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Acción Proletaria nº 175, 15 Marzo - 15 Mayo

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Atentados de Madrid

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Hasta este momento van ya 202 muertos y más de 1500 heridos, 4 trenes reventados, cuerpos tan destrozados que sólo podrán ser identificados por el ADN,... este es el sangriento balance del atentado terrorista, bautizado con el nombre de “trenes de la muerte”, que ha sacudido desde muy pronto la mañana del 11 de Marzo en Madrid.

Al igual que cuando el ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11-S del 2001 hoy estamos ante un acto de guerra. Sus víctimas, una vez más, se cuentan entre la población civil indefensa y más particularmente entre los trabajadores: obreros que como todos los días, como en todas partes, se embuten en los trenes de cercanías para ir desde la periferia de las grandes ciudades hasta su trabajo; hijos de obreros que, como todos los días, cogen esos mismos trenes en los suburbios para ir al instituto o a la universidad. Precisamente el hecho de vivir hacinados en barrios obreros, viajar en unos transportes públicos masificados, les ha convertido en víctimas fáciles del terror que ha podido así alcanzar una mayor y más macabra amplitud.

El 11 de Marzo, como el 11 de Septiembre, marca un hito en las masacres terroristas. No solo es la mayor masacre vivida por la población en España desde la guerra civil de 1936, sino que además es el mayor atentado terrorista –en cuanto a  víctimas- que se ha producido en Europa desde el final de la segunda guerra mundial.

La burguesía derrama hoy cínicamente sus lágrimas de cocodrilo sobre las víctimas, tres días de luto nacional, informativos especiales las 24 horas del día, minutos y más minutos de silencio, convocatoria de manifestaciones contra el terrorismo, etc. Por nuestra parte, como hicimos cuando el 11 de Septiembre, negamos todo derecho a la burguesía y a la prensa a su servicio a lloriquear por los obreros asesinados, porque “la clase dominante es responsable ya de demasiadas matanzas: la espantosa carnicería de la primera guerra mundial; la todavía más atroz de la segunda, en la que por primera vez, los civiles fueron sus blancos principales. Recordemos de qué ha sido capaz la burguesía: bombardeos de Londres, de Dresde y Hamburgo, de Hiroshima y Nagasaky, millones de muertos en campos de concentración nazis y en los gulags estalinistas... Recordemos el infierno de los bombardeos sobre las poblaciones civiles y del ejercito iraquí huyendo durante la Guerra del Golfo en 1991 y sus cientos de muertos. Recordemos las matanzas cotidianas, de hoy de ayer y de mañana, en Chechenia, perpetradas por la burguesía rusa con la complicidad plena de los Estados democráticos de Occidente. Recordemos que la población afgana, ha sufrido 20 años de guerra ininterrumpida... Esos son sólo alguno ejemplos de los desmanes de un capitalismo hundido en una decadencia irremediable, un capitalismo en el atolladero”. Esa barbarie que describíamos en nuestra Revista Internacional nº 107 en el año 2001, lejos de aminorarse se ha ido acrecentado, añadiendo a la siniestra lista nuevos jalones de horror como la segunda guerra de Irak, la masacre incesante en Oriente Medio, la reciente matanza en Haití, o los atentados de Bali, Casablanca, Moscú... y ahora el de Atocha.

Los atentados del 11 de Marzo no son un ataque “contra la civilización” sino que son la expresión misma de lo que realmente es la “civilización” burguesa: un sistema de explotación que supura miseria, guerra y destrucción por todos sus poros. Que no tiene más perspectiva que ofrecer a la humanidad que la barbarie y la aniquilación. El terrorismo no es un subproducto, un hijo bastardo del capitalismo al que éste quisiera perder de vista, todo lo contrario es un producto orgánico del capitalismo, su hijo legítimo, como lo es la guerra imperialista,  y a medida que el capitalismo se hunde en la fase ultima de su decadencia que es la de su descomposición, el terrorismo se torna cada vez más salvaje e irracional.

La escalada irracional del terrorismo es expresión de la pendiente hacia la barbarie del sistema capitalista.

Una de las características que impone la decadencia del capitalismo es que la guerra imperialista se convierte en el modo de vida permanente de ese sistema, por ello “esas clases [ pequeño burguesas] han perdido por completo su independencia y sólo sirven de masa de maniobra y apoyo en los enfrentamientos entre diferentes fracciones de la clase dominante tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales” (Revista Internacional nº 14 “Terror, terrorismo y violencia de clase”, 1978). La evolución del terrorismo desde los años 60 hasta hoy día confirma plenamente su carácter de instrumento aprovechado por tal o cual fracción de la burguesía nacional, o por tal o cual imperialismo, para batirse contra sus rivales internos o en la arena imperialista. Por eso el terrorismo es un hijo muy querido del capitalismo, cuidadosamente amamantado con sangre por unos u otros. Efectivamente terrorismo y pugnas imperialistas han sido, son y van a ser cada vez más sinónimos sangrientos. En los años 60 y 70 la burguesía no dudó en utilizar el asesinato “selectivo” de tal o cual dirigente político para arreglar sus “asuntos internos”. Recordemos que el bombazo que catapultó a Carrero Blanco (Primer Ministro español del régimen de Franco) a los cielos y a ETA al estrellato terrorista sirvió para acelerar el proceso de cambio de régimen político en España. Tampoco dudó a la hora de emplear el terrorismo como medio para desestabilizar la situación imperialista en Oriente Medio asesinando a al Presidente Egipcio Sadat  en 1981 o  al israelí Isaac Rabin en 1995. La burguesía, cuando se trata de defender sus intereses contra fracciones nacionales rivales, o contra estados imperialistas rivales, no se para en mientes, y acude directamente a masacres indiscriminadas sobre la población civil si eso conviene a sus intereses. Por poner solo un ejemplo, ese fue el caso del atentado contra la estación de Bolonia, Italia, en  Agosto de 1980, que causó 80 muertos,  achacado durante mucho tiempo a las Brigadas Rojas pero en realidad hecho por los servicios secretos italianos y la red Gladio instalada por USA en toda Europa para contrarrestar  la influencia del imperialismo rival ruso. En todo este periodo el terrorismo está cada vez más al servicio de las peleas imperialistas que se dirimen en el marco de la confrontación entre los dos grandes bloques.

Desde finales de los años 80, en que el capitalismo entra en su fase de descomposición (1), la tendencia al caos preside la confrontación imperialista. El marco de los bloques imperialistas constituidos tras la segunda guerra mundial deja paso al reino creciente del “cada uno a la suya” (2). En ese contexto, el terrorismo se convierte cada vez más en un arma de guerra, al tiempo en las guerras los ejércitos emplean cada vez más los métodos terroristas en sus hazañas bélicas, basta ver los bombardeos contra hospitales y colegios en la reciente guerra de Irak. La descomposición del capitalismo va marcando progresivamente su impronta en los atentados terroristas: las bombas buscan cada vez menos “objetivos militares o políticos” y apuntan directamente contra la población civil indefensa. Esta trágica cadena se inauguró con  los muertos por las explosiones de bombas indiscriminadas en las calles de París en Septiembre de 1987, llegó al paroxismo al estrellar dos aviones llenos de personas contra las torres gemelas a su vez repletas de gente, continua con los muertos por las bombas de Bali y Casablanca, en Moscú... y se ceba ahora en los trabajadores que viajaban en los trenes de cercanías hacía la estación de Atocha. Pero no hay que hacerse ninguna ilusión: esta barbarie no se detendrá aquí. Mientras la clase obrera –que es la única fuerza de la sociedad capaz ofrecer una alternativa a la barbarie capitalista- no acabe de una vez por todas con este sistema bárbaro de explotación la humanidad vive bajo la amenaza constante de nuevos atentados cada vez más salvajes, y de nuevas guerras cada vez más destructivas, en cualquier parte del planeta.

A medida que la descomposición capitalista avanza, proliferan como setas las fracciones más irresponsables, más irracionales, subproductos de la descomposición de la sociedad, que son el actual vivero del que se nutren todo tipo de bandas terroristas, señores de la guerra, gángsteres locales, etc., que disponen de un lado de unos medios de destrucción inusitados y de otro lado de gran cantidad de “padrinos” a quienes pueden beneficiar sus crímenes. Como analizamos cuando las Torres Gemelas “No podemos afirmar hoy con certeza que haya sido Osama Ben Laden el responsable del ataque a las Torres Gemelas, como lo acusa el Estado norteamericano. Si esta hipótesis se confirmara, se trataría de un señor de la guerra vuelto incontrolable por sus antiguos amos” (Revista Internacional º 107). Efectivamente, y esta es la cuestión crucial en la evolución hacia la barbarie, independientemente de que tal o cual potencia imperialista, tal o cual fracción de la burguesía, saque y sigan sacando  provecho de las acciones terroristas, el fenómeno del terrorismo tiende a escapar cada vez más al los planes trazados por aquellos que lo han engendrado. Como en el aprendiz de brujo, la “criatura” es cada vez más ingobernable.

En el momento en que escribimos este artículo, a falta de elementos verdaderamente concretos y con la poca confianza que podemos conceder a los medios de la burguesía (3), solo nos cabe aplicar nuestro cuadro de análisis y nuestra experiencia histórica, y preguntarnos...

¿A quien beneficia este nuevo crimen?

Como hemos analizado antes, terrorismo y confrontación imperialista son sinónimos sangrientos. No se pueden separar el uno de la otra. Los atentados contra las Torres Gemelas del 11 de Septiembre fueron ampliamente aprovechados por el imperialismo americano para imponer a sus antiguos aliados, convertidos en rivales tras el hundimiento del bloque ruso (como Francia y Alemania) que le apoyasen plenamente en su campaña militar para ocupar Afganistán. El clima emocional provocado por el 11 de Septiembre permitió también que la Administración Bush hiciera acepar a la mayoría de la población americana una segunda guerra del Golfo en el 2003. Por eso es totalmente legítimo preguntarse si la increíble “falta de previsión” de los servicios secretos americanos antes del 11 de Septiembre no es producto, pura y simplemente, de su voluntad de “dejar hacer” a Al Queda(3) . Por lo que concierne a los atentados del 11 de Marzo, está claro que en absoluto benefician a los americanos. Es justo lo contrario. A Aznar, que había dado su apoyo incondicional a la política americana (formando parte del “Trío de la Azores” –USA, Inglaterra y España- miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que se habían aliado para lanzar la segunda Guerra del Golfo), le sucede Zapatero vencedor de las elecciones del 14 de Marzo, cuya victoria se debe en gran parte a los atentados de Atocha, quien anuncia la retirada de las tropas española de Irak. Esto supone un escarmiento para la administración americana, y una victoria incontestable para el tandem franco alemán que, actualmente, está a la cabeza de la oposición a la diplomacia USA.

Dicho eso, este fracaso de la política americana no constituye, en modo alguno, una victoria para la clase obrera, como algunos intentan que creamos. El PSOE, que estuvo en el Gobierno de España entre 1982 y 1996, ha dado ya suficientes pruebas de ser un ferviente defensor de los intereses del capitalismo. Su retorno no aliviará en nada los ataques de la burguesía contra el proletariado. Igualmente, el actual éxito diplomático de Chirac y Schoeder, a su vez leales defensores de los intereses del capitalismo, nada aportará a la clase obrera. Lo que es aún peor: los sucesos que acabamos de vivir han permitido un gran éxito ideológico a la burguesía como un todo, que ha logrado reforzar la mentira de que el antídoto contra el terrorismo es la “democracia”, que las elecciones son el medio eficaz para acabar con las políticas anti-obreras y belicistas de la burguesía, y que las movilizaciones pacifistas suponen una barrera real a la guerra.

La clase obrera no solo ha sufrido un ataque en sus propias carnes con los muertos y heridos del 11 de marzo, ha sufrido también un ataque político de primera magnitud.

El crimen, una vez más, ha beneficiado a la burguesía. Por todo esto, frente a la barbarie terrorista, expresión de la guerra imperialista y de la explotación solo hay  un camino:

¡Acabar con el capitalismo! 

Con los muertos aún por enterrar, con decenas de cadáveres sin ni siquiera identificar, con decenas de inmigrantes ilegales (29 muertos y más de 200 heridos son inmigrantes) que no se atrevían a buscar a sus familiares en los hospitales o en las morgues improvisadas por temor a ser expulsados del país... la burguesía se libra a la vorágine de impedir que los proletarios puedan reflexionar, ni siquiera mínimamente, sobre lo sucedido, sobre sus causas y sus consecuencias. En los primeros momentos de la tragedia, cuando los mecanismos del Estado aún no han llegado, son las propias víctimas, los trabajadores y los hijos de la clase obrera que viajaban en esos mismos trenes, o en otros que se cruzaban con ellos en las estaciones siniestradas, los obreros que viven en los barrios de Santa Eugenia o el Pozo...los que acuden a socorrer y solidarizarse con los heridos, a tapar con mantas los cadáveres esparcidos entre las vías. La solidaridad es el sentimiento que los impulsa. Es esa la solidaridad que, de forma embrionaria, han expresado miles y miles de personas que han dado sangre, que han corrido a los hospitales, los bomberos, trabajadores sociales y de la sanidad que además de su jornada de trabajo han hecho voluntariamente todas las horas posibles, a pesar de la dramática falta de medios resultado de los recortes de gasto en materia sanitaria o de protección civil. Los revolucionarios, y el conjunto del proletariado mundial debemos proclamar, alto y fuerte, nuestra solidaridad con las víctimas.. Solamente el desarrollo de la solidaridad de la que es portador el proletariado como clase revolucionaria que se expresa en particular en su combate contra el capitalismo, podrá crear las bases de una sociedad donde estos crímenes, esta explotación, esa barbarie abominable puedan ser definitivamente superadas y abolidas para siempre.

La justa indignación de la clase obrera por el abominable atentado, su solidaridad natural con las víctimas, es explotada y manipulada por el capital para desviarla hacia la defensa de sus intereses y objetivos. Como respuesta al crimen ellos nos llamaron, el viernes 12, a manifestarnos “contra el terrorismo, y por la Constitución”, nos pidieron que cerrásemos filas como ciudadanos españoles al grito de “España unida jamás será vencida”, nos llamaron a votar masivamente el domingo 14 como el mejor medio para que “nunca se repitan estas salvajadas”.

Las dosis de patrioterismo destiladas tanto por la derecha –Aznar declara “han muerto por ser españoles”- como por la izquierda del capital –“si España no hubiera entrado en la guerra de Irak esto no habría pasado”- solo busca que los trabajadores pensemos que el interés de la nación es también nuestro interés. ¡Es mentira!, una cínica y descarada mentira. Esa mentira sirve para engordar el pacifismo, que como hemos defendido en nuestra prensa, no solo no sirve para luchar contra la guerra sino que es un medio ideal para impedir una lucha real contra las causas de todas las guerras: el capitalismo.

El capitalismo no tiene otro futuro que ofrecer a la humanidad más que su destrucción a través de guerras, atentados, hambre, miseria... La consigna con la que la Internacional Comunista resumió, a principios del siglo XX, el reto que la entrada del capitalismo en su fase de decadencia suponía para la sociedad: “la era de las guerras o la revolución” en la que la alternativa histórica se decidirá entre “Socialismo o barbarie”; sigue siendo plenamente válida y es más actual que nunca.

Para que la humanidad pueda vivir, el capitalismo debe morir, y sólo hay una clase social capaz de jugar el papel de enterrador del capitalismo: el proletariado. Si la clase obrera mundial no logra afirmar su propia independencia de clase en la lucha por la defensa de sus propios intereses primero, y por el derrocamiento de esta sociedad putrefacta después; lo único que ante nosotros habría sería la multiplicación de enfrentamientos entre pandillas burguesas y entre los Estados burgueses en los que se emplean todos los medios, incluidos los más bestiales, y entre ellos el uso cotidiano del arma terrorista.

Corriente Comunista Internacional, 19/03/04

Notas:

(1).- Ver en la Revista Internacional nº 62 “Tesis sobre la descomposición”.

(2).- Ver en la Revista Internacional nº 113 “Resolución sobre la Situación Internacional del XVº Congreso de la CCI” .

(3).-  Ver en la Revista Internacional nº 108 “Pearl Harbour 1941, las Torres Gemelas 2001, el maquiavelismo de la burguesía”.

 

 

Situación nacional: 

  • España [1]
  • Posición imperialista [2]

Cuestiones teóricas: 

  • Terrorismo [3]

Foro Social de Bombay

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El Foro Social Mundial (FSM) que se venía celebrando anualmente en Porto Alegre (Brasil), ha sido montado este año en Bombay (India) entre el 16 y el 21 de enero. El FSM de Bombay no ha sido diferente a otros encuentros del mismo tipo, es decir, tenía todos los atributos de una inmensa feria (de hecho ha tenido lugar en el Parque Nacional de Exposiciones -donde suelen hacerse habitualmente las Ferias comerciales) con pronunciados aromas “étnicos” y “tribales”. El espectáculo fue innegablemente gigantesco con cerca de 80.000 personas venidas de 132 países que participaron en los 1200 foros organizados en torno al FSM. Incluso un número aún mayor se sumó a la manifestación anti-americana organizada el  último día del Foro, el 21 de enero 

El FSM tenía todo el aspecto de una gran fiesta social y política aunque ningún partido u organización política estuviese presente con sus siglas o sus banderas. Parecía estar hecha para todos los gustos. Había numerosos seminarios y talleres sobre todo tipo de temas y gran cantidad de programas y espectáculos culturales que se desarrollaron simultáneamente en las diferentes sedes del circuito del Foro Social. Todo el recinto del Foro estaba ocupado por una enorme muchedumbre agitada, ruidosa, inquieta, ocupada en una u otra actividad.

Entre los participantes había también numerosos jóvenes que parecían encantados, como si su participación en este foro fuese para ellos la etapa más importante etapa del camino para lograr otro mundo sin imperialismo, sin ninguna clase de capitalismo, ni de guerra, de polución, explotación, represión, dominación o de discriminación. Había gran cantidad de carteles, pósteres y pancartas dedicadas al tema estrella: “Otro mundo es posible”. La mundialización fue denunciada como el mayor de los monstruos y la causa de todos los males sociales, políticos y económicos del mundo entero. El imperialismo –eso sí, únicamente el imperialismo norteamericano- fue presentado como la cosa más diabólica del mundo actual. Había carteles que insistían en el derecho a la nacionalidad y a la independencia nacional. Himnos a la democracia y al control democrático fueron ensalzados en consignas y carteles. También los había que reivindicaban los derechos humanos, los derechos de los refugiados y los de protección del ambiente. Se podían ver y oír igualmente consignas contra la ocupación de Irak, reivindicando el final de esta ocupación y la libertad de la población iraquí para elegir su propio régimen político y social. Otros  eslóganes iban dirigidos también contra la ocupación de Afganistán. En fin, todo ello daba la imagen de un calidoscopio político abigarrado y cegador. Reivindicaciones por los derechos y la emancipación de las mujeres se difundían en abundancia. Consignas contra la segregación así como contra los ataques a los Dalit (“Intocables” –miembros de la casta inferior), y a favor de la armonía comunitaria y por los derechos y la emancipación de los Dalit eran abundantemente difundidas, con el objetivo de aportarle un “toque indio” a este gran “show internacional”. No obstante, el más atrayente de todos los mensajes fue la llamativa fórmula: “Otro mundo es posible”. 

La burguesía mima al FSM 

Hemos mostrado en diferentes ocasiones cómo la burguesía mundial, desde que se hundió la burguesía estalinista en la ex-URSS, ha hecho todo lo posible para aniquilar la conciencia de la clase obrera. Ha intentado abatir cualquier idea que vaya en el sentido de la necesidad de destruir el sistema capitalista. Los ideólogos del capital han martillado día tras día que “No hay alternativa a la economía de mercado”. Esta propaganda engañosa ha impactado ciertamente en la clase obrera. Sin embargo, con la profundización de la crisis, que extiende cada vez más la miseria y las guerras genocidas por el planeta entero, se ha manifestado patentemente el cinismo y la hipocresía de esta mentirosa propaganda. La clase obrera ha vuelto a encontrar el camino de sus combates de clase y ha iniciado un proceso en el que comienza a hacerse preguntas, a poner en cuestión el sistema capitalista. Además, esa misma situación ha provocado en el seno de la población en general y por todo el mundo, una cólera legítima  contra los causantes  de las guerras, los bandidos imperialistas.

La burguesía ha detectado este fermento que va surgiendo en el seno del proletariado y se ha visto obligada a buscar nuevos instrumentos de mistificación para contener ese proceso emergente. El FSM, con sus simulacros “alternativos”, se ha revelado como un importante instrumento de la burguesía no únicamente para contener a la clase obrera, sino además como instrumento añadido de las rivalidades imperialistas. Los medios de difusión burgueses de todo el mundo han echado el resto para ayudar a la burguesía con el FSM.

Bastante antes del inicio del FSM 2004, estos medios -televisión, prensa, radio- burgueses en India, siguiendo fielmente los pasos de sus socios occidentales, hacían propaganda de las virtudes del Foro. La televisión y la prensa indias han cubierto el evento con interés y “buen hacer”. El mundo indio del comercio y de la industria le han concedido “el respeto que se merece” como expresión legítima de la oposición. También se han volcado con ellos el partido Congreso Nacional Indio (CNI) - en su día partido dominante en India y que gobierna hoy en Bombay- así como el partido burgués Dalit (republicano) socio del CNI en el gobierno de coalición de Bombay. Estos últimos han aportado un toque “étnico” al FSM. La mayoría de los foros estuvieron presididos por políticos indios de alto rango conocidos por sus relaciones con las “castas inferiores” como V. P. Singh (ex-primer ministro indio célebre por haber provocado enfrentamientos entre castas para reforzar el Estado indio) y R. K. Naryanan, ex-presidente indio. Ambos han sido, en un momento u otro, pilares del partido CNI.

Pero los principales organizadores del FSM en India han sido los partidos estalinistas –el PC Indio-M (M,..¡de “marxista”!) y el PCI, que han movilizado ampliamente a sus aparatos. De hecho el Buró del FSM en Bombay asentó sus reales en un inmueble del partido estalinista (el “Estalingrado Plaza”), y las organizaciones juveniles de los estalinistas han proporcionado el “voluntariado” para el FSM. Los intelectuales estalinistas ornaron con su presencia los estrados de numerosos foros del FSM,...

Como en otras partes del mundo, los estalinistas indios así como los maoístas han hecho un esfuerzo por adaptarse a ese cuestionamiento del capitalismo que se está  desarrollando en el seno de la clase explotada; pero como leales servidores del capital que son, esos estalinistas de todo pelaje lo hacen para desviar este proceso de puesta en entredicho del sistema por el proletariado.

También estuvieron presentes en el FSM de Bombay numerosas de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que dan cobertura ideológica a los ataques llevados a cabo por los Estados contra el salario social. Y no faltaron a la cita las omnipresentes personalidades de la “orbita” de Le Monde Diplomatique, ni el líder de los agricultores franceses José Bové. Tampoco los parlamentarios laboristas británicos: Clare Short, Jeremy Corbin; ni W. Mandela y otros tantos consortes.

Según diferentes fuentes la burguesía ha soltado una enorme cantidad de dinero para hacer posible el FSM de Bombay (29,7 millones de dólares, según una de ellas). Una proporción considerable de este montante ha sido provista por fundaciones: la Oxfam, la Fundación Ford,… El Estado capitalista y el imperialismo indio han tendido igualmente su mano caritativa para asegurar el éxito de este Forum “¡Antiimperialista y anticapitalista!”. De hecho, diversas fracciones tanto de derechas como de izquierdas de la burguesía mundial - a través de diferentes ONG, de donaciones y contribuciones de fundaciones y de “trustes” completamente capitalistas, o de partidos y de organizaciones de masa de izquierda -, han sufragado la enorme carga financiera que representa la organización de tan vasto espectáculo, con un objetivo político bien definido y deliberado: reforzar la defensa del sistema capitalista mundial decadente.

El FSM de Bombay ha hecho suyas todas las consignas y eslóganes conocidos y por conocer. Ha habido foros sobre “comercio justo”, sobre democracia ciudadana, sobre autogestión y sobre otros muchos temas del mismo género. El toque de color indio al gusto de las necesidades de los estalinistas del país y de la burguesía Dalit (casta inferior) ha consistido en las consignas del anticomunalismo y la “emancipación Dalit”.

Sin embargo, el tema estrella del show del FSM de Bombay ha sido el imperialismo; lo que la terminología maoísta denomina la “mundialización imperialista”. El antiimperialismo del FSM no ha sido otra cosa que antiamericanismo. Con el recinto lleno de eslóganes del tipo “Estados Unidos fuera de Irak”, “Bush fuera de Afganistán”, el FSM se sumaba al coro de los rivales imperialistas de Norteamérica. No se ha oído denuncia alguna de otros gángsteres imperialistas tales como Francia, Alemania, Rusia o China, por no mencionar al propio bandido imperialista local, el Estado indio. Así las cosas cualquier esfuerzo para comprender las raíces del imperialismo, quedaba anegado. 

Los Foros “alternativos” al servicio de la misma causa burguesa que el FSM  

Si el FSM de Bombay ha constituido, sin lugar a dudas, la pieza más importante del espectáculo, dos espectáculos paralelos – imitando lo que sucediera en el FSE de París (ver artículo en el número anterior de AP) - fueron organizados al mismo tiempo por grupos maoístas rivales y ambos bajo el mismo tema: el antiimperialismo y el antiamericanismo.

Así el Foro “Mumbay (Bombay) Resistencia 2004”, el más numeroso de estos dos, se desarrolló en los locales de la Escuela de Veterinaria, frente a la sede del FSM, a iniciativa de la ILPS (Liga Internacional de las Luchas del Pueblo), red internacional de grupos maoístas y de sus partidarios de otros países, europeos (incluidos, por ejemplo, Turquía, Italia, Alemania, Bélgica, Gran Bretaña, Grecia, etc.). Los organizadores indios eran en realidad tapaderas de grupos maoístas como el Grupo de la Guerra del Pueblo (MPWG), que intentó recientemente asesinar al ministro del Estado de Andhra al sur de India. El MR-2004 se concebía no como oposición al FSM, sino como un movimiento paralelo a éste, como se pudo comprobar en las numerosas personalidades, sobre todo indias (por ejemplo Arunditi Roy, Nandita Ras, Vandana Shiva y otros), que intervinieron tanto en las reuniones del FSM como en las del MR-2004. Gran número de participantes se desplazaban de un Foro a otro.

El principal tema del MR-2004 era también el mismo que el del FSM: el imperialismo, la mundialización imperialista, aunque con tonos más “radicales” en la denuncia del imperialismo norteamericano, pero se guardaba un cómplice silencio sobre los apetitos imperialistas de los rivales de Estados Unidos, entre los cuales India no está entre los menores. Una cobertura radical al antiamericanismo del FSM, eso es todo lo que la retórica maoísta se ha limitado a aportar.

Aunque estas dos manifestaciones hayan servido ambas para canalizar el descontento de la población hacia el terreno del capital y del nacionalismo, había una cierta diferencia entre las audiencias de los dos Foros. La del FSM era marcadamente internacional con predominio urbano pequeño-burgués y entre ella se movía un tropel de grupos “étnicos” y “tribales” proponiendo espectáculos folclóricos. Al MR-2004, donde también había una importante participación internacional, asistía sobre todo la pequeña-burguesía radical y los campesinos.

Un tercer foro se celebró simultáneamente en Bombay: la “Convención contra la mundialización imperialista”. Fue más reducida y duró solo tres días. Tuvo lugar no lejos de los lugares de encuentro de los otros dos Foros y fue organizada por otro de los numerosos grupos maoístas (Nueva Democracia). Dejando a un lado las oscuras diferencias entre el FSM y esta tercera convención, esta demostración, puramente local, contó con un único extranjero, un alemán que incorporaba el toque  “blanco” al evento 

La intervención de la CCI 

La CCI intervino en los tres Foros. Como en el FSE de París en noviembre de 2003, el objetivo de la CCI no fue el de intervenir en las conferencias, etc. Nuestros camaradas, llegados de distintos lugares de India intervinieron con hojas, folletos, publicaciones periódicas,... Durante esas intervenciones mantuvimos cientos de discusiones sobre este acontecimiento. Las cuestiones que surgían una y otra vez en las discusiones fueron:

- la idea del comercio justo, la mundialización y la antimundialización;

- ¿Qué otro mundo es posible?;

- ¿Es Estados Unidos la única potencia imperialista?;

- la naturaleza de las alternativas maoístas (Democracia del Pueblo, Nueva Democracia).

No puede haber nada equitativo en el comercio, ya sea libre o esté protegido. El mercado ha sido y será siempre favorable a los capitalistas más fuertes o a los Estados capitalistas más potentes. La CCI ha defendido siempre que el carácter mundial del capitalismo no es una novedad. El capitalismo ha sido un sistema mundial desde su creación y abarca todo el planeta desde finales del siglo XIX. Ya en 1848, en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels demostraron la naturaleza internacional del sistema capitalista. Manifestaron entonces que la destrucción del sistema capitalista por el proletariado no podía llevarse a cabo si no era por medio de una revolución mundial. Hoy, en el periodo de decadencia y de descomposición del capitalismo, el proletariado no ha de defender las particularidades nacionales contra la naturaleza internacional del sistema capitalista. Al contrario, su tarea es destruir este sistema a escala mundial al mismo tiempo que destruye el marco de los Estados nacionales y sustituirlo por la comunidad comunista universal. Todos los discursos sobre el comercio justo o equitativo, la antimundialización o sobre “otro mundo es posible”, sin poner por delante la perspectiva comunista, suponen un fortalecimiento de la mistificación reformista y tienen por objetivo parar el naciente proceso de toma de conciencia que se está operando en el seno de la clase obrera.

A propósito del imperialismo la CCI ha insistido en que no es algo característico de tal o cual nación, o de tal o cual facción de la burguesía. Hoy, el capitalismo como un todo es imperialista, de lo que se deriva que todas las naciones, grandes o pequeñas son imperialistas. Éstas se mueven por los mismos apetitos imperialistas y sólo las diferencia su capacidad para satisfacerlos. Que la burguesía inglesa parezca comportarse como el “perrillo faldero” de los USA, que naciones como Francia, Alemania y Rusia reciban los puntapiés de los norteamericanos, o que Pakistán, Irak o India  sean habitualmente maltratados por el Tío Sam, no quiere decir que estas naciones no sean imperialistas. En un mundo gobernado por la ley del más fuerte, todos estos países no son algo distinto que gángsteres de menor envergadura obligados a satisfacer sus apetitos imperialistas dentro de los límites impuestos violentamente por el “padrino” americano. La tarea de la clase obrera, en contra de lo que propugnan el FSM, MR-2004 y los otros, no es seguir el juego de los pequeños imperialismos contra los Estados Unidos.

Estas discusiones nos han llevado frecuentemente a tener que enfrentar las “alternativas” de los maoístas –su patriotismo, la demagogia de Democracia del Pueblo, o de Nueva Democracia. La política de los maoístas, insistimos, es opuesta a la que ha defendido siempre el proletariado: el internacionalismo. En el apogeo del capitalismo, en 1871, cuando según su punto de vista el nacionalismo alemán era aun progresista, Marx y Engels adoptaron una posición internacionalista frente a la guerra Franco-Prusiana. Los socialistas alemanes fueron encarcelados por haberse negado a secundar la defensa de la patria alemana. Durante la 1ª Guerra mundial los comunistas defendieron el internacionalismo. Lenin lo primero que hizo fue mantener un duro y despiadado combate contra la traición patriótica de Kautsky y consortes. Contrariamente a los marxistas, quienes han hecho siempre del internacionalismo la piedra clave de su política, los maoístas y los estalinistas proclaman alto y fuerte su patriotismo. Esto concuerda perfectamente con su naturaleza de clase pues son los defensores más firmes del capital nacional, del Estado nacional. La teoría de la “India hipotecada” (o del mismo género la “Turquía, Irán, Siria, África del Sur,… hipotecada”, según los maoístas de los respectivos países) mantiene a la clase obrera bajo el yugo del capital nacional.

El maoísmo le dice a la clase obrera de los países del Tercer Mundo: “no luchéis por la destrucción del sistema capitalista y de sus aparatos nacionales. Mejor, donad vuestra vida al Estado nacional que está hipotecado”. Contra todos esos discursos nosotros hemos puesto por delante que la tarea de la clase obrera es, sobre todo, luchar por la destrucción del capitalismo y del imperialismo de su propia burguesía, y trabajar por la construcción de una sociedad sin clases, sin dinero y basada sobre la eliminación de los Estados nacionales. 

Communist Internationalist, sección de la CCI en India (31 enero 2004).

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