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¡Solidaridad con los indignados de España!
El porvenir pertenece a la clase obrera
Las premisas del movimiento
El movimiento de los "indignados" en España ha
venido madurando en los últimos meses tras la huelga general del 29 de
septiembre, contra la reforma laboral. Esta "movilización" ([1]), acabó en un verdadero
jarro de agua fría tras el acuerdo firmado por patronal, gobierno y sindicatos
que retrasaba la edad de jubilación hasta los 67 años, y una progresiva
reducción de la cuantía de las pensiones.
El ejemplo de las manifestaciones de alrededor de
300 mil jóvenes portugueses autodenominados la "generación desesperada" en
marzo tuvo un efecto inmediato en las universidades españolas, y sobre todo en
Madrid. Pues también aquí, la gran mayoría de los jóvenes menores de 30 años y
también los estudiantes sobreviven de los llamados "contratos-basura": empleos
temporales y con salarios por debajo de 600 euros mensuales. En este contexto,
un centenar de estudiantes constituye el grupo "Jóvenes sin futuro", donde se
reagrupan sobre todo estudiantes pobres, salidos de la clase obrera y que se
movilizan el 7 de abril tras una consigna que reza: "Sin casa, sin curro
(trabajo), sin pensión, sin miedo". El éxito de esta manifestación en la que
participaron cerca de 5,000 personas en Madrid, anima a estos grupos a proponer
una manifestación para el 15 de mayo. Entre tanto aparece en Madrid la
plataforma Democracia Real Ya (DRY) que se pronuncia igualmente contra el paro
y la "dictadura de los mercados", y se define "apolítica", ni de derecha ni de
izquierda. Esta plataforma Democracia Real Ya convoca igualmente a manifestarse
el 15 de mayo (15M) en otras ciudades, aunque será en Madrid donde esta
convocatoria congregue el mayor número de participantes (alrededor de 25 mil),
en una manifestación "pacífica y respetuosa" que debía concluir en la Puerta
del Sol.
La indignación de la juventud "sin futuro" gana al conjunto de la población
Si estas manifestaciones convocadas por Democracia
Real Ya cosecharon un éxito espectacular fue porque a través de ella se
expresaba un descontento generalizado, particularmente entre los jóvenes que se
ven abocados al desempleo al finalizar sus estudios. Lo previsto es que todo
acabase en ese acto de protesta. Sin embargo, al final de las manifestaciones
de Madrid y Granada tuvieron lugar una serie de incidentes relacionados con
acciones de pequeños grupos del "bloque negro" - como había sucedido en Madrid
el 7 de abril - que fueron brutalmente reprimidos por la policía cargando
indiscriminadamente contra grupos de manifestantes que volvían a sus casas y
practicando detenciones incluso entre gente que paseaba por la zona". Los 19
detenidos de Madrid elaboran un comunicado denunciando la arbitrariedad y los malos
tratos sufridos y "cuelgan" este comunicado en las redes sociales, lo que anima
a otras personas que estuvieron presentes en la manifestación a publicar
también fotos que reflejan la brutalidad policial, fermentando una creciente
oleada de indignación y solidaridad. La misma noche del 15M, un grupo de unas
30 personas, totalmente anónimas y sin organización previa se animan a plantar
unas cuantas tiendas de campaña en la Puerta del Sol de Madrid. El desalojo por
parte de la policía nacional de esa primera acampada en la madrugada del día
17, desata la movilización masiva de miles de personas que tras concentrarse en
los juzgados para pedir la libertad de los detenidos en la madrugada de ese 17
M, deciden volver a ocupar la Puerta del Sol. En un par de días ese ejemplo es
secundado por miles de personas en más de 70 ciudades en España. Y esa
extensión es, al mismo tiempo, un impulso a la radicalización.
Para el día 17, los organizadores del movimiento
15M habían previsto protestas silenciosas y "performances" lúdicos, pero toda
la rabia que se acumulaba en las diferentes plazas no se contenía en este tipo
de acciones y reclamaba a gritos la celebración de asambleas para discutir,
para proponer, para decidir. Esto se extiende a Barcelona, Valencia, y a partir
del 18 de junio a todas las demás concentraciones que se han adueñado de las
plazas públicas y que día a día celebran Asambleas generales abiertas a todo
aquel que quiera participar.
El movimiento de los "indignados" ha superado por
mucho la simple reivindicación democrática y reformista del colectivo
Democracia Real Ya y es mucho más que una simple revuelta de la "generación
perdida" de los "seiscientos euros". En las manifestaciones y en las plazas
ocupadas de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, se leen pancartas y se cantan
consignas como: "¡Democracia sin capital!", "PSOE
y PP, la misma mierda es", "¡Construyamos un futuro
sin capitalismo!", "Si no nos dejáis soñar, no
os dejaremos dormir", "¡Todo el poder a las
Asambleas!", "El problema no es la democracia, el problema es el
capitalismo", "Sin trabajo, sin casa, sin miedo", "¡Despertad
obreros!", "600 euros al mes: ¡eso si es
violencia!".
En Valencia, un grupo de mujeres decían: "¡Engañaron
a los abuelos, engañaron también a los hijos, ¡que los nietos no se dejen
engañar!"
Las Asambleas masivas, un "arma cargada de futuro"
Por todas partes, se han multiplicado asambleas
multitudinarias de ciudad en las que se reagrupaban miles de personas de todas
las edades y de todas las capas no explotadoras de la sociedad.
En esta atmósfera de ebullición general, la palabra
se libera, y se examinan todos los aspectos de la vida social (política,
cultural, económica...). Las plazas se ven inundadas por una gigantesca marea
colectiva de ideas que se debaten en un clima de solidaridad y de respeto
mutuo. En muchas plazas se han instalado "buzones" para que quien quiera pueda
dejar sus propuestas de debate. El movimiento se ha organizado con mucha
inteligencia, creando comisiones que se encargan entre otras cuestiones de la
propia seguridad evitando desbordamiento y choques con la policía, pero también
la violencia entre los participantes y el consumo de alcohol, que se ha
proscrito con consignas como "La revolución no es botellón". Cada día se ponen
en funcionamiento equipos de limpieza, y en merenderos públicos (¡y gratuitos
pues se nutren de aportaciones solidarias de la población!), se sirven comidas.
Se han organizado también servicios de guardería y de cuidados médicos,
contando con la colaboración de numerosos voluntarios. También se han creado
bibliotecas, así como "bancos de tiempo" en los que se ofrecen enseñanzas de
materias científicas, culturales, artísticas, políticas y económicas. Se ha
planificado la celebración de "jornadas de reflexión", Cada uno de los participantes
aporta sus conocimientos o sus habilidades,...
A pesar de las numerosas confusiones e ilusiones
que indudablemente existen, la palabra "revolución" vuelve a asomar en multitud
de pancartas y eslóganes y ya no produce miedo.
Los debates de las asambleas han
hecho surgir numerosas cuestiones:
1º ¿Hay que limitarse a la regeneración democrática, O bien ¿los problemas tienen su origen
en el capitalismo que no se puede reformar y hay que destruirlo de arriba abajo?
2º ¿Debe darse por terminado el movimiento el 22, día de las elecciones, o, por el contrario,
hay que proseguirlo para luchar masivamente contra los recortes sociales, el
desempleo, la precariedad, los desahucios?
3º ¿No habría que extender las asambleas a los centros de trabajo, a los barrios, a las
oficinas de paro, a institutos y universidades para que el movimiento tomara
raíces en los trabajadores, los únicos que tienen la fuerza y las bases para
desarrollar una lucha generalizada?
En estos debates en el seno de
las asambleas se han puesto netamente de manifiesto dos tendencias:
- una, la conservadora, impulsada sobre todo por las capas sociales no proletarias, que
esparcen la ilusión de que es posible reformar el sistema capitalista a través
de una "revolución democrática y ciudadana";
- la otra, la proletaria, que pone en evidencia la necesidad de acabar con el capitalismo.
Las asambleas que tuvieron lugar el domingo 22 de
mayo, el mismo día de las elecciones, decidieron proseguir el movimiento tras
numerosas intervenciones que señalaban: "no estamos aquí por las elecciones,
aunque hayan sido el detonante". La tendencia proletaria se afirma más
nítidamente a través de las propuestas para "ir a buscar a los trabajadores"
y anteponiendo las reivindicaciones contra el desempleo, la precariedad y los
ataques sociales. En la asamblea de la Puerta del Sol se adopta la decisión de
organizar "asambleas populares" en los barrios y empiezan a oírse propuestas de
extender la movilización a centros de trabajo, universidades, oficinas de
empleo, etc. En Málaga, Barcelona y Valencia, las asambleas han propuesto
organizar una manifestación contra los recortes sociales y convocando una nueva
huelga general, esta vez "verdadera", como afirmó uno de los oradores.
Pero es en Barcelona, la capital industrial del
país, donde la asamblea central en Plaza Cataluña tiene un carácter más
radical, más marcado por la tendencia proletaria que veíamos antes y, sobre
todo al principio, más distanciada de las ilusiones de "regeneración democrática".
En parte por el peso histórico de las luchas obreras en esa ciudad (desde la
huelga de la Canadiense en 1919 a la huelga general del Bajo Llobregat en
1974). En parte también por el hartazgo producido por los ocho años de gobierno
de una coalición P"S"-P"C"-nacionalistas que son vistos por la gran mayoría de
la población como cómplices del paro, la miseria y la represión ([2]). Lo cierto es que la
concentración de Plaza Cataluña se ha convertido en un poderoso imán que ha
atraído hacía sí y ha respaldado multitud de movimientos contra las distintas
manifestaciones de la degradación de las condiciones de vida. Sean los
desahuciados (la asamblea mandó delegaciones para impedir el desalojo judicial
de algunas viviendas en barrios obreros), los bomberos, los trabajadores de la
Compañía Telefónica amenazados por miles de despidos, los trabajadores de
sanidad y educación que protestan contra los draconianos planes de ajuste que
va a sufrir toda la población, los estudiantes y los profesores que se han
unido para luchar contra los recortes salariales de estos. Pero eso sucede
también en otras concentraciones. En Madrid, los bomberos que llevan meses
luchando contra la reducción de plantillas, pasean uniformados por el centro de
la concentración de Sol y son ovacionados. En Valencia los conductores de
autobús se juntan en la Plaza del Ayuntamiento (rebautizada Plaza 15 de Mayo)
con una manifestación de los barrios que protesta contra el recorte de los
presupuestos en enseñanza. En Zaragoza también los conductores de bus también
se han sumado a la concentración...
El porvenir está en las manos de las jóvenes generaciones de la clase
obrera
Sea cual sea la dirección en que se encamine este
movimiento y donde desemboque, lo cierto es que esta revuelta iniciada por una
juventud enfrentada a una situación de desempleo dramático (en España el
45 % de los jóvenes entre 20 y 25 años está desempleada), viene a sumarse
al combate de la clase obrera. Su contribución a la lucha internacional de la
clase obrera es indiscutible.
Se trata de un movimiento generalizado que implica
a todas las capas sociales no explotadoras y especialmente a todas las
generaciones de la clase obrera. Este movimiento es expresión, en realidad, de
una maduración en profundidad de la conciencia en el seno de la única clase que
puede cambiar el mundo y acabar con el capitalismo: la clase obrera.
Este movimiento pone claramente de manifiesto que
ante el hundimiento cada vez más evidente del capitalismo, importantes masas
comienzan a levantarse en los países "democráticos" de Europa occidental. Y
esto abre la puerta a la politización de las luchas del proletariado.
Pero, sobre todo, este movimiento ha puesto de
manifiesto que los jóvenes que son, en su inmensa mayoría, parados o precarios,
han sido capaces de apropiarse de las armas de combate de la clase obrera: las
asambleas generales masivas y abiertas que les han permitido desarrollar la
solidaridad y tomar ellos mismos la lucha en sus manos, al margen de los
partidos políticos y los sindicatos.
La consigna "¡Todo el poder a las Asambleas!"
que ha surgido en este movimiento, aunque aún de forma minoritaria, supone un remake
del antiguo eslogan de la Revolución Rusa: "¡Todo el poder a los Consejos
obreros!"
Y si bien es cierto que la palabra comunismo aún
suscita hoy desconfianzas y temores (dado el impacto que aún tienen las
campañas desatadas por la burguesía tras el hundimiento del bloque del Este y
los regímenes estalinistas), lo cierto es que el término "revolución" no asusta
a nadie. ¡Todo lo contrario!
Este movimiento no tiene nada de "Spanish
Revolution" por mucho que plataformas como Democracia Real Ya lo hayan querido
definir así. El paro, la precariedad, la carestía de la vida y la degradación
constante de las condiciones de existencia de las masas explotadas no son, en
absoluto, una especificidad española. La siniestra lacra del paro, y sobre todo
del paro juvenil, se ve tanto en Madrid como en El Cairo, en Londres como en
París, en Atenas y en Buenos Aires.
Este movimiento de los "indignados" no es una
revolución. Pero sí una nueva etapa en el desarrollo de las luchas sociales y
de los combates de la clase obrera a escala internacional, que son los único
que puede abrir una perspectivas de porvenir a esta juventud "sin futuro", y a
toda la humanidad.
El "terremoto español" saca a la luz que las nuevas
generaciones de proletarios no tienen nada que perder, y que son, ya ahora, los
protagonistas de la historia. Que están socavando los cimientos y preparando
nuevos terremotos que abrirán paso a la emancipación de la humanidad. Gracias a
la utilización de las redes sociales de Internet, de la telefonía móvil, y de
los modernos medios de comunicación, estas nuevas generaciones han demostrado
su capacidad para romper con el black-out de la burguesía, es decir con
el silenciamiento y la tergiversación de las luchas contra su dominación, así
como para catapultar la solidaridad más allá de las fronteras.
El hartazgo de esta nueva generación "sin futuro"
ha emergido también recientemente en Túnez y en Egipto conduciendo a una enorme
revuelta social que ha provocado la caída de Ben Alí y de Mubarak
respectivamente. Pero tampoco podemos olvidar que lo que impulsó a los líderes
de los principales países democráticos (y sobre todo a Obama) a presionar para
que estos dictadores, sus amigos de antaño, abandonaran el poder fueron sobre
todo las crecientes huelgas obreras y la amenaza de una huelga general contra
la sangrienta represión de las manifestaciones.
Pero este movimiento de los "indignados" es, en
realidad, mucho más profundo que el de la plaza central de El Cairo.
Este movimiento ha estallado en el principal país
de la península ibérica que constituye de hecho un puente entre dos
continentes. El que tenga lugar en un Estado "democrático" de Europa occidental
(y, además, dirigido por un gobierno "socialista") sólo puede contribuir para
que acaben diluyéndose las mistificaciones democráticas como las que
desplegaron los media a propósito de la "revolución del jazmín" en Túnez, el
fin de las "dictaduras" de los países árabes, etc.
Y aunque califiquen este movimiento de "spanish
revolution", lo cierto es que no ha aparecido ni una sola bandera española, a
diferencia de lo que sucedía en Tahrir que estaba cubierta de banderas
nacionales. Hemos visto, por el contrario aparecer eslóganes reclamando una
"revolución global" o la extensión de este movimiento más allá de las fronteras
nacionales. En muchas Asambleas se han creado Comisiones Internacionales. Tras
la tentativa de desalojo de Plaza de Cataluña, todas las plazas ocupadas
clamaban "Todos somos Barcelona", y el lunes 30, tras el desalojo de la
concentración de la plaza de la Bastilla en la capital francesa, se sucedían
las marchas y las manifestaciones ante las embajadas de Francia al grito de "¡Sí,
sí, sí, estamos con París!"
A pesar de las muchas ilusiones y confusiones que,
inevitablemente, marcan este movimiento iniciado por los jóvenes "indignados",
éste constituye un eslabón muy importante en la cadena de luchas sociales que
están estallando hoy. Con la agravación de la crisis mundial del capitalismo
estas luchas sociales no pueden sino tender a converger con la lucha de clase
del proletariado y contribuir a su desarrollo.
El movimiento de los "indignados" ha comenzado a
plantear nuevamente la cuestión de la "revolución". Corresponde al proletariado
mundial resolverlo y darle una dirección de clase hacia los combates del mañana
que puedan encarar la eliminación del capitalismo de la faz de la tierra.
Únicamente sobre las ruinas de este sistema de explotación basado en la
mercancía y la ganancia, podrán las nuevas generaciones edificar otra sociedad
que devuelva a la especie humana su dignidad y que haga posible una verdadera
"democracia" universal.
Sofiane, 27
mayo 2011
[1])
Ver nuestra denuncia de ésta en https://es.internationalism.org/node/3046.
[2] )
Hoy cuando tratan de reconducir la indignación que ha desatado la tentativa de
desalojo de la Plaza de Cataluña el 27 de Mayo hacia la dimisión del Conseller
Puig, o la "depuración" de los agentes que "desprecian" a sus víctimas,
conviene recordar el amplio historial de brutalidad represiva de esa misma
policía comandada por el conseller Saura (estalinista) con frecuentes denuncias
de malos tratos y abusos policiales, acoso a emigrantes, salvajismo en
desalojos de Centros Sociales, represión indiscriminada de manifestantes sean
trabajadores de los transportes urbanos o estudiantes...