La cuestión de la organización de nuestra Corriente Comunista Internacional

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La conferencia de enero 1975 se fijó, entre otros objetivos, la tarea de organizar y centralizar, a nivel internacional, las actividades de los distintos grupos de la corriente internacional.

Este acto fue conscientemente concebido como un paso hacia la formación de una organización internacional completa.

Para entender su importancia, hay que responder a tres preguntas principales:

1.            ¿Por qué una organización política internacional?

2.            ¿Por qué emprender un proceso de este tipo ahora?

3.            ¿Cómo debe concebirse el papel de la CCI en el proceso de construcción del partido mundial del proletariado?

¿POR QUÉ UNA ORGANIZACIÓN POLÍTICA INTERNACIONAL?

I

La organización política es un ÓRGANO de la CLASE, generado por ella para cumplir una función específica: permitir el desarrollo de su conciencia de clase. La organización política no trae esta conciencia desde "fuera"; ni crea el proceso de toma de conciencia. Por el contrario, es un PRODUCTO de este proceso como instrumento indispensable para su desarrollo. Podríamos decir que la organización política es tan necesaria para el desarrollo colectivo de la conciencia de clase como la expresión oral y escrita para el desarrollo del pensamiento individual.

Se pueden distinguir dos tareas principales en la función general de la organización política del proletariado:

1.            El análisis permanente de la realidad social para definir los intereses históricos del proletariado (apropiación de la experiencia histórica de la clase y definición de la posición proletaria ante cada situación concreta). Esta es la tarea de la elaboración constante del Programa Comunista, es decir, de la definición de los objetivos y medios de la lucha histórica de la clase obrera.

2.            Intervención en el seno de la clase para que asuma conscientemente su programa histórico y se dote de los medios de su tarea revolucionaria.

II

El proletariado crea su organización política a su imagen y semejanza.

La clase obrera no es la única clase que existe a nivel internacional. En todos los países se puede encontrar a la burguesía y a las distintas clases campesinas. Pero el proletariado es la única clase que puede organizarse y actuar COLECTIVAMENTE a nivel internacional porque es la única clase que no tiene intereses nacionales. Su emancipación sólo es posible si es mundial.

Por eso su organización política tiende inevitablemente a ser CENTRALIZADA e INTERNACIONAL.

Ya se trate de su tarea de análisis político o de su intervención, la organización política proletaria se enfrenta a una realidad mundial. Su carácter centralizado e internacional no es el resultado de una exigencia ética o moral, sino una condición NECESARIA de su eficacia y, por tanto, de su EXISTENCIA.

III

El carácter internacional de la organización política proletaria se afirma a lo largo de la historia del movimiento obrero: ya en 1848, la Liga de los Comunistas, con su lema: "Proletarios de todos los países, uníos. Los proletarios no tienen patria" proclamó su carácter de organización internacional. A partir de 1864, las organizaciones políticas adoptan la forma de "Internacionales". Hasta el triunfo de la contrarrevolución estalinista y el "socialismo en un solo país", sólo el colapso de la Segunda Internacional interrumpió realmente esta continuidad internacionalista.

La Segunda Internacional, al corresponder al período de estabilidad de las grandes potencias industriales, sufre inevitablemente, en su internacionalismo, el confinamiento de las luchas proletarias en el marco de las reformas, el horizonte de la lucha proletaria sufre objetivamente un estrechamiento nacionalista. Así que la traición a la Segunda Internacional no fue un fenómeno aislado e inesperado. Fue la peor consecuencia de 30 años de confinamiento de las luchas obreras en los marcos nacionales.  De hecho, desde sus primeros años, la Segunda Internacional marcó un retroceso en el campo del internacionalismo en relación con el Primera Internacional. El parlamentarismo, el sindicalismo, la constitución de las grandes partidos de masas, en definitiva, toda la orientación del movimiento obrero hacia las luchas por las reformas, contribuyó a la fragmentación del movimiento obrero mundial según las líneas nacionales. La tarea revolucionaria del proletariado sólo puede concebirse y realizarse a escala internacional. De lo contrario, sólo es una utopía. Pero, como el capital existe dividido en naciones, las luchas por la conquista de las reformas (cuando eran posibles) no requerían un terreno internacional para triunfar.  No fue el capital mundial el que decidió conceder tal o cual mejora al proletariado de tal o cual nación. Fue en cada país, y en su lucha contra su propia burguesía nacional, donde los trabajadores consiguieron imponer sus reivindicaciones.

EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO NO ES UN DESEO MORAL NI UN IDEAL ABSTRACTO, SINO UNA NECESIDAD QUE LE IMPONE LA NATURALEZA DE SU TAREA REVOLUCIONARIA.

Por eso, la Primera Guerra Mundial, al marcar la inviabilidad histórica de los marcos nacionales y la colocación de la tarea revolucionaria proletaria en el orden del día, tuvo que conducir a la más enérgica reafirmación del internacionalismo proletario en el movimiento obrero, tras la quiebra de la Segunda Internacional. Esto es lo que hicieron primero Zimerwald y Kienthal; es lo que impuso la constitución de la nueva internacional: la Internacional Comunista en 1919.

La Tercera Internacional se fundó al principio de la "era de la revolución socialista" y su primera característica fue inevitablemente su internacionalismo intransigente. Su fracaso estuvo marcado por su incapacidad para seguir asumiendo este internacionalismo. Esto se cristalizó en la adopción bajo la égida del estalinismo de la teoría del socialismo en un solo país en 1926.

Desde entonces, no es casualidad que la palabra internacionalista se encuentre siempre en los nombres de las principales reacciones organizadas contra la contrarrevolución estalinista. La decadencia capitalista es sinónimo de poner en la agenda la revolución proletaria y la REVOLUCIÓN PROLETARIA es sinónimo de INTERNACIONALISMO.

IV

Si las organizaciones políticas proletarias siempre han afirmado su carácter internacional, hoy esta afirmación es más que nunca la PRIMERA CONDICIÓN de una organización proletaria.

Es así como debemos entender la importancia y el profundo significado del esfuerzo internacionalista de nuestra corriente.

¿POR QUÉ EMPRENDER UN PROCESO DE ORGANIZACION INTERNACIONAL AHORA?

I

Cuando observamos la evolución de nuestra corriente internacional no podemos dejar de sorprendernos por la debilidad de nuestra importancia numérica. En el pasado, incluso en circunstancias especialmente desfavorables, las organizaciones internacionales eran, de un modo u otro, la culminación de diversas actividades nacionales. Si observamos nuestra corriente, vemos la tendencia contraria: la existencia internacional aparece más como punto de partida de las actividades nacionales que como resultado de ellas. Todos los grupos de la corriente se han concebido a sí mismos como parte de una corriente internacional incluso antes de haber publicado el primer número de su publicación nacional.

Se pueden destacar dos razones principales para este estado de cosas:

- la ruptura orgánica producida por 50 años de contrarrevolución que, por el debilitamiento que ha provocado en el movimiento revolucionario, obliga a los revolucionarios, desde el inicio de la reanudación de las luchas de clase, a concentrar sus débiles fuerzas para cumplir su tarea;

- la desaparición definitiva, tras 50 años de decadencia capitalista, de cualquier ilusión sobre las posibilidades de una acción verdaderamente nacional.

Si el punto de partida de nuestra corriente fue la actividad internacional, es, por tanto, en primer lugar, porque es la expresión concreta de una situación histórica particular.

II

No estamos improvisando esta actividad internacional unitaria. Este proceso existe desde el principio de los diferentes grupos de la corriente. De hecho, sólo asumimos conscientemente este proceso al pasar de la etapa de una cierta espontaneidad pasiva y anárquica con respecto a las condiciones objetivas del trabajo revolucionario a la de una organización consciente que crea para sí misma por su propia voluntad las condiciones óptimas para el desarrollo de este proceso.

En la base de toda actividad colectiva está la espontaneidad (reacciones no premeditadas a condiciones objetivas y comunes). El paso a la organización es en sí mismo un producto espontáneo de esta actividad, pero la organización es, sin embargo, una SUPERACIÓN (no una negación) de la espontaneidad. Al igual que en la actividad colectiva de la clase en su conjunto, en la actividad de los revolucionarios, la organización crea las condiciones para:

1° la toma de conciencia de las condiciones para que este proceso tenga lugar:

2° se crean así los medios para actuar consciente y voluntariamente en el desarrollo de este proceso.

Esto es lo que estamos haciendo al crear un Buró Internacional y al avanzar hacia la constitución de la organización completa.

III

La ruptura orgánica que ha sufrido el movimiento revolucionario desde la última oleada de los años 20 pesa sobre los revolucionarios no sólo por las dificultades que inevitablemente experimentan para recuperar las adquisiciones de las luchas pasadas, sino también por la influencia demasiado importante que ha tomado en sus filas la visión estudiantil pequeñoburguesa. El movimiento estudiantil, que tan espectacularmente marcó las primeras manifestaciones de la entrada en crisis del capitalismo y la reanudación de la lucha proletaria, sigue envenenando a los jóvenes grupos revolucionarios con su concepción del mundo (no podía ser de otra manera).

Una de las principales manifestaciones de esta debilidad se concreta en los problemas de organización. Todos los defectos del mundo académico suelen pesar en el mundo de los revolucionarios: dificultad para concebir el pensamiento teórico como un reflejo del mundo concreto dividido en clases antagónicas (lo que se traduce en todo tipo de celos con respecto al "propio" pensamiento de lo que uno cree que es una capilla teórica que pretende salvaguardar como tesis académica); dificultad para captar la actividad teórica como un momento de la actividad general y un instrumento de la misma; dificultad para comprender la importancia de la actividad práctica, de la actividad conscientemente organizada, en definitiva, incapacidad para hacer suyo el viejo lema marxista en toda su profundidad e implicaciones: "los filósofos sólo han interpretado el mundo, ahora se trata de transformarlo".

Esta incomprensión se expresa, por ejemplo,  en las críticas que elementos como los de la tendencia "ex-LO" de RI han podido formular en el pasado con respecto a nuestra corriente.

Para estos elementos, nuestra corriente internacional sería una invención artificial y el esfuerzo organizativo para constituirla puro voluntarismo. Los argumentos a favor de esta postura pueden resumirse, en general, en dos ideas:

1- Habría "voluntarismo" porque hay una voluntad de construir una organización, mientras que ésta sólo puede ser un producto natural de un proceso objetivo independiente de la voluntad de los pocos individuos de la corriente.

2- Habría "artificialidad" porque las luchas de la clase aún no han dado el "salto cualitativo" que transformaría las luchas "reivindicativas" en luchas "revolucionarias", "comunistas".

Detrás de estas dos ideas que suenan “marxistas” se esconde una total incapacidad para asumir el fundamento esencial del marxismo: la voluntad de actuar conscientemente para la transformación revolucionaria del mundo.

Contra toda corriente idealista, el marxismo afirma la insuficiencia de la voluntad humana; los hombres no transforman el mundo cuando les da la gana. La realización de cualquier voluntad subjetiva depende de la existencia de condiciones objetivas favorables, efectivamente independientes de esa voluntad. Pero nada es más contrario al marxismo que transformar la insuficiencia de la voluntad en una negación de la voluntad misma. Esto sería identificar al marxismo con su principal antagonista filosófico: el positivismo empirista y fatalista. El marxismo sólo critica el voluntarismo para afirmar mejor la IMPORTANCIA DE LA VOLUNTAD. Al afirmar la necesidad de condiciones objetivas para la concreción de la voluntad humana, el marxismo subraya sobre todo el carácter necesario de esta voluntad.

La idea de que una organización revolucionaria se construye VOLUNTARIAMENTE, CONSCIENTEMENTE, CON PREMEDITACIÓN, lejos de ser una idea voluntarista, es por el contrario uno de los resultados concretos de toda la praxis marxista.

Comprender la necesidad de condiciones objetivas para comenzar a construir el partido revolucionario no significa que esta organización sea un producto automático de estas condiciones. Se trata de comprender la importancia de la voluntad subjetiva en el momento en que estas condiciones se dan históricamente.

Consideremos ahora la acusación de artificialidad.

Según nuestros "antiorganizacionistas", las condiciones objetivas que presiden el inicio del proceso de construcción del partido revolucionario no son otras que el comienzo de la lucha abiertamente revolucionaria del proletariado; la destrucción del Estado capitalista, e incluso el establecimiento de relaciones de producción comunistas.

El partido revolucionario no es un órgano decorativo que embellece el cuadro que presenta el estallido espontáneo de una lucha revolucionaria. Por el contrario, es un elemento vital y poderoso de esta lucha, un instrumento indispensable de la clase. Si la revolución rusa es la prueba positiva del carácter indispensable de este instrumento, la revolución alemana es la prueba negativa. El fracaso de la tendencia de Rosa Luxemburgo en comprender la necesidad de comenzar la construcción del partido ANTES de los primeros estallidos de la lucha revolucionaria ha pesado mucho en el desarrollo de los acontecimientos.

Comprender la naturaleza del INSTRUMENTO INDISPENSABLE del Partido para la lucha revolucionaria es comprender la necesidad de actuar en vista de su constitución tan pronto como las condiciones de una confrontación revolucionaria comiencen a madurar.

En efecto, no comprender la importancia de la construcción de la organización política mundial del proletariado mientras maduran las condiciones de una confrontación revolucionaria es no comprender la importancia del papel de esta organización.

No existe un índice infalible para medir el aumento de la lucha de clases. En determinadas circunstancias, incluso la disminución del número de horas de huelga puede ocultar una maduración de la conciencia revolucionaria. Sin embargo, hoy tenemos dos pistas que nos permiten estar seguros de que hemos entrado en un curso revolucionario desde 1968:

1- La profundización cada vez más acelerada de la crisis.

2- La existencia de una combatividad intacta en la clase obrera mundial que manifiesta el hecho de que, como la burguesía puede cada vez menos seguir gobernando como antes, el proletariado puede y vivirá cada vez menos como antes. Es decir, las condiciones para una situación revolucionaria están madurando irremediablemente.

En estas condiciones, el trabajo de construcción de la organización política no es un deseo artificial, sino una necesidad IMPERATIVA.

Para los revolucionarios, el peligro actual no es ir por delante sino por detrás.

CÓMO DEBE CONCEBIRSE EL PAPEL DE LA CORRIENTE INTERNACIONAL EN EL PROCESO DE CONSTITUCIÓN DEL PARTIDO MUNDIAL DEL PROLETARIADO.

I

Para comprender la importancia y el sentido de lo que estamos haciendo al constituir un Buró Internacional, tenemos que plantear el problema de la relación entre la corriente internacional y cualquier grupo que surja con posiciones de clase.

Hemos dicho a menudo que una de las tareas de los revolucionarios es constituir un polo de reagrupación de la vanguardia proletaria. Hoy debemos comprender que tenemos que constituir el eje, el "esqueleto" del futuro partido mundial del proletariado.

II

DESDE UN PUNTO DE VISTA TEÓRICO, porque recoge lo esencial de la experiencia histórica del proletariado, la plataforma de la corriente constituye el punto de encuentro de cualquier grupo que se sitúe en el terreno de la lucha histórica del proletariado.

- Al contrario de lo que afirmaba la ex- tendencia de LO en uno de sus textos, no hay "varias coherencias posibles" para englobar las posiciones de clase. En definitiva, la coherencia teórica no es una cuestión de silogismo, ni de pura lógica en el razonamiento. Es la expresión de una coherencia objetiva material que es ÚNICA: la de la práctica de la clase.

- Porque sintetiza esta experiencia práctica, nuestra plataforma es el único marco posible para la actividad de una organización revolucionaria.

III

DESDE EL PUNTO DE VISTA ORGANIZATIVO. Bordiga subrayó con razón que el Partido, lejos de ser sólo una doctrina, era también una VOLUNTAD. Esta voluntad no es una ilusión o un deseo "sincero". Es una determinación perseverante para la intervención revolucionaria. Y, como hemos visto, esta intervención es sinónimo de organización y, por tanto, de experiencia organizativa.

- Hay una ADQUISICIÓN ORGANIZATIVA igual que hay una ADQUISICIÓN TEÓRICA, y ambas se condicionan mutuamente.

- La actividad organizativa no es un fenómeno inmediato, que se dé de inmediato, de forma espontánea. Es el resultado de una experiencia y una conciencia que no se confunden con la de uno o varios individuos. Resulta únicamente de una PRAXIS colectiva, que es tanto más rica y compleja de adquirir cuanto más colectiva sea.

- Por eso, en la época en que había grandes organizaciones revolucionarias, una escisión era un acontecimiento que se dudaba de producir durante mucho tiempo.

La continuidad orgánica que unía a las organizaciones revolucionarias desde 1847 no era una simple "tradición" o un hecho casual. Expresó, como reflejo de la continuidad de la lucha proletaria, la necesidad de preservar el acervo organizativo que posee la organización política proletaria.

- Por eso, las organizaciones internacionales del proletariado se han constituido siempre en torno a un eje, en torno a una corriente que no sólo defendía de la manera más coherente las conquistas teóricas del proletariado, sino que también poseía la suficiente experiencia práctica y organizativa para servir de pilar a la nueva organización.

- Este papel fue desempeñado por la corriente de Marx y Engels para la 1ª Internacional, por la socialdemocracia para la 2ª Internacional, por el Partido Bolchevique para la 3ª Internacional.

- Si el movimiento obrero no hubiera experimentado la ruptura de 60 años que lo separa hoy de la Internacional Comunista, probablemente habría sido la "izquierda" de esta última ("izquierda italiana", "izquierda alemana") la que hubiera asumido esta vez esta tarea. Desde el punto de vista de las posiciones políticas, no cabe duda de que la próxima Internacional será una continuación de esta izquierda; pero desde el punto de vista organizativo, este eje está aún por construir.

- Desde la reciente reanudación de las luchas de clase, nuestra corriente internacional ha asumido una práctica organizativa con las posiciones de clase del proletariado. Es decir, su praxis se ha convertido, con todas sus debilidades y errores, en patrimonio de la lucha proletaria. La corriente ha creado así una nueva fuente de continuidad orgánica, al ser la única organización que ha asegurado una CONTINUIDAD en su práctica en el marco de las posiciones de clase.

IV

- la corriente internacional que hoy da un paso hacia su centralización debe, por tanto, y puede, considerar como su tarea esencial, la de constituir este eje, indispensable para la formación de la próxima Internacional, el Partido Mundial del Proletariado.

- Ver en esta declaración pura megalomanía no es modestia sino irresponsabilidad. La corriente internacional se suicidaría si no fuera capaz de asumir, en toda su magnitud, lo que objetivamente es.

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