Los 12 y 19 de abril, dos pateras sobrecargadas de emigrantes que huían de la miseria y los peligros más extremos se hundían en el Mediterráneo, liquidando más de 1200 vidas. Tragedias como esta se repiten desde hace ya décadas: en los años 90, el estrecho de Gibraltar era el cementerio de miles de emigrantes. Desde el año 2000, han desaparecido 22 000 personas en el intento de arribar a Europa por mar. Desde el drama de Lampedusa en 2013, en el que perecieron 500 personas, esta emigración y sus consecuencias fatales han tenido un crecimiento sin precedentes. Con casi 220 000 travesías y 3500 muertos, el año 2014 ha batido todos los “récords”, para decirlo con la fría expresión de las estadísticas. En cuatro meses, desde el primero de enero de 2015, el mar se ha tragado a 1800 emigrantes.