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La maquinaria democrática electoral sigue funcionando a las mil maravillas como se ha demostrado en las pasadas elecciones presidenciales que han registrado la participación más alta después de la registrada en 1994, los partidos políticos de la burguesía (PRI-PAN-PRD, más la “chiquillada”) se han empleado a fondo eligiendo temas de confrontación muy llamativos para sacar a la población, y principalmente a los trabajadores, de sus casas para agolparse tras las casillas con la vana esperanza de cambiar el rumbo de su destino: que si había que dar un voto de castigo al PAN por el desastre de su gobierno, que si la solución era votar por el PRI pues sabe cómo controlar a las mafias y nos dará una seguridad mínima o, que si representaba el PRD y sus aliados la única opción para rescatar los derechos de los trabajadores y, además, recobrar aunque fuera mínimamente, la seguridad en nuestras colonias, en las calles, en los transportes…
Sin embargo, a pesar del éxito logrado por el conjunto de la burguesía, persiste el conflicto entre varios de sus grupos por el resultado de la elección revelando una vez más que la burguesía está profundamente dividida por los jugosos negocios que están en juego. No se trata solo de las quejas de López Obrador (AMLO) y los partidos políticos que están a su alrededor, sino que tras ellos están poderosos grupos económicos que también se emplearon a fondo para hacerse del poder político de la presidencia pues esta posición da una ventaja decisiva para el usufructo de los negocios más rentables. En el fondo, en esta elección estaba, entre otras, por ejemplo, la disputa entre dos bandos alineados tras las grandes televisoras por un lado y alrededor del grupo de Slim-MVS por el otro, quienes compitieron en el juego democrático electoral para imponer a sus propios candidatos y así intentar sacar adelante sus proyectos, en particular, aquéllos relacionados con las telecomunicaciones.
Pero si solo se tratara de eso no tendría mayor interés que el de la anécdota, el problema es que en este conflicto la burguesía está logrando meter en las preocupaciones del proletariado este tema para que tome partido por uno u otro bando. Además del gran circo electoral y toda su mistificación democrática, ahora se le está bombardeando con la campaña política que exige “limpiar la elección” del fraude; repitiéndole hasta el cansancio el cuento de que las elecciones son un “derecho ciudadano” y que es una obligación de todos defender este mecanismo de cualquier tipo de fraude. Como si no fuera conocido que todos los partidos de la burguesía utilizan los mismos recursos, diferenciándose solo por la cantidad de ellos que puedan conseguir. Las manifestaciones masivas que se han sucedido después de la elección están desafortunadamente animadas, sobre todo, por este pensamiento.
Y esta convocatoria se da en el contexto de los peores ataques a las condiciones de trabajo y de vida de la clase obrera, cuando la burguesía para garantizar su sacrosanta acumulación impone la austeridad más brutal y prepara además medidas adicionales, llamadas eufemísticamente reformas laborales (ver artículo en esta edición) que le garanticen una tasa de ganancia mayor del trabajo asalariado. ¡No nos engañemos! La burguesía podrá estar muy dividida por sus apetitos económicos insaciables pero mantiene intacta su unidad para garantizar la explotación y la opresión del proletariado.
Tenemos que alejarnos de esta trampa. El conflicto que enfrenta a las diversas fracciones de los capitalistas no es de nuestra incumbencia. Nuestros intereses como clase están en otro terreno: el de la defensa de nuestras condiciones de vida. Hay que oponer a la campaña democrática nuestras propias preocupaciones. Tenemos que reunirnos para reflexionar juntos sobre las múltiples preguntas que nos atormentan en silencio por lo que está pasando y empezar a expresarlas muy fuerte. ¿De qué ha servido votar cada tres o seis años?, ¿no nos dijeron recientemente que ejerciendo nuestra voto mejoraríamos nuestra situación? Para que entendamos de qué “mejoría” se trata en las últimas semanas la inflación se ha disparado sin control, haciendo inalcanzables ya los productos de primera necesidad para la supervivencia de los trabajadores. ¿Cómo podemos realmente defendernos de los brutales ataques que están arruinando nuestras vidas y la de nuestras familias? Es necesario que empecemos a sacar lecciones de nuestras experiencias a través de la discusión abierta que nos permita clarificarnos lo más posible acerca de cuáles son nuestros propios intereses, cómo podemos lograr organizarnos y tomar iniciativas para preparar una lucha unida a través de nuestros propios medios.
Efr, agosto 2012