT que siempre ha sostenido que “representa al pueblo catalán real y al antifascismo autentico” reconoce pues su impotencia, cuando el antifascismo español ha perdido el rumbo y el timón. Entonces significa más que nada que la CNT no ha estado a la altura de las circunstancias, que es incapaz de cumplir las tareas que se había propuesto.

“ ...Se quiere que el futuro de España, el futuro del proletariado, que su sangre vertida en el combate, sea malvendido. Malvendido conjuntamente con la democracia internacional y el fascismo internacional. Pero el proletariado no se ha batido en la lucha por la defensa de una República democrática falsificada, sino por la victoria de la revolución, por una nueva vida, por la transformación moral y económica del país. La contrarrevolución no podía tolerar la marcha de las masas por más tiempo, ya que estas están dispuestas a luchar con valentía , sólo para sí, pero desconfiando de los que verdaderamente sólo quieren un retorno al pasado. Aquí  reside la clave para la comprensión de los hechos de Barcelona, la principal ciudad del proletariado revolucionario español...” (Boletín nº 45).

¿ Y quien ha ayudado a arrinconar la marcha de las masas? : ¡¡¡ La CNT ¡!!.

Pero también ahora, donde el fiasco de la postura mantenida por la CNT es ostensible, no puede volver atrás en el camino recorrido hasta ahora. Todo su aparato organizativo está ahora colocado en el intento de administrar los medios de la vida económica de los sindicatos. Esto no lo puede dejar ir. Aquí está la causa de que la CNT también ahora mantenga la consigna del trabajo conjunto con la UGT. “...Ahora todo con la Alianza CNT-UGT. Ahora: ¡Obreros de España, Unios!...”. (Boletín nº 45).

Por supuesto, unios, pero no en la alianza CNT-UGT, eso ¡sería la alianza con la contrarrevolución!.

¡El anarcosindicalismo ha mostrado toda su incapacidad!

La Conferencia de París

El 6-7 de Marzo se ha realizado en París una Conferencia de grupos de Izquierda Comunista. Entre las delegaciones de los ocho grupos representados se encontraba también un representante del G.I.C.

El propósito de la Conferencia era el de desarrollar una discusión sobre las dos cuestiones esenciales del Movimiento Obrero. La primera efectuar una clara valoración de los acontecimiento de España y, la otra cuestión puesta sobre la mesa, examinar las posibilidades de un trabajo internacional conjunto de la Izquierda Comunista.

En los dos días de la Conferencia no pudieron tratarse estos dos problemas a fondo por falta de tiempo.

Fue la cuestión de España la que, sin embargo, reclamó la mayor parte del tiempo. Un camarada que tomó parte desde el inicio de los acontecimientos sobre el terreno, dio un buen resumen de la marcha de los hechos. En la discusión siguiente se hicieron palpables una serie de discrepancias sobre las cuestiones esenciales de la táctica de un partido revolucionario ante tal situación dada.

Ciertamente, podemos establecer, que la mayoría de los presentes han alcanzado ya unas concepciones coincidentes (por ejemplo sobre la cuestión de Rusia). Sin embargo, permanecen grandes puntos de desacuerdo aún, como los que se pudieron constatar en la Conferencia. Se acordó por eso, preparar la edición de un órgano de discusión internacional.

Una resolución sobre los acontecimientos españoles no se pudo aprobar en la misma Conferencia, sino que se remitió más tarde a todos los participantes. Se puede decir, que de una buena valoración de las posiciones, una buena parte se refiere al objetivo de un partido revolucionario. Nuestro grupo no ha hecho este planteamiento. En caso de que compañeros estén interesados en conocer el contenido del proyecto de resolución se lo podemos hacer llegar.

¿Y cual fue la respuesta de la Conferencia?. Hoy podemos decir que las expectativas que nos habíamos marcado no se han cumplido. Fuera de la Resolución, tal como nos fijamos, no se han alcanzado, no se han trabajado las condiciones para el inicio de una discusión internacional. El planeado “Boletín de discusión internacional” no ha visto la luz hasta este momento, ni tampoco se ha entrevisto. Es más, ni tan sólo se han expuesto cuales serán los criterios básicos. Sólo nos queda esperar, que los contactos personales hechos en París den sus frutos.

Rätekorrespondenz nº 22 (Junio de 1937) G.I.C.

4.Crítica del libro EXPECTATIVAS FALLIDAS

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Queremos comentar el libro EXPECTATIVAS FALLIDAS (ESPAÑA 1934-39) aparecido en otoño de 1999. El libro recoge diversas tomas de posición de la corriente comunista de los consejos sobre la guerra del 36. Se trata de textos de Mattick, Korsch y Wagner. Se incluye un prólogo de Cajo Brandel, uno de los miembros del comunismo de los consejos que todavía vive.

No vamos a hablar aquí de esta corriente política del proletariado que, continuadora del combate del KAPD, Pannehoek etc. en los años 20 contra la degeneración y paso al capital de los antiguos partidos comunistas, prosiguió su lucha en los años 30, en lo más negro de la contrarrevolución, defendiendo las posiciones del proletariado y haciendo valiosas aportaciones al mismo

Como combatientes de la Izquierda Comunista nos alegra que se publiquen documentos de esta corriente. Sin embargo, Expectativas fallidas es una selección “muy selectiva” de los documentos del comunismo de los consejos sobre la guerra de 1936. Recoge los textos más confusos de esta corriente, los que más concesiones hacen a la mistificación “antifascista” y los que son más proclives a las ideas anarquistas. Mientras documentos del Comunismo de los Consejos denuncian el alistamiento que estaba sufriendo el proletariado en una matanza imperialista entre bandos burgueses enfrentados, los textos que aparecen en el libro transforman la masacre guerrera en “tentativa de revolución proletaria”. Mientras textos del GIK denuncian la trampa del “antifascismo” los documentos del libro son muy ambiguos en relación a ese planteamiento. Mientras hay tomas de posición del Comunismo de los Consejos que denuncian claramente a la CNT como fuerza sindical que ha traicionado a los trabajadores los textos del libro la tratan como organización revolucionaria.

Uno de los responsables de la recopilación, Sergio Rosés, señala en la página 152 que «El consejismo, o mejor dicho los consejistas, son, a grandes rasgos, un conjunto heterogéneo de individualidades y organizaciones situadas al margen y frente al leninismo que se reivindican del marxismo revolucionario». Sin embargo, da la casualidad, que de ese “conjunto heterogéneo” se ha publicado lo peor de lo escrito sobre la matanza de 1936.

No es nuestra intención hacer un juicio de valor sobre las pretensiones de los autores de la selección. Lo que resulta claro es que el lector que no conozca a fondo las posiciones del Comunismo de los Consejos se hará una idea bastante sesgada y deformada de su pensamiento político, lo verá como próximo a la CNT y como sostén crítico de la supuesta “revolución social antifascista”.

Por eso, objetivamente considerado, el libro aporta agua al molino de la campaña anticomunista que desarrolla la burguesía. Existe un anticomunismo burdo y brutal en el que se inscriben libelos como el Libro Negro del Comunismo. Pero hay otra faceta de la campaña anticomunista más sofisticada y sutil, dirigida a elementos proletarios que buscan las posiciones revolucionarias y frente a los cuales esos discursos tan grotescos tienen un efecto contraproducente. Esta consiste en revestir el anticomunismo con un planteamiento revolucionario, para lo cual, de un lado, se promociona el anarquismo como alternativa frente al marxismo supuestamente en bancarrota, y, por otra parte, se opone el “modelo” de la “revolución española de 1936” al “golpe de Estado bolchevique” de Octubre 1917 . En esta orientación política las inclinaciones y simpatías de una parte de la corriente consejista hacia el anarquismo y la CNT vienen como anillo al dedo pues como dice Sergio Rosés «y finalmente – y esto es un rasgo que los diferencia de otras corrientes de la izquierda marxista revolucionaria -, consideración de que en el curso de esta revolución el anarquismo español ha demostrado su carácter revolucionario, “esforzándose en convertir el lenguaje revolucionario en realidad” según sus propias palabras» (página 153).

Pese a los esfuerzos de denigración sistemática del marxismo, los elementos jóvenes que buscan una coherencia revolucionaria acaban encontrando insuficiente y confusa la alternativa anarquista y se sienten atraídos por las posiciones marxistas. Por ello, otra faceta importante de la campaña anticomunista es presentar el comunismo de los consejos como una especie de “puente” con el anarquismo, como una “aceptación de los puntos positivos de la doctrina libertaria” y, sobre todo, como un enemigo acérrimo del “leninismo”.

El contenido de Expectativas fallidas apunta indiscutiblemente en esa dirección. Pese a que Cajo Brendel en el prólogo del libro insiste en la diferencia neta entre Comunismo de los Consejos y anarquismo, añade, sin embargo que: «Los comunistas de los consejos ... señalaron que los anarquistas españoles eran el grupo social más radical, que tenía razón al mantener la opinión de que la radicalización de la revolución era la condición para vencer al franquismo, mientras que los “demócratas” y los “comunistas” querían retrasar la revolución hasta que el franquismo fuera derrotado. Esta divergencia política y social ha marcado la diferencia entre el punto de vista democrático y el de los comunistas de los consejos» (página 10).

Al tomar posición sobre Expectativas fallidas queremos combatir esa amalgama entre anarquismo y comunismo de los consejos que supone una especie de OPA hostil sobre una corriente proletaria: se está fabricando una versión deformada y edulcorada de la misma, explotando sus errores más serios, para de este modo ofrecer un sucedáneo del marxismo con el que confundir y desviar a los elementos que buscan una coherencia revolucionaria.

Nos parece importante defender esta corriente. Para ello ante un tema de la repercusión de España 1936 queremos criticar sus confusiones, evidentes en los textos aparecidos en Expectativas fallidas, pero, al mismo tiempo, queremos resaltar las posiciones justas que supieron defender los grupos más claros de la misma.

¿Una revolución antifeudal?

Para atar de pies y manos al proletariado en la defensa del orden capitalista, socialistas y estalinistas insistían que España era un país muy atrasado, con importantes lacras feudales, por lo que los trabajadores debían dejar por el momento toda aspiración socialista y contentarse con una “revolución democrática”. Una parte del comunismo de los consejos compartía también esa visión, aunque rechazaba sus consecuencias políticas.

Hay que señalar de entrada que esa no era la posición del GIK que afirmaba con nitidez que «la época en que una revolución burguesa era posible ha caducado. En 1848, se podía aplicar todavía ese esquema pero ahora la situación ha cambiado completamente ... No estamos ante una lucha entre la burguesía emergente y el feudalismo que predomina por todas partes, sino todo lo contrario, la lucha entre el proletariado y el capital monopolista» (marzo 1937).

Es cierto que la corriente comunista de los consejos tenía una gran dificultad para discernir esta cuestión pues en 1934 el propio GIK había adoptado las famosas Tesis sobre el Bolchevismo, las cuales para justificar la identificación de la Revolución Rusa como revolución burguesa y la caracterización de los bolcheviques como partido burgués jacobino se había apoyado en el retraso de Rusia y el peso enorme del campesinado.

Al adoptar tal posición el comunismo de los consejos se inspiraba en la postura adoptada por Gorter en 1920 que en su Respuesta a Lenin había diferenciado dos grupos de países en el mundo: los atrasados donde sería válida la táctica de Lenin de parlamentarismo revolucionario, participación en los sindicatos etc. y los de capitalismo plenamente desarrollado donde la única táctica posible era la lucha directa por el comunismo (ver página 126 de la edición francesa de nuestro libro sobre la Izquierda holandesa). Pero, ante los hechos de 1936, mientras el GIK había sido capaz de poner en cuestión esa posición errónea (aunque desgraciadamente de manera implícita) otras corrientes consejistas, justamente todas las que se recogen en Expectativas fallidas, seguían atadas a ella.

La España de 1931 facilitaba desde luego caer en esa visión: la monarquía recién derribada se había distinguido por una corrupción y un parasitismo crónicos, la situación del campesinado era estremecedora, la concentración de la propiedad de la tierra en unas pocas manos entre las que se distinguían los famosos 16 Grandes de España y los señoritos andaluces, la persistencia en regiones como Galicia o Extremadura de prácticas feudales ...

Un análisis de la situación de un país en sí misma puede llevar a distorsionar la realidad. Es necesario verla desde un punto de vista histórico y mundial. La historia muestra que el capitalismo es perfectamente capaz de aliarse con las clases feudales y de establecer con ellas alianzas prolongadas en las diversas fases de su desarrollo . En el país pionero de la revolución burguesa – Gran Bretaña- persisten instituciones de origen feudal como la monarquía y sus graciosas concesiones de títulos nobiliarios. El desarrollo del capitalismo en Alemania se hizo bajo la bota de Bismark, representante de la clase feudal terrateniente de los junkers. En Japón fue la monarquía feudal la que llevó la batuta del desarrollo capitalista con la “era Meiji” iniciada en 1869 y todavía hoy la sociedad japonesa está impregnada de vestigios feudales. El capitalismo puede existir y desarrollarse junto con residuos de otros modos de producción; más aún, como mostró Rosa Luxemburgo, esa “convivencia” le proporciona un terreno para su propio desarrollo.

Pero la cuestión esencial es cual es el desarrollo del capitalismo a escala mundial. Ese ha sido el criterio para los marxistas a la hora de considerar qué está a la orden del día ¿la revolución proletaria o las revoluciones burguesas?. Esa fue la posición que inspiró a Lenin en las Tesis de Abril la caracterización de la revolución en curso en Rusia 1917 como proletaria y socialista frente a la posición menchevique que fundaba su carácter democrático y burgués en el atraso de Rusia, el peso del campesinado y la persistencia de fuertes vínculos con el zarismo, Lenin, sin negar esas realidades nacionales, ponía el énfasis en la realidad a escala mundial presidida por «la necesidad objetiva del capitalismo, que al crecer se ha convertido en imperialismo, ha engendrado la guerra imperialista. Esta guerra ha llevado a toda la humanidad al borde del abismo, casi a la ruina de toda la cultura, al embrutecimiento y a la muerte de millones y millones de hombres. No hay más salida que la revolución del proletariado» (Las tareas del proletariado en nuestra revolución, en página 71 Tomo II Obras Escogidas, edición española).

Rusia 1917 y toda la oleada revolucionaria mundial que le siguió, la situación en China en 1923-27, la situación en España en 1931, muestran claramente que el capitalismo ha dejado de ser un modo de producción progresivo, que ha entrado en su fase de decadencia, de contradicción irreversible con el desarrollo de las fuerzas productivas, y que en todos los países, pese a las trabas y a los vestigios feudales, más o menos fuertes, lo que está a la orden del día es la Revolución Comunista mundial. En este punto, había una clara convergencia entre BILAN y el GIK y una divergencia entre estos y las posiciones de las corrientes consejistas cuyos textos aparecen en Expectativas fallidas.

La ambigüedad ante la mistificación antifascista

Los textos del libro se dejan impresionar por la intensa propaganda de la burguesía de la época que presentaba el fascismo como el Mal Absoluto, el concentrado extremo de autoritarismo, represión, dominio totalitario, prepotencia burocrática etc., frente a lo cual la “democracia”, pese a sus “indiscutibles defectos”, sería no solo un freno sino un “mal menor”. Mattick nos dice que «los obreros, por su parte, están obligados por su instinto de conservación, a pesar de todas las diferencias organizativas e ideológicas, a un frente unificado contra el fascismo como el enemigo más cercano y directo ... Los obreros, sin tener en cuenta si están por objetivos democrático-burgueses, capitalistas de estado, anarcosindicalistas o comunistas, están obligados a luchar contra el fascismo si quieren no solo evitar el empeoramiento de su pobre situación sino simplemente seguir vivos» (pag.33). Está claro que los obreros necesitaban “simplemente seguir vivos” pero el enemigo “más cercano y directo” no era precisamente el fascismo sino las representantes más “radicales” del Estado republicano: la CNT y el POUM. Fueron ellos los que les impidieron “seguir vivos” enviándolos al matadero de los frentes militares contra Franco. Fueron ellos los que les impidieron “simplemente comer” al hacerles aceptar los racionamientos y la renuncia a las mejoras salariales conquistadas en las jornadas de julio.

Este argumento según el cual las circunstancias no permiten hablar de revolución, ni siquiera de reivindicaciones, sino “simplemente de mantenerse vivos”, es desarrollado por Helmuth Wagner en su texto antes mencionado: «los trabajadores españoles no pueden luchar realmente contra la dirección de los sindicatos ya que ello supondría el colapso total de los frentes militares (¡!!). Tienen que luchar contra los fascistas para salvar sus vidas, tienen que aceptar cualquier ayuda independientemente de donde venga. No se preguntan sí el resultado de todo eso será capitalismo o socialismo; sólo saben que tienen que luchar hasta el fin» (pag. 84). ¡El mismo texto que denuncia que «la guerra española adquiere el carácter de un conflicto internacional entre las grandes potencias» (pag. 85) está en contra de que los trabajadores provoquen el colapso de los frentes militares!. La confusión antifascista lleva a olvidar la posición internacionalista del proletariado, la que defendieron Pannehoek y otros pioneros del Comunismo de los Consejos, codo con codo, con Lenin, Rosa Luxemburgo etc.: lograr con la lucha de clases “el colapso de los frentes militares”.

¿Es que la República no constituía un peligro para las vidas de los trabajadores tan evidente o más que el fascismo? Sus 5 años de andadura desde 1931 están jalonados por un rosario de matanzas: el Alto Llobregat en 1932, Casas Viejas en 1933, Asturias en 1934; el propio Frente Popular, tras su victoria electoral en febrero de 1936 había vuelto a llenar las cárceles de militantes obreros ... Todo es convenientemente olvidado en nombre de la abstracción intelectual que presenta el fascismo como la “amenaza absoluta para la vida humana” y, en nombre de ella, H. Wagner critica a un sector de los anarquistas holandeses por denunciar «cualquier acción que signifique una ayuda a los obreros españoles, como el envío de armas» (pag. 80), ¡a la vez que reconoce que «las modernas armas extranjeras contribuyen a la batalla militar y, en consecuencia, el proletariado español se somete a los intereses imperialistas» (pag.85)!. En el modo de razonar de Wagner “someterse a los intereses imperialistas” sería algo “político”, “moral” ... distinto de la lucha “material” “por la vida”. ¡Cuando el sometimiento del proletariado a los intereses imperialistas significa la máxima negación de la vida!.

Mattick invoca el fatalismo más pedestre: «Nada se puede hacer sino llevar a todas las fuerzas antifascistas a la acción contra el fascismo, independientemente de los deseos en sentido contrario. Esta situación no es buscada sino forzada y responde claramente al hecho de que la historia está determinada por luchas de clases y no por ciertas organizaciones, intereses especiales, líderes o ideas» (pag. 35). Mattick olvida que el proletariado es una clase histórica y esto significa concretamente que en situaciones donde su programa no puede determinar la evolución de los acontecimientos en el corto o medio plazo, debe mantener sus posiciones y seguir profundizándolas, aunque ello quede reducido por todo un largo periodo a la actividad de una exigua minoría. Por tanto, la denuncia del antifascismo era lo que estaba “forzado” por la situación desde el punto de vista de los intereses inmediatos e históricos del proletariado y es lo que hicieron no sólo BILAN sino el propio GIK que denunció: «la lucha en España toma el carácter de un conflicto internacional entre las grandes potencias imperialistas. Las armas modernas venidas del extranjero han colocado el conflicto en un terreno militar y, en consecuencia, el proletariado español ha sido sometido a los intereses imperialistas» (abril 1937).

Al equiparar la defensa de los intereses de clase del proletariado con “intereses especiales, líderes o ideas”, Mattick se rebaja al nivel de los servidores “obreros” de la burguesía que nos repiten que hay que dejarse de “teorías” y de “ideales” y “hay que ir al grano”. Ese “ir al grano” sería luchar en el terreno del “antifascismo” que nos presentan como el más “práctico” y el “más inmediato”. La experiencia demuestra justamente que metido en ese terreno, el proletariado es golpeado sin piedad tanto por sus “amigos” antifascistas como por sus enemigos fascistas.

Mattick constata que «la lucha contra el fascismo aplaza la lucha decisiva entre burguesía y proletariado y permite a ambos lados sólo medidas a medio camino que no sólo sostienen el progreso de la revolución, sino también la formación de fuerzas contra-revolucionarias; y ambos factores son al mismo tiempo perjudiciales para la lucha antifascista» (pag.58). Esto es falso en todos los sentidos. La “lucha contra el fascismo” no constituye una especie de tregua entre la burguesía y el proletariado para “concentrarse contra el enemigo común”, lo que sería aprovechado por ambas clases para fortalecer sus posiciones y prepararse para la lucha decisiva. Este planteamiento es mera política ficción para embaucar a los proletarios. Los años 30 mostraron que el sometimiento del proletariado al “frente antifascista” significó que la “lucha decisiva” había sido ganada por la burguesía y que ésta tuvo las manos libres para masacrar a los obreros, llevarlos a la guerra e imponerles una feroz explotación. La orgía “antifascista” en España, el éxito del Frente Popular francés al encuadrar a los obreros bajo la bandera del antifascismo, remataron las condiciones políticas e ideológicas para el estallido de la IIª Guerra Mundial.

La única lucha posible contra el fascismo es la lucha del proletariado contra la burguesía en su conjunto, tanto la fascista como, especialmente, la “antifascista”, pues como dice BILAN «las experiencias prueban que para la victoria del fascismo las fuerzas antifascistas del capitalismo son tan necesarias como las propias fuerzas fascistas». Sin establecer una identificación abusiva entre las 2 situaciones históricas que son muy diferentes, los obreros rusos se movilizaron rápidamente contra el golpe de Kornilov en septiembre 1917 y lo mismo sucedió en los primeros momentos del golpe franquista de 1936. En ambos casos la respuesta inicial es la lucha en el terreno de clase contra una fracción de la burguesía sin hacer el juego a la otra, rival de la primera. Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre Rusia 1917 y España 1936. Mientras en la primera la respuesta obrera reforzó el poder de los Sóviets y abrió el camino hacia el derrocamiento del poder burgués, en la segunda no hubo el menor atisbo de organización propia de los obreros y estos fueron rápidamente desviados hacia la consolidación del poder burgués mediante la trampa antifascista.

Bajo la impresión de la matanza de Mayo 1937 perpetrada por las fuerzas del Frente Popular, Mattick reconoce ya demasiado tarde que «el Frente Popular no es un mal menor para los trabajadores, sino simplemente otra forma de dictadura capitalista que se suma al fascismo. La Lucha debe ser contra el capitalismo» (pag.111 en “Las barricadas deben ser retiradas: el fascismo de Moscú en España”) y, criticando un documento del anarquista alemán Rudolph Rocker, defiende que «Democracia y Fascismo sirven a los intereses del mismo sistema. Por eso, los trabajadores deben llevar la guerra contra ambos. Deben combatir el capitalismo en cualquier parte, independientemente del ropaje que se ponga y del nombre que adopte» (pag.127).

¿Revolución social o alistamiento del proletariado para la guerra imperialista?

Una confusión que ha pesado sobre las generaciones proletarias del siglo XX es la visión de los acontecimientos de España 1936 como una “revolución social”. Excepto BILAN, el GIK y los Trabajadores Marxistas de Méjico, la mayor parte de los escasos grupos proletarios de la época sostuvieron esta teoría: Trotsky y la Oposición de Izquierda, la Unión Comunista, la LCI, una buena parte de los grupos del Comunismo de los Consejos, la Fracción Bolchevique Leninista en España en torno a Munís, incluso una minoría en el propio BILAN.

La cantinela de la “revolución social española” ha sido convenientemente aireada por la burguesía, incluso en sus medios más conservadores, interesada en hacer tragar a los obreros sus peores derrotas como “grandes victorias”. Especialmente insistente ha sido la cháchara sobre la revolución española como “más profunda y más social” que la rusa. Se opone el atractivo de una “revolución económica y social” al carácter político “sucio” e “impersonal” de la revolución rusa. Con tonos románticos se habla de la “participación de los trabajadores en la gestión de sus asuntos” y se contrapone a una imagen sombría, tenebrosa, de las maquinaciones “políticas” de los bolcheviques.

En este libro hay una serie de textos que denuncian con detalle semejante impostura que la burguesía va a darle todo el combustible posible pues está muy interesada en denigrar las experiencias revolucionarias (Rusia 1917 y la oleada internacional que le siguió) y ensalzar los falsos modelos como España 1936. En cambio, los textos aparecidos en Expectativas fallidas echan flores al “modelo”.

Mattick dice en la página 30 que «la iniciativa autónoma de los trabajadores creó pronto una situación muy diferente e hizo de la lucha defensiva política contra el fascismo el comienzo de una revolución social real». Esta afirmación no sólo es una exageración sino una muestra lamentable de miopía localista. No toma en cuenta para nada las condiciones reinantes a escala internacional que son las decisivas para el proletariado: éste había acumulado una sucesión de derrotas de gran envergadura, en particular, la que había sellado el ascenso de Hitler al poder en Alemania 1933; los partidos comunistas lo habían traicionado y se habían convertido en agentes de la Unión Sagrada al servicio del Capital con los famosos Frentes Populares. El curso histórico, como analizaron BILAN y el GIK, no era hacia la revolución sino hacia la guerra imperialista generalizada.

La forma de razonar de Mattick contrasta fuertemente con el método del GIK que precisaba que «sin revolución mundial estamos perdidos, decía Lenin a propósito de Rusia. Esto es particularmente válido para España ... El desarrollo de la lucha en España depende de su desarrollo en el mundo entero. Pero lo inverso también es cierto. La revolución proletaria es internacional; la reacción también. Toda acción del proletariado español encontrará un eco en el resto del mundo y aquí toda explosión de lucha de clase es un apoyo a los combatientes proletarios de España » (junio 1936).

El método de análisis de Mattick se acerca al anarquismo con la misma fuerza que se separa del marxismo. Como los anarquistas, no se molesta en analizar las relaciones de fuerza entre las clases a nivel internacional, la maduración de la conciencia en el proletariado, su capacidad para dotarse de un partido de clase, la tendencia a formar Consejos Obreros, el enfrentamiento con el capital en los principales países, su creciente autonomía política ... Todo eso es relegado para arrodillarse ante el santo Grial: la “iniciativa autónoma de los trabajadores”. Una iniciativa que al encerrarse en la cárcel de la empresa o el municipio pierde toda su fuerza potencial y es atrapada por los engranajes del capitalismo.

Es verdad que bajo el capitalismo decadente cada vez que los obreros logran afirmar con fuerza su propio terreno de clase, se perfila en sus entrañas lo que Lenin llamaba “la hidra de la revolución”. Ese terreno se afirma a través de la extensión y la unificación de las luchas y se niega cayendo en “ocupaciones” y “experiencias de autogestión”, tan ensalzados por anarquistas y consejistas. Sin embargo, ese terreno inicialmente ganado es todavía una posición muy frágil. El capitalismo de Estado mantiene frente a ese impulso espontáneo de los obreros un enorme aparato de mistificación y control político (sindicatos, partidos “de izquierda” etc.) y parapetada tras él una perfeccionada máquina represiva. Además, como se vio ya en la Comuna de París las distintas naciones capitalistas son capaces de unirse contra el proletariado. Por ello, el avance hacia una perspectiva revolucionaria requiere un gran esfuerzo en su seno y sólo puede darse dentro de una dinámica internacional: la formación del partido mundial, la constitución de Consejos Obreros, el enfrentamiento de éstos contra el Estado Capitalista al menos en los principales países.

Los errores de una parte del Comunismo de los Consejos sobre la “autonomía” llegan a su extremo con los dos textos de Karl Korsch sobre las colectivizaciones: Economía y política en la España revolucionaria y La colectivización en España. Para Korsch la sustancia de la “revolución española” está en las colectivizaciones de la industria y la agricultura. En ellas los obreros y campesinos “conquistan un espacio de autonomía”, deciden “libremente”, dan rienda suelta a su “iniciativa y creatividad” y todas estas “experiencias” constituyen una “revolución” ... ¡Extraña “revolución” que tiene lugar bajo un Estado burgués intacto con su ejército, su policía, su máquina de propaganda, sus mazmorras ... funcionando a pleno rendimiento!.

Como mostramos en detalle en El mito de las colectividades anarquistas, la “libre decisión” de los obreros consistió en cómo fabricar obuses, cañones y canalizar industrias como la automovilística hacia la producción de guerra. La “iniciativa y la creatividad” de obreros y campesinos se concretó en jornadas laborales de 12 y 14 horas bajo una férrea represión y la prohibición de las huelgas tildadas de sabotaje a la lucha antifascista.

Korsch, basándose en un panfleto propagandístico de la CNT, nos dice que «una vez que fue totalmente eliminada la resistencia de los anteriores directores políticos y económicos, los trabajadores armados pudieron proceder directamente desde sus tareas militares a la positiva tarea de continuar la producción bajo las nuevas formas» (pag. 144).

¿En qué consisten esas “nuevas formas”?. El mismo Korsch nos aclara para lo que sirven: «Se pone en nuestro conocimiento el proceso por el cual algunas ramas industriales que carecen de materias primas que no se pueden conseguir en el extranjero, o que no satisfacen las necesidades inmediatas de la población, se adaptan rápidamente para abastecer el material de guerra más urgente» (pag.145). «Se nos cuenta la conmovedora historia de los niveles más bajos de la clase trabajadora que sacrifican sus recién mejoradas condiciones a fin de colaborar en la producción de guerra y ayudar a las víctimas y a los refugiados procedentes de los territorios ocupados por Franco» (ídem.). La “acción revolucionaria” que nos plantea Korsch es hacer que los obreros y campesinos trabajen como esclavos por la economía de guerra. ¡Eso es lo que desean los patronos!. ¡Que los trabajadores se sacrifiquen voluntariamente por la producción!. ¡Qué encima de trabajar como condenados dediquen todos sus pensamientos, toda su iniciativa, toda su creatividad, a mejorar la producción!. ¡Tal es por ejemplo la “muy revolucionaria actividad” de cosas como los círculos de calidad!.

Korsch constata que «en su heroica primera fase el movimiento español descuidó la salvaguardia política y jurídica de las nuevas condiciones económicas y sociales conseguidas» (pag. 142). El “movimiento” descuidó lo esencial: la destrucción del Estado burgués, única forma seria de “salvaguardar” cualquier logro económico o social de los trabajadores. Además «los logros revolucionarios de los primeros momentos fueron incluso sacrificados voluntariamente por sus propios artífices en un vano intento de apoyar el objetivo principal de la lucha común contra el fascismo» (pag.140). Esta afirmación de Korsch desmiente por sí misma todas sus especulaciones sobre la pretendida “revolución española”, evidenciando lo que en realidad pasó: los obreros fueron alistados en la guerra imperialista, enmascarada como “antifascista”.

¡Estas elucubraciones de Korsch están en los antípodas de las tomas de posición del GIK que afirma claramente que «las empresas colectivizadas son colocadas bajo el control de los sindicatos y trabajan para las necesidades militares ... ¡Nada tienen que ver con una gestión autónoma de los obreros! ... La defensa de la revolución sólo es posible sobre la base de la dictadura del proletariado por medio de los Consejos Obreros y no sobre la base de la colaboración de todos los partidos antifascistas. El aplastamiento del Estado y el ejercicio de las funciones centrales del poder por los obreros mismos es el eje de la revolución proletaria» (Octubre 1936).

Las concesiones a la CNT y el anarquismo

El Comunismo de los Consejos tiene una gran dificultad para abordar correctamente la cuestión del Partido del proletariado, la naturaleza primordialmente política de la Revolución proletaria, el balance de la revolución rusa que considera “burguesa” etc. Estas dificultades le hacen sensible a los planteamientos del anarquismo y del anarco sindicalismo.

Así, Mattick abrigó grandes esperanzas sobre la CNT: «en vista de la situación interna española, un capitalismo de estado controlado por los socialistas-estalinistas es improbable también por la simple razón de que el movimiento obrero anarcosindicalista tomaría probablemente el poder antes que doblegarse a la dictadura socialdemócrata».

Esta expectativa no se cumplió en absoluto: la CNT era dueña de la situación y sin embargo no empleó esa posición para tomar el poder e implantar el comunismo libertario. Asumió el papel de baluarte defensivo del Estado Capitalista. Renunció tranquilamente a “destruir el Estado”, envió ministros anarquistas tanto al gabinete catalán como al gobierno central y puso todo su empeño en disciplinar a los obreros en las fábricas y en movilizarlos para el frente. Tamaña contradicción con los postulados que durante años había proclamado ruidosamente no era el resultado de la traición de unos jefes o de toda la cúpula de la CNT sino el producto combinado de la naturaleza de los sindicatos en la decadencia del capitalismo y de la propia doctrina anarquista.

Mattick hace malabarismos verbales para ignorar esta realidad: «la idea de que la revolución solamente puede hacerse desde abajo, mediante la acción espontánea y la iniciativa autónoma de los trabajadores está anclada en esta organización (se refiere a la CNT), a pesar de que a menudo pueda haber sido violada. El parlamentarismo y la economía dirigida por los trabajadores son contemplados como falsificación obrera y el capitalismo de Estado es puesto en el mismo plano que cualquier otra clase de la sociedad explotadora. En el curso de la presente guerra civil, el anarcosindicalismo ha sido el elemento revolucionario con más empuje, esforzándose en convertir el lenguaje revolucionario en realidad» (pag.42).

La CNT no convirtió su lenguaje revolucionario en realidad sino que lo contradijo en todos sus puntos. Sus proclamas anti-parlamentarias se transformaron en apoyo descarado al Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. Su palabrería anti-estatal se convirtió en defensa del Estado burgués. Su oposición al “dirigismo económico” se materializó en una férrea centralización de la industria y la agricultura de la zona republicana puestas al servicio de la producción de guerra y el abastecimiento del ejército a costa de la población. Bajo la máscara de las colectividades, la CNT colaboró en la implantación de un capitalismo de Estado al servicio de la economía de guerra, como ya señaló el GIK en 1931 «la CNT es un sindicato que aspira a tomar el poder como CNT. Esto debe conducirle necesariamente a una dictadura sobre el proletariado ejercida por la dirección de la CNT (capitalismo de Estado)».

Mattick abandona el terreno del marxismo y se coloca en el de la fraseología, típico del anarquismo, cuando nos habla de “revolución desde abajo”, “iniciativa autónoma” etc. La demagogia sobre la “revolución desde abajo” sirve para sumergir a los trabajadores en todo tipo de frentes interclasistas hábilmente manipulados por la burguesía. Esta es experta en disimular sus intereses y objetivos tras la capa de “los de abajo”, una masa interclasista donde al final cabe todo el mundo excepto el puñado de “malos de turno” contra los cuales se dirigen todas las iras. La retórica sobre la “lucha de los de abajo” fue utilizada hasta la náusea por la CNT para hacer comulgar a los obreros con los “camaradas” patronos “antifascistas”, con los “camaradas” políticos “antifascistas” y los “camaradas” militares “antifascistas” etc. etc.

Respecto a la “iniciativa autónoma” es una combinación de vocablos que los anarquistas emplean para indicar una acción que no es “dirigida” por “políticos” ni “en vistas a la toma del poder”. Sin embargo, a la CNT y a los libertarios de la FAI no les importó lo más mínimo que los obreros se subordinaran a políticos republicanos de derecha e izquierda ni que su presunta “iniciativa autónoma” tuviera como eje la defensa del poder burgués.

En la página 41 Mattick agudiza su naufragio en el pantano anarquista al decir que «en estas circunstancias las tradiciones federalistas serían de enorme valor, dado que formarían el necesario contrapeso contra los peligros del centralismo». La centralización es una fuerza fundamental de la lucha proletaria. La idea según la cual la centralización es un mal absoluto, es propia del anarquismo, reflejando el temor pequeño burgués a perder su pequeña parcela donde es amo en exclusiva. La centralización es para el proletariado la expresión práctica de la unidad que existe en su seno: tiene los mismos intereses en sus diferentes sectores tanto productivos como nacionales, tiene un mismo objetivo histórico: la abolición de la explotación, la instauración de la sociedad sin clases.

El problema no es la centralización sino la división en clases de la sociedad. La burguesía necesita un Estado centralizado y a éste el proletariado debe oponer la centralización de sus instrumentos de organización y de lucha. El “federalismo” en el seno del proletariado significa la atomización de sus fuerzas y sus energías, la división según falsos intereses corporativos, locales, regionales, que brotan del peso de la sociedad de clases y, en manera alguna, de sus propios intereses, de su propio ser. El federalismo es un veneno de división en las filas del proletariado que lo desarman frente a la centralización del Estado burgués.

Según los dogmas anarquistas la “federación” es el antídoto a la burocracia, la jerarquía, el Estado. La realidad no confirma tales dogmas. Los reinos de taifas “federales” y “autónomos” encubren a pequeños burócratas, tan arrogantes y manipuladores como los grandes dignatarios del aparato estatal. La jerarquía a escala nacional es reemplazada por una jerarquía no menos pesada a nivel local o de grupo de afinidad. La estructura estatal centralizada a nivel nacional, una conquista histórica de la burguesía frente al feudalismo, da paso a una estructura no menos estatal pero a escala de una población o de un cantón, tan opresora o más que la nacional.

La práctica concreta del “federalismo” por parte de la CNT-FAI en 1936-39 es elocuente: como reconocen hasta los propios anarquistas, los cuadros de la CNT ocuparon con gran avidez los mandos de las colectividades agrarias, los Comités de empresa o de las unidades militares, donde se comportaron como verdaderos tiranos . Cuando se vio clara la derrota republicana, una parte de esos pequeños jefes “libertarios” negoció la continuidad de sus prebendas con las franquistas.

Cuando Mattick empieza a reflexionar sobre la matanza de Mayo 1937 perpetrada por los estalinistas con la evidente complicidad de la CNT, su entusiasmo sobre ésta empieza a enfriarse: «los trabajadores revolucionarios deben reconocer también a los líderes anarquistas, que también los aparatchiks de la CNT y la FAI se oponen a los intereses de los trabajadores, pertenecen al bando enemigo» (pag.110), «las palabras radicales de los anarquistas no se pronunciaban para que fueran seguidas; simplemente servían como un instrumento para el control de los trabajadores por el aparato de la CNT; “sin la CNT”, escribían orgullosos, “la España antifascista sería ingobernable» (pag.113).

Sin embargo, al reflexionar sobre las razones de la traición, Mattick muestra la fuerte infección de su pensamiento por el virus anarquista: «la CNT no se planteó la revolución desde el punto de vista de la clase trabajadora, sino que su principal preocupación ha sido siempre la organización. Intervenía a favor de los trabajadores y con la ayuda de los trabajadores, pero no estaba interesada en la iniciativa autónoma y en la acción de los trabajadores independientes de intereses organizativos» (pag.113). «(la CNT) con el fin de dirigir, o de participar en la dirección, tenía que oponerse a cualquier iniciativa autónoma de los trabajadores y así tuvo que apoyar la legalidad, el orden y el gobierno» (pag. 114).

Mattick plantea las cosas como el anarquismo: la “organización” en general, el “poder” en general. La Organización y el Poder como categorías absolutas intrínsecamente opresoras de las inclinaciones naturales a la “libertad” y la “iniciativa” del individuo trabajador.

Todo esto no tiene nada que ver con la experiencia histórica. Existen organizaciones burguesas y organizaciones proletarias. Una organización burguesa es necesariamente enemiga de los trabajadores y por ello tiene que ser “burocrática” y castrante. De la misma forma, una organización del proletariado que cae en concesiones cada vez mayores a la burguesía, se va alejando de los trabajadores, se convierte en extraña y opuesta a sus intereses y, como consecuencia de todo ello, se “burocratiza”, se hace opresora y coactiva frente a sus iniciativas. Pero de ahí no se deduce en absoluto que el proletariado no deba organizarse, tanto a nivel de masas (Asambleas y Consejos Obreros) como a nivel de su vanguardia (Partido, organizaciones políticas). La organización es para él una palanca esencial, un estímulo para su iniciativa y autonomía política.

Lo mismo se puede decir respecto a la cuestión del poder. Resulta que el “afán de poder”, de “dirigir”, sería lo que llevaría a la CNT a oponerse a los trabajadores. Se trataría de que “el poder corrompe”, cuando en realidad lo que corrompe a una organización proletaria hasta el extremo de convertirla en enemiga de los trabajadores es su subordinación al programa y los objetivos del capitalismo. Además, en el caso de la CNT operaba el problema de fondo que, en el periodo de decadencia del capitalismo, como sindicato que era, no podía tener una existencia permanente sin integrarse dentro del Estado capitalista.

Todo esto lleva a Mattick a la traca final: «la CNT hablaba en anarcosindicalista y obraba como bolchevique, es decir, como capitalista» (pag.114). Esta frase tan redonda muestra como los peores errores del Comunismo de los Consejos son harina para los panes de la campaña anticomunista de la burguesía. No podemos extendernos en desmontar la falsedad de comparación tan odiosa, simplemente queremos recordar que los bolcheviques lucharon con todas sus fuerzas, de palabra y de obra, contra la Iª Guerra Mundial, una matanza de 20 millones de personas; la CNT hablaba retóricamente contra la guerra en general y se dedicó a reclutar a los obreros y campesinos para la guerra española antesala de la IIª Guerra Mundial que liquidó a 60 millones de hombres. Los bolcheviques hablaron y obraron sobre la Revolución proletaria con Octubre 1917 y siguieron hablando y obrando buscando la extensión internacional de la revolución sin la cual estaba condenada a la derrota como luego sucedió. En cambio la CNT hablaba mucho sobre el “comunismo integral” y se dedicó a sostener integralmente el Estado capitalista y la explotación capitalista.

 


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