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Hace unas semanas hemos recibido un e-mail del Grupo Socialista Libertario (GSL), en el que presenta un análisis sobre el significado de las movilizaciones convocadas por López Obrador y la CND-PRD. Hay un aspecto fundamental en este correo que no es posible dejar de remarcar, que es la apertura al debate que el GSL presenta, animando a discutir los problemas que afectan a la clase obrera. Dicho esto, y siguiendo esa misma actitud, hay que decir que compartimos gran parte de sus argumentos, aunque encontramos algunas posiciones poco claras[1], sin embargo el centro de sus argumentos permite definir que las movilizaciones encabezadas por el PRD y Obrador son veneno contra los trabajadores. Reproducimos grandes fragmentos del texto y presentamos algunos comentarios en notas de pie de página, y una toma de posición sobre un solo aspecto que nos parece habría que clarificar.
Breve Análisis a un año de las elecciones en México
…Son muchas las evidencias que hacen suponer que efectivamente hubo un fraude el dos de Julio del 2006, que los empresarios, al menos la cúpula más poderosa de ellos, se encargaron de llevar al poder a Felipe Calderón, temerosos de que Andrés Manuel pudiera representar un peligro para los privilegios de los cuales gozan…
Y bien, es cierto, probablemente AMLO pudo haber representado un riesgo para ciertos intereses burgueses, pero no y bajo ninguna circunstancia, para el sistema de explotación capitalista, ni para la existencia de la clase burguesa como tal. Andrés Manuel es un nacionalista de la izquierda del capital, su militancia se remonta hasta aquella vieja ala nacionalista y estatista del PRI, ala a la cual veían con agrado muchos individuos como él, con ciertas inquietudes sociales, y que identificaban a esta tendencia como la “política popular”, en contrapartida a la derecha panista, abiertamente empresarial, anti-popular, y muy retrograda en cuanto a la cuestiones sociales.
Sin embargo, esa “política popular”, no era otra cosa que el aparato del odioso corporativismo que empleaba el Estado mexicano (dirigido en aquel entonces por el PRI) para controlar perfectamente, con mano férrea, a los trabajadores del país, los cuales les servían, a través de los aparatos sindicales del Estado como la CTM, la CROC, para mantenerse en el poder, vía la movilización forzada de los trabajadores a favor de los candidatos priístas, elección tras elección.
Los defensores de ese estatismo nacionalista, lo eran en tanto que como funcionarios del Estado vivían precisamente gracias a ese duro corporativismo, de los recursos provenientes de las estructuras sindicales gobiernistas, y aún más, de la plusvalía generada en las empresas estatales por los trabajadores de las mismas.
Así que dicha concepción de administración social, defendida por el viejo PRI, y ahora defendida por AMLO y el PRD, es más que una forma distinta de administrar al capitalismo, a la sociedad actual de clases, de explotadores y explotados. El proyecto político de AMLO, como el de aquel viejo PRI, no se contrapone, a pesar de la fuerte intervención del Estado en la economía, a la existencia de la propiedad empresarial privada, ya que si bien, a lo largo del régimen priísta hubo diferencias entre la burguesía y los representantes del Estado, aquella nunca tuvo ningún problema serio para llenarse los bolsillos libremente gracias al trabajo de los brazos de millones de trabajadores, y siempre supo servirse del Estado, como buen garante de los intereses de los explotadores, para reprimir la lucha del proletariado y de los pobres del país.
El lopezobradorismo, por tanto, no es más que un proyecto que no se sale de los márgenes de este sistema de exclusión, es decir, no es más que un proyecto capitalista, tanto como el de Felipe Calderón y el PAN.
El PRD, precisamente, es hoy la expresión de aquel capitalismo semi-estatista del que hemos hablado con anterioridad, su misma fundación así lo demuestra, pues ésta fue consumada por esa “izquierda nacionalista” del PRI, que tenía como máximo dirigente a Cuauhtémoc Cárdenas, y por gran parte de la izquierda reformista de aquellos tiempos, identificados con el leninismo[2], provenientes del antiguo PMS…
La oposición lopezobradorista al gobierno derechista de Calderón ¿El campo de batalla de los explotados?
No es difícil darse cuenta que Felipe Calderón encabeza un proyecto “neo-liberal”, que busca llevar adelante las reformas anti-obreras y anti-populares que su antecesor, Vicente Fox, no puedo lograr pasar. Calderón fue llevado a los pinos, a cualquier precio, por la burguesía industrial y financiera, nacional e internacional, porque era el mejor postor para emprender esas políticas, que tanto beneficiarán a los dueños del capital, y por lógica, tanto afectarán a su contraparte, la clase trabajadora. Por tanto, Calderón debe de encontrarse con una oposición implacable por parte de la clase trabajadora a lo largo y ancho del país, pues si se le permite actuar libremente, no titubeará ni un instante para acabar con todos los derechos históricos adquiridos por los trabajadores [ver nota 1], más está oposición debe de ser autónoma, debe de estar libre de compromisos con intereses ajenos a los de los proletarios…
Entre el mundo de la politiquería oportunista del perredismo, y el mundo obrero, hay la misma distancia que del cielo a la tierra, porque sus aspiraciones son ampliamente opuestas. Los oportunistas [ver nota 1] dirigentes de la CND sólo buscan protagonismo que se transforme en “capital político” para elecciones futuras, mientras que los proletarios, incluidos todos aquellos que hoy están detrás de Obrador, más allá de las consignas que levanten hoy día para apoyar a un político capitalista, llevan en sus más hondos instintos y aspiraciones la lucha por su emancipación económica, política y social.
El proletariado lleva en sus instintos (aunque aún no en su plena conciencia) la destrucción de todo aquello que le explota y que le oprime, a pesar de que aún no lo tenga completamente clarificado; el PRD, por su parte, lucha por administrar al Estado capitalista, o sea, lucha por mantener el dominio explotador de la burguesía sobre el proletariado. Y entre una fuerza reformista-burguesa [ver nota 1] como el PRD, por una parte, y las masas populares por otro, no puede haber cooperación ni solidaridad…
Toda confianza en las fuerzas reformistas-burguesas del Frente Amplio sólo arrastrarán al conjunto de nuestra clase, la trabajadora, a nuevas desilusiones y nuevas derrotas, como a las que ha llevado el reformista Lula, a los hermanos proletarios de Brasil, donde aquel presidente, supuesto representante de los trabajadores, hoy es el principal promotor de las reformas “neo-liberales” empobrecedoras.
¡Por la Autonomía de Clase!
La vía parlamentaria es una vía falsa para los trabajadores, nuestra clase debe de empezar a forjar, a través de los pequeños núcleos obreros y populares más avanzados, su necesaria independencia política y organizativa de clase, que impida que la lucha proletaria se subordine a los intereses mezquinos de los políticos burgueses.
Nadie mejor que los propios proletarios para defender sus conquistas históricas, para conseguir nuevas victorias frente a la patronal explotadora, y finalmente, para abolir este podrido sistema que no puede ofrecer a las masas populares mas que pobreza, marginación y muerte. Lo que se requiere para sacar a las masas trabajadoras de la pobreza no es llevar presidentes con discursos populistas a que dirijan el Estado (institución que no tiene otra función que la de preservar la dominación de una clase sobre otra), sino una Revolución Social que barra con la verdadera fuente de todas las iniquidades: la desigualdad económica, producto de la propiedad privada sobre los medios de producción.
Mientras que los medios para producir la riqueza social sigan perteneciendo a unos cuantos, y por consecuencia, dicha riqueza social siga siendo privada, puesta en circulación a través del mercado y prácticamente toda lejos del alcance de quienes la producen (los trabajadores), el absurdo sistema burgués seguirá cobrando vidas mediante el hambre, mediante la guerra (producto inherente de éste sistema), o mediante la represión, así sea que gobierne la izquierda o la derecha del capital.
¡Contra el PRI, PAN, PRD y todas las caras de la política capitalista!
¡Ni Estado, Ni Capital! ¡Socialismo y Libertad!
Grupo Socialista Libertario.
México, Julio 2007.
Algunos comentarios
El texto del GSL fundamenta adecuadamente la idea de porqué el proletariado no puede confiar en ningún partido burgués y en ningún gobierno, ya sea de derecha o de izquierda; el balance que presenta sobre el papel que juega la izquierda del capital en el sometimiento del coraje de los trabajadores lo compartimos, sin embargo, en la intención de ampliar la discusión y presentar elementos de reflexión, es preciso analizar si es cierto, como afirman, que Calderón fue “el mejor postor” para la burguesía, dado que sólo él podría dar continuidad a las políticas anti-obreras.
El primer aspecto que tendríamos que plantear es que la derecha y la izquierda del capital cuentan con proyectos tan similares que es difícil de diferenciarlos. La actuación de Lula en Brasil no es muy diferente a la emprendida por Calderón, por ejemplo ante la jubilación. Pero habría que agregar un aspecto adicional, es decir, el avance del proceso de descomposición del sistema, que hace que la burguesía cuente con dificultades para mantener una homogeneidad política en tanto clase. La ruptura de unidad de la burguesía en México se demostró en la pugna para la designación del equipo de gobierno. Es evidente que diversos sectores de la burguesía en México impulsaban a la formación de un gobierno de izquierda porque a través de él podían hacer pasar los programas que aseguran la mayor y mejor explotación de los trabajadores, sin embargo la falta de disciplina hace que la designación se lleve de última hora, recurriendo incluso a mecanismos como el fraude y con alianzas tan endebles que ante el menor motivo se rompen y engendran enfrentamientos más agudos, por ello se explican las pugnas de Calderón y Espino, los enfrentamientos entre los grupos dedicados al tráfico de droga, o las complicaciones presentes alrededor del asunto Zhenli Ye Gon...
Algo que pese a la existencia de esta pugna sobresale, es la preocupación de la clase dominante por atrapar a los asalariados y empujarlo a tomar partido por algunas las fracciones burguesas, de forma que utiliza su propia descomposición como una carga adicional en contra de los trabajadores. En ese nivel es que acordamos con el GSL que el proletariado no tiene ningún aliado en la burguesía y las únicas armas con que cuenta para enfrentar a este sistema de explotación es su CONCIENCIA Y ORGANIZACIÓN.
Tatlin/25-julio-07
[1] Un ejemplo de estas ideas poco claras es llamar oportunistas a los dirigentes de la CND, lo cual contradice su propia conclusión (mucho más clara) cuando define a esta estructura como burguesa. El oportunismo representa la penetración de la ideología burguesa en las filas del proletariado, pero ni el PRD ni la CND son estructuras proletarias, son abiertamente burguesas. Una confusión parecida es cuando habla del reformismo. Las corrientes reformistas son propias del capitalismo del siglo XIX, cuando el sistema estaba en su fase de ascenso y permitía se llevaran a cabo reformas, pero la apertura de la decadencia capitalista (en los primeros tres lustros del siglo XX) impide la posibilidad de la existencia de estas, por tanto aún cuando un sector de la burguesía se presente como buscador de reformas, no es sino una manera de tomar una apariencia atractiva para los trabajadores y busquen en ellos a un “mal menor”. En ese sentido es que cuando se habla de la defensa de los “derechos históricos adquiridos por los trabajadores”, se comete el error de suponer que medidas como la “seguridad social” son reformas (de mediados del siglo XX) surgidas de la lucha, sin embargo basta revisar la historia para ver que estas son producto de la exigencia del mismo proceso de acumulación capitalista. Para ampliar sobre esto, recomendamos ver en RM 82, “En México como en Europa el desmantelamiento de la seguridad social muestra la quiebra del capitalismo”.
[2] Aunque el término “leninismo” es una construcción que el estalinismo realiza, es común, en las campañas burguesas contra el marxismo, hacer de Stalin un continuador de Lenin, ese argumentos lanzado por la burguesía para generar confusión, gran parte del medio anarquista lo repite sin establecer la reflexión de la diferencia existente entre las posiciones defendidas por Lenin y las actuaciones ajenas al proletariado de Stalin.