Elegir entre monarquía o república es un falso problema. Ambos son variantes del Estado capitalista. Este, sea cual sea su forma (monarquía-república, dictadura-democracia) es un aparato exclusivo y excluyente del capital, no es un órgano “de todos” sino que está al servicio de la minoría explotadora. La esencia del Estado es el ejército, la policía, los tribunales, las cárceles, la burocracia; el Estado es, como decía Engels, el “capitalista colectivo ideal”, la herramienta con la que cada capital nacional defiende sus intereses tanto frente a sus rivales –otras naciones– como, sobre todo, contra el proletariado.