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Las movilizaciones que los estudiantes en México realizaron entre julio y octubre de 1968, son, sin duda, la expresión de una fuerza social en descontento, aún cuando el significado político que las sostuvo haya estado restringido por la añoranza de las "libertades democráticas" y el respeto a la constitución. A diferencia del mayo francés, las movilizaciones de México no tuvieron un eco y extensión masiva entre los trabajadores, no obstante el descontento que expresa tiene cierta continuación de las huelgas de los ferrocarrileros de 1958 y de los médicos de 1965. No son continuación, ciertamente, en cuanto al terreno reivindicativo de las huelgas de asalariados, sí lo son en cambio en el espíritu solidario que esos movimientos construyeron en sus combates, y del coraje ante un sistema que se empeña en hablar de progreso económico y social, pero que sólo ofrece opresión. Esa misma vocación solidaria de las movilizaciones se reflejan también en la preocupación por incorporar en la lucha a los trabajadores, como se nota en la intervención continua que tuvieron mediante piquetes y brigadas de información a las zonas fabriles, y que consiguió una importante respuesta de los asalariados, mostrada no sólo por la presencia en los mítines de algunos grupos de trabajadores, sino por la simpatía que exponen abiertamente, ejemplo de ello, es la huelga solidaria de los médicos del Hospital General el 27 de agosto, la creación por los profesores universitarios de la Coalición de Maestros en apoyo a los estudiantes, y la actitud de los trabajadores del gobierno del DF cuando son llevados por la fuerza al "acto de desagravio" (28-Agosto) que el gobierno organiza, para repudiar el hecho de que la manifestación estudiantil del día anterior hubiera izado en el asta central del zócalo la bandera roja y negra; estos trabajadores expresan su solidaridad coreando "somos borregos", en el sentido de afirmar que eran una masa obligada a estar presentes y no aceptaban los argumentos oficiales.
El origen de estas manifestaciones se encuentra muy alejado de la explicación que el gobierno de Díaz Ordaz daba en ese entonces, es decir, simplificaba todo a una imitación ciega del mayo caliente parisino, o bien como producto de instigaciones de agentes extranjeros. Un mes antes de que el gobierno llevara a cabo la masacre en contra de los estudiantes, la central sindical oficial, CTM, repitiendo la consigan declaraba: "Extranjeros y malos mexicanos, actuando como activos agentes comunistas, aprovecharon reyertas sin importancia de dos pequeños grupos de estudiantes, para desatar la más grave acometida en contra del Régimen y de las Instituciones del país, adoptando para el caso, tácticas que son un remedo de sistemas adoptados por extremistas de esas tendencias, en otros confines y, muy recientemente en los disturbios de París..." (Manifiesto a la Nación, 2-09-68).
Aunque había efectivamente un ambiente agitado en el mundo por las movilizaciones parisinas, resulta falso suponer que las manifestaciones se expanden como la moda, en una imitación irreflexiva. Ese ambiente combativo y reflexivo que se animó con las jornadas de mayo en París, pudo abrir una extensión de la reflexión y de la combatividad, porque el anuncio de la reapertura de la crisis a nivel internacional generaba las condiciones objetivas, incluso en regiones como México. Es cierto también que en el marco de la "guerra fría", las fracciones imperialistas dominantes en pugna (EUA-URSS) usaban el espionaje y la conspiración como armas, pero los datos desclasificados de la policía de los EUA señalan que no había elementos para afirmar que detrás de las manifestaciones se encontraba la embajada cubana o la de la URSS; así mismo el Partido "Comunista" Mexicano (PCM) de corte estalinista, acusado por el gobierno como el brazo externo de la conspiración, aunque tuvo presencia no logró imponer su control. Por ello para explicar la movilización de miles de estudiantes de la UNAM, Poli y Normal, apoyados por universidades e institutos de otros estados, e incluso por universidades privadas (llegaron, entre agosto y septiembre, cuando alcanzan su punto más alto de combatividad, a declarar la huelga más de 70 planteles en todo el país) hay que entender que pese a las limitaciones de sus perspectivas políticas defendidas, había detrás un descontento.
"Desarrollo estabilizador" y desestabilización social
La ideología dominante durante los años 50 y 60 que se centraba en México en hacer creer de la existencia de un "bienestar social" generado por el llamado "desarrollo estabilizador" (período en el PIB de la economía mexicana crecer consecutivamente sin contar con inflación) y la promesa hacia los jóvenes de la "escala social" alcanzada por la "superación" mediante el estudio. Esto logra marcar una cultura un tanto conservadora entre la generalidad de los jóvenes de ese entonces. Incluso la "contracultura" del rock y el hippismo, eran expresiones muy marginadas que no lograban ser referencia por la prohibición, la persecución y represión policial que se desataba en contra de las expresiones definidas como "exóticas"; había, por ejemplo, una aversión y agresión expuesta mediante redadas policiales en contra de los "melenudos".
Por otro lado existía una muralla ideológica difícil de enfrentar, dado que, por una parte está toda la tradición nacionalista impulsada desde el gobierno y su partido (PRI), ensalzando los "logros" de la "revolución mexicana", y secundada fundamentalmente por el Movimiento de Liberación Nacional (que agrupaba al conjunto del aparato de izquierda del capital y era encabezado por el ex presidente Lázaro Cárdenas) y por el estalinismo, representado por el PCM (los "pescados", como se les apodaba en ese entonces, aún cuando no tenía registro y reconocimiento legal, mantenían una presencia que les permitía contar con cercanía -léase control y apoyo logístico- de los gobiernos en turno).
De manera que fenómenos como la guerra de Vietnam y el accionar belicista de los EUA frente a América Latina (por ejemplo la invasión de Bahía Cochinos en 1961, o la de República Dominicana en 1965), generaban sin duda procesos reflexivos entre los trabajadores, muy particularmente entre las generaciones jóvenes, pero el mismo dominio de la ideología patriotera no permitía ir más allá de alentar una actitud "anti-imperialista", más concretamente anti EUA, por eso hay una facilidad para atrapar la simpatía hacia Castro y el che Guevara (que en 1967 había sido abatido en Bolivia). El peso de la contrarrevolución, como en el resto del planeta, pesaba sin duda y se acrecentaba en regiones de la periferia en las que la tradición y la experiencia de combate son menores...
Aunque había un ambiente ideológico lleno de dificultades, los problemas económicos de ese sistema que aseguraba haber desterrado la crisis de manera permanente y que había alcanzado la creación de un sistema de "beneficio compartido", se va agrietando, dando muestras de lo falso que resultaba el "desarrollo estabilizador". Las movilizaciones de los maestros y de ferrocarrileros en 1958[1], así como de los médicos en 1965, se convierten en respuestas, un tanto aisladas, de un proceso que va anunciando el avance de la degradación de la situación económica, de manera que una gran combatividad obrera queda expuesta, pero también se expone la brutalidad del sistema que acalla a todo descontento imponiendo la fuerza. Ante todas estas movilizaciones el gobierno no tuvo más respuesta que la represión, usando lo mismo a la policía que al ejército, y abarrotando las prisiones con trabajadores.
Los estudiantes no son un cuerpo social homogéneo, no obstante, desde los años 50, con la ampliación de la matricula universitaria por la necesidad del capital de fuerza de trabajo calificada, hay un crecimiento de hijos de trabajadores que van incorporándose a los centro de estudio superiores, y por tanto esa masa vive de forma directa las penurias y opresión de sus padres, y que se refleja en su preocupación por asuntos sociales y políticos, que va transformando ese ambiente conservador que la ideología dominante se encargó de crear, para alentar un proceso reflexivo, que por su retrazo se detiene en lo contestatario y en exigencias democráticas, que no ponen en duda al sistema dominante, pero expresan su rechazo a la opresión que se percibe.
Este ambiente opresivo (y su rechazo) fue el mismo que hizo crecer un conflicto de poca importancia como lo fue la pelea callejera (del 23 de julio del 68) entre grupos de jóvenes y que abre una represión exagerada, golpeando y deteniendo estudiantes incluso dentro de la propia escuela. Más aún, el acto de aparente protesta del 26 de julio que convoca la FNET (grupo afín al gobierno, y que es antecedente de las actuales federaciones de estudiantes, conocidos como "porros", que aún actúan en el Poli, y que sirven como grupos de choque) salen de su control, por lo que la misma FNET solicita a la policía la represión, que sin tardanza llega, arrasando incluso con la manifestación de apoyo a Cuba organizada por el P"C"M. Esa misma noche la Escuela de Economía del IPN declara la huelga en repudio a la represión.
La ferocidad de la actuación policial destapa un ambiente solidario que se esparce con gran velocidad, de manera que al día siguiente las preparatorias 1, 2 y 3 (de la UNAM) son tomadas por los estudiantes exigiendo la libertad de sus compañeros detenidos... por la noche de ese día se lanzan nuevamente a los granaderos, pero esta vez los estudiantes responden, prolongándose los combates por varias horas, resultando de ello heridos y más detenidos. Por primera vez, El jefe de la policía del DF, general Luis Cueto en conferencia de prensa expone la explicación a la que recurrirán constantemente: se trata de "un movimiento subversivo" que "tiende a crear un ambiente de hostilidad para nuestro gobierno y nuestro país en vísperas de los Juegos de la XIX Olimpiada" (El Universal, 28-07-68).
Se abre así un período de combates callejeros continuos, en los que por lo masivo de los contingentes estudiantiles logran derrotar a la gendarmería, motivo por el cual lanzan a las tropas del ejército a respaldar los ataques de la policía antimotines, respondiendo con mayor brutalidad, al grado que la noche del 30 de julio, disparan un proyectil de bazuka sobre las puertas de la preparatoria 1.
Pero si la agudización de la represión iba tomando mayor dimensión, los lazos solidarios en la masa estudiantil se acrecentaban también, no así su claridad política, tal afirmación es comprobada por el pliego petitorio levantado por el Consejo Nacional de Huelga (CNH, creado el 2 de agosto), el cual no refleja sino reivindicaciones democráticas y "mejoramiento" de las leyes y las instituciones: 1. Libertad de los presos políticos; 2. Derogación de los artículos 145 y 145 bis del código penal y que referían al delito de disolución social; 3. Desaparición del cuerpo de Granaderos; 4. Destitución de los jefes de la policía del DF; 5. Indemnización a los familiares de heridos y muertos en los enfrentamientos de los días anteriores; 6. Deslinde de responsabilidades de los funcionarios culpables de la represión.
Estos puntos que definieron el programa del CNH, muestra el respeto que guardan al sistema, y es representativo el hecho de que la masa de estudiantes que fueron capturados el 18 de septiembre, cuando el ejército toma la Ciudad Universitaria, cantaran el himno nacional, como intentando conmover a la soldadesca con su patriotismo. Es evidente que las dificultades del momento impedían llevar más adelante la reflexión, algunos sectores intentaron llevarla más allá, por ejemplo, el núcleo encabezado por José Revueltas logra criticar al estalinismo y busca dar una orientación de clase al movimiento, sin embargo se quedan atrapados en una maraña ideológica, lo mismo sucederá en años posteriores: queriendo superar la esperanza en la democracia y demostrar el carácter burgués del P"C"M, todo el coraje se perderán en la creación de grupos guerrilleros.
La masacre de Tlatelolco
En el mes de septiembre las respuestas del Estado eran cada vez más agresivas: ataques con grupos paramilitares, toma militar de la UNAM y el Poli, con lo que preparaban la masacre...
Luego de la toma de las instalaciones de la UNAM, la actividad política se concentra en el IPN y los barrios que circundaban esas escuelas, por ello no tardan en arremeter contra los politécnicos, tomando sus instalaciones, no sin que se dejaran de desarrollar los más feroces combates, en los que la solidaridad toma una presencia destacable, incorporándose incluso estudiantes adolescentes de secundaria, y creciendo el apoyo de los habitantes de los barrios que lanzaban agua caliente y objetos desde sus ventanas en contra de la policía.
Pero la preocupación del gobierno era controlar las movilizaciones antes del 12 de octubre, día que darían inicio las denominadas "Olimpiadas de la paz".
De manera que, como lo han confirmado las investigaciones recientes de periodistas, a través del Estado Mayor Presidencial se crea un plan denominada "Operación Galeana" con el objetivo de detener a los representantes ante el CNH, y cortar las movilizaciones mediante una brutal lección, haciendo aparecer esta acción como una respuesta al ataque de los estudiantes. Así, en la concentración masiva convocada el 2 de octubre en la plaza de Tlatelolco, entra en acción, vestidos de civil, el "Batallón Olimpia", continuando la operación 3 batallones más del ejército (con tanquetas y helicópteros), asesinando a un número indeterminado de jóvenes (algunos datos refieren entre 350 y 400 los muertos) y deteniendo a más de 2 mil. A lo largo de los meses seguirán siendo detenidos más estudiantes y profesores, abriendo así una política sistemática de represión y exterminio de toda disidencia, vale recordar la masacre estudiantes el 10 de junio de 1971 y la actuación de grupos paramilitares (Brigada Blanca y el Grupo Jaguar) que hacen de la desaparición política, la tortura y el crimen, medios predilectos de acción.
Esta ferocidad del Estado y la pobreza del proceso reflexivo condujeron a un accionar desesperado y romántico, que alentó la formación, durante los años 70, de grupos guerrilleros, y que trunca la posibilidad de dar corrección, continuidad y avance a la experiencia combativa desplegada durante las movilizaciones del 68.
Dicho esto, no significa que se valide la argumentación que de estos hechos sangrientos el Estado presenta, en el sentido de señalarlos como simple respuesta de un gobierno insensible, y que por ello el Estado actual recoge el espíritu del 68 y lo refleja en la democracia que se vive hoy. Hipócritamente la burguesía afirma que tales sucesos son cosa del pasado, inclusive se ha levantado un museo en honor a los masacrados, y el PRD ha informado que solicitará que en el Muro de "Honor" de la cámara de diputados se ponga en letra de oro la leyenda: "Movimiento Estudiantil de 1968", con ello pretenden ocultar que el terror del Estado no hace sino presentar el verdadero rostro del capitalismo y de la democracia, porque crímenes como el del 2 de octubre, mientras el capitalismo subsista, no son asuntos del pasado.
Rojo/abril-2008
[1] La influencia del estalinismo -PCM y Partido Obrero Campesino (POC)- siguiendo su vieja estrategia desvían la lucha de los trabajadores de los ferrocarriles por aumento salarial hacia la "democratización del sindicato, terminando en una derrota de la huelga.