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La modificación a las condiciones de jubilación y pensión, concretados a partir de la “Ley del ISSSTE”, no hace sino acelerar la degradación de las condiciones de vida de los trabajadores. Y aunque la puesta en vigencia de esta ley representa un serio golpe en contra los trabajadores, no puede considerarse como el único. El incremento de precios de las mercancías de consumo diario por los trabajadores, como la tortilla de maíz (que tuvo un incremento en los últimos meses de 6.50 a 8 pesos y ya se amenaza, a partir de mayo, con llevarlo a 10 pesos o más), la limitación a los salarios y la aceleración de los ritmos de trabajo, mediante la denominada “flexibilización laboral”, dejan ver que el golpeteo contra las condiciones de vida de los asalariados es continua y generalizada. Es falso pensar que esta ley (y demás medidas referidas) afectan sólo a algunos sectores de trabajadores, la agresión que se viene poniendo en acción es generalizada, no hay ningún sector en el que los trabajadores no sufran los embates del capital, es por ello que para enfrentarlas se requiere de una respuesta masiva y con clara conciencia. Los trabajadores no tienen más fuerzas que su conciencia y organización para potenciar su masividad, no puede esperar que algún personaje mesiánico (como López Obrador), o un liderzuelo sindical le solucione sus problemas, sólo la extensión de la lucha y la actuación solidaria que teja fuertes lazos entre los explotados podrá permitir que su combate detenga el ataque directo que se hace a sus condiciones de vida.
Patrones, gobierno, sindicatos y partidos preparan trampas para anular la combatividad de los trabajadores
La clase dominante suele llevar los ataques en momentos adecuados para su accionar político (como el período vacacional) con el fin de asegurar la distracción, y que así el descontento se diluya o disperse, de la misma forma, antes de cada agresión prepara una campaña para ganar “receptividad” o imponer temor que congele e impida se exprese el descontento... pero sobre todo, pone atención en dosificar las medidas y conducir los golpes hacia algunos núcleos de la población asalariada, de manera que se genere un aislamiento y confusión, que impida la unidad y la extensión de la lucha.
En el presente, la profundización de la crisis ha obligado a la burguesía a poner en acción leyes y planes tan brutales que maximizan, a niveles no creíbles, la explotación y miseria de todos los trabajadores. La misma burguesía sabiendo el tamaño del golpe, preparó con sumo cuidado el momento y el escenario para imponer esta ley: primero, alentó o provocó movimientos sociales aislados ante los que actuó violentamente, queriendo marcar con esto una lección de terror, que extendiera el temor, y, enseguida, empuja una campaña ensordecedora para alimentar esperanzas en las elecciones y la democracia. En ese sentido es que lleva a cabo provocaciones, como las de Atenco, Sicartsa y Oaxaca, obteniendo así el pretexto de “mostrar su fuerza”, y enseguida completa su campaña alentando la idea de que no hay otro camino que el de las elecciones y la democracia, procurando imponer la idea entre los trabajadores de que si hay una actuación agresiva o sanguinaria por parte del gobierno la única (o mejor) forma de responder es mediante el “castigo que ofrece el voto”.
Por ello, aunque en la instauración de la ley del ISSSTE al PRD le ha tocado jugar el papel de mártir y presentarse como la víctima que no fue escuchada y terminó siendo aplastada por la mayoría dominante en las cámaras legislativas (PRI-PAN), no puede olvidarse el papel central que ocupa en el encuadramiento de amplias masas obreras hacia la vana esperanza de la democracia y las instituciones burguesas, por ello, no es nada extraño que ahora, el mismo PRD busque desmantelar cualquier posibilidad de que la clase trabajadora tome conciencia de los ataques y exprese su enojo y combatividad en la lucha, al fomentar (a coro con la estructura sindical) como una “gran medida” el uso de los amparos jurídicos contra la ley del ISSSTE, queriendo enredar a los trabajadores con el mismo truco que la estructura sindical presentara en 2005 cuando se impuso la modificación al sistema de retiró para los trabajadores del IMSS, y que le fue muy útil para desmovilizar.
Esta maniobra en 2005 fue presentada de idéntica forma como hoy lo hace el PRD y los sindicatos: hay que usar, dicen, “todas las formas de lucha”... pero la trampa consiste en que ponen a esto como centro de la preocupación y la reflexión, alentando con ello la esperanza en la constitución, las leyes y las instituciones “legales”, buscando así, además de golpear directamente en la conciencia de los proletarios, diluir el coraje, y sobre todo impedir la manifestación de la solidaridad entre los trabajadores. Por ello es, en los hechos, el complemento de las campañas llevadas en los medios de divulgación que sostienen que sólo a los nuevos trabajadores les aplicará de forma completa la nueva ley. Los sindicatos, mediante los amparos están impulsando esa misma separación en sectores, por diferencias de condiciones de antigüedad o prestaciones particulares de cada caso... Alentar esta forma de lucha ajena a los trabajadores tiene como objetivo asegurar la derrota y potenciarla, dado que busca extender un sentimiento de impotencia, que la burguesía puede aprovechar después, para renovar su campaña sobre la necesidad de la reforma del Estado y de que es útil “ganar”, mediante el voto, los puestos de dirección del gobierno.
La otra vertiente que la clase dominante prepara para someter la combatividad, es mediante el desvío del descontento hacia consignas falsas y ajenas a los trabajadores, tales como la defensa de la “soberanía nacional”. Para atizar esta maniobra el FMI ha “recomendado”, que se complete el “paquete de reformas” con la privatización de la industria eléctrica y petrolera. La burguesía sabe bien que su aparato de izquierda y sindical utiliza de manera sistemática el nacionalismo para atar a los trabajadores a preocupaciones falsas. Pero los intereses de la nación, o de la economía nacional no son los de un trabajador. La clase capitalista utilizó en su momento a las empresas estatales para proteger su ganancia, y ahora con la privatización su objetivo es el mismo, es decir, darle un espacio de valorización a su capital y asegurar una ganancia; en cambio la condición de explotado de un trabajador no se modifica si la empresa es estatal o privada. Por eso es la burguesía la única que gana cuando se desvía el coraje y la reflexión de los trabajadores hacia la defensa de la “soberanía”, de la empresa o de instituciones del Estado.
Ante las trampas que ya se empiezan a tejer para desviar el descontento, los trabajadores deben de tener presente que los intereses de la “nación” son los intereses de la burguesía y no los de ellos, y que para detener los ataques no tiene más armas que su conciencia y organización.
El capitalismo sólo ofrece explotación y miseria
Por todas partes del mundo los ataques de la burguesía vienen incrementándose: En Alemania, el gobierno socialdemócrata amplió la jornada de trabajo en el sector público, en Brasil, el gobierno de izquierda de Lula, ha ampliado el tiempo de trabajo para la obtener la jubilación, lo mismo que en Inglaterra, en EUA el gobierno pretende criminalizar a los trabajadores sin papeles... estos ataques, sin contar el peso del desempleo que se extiende, son expresión de la magnitud de la crisis que vive el capitalismo, y para proteger la ganancia, los gobierno de todo el mundo, lo mismo los de izquierda como los de derecha, no dudan en arreciar los ataques en contra de los trabajadores. La burguesía tiene la desfachatez de presentar estos ataques como “reformas” que buscan mejorar la vida de la población, pero un sistema decadente como el capitalismo, ya no puede ofrecer mejoras. Las medidas que viene poniendo en práctica, no son reformas en sentido estricto, tan sólo son programas de defensa de la ganancia capitalista, la ley del ISSSTE, por ejemplo, tan sólo busca reducir el valor de la fuerza de trabajo. Es por ello que medidas como estas demuestran claramente que para la burguesía los trabajadores no son sino una mercancía más a la que busca abaratar, y más aún, cuando esta ya deja de serle útil se convierte en una carga a la que debe desechar.
En ese sentido los trabajadores no pueden estar esperanzados en que un cambio de gobierno puede limitar sus penurias, deben de tomar conciencia de que el capitalismo sólo le ofrece explotación y miseria, y para enfrentarlo requiere de tomar en sus manos la lucha y extenderla; tienen que hacer ver a sus hermanos de clase que la degradación de las condiciones de vida, por efecto de la ley del ISSSTE no viene sola, sino está acompañada de un incremento de precios y una oleada de desempleo, por eso los golpes no son sólo para los trabajadores del Estado, es un ataque generalizado que sólo podrá enfrentarse con la unidad de todos los trabajadores, sin importar el sector a que pertenezca, o si están desempleados.
¡No hay más camino que la lucha!
Los trabajadores no deben de permitir que los sindicatos y el aparato de izquierda del capital los dirija a una derrota, deben tomar en sus manos la lucha, impulsar las Asambleas Generales masivas y abiertas, en las que puedan discutir y reflexionar en colectivo todos los trabajadores sin importar al gremio que pertenecen, y en las que se designen responsables que entreguen cuentas a la misma Asamblea y puedan ser revocados en cualquier momento. La ley del ISSSTE y los incrementos de precios, son ataques en contra de todos, e incluso contra las generaciones de trabajadores que aún no están en activo, por eso se requiere una respuesta masiva.
La organización de los trabajadores por encima de los llamados sindicales no es un loco sueño, la experiencia de estudiantes y trabajadores de Francia en 2006 contra el Contrato de Primer Empleo, demuestra que es posible. Por eso los llamados sindicales a “faltas colectivas” o simulación de “paros”, deben ser transformados en verdaderas jornadas de lucha, deben ser momentos de reflexión colectiva, en los que piquetes de trabajadores salgan a explicar a sus hermanos de clase (aún cuando no estén afiliados al ISSSTE) que hay un ataque general, y que no hay más camino que la lucha.
Pero también deben de estar alertas a no dejarse arrastrar por las maniobras del aparato de izquierda del capital y del sindicato que pretende aislar las expresiones de descontento o llevarlas a enfrentamientos desesperados y sin objetivo. Los cierres de calles y carreteras no hacen sino encerar a los trabajadores e impedir que tome vida la solidaridad y la reflexión colectiva. Los Comités de huelga que en diversos lugares de trabajo se están creando, si se mantienen como simple apéndice del sindicato no serán sino instrumentos huecos... los Comités de huelga y la huelga misma deben ser producto de la reflexión colectiva y no una mascarada que sirva para encubrir las trampas del sindicato y facilitar que pasen los ataques en contra de los trabajadores.
30-abril-2007