La fábula de “policías y ladrones”, de “los malos contra los buenos”, es un falso enfoque pues no se trata de una relación de corrupción ya que el narcotráfico no es un fenómeno marginal. 10 años atrás ya decíamos: “Hace ya mucho tiempo que el capitalismo ha integrado a su mecanismo económico y político esta actividad tan jugosa (…) El capitalismo de Estado ha acabado por asimilar completamente toda su infraestructura, accionar y métodos (…) Las organizaciones de narcotraficantes son poderosas entidades económicas ensambladas incluso perfectamente a la ‘internacionalización y liberalización’… realizan operaciones cotidianas en los mercados financieros y sus capitales se confunden hasta volverse indefinidos en las operaciones mercantiles de todo tipo.” (RM N° 29, nov-dic 1995). Integrado como está al mecanismo del capitalismo, las pugnas entre cárteles expresan efectivamente la continuación y agudización de las pugnas interburguesas en sentido amplio. El seguimiento que la CCI ha hecho de la aceleración de las pugnas entre los distintos grupos de la burguesía al interior del Estado capitalista es un antecedente valioso para explicar la situación actual del narcotráfico. Hemos dicho que el peso de la crisis, que todo lo constriñe, hace cada vez más difícil establecer un acuerdo para mantener un cierto equilibrio en las relaciones entre las diferentes fracciones burguesas; una situación que está determinada directamente por la agudización de la descomposición del sistema burgués cuyo eje fundamental del “cada quien a lo suyo” se ha estado manifestando de manera abierta sobre todo en los últimos años en México.
Esta situación se ve potenciada por la carrera desenfrenada de las fracciones de la burguesía hacia el recambio de gobierno en el 2006, año en que se decidirá qué personaje y qué fracción capitalista habrá de encabezar el poder estatal. “Esta disputa ha venido ocupando una dimensión tal, que en ella toman presencia sectores que mantenían una actividad escondida o silenciosa. Ahora vemos actuar de forma muy abierta a grupos del narcotráfico en alianza con personajes de la política nacional (lo mismo en Sinaloa, Tijuana, Oaxaca o Veracruz) e incluso el clero y el ejército tienen una abierta y permanente actuación”. (RM N° 84, enero/febrero 2005). Efectivamente, la ausencia de una cohesión que discipline a los diferentes grupos que actúan en el interior del Estado, está provocando la explosión actual de la guerra entre los cárteles los cuales son verdaderas prolongaciones de aquellos mismos grupos en pugna. Por si hubiera alguna duda todavía, nada más hay que poner atención a las “campañas contra el narco” que despliega el ejército o la PGR y que “casualmente” atacan a ciertos cárteles beneficiando así a otros; la revista Proceso N° 1476 (13-02-2005) evidenciaba, por ejemplo, al grupo del Chapo Guzmán como el narco del sexenio, dados los privilegios y la manga ancha con la que se ha fortalecido. En el mismo tenor, se encuentran los ajustes de cuentas, por ejemplo, los protagonizados en lo mismos Pinos donde se “descubrió” a un “infiltrado” del narcotráfico; hecho que en realidad expresa un golpe a un determinado grupo dentro de la estructura del gobierno y a cierta parte del PAN. Como si el narcotráfico necesitara de un soplón para obtener información privilegiada, cuando más bien, de las mismas entrañas del Estado capitalista provienen los hilos que dirigen el gran negocio y ahí dentro es donde se están librando actualmente las batallas decisivas para lograr los mejores posicionamientos.
La llamada de atención del gobierno de los EU hacia la administración de Fox no es motivada, claro está, por una preocupación por la delincuencia y la degradación social que generan las drogas, sino por el grado que ha alcanzado la tendencia a la pérdida del control de la situación. La demanda urgente es que se meta orden y disciplina mediante un nuevo equilibrio entre los diferentes grupos; una necesidad manifiesta para garantizar una frontera sur menos inestable y por lo tanto menos vulnerable; y particularmente le advierte de los riesgos de una desestabilización hacia su territorio. El capo mayor no puede menos de exigir orden en su traspatio presionando sobremanera para que este negocio capitalista vuelva en la medida de lo posible a sus cauces y se evite una mayor exposición del funcionamiento real de la actividad del narcotráfico.
En adelante, entonces, las llamadas eufemísticamente “instituciones de orden y disciplina”, es decir la Procuraduría General de Justicia, la Secretaría de Seguridad Pública, el mismo ejército, tendrán que emplearse a fondo para restituir un cierto equilibrio que sustituya al anterior. Pero esta solución, aunque momentánea y a muy corto plazo dada la profundidad y extensión de los efectos de la descomposición capitalista, dependerá en gran medida de la resolución del conflicto principal: la sucesión presidencial; aunque será, claro está, un arreglo relativo pues las diversas fracciones de la burguesía difícilmente podrán alcanzar un acuerdo duradero por las razones antes mencionadas.
RR/febrero-2005
Si bien el llamado al boicot de la consulta por Hamas y el Jihad islámico tuvo cierto impacto, la débil participación ilustra sobre todo la desesperanza, el desconcierto de una población diezmada, aterrorizada por los bombardeos, las masacres, y el pesado tributo pagado cotidianamente a la intifada. Para el proletariado y la población palestina, rehenes de la OLP en su guerra nacionalista contra el Estado de Israel, la miseria no deja de agravarse. La mitad de la población vive con menos de dos dólares diarios. En el sur de la franja de Gaza, la desnutrición también ha hecho su aparición. ¡He aquí la realidad espantosa de la defensa chauvinista de la “causa palestina”!
En cuanto a las declaraciones sobre la posibilidad de nuevas negociaciones, estas son de la misma índole que los discursos de paz que los diferentes protagonistas nos han servido por decenas de años y el frágil cese al fuego no es más que el preludio de nuevos enfrentamientoss y masacres. El nuevo equipo Sharón aliado a la izquierda trabajan hoy la misma política que consiste en acelerar el retiro de fuerzas israelíes de la franja de Gaza para rodear mejor a Cisjordania y aislarla totalmente con la construcción de un muro a su alrededor. Para quitar toda legitimidad a la demanda de la autoridad palestina de mantener Jerusalén como capital del Estado palestino, Israel ha reactivado discretamente un texto de ley de confiscación de bienes palestinos sin ofrecerles la menor indemnización que data de 1950. Esta política no puede más que hacer explotar a corto plazo la frágil unidad de los gángsteres palestinos y engendrar un recrudecimiento de atentados suicidas contra la población israelí y a su vez una represión sangrienta a la población palestina por el clan Sharon/Peres.
Mientras los atentados se suceden, los medios de comunicación burgueses y las grandes potencias presentan las elecciones del 30 de enero en Irak como un acontecimiento histórico. Dicho de otra forma, si se llegara a impedir los actos terroristas, particularmente de la nebulosa Al Qaeda, todo iría como en el mejor de los mundos. ¡La realidad es otra! Los atentados terroristas son directamente producto de la segunda guerra del golfo, de la ofensiva americana en esta región del mundo que condujo a la implosión de Irak y a abrir la caja de Pandora de los enfrentamientos entre clanes islámicos, chiítas, sunnitas y kurdos. De forma más general, Irak constituye, hoy, el punto neurálgico de las rivalidades entre potencias capitalistas en competencia por la defensa de su rango imperialista en el mundo. Mientras el ejército americano comete masacres y bombardeos sistemáticos de ciudades controladas por los rebeldes, el caos no deja de desarrollarse en todo el país. Es necesario que la consulta electoral se realice ya que en ello va su credibilidad política, tanto más que la justificación de su intervención militar, a saber las armas de destrucción masiva ha sido desgastada una vez que se ha reconocido oficialmente que estas no existían. Es por ello que estas elecciones se desarrollaron bajo la más alta vigilancia. Cientos de miles de soldados americanos e ingleses vigilaron las 7000 casillas, apoyados por 100 000 agentes del orden irakí, con retenes y cierre de fronteras. ¿Y después de las elecciones? El riesgo de un caos en todo el país con repercusiones sobre los países vecinos es real, particularmente para Turquía e Irán. Además de los llamados sunnitas al boicot electoral, los chiítas están divididos entre pro y anti-iraníes, existen “nuevos problemas en perspectiva: los kurdos quieren a cualquier precio agregar la región de Kirkouk y sus inmensas riquezas petroleras a su zona autónoma, lo que ni los sunnitas ni los chiítas parecen aceptar. Habrá fricciones, puede haber enfrentamientos. La hipótesis de una partición del país en principio rechazado por Estados Unidos como por todos los vecinos de Irak, o sea una guerra civil, no está excluida” (Le Monde del 5 de enero).
Mientras nuevas masacres se preparan tras las negociaciones de paz en Palestina, y que las elecciones irakíes van a “dar a luz” un nuevo hundimiento en la barbarie, Estados Unidos acaba de poner a la cabeza de la lista de los países potencialmente peligrosos a Irán, en razón de su programa nuclear y su apoyo al terrorismo.
Ello significa que nuevas intervenciones militares están a la orden del día. “En cuanto a Irán, por el momento, hay incompatibilidad entre las posiciones americana y europea. Para Washington, es inaceptable que Irán se convierta en una potencia nuclear, y si es necesario para impedirlo puede recurrir a la fuerza. Para los europeos, lo que es inaceptable, es el uso de la fuerza militar”. (ibid)
Como en el conflicto irakí y el conjunto de conflictos en curso sobre el planeta, las divergencias sobre Irán entre las grandes potencias reflejan los diferentes intereses de cada uno. Todos son pillos imperialistas, su preocupación es la defensa de su nación, de sus intereses capitalistas. La estabilidad y la paz no son posibles en esta sociedad “Cualquiera que sea el motivo ideológico avanzado por la burguesía para afirmar sus pretensiones imperialistas, este siempre es un pretexto, la única explicación a la agravación de las tensiones y a la multiplicación de los conflictos es el reforzamiento irremediable del capitalismo en una crisis sin fin. La solución a ésta no es ni la instauración de la democracia, ni la búsqueda de la independencia nacional, ni el abandono por ËU de su voluntad hegemónica, ni alguna reforma del capitalismo cualquiera que esta sea, sino su destrucción a escala mundial (extracto de la Revista Internacional 120).
Celebrada en Ucrania y las potencias occidentales como el triunfo de la legalidad democrática concluyen el proceso de democratización abierto en 1991 con el desprendimiento de este país de la URSS.
En el contexto desastroso de Ucrania que, después de la independencia en 1991, ha perdido más de 60% de su producto nacional bruto y donde los ingresos por habitante han caído a 42%, el llamado del nuevo presidente Iouchtchenko a todos los ucranianos “a arremangarse la camisa para servir a su país” va a repercutir en nuevos sacrificios y una caída aún más catastrófica en la miseria para la población donde más de la mitad vive ya por debajo del umbral de la pobreza. Nada diferencia a Iouchtchenko y Ianoukovitch; “la diferencia de programa entre los dos protagonistas es mínima”([1] [3])ambos salieron de las esferas estalinistas después de 1991 e igualmente responsables de numerosos ataques contra la clase obrera.
El proletariado no tiene nada que ganar en esta llamada llegada de la democracia. Para este, como para todos en el mundo, las elecciones capitalistas, “truqueadas” o celebradas según los “standars occidentales”, no son hoy más que un engaño. Es siempre la burguesía la que gana; para la clase obrera no pueden significar más que sumisión a los intereses del capital, reforzamiento de su explotación, pauperización acrecentada y guerra imperialista.
El apoyo aportado “al proceso de democratización” en Ucrania no es en realidad más que una cobertura a la ofensiva americana para hacer caer a Ucrania en su esfera de influencia y la máscara del enfrentamiento entre las grandes potencias occidentales por los despojos del ex bloque del Este desmoronado en 1989. Esta gigantesca conmoción histórica ha relanzado la lucha por la hegemonía mundial y la redistribución de cartas en Europa. El fuerte empuje de Alemania que se levanta como rival de Estados Unidos y la voluntad de estos últimos de mantener a todo precio su supremacía sobre el mundo hacen de Europa una lucha crucial el los enfrentamientos imperialistas.
“La elección presidencial en Ucrania jamás ha sido un asunto interior. Se ha hablado mucho de la intervención de los rusos. Pero en 2004, La agencia americana para el desarrollo internacional (USAID) consagró 55 millones de dólares al desarrollo de la democracia en Ucrania. Treinta medios de oposición han recibido un apoyo organizacional y financiero. En todo el país, los americanos han supervisado con la ayuda de asociaciones locales, la formación de asistentes y observadores electorales. El secretariado de Estado ha vertido 10 millones de dólares adicionales en tanto que la ayuda directa al proceso electoral. Los dos grandes partidos americanos se han comprometido y han enviado dos consultores. (...) Washington quería ver en los ucranianos “nuevos europeos”, susceptibles de servir a la OTAN y debilitar a la UE. En el marco de la estrategia de seguridad nacional americana, todo se debe hacer para impedir la emergencia de rivales regionales.”([2] [4])
Estados Unidos dan un golpe de avanzada sobre Alemania al colocar primero a sus hombres sobre terrenos que constituyen zona de expansión del imperialismo alemán. Sin embargo, es completamente imposible para Berlín acomodarse a la presencia americana, obstáculo al desarrollo de su “espacio vital” y aceptar verse presionado sobre sus fronteras por un collar de hierro de naciones que no le son favorables: Alemania no puede más que responder para hacer saltar este cerrojo que quiere imponerle EU, como lo ha hecho en los años 90 ante el cerrojo serbio en los Balcanes, provocando el retorno de la guerra sobre el continente europeo por primera vez desde 1945.
Por otra parte, arrancando Ucrania de Rusia, EU la reduce brutalmente a un rango de potencia secundaria. Habiendo sufrido un retroceso marcado de su influencia después de quince años con la adhesión de sus ex satélites a la OTAN y la instalación de tropas americanas en varios países de Asia central, Rusia había puesto sus ojos sobre las elecciones en Ucrania para que ese país no sea el próximo en darle la espalda. Perder toda influencia sobre Ucrania, zona estratégica de primera importancia (a la vez acceso marítimo al Mediterráneo y lugar de estacionamiento de su flota), significa el fin de sus sueños de gran potencia. Por tanto es imposible aceptar dejarse expulsar de los límites de la Rusia del siglo XVIII sin reaccionar con todas sus fuerzas.
Las declaraciones del presidente ruso llaman a Ucrania “al pragmatismo en sus relaciones con la Rusia” así como las del ministro de asuntos exteriores Labrov reconocía “el derecho de cada Estado –comprendiendo nuestros vecinos- a escoger por sí mismos sus socios, a decidir a que organización se quieren adherir” no llevan a un apaciguamiento. Al contrario, cuando Rusia se declara “lista para cooperar con la nueva dirección de Ucrania”, ejerce una presión máxima sobre Ucrania a fin de no dejarle algún margen de maniobra.
Así, la “victoria naranja” augura serias confusiones, tanto son vivas las tensiones entre las diferentes bandas mafiosas que forman la clase dominante ucraniana, ellas mismas divididas sobre la alternativa de alineamiento imperialista.
El clan Ianouckovitch, que maneja los medios del Estado y que detenta el poder económico, rechaza dejarse eliminar y promete una “oposición dura”. Las tendencias a la dislocación de Ucrania, encarnadas por las amenazas separatistas de parte de los responsables políticos de las regiones rusófonas constituyen un potente medio de chantaje al servicio del Kremlin.
Por otra parte, Moscú se apoya sobre “las capitales rusas que se apoderaron recientemente de partes importantes de la economía ucraniana” para tratar de imponerse de nuevo.
Para Ucrania que depende en 85% de las importaciones para su energía, la interrupción, a principios de enero, por Turkmenistán (proruso) de entrega de gas con el pretexto de desacuerdos sobre las tarifas, constituye un recuerdo de Moscú que sobre este plano está sometida a su deseo.
Iouchtchenko ha tenido que dar garantías a Moscú de comprometerse a retirar los 1600 soldados ucranianos de Irak y a respetar el acuerdo cuatripartita de cooperación económica con Rusia, Bielorrusia y Kazajastán, que ponía en cuestión.
La bofetada magistral administrada por Estados Unidos a Rusia no puede más que conducir al desarrollo de la inestabilidad sobre el territorio ruso, inestabilidad que a su vez no puede más que agudizar los apetitos imperialistas de las potencias vecinas como de Irán y Turquía. El clan Putin, fuertemente estremecido por el fiasco ucraniano, con la amenaza de ver repetirse el mismo escenario en todos los países de la CEI y en Rusia misma, no puede más que ser obligada a usar todos los medios a su disposición.
Bloqueados al Oeste por potencias actualmente imposible de someter, las tentativas del imperialismo alemán para adquirir una estatura mundial pasan por su afirmación hegemónica en Europa del Este. Así, el “empuje hacia el Este” de Alemania no puede más que provocar la respuesta rusa como americana en Ucrania.
El enfrentamiento entre las diferentes imperialismos en Ucrania donde los protagonistas disponen del arma atómica, transforma esta región en verdadero polvorín a las puertas de Europa occidental.
Donald / Scott, enero de 2005
1 [5]Le Nouvel Observateur, 02.12.04
2 [6]Die Ziet, citado por Courrier International no 736.
En este texto se presenta al inicio una defensa de la revolución rusa contra los argumentos anarquistas, así dicen: “...tampoco nos interesa sumarnos a las versiones caricaturizantes que plantean la degeneración estatista <de la revolución rusa> como resultado de un plan orquestado maquiavélicamente por los ‘malignos’ Lenin y Trotsky, y ejecutado por ‘su alumno’ Stalin.” No obstante renglones más abajo, deja pasar visiones parecidas a las que decían combatir, y que se han repetido incesantemente por sociólogos anti marxistas adoradores de la guerrilla de Marcos: “Los marxistas a partir de Lenin, asumieron como La Concepción Marxista, la idea de un Estado instrumental...” y más abajo completa su idea, repitiendo el mismo tono que hemos visto en Holloway y demás “intelectuales filozapatistas”([1] [9]): “La concepción bolchevique de la revolución, como toma del poder político del estado por un partido de vanguardia, es resultado de la herencia socialdemócrata de C. Kautsky, el principal maestro de Lenin... de él retoma la desconfianza en la clase obrera...”, así es que concluye: “no es posible hacer una revolución centrándonos en la toma del poder estatal”. (En negritas en el original).
Las ideas que el CAIA hace, a pesar de repetir “clichés” de moda en los antiglobalización y neozapatistas, guarda una diferencia de las afirmaciones izquierdistas; expone más bien una necesidad por clarificar, como se puede muy bien interpretar de su declaratoria: “Es necesario abrir de nuevo la discusión”... Por nuestra parte acordamos con ese llamado y en este sentido expondremos de forma general algunas apreciaciones, con la idea de que ese llamado que hace se concrete.
Es evidente que, como lo señala el CAIA, la revolución rusa de 1917, es una experiencia de la que el proletariado debe sacar aún muchas enseñanzas, no es raro por ello que la clase dominante se empeña en desacreditar los acontecimientos históricos y denigrar las actuaciones de Lenin y los bolcheviques.
Desde que la fuerza del proletariado expone su potencialidad revolucionaria, la burguesía busca desprestigiar a los revolucionarios, recordemos la campaña desatada por Vogt en contra de Marx y las acusaciones en contra Lenin de ser un agente del imperialismo alemán... no hace muchos años, luego de la implosión del bloque imperialista comandado por la URSS, se desató la campaña sobre la “muerte del comunismo”, de manera que declaraciones y publicaciones se encargaban de ensuciar el nombre de Lenin y de los bolcheviques, al presentarlos como antecedentes originales de la contrarrevolución estalinista. Incluso el anarquismo se incrustó en esa campaña al repetir (y aún lo siguen haciendo) las calumnias cocinadas por la burguesía. Por nuestra parte no creemos que la actuación de Lenin y la de los bolcheviques estén exentas de errores, la tradición de la Izquierda Comunista justamente se caracteriza por asumir una actitud critica ante la historia, sacando balances de los combates pasados, reconociendo los errores y resaltando las enseñanzas programáticas y de actitud, que el proletariado debe tomar para sus próximos combates.
En esa lógica es que ante la campaña contra el proletariado que se ha visto animada por el EZLN y los intelectuales “antiglobalización”, presentando como anticuado al marxismo y proclamando la posibilidad del cambio del mundo sin la destrucción del capitalismo, es necesario dar una respuesta.
Haciendo un esfuerzo de resumen, y tomando las confusiones que se resaltan en el texto de CAIA, señalamos los dos ejes en los que la “moda” anti Lenin ajusta su ataque: 1. En el uso de los errores de Lenin planteados en “¿Qué hacer?”. 2. En suponer que el marxismo plantea que el Estado siendo un órgano de opresión puede transformarse en instrumento de emancipación.
- El proletariado, la única clase que avanza autocriticándose
Es de uso común, para descalificar a Lenin, traer a cuenta el argumento erróneo que en 1902 plantea sobre la concepción de la conciencia “inyectada” desde “el exterior” por el partido. Efectivamente esta idea es una apreciación incorrecta, pero el mismo Lenin y el partido bolchevique en su intervención revolucionaria tienen que corregir es visión. Lenin en un proceso reflexivo reconoce que: “Ante el proletariado y su vanguardia la socialdemocracia, se plantearon prácticamente nuevas tareas para cuya solución surgieron, como si brotasen de la tierra, nuevas fuerzas…” (Nuevas tareas y nuevas fuerzas. Febrero-1905). De manera que muchos de los problemas van definiéndose de forma clara a medida que hay un avance en el mismo proceso revolucionario. En el caso de la aseveración del ¿Qué hacer?, en la que se afirma que la conciencia no surge mecánicamente es correcta, no así esa visión sustitucionistas y que otorga al partido un alo místico. No obstante hay que entender que la percepción de los acontecimientos, hasta ese momento, le impidió entender que el partido no actúa como una entidad externa al proletariado, sino como una fuerza viva y activa de la propia clase. Es el desarrollo de la historia y la misma práctica de los bolcheviques la que hará de estos la expresión más acabada de esa unidad viva y actuante del proletariado, criticando en los hechos lo sostenido en 1902. Es su accionar en unidad con el proletariado con el que mostrarán que no eran algo ajeno o externo al conjunto de los explotados lo que define la conciencia obrera, sino es su dinámica revolucionaria, y en la que el partido juega un papel importante, después de todo, como lo señalaran Marx y Engels, “<los comunistas> teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario.” (Manifiesto del Partido Comunista).
Bastaría acercarse a las “Tesis de Abril” escritas en 1917 para notar que esa visión de 1902 se encuentra desterrada de la práctica bolchevique. De manera que no hay en Lenin ninguna desconfianza hacia las masas de trabajadores, hay por el contrario el reconocimiento de que es la clase obrera la única capaz de construir la historia, en tanto fuerza activa, y transformadora. Muy lejos está de las proclamas pequeñoburguesas de altermundistas e intelectuales “filozapatistas” que en su desconfianza y desesperación se empeñan en borrar del escenario social al proletariado decretando su desaparición y encontrando la presencia de “nuevas fuerzas sociales” en las clase y estamentos medios, reivindicando como “sujetos de la transformación” lo mismo a los campesinos depauperados (a los que denominan por su condición étnica: “indios”, y que se hayan atados al anhelo de propiedad y las formas de producción anticuadas), que a la pequeñaburguesía corroída y al lumpen.
- La lucha del marxismo es contra todo Estado
Otro de los puntos de ataque al marxismo es que proclama al Estado como centro del cambio. Este aspecto es evidentemente un problema no del todo zanjado, no obstante ello no implica que los ataques lanzados, en particular contra Lenin, sean ciertos. Es evidente que el marxismo reconoce como una necesidad la destrucción del capitalismo y la toma del poder político por parte del proletariado como la tarea histórica. Aunque los revolucionarios de inicios del siglo XX (entre ellos Lenin por supuesto) no tenían en claro la manera en que la clase obrera mediante los Soviets ejercerían su poder, reconocen sin embargo que la Dictadura del proletariado expresa un cuerpo que, como dijera Engels, “ya no es un Estado en el sentido propio de la palabra”. Hay efectivamente un problema de comprensión de este asunto por el conjunto del movimiento obrero, sin embargo ello no valida las mentiras que se lanza contra el marxismo, y menos aún que dado que hay un problema a resolver lo mejor es no tomar el poder político por parte de la clase obrera, y soñar que es posible crear un mundo nuevo sin antes haber destruido al capital y a su Estado.
La Izquierda Comunista, en particular la Izquierda Italiana y Francesa, han legado un proceso de reflexión importante, que recobra la profundidad de los análisis de Marx en torno a la Comuna de París y las experiencias de la revolución rusa, definiendo que la toma del poder por parte del proletariado implica forzosamente establecer un período de transición en el que la clase obrera conserva su independencia ante el Estado, y la manera en que lo puede asegurar es marcar la diferencia entre Dictadura del Proletariado y el Estado. Mientras que la primera es formada por los Soviets de trabajadores, unificados y armados, el Estado estará formado por Soviets territoriales en los que se representan el conjunto de la población no explotadora, de forma tal que la clase no se confunde y asegura su hegemonía sobre todas las estructuras de la sociedad durante el período de transición, que ha de conducir a la desaparición de clases y con ella de todo Estado ([2] [10]).
No es posible en esta ocasión abundar más, sin embargo establecemos los elementos base para poder, como lo plantean los compañeros de CAIA: “abrir de nuevo la discusión”.
Tatlin/febrero-05
1 [11]En RM 74, hemos abordado la crítica a los argumentos, que de manera similar lanza el zapatismo, y sus seguidores “altermundistas” en contra de los bolcheviques y Lenin, colocando como “nuevo paradigma social alternativo” la construcción de una sociedad diferente, que ha de nacer sin necesidad de destruir al capitalismo.
2 [12]Para ampliar sobre esta discusión recomendamos nuestro folleto: “El período de transición del capitalismo al socialismo. La desaparición del Estado en la teoría marxista”, disponible solo en francés.
Esta pugna, que es presentada por unos como complot y otros más como una lucha personal entre Fox y López Obrador, es simplemente una de las diversas maneras en que se exteriorizan las dificultades al interno de la burguesía y por tanto es sólo una estrategia con la que un sector de la clase dominante pretende debilitar a otra.
La decisión que la clase dominante tomó hace 5 años de colocar al PAN con la Fox en la presidencia, tenía por objeto establecer un marco que ayudara a definir un período de tregua para que unificara y orientara a la renovación de su aparato político de actuación, que se veía ampliamente fracturado por los efectos de la agudización de la crisis, que exacerba la competencia, así como por la reconfiguración de las alianzas internacionales que desde fines de los años 80 se vieron modificadas por la desaparición del “orden mundial” definido en la posguerra.
El anuncio de la necesidad de la renovación del aparato de poder significaba una nueva distribución de las prebendas y zonas de control político entre las diferentes pandillas de la burguesía, por lo que condujo a asesinatos como el de Colosio, Ruiz Massiew y Posadas Ocampo… Esta dinámica de enfrentamiento no pudo ser contenida, por el contrario se ha agudizado, como es notoria en las disputas al interno de los partidos de la burguesía, tanto los de derecha como los de izquierda, y toda institución de gobierno no deja de ser usado como campo de batalla. No es excepcional, por ello, que a medida que se aproxima el circo electoral para la presidencia, los choques entre los grupos de la burguesía tomen mayor magnitud.
Así pues, la clase trabajadora ante el enfrentamiento entre fracciones de la burguesía no puede tomar partido por alguna de ellas, las diferencias que existen entre los sectores representados Fox y López Obrador, expresan disputas que son ajenas a los trabajadores, en tanto éstos no tienen ningún interés que los una con sus explotadores. Por el contrario, si la burguesía se interesa en que la clase obrera sea arrastrada a esta pelea, es porque con ello asegura un fortalecimiento del control y evita que el conjunto de los asalariados dirijan su reflexión y su descontento hacia el verdadero problema, que no es otro que el capitalismo.
Koker/23-febrero-2005
¿Cómo interpretar estos resultados? ¿Es verdad que la economía mundial iría mejor? ¿Es que los Estados Unidos, y sobre todo China, ese nuevo “El dorado” del que habla la burguesía, podrían ser las locomotoras que relanzaran la economía mundial, incluyendo la europea?
Para responder a esta pregunta, es necesario antes que nada analizar la situación de la primera potencia mundial, para comprender que lo que persigue en realidad la propaganda burguesa es ocultar, sobre todo al proletariado, la creciente quiebra de su economía.
Si hay una cosa en la que coincide el conjunto de especialistas de la economía mundial es en la gravedad del endeudamiento de la primera potencia mundial. Para dar la apariencia de bonanza económica de los últimos años, la administración norteamericana ha tenido que dejar crecer desaforadamente tanto el déficit público como el comercial. Con ello ha financiado de forma artificial el consumo de los hogares que representa más de las dos terceras partes del PIB americano y que tiene una influencia determinante sobre la actividad económica, a través de las sucesivas rebajas de impuestos que han tenido lugar tras la recesión de 2.001 (desde 1994 la recaudación fiscal se ha mermado en 1’9 billones de dólares) y de un abaratamiento de los tipos de interés de los préstamos bancarios que están en su nivel más bajo desde 1945 (la FED, el banco central americano, ha bajado los tipos de préstamo al 1%, por debajo incluso de la inflación). Y, sin embargo, el crecimiento económico ha caído al 3,5% frente al 5% de hace algunos meses, y la confianza de los consumidores incluso ha bajado en octubre de 2.004 a su nivel más bajo de los últimos 7 meses.
Y todo ello a costa de un tremebundo crecimiento de los déficits. La propia administración norteamericana, para calificar su alcance casi catastrófico, habla incluso de “twin déficits”, es decir déficits gemelos, en un macabro pero muy significativo juego de palabras con las “twin towers” (las Torres Gemelas). El déficit presupuestario se elevara en 2004 a 413 mil millones de dólares (frente a los 377 mil millones de 2003), y los expertos creen que de aquí a 2011 deberán añadirse 3 billones de dólares más de deudas suplementarias. La situación es tal que: “El gobierno debe pedir prestado actualmente 1100 millones de dólares diarios, y se gasta aún más en pagar los intereses de la deuda (159 mil millones) que corresponde a los presupuestos acumulados de educación, seguridad interior, justicia, policía, ex combatientes, exploración espacial y ayuda internacional” (Le Monde del 4 de noviembre). En cuanto al déficit comercial, éste rebasa ya los 650 mil millones de dólares, es decir el 5,7% del PIB. La situación no es mucho mejor para los otros estados capitalistas. La escalada del precio del petróleo y la revalorización del euro frenarán las tasas de crecimiento en Europa a cotas en torno al 2%, en un contexto marcado además por un aumento de las deudas públicas hasta el extremo de que casi ningún estado europeo puede cumplir el tope del 3% de déficit presupuestario fijado en el tratado de Maastricht. En Francia se alcanza el 4,1%, en Alemania el 3,9%, en Gran Bretaña el 3’2% (el doble que el pasado año), en Italia más del 4%, etc.
Las reuniones del G-7 se suceden, y en ellas abundan los discursos plagados de llamamientos a mantener políticas comunes. Pero en realidad lo que se produce cada vez más es todo lo contrario. La agravación de la crisis y sobre todo del endeudamiento norteamericano con los riesgos inflacionistas que ellos supone, empujan más bien a incrementar la concurrencia sobre la basa el propio sistema capitalista. Cuando la administración norteamericana mantiene bajos sus tipos de interés, propicia con ello un descenso de la cotización del dólar frente al euro, la principal moneda concurrente, para poder así ganar partes del mercado para la exportación y hacer bajar el nivel de su deuda financiera. Esta política de “devaluación competitiva” ya fue utilizada por Estados Unidos en los años 1.980 y en 1.995, pero el contexto es hoy muy diferente pues tiene lugar en un momento de endeudamiento sin precedentes de su economía. Por ello, a pesar de la presión que esa devaluación representa sobre sus economías rivales, las exportaciones americanas no representan actualmente más que el 75% de sus importaciones, lo que hace todavía más clamorosa la insolvencia de la deuda americana. En esta guerra económica que causa estragos y aunque el dólar ha perdido el 25% de su valor, el déficit exterior USA está a punto de alcanzar valores del 6% de su PIB. “Rebajarlo en torno del 3,5% del PIB, que parece ser el objetivo, necesita sin duda una depreciación suplementaria del dólar del 35% contra las demás monedas. La bajada del billete verde es la tentativa de reconducir a la economía americana hacia una mejora de los equilibrios. El euro debería subir hasta valer 1,70 dólares, penalizando fuertemente las exportaciones europeas” (Les Echos del 6 de noviembre). Frente a esta perspectiva de una bajada sin precedentes del dólar, los principales países europeos y Japón (donde la discreta recuperación económica se basa en un relanzamiento de sus exportaciones) amenazan abiertamente a Estados Unidos con una intervención directa de sus bancos centrales con objeto de subir la cotización de la divisa americana. La gravedad de la situación actual no reside tanto en la concurrencia entre los países industrializados, que es la esencia misma del capitalismo, sino en la tendencia a que esta concurrencia en el corazón mismo del capitalismo (Estados Unidos, Canadá, Europa, Japón) tiende a poner en entredicho el mínimo de entendimiento que existía hasta ahora entre las grandes potencias para rechazar los efectos de la crisis sobre el resto del mundo.
En este contexto de endeudamiento monstruoso de los principales países desarrollados y de bajada del dólar, la subida del precio de las materias primas, y sobre todo del petróleo, está reactivando el fantasma de la inflación, un fenómeno que hizo grandes estragos en la economía mundial en los años 70. Esta perspectiva alerta al propio FMI que advierte que: “Esperar demasiado sin reaccionar ante los primeros signos de la inflación podría costar caro, restando a los bancos centrales una parte de la credibilidad que tanto les costó conseguir en los años 1980 y 1990” (Le Monde 1-09-2004). Y sin embargo, los “especialistas” de la burguesía quieren hacernos creer que las causas del aumento del precio del petróleo no hay que buscarlas más allá del tirón de la “demanda” (sobre todo por parte de China y Estados Unidos), o una cierta inestabilidad, pasajera por supuesto, del aprovisionamiento.
El método marxista, por el contrario, sitúa este fenómeno del alza del precio del petróleo en un análisis más global. A diferencia de lo que sucedió en las subidas precedentes (las de 1973, 1979, 1997 o incluso la más reciente del año 2000) que fueron básicamente empleadas por Estados Unidos en la guerra comercial contra los otros estados capitalistas, sobre todo Europa y Japón (Ver “La subida del precio del petróleo: una consecuencia y no la causa de la crisis” en nuestra Revista Internacional nº 19), la actual subida del precio del petróleo está penalizando fuertemente a la economía en general y sobre todo al consumo de las familias americanas, ya que hoy, a diferencia de lo que sucediera en el pasado, los Estados Unidos deben importar una parte muy importante del petróleo que consumen. Por eso, hoy, el elevado precio del petróleo repercute inmediatamente en una agravación del déficit presupuestario americano. Además y dado que gran parte del comercio de esta materia prima se paga en dólares, la devaluación de la divisa norteamericana, lo hace comparativamente más costoso para los propios EUA que para sus rivales europeos, que pagan el barril con una moneda, el dólar, más barata que el euro. Así el alza del petróleo muestra no sólo la gravedad de la crisis económica sino también su relación con las guerras actuales. Aún considerando el paso que en el alza del precio del petróleo puedan tener factores especulativos (los expertos estiman que puede estar entre 4 y 8 dólares), gran parte del incremento del precio de esta materia prima esencial se debe al aumento del caos y la barbarie a escala mundial, sobre todo a la incapacidad de Estados Unidos para poner en marcha la producción iraquí, al propio hecho del lodazal militar en el que se encuentran hundidos allí, al riesgo de atentados contra las instalaciones del primer productor mundial que es Arabia Saudita, a las turbulencias sociales en Venezuela y en Nigeria, etc. Esta situación demuestra que no es posible deslindar los aspectos económicos de los aspectos militares o imperialistas, sino al contrario una interpenetración cada vez más grande del conjunto de estos factores que se alimentan los unos a los otros para llevar a una situación cada vez menos controlable por la burguesía. La inestabilidad y el desorden crecientes del mundo capitalista alimentan la inestabilidad económica que, a su vez, no puede producir más que más inestabilidad militar.
En este contexto de endeudamiento astronómico de la economía mundial y en especial de la primera potencia, es necesario denunciar el aumento de los gastos militares que constituyen un factor suplementario de agravación de los déficits presupuestarios, devorando cada vez más y más porciones de los presupuestos “asistenciales” para la población. Todos los Estados se ven obligados a reforzar sus presupuestos militares ante la escalada de conflictos y barbarie que se extiende sobre el planeta.
Así por ejemplo, desde que se desencadenara la guerra de Irak hasta la ocupación actual del país, los Estados Unidos se han gastado 140 mil millones de dólares, y eso no basta ya que “el Pentágono reclamó a principios de noviembre un fondo adicional de 70 mil millones de dólares para financiar las operaciones militares durante 2005” (Le Monde, 9-11-2004). El presupuesto del Pentágono sobrepasará en el 2005, y sin contar el coste de las guerras de Irak y Afganistán, los 400 mil millones de dólares, es decir casi la mitad (el 45% exactamente) de todos los gastos militares mundiales.
Si lo comparamos con las guerras precedentes nos daremos cuenta del coste exorbitante de los gastos actuales. Mientras que la Primera Guerra Mundial costó 190 mil millones de dólares, y la Segunda alcanzó un monto aproximado de 2’9 billones para la economía norteamericana, sólo la primera guerra del Golfo en 1991, una operación que apenas duró unos meses, supuso un gasto para USA de 76 mil millones de dólares. (fuentes: “Problèmes économiques”, 1-09-2004).
Pero es que los demás Estados, incluso los que se presentan como “abanderados de la paz mundial” no se quedan de brazos cruzados. Si tomamos como indicativo el caso de Francia vemos que a pesar de que el presupuesto del ejército francés ha crecido notablemente, el gobierno ha decidido concederle “550 millones de euros suplementarios para financiar la operación abierta en Costa de Marfil y 100 millones más para otras operaciones exteriores. Estos gastos se detraerán del presupuesto de ministerios civiles” (Les Echos, 10-11-2004).
Desde finales de los años 1990, el conjunto de los gastos militares va al alza en todo el mundo. Y contrariamente a lo que nos cuenta la burguesía, el dinero que se inyecta en la esfera militar no va destinado a la reproducción del capital productivo sino que supone destrucción pura y simple del capital invertido. Esto significa que el desarrollo del militarismo y el aumento de los gastos que comporta son cargas suplementarias que no hacen sino acentuar el marasmo económico. Detrás de las cifras del llamado crecimiento capitalista para 2004 se esconde en realidad una nueva etapa dramática de la agravación de la crisis que ilustra la quiebra del modo de producción capitalista.
Donald / Diciembre-2004
Después de la publicación de nuestro artículo ¡“El NCI no ha roto con la CCI”! (ver RM 84), varios de nuestros simpatizantes han propuesto aportar su solidaridad con los militantes del NCI que, a pesar de las terribles condiciones de miseria en las cuales viven, quieren continuar llevando una actividad política al lado de la CCI. Queremos agradecer aquí calurosamente a todos los camaradas que nos han hecho llegar una suscripción financiera para el NCI. Este testimonio de solidaridad no puede más que contribuir a animar a los camaradas de Argentina en su voluntad militante y mostrarles que a pesar de su aislamiento geográfico, no están solos. Este gesto es una ilustración del carácter internacional, unido y solidario de la clase portadora del comunismo.
CCI
En los últimos días de enero, se tuvo lugar el Foro Social Mundial (FSM) en Porto Alegre. Este Foro “alternativo” se ha convertido en el punto de encuentro de la izquierda del aparato del capital, presentado ahora con su maquillaje “altermundista”. Las temáticas que abordaron fueron de toda índole: Luchas “alternativas” democráticas contra el neoliberalismo, por un comercio justo digno e igualitario (sic), por un impuesto de solidaridad contra el hambre y la miseria; por la supresión de paraísos fiscales y la condonación de la deuda externa a los países pobres, el acceso al agua como derecho humano básico y no como mercancía posible de privatizarse, por el fin de la guerra en Irak y la no agresión a Corea del Norte, Irán, Venezuela y Cuba, así como apoyo a Palestina por un Estado autónomo... es decir es una lista de discursos tramposos para hacer creer a los trabajadores que es posible embellecer y hacer humanitario al capitalismo.
Este Foro resaltó por la presencia de Hugo Chávez, al que la izquierda del capital de todas las regiones del mundo lo viene presentando como el representante de una alternativa a seguir por los trabajadores, animado por esa propaganda, su demagogia patriotera la ha pintado de rojo al invocar una pretendida simpatía con el socialismo. De esta declaración la burguesía saca buen provecho, en tanto la usa para reforzar su presencia ante los trabajadores y fortalecer su capacidad de engaño. Es evidente que la burguesía al poner en la boca de Chávez la palabra socialismo, lo hace para seguir igualando socialismo con los regímenes estalinistas, como el de Cuba, personificado en Fidel Castro, y que nada tienen que ver con el proyecto forjado por Marx, Engels... Así, Chávez era aclamado como el representante del “altermundismo”, y ejemplo claro de que el mundo que pregonan es el de la continuación de la explotación, la miseria y la represión, pero disfrazado con frases “radicales”, mentirosas e hipócritas.
Pero mientras eso sucedía, a Lula, el otrora soñado personaje del movimiento altermundista, le gritaban traidor. Esas expresiones “anti Lula”, aunque expone un cierto desencanto de algunos elementos sumidos en movimientos de este tipo, no es en realidad un proceso de clarificación, es más amargura ciega, la muestra es que lo pintado en las bardas: “con Bush y con Lula otro mundo es imposible” no hace sino continuar, en otro sentido, la mistificación orquestada por la propia burguesía alrededor de Lula, en donde lo presentaban como una alternativa validada para la clase obrera. No ha habido ni el menor asomo del reconocimiento que Lula, lo mismo que Chávez, Castro o López Obrador son un producto natural de la izquierda del capital, son personalidades requeridas por la clase dominante para –según los momentos– contener o desviar el descontento de la clase obrera, o como en el caso de Brasil, hacer pasar medidas económicas que un gobierno de derecha hubiera tenido más conflictos sociales para poder implementarlas.
Las loas y cánticos que lanzan hacia el FMS de Porto Alegre los Saramago, los Galeano, los Ramonet, y demás fauna izquierdista (de la denominada “nueva izquierda”, como los estalinistas “arrepentidos” de Italia como Refundazione Comunista y los “Monos Blancos”, intentan colocarse aún más a la izquierda de esta intelectualidad, trotskistas, maoístas o el anarquismo oficial) contra el “neoliberalismo” no son, a fin de cuentas, sino lloriqueos que no buscan destruir el capitalismo sino solo suavizarlo, son gimoteos con los que quiere hacer creer a los trabajadores que el capitalismo, y los ataques contra la clase obrera pueden dar marcha atrás con tan solo “flexibilizar” las políticas neoliberales y aplicar impuestos como el planteado por Tobin. Como podemos apreciar el FMS de Porto Alegre una vez más cumple su función de golpeador de la conciencia obrera. Los argumentos presentados en el FMS, están llenos de una mezcolanza de ideologías interclasistas que lejos de profundizar la reflexión lo único que hacen es oscurecerla. Por ello aún si los problemas planteados son reales, al esconder que el CAPITALISMO es el verdadero enemigo que hay que vencer, y más aún su discurso con el que decreta la muerte de la clase obrera y descubre el “nuevo sujeto del cambio” en la “sociedad civil”, es un claro ataque contra el marxismo y contra el proletariado, son por ello una expresión concreta de la continuación de la campaña sobre la muerte del comunismo.
Esta necesidad de la burguesía de obstaculizar el desarrollo de la conciencia es con mucho un objetivo primordial en un momento en que los trabajadores empiezan a reflexionar sobre su situación de explotados, y comienza a retomar el camino de la lucha (véase Revista Internacional n° 119).
De esta manera, los discursos y actos que se dieron en torno a Porto Alegre no hace sino confirmar aquello que hemos reiterado en torno al llamado “movimiento altermundista”, en particular la necesidad de la denuncia de su esencia burguesa, ante lo que se exige una intervención, en que se defina claramente que: : “...el único mundo hoy posible es el comunismo, y que este solo podrá construirse resueltamente contra la burguesía y todas sus ideologías mistificadoras.” (Revista Internacional 116).
Vania/febrero-2005
Ante esta paradoja, se plantean forzosamente las preguntas: ¿Porqué una sociedad que se considera progresar, aportar cada vez más bienestar y seguridad, vierta todo lo contrario sobre la humanidad? ¿De dónde proviene esto? ¿Es ello una fatalidad? La burguesía tiene sus respuestas. Nos asegura que se trata de la “maldad” humana, de la falta de democracia, de dificultades económicas pasajeras debidas a una mala regulación de los flujos financieros, al alza del precio de las materias primas en el mercado, al apetito inmoral de los especuladores en los mismos mercados, etc.
Y escuchamos estos argumentos durante tanto tiempo sin que por algún momento la situación mejore, sino al contrario. Además, ¿porqué tal desastre luego de todos los progresos que la humanidad ha podido conocer? ¿Porqué tanta miseria cuando parece haber tanta riqueza que explotar? De hecho, estas explicaciones pasan por alto, evidentemente de manera voluntaria, la única realidad que nos permite comprenderla. Esta realidad, es la de la crisis económica mundial. Y cuando nosotros, revolucionarios marxistas, actualmente hablamos de crisis, no es sobre las mismas bases de la burguesía. Hablamos de una crisis insuperable, que marca la derrota del sistema capitalista.
Para decirlo, no nos apoyamos en la simple observación “fotográfica” sino sobre todo el análisis marxista del desarrollo del capitalismo. Afirmamos sobre esta base que el capitalismo ha entrado desde hace casi un siglo en su fase de decadencia, y en esta fase, al contrario de la fase ascendente, la crisis capitalista se convierte en elemento insuperable donde la salida no puede ser más que: ya sea la destrucción de la humanidad y de todas las realizaciones de su desarrollo a través de la historia, o ya sea la superación de las contradicciones mortales del capitalismo por la clase obrera en su combate con la construcción de una nueva sociedad.
Es en este sentido que la decadencia es para nosotros marxistas, el marco de análisis fundamental de la situación y que, sin este marco, no es solamente imposible comprender la realidad del mundo actual, sino es también imposible desprender una perspectiva realista. Lejos de llevarnos a la desmoralización, al “no futuro”, la teoría marxista de la decadencia funda la perspectiva comunista, que no proviene de la voluntad de los hombres, sino que responde sobre todo al análisis del desarrollo de las sociedades humanas; del materialismo histórico.
La decadencia no es una invención de la CCI. Es un concepto que al contrario, está en el centro del análisis marxista del desarrollo de las sociedades humanas, el centro del materialismo histórico. Desde el principio, Marx y Engels establecieron como método de trabajo analizar primero el desarrollo social de la humanidad como clave de la comprensión del desarrollo de la sociedad contemporánea. En esta búsqueda, los dos fundadores del marxismo descubrieron que la sociedad humana se organizaba alrededor de la producción, actividad primera y central del hombre. Es por tanto en la organización de los medios de producción que se delineaban las relaciones sociales.
Al abordar inmediatamente la cuestión sobre el plano histórico, llegaron a analizar como la evolución de los medios de producción y de su organización influían sobre la organización social. Y, para resumir lo más posible, el desarrollo de los medios de producción, necesario ante la cantidad de necesidades a satisfacer, alcanzaba tal nivel que la organización de estos medios de producción resultaba inadaptada, y finalmente una traba. Había que modificar profundamente la organización de la producción para que los medios de producción pudieran ser utilizados al máximo y continuar su desarrollo.([1] [17])
Sin embargo, esta modificación no se realiza con calma: La organización social se concreta alrededor de la producción. De allí nació necesariamente la posesión, la propiedad, la explotación... Alrededor de la producción se cristalizaron intereses y poderes. La puesta en causa de la organización de la producción venia a poner en causa posiciones económicas, políticas y sociales de las clases dominantes. Este cambio podía tener lugar a través de una ruptura más o menos violenta.
He aquí porqué la evolución de los medios de producción no se desarrollan de una manera lineal y sin ruptura, en una continua ascendencia. He aquí porqué cada sistema de producción pasó por una fase de decadencia, ante la cual la evolución de los medios de producción chocan inevitablemente contra su propia organización, mientras de la sociedad se desprenden fuerzas revolucionarias frente a las fuerzas reaccionarias ligadas a sus privilegios.
En la sociedad romana, la producción estaba organizada entre esclavos, que trabajaban, y maestros que les hacían trabajar. Este modo de producción permitió el desarrollo de la producción hasta el nivel que ella llegó a plantear un problema: para continuar produciendo eran necesarios más esclavos, que eran prisioneros obtenidos durante las guerras, y los límites geográficos de la guerra con los medios de la época comenzaban a ser alcanzados. Además, el desarrollo de las técnicas de producción exigía mano de obra más perfeccionada, que el esclavo no podía alcanzar... Se ve en este ejemplo que la forma en que la producción está organizada se hacía cada vez menos adaptada a la producción, y que para continuar desarrollando la producción, la organización que hasta entonces había permitido el desarrollo en lo sucesivo lo impediría: se convertía en una traba.
Es por ello que los esclavos fueron liberados y convertidos en siervos. A su vez el sistema feudal permitió el desarrollo de la producción hasta que esta llegó a tal nivel que de nuevo se encontró con un obstáculo. Son las relaciones capitalistas que transformaron al productor de la edad media en hombre libre vendiendo su fuerza de trabajo al capitalista. De nuevo, la producción encontró una organización capaz de permitir su desarrollo. Un desarrollo muy rápido, jamás visto anteriormente y que permitió a la humanidad salir de la penuria por primera vez.
Si el paso de un modo de producción no se hace de forma lineal y sin tropiezos, es porque este modo de producción se traduce en relaciones sociales y una organización social particular en el seno de la cual la clase dominante defiende con uñas y dientes sus intereses contra la perspectiva de un derribamiento del orden establecido. En estos tiempos, la incompatibilidad creciente entre el nivel alcanzado por la producción y la forma en que ella está organizada se traduce en convulsiones cada vez más fuertes. La decadencia comienza por tanto cuando las relaciones de producción se convierten en una traba para el desarrollo de la producción. Esta continúa en tanto que nuevas relaciones de producción no han podido ser establecidas. La decadencia es el periodo de quiebra de la vieja sociedad en tanto que la nueva no ha podido ser fundada aún.
El capitalismo, se ha visto, no ha sido excepción a la regla. Pero la decadencia del capitalismo se diferencia de las decadencias del pasado por el hecho de que en las sociedades del pasado, los gérmenes de la nueva sociedad existían ya y se desarrollaban en el seno mismo de la antigua sociedad. En el seno de la sociedad feudal, la burguesía conquistó el poder económico poco a poco y transformó al mismo tiempo una buena parte de la producción antes de llegar a tomar el poder político. En el capitalismo, no hay nada de eso. La clase revolucionaria, el proletariado, no puede instaurar nuevas relaciones de producción sin destruir lo que existe actualmente. He allí toda la gravedad de la decadencia capitalista.
Vemos así que para los marxistas, la decadencia no es un concepto moral. Los marxistas desarrollan el concepto de decadencia como un concepto científico, materialista, es decir, fundado sobre el desarrollo material de las sociedades humanas. El hecho de que esos periodos se manifiesten por la codicia y por las costumbres disolutas de las clases dominantes, no lo negamos: sabemos pertinentemente que el bloqueo histórico del desarrollo de las fuerzas productivas encuentra su reflejo en la sociedad humana a todos los niveles. La decadencia no es una teoría económica, Marx hizo la crítica de la economía:
Cuando la Internacional Comunista (IC) hablaba de “la era de guerras y revoluciones”, no hacía más que resumir lo que el capitalismo decadente habría de ofrecer a la humanidad. En efecto, el capitalismo creó en el curso de su ascendencia el marco ideal de su desarrollo, el de la nación. Es alrededor de estas naciones que el capitalismo aseguró su desarrollo, es a partir de este marco que parte al asalto de colonias, es a partir de ésta, que hoy establece sus relaciones de competencia exacerbadas por la crisis. La única solución para la burguesía a su crisis de sobreproducción es la guerra. La cual desemboca en un periodo de reconstrucción que se ahoga en una nueva crisis de sobreproducción.
Podemos fácilmente situar la entrada del capitalismo en su periodo de decadencia a principios del siglo XX: La Primera Guerra Mundial, primera en toda la historia de la humanidad, manifiesta claramente el nuevo orden internacional. La reconstrucción que siguió desembocará rápidamente en una crisis sin precedentes en los años 30 y después en una segunda guerra mundial. Vemos dibujarse el ciclo “crisis-guerra-reconstrucción-nueva crisis”, pero no es un ciclo que se podrá repetir indefinidamente. Al contrario, es una espiral infernal que arrastra todo a su paso. Si el capitalismo podía superar las crisis de sobreproducción en su fase de ascendencia, a través de su expansión y proletarización creciente de la población, hoy, los límites han sido alcanzados y la crisis es permanente. La única “salida” es la guerra.
Se trata de una era de guerras. Pero como anunciaba la IC en su fundación en 1919, se trata también de una era de revoluciones. En efecto, el capitalismo en su desarrollo ha dado nacimiento a su enterrador: el proletariado, única fuerza social capaz de derribar el capitalismo y de construir una nueva sociedad. Al alcanzar sus límites, el capitalismo abre la puerta a su superación. Para el proletariado, en lo sucesivo corresponde la tarea inmensa de fundar sobre las ruinas del capitalismo destruido por su combate una nueva sociedad capaz de repartir la abundancia y ofrecer a las fuerzas productivas un marco adaptado a su desarrollo.
La perspectiva comunista no es nueva. La idea de construir una sociedad libre de la opresión y la injusticia se encuentra en la antigüedad y en la edad media. Pero no basta querer una sociedad mejor para poder instaurarla. Es necesario que las condiciones materiales lo permitan. De igual manera, la revuelta de los oprimidos no es nueva: los esclavos escribieron grandes páginas de la historia humana para superar su condición. Pero de la misma forma, estas revueltas estaban condenadas al fracaso por la situación material, el nivel de producción no permitía a la humanidad salir de un esquema de sociedad de clases y de explotación: en tanto que la humanidad no podía superar la penuria, no podía construir una sociedad justa. Es el capitalismo que permite a la humanidad vislumbrar esta perspectiva. Es cuando la producción alcanza un nivel que permite superar la penuria que la prehistoria puede terminar. La perspectiva comunista no es ya un ideal o una utopía, es una posibilidad material y además es una necesidad para la supervivencia de la especie humana. Es una necesidad para detener al capitalismo en su espiral destructiva que amenaza con regresar a la humanidad a la edad de piedra.
He aquí lo que hace de la decadencia capitalista una decadencia particular: esta marca el fin de la prehistoria, el fin de la larga marcha de la humanidad de la penuria a la abundancia. Pero esto no está escrito en mármol; el fin de la prehistoria bien podría ser el fin de la historia si nada puede detener la barbarie que azota el planeta. El comunismo no es una certeza; es a través de un duro combate que la clase obrera podrá instaurarlo, y el resultado de este combate es desconocido. Es por lo que los revolucionarios deben estar bien armados para poder armar a la clase obrera en su lucha contra la burguesía y para la construcción de una nueva sociedad.
La comprensión del análisis de la decadencia hace parte de este armamento político. Este es un marco fundamental desarrollado por el marxismo desde sus orígenes. Se habla en efecto de la decadencia en La Ideología Alemana de Marx y Engels, escrita antes del Manifiesto Comunista. La decadencia impregna todo el análisis marxista de la evolución de las sociedades humanas. Poniendo a la luz la sucesión de periodos de ascendencia y decadencia en la historia, el marxismo permite comprender como y porqué el mundo es como hoy lo vemos, y en fin, el marxismo permite comprender que es posible superar esta situación y construir otro mundo.
G / diciembre-2004
1 [18]Es lo que Marx y Engels resumían al hablar del capitalismo en Principios de una crítica de la economía política con esta frase: “Hasta cierto punto, el desarrollo de las fuerzas productivas se convierte en una barrera para el capital; en otros términos, el sistema capitalista se convierte en un obstáculo para la expansión de las fuerzas productivas de trabajo. Llegando a este punto, el capital, o más exactamente el trabajo asalariado, entra en la misma relación con el desarrollo de la riqueza social y de fuerzas productivas que el sistema de corporaciones, el vasallaje, el esclavismo, y se convierte en una traba. La última forma de servidumbre que toma la actividad humana –trabajo asalariado por un lado y capital por otro- es ya despojado, y este despojo mismo es el resultado del modo de producción que corresponde al capital. Las mismas son negación de formas anteriores de la producción social sojuzgadas, el trabajo asalariado y el capital son a su vez negadas por las condiciones materiales y espirituales resultado de su propio proceso de producción. Es por conflictos agudos, de crisis, de convulsiones que se traduce la incompatibilidad creciente entre el desarrollo creador de la sociedad y las relaciones de producción establecidas.”
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