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Una triste mascarada que ridiculiza la tradición de la Izquierda comunista
En el número 122 de nuestra Revista internacional hemos publicado un artículo sobre el ciclo de conferencias de los grupos de la Izquierda comunista realizado durante los años 1977 a 1980. Hemos vuelto a resaltar el avance que supusieron en su día esos encuentros pero también hemos deplorado que hubiesen saboteados deliberadamente justo por dos de los principales grupos participantes, el Partito comunista internacionalista (PCInt – Battaglia comunista) y la Communist Workers Organisation (CWO) ambos principales secciones hoy del Buró internacional para el partido revolucionario (BIPR).
La iniciativa de aquel ciclo de conferencias le corresponde al PCInt quien ya hizo un llamamiento en 1967 a favor de esta clase de ciclos y convocó el primero de estos en Milán en 1977. Pero de hecho, si la convocatoria de estas conferencias no acabó en un sonoro fracaso se debió a que contrariamente a aquellos grupos, quienes a pesar de haber anunciado su participación decidieron finalmente no acudir, la CCI se dio los medios para garantizar la asistencia de una importante delegación. La convocatoria de las dos conferencias siguientes no fue ya resultado del exclusivo impulso del PCInt sino del de un “Comité técnico” en cuyos trabajos la CCI se implicó muy a fondo organizándolas en París, sede geográfica de la sección más importante de nuestra organización. La seriedad de este esfuerzo tiene que ver con la importante cantidad de grupos participantes en las conferencias y con el hecho de que se publicasen con tiempo suficiente los boletines preparatorios de los encuentros. Al colar, deprisa y corriendo y casi al final de los debates, un criterio suplementario de “selección” para las conferencias que pudiese haber en el futuro, una iniciativa cuyo objetivo era eliminar explícitamente de ellas a nuestra organización, el PCInt con la complicidad de la CWO (finalmente convencida tras largas conversaciones paralelas en los pasillos) asumía la responsabilidad de demoler todo el trabajo realizado y en el cual él mismo había participado. En efecto, la IVª Conferencia, que finalmente tuvo lugar en septiembre de 1982, confirmaba el carácter catastrófico de la actitud que adoptó el PCInt y la CWO al final de la 3ª convocatoria de esta serie.
Todo esto quedará evidenciado en este artículo, basado esencialmente en las actas –en inglés– de aquella IVª Conferencia que fueron publicadas en formato folleto en 1984 (dos años después de su celebración) ([1]) por el BIPR (constituido a finales de 1983).
En la Presentación de la Conferencia, organizada en Londres por la CWO, ésta se refiere a las tres conferencias precedentes y hace particular referencia a la tercera:
“Seis grupos han participado en la IIIª Conferencia cuyo orden del día incluía la crisis económica, las perspectivas para la lucha de clases y el papel y las tareas del partido. Los debates de esa conferencia confirmaron unos acuerdos ya evidenciados previamente, pero se llegó a un estancamiento cuando se discutió la cuestión del papel y las tareas del partido. Con objeto de que las futuras conferencias pudieran ir más lejos de la simple reiteración sobre la necesidad del partido y con los mismos argumentos acerca de su papel, el PCInt propuso un criterio suplementario de participación en ellas en el que se estipula que el partido debe desempeñar un papel dirigente en la lucha de la clase. Esto hizo aparecer una clara división entre los grupos que comprenden que el partido tiene, hoy mismo, ya tareas que llevar a cabo y por tanto que asumir un papel dirigente en la lucha de la clase; y los que rechazan la idea de que el partido debe estar hoy organizado ya en la clase con el fin de estar en posición de ejercer un papel dirigente en la revolución de mañana. Únicamente la CWO apoyó la resolución del PCInt. Y la IIIª Conferencia se dispersó en desorden.
“Hoy, aunque debido a aquello hay menos grupos presentes aquí que en la última conferencia, podemos decir que existen ahora las bases para comenzar un proceso de clarificación sobre las tareas reales del partido. En este sentido la disolución de la última conferencia no fue una separación totalmente negativa. Como escribe la CWO en Revolutionary Perspectives, nº 18 en su descripción de la IIIª Conferencia: “Sea lo que sea lo que se decida en el futuro, el resultado de la IIIª Conferencia significa que el trabajo internacional entre los comunistas va a llevarse a cabo con bases diferentes a las del pasado.” (…) Hoy, aunque tenemos un número inferior de participantes que en las IIª y IIIª conferencias, partimos de bases más claras y más serias. Esperamos que esta conferencia demuestre esa seriedad a través de una clara voluntad de debatir y de discutir sobre el objetivo de cómo influir con nuestras posiciones y no sobre el de montar polémicas estériles o el de utilizar las conferencias como pasarela publicitaria para el propio grupo.”
Las actas de esa conferencia permiten hacerse una clarísima idea de la “enorme seriedad” que la distinguió de las precedentes.
La organización de la Conferencia
En primer lugar conviene examinar los aspectos “técnicos” (que tienen evidentemente un significado y una incidencia política) de preparación y de desarrollo de la conferencia.
Contrariamente a las conferencias precedentes no se dispuso de boletines preparatorios. Los documentos que se expusieron previamente a discusión eran en lo esencial textos ya publicados en la prensa de los grupos participantes. Respecto a este asunto hay que hacer una mención especial a los documentos que fueron propuestos por el PCInt: era una lista impresionante de textos, unos cuantos cientos de páginas (incluso un libro) sobre las cuestiones del orden del día (puede verse esa lista en la circular del PCInt del 25 de agosto de 1982, p. 39) y todo ello ¡en italiano!, una lengua bellísima, sin duda, y en la que se han escrito documentos muy importantes en la historia del movimiento obrero (los estudios de A. Labriola sobre marxismo, y sobre todo los textos fundamentales de la Izquierda comunista italiana entre 1920 y la Segunda Guerra mundial). Desafortunadamente el italiano no es una lengua internacional y podemos imaginarnos la perplejidad de los demás grupos participantes ante tal montón de documentos de los que no podían entender el contenido.
Hay que reconocer no obstante que en la misma circular, el PCInt se muestra preocupado por este problema del idioma:
“estamos traduciendo al inglés otro documento en relación con los puntos del orden del día que será enviado lo antes posible”.
Desgraciadamente en una carta del 15 de septiembre a uno de los grupos solicitantes puede leerse:
“Por razones técnicas el texto prometido no estará disponible hasta la misma conferencia” (p. 40).
Somos conscientes de las dificultades a las que se enfrentan en el terreno de las traducciones, como en el de muchos otros, los grupos de la Izquierda comunista y que son consecuencia de sus débiles fuerzas. No deseamos criticar esta fragilidad del PCInt en sí misma. Pero lo que revela su incapacidad para producir –“por razones técnicas”– con tiempo suficiente un documento comprensible para los demás componentes de la conferencia es la poca importancia que atribuye a ese problema. Si verdaderamente hubiese dado a ese tipo de actividad la seriedad que le dio la CCI en las anteriores conferencias, se habría movilizado mucho más para superar los “problemas técnicos”, recurriendo incluso a un traductor profesional.
La propia conferencia tuvo que vérselas con ese mismo problema de traducción. Tal y como podemos verlo en el informe sobre ella:
“El carácter relativamente breve de las intervenciones del PCInt es debido en gran parte a las limitaciones para las traducciones del italiano al inglés por parte del grupo que se ha encargado de acoger la conferencia”.
De esta manera muchas de las explicaciones y argumentos expuestos por el PCInt se han perdido. Lo que es verdaderamente una lástima. La CWO se excusó de su flojo conocimiento de la lengua italiana. Pero nos da la impresión que esta excusa se refiere al PCInt pues si éste se hubiese tomado en serio la conferencia habría enviado en su delegación a un camarada capaz de expresarse en inglés. Para una organización que aspira a ser un “partido”, debe ser posible encontrar en sus filas al menos un camarada con esa capacidad. A los camaradas de la CWO podrá parecerles que mientras la CCI estuvo presente en las conferencias, ésta no paraba de “repetir siempre los mismos argumentos sobre el partido”. Podrán incluso dar a entender que nosotros queríamos utilizar las conferencias de tribuna para nuestra política de camarilla. En todo caso, lo que sí debería reconocer es que las capacidades de organización del tándem que formaron con el PCInt son, con mucho, inferiores a las de la CCI. No es algo que se deba únicamente al número de militantes. La que sobre todo importa es comprender qué importancia se da a las tareas de los revolucionarios en la situación actual y de la seriedad con que se aborda su cumplimiento. La CWO y el PCInt consideran que el partido (y los grupos que lo preparan en el momento actual, es decir, ellos mismos) tienen como “tareas” las “de la organización” de las luchas de la clase. No es esa la posición de la CCI ([2]). Sin embargo, a pesar de nuestras dificultades, procuramos organizar lo mejor posible las actividades que nos corresponde cumplir. No parece ser el caso ni de la CWO ni el del PCInt quienes seguramente considerarán que si dedican hoy demasiada energía y atención a las tareas de organización estarán fatigados mañana cuando se trate de “organizar” a la clase para la revolución.
Los grupos participantes
En el folleto que hace el balance de la IVª Conferencia nos enteramos de qué grupos han sido invitados inicialmente (circular del 28 de junio de 1982). Son los siguientes:
Partito comunista internacionalista (Battaglia comunista), Italia;
Communist Workers Organisation, Gran Bretaña, Francia;
L’Éveil internationaliste, Francia;
Unity of Communist Militants, Irán;
Wildcat, Estados Unidos;
Kompol, Austria;
Marxist Worker, Estados Unidos;
Estos tres últimos grupos asistían con el estatuto de “observador”.
En la apertura no había más que tres grupos. Vamos a ver qué había ocurrido con el resto.
“En el momento en que se inicia la conferencia, Marxist Worker y Wildcat habían dejado aparentemente de existir” (p. 38).
Podemos hacernos un juicio de la perspicacia de la CWO y del PCInt, que formaban el “Comité técnico” encargado de preparar la conferencia: Preocupados como lo estaban por la “selección” de organizaciones “verdaderamente capaces de plantear correctamente la cuestión del partido y de atribuirle el papel dirigente en la revolución de mañana” se decidieron por invitar a grupos que prefirieron irse de vacaciones mientras esperaban al futuro partido (probablemente para tener más fuerzas con las que estar en condiciones de poder desempeñar la “función dirigente” llegado el momento). Podríamos decir que la conferencia se escapó de una buena: si Wildcat hubiese resucitado y hubiese aparecido por allí habría contaminado sin duda la Conferencia con su “consejismo” comparado con el cual, el consejismo con que el PCInt acusa a la CCI son menudencias. Un consejismo que era, desde luego, conocido, pero que aparentemente satisfacía los criterios que sirvieron, por otro lado, para excluir a la CCI.
Por lo que se refiere al resto de los grupos que no vinieron, dejamos de nuevo la palabra a la CWO:
“Sobre la base de los sucesos ocurridos, parece apropiado establecer hoy el significado de la última conferencia. Lo que la ausencia de los dos grupos que estuvieron inicialmente de acuerdo con participar parece manifestar es su alejamiento del marco de las conferencias. Kompol no ha vuelto a comunicarse con nosotros y l’Éveil communiste se ha embarcado en una trayectoria modernista que le lleva igualmente fuera del marco del marxismo” (Preámbulo).
Una vez más nos quedamos sorprendidos del olfato político, a toda prueba, de los grupos anfitriones.
Veamos ahora al SUCM (Estudiantes seguidores del UCM de Irán) único grupo presente en la conferencia a parte de los dos grupos convocantes.
He aquí lo que el folleto dice a propósito de él:
“El SUCM ha dejado de existir. Sus miembros se han integrado en una organización más amplia (la Organisation of the supporters of the Communist Party of Iran Abroad –OSCPIA) ([3]) que integra a los antiguos miembros del SUCM y a los del grupo kurdo Komala. A pesar de su adhesión inicial a los criterios de participación en las conferencias; a pesar de su voluntad de discutir y de mantener relaciones con las organizaciones pertenecientes a la tradición de la Izquierda comunista europea, el SUCM ha quedado atrapado en su posición de grupo de apoyo a un grupo iraní más amplio, grupo que se constituyó en 1983 como Partido comunista de Irán. Dejando de lado toda polémica, parece que este dato tiene una importancia objetiva, confirmada, por ejemplo, en la trayectoria que siguen los camaradas del SUCM en lo referente a la cuestión de la república democrática revolucionaria y a sus implicaciones. En el momento de la IVa Conferencia, el SUCM aceptaba claramente la idea de que las verdaderas guerras de liberación nacional son imposibles en la era del imperialismo, en el sentido de que no puede haber una auténtica guerra de liberación nacional al margen de la revolución de los obreros por el establecimiento de la dictadura proletaria. Posteriormente, sin embargo, el SUCM se ha reafirmado cada vez con mayor insistencia en la tesis de que las luchas comunistas emergen de las luchas nacionales. De hecho, su posición teórica se ha ido diluyendo para acomodarse con las posiciones del PC de Irán, posiciones que son muy peligrosas –como los artículos en la prensa de la CWO y del PCInt lo han demostrado. Así, en lugar de intensificar el proceso de clarificación, en vez de empujar a la organización iraní hacia posiciones más claras y firmemente enraizadas en suelo revolucionario, la OSCPIA intenta reconciliar con el Comunismo de izquierdas las deformaciones del programa comunista puestas de manifiesto por el SUCM y el PC de Irán. Es inevitable que haya habido deformaciones, de uno u otro tipo, en un área dónde no hay contacto con la tradición de la Izquierda comunista o con su legado de elaboración teórica y de lucha política. No obstante, no es tarea de los comunistas ni ocultar esas deformaciones ni aceptarlas ni adaptarse a ellas sino contribuir a superarlas. Desde este punto de vista la OSCPIA ha dejado pasar una oportunidad importante. Dado el estado actual de las divergencias, no es posible definir al PC de Irán como una fuerza que pueda reclamar el derecho a entrar de nuevo en el campo político delimitado por las conferencias de la Izquierda comunista.”
Si nos creyésemos las explicaciones dadas en ese pasaje, el SUCM, después de la conferencia, y ya en la estela del PC de Irán, habría evolucionado hacia posiciones que no le permitirían ya “reclamar el derecho a entrar en el campo político delimitado por las conferencias de la Izquierda comunista”. En suma, estas dos organizaciones se encuentran en el mismo caso que la CCI es decir, como ellas no podrá ya “reclamar tal derecho” ([4]).
En realidad, el PC de Irán no solo es que esté “fuera del campo político delimitado por las conferencias” sino que está además fuera del campo de la clase obrera. Es una organización burguesa de tendencia estalino-maoísta. Es fascinante la sutileza diplomática (¡¿para evitar “la polémica”!?) con que el BIPR habla de esa organización. Al BIPR no le gusta llamarle gato al gato. Prefiere decir que el animal evocado no es ni un perro ni un hámster, aunque sea igualmente un animal de compañía. Esta manera de proceder es bien conocida en el movimiento obrero y tiene un nombre: oportunismo. O se reconoce así o las palabras han dejado de tener sentido. Es cierto que no es agradable pensar que los elementos con quienes se ha tenido pocos meses antes una conferencia, en la perspectiva del futuro partido mundial de la revolución, hayan acabado siendo declarados defensores del orden capitalista. Es aun más difícil admitirlo públicamente. Entonces se opta por decir que estos elementos, a los que se les continúa llamando “camaradas”: “han dejado pasar una importante oportunidad”, se “han quedado atrapados”, su “posición teórica se ha ido diluyendo por su conformidad con las posiciones del PC de Irán”, posiciones a las que se califica de “muy peligrosas” para no decir que son burguesas.
Lo que el BIPR no ve o no quiere ver o simplemente se niega a reconocer públicamente es que la evolución del SUCM para acabar transformándose en un órgano de defensa del orden capitalista (rebautizado “fuerza que no puede reclamar el derecho a entrar en el campo político delimitado por las conferencias de la Izquierda comunista”), no es tal evolución, ni mucho menos. En el momento mismo de la conferencia el SUCM era ya una organización burguesa de tendencia maoísta. Esto es lo que muestran, a quien quiera abrir los ojos, sus intervenciones durante la conferencia.
Las intervenciones del SUCM
Reproducimos aquí algunas de sus intervenciones:
“En sus condiciones normales de funcionamiento, no de crisis, el capital, en el mercado interior de los países metropolitanos, tolera las reivindicaciones del movimiento sindical y es únicamente cuando la crisis se profundiza cuando recurre al aplastamiento decisivo del movimiento sindical” (p. 6).
Esta afirmación es, como mínimo, sorprendente en boca de un grupo que supuestamente pertenece a la Izquierda comunista. En realidad, en los países avanzados no es el movimiento sindical el que es aplastado por las fuerzas del orden cuando la crisis se agrava, sino las luchas obreras, con la complicidad del movimiento sindical. Hasta los trotskistas son capaces de reconocer eso. No así el SUCM que identifica sin problemas movimiento sindical y lucha de clase. Así, sobre la cuestión del papel de los sindicatos (que no es una cuestión secundaria sino de las más fundamentales), el SUCM se sitúa a la derecha del trotskismo para incorporarse a la posición de los estalinistas o de los socialdemócratas. Pues sí, sí, con un grupo así se proponían cooperar la CWO y el PCInt en pro de la formación del partido mundial.
Hasta aquí sólo un aperitivo. Sigamos leyendo:
“Hoy el proletariado en Irán está en vísperas de formar su partido comunista y éste, con la fuerza masiva que tiene tras su programa, deberá llegar a ser un factor independiente y determinante de los cambios actuales en Irán. El indiscutible liderazgo de Komala ([5]) en la lucha de amplios sectores de obreros y de explotados en el Kurdistán, influencia que el marxismo revolucionario ha adquirido entre los obreros avanzados de Irán; la existencia de amplias redes de núcleos obreros que distribuyen las publicaciones teóricas y obreras del marxismo revolucionario (…) a pesar de las condiciones de terror y de represión existentes (...); la pérdida de ilusiones en el populismo, el movimiento hacia el marxismo revolucionario (…), todo eso es expresión del importante papel que el proletariado socialista de Irán desempeñará en los próximos acontecimientos. Desde el punto de vista del proletariado mundial lo significativo de esta cuestión está en el hecho de que ahora, después de más de cincuenta años, la bandera roja del comunismo está a punto de convertirse en la bandera de la lucha de los obreros de un país dominado. El que esta bandera se haya izado en alguna parte del mundo es una llamada al proletariado mundial para acabar con la dispersión en sus filas, para unirse como clase contra la burguesía mundial y ajustarle las cuentas”
Frente a tal declaración caben tres hipótesis:
– o estamos tratando con elementos sinceros pero totalmente iluminados y sin ningún sentido de la realidad;
– o estamos frente a un farol de gran envergadura destinado a impresionar al público pero que no está basado en ninguna realidad;
– o, efectivamente, el PC de Irán y Komala tienen la influencia que nos describen y, si es así, podemos decir que una corriente política con tal influencia no puede ser más que burguesa, en las condiciones históricas de 1982.
Si la primera hipótesis es la verdadera lo primero que hay que sugerirles, antes de empezara discutir, es que se curen.
Si estamos ante una fanfarronada, la discusión con individuos que son capaces de mentir hasta tal punto no tienen ningún interés, incluso si creen que se pueden defender de esa manera las posiciones comunistas. Como dice Marx “la verdad es revolucionaria” y si la mentira es un arma preferente de la propaganda burguesa, jamás deberá formar parte del arsenal del proletariado y de su vanguardia comunista.
Queda la tercera hipótesis: el SUCM no es un grupo proletario sino izquierdista es decir, burgués. Es esta naturaleza burguesa la que aparece con claridad en las discusiones de la conferencia sobre la cuestión de la “revolución democrática” y sobre el programa del partido. En efecto, de entre las muchas intervenciones, que pretenden estar afianzadas teóricamente, apoyadas en citas de autores marxistas, incluso de Marx, de Lenin, nos sirvieron la siguiente:
“La crisis mundial del imperialismo crea el embrión de la emergencia de condiciones revolucionarias. No obstante, este embrión, precisamente a causa de las diferentes condiciones existentes en los países dominados y en las metrópolis, está más desarrollado en los países dominados. Las primeras chispas de la revolución socialista del proletariado mundial contra el capital y el capitalismo en su estadio más avanzado, prenden el fuego de la revolución democrática dentro de los países dominados. Revolución que, desde ese punto de vista, es una parte inseparable de la revolución socialista mundial aunque, debido a su aislamiento, a lo limitado de las fuerzas de los obreros y de los explotados en los países dominados, a la ausencia de condiciones objetivas en el seno del proletariado de estos países por un lado y por otro lado a la presencia de amplias masas de explotados que no son proletarios revolucionarios, tome inevitablemente la forma y se desarrolle primeramente en el seno de una revolución democrática. La presente revolución en Irán es esa clase de revolución.” (p. 7)
(…)
“La presente revolución es una revolución democrática cuya tarea es eliminar los obstáculos al libre desarrollo de la lucha de clase del proletariado por el socialismo.
“El contenido de la victoria de esta revolución es el establecimiento de un sistema político democrático bajo la dirección del proletariado lo que, desde el punto de vista económico, equivale a la negación práctica de la dominación del imperialismo.” (p. 8)
Veamos en otra cita como el SUCM denuncia en esos términos la política del gobierno de Jomeini, con ocasión de la guerra entre Irak e Irán que estalló en septiembre de 1980, un año después de la instauración de la “República islámica”:
“El ataque contra las victorias democráticas de la insurrección [la sublevación de comienzo de 1979 que destronó al Sha y permitió la toma del poder por Jomeini] y la represión contra el ejercicio de la autoridad democrática del pueblo para decidir y conducir sus propios asuntos.” (p. 10)
En fin, el SUCM hace una distinción entre programa mínimo (que sería el de la “República democrática “) y el programa máximo, el socialismo (p. 8). Tal distinción fue empleada por la socialdemocracia en tiempos de la IIª Internacional, cuando el capitalismo era aun un sistema social en ascenso y cuando la revolución proletaria aun no estaba al orden del día; pero fue rechazada por los revolucionarios para el periodo que se abría con la primera guerra mundial, incluidos Trotski y sus epígonos.
Las intervenciones de la CWO y del PCInt
Evidentemente, frente a las concepciones burguesas del SUCM, la CWO y el PCInt defienden las posiciones de la Izquierda comunista.
Acerca de la cuestión sindical el PCInt es muy claro en su intervención:
“Ningún sindicato puede hacer otra cosa que permanecer en el campo burgués (…) En la época imperialista los comunistas no pueden, en ninguna circunstancia, soñar con la posibilidad de enderezar los sindicatos o reconstruir otros nuevos (…) Los sindicatos conducen a la clase obrera a la derrota en la medida en que la mistifican con la idea de defender sus intereses por medio del sindicalismo. Es necesario destruir los sindicatos.” (p. 12)
Estas son posiciones políticas que la CCI podría firmar con las dos manos. Lo único que se echa de menos es que el PCInt, que enuncia esas posiciones en una presentación sobre las luchas en Polonia de 1980, no dice explícitamente que son totalmente opuestas a las expuestas por el SUCM poco antes, sobre el mismo tema.
¿Es acaso porque ha faltado vigilancia frente a las declaraciones del SUCM? ¿Es un problema de idioma? El caso es que la CWO comprende el inglés. ¿O es una “táctica” para no se enfade el SUCM?
En cualquier caso, sobre la cuestión de la “revolución democrática”, de la “república democrática” y del “programa mínimo”, lo único que deben hacer el PCInt y la CWO es rechazar de plano aquellas nociones que no tienen nada que ver con el patrimonio programático de la Izquierda comunista:
“La opresión y la miseria de las masas no pueden por sí mismas conducir a la revolución. Ésta no puede ocurrir más que cuando son dirigidas por el proletariado de estas regiones en alianza con el proletariado mundial. (…) Decir que Marx las apoyó [las reivindicaciones democráticas] en el pasado y que además las hemos de apoyar hoy, en una época diferente es, como Lenin dijo sobre otra cuestión, citar las palabras de Marx contra el espíritu de Marx. Hoy vivimos en la época del declive del capitalismo y esto quiere decir que el proletariado no tiene NADA QUE GANAR, ni que apoyar a tal o cual capital nacional ni a tal o cual reivindicación reformista. (…)
Es un disparate sugerir que podemos escribir un programa que proporcione las bases objetivas materiales para la lucha por el socialismo. O bien las bases objetivas existen o bien no existen. Como dijo el PC de Italia en sus tesis de 1922: “Nosotros no podemos crear las bases objetivas por decreto.” (…) Sólo la lucha por el socialismo puede destruir el imperialismo y de ninguna manera las oportunidades estructurales que nos ofrezca la democracia o las reivindicaciones minimalistas.” (p. 16)
Pensamos que el papel del partido comunista en los países dominantes y en los países dominados es el mismo. No incluimos en el programa comunista reivindicaciones mínimas del siglo xix. (…) Nosotros queremos hacer una revolución comunista y no lo lograremos sino poniendo por delante el programa comunista en el que jamás incluiremos reivindicaciones que puedan ser recuperadas por la burguesía.” (p. 18)
Podríamos multiplicar las citas en las que la CWO y el PCInt defienden las posiciones de la Izquierda comunista, incluso las citas del SUCM que evidencian que esta organización no tiene nada que ver con esa corriente. Desde luego, eso nos obligaría a reproducir casi un tercio del folleto ([6]).
Para quien sabe leer y conoce las posiciones del maoísmo en los años 70-80 está claro que el SUCM, que se dedica en muchas de sus intervenciones a criticar las concepciones maoístas oficiales, es de hecho una variante “de izquierdas” y “crítica” de esa corriente burguesa.
Hay partes en las que la propia CWO constata las similitudes entre las posiciones del SUCM y las del maoísmo:
“Nuestra verdadera objeción concierne sin embargo la teoría de la aristocracia obrera. Pensamos que son los últimos gérmenes del populismo del SUCM y su origen está en el maoísmo.” (p. 18)
“El pasaje sobre el campesinado [en el “Programa” de la Unidad de los Combatientes comunistas” sometido a la conferencia] es el último vestigio del populismo en el SUCM. (…) La teoría del campesinado es una reminiscencia del maoísmo, algo que nosotros rechazamos totalmente.” (p. 22)
No obstante, estas anotaciones suenan tímidas y “diplomáticas”. Hay una cuestión que la CWO y el PCInt debían haber planteado claramente al SUCM: se refiere al significado del párrafo siguiente, que figura en uno de los textos presentados por el SUCM a la conferencia: el “Programa del partido comunista” y que, adoptado por el SUCM y Komala, fue publicado en mayo de 1982 (cinco meses antes de la conferencia):
“El dominio del revisionismo en el partido comunista de Rusia ha llevado al desastre y al retroceso de la clase obrera mundial en uno de sus principales bastiones.”
Por revisionismo este programa entendía la revisión “Jrushchevista” ([7]) del “Marxismo-leninismo”. Esta es exactamente la visión defendida por el maoísmo y habría sido interesante que el SUCM precisara si antes de Jrushchof el partido comunista ruso de Stalin era todavía un partido de la clase obrera. Desgraciadamente esta pregunta fundamental no fue planteada ni por el PCInt ni por la CWO. ¿Habría que pensar que estas dos organizaciones no habían leído ese documento, ciertamente esencial puesto que expresa el programa del SUCM? Se debe rechazar tal interpretación ya que estaría en total desacuerdo con la “seriedad” insistentemente reivindicada por la CWO en su discurso de apertura. Es más, muchas intervenciones del PCInt y de la CWO citan de forma precisa pasajes de este documento. Queda otra interpretación: esas dos organizaciones no plantearon la pregunta porque tenían miedo de la respuesta. En efecto ¿Cómo habrían podido, si no, continuar una conferencia con una organización que consideraba como “revolucionario” y “comunista” a Stalin, el jefe supremo de la contrarrevolución desencadenada contra el proletariado en los años treinta, el asesino de los mejores combatientes de la Revolución de octubre, el gerente responsable de la masacre de decenas de millones de obreros y de campesinos rusos?
Evidentemente hacer esa pregunta no habría sido muy “diplomático” y se habría corrido el riesgo de provocar el fracaso inmediato de la conferencia, que habría quedado reducida a un cara a cara entre el PCInt y la CWO, es decir solos los dos grupos que habían adoptado en la 3ª conferencia el criterio suplementario destinado a eliminar a la CCI, con el fin de darle un nuevo impulso a las conferencias.
Estas dos organizaciones prefirieron suscribir el total acuerdo que existía entre su visión del papel del partido y la defendida por el SUCM en su presentación sobre esta cuestión y que afirma que:
“... el partido organiza todos los aspectos de la lucha de clases del proletariado contra la burguesía y dirige a la clase obrera hacia la realización de la revolución social” (p. 25).
Que el partido del PCInt y de la CWO tuviera un programa opuesto totalmente al SUCM (Revolución comunista o revolución democrática), que uno y otro “organizaran” y “dirigieran” las luchas en direcciones contrarias, tiene una importancia aparentemente secundaria para la CWO y para el PCInt. Lo esencial era que al SUCM no le colgaba ninguna etiqueta “consejista” como es el caso de la CCI.
Epílogo
La conferencia concluye con un listado de los puntos de acuerdo y de desacuerdo hecha por la presidencia ([8]). La lista de convergencias es netamente más larga. Dentro de las “áreas de desacuerdo”, está señalada únicamente la cuestión de la “Revolución democrática” sobre la que se dice:
“Son necesarias otras discusiones y clarificaciones con el SUCM:
“a) La revolución democrática debe ser definida en la próxima conferencia.
“b) Proponemos [la presidencia] que lo mejor es que se elabore un texto en el que se critique la visión del SUCM sobre la revolución democrática y que nosotros tengamos una discusión más extensa sobre las bases económicas del imperialismo” (p. 37).
De las visiones totalmente opuestas del papel de los sindicatos que se expresaron en el transcurso de la conferencia no hay ni una palabra, probablemente porque el SUCM aprobó totalmente la presentación sobre las luchas de Polonia, en la cual el PCInt había abordado esta cuestión en los términos que hemos visto anteriormente (cuando en realidad debería estar en desacuerdo con él sobre este asunto).
Al final el SUCM y el PCInt se expresaban así:
El SUCM:
“hace un año que hemos contactado con el PCInt y con la CWO. Les agradecemos su ayuda y apreciamos el contacto con los dos grupos. Hemos intentado trasmitir las críticas al UCM en Irán. Estamos de acuerdo con las conclusiones.”
El PCInt:
“estamos de acuerdo con las conclusiones. Estamos igualmente contentos de volver a ver a los camaradas que han venido de Irán. Ciertamente las discusiones con ellos deben continuar desarrollándose con el objetivo de encontrar una solución política a las divergencias sobre las cuales esta conferencia se ha focalizado.”
De esta manera, contrariamente a la IIIª que se “dispersó en el desorden” como recordó la CWO en el discurso de apertura, la “IVª Conferencia” concluyó con la voluntad de todos los participantes de proseguir la discusión. Ya se sabe lo que ocurrió después.
De hecho tuvo que transcurrir algún tiempo para que la CWO y el PCInt abrieran (¡un poco!) los ojos y vieran la verdadera naturaleza de sus interlocutores y eso sólo ocurrió en el momento en que éstos se quitaron la careta. Veamos: bastantes meses después de la “4ª conferencia”, la CWO, en su conferencia territorial, tomó violentamente partido contra la CCI que se había permitido, como es habitual en ella, llamar gato a un gato y grupo burgués, a un grupo burgués:
“Las intervenciones del SUCM han consistido principalmente en adular a la CWO: su única objeción concreta ha sido sugerir sutilmente a la CWO que dé un apoyo “crítico” y “condicionado” a los movimientos nacionales. Esta sugerencia quedó sin respuesta por parte de la CWO quien, en compensación, descargó su cólera contra la CCI cuando intentó plantear la cuestión de fondo de la presencia del SUCM; entonces la CWO corrió a taparle la boca al camarada de la CCI antes de que pudiese decir más de diez palabras” (World Revolution nº 60, mayo 1983: “When will you draw the line, CWO?”)
Con esta misma actitud nos hemos vuelto a encontrar en una reunión pública de la CCI en Leeds:
“Las intervenciones más vehementes de la CWO eran principalmente para apoyar al SUCM contra las “alegaciones no fundadas” de la CCI sobre la naturaleza de clase del UCM y de Komala y para saludar seguidamente la demagogia de SUCM como la contribución más clara a la reunión. Vociferar contra los comunistas porque ponen en guardia al movimiento revolucionario contra la invasión de la ideología burguesa fue el paso siguiente de la actitud sectaria de la CWO hacia la CCI” (Ibíd.)
Esa actitud, de grupos que emplean sus dardos más acerados contra las tendencias que ponen en guardia a los revolucionarios del peligro que para ellos comportan las organizaciones burguesas y que asumen de hecho la defensa de éstas, no es nada nuevo en el movimiento obrero. Es la actitud de la dirección centrista de la Internacional comunista cuando preconizaba el “Frente único” con los partidos socialistas, una actitud que la Izquierda comunista ha denunciado siempre como se merece.
Por todo eso la conferencia que se hizo en septiembre de 1982 en Londres no merece en absoluto el título de “IVª Conferencia de grupos de la Izquierda comunista”: Por un lado, porque se hizo con la presencia de un grupo que no aportaba nada al proletariado y menos a la izquierda comunista, el SUCM. Y por otra parte porque en esa conferencia estaban totalmente ausentes el espíritu y el modo de hacer político que caracterizan a la Izquierda comunista y que son producto de una búsqueda escrupulosa de la claridad, de la intransigencia contra todas las manifestación de penetraciones burguesas en el seno del proletariado y del combate contra el oportunismo ([9]).
No parece ser esa la opinión del BIPR quien, concluyendo sobre la presentación del folleto, afirma:
“Sin embargo, la validez o inutilidad de la 4ª conferencia internacional no gira alrededor de la participación del SUCM (la cual como para todos los demás grupos, depende de su aceptación de los criterios desarrollados de la Iª a la IIIª).
“La IVª Conferencia ha confirmado el desarrollo de una tendencia política clara en el medio político internacional, un tendencia que reconoce que la tarea de los revolucionarios hoy es desarrollar una presencia organizada en el seno de la lucha de clases y trabajar concretamente por la formación del partido mundial. Si el partido mundial se limita a ser una organización propagandista es decir, si no es un partido organizado en la clase obrera, entendida como un todo, no estará en posición de llevar la lucha de clase de mañana a su conclusión victoriosa.
“La formación del Buró internacional para el partido revolucionario (BIPR) en diciembre de 1983, es la manifestación concreta de esta tendencia y es en sí la prueba de la validez de la IVª Conferencia. La homogeneidad política alcanzada por el PCInt y la CWO (y confirmada sobre la marcha durante los debates con el SUCM) ha permitido a los dos grupos dar pasos prácticos hacia la formación del futuro partido. La correspondencia internacional de los dos grupos (y de otros miembros del Buró) es ahora responsabilidad del Buró. El Buró es algo más que un asunto PCInt-CWO, es un medio para las organizaciones y los elementos emergentes en el mundo entero con el que clarificar sus posiciones, tomando parte en un debate internacional y en el trabajo del propio Buró. De hecho es el punto de referencia internacional que el PCInt preveía en 1977 y que se puede desarrollar a partir de las conferencias. Integrando y desarrollando su trabajo en el seno de ese marco político claramente definido el Buró estará en su momento dispuesto a convocar una Vª Conferencia que será un paso más hacia la formación del partido internacional.”
No ha habido una Vª Conferencia; tras el fiasco y el ridículo de la IVª (que los miembros del BIPR no pueden disimular por mucho que procuren ocultarlo hacia fuera) han preferido ahorrarse los esfuerzos. Además, diciendo ahora lo mismo que los bordiguistas, el BIPR se considera ahora la única organización en el mundo capaz de contribuir eficazmente a la formación del futuro partido de la revolución mundial ([10]). No podemos hacer otra cosa que dejarles con sus sueños megalómanos y con su triste incapacidad para representar la continuidad de lo mejor que la Izquierda comunista ha aportado al movimiento histórico de la clase obrera.
Fabienne
[1]) 4ª International Conference of Groups of the Communist Left -Proceedings, Texts, Correspondence (4ª Conferencia internacional de grupos de la Izquierda comunista – normas (estatutos y procedimientos), textos, correspondencia).
[2]) Lo que no quiere decir de ninguna manera que nosotros subestimemos el papel del partido en la preparación y realización de la revolución proletaria. Es indispensable para el desarrollo de la conciencia en la clase y para dar una orientación política a sus combates incluida la cuestión de su autoorganización. Eso no quiere decir que el partido “organice” los combates de la clase o la toma del poder, tarea que corresponde a la organización específica del conjunto del proletariado, los consejos obreros.
[3]) SCUM: Organización de los Seguidores del Partido comunista de Irán en el extranjero.
[4]) Queremos ser muy claros con los lectores: a la CCI nunca se la ha ocurrido “exigir” tal “derecho”. Desde el momento (cuando la 3ª conferencia) en que el PCInt y la CWO afirmaron explícitamente que querían continuar las conferencias sin la presencia de la CCI, a ésta jamás se le ha ocurrido “forzar la mano” a esas organizaciones (como lo podíamos haber hecho, por ejemplo, si nos hubiésemos abstenido en el momento de la votación del criterio suplementario, pues l’Éveil internationaliste, que se abstuvo, fue invitado a la 4ª). Eso no nos ha impedido posteriormente (como la Revista internacional lo ha hecho patente repetidas veces) hacerles a esos grupos propuestas de trabajo en común cada vez que lo hemos considerado necesario, particularmente tomas de posición frente a los enfrentamientos imperialistas, las cuales han sido casi siempre rechazadas.
[5]) Komala es una organización guerrillera ligada al Partido democrático kurdo.
[6]) Animamos a los lectores a que lo lean (está en inglés y pueden pedirlo al BIPR) y a que lo conozcan íntegramente.
[7]) Nikita Jrushchof dirigió la URSS después de la muerte de Stalin (1953) hasta 1964.
[8]) Hay que resaltar que el PCInt aceptó en la “IVª Conferencia” lo que obstinadamente había rechazado en las conferencias precedentes: la existencia de una toma de posición que resumíera los puntos de acuerdo y los de desacuerdo. El motivo de su rechazo era que no quería adoptar ningún documento en común con los otros grupos debido a las divergencias existentes entre ellos. Estamos obligados a pensar que para el PCInt las divergencias existentes entre los grupos de la Izquierda comunista son más importantes que las que separan a los grupos comunistas de los grupos burgueses.
[9]) En ese sentido, tiene razón cuando dice en la apertura de la conferencia que “El resultado de la 3ª conferencia significa que el trabajo internacional entre los comunistas va a llevarse a cabo sobre bases distintas a las del pasado”. Desde luego que bien diferentes, aunque en lo concerniente al PCInt no en el buen sentido.
[10]) Para ser totalmente precisos, el rechazo por el BIPR de cualquier discusión o de cualquier trabajo en común con la CCI debido a “las importantísimas divergencias” no se aplica con el mismo rigor respecto a otros grupos. En muchos artículos de nuestra Revista hemos señalado su mayor apertura hacia grupos claramente consejistas, como Red and Black Notes de Canadá o a grupos que no pertenecen a la Izquierda comunista, ni siquiera al campo proletario, como es el caso de la OCI de Italia (véase al respecto el artículo “La visión marxista y la visión oportunista en la política de construcción del partido” de la Revista internacional nº 103 y 105). Esta apertura se aplica incluso a elementos que se presentan como los exclusivos defensores de las “verdaderas posiciones de la CCI” y que han constituido la “Fracción interna de la CCI” (FICCI), un pequeño grupúsculo parasitario que se distingue por comportamientos incalificables tales como el robo de material de nuestra organización, el chantaje, la delación e incluso la amenaza de muerte a uno de nuestros militantes. En su Bulletin communiste nº 33, la FICCI informa de las discusiones que mantiene con el BIPR y que presenta de esta manera:
“reanudando el hilo de esta discusión, la fracción y el BIPR resucitan el ciclo de Conferencias de los grupos de la Izquierda comunista que se hicieron en los años 1970 y 1980. La preocupación, el objetivo son los mismos. Y si las conferencias llegaron en parte a un estancamiento, es necesario reiniciar hoy la obra y llevarla a un nivel superior, sacando lecciones del pasado (…) despejando los malentendidos, los bloqueos ligados a cuestiones terminológicas a incomprensiones mutuas. Haciéndolo así estamos totalmente convencidos que recogemos la antorcha que la CCI ha abandonado encerrándose en un sectarismo cada vez más delirante.”
La FICCI no precisa por qué las conferencias se suspendieron mientras sus miembros estaban aun en la CCI y compartían nuestra condena de su sabotaje por el PCInt y por la CWO. Es una mentira más que poner en la lista de la FICCI. ¡Hay tantas!
Dicho esto, está claro que el BIPR parece dispuesto a discutir con elementos que afirman defender posiciones (las de la CCI) que justamente motivaron que el BIPR, desde hace ya mucho tiempo, se negara a discutir con la CCI. Ciertamente, la FICCI presenta grandes ventajas respecto a la CCI:
se pasa el tiempo denigrando a nuestra organización:
con ella no se corre el riesgo de que se “haga sombra al BIPR”, más que nada por su ridícula importancia;
no encuentra palabras lo suficientemente elogiosas para adular permanentemente a esa organización calificada como exclusivo polo de reagrupamiento internacional para el futuro partido revolucionario.
Es más, constatamos que la más servil lisonja parece ser un excelente “argumento” para convencer al BIPR a aceptar la discusión. A la vista está que si esas maneras le fueron eficaces en 1982 con un grupo burgués como el SUCM, aun hoy le son igualmente útiles con una pandilla de tramposos.
Dicho esto no parece que el BIPR se fíe mucho de las discusiones que mantiene con la FICCI pues estas no han aparecido en sus órganos de prensa hasta ahora; es más, el link –enlace– hacia la página Web de la FICCI ha desaparecido, hace ya tiempo, del espacio Internet del BIPR).