En memoria de Munis, militante de la clase obrera

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El 4 de febrero de 1989 murió Manuel Fernandez Grandizo, alias G. Munis. Con él, el proletariado ha perdido un militante que entregó su vida entera al combate de su clase.

Munis nació a principios de siglo en Extremadura, España. Muy joven todavía, inició su vida revolucionaria militando en el trotskismo, en una época en la que esa corriente pertenecía todavía al proletariado y estaba llevando a cabo una lucha sin cuartel contra la degeneración estalinista de los partidos de la Internacional Comunista. Fue miembro de la Oposición de Izquierda Española (OIE) creada en Lieja, Bélgica, en Febrero de 1930, en torno a F. García Lavid, conocido por H. Lacroix. Militó en su sección de Madrid, tomando posición a favor de la tendencia Lacroix en Marzo de 1932 contra el centro dirigido por Andreu Nin. La discusión en el seno de la Oposición de Izquierda (OI) estribaba en la necesidad o no de crear un «segundo partido comunista» o bien mantener la Oposición en los PC para hacerlos volver por el buen camino. Esta última posición, que fue la de Trotsky durante los años 30, quedó en minoría en la IIIª Conferencia de la OIE, que cambió entonces de nombre para convertirse en Izquierda Comunista Espanola (ICE). Munis, a pesar de su desacuerdo, seguirá militando en su seno.

Esa orientación de crear un nuevo partido acabó plasmándose en la fundación, en setiembre de 1934, del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), partido centrista, catalanista y sin principios que agrupó a la ICE y al Bloque Obrero y campesino (BOC) de J. Maurín. Munis se opuso entonces a esa disolución de los revolucionarios en el POUM, fundando el Grupo Bolchevique-Leninista de España.

Cuando llegaron las primeras noticias del levantamiento de 1936 en España, regresó a este país abandonando México, adonde las circunstancias de la vida lo habían llevado; vuelve a formar el grupo B-L que había desaparecido, y, sobre todo, participa con valentía y decisión, al lado de los «Amigos de Durruti», en la insurrección de los obreros de Barcelona en Mayo de 1937 contra el gobierno del Frente Popular. Es detenido en 1938, pero logra evadirse de las cárceles estalinistas en 1939.

El desencadenamiento de la IIª guerra mundial llevó a Munis a romper con el trotskismo sobre la cuestión de defender a un campo imperialista contra el otro, adoptando una clara posición internacionalista de derrotismo revolucionario contra la guerra imperialista. Munis denunció a Rusia como país capitalista que era, lo que acabó en ruptura de su sección española con la IVª Internacional, en el primer congreso de la posguerra en 1948. (Véase Explicación y llamamiento a los militantes, grupos y secciones de la IV° Internacional, septiembre de 1949).

Tras esa ruptura, continuó su evolución política hacia una mayor claridad revolucionaria, en especial sobre la cuestión sindical y la cuestión parlamentaria, sobre todo después de haber mantenido discusiones con militantes de la Izquierda Comunista en Francia.

Sin embargo, el Segundo Manifiesto Comunista, que publicó en 1965, tras haber pasado largos años en las cárceles franquistas, da testimonio de sus dificultades para romper completamente con la orientación trotskista, aunque dicho documento se sitúa claramente en un terreno de clase proletario.

En 1967 participó, en compañía de camaradas de Internacionalismo, en una toma de contacto con el medio revolucionario de Italia. A finales de los años 60, con el resurgir de la clase obrera en el escenario histórico, estará en la brecha junto a las débiles fuerzas revolucionarias existentes y, entre ellas, las que iban a fundar Revolution Internationale. A principios de los 70, Munis se quedó, por desgracia, al margen del esfuerzo de discusión y agrupamiento que en especial iba a desembocar en la constitución de la Corriente Comunista Internacional. En cambio, Fomento Obrero Revolucionario (FOR), organización por él fundada en torno a las posiciones del Segundo Manifiesto, participó en Ia Primera Conferencia de Grupos de la Izquierda Comunista, realizada en Milán en 1977. Sin embargo, esta actitud fue abandonada en la Segunda Conferencia, de la que FOR se retiró desde su inicio, plasmándose así una actitud de aislamiento sectario que hasta hoy ha prevalecido en dicha organización.

Resulta evidente que nosotros tenemos divergencias muy importantes con FOR, lo cual nos ha llevado a polemizar en nuestra prensa en numerosas ocasiones con dicha organización (ver, por ejemplo, la Revista Internacional 52). Sin embargo, a pesar de los errores que Munis haya podido hacer, hasta el final fue un militante de lo más fiel al combate de la clase obrera. Ha sido de los escasísimos militantes que resistieron ante la terrible presión de la contrarrevolución más siniestra que el proletariado haya podido vivir en toda su historia, eso cuando muchos desertaron del combate militante y hasta traicionaron, para estar presente en las filas de la clase obrera desde la recuperación de sus combates de clase a finales de los años 60.

Al militante del combate revolucionario, a su fidelidad al campo proletario, a su indefectible implicación queremos hoy rendir homenaje.

A sus compañeros de FOR dirigimos nuestro saludo más fraterno.

 

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