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Desde los primeros meses de este año, cuando se anuncia la aprobación de la ley del ISSSTE, el aparato sindical y la izquierda del capital se han empeñado en evitar que los trabajadores expongan de forma libre su descontento. Primero los llevan a centrar su atención en los amparos jurídicos, logrando que miles de trabajadores no vieran a la jubilación y los servicios médicos como un problema que afectan al conjunto de la clase, sino como un asunto que pueden ser resueltos por medios individuales, invocando al sistema jurídico, distrayendo así la atención, pero además fomentando la esperanza en las instituciones de la clase en el poder.
Como complemento de esa trampa, el sindicato ha impuesto movilizaciones en la que los trabajadores quedan como masas inertes, dado que ellas no deciden ni las formas ni las consignas; un ejemplo de ello es la formación del pretendido Consejo Nacional de Huelga y el “plantón” organizado por la CNTE.
El sindicato para justificar la puesta en práctica de medidas por encima de los trabajadores, argumenta la existencia de un ambiente de apatía, sin embargo es el mismo sindicato quien ha fomentado esa respuesta. Cada que los trabajadores buscan pasar por encima del sindicato este refuerza su control, con lo que atrapan, utilizan y conducen hacia caminos sin salida, o bien logran que la desconfianza que se tiene hacia esa estructura envuelva en una apatía, que aunque lleva a que los trabajadores tomen conciencia de que el sindicato no los representa, no encuentren más respuesta que la desmoralización. Por eso seguir al sindicato es ir a la derrota.
Sindicatos: instrumento de la burguesía contra los trabajadores
Por casi un siglo los sindicatos han mostrado que son instrumentos que no responden a las necesidades de los explotados, por ello hay una gran desconfianza hacia ellos. Justamente esa desconfianza es la que permitió que durante las movilizaciones de abril y en los primero días de mayo los trabajadores, pese al trabajo de sabotaje que ya se había extendido a través de los amparos, pudieran romper con el sindicato y expresar su descontento hacia la ley del ISSSTE. El paro de labores del 2 de mayo, que en algunos lugares de trabajo se realizaron, fue en una gran parte de ellos organizados por Asambleas Generales, dejando atónitos a los sindicaleros, que ante la manifestación de esa fuerza tuvieron que plegarse y cambiar hacia un discurso pretendidamente radical. Es esa misma respuesta la que obligó a la burguesía a buscar medidas para fortalecer al sindicato. Así, aprovechando el desprestigio de las viejas estructuras sindicales, lanza a las fuerzas “opositoras”, con la finalidad de hacer el relevo en el trabajo de sabotaje, haciendo creer al mismo tiempo que con el cambio de personajes, de planilla o “ganando” carteras, podría dejar de ser el sindicato un engrane más del aparato de dominio del capital.
Esta trampa es la que en el SNTE y el STUNAM (fundamentalmente) buscan usar como ariete para hacer pasar la ley del ISSSTE. Ambos sindicatos vienen poniendo como “premisa de la lucha” el cambio del secretario general y la democratización… con esto buscan dejar como aspecto marginal la lucha contra las medidas que afectan las condiciones de vida, y ofrecen como “premio de consolación” el pretendido “triunfo” de la democracia sindical.
Los trabajadores deben tener presente en su reflexión que en la oleada de huelgas y movilizaciones de los años 70 (levantadas en contra de los efectos de la crisis que a fines de los 60 se abría nuevamente) esta trampa se uso para someter el descontento. El impulso de los sindicatos “independientes”, o con la democratización de algunas de estas estructuras, se distrajo y contuvo la combatividad y se golpeo a la conciencia, en tanto logro revertir la claridad que los trabajadores tenían sobre el significado del sindicato. Esa reflexión queda de alguna forma sintetizada en una consigna que los obreros gritaban y pintaban en las paredes: “Sindicato, gobierno y patrón: el mismo cabrón”… por ello la lección que de estas experiencias puede sacarse es que la esencia de los sindicatos “charros”, blancos, “independientes”, de base, o democratizados es anti-proletaria.
En ese sentido la huelga convocada para el 31 de agosto por los sectores “opositores” tanto del SNTE, como del STUNAM, no tiene como fin impulsar el combate, es claro que no pretenden impulsar la discusión colectiva y la reflexión para que de esta salgan las orientaciones, solamente hacen este llamado para “dar brillo” a las fracciones sindicales de “oposición” y presentarlos como radicales. Pero ni la estructura oficial ni la opositora reflejan una defensa de la clase, el único camino que tienen los asalariados es tomar en sus manos las movilizaciones y ante las imposiciones sindicales expresar su fuerza en Asambleas Generales masivas y abiertas. La campaña que convoca a la renovación del sindicato no responde a la necesidad de los trabajadores, sino a los intereses de la burguesía que requiere fortalecer la careta de su estructura sindical para poder hacer pasar de forma mejor sus golpes y extender mejor su dominio…
¡Ni “charros” ni democráticos, los sindicatos son instrumentos de la burguesía, no de los trabajadores!
Rojo/12-agosto-2007