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Acción Proletaria nº 219, 15 Mayo al 15 de Julio

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¡Solidaridad con los indignados en España! El porvenir pertenece a la clase obrera

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Al principio era solo una manifestación para el 15M. Y desembocó en una oleada de ocupaciones de las principales plazas públicas. Trataron después de liquidarlas con el chantaje de la "jornada de reflexión" y las elecciones del 22M. Pero las concentraciones y las asambleas siguieron, puesto que "nada tenemos que ver con las elecciones" como afirmó uno de los oradores. Luego el movimiento parecía languidecer, cuando la tentativa de desalojo de la Plaza Cataluña de Barcelona desató una oleada de solidaridad que llevó a esas mismas plazas mucha más gente que en el fin de semana anterior. A las reiteradas propuestas de acabar con las acampadas y retirarse a los barrios, o posponer las movilizaciones hasta Octubre, se resisten multitud de participantes en las Asambleas que quieren seguir juntos, sobre todo ahora que movimientos similares parecen prender en Grecia, Francia... Se trata indiscutiblemente de un movimiento sumamente vivo, del que es difícil, fijar un análisis completo y definitivo... No aspiramos a ello, aunque no podemos eludir nuestra responsabilidad de establecer nuestra toma de posición, señalando, aunque sólo sea eso, el contexto mundial de la lucha de clases en que se produce este movimiento y sus principales aportaciones a ese combate.
Este combate ha planteado un sinfín de cuestiones: ¿Cómo enfrentarse a la represión y al mismo tiempo no caer en las trampas del reformismo democrático? ¿Cómo ganar a todas las capas no explotadoras de la sociedad sin diluir la lucha en una amalgama interclasista? ¿Cómo extender las luchas y las asambleas a los barrios y las fábricas, sin caer en la trampa de la "gestión ciudadana" de una sociedad hipotecada por un sistema capitalista en plena y brutal crisis?... Son cuestiones que desde luego están siendo discutidas, en ámbitos más o menos minoritarios entre quienes participamos en este movimiento. No aspiramos a dar respuestas acabadas y listas para implantarlas, sino contribuir precisamente a enriquecer ese debate y a orientar esa reflexión en una perspectiva revolucionaria mundial.
Lo que publicamos a continuación es, someramente adaptada de nuestra publicación en Francia, la última toma de posición de nuestra organización sobre estos acontecimientos que constituyen una etapa muy importante en el desarrollo de las luchas sociales y de los combates de la clase obrera mundial frente al callejón sin salida en que se adentra el capitalismo.

Las premisas del movimiento

El movimiento de los "indignados" en España ha venido madurando en los últimos meses tras la huelga general del 29 de Septiembre, contra la reforma laboral. Esta "movilización" (), acabó en un verdadero jarro de agua fría tras el acuerdo firmado por Patronal, Gobierno y Sindicatos que retrasaba la edad de jubilación hasta los 67 años, y una progresiva reducción de la cuantía de las pensiones.
Pero los efectos de este desencanto fueron cediendo el paso a una cólera cada vez más a flor de piel. En Marzo, en Portugal, cerca de 300 mil jóvenes que se autodenominan la "generación desesperada" (generaçao a rasca), se citan mediante Internet, para manifestarse juntos en Lisboa contra la precariedad laboral. Este ejemplo tuvo un efecto inmediato en las universidades españolas, y sobre todo en Madrid. Pues también aquí la gran mayoría de los jóvenes menores de 30 años y también los estudiantes sobrevive de los llamados "contratos- basura": empleos a tiempo parcial, por unos pocos meses, y con salarios por debajo de los 600 euros mensuales. En este contexto, un centenar de estudiantes constituye el grupo "Jóvenes sin futuro", donde se reagrupan sobre todo estudiantes pobres, salidos de la clase obrera y que se movilizan el 7 de abril tras una consigna que reza: "Sin casa, sin curro (trabajo), sin pensión, sin miedo". El éxito de esta manifestación en la que participaron cerca de 5000 personas en Madrid, anima a estos grupos a proponer una manifestación para el 15 de Mayo. Entre tanto aparece en Madrid la plataforma Democracia Real Ya (DRY) que se pronuncia igualmente contra el paro y la "dictadura de los mercados", y que se define como "apolítica", ni de derechas ni de izquierdas. Esta plataforma Democracia Real Ya convoca igualmente a manifestarse el 15 de Mayo en otras ciudades, aunque desde luego será en Madrid donde esta convocatoria congregue el mayor número de participantes (en torno a 25 mil), en una manifestación "pacífica y respetuosa" que debía concluir sin más en la Puerta del Sol.

La indignación 
de la juventud "sin futuro" 
gana al conjunto de la población

Si estas manifestaciones convocadas por Democracia Real Ya cosecharon un éxito espectacular fue porque a través de ella se expresaba un descontento generalizado, particularmente entre los jóvenes que se ven abocados al desempleo al finalizar sus estudios. Lo previsto es que todo acabase ahí, en ese acto de protesta. Sin embargo, al final de las manifestaciones de Madrid y Granada tuvieron lugar una serie de incidentes relacionados con acciones de pequeños grupos de "black blocks" - como por otra parte ya sucedió en Madrid el 7 de abril - que fueron brutalmente reprimidas por la policía cargando indiscriminadamente contra grupos de manifestantes que volvían a sus casas y practicando detenciones incluso entre gente que paseaba por la zona,... Los periódicos del día siguiente reseñaban el consabido guión, dictado obviamente por la policía del luego "comprensivo" ministro de Interior (Rubalcaba): "una protesta juvenil más que acaba en las consabidas algaradas callejeras...", bla, bla, bla. Solo que esta vez, el clima social se indigna ante cualquier tentativa de asimilación de la protesta juvenil a la acción de "cuatro violentos". Los 19 detenidos de Madrid elaboran un comunicado denunciando la arbitrariedad y los malos tratos sufridos y "cuelgan" este comunicado en las redes sociales, lo que anima a otras personas que estuvieron presentes en la manifestación a publicar también fotos que reflejan la brutalidad policial, fermentando una creciente oleada de indignación y solidaridad. La misma noche del 15M, un grupo de unas 30 personas, totalmente anónimas y sin organización previa se animan a plantar unas cuantas tiendas de campaña en la Puerta del Sol de Madrid. El desalojo por parte de la policía nacional de esa primera acampada en la madrugada del día 17, desata ya la movilización masiva de miles de personas que tras concentrarse en los juzgados para pedir la libertad de los detenidos en la madrugada de ese 17 M, deciden volver a ocupar la Puerta del Sol. En un par de días ese ejemplo es secundado por miles de personas en más de 70 ciudades en España. Y esa extensión es, al mismo tiempo, un impulso a la radicalización.
Para el día 17, los organizadores del movimiento 15M habían previsto protestas silenciosas y "performances" lúdicas, pero toda la rabia que se acumulaba en las diferentes plazas no se contenía en este tipo de acciones y se reclamaba a gritos la celebración de asambleas para discutir, para proponer, para decidir. Y eso también se extiende a Barcelona, Valencia, y luego a partir del miércoles 18 de junio a todas las demás concentraciones que se han adueñado de las plazas públicas y que ven como, día tras día, se celebran Asambleas generales abiertas a todo aquel que quiera participar.
Es cierto que en un primer momento la represión sufrida motiva una fuerte contestación hacia el "orden democrático" que se pone de manifiesto que una de las consignas más coreadas sea el ya conocido: "Lo llaman democracia y no lo es". Esta sensibilización, así como la cercanía de las elecciones municipales y autonómicas, permite a la plataforma Democracia Real Ya lanzar una debate para tratar de polarizar la movilización en pro de la "regeneración democrática" del Estado español, y la reivindicación de una reforma de la ley electoral para poner fin al bipartidismo PSOE/PP, y una "auténtica democracia" que subsanara los vicios de la "Constitución heredada de la transición desde el franquismo a la democracia".
Pero el movimiento de los "indignados" ha superado de lejos la simple reivindicación democrática y reformista del colectivo Democracia Real Ya, y es mucho más que una simple revuelta de la "generación perdidos" de los "seiscientoseuristas",... En las manifestaciones y en las plazas ocupadas de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, se leen pancartas y se cantan eslóganes tales como: "¡Democracia sin capital!", "PSOE y PP, la misma mierda es", "¡Construyamos un futuro sin capitalismo !", "Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir", "¡Todo el poder a las Asambleas !", "El problema no es la democracia, el problema es el capitalismo", "Sin trabajo, sin casa, sin miedo", "¡Despertad obreros!", "600 euros al mes: ¡eso si es violencia!".
En Valencia, un grupo de mujeres decían: "¡engañaron a los abuelos, engañaron también a los hijos, ¡que los nietos no se dejen engañar!".

Las Asambleas masivas,
un "arma cargada de futuro"

Frente a la democracia burguesa que se reduce la "participación" a elegir cada 4 años el político de turno que nunca cumplirá las promesas y siempre ejecutará el "programa oculto" , es decir las medidas de austeridad que exige la inexorable agravación de la crisis económica, el movimiento de los "indignados" en España se ha reapropiado, espontáneamente de un arma de combate de la clase obrera; las Asambleas generales abiertas. Y así, por todas partes, se han multiplicado asambleas multitudinarias de ciudad en las que se reagrupaban miles de personas de todas las edades y de todas las capas no explotadoras de la sociedad. En estas Asambleas cualquiera puede pedir la palabra, manifestar su indignación, lanzar debates y plantear propuestas.
En esta atmósfera de ebullición general, la palabra se libera, y se examinan todos los aspectos de la vida social (política, cultural, económica,..). Las plazas se ven inundadas por una gigantesca marea colectiva de ideas que se debaten en un clima de solidaridad y de respeto mutuo. En muchas plazas se han instalado "buzones" para que quien quiera pueda dejar sus propuestas de debate, etc. El movimiento se ha organizado con mucha inteligencia, creando comisiones que se encargan entre otras cuestiones de la propia seguridad evitando desbordamiento y choques con la policía, pero también la violencia entre los participantes y el consumo de alcohol, que se ha proscrito con consignas como "La revolución no es botellón". Cada día se ponen en funcionamiento equipos de limpieza, y en cantinas públicas (¡y gratuitas pues se nutren de aportaciones solidarias de la población!), se sirven comidas. Se han organizado también servicios de guardería y de cuidados médicos, contando con la colaboración de numerosos voluntarios. También se han creado bibliotecas, así como "bancos de tiempo" en los que se ofrecen enseñanzas de materias científicas, culturales, artísticas, políticas y económicas. Se ha planificado la celebración de "jornadas de reflexión", Cada uno de los participantes aporta sus conocimientos o sus habilidades,...
Aparentemente ese torrente de pensamientos y de iniciativas no acaba en nada. No hay propuestas concretas o reivindicaciones realistas o inmediatamente realizables. Lo que aparece netamente es un inmenso hartazgo de tanta miseria, de planes de austeridad, del actual orden social; y al mismo tiempo una enorme voluntad colectiva de romper con la atomización social y de reagruparse y debatir juntos. A pesar de las numerosas confusiones e ilusiones que indudablemente existen, la palabra "revolución" vuelve a asomar en multitud de pancartas y eslóganes y ya no produce miedo.
Los debates de las asambleas han hecho surgir numerosas cuestiones:
1º ¿Hay que limitarse a la regeneración democrática, O bien ¿los problemas tienen su origen en el capitalismo que no se puede reformar y hay que destruirlo de arriba abajo?
2º ¿Debe darse por terminado el movimiento el 22, día de las elecciones, o, por el contrario, hay que proseguirlo para luchar masivamente contra los recortes sociales, el desempleo, la precariedad, los desahucios?
3º ¿No habría que extender las asambleas a los centros de trabajo, a los barrios, a las oficinas de paro, a institutos y universidades para que el movimiento tomara raíces en los los trabajadores, los únicos que tienen la fuerza y las bases para desarrollar una lucha generalizada?
En estos debates en el seno de las asambleas se han puesto netamente de manifiesto dos tendencias:
  • Una, la conservadora, impulsada sobre todo por las capas sociales no proletarias, que esparcen la ilusión de que es posible reformar el sistema capitalista a través de una "revolución democrática y ciudadana".
  • La otra, la proletaria, que pone en evidencia la necesidad de acabar con el capitalismo.
Las asambleas que tuvieron lugar el domingo 22 de mayo, el mismo día de las elecciones, decidieron proseguir el movimiento tras numerosas intervenciones que señalaban: "no estamos aquí por las elecciones, aunque hayan sido el detonante". La tendencia proletaria se afirma más nítidamente a través de las propuestas para "ir a buscar a los trabajadores" y anteponiendo las reivindicaciones contra el desempleo, la precariedad y los ataques sociales. En la asamblea de la Puerta del Sol se adopta la decisión de organizar "asambleas populares" en los barrios y empiezan a oírse propuestas de extender la movilización a centros de trabajo, universidades, oficinas de empleo, etc. En Málaga, Barcelona y Valencia, las asambleas han propuesto organizar una manifestación contra los recortes sociales y convocando una nueva huelga general, esta vez "verdadera", como afirmó uno de los oradores.
Pero es en Barcelona, la capital industrial del país, donde la asamblea central en Plaza Cataluña tiene un carácter más radical, más marcada por la tendencia proletaria que veíamos antes y, sobre todo al principio, más distanciada de las ilusiones de "regeneración democrática". En parte por el peso histórico de las luchas obreras en esa ciudad (desde la huelga de la Canadiense en 1919 a la Huelga general del Bajo Llobregat en 1974). En parte también por el hartazgo producido por los ocho años de gobierno de una coalición P"S"- P"C"-nacionalistas que hoy se apuntan como propulsores de esa "regeneración" pero que son vistos por la gran mayoría de la población como cómplices del paro, la miseria y la represión. Lo cierto es que la concentración de Plaza Cataluña se ha convertido en un poderoso imán que ha atraído hacía sí y ha respaldado multitud de movimientos contra las distintas manifestaciones de la degradación de las condiciones de vida. Sean los desahuciados (la asamblea mandó delegaciones para impedir el desalojo judicial de algunas viviendas en barrios obreros), los bomberos, los trabajadores de la Compañía Telefónica amenazados por miles de despidos, los trabajadores de sanidad y educación que protestan contra los draconianos planes de ajuste que va a sufrir toda la población, los estudiantes y los profesores que se han unido para luchar contra los recortes salariales de estos. Pero eso sucede también en otras concentraciones. En Madrid, los bomberos que llevan meses luchando contra la reducción de plantillas, pasean uniformados por el centro de la concentración de Sol y son ovacionados. En Valencia los conductores de autobús se juntan en la Plaza del Ayuntamiento (rebautizada Plaza 15 de Mayo) con una manifestación de los barrios que protesta contra el recorte de los presupuestos en enseñanza. En Zaragoza también los conductores de bus también se han sumado a la concentración...

El porvenir está en las manos
de las jóvenes generaciones
de la clase obrera

Sea cual sea la dirección en que se encamine este movimiento y donde desemboque, lo cierto es que esta revuelta iniciada por una juventud enfrentada a una situación de desempleo dramático (en España el 45% de los jóvenes entre 20 y 25 años está desempleada), viene a sumarse al combate de la clase obrera. Su contribución a la lucha internacional de la clase obrera es indiscutible.
Se trata de un movimiento generalizado que implica a todas las capas sociales no explotadoras y especialmente a todas las generaciones de la clase obrera. Incluso aunque ésta se haya visto anegada por una oleada de cólera "popular", y no se haya afirmado, autónomamente, a través de huelgas y manifestaciones masivas, poniendo por delante sus propias reivindicaciones económicas. Este movimiento es expresión, en realidad, de una maduración en profundidad de la conciencia en el seno de la única clase que puede cambiar el mundo y acabar con el capitalismo: la clase obrera.
Este movimiento pone claramente de manifiesto que ante el hundimiento cada vez más evidente del capitalismo, importantes masas comienzan a levantarse en los países "demócraticos" de Europa occidental. Y esto abre la puerta a la politización de las luchas del proletariado.
Pero, sobre todo, este movimiento ha puesto de manifiesto que los jóvenes que son, en su inmensa mayoría, parados o precarios, han sido capaces de apropiarse de las armas de combate de la clase obrera: las asambleas generales masivas y abiertas que les han permitido desarrollar la solidaridad y tomar ellos mismos la lucha en sus manos, al margen de los partidos políticos y los sindicatos.
La consigna "¡Todo el poder a las Asambleas!" que ha surgido en este movimiento, aunque aún de forma minoritaria, supone un remake del antiguo eslogan de la Revolución rusa: "¡Todo el poder a los Consejos obreros!" (soviets).
Y si bien es cierto que la palabra comunismo aún suscita hoy desconfianzas y temores (dado el impacto que aún tienen las campañas desatadas por la burguesía tras el hundimiento del bloque del Este y los regímenes estalinistas), lo cierto es que el término "revolución" no asusta a nadie. ¡Todo lo contrario!
Este movimiento no tiene nada de "Spanish Revolution" por mucho que plataformas como Democracia Real Ya lo hayan querido definir así. El paro, la precariedad, la carestía de la vida y la degradación constante de las condiciones de existencia de las masas explotadas no son, en absoluto, una especificidad española. La siniestra lacra del paro, y sobre todo del paro juvenil, se ve tanto en Madrid como en El Cairo, en Londres como en París, en Atenas y en Buenos Aires. Sufrimos todos una misma caída en el abismo de la descomposición de la sociedad capitalista. Este abismo no consiste únicamente en miseria y desempleo, sino también en la multiplicación de catástrofes nucleares y guerras, en la dislocación de las relaciones sociales (como demuestran, entre otras cosas, el aumento de las agresiones sexuales y la violencia contra las mujeres en los países "civilizados").
Este movimiento de los "indignados" no es una revolución. Pero sí una nueva etapa en el desarrollo de las luchas sociales y de los combates de la clase obrera a escala internacional, que son los único que puede abrir una perspectivas de porvenir a esta juventud "sin futuro", y a toda la humanidad.
Este movimiento (a pesar de todas sus confusiones e ilusiones sobre una "república independiente de la Puerta del Sol") revela que en las entrañas de la sociedad burguesa, se está gestando la perspectiva de una nueva sociedad. El "terremoto español" saca a la luz que las nuevas generaciones de proletarios no tienen nada que perder, y que son, ya ahora, los protagonistas de la historia. Que están socavando los cimientos y preparando nuevos terremotos que abrirán paso a la emancipación de la humanidad. Gracias a la utilización de las redes sociales de Internet, de la telefonía móvil, y de los modernos medios de comunicación, estas nuevas generaciones han demostrado su capacidad para romper con el black-out de la burguesía, es decir con el silenciamiento y la tergiversación de las luchas contra su dominación, así como para catapultar la solidaridad más allá de las fronteras.
Este nueva generación de la clase obrera debutó en el escenario internacional a partir de 2003 con las manifestaciones que tuvieron lugar contra la guerra de Irak, y con las primeras manifestaciones en Francia contra una tentativa inicial de reforma de las pensiones. Se reafirmó en el año 2006 también en ese país con el movimiento masivo de universitarios y estudiantes de secundaria contra el proyecto de un Contrato de Primer Empleo (CPE). En Grecia, en Italia, en Portugal, en Gran Bretaña, los jóvenes estudiantes han hecho sentir también sus protestas contra el futuro que les depara el capitalismo: la miseria absoluta y el desempleo.
El hartazgo de esta nueva generación "sin futuro" ha emergido también recientemente en Túnez y en Egipto conduciendo a una enorme revuelta social que ha provocado la caída de Ben Alí y de Mubarak respectivamente. Pero tampoco podemos olvidar que lo que impulsó a los líderes de los principales países democráticos (y sobre todo a Obama) a presionar para que estos dictadores, sus amigos de antaño, abandonaran el poder fueron sobre todo las crecientes huelgas obreras y la amenaza de una huelga general contra la sangrienta represión de las manifestaciones.
A partir de ese momento, la plaza Tarhir se ha convertido en un emblema para las jóvenes generaciones de la clase obrera en multitud de países. De hecho ha sido el modelo que ha servido a los "indignados" españoles para su Acampada de la Puerta del Sol, así como la de las decenas de ciudades españolas que han secundado, igualmente, este ejemplo. De hecho en algunas de ellas, la plaza ha sido momentáneamente rebautizada como "Plaza Tahrir".
Pero este movimiento de los "indignados" es, en realidad, mucho más profundo que el de la plaza central de El Cairo.
Este movimiento ha estallado en el principal país de la península ibérica que constituye de hecho un puente entre dos continentes. El hecho de que tenga lugar en un Estado "democrático" de la Europa occidental (y, además, dirigido por un gobierno "socialista") sólo puede contribuir para que acaben diluyéndose las mistificaciones democráticas como las que desplegaron los media a propósito de la "revolución del jazmín" en Tunez, el fin de las "dictaduras" de los países árabes, etc.
Y aunque califiquen este movimiento de "spanish revolution", lo cierto es que no ha aparecido ni una sola bandera española, a diferencia de lo que sucedía en Tahrir que estaba cubierta de banderas nacionales. Hemos visto, por el contrario aparecer eslóganes reclamando una "revolución global" o la extensión de este movimiento más allá de las fronteras nacionales. En muchas Asambleas se han creado Comisiones Internacionales. El movimiento de los indignados ha aparecido también en ciudades de los cinco continentes, "exportado" en muchos casos por estudiantes españoles. Pero no ha sido solamente el vector de los "Erasmus" quien ha expandido el espíritu de la Puerta del Sol, en multitud de países. Ha sido sobre todo la comunidad de problemas y situaciones, como se ve en las concentraciones multitudinarias que, al margen de las convocatorias de huelgas generales promovidas por los sindicatos, tienen lugar ante el Parlamento de Grecia. Y más que eso: la solidaridad con la lucha. Si tras la tentativa de desalojo de Plaza de Cataluña, todas las plazas ocupadas eran un clamor con el "Todos somos Barcelona", el lunes 30, tras el desalojo de la concentración de la Plaza de la Bastilla en la capital francesa, se sucedían las marchas y las manifestaciones ante las embajadas de Francia al grito de "¡Sí. Sí, Sí. Estamos con París!"
A pesar de las muchas ilusiones y confusiones que, inevitablemente, marcan este movimiento iniciado por los jóvenes "indignados", éste constituye un eslabón muy importante en la cadena de luchas sociales que están estallando hoy. Con la agravación de la crisis mundial del capitalismo estas luchas sociales no pueden si no tender a converger con la lucha de clase del proletariado y contribuir a su desarrollo.
El coraje, la determinación y ese sentido profundo de solidaridad de la joven generación "sin futuro" revela que, efectivamente, otro mundo es posible: el comunismo, es decir la unificación de la comunidad humana mundial. Pero para que este "viejo sueño" pueda hacerse realidad, es necesario ante todo que la clase obrera, la que produce lo esencial de las riquezas de la sociedad, vuelva a reencontrar su identidad de clase desarrollando masivamente sus luchas en todos los países contra la explotación y todos los ataques del capitalismo.
El movimiento de los "indignados" ha comenzado a plantear nuevamente la cuestión de la "revolución". Corresponde al proletariado mundial resolverlo y darle una dirección de clase hacia los combates del mañana que puedan encarar la eliminación del capitalismo de la faz de la tierra. Únicamente sobre las ruinas de este sistema de explotación basado en la mercancía y el beneficio, podrán las nuevas generaciones edificar otra sociedad que devuelva a la especie humana su dignidad y que haga posible una verdadera "democracia" universal.
Sofiane (27 mayo 2011)
 

Noticias y actualidad: 

  • Movimiento 15M en España [2]

Para cambiar la sociedad... ¿El Estado democrático es la solución o el problema?

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Las asambleas del 15M han planteado en todas partes una reflexión sobre la democracia. Detrás de la consigna de ¡Democracia Real Ya! caben, desde los planteamientos reformistas parlamentarios del PSOE, IU y consortes, hasta una verdadera voluntad de cambiar el mundo, de buscar una perspectiva revolucionaria. El movimiento de los indignados ha desencadenado un torrente de discusiones, de reflexión, de búsqueda de claridad, sobre si es posible cambiar la sociedad y cómo habría que organizarla. La experiencia colectiva de las acampadas, las asambleas, las manifestaciones, empuja a tomar a cargo la organización de las protestas y a pensar si sería posible igualmente tomar a cargo la organización de la sociedad. ¿Se puede construir la sociedad que queremos, sin explotación, donde "la vida se antepone a las necesidades de la economía" -como decían algunas consignas-, sin clases, de educación y cultura, simplemente reformando las leyes electorales para que se nos escuche? ¿O se debería entrar a formar parte del Estado, formando una candidatura a la conquista de los órganos de gobierno?¿O en realidad el Estado democrático es el enemigo y hay que acabar con él para tomar a cargo la organización revolucionaria de la sociedad?
Este año se cumplen 140 años de La Comuna de París de 1871, cuando en una verdadera revolución popular, las capas oprimidas, dirigidas por la clase trabajadora, se lanzaron a "asaltar el cielo" (como Dijo Marx), desafiando a la República democrática, destruyendo el Estado burgués y organizando la Comuna. La revolución terminó aislada en París y fue derrotada, y la burguesía reprimió con saña brutal de venganza a los obreros, hasta el punto que tuvo que ser interrumpida so pena de diezmar la mano de obra en Francia. En nombre del partido del proletariado, la AIT, Marx redactó varios Manifiestos, que son la base del libro conocido como La Guerra civil en Francia, que trataba de sacar lecciones de este episodio heroico. Este es un buen ejemplo y materia de reflexión sobre cómo, por primera vez en la historia, en la práctica, los trabajadores se planteaban tomar a cargo la organización de la sociedad, frente a una República democrática mucho más llena de vitalidad política y social que cualquier Estado en el periodo actual. Es pues, un buen ejemplo para reflexionar sobre la democracia, el Estado y la revolución.
Pero no publicamos aquí el libro de Marx, sino extractos de dos capítulos (III y IV) de otro libro, precisamente El Estado y la Revolución, de Lenin, donde, en vísperas de la otra gran tentativa revolucionaria de nuestra época, la Revolución rusa de 1917 (), éste reflexiona sobre la experiencia de La Comuna y las lecciones de la AIT, justamente preguntándose qué hay que hacer para desarrollar una revolución y polemizando contra las "viejas glorias" de la socialdemocracia como Kautsky o Plejanov, que defendían la conquista parlamentaria del Estado, apoyada por la "huelga general". A nadie se le escapa la actualidad de estos planteamientos, que son una contribución a las reflexiones que bullen estos días en muchas discusiones.

CAPITULO III

EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN

La experiencia de la Comuna de Paris de 1871
El análisis de Marx

¿En que consiste el heroísmo de la tentativa de los comuneros?

La única "corrección" que Marx consideró necesario introducir en El Manifiesto comunista fue hecha por él a base de la experiencia revolucionaria de los comuneros de París.
El último prólogo a la nueva edición alemana de El Manifiesto comunista, suscrito por sus dos autores, lleva la fecha de 24 de junio de 1872. En este prólogo, los autores, Carlos Marx y Federico Engels, dicen que el programa de El Manifiesto comunista está "ahora anticuado en ciertos puntos".
"... La Comuna ha demostrado, sobre todo -continúan-, que "la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines"..." .
Las palabras puestas entre asteriscos, en esta cita, fueron tomadas por sus autores de la obra de Marx La Guerra civil en Francia.
Así, pues, Marx y Engels atribuían una importancia tan gigantesca a esta enseñanza fundamental y principal de la Comuna de Paris, que la introdujeron como corrección esencial en El Manifiesto comunista.
... El pensamiento de Marx consiste en que la clase obrera debe destruir, romper la "máquina estatal existente" y no limitarse simplemente a apoderarse de ella.
El 12 de abril de 1871, es decir justamente en plena Comuna, Marx escribió a Kugelmann:
"...Si te fijas en el último capítulo de mi ‘18 Brumario', verás que expongo como próxima tentativa de la revolución francesa, no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-militar, como se venia haciendo hasta ahora, sino romperla [subrayado por Marx; en el original "zerbrechen"], y ésta es justamente la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente. En esto, precisamente, consiste la tentativa de nuestros heroicos camaradas de Paris" (pág. 709 de la revista Neue Zeit, t. XX, I, año 1901-1902).

 ¿Con que sustituir la maquina 
del Estado una vez destruida?

En 1847, en El Manifiesto comunista, Marx daba a esta pregunta una respuesta todavía completamente abstracta, o, más exactamente, una respuesta que señalaba las tareas, pero no los medios para resolverlas. Sustituir la máquina del Estado, una vez destruida, por la "organización del proletariado como clase dominante", "por la conquista de la democracia": tal era la respuesta de El Manifiesto comunista.
Sin perderse en utopías, Marx esperaba de la experiencia del movimiento de masas la respuesta a la cuestión de qué formas concretas habría de revestir esta organización del proletariado como clase dominante y de qué modo esta organización habría de coordinarse con la "conquista de la democracia" más completa y más consecuente.
En su Guerra civil en Francia, Marx somete al análisis más atento la experiencia de la Comuna, por breve que esta experiencia haya sido. Citemos los pasajes más importantes de esta obra:
En el siglo XIX, se desarrolló, procedente de la Edad Media, "el poder centralizado del Estado, con sus órganos omnipresentes: el ejército permanente, la policía, la Burocracia, el clero y la magistratura". Con el desarrollo del antagonismo de clase entre el capital y el trabajo, "el poder del Estado fue adquiriendo cada vez más el carácter de un poder público para la opresión del trabajo, el carácter de una máquina de dominación de clase. Después de cada revolución, que marcaba un paso adelante en la lucha de clases, se acusaba con rasgos cada vez más salientes el carácter puramente opresor del Poder del Estado". Después de la revolución de 1848-1849, el poder del Estado se convierte en un "arma nacional de guerra del capital contra el trabajo". El Segundo Imperio lo consolida.
"La antítesis directa del Imperio era la Comuna". "Era la forma definida" "de aquella república que no había de abolir tan sólo la forma monárquica de la dominación de clase, sino la dominación misma de clase..."
¿En qué había consistido, concretamente, esta forma "definida" de la república proletaria, socialista? ¿Cuál era el Estado que había comenzado a crear?
"... El primer decreto de la Comuna fue... la supresión del ejército permanente para sustituirlo por el pueblo armado..."
"... La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los diversos distritos de París. Eran responsables y podían ser revocados en todo momento. La mayoría de sus miembros eran, naturalmente, obreros o representantes reconocidos de la clase obrera...
"... La policía, que hasta entonces había sido instrumento del gobierno central, fue despojada inmediatamente de todos sus atributos políticos y convertida en instrumento de la Comuna, responsable ante ésta y revocable en todo momento... Y lo mismo se hizo con los funcionarios de todas las demás ramas de la administración... Desde los miembros de la Comuna para abajo, todos los que desempeñaban cargos públicos lo hacían por el salario de un obrero. Todos los privilegios y los gastos de representación de los altos dignatarios del Estado desaparecieron junto con éstos... Una vez suprimidos el ejército permanente y la policía, instrumentos de la fuerza material del antiguo gobierno, la Comuna se apresuró a destruir también la fuerza de opresión espiritual, el poder de los curas. ... Los funcionarios judiciales perdieron su aparente independencia ... En el futuro debían ser elegidos públicamente, ser responsables y revocables..."
Por tanto, la Comuna sustituye la máquina estatal destruida, aparentemente "sólo" por una democracia más completa: supresión del ejército permanente y completa elegibilidad y amovilidad de todos los funcionarios. Pero, en realidad, este "sólo" representa un cambio gigantesco de unas instituciones por otras de un tipo distinto por principio. Aquí estamos precisamente ante uno de esos casos de "transformación de la cantidad en calidad": la democracia, llevada a la práctica del modo más completo y consecuente que puede concebirse, se convierte de democracia burguesa en democracia proletaria, de un Estado (fuerza especial para la represión de una determinada clase) en algo que ya no es un Estado propiamente dicho.
Todavía es necesario reprimir a la burguesía y vencer su resistencia. Esto era especialmente necesario para la Comuna, y una de las causas de su derrota está en no haber hecho esto con suficiente decisión. Pero aquí el órgano represor es ya la mayoría de la población y no una minoría, como había sido siempre, lo mismo bajo la esclavitud y la servidumbre que bajo la esclavitud asalariada. ¡Y, desde el momento en que es la mayoría del pueblo la que reprime por sí misma a sus opresores, no es ya necesaria una "fuerza especial" de represión! En este sentido, el Estado comienza a extinguirse.
En vez de instituciones especiales de una minoría privilegiada (la burocracia privilegiada, los jefes del ejército permanente), puede llevar a efecto esto directamente la mayoría, y cuanto más intervenga todo el pueblo en la ejecución de las funciones propias del Poder del Estado tanto menor es la necesidad de dicho Poder.
En este sentido, es singularmente notable una de las medidas decretadas por la Comuna, que Marx subraya: la abolición de todos los gastos de representación, de todos los privilegios pecuniarios de los funcionarios, la reducción de los sueldos de todos los funcionarios del Estado al nivel del "salario de un obrero ". Aquí es precisamente donde se expresa de un modo más evidente el viraje de la democracia burguesa a la democracia proletaria, de la democracia de la clase opresora a la democracia de las clases oprimidas, del Estado como "fuerza especial " para la represión de una determinada clase a la represión de los opresores por la fuerza conjunta de la mayoría del pueblo, de los obreros y los campesinos.
... La completa elegibilidad y la movilidad en cualquier momento de todos los funcionarios sin excepción; la reducción de su sueldo a los límites del "salario corriente de un obrero": estas medidas democráticas, sencillas y "evidentes por sí mismas", al mismo tiempo que unifican en absoluto los intereses de los obreros y de la mayoría de los campesinos, sirven de puente que conduce del capitalismo al socialismo. Estas medidas atañen a la reorganización del Estado, a la reorganización puramente política de la sociedad, pero es evidente que sólo adquieren su pleno sentido e importancia en conexión con la "expropiación de los expropiadores" ya en realización o en preparación, es decir, con la transformación de la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción en propiedad social.
"Al suprimir las dos mayores partidas de gastos, el ejército y la burocracia, la Comuna -escribe Marx- convirtió en realidad la consigna de todas las revoluciones burguesas: un gobierno barato"...

La abolición del parlamentarismo

"La Comuna -- escribió Marx -- debía ser, no una corporación parlamentaria, sino una corporación de trabajo, legislativa y ejecutiva al mismo tiempo..."
"... En vez de decidir una vez cada tres o cada seis años qué miembros de la clase dominante han de representar y aplastar [ver-und zertreten ] al pueblo en el parlamento, el sufragio universal debía servir al pueblo, organizado en comunas, de igual modo que el sufragio individual sirve a los patronos para encontrar obreros, inspectores y contables con destino a sus empresas".
Esta notable crítica del parlamentarismo, trazada en 1871, figura también hoy, gracias al predominio del socialchovinismo y del oportunismo, entre las "palabras olvidadas" del marxismo. Los ministros y parlamentarios profesionales, los traidores al proletariado y los "mercachifles" socialistas de nuestros días han dejado íntegramente a los anarquistas la crítica del parlamentarismo, y sobre esta base asombrosamente juiciosa han declarado toda crítica del parlamentarismo ¡como "anarquismo"!
... Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no sólo en las monarquías constitucionales parlamentarias, sino también en las repúblicas más democráticas.
Pero si planteamos la cuestión del Estado, si enfocamos el parlamentarismo como una de las instituciones del Estado, desde el punto de vista de las tareas del proletariado en este terreno, ¿dónde está entonces la salida del parlamentarismo? ¿Cómo es posible prescindir de él?
... La salida del parlamentarismo no está, naturalmente, en la abolición de las instituciones representativas y de la elegibilidad, sino en transformar las instituciones representativas de lugares de charlatanería en corporaciones "de trabajo". "La Comuna debía ser, no una corporación parlamentaria, sino una corporación de trabajo, legislativa y ejecutiva al mismo tiempo". "No una corporación parlamentaria, sino una corporación de trabajo": ¡este tiro va derecho al corazón de los parlamentarios modernos y de los "perrillos falderos" parlamentarios de la socialdemocracia! Fijaos en cualquier país parlamentario, de Norteamérica a Suiza, de Francia a Inglaterra, Noruega, etc.: la verdadera labor "de Estado" se hace entre bastidores y la ejecutan los ministerios, las oficinas, los Estados Mayores. En los parlamentos no se hace más que charlar, con la finalidad especial de embaucar al "vulgo"... La Comuna sustituye el parlamentarismo venal y podrido de la sociedad burguesa por instituciones en las que la libertad de crítica y de examen no degenera en engaño, pues aquí los parlamentarios tienen que trabajar ellos mismos, tienen que ejecutar ellos mismos sus leyes, tienen que comprobar ellos mismos los resultados, tienen que responder directamente ante sus electores. Las instituciones representativas continúan, pero desaparece el parlamentarismo como sistema especial, como división del trabajo legislativo y ejecutivo, como situación privilegiada para los diputados. Sin instituciones representativas no puede concebirse la democracia, ni aun la democracia proletaria; sin parlamentarismo, sí puede y debe concebirse, si la crítica de la sociedad burguesa no es para nosotros una frase vacua, si la aspiración de derrocar la dominación de la burguesía es en nosotros una aspiración seria y sincera y no una frase "electoral" para cazar los votos de los obreros...
... Organizaremos la gran producción nosotros mismos, los obreros, partiendo de lo que ha sido creado ya por el capitalismo, basándonos en nuestra propia experiencia obrera, estableciendo una disciplina rigurosísima, férrea, mantenida por el Poder estatal de los obreros armados; reduciremos a los funcionarios del Estado a ser simples ejecutores de nuestras directivas, "inspectores y contables" responsables, amovibles y modestamente retribuidos (en unión, naturalmente, de técnicos de todas clases, de todos los tipos y grados): he ahí nuestra tarea proletaria, he ahí por dónde se puede y se debe empezar al llevar a cabo la revolución proletaria. Este comienzo, sobre la base de la gran producción, conduce por sí mismo a la "extinción" gradual de toda burocracia, a la creación gradual de un orden -- orden sin comillas, orden que no se parecerá en nada a la esclavitud asalariada --, de un orden en que las funciones de inspección y de contabilidad, cada vez más simplificadas, se ejecutarán por todos siguiendo un turno, acabarán por convertirse en costumbre, y, por fin, desaparecerán como funciones especiales de una capa especial de la sociedad.

Prologo de 1891 a 
la Guerra civil en Francia de Marx

... ¿Cómo Engels, veinte años después de la Comuna, resumió sus enseñanzas para el proletariado militante?.
He aquí las enseñanzas que Engels destaca en primer plano:
"... Precisamente la fuerza opresora del antiguo gobierno centralista: el ejército, la policía política y la burocracia, que Napoleón había creado en 1798 y que desde entonces había sido heredada por todos los nuevos gobiernos como un instrumento grato, empleándolo contra sus enemigos; precisamente esta fuerza debía ser derrumbada en toda Francia, como había sido derrumbada ya en París.
"La Comuna tuvo que reconocer desde el primer momento que la clase obrera, al llegar al Poder, no puede seguir gobernando con la vieja máquina del Estado; que, para no perder de nuevo su dominación recién conquistada, la clase obrera tiene, de una parte, que barrer toda la vieja máquina represiva utilizada hasta entonces contra ella, y, de otra parte, precaverse contra sus propios diputados y funcionarios, declarándolos a todos, sin excepción revocables en cualquier momento..."
Engels subraya una y otra vez que no sólo bajo la monarquía, sino también bajo la República democrática, el Estado sigue siendo Estado, es decir, conserva su rasgo característico fundamental: convertir a sus funcionarios, "servidores de la sociedad", órganos de ella, en señores situados por encima de ella.
"... Contra esta transformación del Estado y de los órganos del Estado de servidores de la sociedad en señores situados por encima de la sociedad, transformación inevitable en todos los Estados anteriores, empleó la Comuna dos remedios infalibles. En primer lugar, cubrió todos los cargos administrativos, judiciales y de enseñanza por elección, mediante sufragio universal, concediendo a los electores el derecho a revocar en todo momento a sus elegidos. En segundo lugar, todos los funcionarios, altos y bajos, sólo estaban retribuidos como los demás obreros. El sueldo máximo abonado por la Comuna no excedía de 6.000 francos. Con este sistema se ponía una barrera eficaz al arribismo y la caza de cargos, y esto aun sin contar los mandatos imperativos que introdujo la Comuna para los diputados a los organismos representativos..."
Engels llega aquí a este interesante límite en que la democracia consecuente se transforma, de una parte, en socialismo y, de otra parte, reclama el socialismo, pues para destruir el Estado es necesario transformar las funciones de la administración del Estado en operaciones de control y registro tan sencillas, que sean accesibles a la inmensa mayoría de la población, primero, y a toda la población, sin distinción, después. Y la supresión completa del arribismo exige que los cargos "honoríficos" del Estado, aunque sean sin ingresos, n o puedan servir de trampolín para pasar a puestos altamente retribuidos en los Bancos y en las sociedades anónimas, como ocurre constantemente hoy hasta en los países capitalistas más libres.
El desarrollo de la democracia hasta sus últimas consecuencias, la indagación de las formas de este desarrollo, su comprobación en la práctica, etc.: todo esto forma parte integrante de las tareas de la lucha por la revolución social. Por separado, ningún democratismo da como resultante el socialismo, pero, en la práctica, el democratismo no se toma nunca "por separado", sino que se toma siempre "en bloque", influyendo también sobre la economía, acelerando su transformación y cayendo él mismo bajo la influencia del desarrollo económico, etc. Tal es la dialéctica de la historia viva Engels prosigue:
"... En el capítulo tercero de La guerra civil se describe con todo detalle esta labor encaminada a hacer saltar [Sprengung ] el viejo poder estatal y sustituirlo por otro nuevo realmente democrático. Sin embargo, era necesario detenerse a examinar aquí brevemente algunos de los rasgos de esta sustitución, por ser precisamente en Alemania donde la fe supersticiosa en el Estado se ha trasplantado del campo filosófico a la conciencia general de la burguesía e incluso a la de muchos obreros Según la concepción filosófica, el Estado es la "realización de la idea", o sea, traducido al lenguaje filosófico, el reino de Dios sobre la tierra, el campo en que se hacen o deben hacerse realidad la eterna verdad y la eterna justicia. De aquí nace una veneración supersticiosa del Estado y de todo lo que con él se relaciona, veneración supersticiosa que va arraigando en las conciencias con tanta mayor facilidad cuanto que la gente se acostumbra ya desde la infancia a pensar que los asuntos e intereses comunes a toda la sociedad no pueden gestionarse ni salvaguardarse de otro modo que como se ha venido haciendo hasta aquí, es decir, por medio del Estado y de sus funcionarios retribuidos con buenos puestos. Y se cree haber dado un paso enormemente audaz con librarse de la fe en la monarquía hereditaria y entusiasmarse por la República democrática. En realidad, el Estado no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra, lo mismo en la República democrática que bajo la monarquía; y en el mejor de los casos, un mal que se transmite hereditariamente al proletariado que haya triunfado en su lucha por la dominación de clase. El proletariado victorioso, lo mismo que lo hizo la Comuna, no podrá por menos de amputar inmediatamente los lados peores de este mal, entretanto que una generación futura, educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo ese trasto viejo del Estado".

Engels, sobre la superación
 de la democracia

En las consideraciones corrientes acerca del Estado... se olvida constantemente que la destrucción del Estado es también la destrucción de la democracia, que la extinción del Estado implica la extinción de la democracia.
A primera vista, esta afirmación parece extraordinariamente extraña e incomprensible; tal vez en alguien surja incluso el temor de si esperamos el advenimiento de una organización social en que no se acate el principio de la subordinación de la minoría a la mayoría, ya que la democracia es, precisamente, el reconocimiento de este principio.
No. La democracia no es idéntica a la subordinación de la minoría a la mayoría. Democracia es el Estado que reconoce la subordinación de la minoría a la mayoría, es decir, una organización llamada a ejercer la violencia sistemática de una clase contra otra, de una parte de la población contra otra.
Nosotros nos proponemos como meta final la destrucción del Estado, es decir, de toda violencia organizada y sistemática, de toda violencia contra los hombres en general. No esperamos el advenimiento de un orden social en el que no se acate el principio de la subordinación de la minoría a la mayoría. Pero, aspirando al socialismo, estamos persuadidos de que éste se convertirá gradualmente en comunismo, y en relación con esto desaparecerá toda necesidad de violencia sobre los hombres en general, toda necesidad de subordinación de unos hombres a otros, de una parte de la población a otra, pues los hombres se habituarán a observar las reglas elementales de la convivencia social sin violencia y sin subordinación.
Para subrayar este elemento del hábito es para lo que Engels habla de una nueva generación que, "educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo este trasto viejo del Estado", de todo Estado, inclusive el Estado democrático-republicano.
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Historia del Movimiento obrero: 

  • 1871 - La Comuna de Paris [3]

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Enlaces
[1] https://es.internationalism.org/files/es/AP_219%20BAT.pdf [2] https://es.internationalism.org/tag/noticias-y-actualidad/movimiento-15m-en-espana [3] https://es.internationalism.org/tag/historia-del-movimiento-obrero/1871-la-comuna-de-paris