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cop_28_en_dubai_un_simbolo_del_cinismo_de_la_burguesia.pdf [1] | 84.76 KB |
La 28ª conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el clima, celebrada en Dubái a finales de noviembre de 2023 terminó, tras dos semanas de reuniones, con un nuevo acuerdo que, supuestamente, insta a los países a eliminar (muy) gradualmente los combustibles fósiles, y a acelerar las "acciones en curso" para lograr la "neutralidad de carbono". Y todo ello de forma "justa, ordenada y equitativa"... ¡para 2050! ¡Después de mí, el diluvio! Ese es el cínico eslogan del capitalismo.
El presidente de la COP 28, Sultan Al Jaber, ministro de Industria y Tecnología Avanzada de Emiratos Árabes Unidos y, a la vez, CEO de la petrolera ADNOC, elogió el acuerdo aprobado por las delegaciones de casi 200 países. "Por primera vez, nuestro acuerdo hace referencia a los combustibles fósiles", afirmó. Según él, se trata de un "paquete histórico" de medidas que ofrece un "plan sólido" para siga vigente el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.
¡Qué farsa más lúgubre! Mientras los líderes mundiales celebran el acuerdo como un paso importante para acabar con el uso de combustibles fósiles, los expertos se muestran, cuando menos, críticos: la resolución contiene lagunas que la industria petrolera aprovechará para eludirla recurriendo a tecnologías experimentales e inseguras. Sería ingenuo esperar otra cosa de los organizadores de la cumbre. Los dirigentes de esta región de Medio Oriente, conocida por ser Eldorado de todas las mafias y del blanqueo masivo de dinero procedente de la droga, las armas y todo lo que se pueda imaginar[1]son, como sus homólogos de todo el mundo, expertos en engañifas y en sacar partido de las "limitaciones legales". Se cumple lo que dice el refrán: “hecha la ley, hecha la trampa”. Se presentan a sí mismos como promotores de la transición energética, preocupados por el clima, pero viven de los combustibles fósiles y, obviamente, no dejan de promoverlos.
Los compromisos de reducción de emisiones que los diferentes Estados “asumieron” en la COP 21 de París (2015) con objeto de limitar el aumento de la temperatura global para 2030, se topa con la deprimente realidad del sistema capitalista. Hoy en día, ¡los combustibles fósiles (carbón, gas natural y petróleo) siguen representando el 82% del suministro total de energía! Y, en lugar de disminuir, las emisiones mundiales están aumentando: un 6% en 2021 y un 0,9% en 2022. [2]
Todo ello demuestra una vez más que estas cumbres internacionales no tienen el menor impacto sobre el calentamiento global y sus catastróficas consecuencias para la humanidad, y que en realidad no son más que tertulias destinadas a tranquilizar a la gente diciéndole que "se está haciendo algo" y que no hay más remedio que acostumbrarse. El año 2023 lo ilustra dramáticamente, con violentas tormentas e inundaciones generalizadas desde China hasta Europa y el norte de África, devastadores incendios forestales en Norteamérica, el sur de Europa y Hawái, y sequía en amplias zonas de Norteamérica, Europa y África.
"El calentamiento global no sólo es real, sino que se está acelerando a un ritmo vertiginoso y catastrófico. Julio de 2023 ha sido el mes más caluroso jamás registrado en el planeta. El mes de agosto ha sido el día más caluroso jamás registrado en este periodo. Los meteorólogos predicen que 2024 podría superar con creces estos lamentables registros".[3] Cunde el temor de que el planeta llegue a una serie de "puntos de inflexión" en los que el daño medioambiental se descontrole y conduzca a mayores niveles de destrucción.
El calentamiento global, combinado con manifestaciones más directas de destrucción medioambiental como la deforestación y la contaminación de la tierra y el mar por residuos químicos, plásticos y de otro tipo, amenaza ya con la extinción de multitud de especies animales y vegetales.
Esa misma burguesía que afirma, en estas conferencias, estar buscando "soluciones globales a problemas globales" está ella misma embarcada en una concurrencia económica despiadada que supone el primer gran obstáculo para cualquier cooperación internacional real contra el cambio climático. Y, en la actual fase de descomposición del capitalismo, esa competencia entre naciones está tomando cada vez más la forma de rivalidades y enfrentamientos militares caóticos, destructivos e hipercontaminantes. Así pues, la crisis ecológica no sólo se acerca a "puntos de inflexión" que exacerbarán y acelerarán sus consecuencias, sino que forma parte de una serie de fenómenos que, interactuando entre ellos, conducen a la humanidad cada vez más rápidamente hacia el abismo.
La salvación del planeta y de la humanidad no vendrá de una clase explotadora que, por su propia naturaleza, está atrapada en una lógica que descarta cualquier cuestionamiento de la acumulación capitalista, de su ansia de beneficios y de su dinámica apocalíptica. Pues el capitalismo es el responsable de estas perturbaciones; son sus leyes las que obligan a cada capitalista a producir cada vez más a menor costo. En el capitalismo, todo tiene que poder venderse. ¡Y no hay más! Un enfoque anárquico y a corto plazo que de hecho, ¡es suicida!
Louis, 29 de Diciembre de 2023
1] Como revelaron los Papeles de Panamá en 2018, los Papeles de Pandora en 2021 y más recientemente Dubái uncovered (Dubái al Descubierto).
2] Véase el informe Emisiones de CO2 en 2022 [2].
3] Lee nuestro artículo "La burguesía es incapaz de frenar el cambio climático [3]", World Revolution nº 398 (otoño 2023).
En la primera parte de este artículo [1] hemos rastreado la evolución política de Jacques Camatte desde el ala bordiguista de la Izquierda Comunista hasta el abandono del marxismo y la teoría de la lucha de clases, orientándose por el contra hacia lo que llamamos “modernismo”. En esta parte, analizaremos más de cerca esta “nueva” perspectiva, centrándonos en particular en una de sus obras más conocidas, “Errance de l’humanité” (El deambular de la humanidad), que apareció por primera vez en la revista Invariance (Serie 2, número 3) en 1973.
“El deambular de la humanidad” comienza con la afirmación de que: “Cuando el capital logra una dominación real sobre la sociedad, se convierte en una comunidad material, superando el valor y la ley del valor… El capital, que originalmente dependía de la relación salarial, se convierte en un déspota”. [2]
En efecto, según Camatte, el capitalismo, al “autonomizarse”, al “escaparse”, ha dejado de existir, casi se ha convertido en un nuevo modo de producción. Ha “provocado la desaparición de las clases” y la humanidad en su conjunto es explotada por este extraño fantasma del capital. Camatte explica con más detalle: “Durante su desarrollo, el capital siempre tendió a negar las clases. Esto finalmente se ha logrado mediante la universalización del trabajo asalariado y la formación –como etapa de transición– de lo que se llama la clase universal, una mera colección de hombres y mujeres proletarizados, una colección de esclavos del capital. El capital logró la dominación completa mistificando las demandas del proletariado clásico, dominando al proletario en tanto que trabajador productivo. Pero al lograr la dominación a través de la mediación del trabajo, el capital provocó la desaparición de las clases, ya que, el capitalista como persona fue simultáneamente eliminado (…) [3]. El Estado se convierte en sociedad cuando la relación salarial se transforma en una relación de coacción, en una relación estatista. Al mismo tiempo, el Estado se convierte en una empresa o tinglado que media entre las diferentes bandas del capital.
La sociedad burguesa ha sido destruida y tenemos el despotismo del capital. Los conflictos de clases son reemplazados por luchas entre las organizaciones -pandillas en tanto que diversas modalidades de ser del capital. Como resultado del dominio de la representación, toda organización que quiere oponerse al capital es reabsorbida por él, es fagocitada”.
Y esta incapacidad de oponerse al capital se aplicaría no sólo a las organizaciones políticas, condenadas como vimos en la primera parte de este artículo a terminar como meros fraudes, sino a la clase obrera, al propio proletariado: “El proletariado se ha convertido en un mito; no en términos de su existencia, sino en términos de su papel revolucionario como clase que debía liberar a toda la humanidad y resolver así todas las contradicciones sociales y socioeconómicas”.
Camatte es consciente de que Marx y sus seguidores insistieron en que la clase trabajadora tenía que ir más allá de la lucha por reformas dentro de la sociedad capitalista y cifraron sus esperanzas en las crisis económicas que tarde o temprano resultarían en el declive del sistema. Pero Camatte sostiene que, al superar el valor, el capitalismo también ha superado la tendencia a la crisis: “El momento en que las fuerzas productivas alcanzaran el nivel requerido para la transformación del modo de producción sería el momento en que comenzaría la crisis del capitalismo. Esta crisis iba a exponer la estrechez de este modo de producción y su incapacidad para contener nuevas fuerzas productivas, y así hacer visible el antagonismo entre las fuerzas productivas y las formas capitalistas de producción. Pero el capital se ha escapado; ha absorbido la crisis y ha proporcionado con éxito una reserva social para los proletarios”. Camatte incluso sugiere que Bernstein fue uno de los primeros en captar esta posibilidad, aunque esto desafortunadamente llevó a Bernstein a convertirse en un apologista de “la vieja sociedad burguesa que el capital estaba a punto de destruir”.
¿Y qué perspectivas ofrece entonces el capital déspota a la humanidad? Camatte no descarta la posibilidad de que todo acabe en destrucción. Como señalamos en la primera parte de este artículo, Camatte, siguiendo en particular a Bordiga, era muy consciente de la creciente tendencia del capital a destruir el medio ambiente natural: “Algunos procesos de producción llevados a cabo durante períodos de tiempo conducen a choques con barreras naturales: aumento del número de seres humanos, destrucción del ambiente natural, contaminación”. Sin embargo, Camatte parece considerar que estos problemas pueden de alguna manera superarse, al igual que la propia crisis económica: “Pero estas barreras no pueden considerarse teóricamente como barreras que el capital no pueda superar”.
Podemos entender que en 1973 era menos evidente que la devastación de la naturaleza por parte del capital resultaría ser un problema cada vez más insuperable para el capitalismo –entre otras cosas porque, lejos de someter al mundo a un despotismo global que podría tomar medidas efectivas para contrarrestar la destrucción de la naturaleza, la creciente decadencia del capitalismo sólo ha intensificado la competencia mortal entre unidades nacionales, obligándolas a cada una de ellas a continuar saqueando todos los recursos naturales a su disposición.
La ceguera de Camatte ante la incapacidad del capitalismo para ir más allá de la competencia brutal entre sus diversas unidades también se nota en el hecho de que “El deambular…” no tiene nada que decir sobre la competencia interimperialista que, en forma de rivalidad entre los bloques occidental y oriental, mantuvo una perspectiva muy concreta de destrucción de la humanidad mediante una guerra nuclear. Así que, para Camatte, la destrucción catastrófica de la humanidad parece menos probable que una especie de pesadilla distópica de ciencia ficción. Camatte sostiene que ya estamos presenciando “la transformación de la mente en una computadora que puede ser programada por las leyes del capital”, allanando el camino hacia un futuro fundado en la “producción de un ser perfectamente programable que ha perdido todas las características de la especie homo sapiens”. Estas predicciones anticipan en cierto sentido los avances tecnológicos de los últimos 50 años: el creciente papel de las computadoras personales, los teléfonos móviles e Internet como vehículos de intoxicación ideológica; los inicios de experimentos con microchips insertados en el cuerpo humano; la creciente sofisticación de la Inteligencia Artificial [IA] que ha alarmado a pensadores serios como Steven Hawking (así como a personas como Elon Musk... cuyas fantasías multimillonarias son ciertamente parte del problema que tanto le preocupa[4] y los ha llevado a emitir advertencias sobre la IA que podría apoderarse de la humanidad o incluso destruirla.
Ciertamente, en una sociedad donde el trabajo muerto domina al trabajo vivo, vemos constantemente que los instrumentos creados por la actividad humana se vuelven cada vez más destructivos y peligrosos: el aprovechamiento de la energía atómica es la prueba más clara de ello. Pero la actual aceleración de la descomposición del sistema, el “torbellino” de efectos (guerra, crisis ecológica, pandemias, etc.) que hemos descrito en otro lugar [5], plantean una amenaza mucho más inmediata para la supervivencia de la humanidad que la robotización completa de la especie. En particular, los temores expresados por los “líderes tecnológicos” sobre la posible utilización de la IA como arma son ciertamente reales, pero esto es esencialmente un aspecto de la demencial carrera armamentista impulsada por la competencia imperialista y el creciente caos militar.
Y la actual aceleración de la descomposición capitalista apunta a un significado muy diferente a la idea de que el capital “huye o se escapa” -en resumen, que su loca huida hacia adelante lo está llevando al borde del precipicio, a una caída de la cual no habrá retorno. En la visión de Camatte existe la noción del capital como una entidad todopoderosa que puede deshacerse no sólo de las contradicciones inherentes a las relaciones mercantiles, sino incluso de los seres humanos vivos. En este sentido, tiene cierta semejanza con las visiones de los teóricos de la conspiración, para quienes cada etapa del camino del capital hacia el caos y la autodestrucción se explica como una parte más de un plan maestro global, incluso si los conspiradores se consuelan personalizando este omnipotente poder en forma de lagartos extraterrestres, Illuminatis o judíos, una historia que a su vez reitera una mitología gnóstica más antigua que sostiene que este mundo caído y groseramente material está en las garras inquebrantables de una deidad creadora malévola, de modo que la salvación sólo puede alcanzarse fuera de los confines de la existencia terrenal.
Lo mismo podría decirse de la capacidad del capitalismo para absorber las crisis económicas: en 1973, frente a las elucubraciones de gente como Marcuse, Castoriadis o los situacionistas, nuestra corriente tuvo que argumentar con mucha fuerza para demostrar que el boom de la posguerra había terminado y el capitalismo estaba entrando en una crisis abierta de sobreproducción. Camatte no se equivocó al señalar la creciente tendencia del Estado a absorber a la sociedad civil y a tratar de contener las rivalidades entre diferentes empresas capitalistas (al menos dentro de los confines de la nación). Pero esto es precisamente a lo que se refiere la Izquierda Comunista cuando sostiene que el capitalismo de Estado se ha convertido en una tendencia universal en el período de decadencia capitalista y probablemente sea significativo que Bordiga, de quien Camatte tomó varias ideas, nunca aceptó el concepto de capitalismo de Estado.
Para la mayoría de la Izquierda Comunista, sin embargo, es imposible entender la respuesta de la burguesía a su crisis histórica sin utilizar el concepto de capitalismo de Estado. El aparato estatal se ha convertido en el instrumento irreemplazable para abordar las contradicciones económicas del sistema, pero las últimas décadas han demostrado que cuanto más recurre la clase dominante a medidas estatales para contener el impacto de estas contradicciones, más simplemente las aplaza hasta una fecha posterior, cuando estallan de una manera aún más peligrosa, como ocurrió con la llamada “crisis financiera” de 2008, producto de dos décadas o más de crecimiento impulsado por la deuda. También debemos recordar que fueron precisamente los intentos del modelo estalinista de capitalismo de Estado de “asignar valor” que condujo a su colapso final.
Y esto nos lleva a un defecto más fundamental en la tesis de Camatte: la idea de que el capital ha superado al valor.
En realidad, el capital sin valor no es nada, y lejos de ser algo meramente “asignado por el capital”, es la imperiosa necesidad de expandir el valor lo que ha obligado al capitalismo a ocupar y mercantilizar cada aspecto de la actividad humana y cada parte de la geografía terrestre. El mantenimiento de este impulso ha continuado a lo largo de lo que Camatte llama el período de dominación real, pero que nosotros vemos como la época de decadencia capitalista. La necesidad de expandir el valor sigue siendo la raíz de este proceso, incluso si ha requerido una intervención estatal masiva, niveles astronómicos de deuda y capital ficticio y, por tanto, una interferencia sistemática con el funcionamiento de la propia ley del valor. Camatte ve este impulso universalizador como lo vio Marx, pero mientras que para Camatte el proceso conduce al inexpugnable despotismo del capital a través de la superación del valor, para Marx este mismo impulso contiene las semillas de la desaparición del sistema: “Esta tendencia –que el capital posee, pero que al mismo tiempo, siendo el capital una forma limitada de producción, lo contradice y, por lo tanto, lo conduce a su disolución, distingue al capital de todos los modos de producción anteriores y al mismo tiempo contiene este elemento: el capital se plantea como un mero punto de transición”[6].
Rosa Luxemburgo, en particular, desarrolló más tarde este enfoque para insistir en que el impulso del capitalismo para lograr la dominación total y universal nunca podría lograrse, ya que el solo intento de hacerlo desataría todas las contradicciones subyacentes del sistema: económicas, sociales y políticas, y esto lo hundiría inexorablemente en una era de catástrofe. Frente a esta visión –que en nuestra opinión ha sido confirmada en gran medida por la trayectoria bárbara del capitalismo en los siglos XX y XXI-, “El deambular de la humanidad…” es en parte una polémica contra la noción de decadencia capitalista, en particular la defendida por Révolution Internationale, uno de los grupos que formarían la CCI en 1975.
“No hay y no puede haber decadencia del MPC” (“El deambular de la humanidad…”).
En el artículo “¿Decadencia del modo de producción capitalista o decadencia de la humanidad?” (publicado originalmente en el mismo número de Invariance) Camatte cita un pasaje de los Grundrisse al que hemos tenido ocasión de referirnos. en varias ocasiones[7], principalmente para mostrar que la decadencia del capitalismo no debe equipararse con un cese de la acumulación capitalista o un cese total del desarrollo de las fuerzas productivas: “El desarrollo más elevado de esta base misma (la flor en la que se transforma; pero es siempre esta base, esta planta como flor; por lo tanto, se marchita después de la floración) es el punto en el que ella misma es trabajada, desarrollada, en la forma en que sea compatible con el más alto desarrollo de las fuerzas productivas y, por tanto, también con el más rico desarrollo de los individuos. Tan pronto como se alcanza este punto, el desarrollo ulterior aparece como decadencia, y el nuevo desarrollo comienza a partir de una nueva base”.
Pero ya en 1972, en un artículo de la antigua serie de RI, nº 7, “Voluntarismo y confusión”, se utiliza el mismo pasaje para apoyar la teoría de la decadencia contra varios grupos, en su mayoría de carácter consejista, que negaban la conexión entre revolución y las condiciones históricas objetivas; en resumen, la necesidad de un período de decadencia. Pero según Camatte, que cita el artículo de RI en una nota a pie de página, “hay decadencia porque el desarrollo de los individuos está bloqueado. No es posible utilizar esta frase para apoyar la teoría de la decadencia del modo de producción capitalista”. Según Camatte, “el resto de la digresión de Marx confirma que la decadencia se refiere a los seres humanos”.
El ataque a la teoría de la decadencia también ocupa una parte importante de “El deambular…”, sobre todo en este párrafo: “No tiene sentido proclamar que las fuerzas productivas de la humanidad han dejado de crecer, que el modo de producción capitalista ha comenzado a decaer. Tales puntos de vista revelan la incapacidad de muchos teóricos para reconocer la fuga del capital y, por tanto, para comprender el comunismo y la revolución comunista. Paradójicamente, Marx analizó la descomposición de la sociedad burguesa y las condiciones para el desarrollo del modo de producción capitalista: una sociedad donde las fuerzas productivas pudieran desarrollarse libremente. Lo que él presentó como proyecto del comunismo fue realizado por el capital”.
El rechazo de Camatte a la teoría de la decadencia está bastante explícitamente vinculado a un rechazo del “mito” del proletariado y, en última instancia, a un rechazo de Marx, quien, si bien Camatte admite generosamente que puede proporcionar algún material para comprender la fuga o escapada del capital, nunca lo entendió realmente (o su “dominación real”). “Así, la obra de Marx parece ser en gran medida la auténtica conciencia del modo de producción capitalista” –en gran parte porque desarrolló una dialéctica de las fuerzas productivas, sosteniendo que “la emancipación humana dependía de su máxima expansión. La revolución comunista –por lo tanto, el fin del modo de producción capitalista– iba a tener lugar cuando este modo de producción ya no fuera ‘lo suficientemente grande’ para contener las fuerzas productivas”. Pero como el capital se ha “autonomizado” y puede desarrollarse sin límites, ya ha realizado lo que Marx presentó como el proyecto del comunismo.
No es fácil orientarse en el laberinto de los vagabundeos teóricos de Camatte, pero parece estar diciendo no sólo que Marx se equivocó al argumentar que el conflicto entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas proporciona la base objetiva para la revolución comunista: refutando así no sólo la teoría de la decadencia capitalista, en la que tal conflicto asume un carácter permanente, sino también el enfoque general de Marx sobre la evolución histórica, en el que se basa la teoría del ascenso y la decadencia del capitalismo[8]. Para Camatte, mantener los argumentos de Marx en realidad expresa una perspectiva capitalista que ve el objetivo del comunismo como una sociedad de crecimiento cuantitativo perpetuo, de hecho, de acumulación.
Por supuesto, esto es cierto para la caricatura estalinista del comunismo, pero ignora por completo que, para Marx, el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el comunismo tenía un significado completamente diferente, ya que significa sobre todo el florecimiento de las posibilidades creativas de la humanidad, no la producción de cosas en una espiral sin fin. Camatte parece reconocer esto de alguna manera, ya que dice que, para Marx en el tercer volumen de El Capital y en la Crítica del Programa de Gotha, “la discontinuidad (entre capitalismo y comunismo) radica en el hecho de que el objetivo de la producción está invertido… El objetivo ya no es la riqueza, sino los seres humanos”. Y, sin embargo, al mismo tiempo, Camatte insiste en que Marx realmente no vio una discontinuidad porque aboga por una fase de transición, la fase de dictadura del proletariado, que es “un período de reformas, siendo la más importante la reducción de la jornada laboral y el uso del bono laboral”. Aquí, según Camatte, vemos “el reformismo revolucionario de Marx en su mayor amplitud”.
Se puede ver también en la obra de Camatte la auténtica conciencia del punto de vista primitivista que sostiene que el desarrollo de la tecnología (identificado estrechamente con el concepto de desarrollo de las fuerzas productivas) es la causa real de los males de la humanidad y que sería mejor regresar al comunismo de los cazadores-recolectores. Camatte niega que su comunismo sea un simple regreso al pasado, al “nomadismo del tipo practicado por nuestros ancestros lejanos que eran recolectores”, pero no es casualidad que primitivistas de cuño total como el grupo en torno a Fifth Estate (Quinto Poder) en Estados Unidos fuera tan impresionado por las teorías de Camatte.
Pero Camatte sigue hablando de la necesidad de una revolución comunista. Dado que “ya no se puede sostener que existe una clase que represente a la humanidad futura”, dado que el proyecto proletario no es más que un programa para la reforma del capital, ¿quién hará la revolución? A veces parece ser obra de la humanidad en su conjunto, ya que la humanidad como tal es explotada en el período de dominación real: “amenazados en su existencia puramente biológica, los seres humanos comienzan a levantarse contra el capital”. Pero si la humanidad misma está en declive, ¿de dónde vendrá el movimiento hacia el comunismo?
Hay muchas cosas en la descripción que Camatte hace del comunismo en “El deambular…” que podemos aceptar, principalmente porque ya hemos visto en ella la obra de Marx y otros marxistas: su vínculo dialéctico con las Gemeinwesen (comunidades) del pasado, la comunidad humana arcaica que Marx estudió atentamente en sus últimos años[9]; su definición social general: “el comunismo pone fin a las castas, las clases y la división del trabajo”; la relación que restablece entre la humanidad y el resto de la naturaleza: “no es dominación de la naturaleza sino reconciliación y, por tanto, regeneración de la naturaleza”. Y –una visión que parece estar en contradicción con su afirmación de que el comunismo no es un nuevo modo de producción- “los seres humanos en el comunismo no pueden definirse como simples usuarios... los seres humanos son creadores, productores, usuarios. Todo el proceso se reconstituye a un nivel superior y para cada individuo”. En otras palabras, el comunismo significa que los seres humanos produzcan lo que necesitan y desean de una manera cualitativamente nueva, y por eso mismo no deja de representar un “modo de producción”. Camatte también tiene razón al insistir en que “la lucha contra la reducción de la amplitud de la revolución es ya una lucha revolucionaria”, ya que la revolución proletaria, como insistió Marx desde el principio, es la base no sólo para la abolición de la explotación capitalista, sino también para superar todas las demás opresiones, represiones y divisiones que mantienen a la humanidad a raya, para que el comunismo sea el punto de partida para el pleno florecimiento del potencial humano, un potencial del que hasta ahora sólo hemos visto atisbos.
Pero a menos que se vea un “movimiento real” en esta sociedad contra la dominación del capital –que los marxistas consideran el movimiento de la clase trabajadora contra la explotación– las descripciones del futuro comunismo vuelven a caer en el utopismo, como observó Bordiga una vez. Y cuando miramos un poco más de cerca lo que Camatte percibe como signos de un movimiento real dentro del orden existente, vemos emerger un verdadero “reformismo”.
Es cierto que sostiene en “El deambular…”, que “el objetivo no puede alcanzarse mediante el establecimiento de comunidades que, siempre aisladas, nunca sean un obstáculo para el capital, que puedan ser fácilmente rodeadas por el capital... Tampoco puede alcanzarse el objetivo mediante el cultivo del propio ser individual, en el que finalmente se encontraría el verdadero ser humano”. Y, sin embargo, en otros lugares, particularmente en el provocador título “Debemos abandonar este mundo” [10], que ya sugiere la posibilidad de algún tipo de huida mágica fuera de la civilización actual, expresa un gran interés en las posibilidades que tienen las comunas vegetarianas, los regionalistas y... los antivacunas que podrían formar una especie de vanguardia de resistencia contra el capital. Y más recientemente, en la entrevista del Círculo Marx a la que nos referimos en la primera parte de este artículo [11], expresa un interés real por los chalecos amarillos:
“JC: A decir verdad, sé muy poco sobre el movimiento de los chalecos amarillos. No lo he estudiado. Pero lo que me pareció importante al principio fue el hecho de rechazar totalmente el mundo tal como es. Y hay que reconocerlo, es bastante extraordinario, el hecho de que nos pongamos un chaleco amarillo para ser visibles, e ir a las rotondas muestra el problema de ser vistos. Pero no puede abrirse a otra cosa; se mantiene en oposición a los demás”.
¡Todo menos la lucha de clases! El resultado del intento de Camatte de ir más allá de la vieja y pobre lucha de la clase obrera y descubrir la verdadera rebelión de la humanidad se revela como una verdadera regresión a formas de rebelión que, en el mejor de los casos, disuelven a la clase trabajadora en el “pueblo” y, en el peor –como la lucha antivacunas de hoy- han sido recuperados por la extrema derecha del capital (de ahí quizás su disposición a colaborar con los dudosos defensores de la alianza Rojo-Marrón del Círculo Marx).
Pero lo que más claramente delata esta perspectiva no revolucionaria, incluso explícitamente antirrevolucionaria, es cuando, al final de “Debemos dejar este mundo”, advierte contra la idea de derrocar al capital mediante un ataque frontal: “Hay que prever una nueva dinámica, ya que el MPC [12] no desaparecerá tras una lucha frontal de las personas contra su dominación actual, sino mediante una enorme renuncia que implica el rechazo de un camino utilizado durante milenios” – un argumento más avanzado en la entrevista cuando advierte lo siguiente:
“CM: ¿Crees de alguna manera que el capital se ha convertido en una totalidad que ya no tiene una manifestación externa, que ya no tiene un exterior, y que en relación con esta totalidad la lucha de clases es ahora sólo un fenómeno interno al capital, y que la verdadera oposición para usted se convierte en la que existe entre la humanidad y el capital? ¿La verdadera oposición decisiva ya no es entre clases?
JC: Sí, y ahora voy aún más lejos, en el sentido de que no podemos plantear una oposición entre humanos y capital porque cuando estamos en esta dinámica, todavía estamos en la dinámica de la enemistad, y oponerse a algo es reforzarlo... Pero vi que ahora ya no podemos luchar contra el capital. No porque el capital sea demasiado fuerte sino porque eso le hace mantenerse vivo.
CM: La lucha contra el capital acaba inevitablemente reforzándolo.
JC: Absolutamente
CM: Entonces dices que debemos abandonar este mundo irrevocablemente. Si el mundo es el lugar de todos los lugares, si el mundo es ahora evidentemente el del capital convertido en totalidad, ¿cómo podemos abandonar este mundo? ¿Crees que has dejado este mundo?
JC: “Sí. No podemos dejar este mundo materialmente, pero lo dejamos en la medida en que ya no aceptamos lo que nos da. Pero estamos obligados a vivir. Pero por ejemplo yo vivo aquí, no voto, hace 27 años que no voy a votar, pero estoy en buenos términos con el alcalde. Que sea él u otro, da lo mismo. Ese es el mundo. Y vivo afuera, en la medida que puedo, porque es obvio que estoy atrapado por los impuestos, por esto, por aquello. Entonces, con todo mi proceso de pensamiento, con todo mi comportamiento, no siento que reproduzca esta sociedad. Pero aún más que antes, con el proceso de inversión paso a otra cosa”.
De hecho, esta idea de una “salida” individual ya está teorizada en “El deambular…”, precisamente en el pasaje que precede a su aparente rechazo a llegar al comunismo mediante la creación de comunidades anticapitalistas o el cultivo del propio ser individual: “Todos somos esclavos de capital. La liberación comienza con el rechazo a percibirse a uno mismo en términos de las categorías del capital, es decir, como proletario, como miembro de la nueva clase media, como capitalista, etc. Así también dejamos de percibir al otro -en su movimiento hacia la liberación- en términos de esas mismas categorías. En este punto puede comenzar el movimiento de reconocimiento del ser humano”.
En resumen: antes de que puedas cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo. Esta visión individualista e idealista es perfectamente compatible con la noción de desaparición de la clase obrera que ha alcanzado su paroxismo en la fase de descomposición capitalista. Y, según Camatte, el comienzo de la liberación no es que los trabajadores se reconozcan como parte de una clase antagónica al capital, de recuperar su identidad de clase, sino exactamente lo contrario: sumarse a la gran disolución en la que las clases no tienen sustancia. y la lucha de clases simplemente refleja nuestra esclavitud a las categorías del capital.
CDW
Como mostramos en un artículo anterior de esta serie [13], la influencia del modernismo en el renaciente movimiento revolucionario de principios de los años 70 también se sintió en la “pre-CCI” a través de la “tendencia Bérard”. Recordamos que esta influencia se expresó tanto en el rechazo de la lucha obrera por reivindicaciones inmediatas como, a nivel organizativo, en la oposición a los primeros intentos de centralizar el grupo Révolution Internationale a escala nacional. En una reunión del grupo en 1973, centrada en la necesidad de elegir una comisión centralizadora, Bérard advirtió que esta iniciativa conduciría a un Comité Central de tipo trotskista o estalinista, a una fuerza para la burocracia. El camarada Marc Chirik respondió con una advertencia a Bérard: que él y su tendencia se dirigían en la dirección de Barrot y Camatte y, por tanto, hacia el abandono no sólo de la organización revolucionaria sino también de la clase revolucionaria. Bérard rechazó indignado esta advertencia. Poco tiempo después, “Une Tendance Comunista” se salió del marco de la organización publicando su folleto La Revolución será comunista o no será, única expresión pública de este efímero grupo. En él, hay una sección titulada “Por qué Invariance ya no es revolucionario”, que, si bien reconoce que Invariance había hecho algunas contribuciones fructíferas (como en la cuestión de la dominación formal/real), posteriormente entró en el ámbito de la ideología con su visión de una revolución hecha por la “humanidad”, consecuencia de su idea de que el capital se había convertido en una “comunidad material”:
“de ahí su incapacidad para captar las contradicciones reales del período de crisis histórica (la tendencia exacerbada hacia la dominación real del capital que choca con los límites del intercambio, la tendencia hacia la proletarización de toda la humanidad contrarrestada por la incapacidad de la relación salarial para integrar a aquellos que no tienen nada en qué apoyarse (los sin reservas). El capital deviene abstractamente “unificado”, completamente abstracto y va más allá de sí mismo en la comunidad material... El absurdo de un combate de la ‘humanidad’ contra ‘El capital’ se basa obviamente en la idea de que la humanidad ya existe – y aquí tenemos la visión reformista y aclasista en toda su plenitud”.
Y el texto también critica la idea que acompaña a Camatte de que cualquier intento de las minorías comunistas de organizarse sólo puede conducir a un nuevo fraude.
Da la casualidad de que Bérard en este punto estaba más influenciado por Barrot/Dauvé [14] que por Camatte, y por lo tanto pudo conservar referencias al proletariado como sujeto de la revolución. De hecho, era una especie de punto intermedio entre la posición de la Izquierda Comunista que estaba dejando atrás –en resumen, la insistencia de Marx en la necesidad de que la clase trabajadora afirme su autonomía en la lucha contra la explotación capitalista y ejerza su dictadura durante el período de transición hacia el comunismo- y el abierto abandono del proletariado por parte de Camatte. Como mostramos en el artículo sobre la tendencia Bérard, esta postura centrista se basaba en la teoría pseudodialéctica de una afirmación/negación simultánea del proletariado. Muchos de los comunistizadores actuales todavía residen en este punto intermedio, pero la tendencia hacia la negación pura de la lucha de clases de Camatte es muy fuerte en el medio modernista. En el caso de Bérard, su posterior –y muy rápido– abandono de la política de la Izquierda Comunista, de cualquier actividad organizada, y su evolución hacia una especie de primitivismo, confirmaron plenamente la predicción de Marc.
1 Crítica de los llamados “comunistizadores” (II) Del izquierdismo al modernismo: las desventuras de la “tendencia Bérard”. Revista Internacional 169: https://es.internationalism.org/content/5043/critica-los-llamados-comunistizadores-iii-1a-parte-jacques-camatte-del-bordiguismo-la [7]
2 Artículo disponible en Internet en https://archivesautonomies.org/ [8]
3 “Camatte añade una importante nota a pie de página, mostrando que su elección de la palabra “despotismo” no es accidental: “Aquí vemos una convergencia con el modo de producción asiático, en el seno, del cual las clases nunca podrían volverse autónomas; en el modo de producción capitalista son absorbidas”
4 Musk fue cosignatario de una declaración de 1000 “Líderes en tecnología” que pedían una pausa en el desarrollo de la IA hasta que se pueda saber más sobre sus consecuencias, citando “profundos riesgos para la sociedad y la humanidad”. (The New York Times: Elon Musk and Others Call for Pause on A.I., citando “profundos riesgos a la sociedad”). Poco después, uno de los firmantes, Geoffrey Hinton, dimitió de su puesto como líder de Google para centrarse en los riesgos que plantea la IA (Inteligencia Artificial).
5 Ver: Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad. Revista Internacional 169. https://es.internationalism.org/content/4897/los-anos-20-del-siglo-xxi-la-aceleracion-de-la-descomposicion-capitalista-plantea [9]
6 Grundrisse, capítulo sobre el capital, nuestra traducción.
7 Ver nuestro artículo en World Revolution n° 389: “Crecimiento como declive” https://en.internationalism.org/content/17032/growth-decay [10]
8 En particular, en su “Prefacio a la Introducción a la Crítica de la Economía Política”, reproducido como anexo de la Revista Internacional 134 “Decadencia del capitalismo (II) - Qué método científico debe usarse para comprender el orden social existente...”: https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2337/decadencia-del-capitalismo-ii-que-metodo-cientifico-debe-usarse-pa [11], que sostiene que la Introducción proporciona el fundamento metodológico de la idea del ascenso y declive de los sucesivos modos de producción desde la disolución del comunismo primitivo.
9 Véase el artículo de nuestra serie sobre el comunismo, “El comunismo no es un bello ideal, sino una necesidad material” en: https://es.internationalism.org/revista-internacional/199507/1824/xi-el-marx-de-la-madurez-comunismo-del-pasado-comunismo-del-futuro [12] Revista Internacional 81.
10 Invariance n° 5, cuarto trimestre 1974.
11 Entrevista con Jacques Camatte (2019), republicada en Libcom en junio de 2021 https://libcom.org/article/interview-jacques-camatte-2019 [13]
12 MPC; “Esta abreviatura significa Modo de Producción Capitalista, que Invariance nunca explica jamás. Ello recuerda a los antiguos hebreos, que mostraban una renuencia similar a la hora de nombrar a su creador” (“Modernismo: del izquierdismo al vacío”, Révolution Internationale, nueva serie n° 3).
13 Crítica de los llamados “comunistizadores” (II) Del izquierdismo al modernismo: las desventuras de la “tendencia Bérard”. Revista Internacional 169 https://es.internationalism.org/content/4929/critica-de-los-llamados-comunistizadores-ii-del-izquierdismo-al-modernismo-las [14]
14 Volveremos a las ideas principales de Barrot/Dauvé en otro artículo.
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despues_de_ucrania_el_oriente_medio._el_capitalismo_solo_tiene_un_futuro_la_barbarie_y_el_caos.pdf [18] | 50.29 KB |
Ciudades completamente devastadas, hospitales completamente destrozados, multitudes de civiles deambulando bajo las bombas, sin agua, alimentos ni electricidad, familias llorando por doquier a sus muertos, niños demacrados buscando a sus madres, otros despedazados sin piedad, inocentes ejecutados a sangre fría ante los ojos de sus familias... Este aterrador paisaje apocalíptico no es el de Varsovia o Hiroshima tras seis años de guerra mundial, ni el de Sarajevo tras cuatro años de asedio. Este es el paisaje del “capitalismo del siglo XXI”, el de las calles de Gaza, de Rafah y de Khan Yunis después de solo tres meses de conflicto.
¡Tres meses! ¡Bastaron unas pocas semanas para arrasar Gaza, para cobrar decenas de miles de vidas y arrojar a millones más a carreteras que no llevan a ninguna parte! ¡Y no por cualquiera! Por “la única democracia del Cercano Oriente y Oriente Medio”, por el Estado de Israel, aliado de las grandes “democracias” occidentales, que pretende ser el único depositario de la memoria del Holocausto.
Desde hace décadas, los revolucionarios gritan: “¡El capitalismo hunde poco a poco a la humanidad en la barbarie y el caos!” Nuevamente proclamamos... ¡Abajo las máscaras! ¡El capitalismo está mostrando su verdadero rostro y el futuro que tiene reservado para toda la humanidad!
Lo que está ocurriendo hoy en Oriente Próximo no es un episodio más de la larga serie de estallidos de violencia que han salpicado trágicamente el conflicto palestino-israelí durante décadas. El conflicto actual no tiene nada que ver con la vieja “lógica” del enfrentamiento entre la URSS y EEUU. Al igual que lo que pasa con la actual guerra de Ucrania, esta guerra en Medio Oriente es un paso más en la dinámica del capitalismo mundial hacia el caos, la proliferación de convulsiones incontrolables y la generalización de conflictos cada vez más numerosos.
El nivel de barbarie, a la escala que se produce en Gaza es quizás incluso peor que la extraordinaria violencia del conflicto ucraniano. Todas las guerras de la decadencia se han saldado con masacres masivas y destrucciones gigantescas. Pero incluso los mayores asesinos del siglo XX, los Hitler, los Stalin, los Churchill y los Eisenhower, no cometieron los peores horrores tras varios años de guerra, sin multiplicar las “justificaciones” para convertir ciudades enteras en montones de cenizas. Sin embargo, es sorprendente constatar hasta qué punto las calles de Gaza ya guardan un parecido asombroso con los paisajes en ruinas del final de la Segunda Guerra Mundial; los mismos paisajes de destrucción aparecieron tras sólo unas semanas de conflicto en Ucrania. Toda esta camarilla de bárbaros se ha dejado arrastrar por la “lógica” de tierra quemada que domina ahora los conflictos imperialistas.
¿Qué ventaja estratégica podría obtener Hamas enviando a mil asesinos a masacrar civiles, si no es encender la mecha y exponerse a su propia destrucción? ¿Qué esperan conseguir Irán o Israel, entonces, si no es sembrar el caos entre sus rivales, un caos que inevitablemente volverá para golpearles como un boomerang? Ninguno de los dos Estados tiene nada que ganar con este conflicto sin salida. La sociedad israelí podría verse profundamente desestabilizada por la guerra, amenazada durante décadas por una generación de palestinos empeñados en vengarse. En cuanto a Irán, si es el país que más se beneficia de la situación, ¡para él es una victoria pírrica! Ya que, si Estados Unidos no logran poner freno al desencadenamiento indiscriminado de la barbarie militar, Irán se expone a duras represalias contra sus posiciones en el Líbano y Siria e incluso a ataques destructivos en su territorio. Y todo ello con el riesgo de desestabilizar regiones cada vez más extensas del planeta, con penurias, hambrunas, millones de desplazados, aumento del riesgo de atentados, enfrentamientos entre comunidades...
Aunque EEUU intente evitar que la situación se salga de control, el riesgo de una conflagración generalizada en Oriente Medio no es desdeñable. Porque, lejos de la disciplina de bloque que prevaleció hasta el colapso de la URSS, todos los actores locales están dispuestos a apretar el gatillo por su cuenta.
Lo primero que llama la atención es que Israel ha actuado en solitario, despertando la ira y la crítica abierta de la administración Biden. En efecto, Netanyahu ha aprovechado el debilitamiento del liderazgo estadounidense para intentar aplastar a la burguesía palestina y destruir a los aliados de Irán, oponiéndose así a la “solución de dos Estados” promovida por Estados Unidos. La indisciplina de Israel, más preocupado por sus propios intereses inmediatos, es un duro golpe para los esfuerzos de Washington por evitar la desestabilización de la región.
Después de tres meses de atrocidades, cada vez está más claro que la guerra entre Israel y Hamas tendrá consecuencias dramáticas a escala mundial: en el plano económico, con el cierre virtual del estrecho de Bab-el-Mandeb, eje comercial mundial golpeado por las milicias hutíes, y en el plano humanitario, con varios millones de personas que se ven ahora obligadas a tomar las rutas del exilio.
Sobre todo, las recientes escaramuzas entre Israel y Hezbolá, al igual que los bombardeos estadounidenses en Yemen, ya han hecho temer lo peor, con el aumento del riesgo de que se abra un nuevo frente contra Irán y sus aliados. Tal extensión del conflicto representaría un paso más en la pérdida de control de Washington sobre la situación mundial: obligado a apoyar a su aliado israelí, supondría un enorme golpe a su política de contención de China y de apoyo a Ucrania, con todos los riesgos de conflagración que ello conlleva en estas regiones.
La guerra en Gaza como en Ucrania muestran que la burguesía no tiene solución para la guerra. La burguesía se ha vuelto totalmente impotente para controlar la espiral de caos y barbarie a la que el capitalismo está arrastrando a toda la humanidad.
El proletariado de Gaza ha sido aplastado. El proletariado de Israel, aturdido por el ataque de Hamas, se ha dejado embaucar por la propaganda nacionalista y guerrera. En los principales bastiones del proletariado, sobre todo en Europa, si la clase obrera no está dispuesta a sacrificarse directamente en las trincheras, sigue siendo incapaz de levantarse directamente contra la guerra imperialista en el terreno del internacionalismo proletario.
Entonces, ¿está todo perdido?... ¡No! La burguesía ha exigido enormes sacrificios para alimentar la máquina de guerra en Ucrania. Frente a la crisis y a pesar de la propaganda, el proletariado se levantó contra las consecuencias económicas de este conflicto, contra la inflación y la austeridad. Es cierto que a la clase obrera todavía le cuesta establecer el vínculo entre militarismo y crisis económica, pero sí que se ha negado a hacer sacrificios: en el Reino Unido con un año de movilizaciones, en Francia contra la reforma de las pensiones, en Estados Unidos contra la inflación y la precariedad laboral...
Mientras el conflicto ucraniano se prolonga, mientras que la guerra israelí-palestina hace estragos y la burguesía redobla sus esfuerzos para llenar la cabeza de los explotados con su despreciable propaganda nacionalista, ¡la clase obrera sigue luchando! Recientemente, Canadá ha sido testigo de un movimiento histórico de lucha proletaria. En los países escandinavos se están produciendo luchas sin precedentes, con expresiones de solidaridad. ¡La clase obrera no ha muerto!
A través de sus luchas, el proletariado se enfrenta también a lo que es la solidaridad de clase. Frente a la guerra, la solidaridad obrera no es con los palestinos ni con los israelíes. Es con los trabajadores de Palestina e Israel, como lo es con los trabajadores de todo el mundo. La solidaridad con las víctimas de las masacres no significa, ciertamente, mantener las mistificaciones nacionalistas que han llevado a los trabajadores a situarse detrás de un arma para defender una camarilla burguesa. La solidaridad obrera significa ante todo desarrollar la lucha contra el sistema capitalista responsable de todas las guerras.
La lucha revolucionaria no puede surgir con un chasquido de dedos. Hoy sólo puede surgir mediante el desarrollo de las luchas obreras contra los ataques económicos cada vez más duros de la burguesía. ¡Las luchas de hoy preparan el camino para la revolución de mañana!
EG, 8 de enero de 2024
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la_realidad_detras_de_los_esloganes_de_la_burguesia.pdf [26] | 62.1 KB |
El gobierno israelí ha proclamado que el objetivo de su devastadora campaña de bombardeos e invasión terrestre contra Gaza es la destrucción de Hamás y que su objetivo no son los civiles, sino la infraestructura y los centros de mando de Hamás. Sin embargo, masacrar "colateralmente" a miles de civiles, hombres, mujeres y niños, es sin duda la forma más segura de reclutar cada vez más adeptos a la llamada "Resistencia Palestina", aunque esta tal vez tenga que reagruparse y cambiar de nombre, impulsada por una sed de venganza cada vez mayor, ya sea en Gaza, en Cisjordania o en el mismo Israel.
Un portavoz del gobierno israelí, Avi Dichter, ministro de agricultura y antiguo miembro del Shin Beth (servicio de inteligencia), posiblemente en un momento de descuido alumbró más claramente sobre los verdaderos objetivos de la fuerte embestida israelí: "Ahora estamos llevando a cabo la Nakba [éxodo palestino de 1948] de Gaza. Desde un punto de vista operativo, no es posible librar una guerra, como intentan hacer las fuerzas armadas israelíes en Gaza, con masas de civiles en medio de tanques y soldados"[i].
Durante la Nakba, en 1948, más de 700 000 refugiados palestinos huyeron del territorio de Israel, "motivados" a marcharse por las atrocidades perpetradas por las milicias sionistas (la más famosa fue la masacre de Deir Yassin cometida por la banda de Stern) y alentados por la proclama triunfalista de los países árabes, que prometían que los refugiados podrían regresar a sus hogares en cuanto su victoria militar fuera inminente. Los ejércitos árabes fueron derrotados y los refugiados nunca pudieron regresar a sus hogares. Cientos de miles de ellos permanecen desde entonces en las miserables condiciones de los campos de refugiados. En resumen, la Nakba fue la limpieza étnica de Israel y la "Nakba de Gaza" podría dar lugar a la expulsión de la inmensa mayoría de sus habitantes que huyen de la muerte, la destrucción y el bloqueo permanente.
Semejante "solución" sólo refleja la total falta de lucidez y de perspectiva a largo plazo del actual gobierno israelí, ya que sólo puede ser el preludio de una futura inestabilidad y de nuevas guerras. Las atroces políticas del gobierno de Netanyahu no hacen sino reflejar una realidad más profunda: el hecho de que la clase dominante de todos los países, guardiana de un orden capitalista moribundo, no tiene perspectivas que ofrecer a la humanidad y se ve arrastrada cada vez más a una espiral destructiva, irracional y suicida. El intento de la OTAN de desangrar a Rusia en la guerra de Ucrania y los esfuerzos desesperados de la burguesía rusa por anexionarse los confines orientales de ese país, son la prueba de que esta espiral no perdona a los países más poderosos del planeta.
Cientos de miles de manifestantes de todo el mundo han participado en protestas que denuncian la destrucción de Gaza y piden un alto el fuego. No cabe duda de que muchos de ellos estaban motivados por la legítima indignación ante el despiadado bombardeo, que se calcula que ha matado a unas 20 000 personas y ha dejado a muchas más heridas y sin hogar. A pesar de ello, lo cierto es que participan en manifestaciones a favor de la guerra, cuyo lema principal, "Del río al mar, Palestina será libre" sólo puede hacerse realidad mediante la destrucción militar de Israel, la masacre y expulsión en masa de los judíos israelíes, una Nakba a la inversa. ¿Y sobre estas ruinas, una Palestina islámica según el modelo de Irán?[ii] La masacre indiscriminada perpetrada por Hamás el 7 de octubre, prácticamente nunca condenada y a veces incluso celebrada en estas manifestaciones, mostró claramente los verdaderos métodos y objetivos de esta "Resistencia".
La imposibilidad de una "Palestina libre" es sólo el reflejo de una realidad más profunda que muestra una vez más la avanzada decadencia de este sistema: la imposibilidad de que cualquier lucha llamada de "liberación nacional" y de que cualquier movimiento nacionalista sea otra cosa que una pieza más en la sangrienta rivalidad de las potencias imperialistas, grandes y pequeñas. La humanidad sólo será libre cuando se destruya la prisión capitalista del Estado nacional y exista una auténtica comunidad mundial, sin explotación ni fronteras nacionales.
Por supuesto, hay quienes condenan tanto la destrucción de Gaza como las atrocidades de Hamás. Algunos apuestan por el diálogo entre israelíes y palestinos a pesar del muro de odio cada vez más espeso creado por esta guerra. Depositan sus esperanzas en una "solución política" en la que las potencias locales y mundiales se sienten a negociar un acuerdo de coexistencia pacífica entre Israel y un Estado palestino de nueva creación.
Pero apelar a la "buena voluntad" de los Estados imperialistas nunca ha detenido las guerras y ni un Israel más "liberal" ni un futuro Estado palestino podrían evitar la tendencia a la guerra y al imperialismo, tendencia de la que, como explicaba Rosa Luxemburgo en 1915, "ninguna nación puede mantenerse al margen". Como decimos en nuestra hoja internacional:
"La historia ha demostrado que la única fuerza que puede poner fin a la guerra capitalista es la clase explotada, el proletariado, enemigo directo de la clase burguesa. Así ocurrió cuando los obreros de Rusia derrocaron al Estado burgués en octubre de 1917 y los obreros y soldados de Alemania se sublevaron en noviembre de 1918: estos grandes movimientos de lucha del proletariado obligaron a los gobiernos a firmar el armisticio. Esto es lo que puso fin a la Primera Guerra Mundial: ¡la fuerza del proletariado revolucionario! La clase obrera debe conquistar la paz real y definitiva en todas partes derrocando al capitalismo a escala mundial"[iii].
Sean cuales sean sus buenas intenciones, todos los que difunden consignas pacifistas propagan ilusiones sobre la naturaleza intrínsecamente violenta del sistema capitalista. El camino hacia una comunidad humana global pasa por la lucha de clases en todos los países y esa lucha implica necesariamente desarrollar los medios para defendernos de los embates de la clase dominante, que luchará hasta la muerte por sus privilegios. Las ilusiones pacifistas desarman ideológica y materialmente a la clase obrera.
Frente a la cacofonía de desilusión y falsas consignas que genera toda guerra capitalista, el principio del internacionalismo proletario, la solidaridad de los explotados en cualquier lugar de la tierra, sigue siendo nuestra única defensa, la única base para comprender cómo responder.
Amos, diciembre de 2023
i Esta declaración, que probablemente sea una crítica a la política oficial, tiene al menos el mérito de "sacar la verdad del armario" en lo que se refiere a los objetivos bélicos del gobierno israelí.
ii De las manifestaciones surgió otra consigna: "Israel es un Estado terrorista". Y esto es indudablemente cierto. Pero encontremos un Estado en el mundo capitalista que no utilice el terror, tanto para aplastar la disidencia interna como para librar sus guerras. El principal apoyo de Hamás, Irán, es un excelente ejemplo: habiendo reprimido salvajemente las manifestaciones "Mujer, Vida, Libertad" en sus propias ciudades, ha ejecutado a 127 personas desde el comienzo de la guerra entre Israel y Palestina, muchas de las cuales habían participado en estas manifestaciones.
iii Véase nuestra hoja internacional: "Guerras y masacres en Israel, Gaza, Ucrania, Azerbaiyán... ¡El capitalismo siembra la muerte en todo el mundo! ¿Cómo impedirlo?", [27] disponible nuestro sitio web.
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/cop_28_en_dubai_un_simbolo_del_cinismo_de_la_burguesia.pdf
[2] https://www.iea.org/reports/co2-emissions-in-2022
[3] https://en.internationalism.org/content/17401/bourgeoisie-unable-stem-tide-climate-change
[4] https://es.internationalism.org/en/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[5] https://es.internationalism.org/en/tag/3/50/medio-ambiente
[6] https://es.internationalism.org/files/es/critica_a_los_llamados_22comunistizadores22_iii_2a_parte._jacques_camatte_del_bordiguismo_a_la_negacion_del_proletariado_0.pdf
[7] https://es.internationalism.org/content/5043/critica-los-llamados-comunistizadores-iii-1a-parte-jacques-camatte-del-bordiguismo-la
[8] https://archivesautonomies.org/
[9] https://es.internationalism.org/content/4897/los-anos-20-del-siglo-xxi-la-aceleracion-de-la-descomposicion-capitalista-plantea
[10] https://en.internationalism.org/content/17032/growth-decay
[11] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2337/decadencia-del-capitalismo-ii-que-metodo-cientifico-debe-usarse-pa
[12] https://es.internationalism.org/revista-internacional/199507/1824/xi-el-marx-de-la-madurez-comunismo-del-pasado-comunismo-del-futuro
[13] https://libcom.org/article/interview-jacques-camatte-2019
[14] https://es.internationalism.org/content/4929/critica-de-los-llamados-comunistizadores-ii-del-izquierdismo-al-modernismo-las
[15] https://es.internationalism.org/en/tag/series/los-comunistizadores
[16] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/pantano
[17] https://es.internationalism.org/en/tag/cuestiones-teoricas/modernismo
[18] https://es.internationalism.org/files/es/despues_de_ucrania_el_oriente_medio._el_capitalismo_solo_tiene_un_futuro_la_barbarie_y_el_caos.pdf
[19] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/oriente-medio
[20] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/israel
[21] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/palestina
[22] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/rusia
[23] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/ucrania
[24] https://es.internationalism.org/en/tag/3/45/descomposicion
[25] https://es.internationalism.org/en/tag/3/47/guerra
[26] https://es.internationalism.org/files/es/la_realidad_detras_de_los_esloganes_de_la_burguesia.pdf
[27] https://es.internationalism.org/content/5019/guerras-y-masacres-en-israel-gaza-ucrania-azerbaiyan-el-capitalismo-siembra-la-muerte
[28] https://es.internationalism.org/en/tag/3/48/imperialismo