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Como ya lo hemos puesto de relieve en varias ocasiones en nuestra prensa (1), el periodo actual está caracterizado por un viraje en la relación de fuerzas entre las clases favorable al proletariado después de todo un periodo de retroceso en la combatividad y en la conciencia de este último resultante de las inmensas campañas ideológicas que habían acompañado el hundimiento de los regímenes llamados “socialistas” a finales de los años 80. Una de las manifestaciones de este viraje es “el proceso existente en la clase, de reflexión profunda, aunque hoy todavía subterránea, lo cual se plasma, entre otras cosas, en algo que se confirma más y más: la aparición de toda una serie de elementos y grupos, jóvenes muchas veces, que se acercan a posiciones de la Izquierda comunista” (2). Esta aparición de elementos que se orientan hacia la Izquierda comunista es, evidentemente, un fenómeno de una importancia capital puesto que es una de las condiciones de la constitución del futuro partido revolucionario mundial. Incumbe, por consiguiente, a las organizaciones de la Izquierda comunista aportar la máxima atención al surgimiento de estas nuevas fuerzas con objeto de fecundarlas y permitirles beneficiarse de su experiencia e integrarlas en una actividad revolucionaria organizada. Se trata de una tarea especialmente difícil y delicada y que ha sido objeto de numerosas reflexiones y discusiones en el movimiento obrero. Marx y Engels fueron los primeros en dedicar a esta cuestión numerosos esfuerzos, especialmente dentro de la primera organización internacional de la que se dotó la clase obrera, la Asociación internacional de los trabajadores (AIT o Primera internacional). Más próximo a nosotros, uno de los méritos de Lenin y los bolcheviques, a partir del congreso de 1903 del POSDR (3), es haber abordado a fondo esa cuestión aportándole respuestas, lo que permitió a los bolcheviques estar a la altura de sus responsabilidades en la Revolución de Octubre 1917. Se trata de una tarea que la CCI se ha tomado siempre muy en serio, particularmente inspirándose en estos grandes nombres del movimiento obrero y en las organizaciones en las que militaron. Es una de las razones por las que, frente al surgimiento de nuevas fuerzas revolucionarias, volvemos sobre este tema dedicándole una serie de artículos en nuestra Revista internacional. De forma más precisa, pensamos que es necesario ilustrar, una vez más, la diferencia que existe entre “la visión marxista y la visión oportunista del Partido” (según el título de un artículo que publicamos en la Revista internacional 103 y 105). Por ello dedicamos el primer artículo de esta serie a la más reciente de estas experiencias, el surgimiento en Argentina de un pequeño grupo de revolucionarios, el Núcleo comunista internacional (NCI) donde justamente esas dos visiones se han confrontado una vez más.
El NCI (4) ha sido uno de los blancos de la furiosa ofensiva desatada por la “Triple Alianza” formada por el oportunismo (el BIPR), los parásitos (FICCI) y un extraño aventurero megalómano, fundador, máximo dirigente y único miembro de un “Círculo de ComunistaS InternacionalistaS” de Argentina que cual vulgar impostor se ha arrogado la “continuidad” del NCI, pretendiendo haberlo destruido para siempre.
En este artículo vamos a analizar cómo surgió el NCI, cómo tomó contacto con la CCI, cuál fue la evolución de sus relaciones con nuestra organización, qué lecciones ha aportado esta experiencia y qué perspectivas de trabajo se plantean tras haber conseguido desenmascarar al ridículo impostor, que ha logrado ser respaldado por el oportunismo del BIPR que pretendía aprovechar sus maniobras para atacar a la CCI sin importarles de paso destruir el NCI (5).
Este análisis persigue dos objetivos: en primer lugar, reivindicar el combate de unos militantes que expresan una contribución del proletariado en Argentina a la lucha general del proletariado mundial. En segundo lugar, sacar lecciones del proceso de búsqueda de una coherencia comunista internacionalista viendo los obstáculos y dificultades que se alzan en el camino pero también los elementos de fuerza con que contamos.
Surgimiento y toma de contacto con la CCI
En una carta en la que se explicaba la trayectoria política del grupo y de sus miembros (12-11-03), el NCI se presenta como:
“un pequeño grupo de camaradas que provenimos de diversas experiencias políticas, de distintas actuaciones en el movimiento de masas, y de distintas responsabilidades políticas. Pero todos nosotros tenemos un tronco común que fue el Partido comunista de Argentina (…) Luego algunos de nosotros por los años 90, se incorporaron al Partido obrero, al partido Trabajadores por el socialismo, y otros se refugiaron en el sindicalismo. Pero el primer núcleo surge de nuestro rompimiento junto con una pequeña fracción del PTS, llamada LOI, el cual luego de algunas discusiones entre los años 2000 y principios del 2001 (enero/febrero), decidimos no fusionarnos con dicha corriente trotskista, por existir diferencias de principios”.
A partir de ahí se desarrolló un arduo proceso que llevó a estos compañeros a encaminarse
“a partir de poseer Internet, a conocer vuestras posiciones y de las otras corrientes del denominado arco de la izquierda comunista, y a pasarnos materiales y a leer cada uno de ellos, fundamentalmente el IBRP y la CCI, esto durante finales del 2002”.
El estudio de las posiciones de las corrientes de la Izquierda comunista llevó a los compañeros a decantarse en el curso de 2003 por las posiciones de la CCI:
“lo que más nos acercó a la CCI no fueron solamente vuestras pautas programáticas, sino también documentos que leímos y que se hallan publicados en la página Web, como el debate con los camaradas rusos, el curso histórico, la teoría de la decadencia del capitalismo, las posiciones acerca del partido, y su vinculo con las masas, la corrección en la situación Argentina, el debate con el BIRP acerca del partido, entre las más destacadas”.
Esta asimilación llevó al grupo a adoptar unas posiciones programáticas muy próximas a la Plataforma de la CCI, a crear una publicación (Revolución comunista, de la cual aparecieron cuatro números entre octubre 2003 y marzo 2004) y establecer un contacto con la CCI que comenzó en octubre 2003.
El Llamamiento al medio político proletario
Un doble proceso se abrió a partir de entonces: por una parte, discusiones más o menos sistemáticas de las posiciones de la CCI, de otro lado, intervención ante el proletariado en Argentina centrándose en las cuestiones más candentes: ¿lo que pasó en diciembre 2001 en Argentina fue un avance de la lucha proletaria o fue una revuelta sin perspectivas? En un artículo aparecido en Revolución comunista número 2, escrito con motivo del segundo aniversario de aquellos sucesos, se da un claro pronunciamiento:
“esta nota tiene por objetivo fundamental desvelar las equivocaciones que las distintas corrientes vertieron en las distintas páginas de sus publicaciones, panfletos, volantes etc., caracterizando los sucesos ocurridos en la Argentina hace dos años atrás como algo que en realidad no lo fue: una lucha proletaria”.
Llevamos, vía Internet, un debate sobre la cuestión sindical que sirvió para clarificar y superar residuos (6) de la concepción izquierdista de “trabajar en los sindicatos para oponer a la base contra la dirección” que pervivían en el Núcleo. Se trató de una discusión sincera y fraternal en la cual en ningún momento las críticas que planteamos fueron percibidas como una “persecución” o un “anatema”
En diciembre 2003, el NCI lanzó un “Llamamiento al medio político proletario” planteando la realización de Conferencias internacionales
“con el objetivo preciso de que la misma constituya un polo de enlace y de información donde las diversas organizaciones debatan programáticamente sus diferencias políticas y en donde puedan emerger acciones unificadas frente a los enemigos de la clase obrera: la burguesía, ya sea confeccionando documentos públicos en común, organizando reuniones publicas de cara a lo más avanzado del proletariado dando cuenta que nos une y que nos divide, como asimismo cualquier otra iniciativa que pudiera emerger”.
Para la CCI es evidente que este Llamamiento chocaba contra el sectarismo y la irresponsabilidad reinantes en la mayoría de grupos de la Izquierda comunista. Pero, por nuestra parte, apoyamos la iniciativa pues partía de una apertura a la discusión y la confrontación de posiciones, así como una voluntad de llevar acciones comunes contra el enemigo capitalista:
“Saludamos vuestra propuesta de celebrar una nueva conferencia de grupos de la Izquierda comunista (un “nuevo Zimmerwald” para utilizar vuestros términos). Por su parte, la CCI ha defendido siempre esta perspectiva y participó con entusiasmo en las 3 conferencias que se celebraron a finales de los años 70 y comienzos de los 80. Desgraciadamente, como muy probablemente sabréis, los otros grupos de la Izquierda comunista estiman que tales conferencias no están a la orden del día dada la naturaleza y la importancia de las divergencias existentes entre los diferentes grupos de la Izquierda comunista. Esa no es nuestra opinión, pero como dice el proverbio: “Para divorciarse basta con que uno sólo lo quiera, pero para casarse tienen que estar de acuerdo los dos”. Evidentemente, en el periodo actual, no se plantea la cuestión del “matrimonio” (es decir, el agrupamiento en el seno de una misma organización) entre las diferentes corrientes de la Izquierda comunista”.
En este marco general, pusimos de manifiesto una orientación que debe guiar el trabajo de los pequeños grupos que surgen en los distintos países sobre la base de las posiciones de clase o en proceso de acercamiento a ellas:
“Esto no significa que no sean posibles “matrimonios” en el periodo actual. En realidad, si existe un acuerdo programático profundo entre dos organizaciones alrededor de una misma plataforma, no solo es posible sino necesario que se agrupen: el sectarismo que afecta a muchos grupos de la Izquierda comunista (y que conduce, por ejemplo, a la dispersión de la corriente “bordiguista” en una multitud de pequeñas capillas en las que es difícil comprender los desacuerdos programáticos) constituye uno de los tributos que sigue pagando la Izquierda comunista a la terrible contrarrevolución que se abatió sobre la clase obrera en los años 20” (Carta del 25-11-03).
Encuentro con la CCI
Aparte de la CCI, únicamente el Partido comunista internacional (Il Partito, llamado “de Florencia”) y el BIPR respondieron al llamamiento (7). Ambas respuestas fueron claramente negativas.
En su respuesta, el BIPR afirma de forma perentoria:
“Ante todo, estamos sorprendidos porque, 23 años después del fin del ciclo de Conferencias internacionales de la Izquierda comunista (convocadas originariamente por el PC internacionalista de Italia) que demostró lo que desarrollaremos más adelante, semejante proposición se presenta ingenuamente idéntica en una situación completamente diferente”.
¿Cómo se les ocurre a esos “intrusos” plantear algo que “hace 23 años” ya “resolvió” (8) el BIPR? El desdén “trascendental” (la misma actitud que Marx ve en Proudhon (9)) que el BIPR manifiesta ante los primeros esfuerzos de elementos de la clase es profundamente desalentador (10). ¡Y este es el “único polo válido de reagrupamiento” como proclaman a todas horas sus interesados aduladores de la FICCI!
El PCI pone por delante –¡ante un grupo recién nacido!– todos los desacuerdos posibles, empezando por la cuestión del partido, donde la argumentación que da es tan endeble que raya en el ridículo:
“Quizá la que primero salta a la vista es la concepción de partido, nosotros, nuestro partido, nos consideramos los continuadores del partido histórico que iniciaron Marx y Engels, y que nunca ha dejado de existir desde entonces, pues a pesar de las épocas difíciles por las que ha podido pasar, la antorcha de la doctrina marxista se ha mantenido siempre encendida gracias a organizaciones como la Izquierda comunista de Italia o el Partido bolchevique ruso”.
Mantener encendida la antorcha de la doctrina marxista es la base misma de la CCI y es de lo que intenta explícitamente reclamarse el propio NCI. ¡Cualquier excusa es válida para evitar la confrontación política!
Como puede verse por ambas respuestas, la perspectiva para los grupos nuevos que actualmente está segregando el proletariado sería muy sombría si sólo existieran en el campo de la Izquierda comunista las organizaciones que han escrito esas respuestas. Ambas organizaciones los miran desde lo alto de sus baluartes sectarios dándoles como única posibilidad aceptar a pies juntillas el “agrupamiento internacional” del BIPR o integrarse “persona a persona” en el PCI. ¡Estas posturas están a años luz de las que adoptaron Marx, Engels, Lenin, la IIIª Internacional o la Fracción italiana de la Izquierda comunista! (11)
Por eso no es nada extraño que, ante el fracaso del Llamamiento, los compañeros decidieran acercarse a la CCI lo que cristalizó en el envío de una delegación a Buenos Aires en abril 2004 que llevó a cabo numerosas discusiones con los componentes del NCI abordándose cuestiones como los sindicatos, la decadencia del capitalismo, el funcionamiento de las organizaciones revolucionarias, el papel de los Estatutos, la unidad de los tres componentes del programa del proletariado: posiciones políticas, funcionamiento y comportamiento. Propusimos una reunión general que acordó el establecimiento de discusiones regulares sobre la descomposición del capitalismo, la decadencia de este sistema, los Estatutos, textos sobre la organización y el funcionamiento de los revolucionarios etc., todo ello en la perspectiva de integrarse en la CCI:
“Con relación a la visita internacionalista de la CCI, los miembros del núcleo han considerado en forma unánime que la misma ha superado enormemente las expectativas que habíamos depositado en dicha visita, no solo por los acuerdos logrados, sino también por el gran avance que dicha visita significó para nosotros (...) Asimismo, si bien nuestro objetivo significaba integración con la CCI, esta visita permitió no solo conocer por dentro a dicha corriente internacional y su programa, sino también su conducta revolucionaria e internacionalista” (Resolución del NCI, 23 de febrero del 2004).
El peligro de los gurús
Tras la visita de nuestra delegación, el grupo acordó colaborar con artículos sobre la situación en Argentina en la prensa de la CCI. Estas contribuciones fueron muy positivas destacando en particular un artículo denunciando el engaño del “movimiento piquetero” que ha sido muy útil para desenmascarar mitos de “revolucionarismo” que propagan frente al proletariado de los países centrales, izquierdistas y grupos “anti-globalización” (12).
Entre las discusiones que abordó el NCI destacó el problema de los comportamientos que deben darse dentro de una organización proletaria y que afectan a la naturaleza de la futura sociedad por la que se lucha: ¿El fin justifica los medios? ¿Se puede implantar el comunismo, una sociedad de liberación y comunidad de todos los seres humanos, entregándose a prácticas de calumnia, delación, manipulación, robo etc., que destruyen en la raíz la más básica sociabilidad? ¿El militante comunista debe aportar de forma desprendida lo mejor de sí mismo a la causa de la emancipación de la humanidad o, por el contrario, se puede servir a esa causa persiguiendo fines de protagonismo personal, de caudillaje, de utilización de otros como peones para fines particulares?
Estas discusiones llevaron a los miembros del NCI a una discusión a fondo sobre los comportamientos de la llamada FICCI que condujo a la elaboración de un documento realizado el 22-5-04 en el que se condena a dicha banda con “conocimiento a través de la lectura de las publicaciones, tanto de la CCI, como de la Fracción interna de la CCI”, considerando que tenía una conducta “ajena a la clase obrera y a la Izquierda comunista” (13).
Pese a esos progresos, un problema empezaba a manifestarse. En una carta de balance del viaje habíamos señalado que:
«... sin funcionamiento colectivo y unitario no puede existir una organización comunista. Las reuniones regulares, llevadas a cabo con rigor y con modestia, sin objetivos desmedidos pero con tenacidad y espíritu riguroso, son la base de esa vida colectiva, unitaria y solidaria. Evidentemente, lo colectivo no se opone al desarrollo de la iniciativa y la contribución individual. La visión burguesa de lo “colectivo” es la de una suma de clones donde todo espíritu de iniciativa y contribución individual es sistemáticamente aplastado. Esta falsa visión ha sido simétrica y complementariamente desarrollada tanto por los ideólogos liberales y libertarios como por sus supuestos antagonistas estalinistas. Frente a ello, la visión que desarrolla el marxismo, es la de un marco colectivo que fomenta y desarrolla la iniciativa, la responsabilidad y la contribución individual. Se trata de que cada cual aporte lo mejor de sí mismo en concordancia con lo que decía Marx en la Crítica del Programa de Gotha: “De cada cual según su capacidad”».
Uno de los integrantes del núcleo, B., llevaba una práctica en oposición radical a esta orientación. En primer lugar, monopolizaba de forma exclusiva los medios informáticos de Internet, la correspondencia y contactos con el exterior, la redacción de textos, aprovechando para ello la confianza que los demás compañeros le dispensaban. En segundo lugar, en contra de la orientación acordada en el viaje de abril, desarrollaba una práctica organizativa consistente en evitar todo lo posible las reuniones generales del grupo en las cuales todos podían expresarse, decidir sobre las orientaciones y controlar de manera colectiva sus actividades. En su lugar, se reunía por separado con uno o a lo sumo dos camaradas, lo cual le otorgaba el control de todos los asuntos. Se trata de una práctica típica de los grupos burgueses donde el “responsable” o “comisario político” se reúne con los distintos miembros tomados separadamente para mantenerlos divididos y a la vez ignorantes de todas las cuestiones. Esto llevó a que, como nos han testimoniado posteriormente los compañeros del NCI, ellos mismos no sabían realmente quién era miembro del NCI y qué tareas eran encomendadas por el señor B a gente que ellos ni conocían (14).
Otro elemento de su política era evitar cualquier discusión seria en las escasas reuniones más o menos generales. Los compañeros han manifestado su malestar ante el hecho de que el ciudadano B. interrumpía cualquier discusión arguyendo que se debía pasar rápidamente a “otro asunto”. Para vaciar de contenido las escasas reuniones plenarias, B propiciaba la máxima informalidad: reducir la reunión a una cena donde participaba gente, familiares u otros, que no formaban parte de la organización.
Esta práctica organizativa es radicalmente ajena al proletariado y es propia de los grupos burgueses, particularmente de la izquierda y extrema izquierda. Su objetivo es doble: en primer lugar, mantener a la mayoría de compañeros en el subdesarrollo político, desposeyéndoles sistemáticamente de los medios para tener un criterio propio; en segundo lugar, y en concomitancia con lo anterior, transformarlos en masa de maniobra de la política del “gran líder”. El ciudadano B pretendía utilizar a sus “compañeros” (15) como trampolín para convertirse en una “personalidad” dentro del medio político proletario.
Combate por la defensa de la organización
Los planes del ciudadano B se vieron obstaculizados por dos factores con los que su arrogancia y presunción no contaba: de un lado, la firmeza y la coherencia organizativa de la CCI; de otro lado, el que los compañeros, pese a tener medios limitados y a la sorda obstrucción del señor B., estaban desarrollando un esfuerzo de reflexión que les conducía a la independencia política.
A fines de julio, el ciudadano B. realizó una maniobra audaz: pedir la integración inmediata en la CCI. Esta medida la impuso pese a la resistencia de los demás compañeros que, aún dándose firmemente como meta la integración en la CCI, veían necesario realizar todo un trabajo previo de clarificación y asimilación. Comprendían que la militancia comunista debe asentarse sobre sólidos cimientos.
Todo esto colocaba al ciudadano B. en una posición muy incómoda: sus “compañeros” podían transformarse en elementos conscientes de la clase dejando de ser meros comparsas de su ambicioso juego de “caudillo internacional”. Ante la delegación de la CCI que visitó Argentina a finales de agosto, el ciudadano B. insistió en que se hiciera una declaración inmediata de integración en la CCI del NCI. La CCI no aceptó tales pretensiones. Nosotros rechazamos firmemente integraciones precipitadas e inmaduras que entrañan el riesgo de destrucción de militantes. En la carta de balance de este viaje señalamos que
“Antes del viaje nos planteasteis la integración en la organización. Esto lo acogimos con el entusiasmo natural que experimentan los combatientes proletarios cuando otros compañeros quieren sumarse a la batalla (...) Sin embargo, es preciso dejar claro que nosotros no planteamos la integración de nuevos elementos o la formación de nuevas secciones al estilo de una empresa comercial que quiere implantarse a toda costa en un nuevo mercado o de un grupo izquierdista que trata de reclutar nuevos adeptos para el proyecto político que representa dentro del capitalismo de Estado [sino como] un problema general del proletariado internacional que debe abordarse desde criterios históricos y globales. (...) La orientación central que dimos a la delegación fue la de discutir en profundidad todo lo que implica la militancia comunista y todo lo que significa la construcción de una organización internacional unitaria y centralizada. [Esto] no es algo simple o técnico, sino que requiere un esfuerzo colectivo tenaz y perseverante. Por tanto, jamás puede fructificar si se apoya en impulsos momentáneos (...) nosotros queremos formar militantes con criterio propio, capaces de asumir, cualquiera que sean sus dotes intelectuales o personales, la tarea de participar colectivamente en la construcción y defensa de la organización internacional”.
Este planteamiento no encajaba en los planes del ciudadano B. Por ello, “es muy probable que ya estuviera en contacto con la FICCI al mismo tiempo que nos engañaba con su juego de querer precipitar la integración del NCI en la CCI” (Presentación de la Declaración del NCI). Este individuo cambió de chaqueta de la noche a la mañana sin tener la honradez de plantear su “desacuerdo”. La razón es muy simple, él no buscaba la claridad sino simplemente su medro personal como “caudillo internacional”, visto que en la CCI no iba a encontrar la satisfacción a sus pretensiones prefirió buscar mejores compañías.
Recurrió a la intriga y el doblez para fabricar su pequeño “efecto sensacionalista”. Así, de la noche a la mañana alumbró un espectral “Círculo de Comunistas Internacionalistas” compuesto por él mismo pero que tenía la desfachatez de “incorporar” no sólo a los miembros del NCI – ¡sin que estos supieran nada!- sino a “muy estrechos contactos”. Este “Círculo” se propuso hacer desaparecer de la circulación el NCI empleando el método, patentado por Stalin, de presentarse como su verdadero y único continuador (16).
Estas maniobras, alentadas como decíamos al principio por la alianza de pícaros constituida por el oportunismo del BIPR y los parásitos de la FICCI (17), han sido desenmascaradas y anuladas por nuestro combate al que se ha sumado el NCI.
Los compañeros del NCI habían quedado aislados por las maniobras del ciudadano B, pero nosotros conseguimos ponernos en contacto con ellos pese a la precariedad de los medios para hacerlo.
“Mediante nuestras llamadas telefónicas (que según los términos empleados por el Sr. B demostrarían la ‘nauseabunda metodología de la CCI’) hemos sabido que los demás camaradas del NCI nada sabían de la existencia de ese ‘Círculo’ que ¡decía representarlos! Desconocían la existencia de esas ‘Declaraciones’ nauseabundas contra la CCI que, según se afirma en ellas hasta la saciedad, se habrían adoptado... “Colectiva y unánimemente’ tras ‘consultar’ ¡a todos los miembros del NCI! Todo ello era pura mentira” (Presentación de la Declaración del NCI).
Una vez restablecido el contacto, organizamos un viaje urgente para discutir con ellos y establecer perspectivas de trabajo. La acogida fue calurosa y fraterna. Durante nuestra estancia, los camaradas del NCI tomaron la decisión de enviar por correo postal su Declaración del 27 de octubre a todas las secciones del BIPR y a otros grupos de la Izquierda comunista con el fin de restablecer la verdad: contrariamente a las falsas informaciones propagadas por el BIPR (particularmente en su prensa en italiano), el NCI no ha roto con la CCI.
Los miembros del NCI pidieron varias veces por teléfono al individuo B. que viniera a explicarse ante el NCI y la delegación de la CCI. El Señor B. se negó a cualquier encuentro. Este comportamiento revela la cobardía de este individuo: descubierto con las manos en la masa prefiere esconderse bajo tierra como un conejo en su madriguera.
Pese al choque que han recibido al descubrir las mentiras y maniobras realizadas en su nombre y a sus espaldas por ese siniestro personaje, los camaradas del NCI han expresado su voluntad de proseguir una actividad política a la medida de sus fuerzas limitadas. Gracias a su acogida fraterna y a su implicación política, la CCI ha podido celebrar una segunda reunión pública en Buenos Aires el 5 de noviembre sobre un tema elegido por los camaradas del NCI (18).
Pese a las terribles dificultades materiales que encuentran cotidianamente, estos compañeros han insistido ante nuestra delegación que quieren implicarse en una actividad militante y particularmente proseguir la discusión con la CCI. Los que están desempleados quieren encontrar a toda costa un trabajo no solo para poder sobrevivir y alimentar a sus hijos sino también para salir del subdesarrollo político en el que el Señor B les mantenía (particularmente han expresado la voluntad de contribuir en la compra de un ordenador). Al romper con el ciudadano B y sus métodos burgueses, los camaradas del NCI se han comportado como verdaderos militantes de la clase obrera.
Perspectivas
La experiencia del NCI es rica en lecciones. En primer lugar, al adoptar posiciones programáticas muy próximas a las de la CCI ha demostrado la unidad del proletariado mundial y de su vanguardia. El proletariado tiene las mismas posiciones en todos los países cualquiera que sea su nivel económico, su posición imperialista, su régimen político. En ese marco unitario internacional los compañeros han podido hacer aportaciones de interés general para todo el proletariado (naturaleza del movimiento piquetero, el carácter de las revueltas sociales en Argentina o Bolivia…), así como sumarse al combate internacional por los principios del proletariado: denuncia clara de la banda de hampones que se hace llamar FICCI, Declaración en defensa del NCI y los principios proletarios de comportamiento…
En segundo lugar, ha evidenciado el peligro de los gurús como un obstáculo en la evolución de los grupos y compañeros en búsqueda de las posiciones de clase. Este fenómeno no es algo propio de Argentina (19), ni mucho menos. Se trata de un fenómeno internacional que hemos constatado repetidas veces: la existencia de elementos, a menudo brillantes, que consideran a los grupos como su “propiedad privada”, que por desconfianza hacia las capacidades reales existentes en la clase o por pura sed de valorización personal tratan de someter a los demás compañeros a su control personal que conduce al bloqueo de su evolución y provoca su subdesarrollo político. En un primer momento, tales elementos pueden jugar un papel de impulso en una dinámica de aproximación a las posiciones revolucionarias, porque suelen ponerse a la cabeza de una actitud y una reflexión que están llevando a cabo otros compañeros. Pero, en general, tales elementos (a no ser que cuestionen de forma radical su actitud pasada) no suelen llegar al término de una evolución que implicaría la pérdida de su estatuto de gurú. Otra consecuencia de este fenómeno es que los grupos sufren, más o menos rápidamente, una hemorragia de elementos que ante el clima de subjetivismo permanente y de sometimiento a los dictados personalistas del gurú, rompen, desmoralizados, con toda actividad política, al comprobar con amargura que las posiciones políticas pueden ser más o menos interesantes pero la práctica organizativa, las relaciones humanas, las conductas, no rompen para nada con el universo opresor que reina en los grupos de “izquierda” o “extrema izquierda”.
En tercer lugar, ha demostrado no solo el peligro de los gurús, sino algo mucho más importante: que se puede luchar contra ese peligro, que se puede superar. Hoy, los compañeros, no sin dificultades, emprenden un proceso de clarificación, de adquirir confianza en sí mismos, de desarrollo colectivo de sus capacidades con vistas a una futura integración en la CCI. Independientemente de cuáles sean los resultados finales de este combate lo que se ha demostrado es que compañeros que contaban con muy escasos medios y a los que el gurú reducía prácticamente a cero, pueden organizarse y luchar de forma consecuente por la causa del proletariado.
En fin, y no menos importante, con la participación activa de los compañeros, un medio de debate proletario, alrededor de las Reuniones Públicas de la CCI, se va desarrollando en Argentina. Este medio será muy útil para la clarificación y determinación militante de elementos proletarios que surgen en ese país y en otros de la zona.
C.Mir 3-12-04
1) Revista internacional nº 119, “Resolución sobre la evolución de la lucha de clases”.2) Ídem.3) Ver nuestra serie de artículos “1903-1904: el nacimiento del bolchevismo” en los nos 116 a 118 de la Revista internacional.POSDR = Partido obrero socialdemócrata ruso.4) Núcleo comunista internacional, grupo formado por unos cuantos militantes en Argentina. Para más información, léase “El NCI existe y no ha roto con la CCI” (en nuestro sitio Internet, en español y en francés), “Presentación de una declaración del NCI” (en francés y español en Internet y en la prensa escrita).5) Ver, entre otros, “¿El Círculo de comunistas internacionalistas, impostura o realidad?” en nuestro sitio Internet.6) Por ejemplo: el uso de la expresión “burocracia sindical” que tiende a ocultar que es todo el sindicato, como organización, de la base a la cúspide, que es un fiel servidor del capital y un enemigo de los trabajadores. Lo mismo ocurre con el concepto de los sindicatos como “mediación” entre capital y trabajo, que permitiría considerarlos como órganos neutrales entre las dos clases fundamentales, la burguesía y el proletariado.7) El NCI nos comunicó copia de esas respuestas.8) La manera de “resolver” la dinámica de las conferencias internacionales fue romperla mediante maniobras sectarias (ver Revista internacional nº 22).9) Leer su célebre polémica Miseria de la filosofía.10) Imaginemos por un momento que Marx y Engels hubieran contestado a los obreros franceses e ingleses que habían convocado el mitin que haría nacer la Primera internacional en 1864, que ellos ya habían resuelto el asunto en 1848… 11) En una carta enviada a los camaradas haciendo el balance del Llamamiento, explicamos detalladamente los métodos de agrupamiento y de debate que utilizaron los revolucionarios a lo largo de la historia del movimiento obrero, mostrando cómo se forjaron las diferentes organizaciones internacionales del proletariado.12) Ver el artículo cobre el movimiento piquetero en nuestra prensa territorial y en la Revista internacional 119.13) Esa condena se publicó en la Revista internacional nº 350 y en Acción proletaria nº 179.14) Esto explica algo aparentemente contradictorio sobre los orígenes del NCI. Para los camaradas actuales del NCI, éste se constituyó realmente el 23 de abril de 2004, es decir después de la toma de contacto con la CCI. El modo de funcionamiento que hasta entonces había logrado imponer el señor B y la dispersión y el desconocimiento mutuos entre sus diferentes miembros eran más que nada, en la primera etapa de formación del NCI, algo típico de un círculo informal de discusión. Fue tras nuestra primera visita, durante la cual nosotros insistimos y logramos convencer de la necesidad de hacer reuniones regulares, cuando el NCI empezó a ser algo consciente para cada uno de sus miembros.15) B expresaba hacia ellos un notorio y repelente desprecio: “El señor B despreciaba profundamente a los demás miembros del NCI. Estos son obreros que viven en la indigencia, mientras que él ejerce una profesión liberal y se jactaba de que era el único miembro del NCI que ‘podría pagarse un viaje a Europa’” (ver “El NCI no ha roto con la CCI”, en nuestra prensa en francés y español).16) Todos las andanzas de ese “Círculo” cuya ridículo eco internacional solo se ha debido a sus protectores, la FICCI y el BIPR, han sido sacadas a la luz en tres documentos disponibles en nuestro sitio Web en castellano y en francés: “El Círculo de comunistas internacionalistas: una nueva extraña aparición” y “El Círculo de comunistas internacionalistas: ¿impostura o realidad?”17) Nuestro sitio Web ha publicado toda una serie de documentos, varias cartas al BIPR en especial, que ponen de relieve la lamentable deriva de esta organización. En efecto, en cuanto el señor B formó su “Círculo”, a espaldas de los demás miembros del NCI, el BIPR se apresuró a ofrecerle audiencia, publicando, primero, una traducción en italiano de un documento del “Círculo” sobre la represión de una lucha obrera en Patagonia (y eso que el BIPR no se había dignado publicar el menor documento del NCI), publicando luego en español, francés e inglés (pero no en italiano) una declaración (del 12 de octubre) del “Círculo” (“Contra la metodología nauseabunda de la CCI”), que es una sarta de mentiras groseras y de calumnias contra nuestra organización. Después de tres semanas y tres cartas de la CCI pidiendo al BIPR que pusiera en su sitio Web un corto comunicado de la CCI desmintiendo las acusaciones del “Círculo”, el BIPR así lo hizo al fin. Desde entonces ha quedado patente el carácter mentiroso y calumniador de las aserciones del señor B., al igual que la impostura que su “Círculo” es. Sin embargo, hasta hoy el BIPR no ha hecho la menor declaración para restablecer la verdad, aunque, eso sí… ha retirado de su sitio Internet sin más explicaciones, las obras de ese individuo. Vale la pena subrayar lo siguiente: fue cuando comprendió que con la CCI no iba a poder seguir con sus maniobras de aventurero de salón, cuando, de repente, lo arrebató una pasión por la FICCI y el BIPR, así como también por las posiciones de éste. Semejante conversión, más repentina que de san Pablo en el camino de Damasco, por lo visto no levantó la menor desconfianza en el BIPR que se puso a inmediata disposición para servir de altavoz a ese señor. Un día deberá el BIPR preguntarse por qué, en varias ocasiones, elementos que han dado la prueba de su incapacidad para integrarse en la Izquierda comunista, se han girado hacia el BIPR tras el fracaso de su “acercamiento” a la CCI. Hemos de volver sobre este tema en un próximo artículo de nuestra Revista.18) Ver nuestro artículo en sitio Web en español y francés y nuestra prensa territorial.19) En el caso del señor B., hay que decir que el grado de retorcimiento y mala fe por él alcanzado podría rozar lo patológico.