50 años después
Hiroshima y Nagasaki o las mentiras de la burguesía
Con el cincuentenario de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, la burguesía ha alcanzado una nueva cumbre de cinismo y de ignominia. El no va más de la barbarie no fue cometido por un dictador o un loco sanguinario, sino por la tan virtuosa democracia americana. Para justificar tan monstruoso crimen, toda la burguesía mundial ha repetido la innoble patraña ya usada en la época de los esos siniestros acontecimientos: la bomba se habría utilizado para abreviar y limitar los sufrimientos causados por la continuación de la guerra con Japón. La burguesía estadounidense ha llevado su cinismo hasta el extremo de editar un sello postal de aniversario en el cual reza: «Las bombas atómicas aceleraron el final de la guerra. Agosto de 1945». Aunque en Japón este aniversario haya sido, claro está, una ocasión suplementaria para expresar la oposición a su ex padrino americano, el Primer ministro ha aportado sin embargo su valioso grano de arena a esa mentira de la bomba necesaria para que triunfaran la paz y la democracia, presentado, por vez primera, las excusas de Japón por todos los crímenes cometidos durante la IIª Guerra mundial. Y es así como vencedores y vencidos se encuentran unidos para desarrollar una campaña repugnante para con ella justificar uno de los mayores crímenes de la historia.