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La precipitada retirada de las fuerzas estadounidenses y de otros países occidentales de Afganistán es una cruda manifestación de la incapacidad del capitalismo para ofrecer algo más que una creciente barbarie. El verano de 2021 ya ha visto una aceleración de acontecimientos interconectados que muestran que el planeta ya está en llamas: el estallido de olas de calor y de incendios incontrolables desde la costa oeste de EEUU hasta Siberia, las inundaciones, los continuos estragos de la pandemia de Covid-19 y la dislocación económica que ha causado. Todo esto es "una revelación del nivel de putrefacción alcanzado durante los últimos 30 años"[1]. Como marxistas, nuestro papel no es simplemente comentar este caos creciente, sino analizar sus raíces, que se encuentran en la crisis histórica del capitalismo, y mostrar las perspectivas para la clase obrera y el conjunto de la humanidad.
Los talibanes son presentados como enemigos de la civilización, un peligro para los derechos humanos y los derechos de las mujeres en particular. No cabe duda de que son brutales y de que se rigen por una visión que se remonta a los peores aspectos de la Edad Media. Sin embargo, no son una rara excepción a los tiempos que vivimos. Son el producto de un sistema social reaccionario: el capitalismo decadente. En particular, su ascenso es una manifestación de la descomposición, la etapa final de la decadencia del capitalismo[2].
En la segunda mitad de los años 70 se produjo una escalada de la Guerra Fría entre los bloques imperialistas estadounidense y ruso, con la colocación de misiles de crucero por parte de Estados Unidos en Europa Occidental obligando a la URSS a participar en una carrera armamentística que cada vez podía permitirse menos. Sin embargo, en 1979 uno de los pilares del bloque occidental en Oriente Medio, Irán, se hundió en el caos. Todos los intentos de las fracciones inteligentes de la burguesía por imponer el orden fracasaron y los elementos más retrógrados del clero aprovecharon este caos para llegar al poder. El nuevo régimen rompió con el bloque occidental, pero también se negó a unirse al bloque ruso. Irán tiene una extensa frontera con Rusia y, por tanto, había actuado como una pieza clave en la estrategia occidental de cercar a la URSS. Ahora se había convertido en un cañón suelto en la región. Este nuevo desorden animó a la URSS a invadir Afganistán cuando Occidente intentó derrocar el régimen prorruso que había conseguido instalar en Kabul en 1978. Con la invasión de Afganistán, Rusia esperaba que en una fase posterior también pudiera acceder al océano Índico.
En Afganistán asistimos a una terrible explosión de barbarie militar. La URSS desató todo el poderío de su arsenal sobre los muyaidines ("luchadores por la libertad") y la población en general. Por otro lado, el bloque estadounidense armó, financió y entrenó a los muyahidines y a los señores de la guerra afganos opuestos a los rusos. Entre ellos había muchos fundamentalistas islámicos y también una creciente afluencia de yihadistas de todo el mundo. Estados Unidos y sus aliados enseñaron a estos "luchadores por la libertad" todas las artes del terror y la guerra. Esta guerra por la "libertad" mató entre 500.000 y 2 millones de personas y dejó el país devastado. También fue la cuna de una forma más global de terrorismo islámico, tipificada por el ascenso de Bin Laden y Al-Qaida.
Al mismo tiempo, Estados Unidos empujó a Irak a una guerra de ocho años contra Irán, en la que fueron masacrados alrededor de 1,4 millones de personas. Mientras Rusia se agotaba en Afganistán, lo que contribuyó fuertemente al colapso del bloque ruso en 1989, e Irán e Irak se veían arrastrados a la espiral de la guerra, la dinámica en la región mostraba que el punto de partida, la transformación de Irán en un Estado "canalla", era uno de los primeros indicios de que las contradicciones cada vez más profundas del capitalismo empezaban a socavar la capacidad de las grandes potencias para imponer su autoridad en diferentes regiones del planeta. Detrás de esta tendencia había algo más profundo: la incapacidad de la clase dominante para imponer su solución a la crisis del sistema -otra guerra mundial- a una clase obrera mundial que había demostrado su falta de voluntad para sacrificarse en nombre del capitalismo en una serie de luchas entre 1968 y finales de los años 80, sin ser capaz, sin embargo, de plantear una alternativa revolucionaria al sistema. En definitiva, un impasse entre las dos grandes clases determinó la entrada del capitalismo en su fase final, la fase de descomposición, caracterizada, a nivel imperialista, por el fin del sistema de dos bloques y la aceleración del "sálvese quien pueda"[3]
En la década de 1990, tras la salida de los rusos de Afganistán, los señores de la guerra victoriosos se enfrentaron entre sí, utilizando todas las armas y los conocimientos de la guerra que les dio Occidente para controlar las ruinas. Las matanzas al por mayor, la destrucción y las violaciones masivas destruyeron la poca cohesión social que había dejado la guerra.
El impacto social de esta guerra no se limitó a Afganistán. La plaga de la adicción a la heroína que estalló a partir de los años 80, llevando la miseria y la muerte a todo el mundo, fue una de las consecuencias directas de la guerra. Occidente animó a la oposición a los talibanes a cultivar opio para financiar los combates.
El despiadado fanatismo religioso de los talibanes fue, pues, producto de décadas de barbarie. También fueron manipulados por Pakistán, para tratar de imponer alguna forma de orden a sus puertas.
La invasión de Estados Unidos en 2001, lanzada con la excusa de deshacerse de Al Qaeda y los talibanes, junto con la invasión de Irak en 2003, fueron intentos del imperialismo estadounidense de imponer su autoridad ante las consecuencias de su declive. Intentó que otras potencias, especialmente las europeas, actuaran en respuesta al atentado contra uno de sus miembros. Salvo el Reino Unido, todas las demás potencias se mostraron tibias. De hecho, Alemania ya había iniciado un nuevo camino "independiente" a principios de los años 90, al apoyar la secesión de Croacia, que a su vez provocó la horrible matanza de los Balcanes. En las dos décadas siguientes, los rivales de Estados Unidos se envalentonaron aún más al ver cómo este país se veía envuelto en guerras imposibles de ganar en Afganistán, Irak y Siria. El intento de EE.UU. de afirmar su dominio como única superpotencia restante revelaría cada vez más el verdadero declive del "liderazgo" imperialista de EE.UU.; y lejos de conseguir imponer un orden monolítico en el resto del planeta, EE.UU. se había convertido ahora en el principal vector del caos y la inestabilidad que marcan la fase de descomposición capitalista.
La política de retirada de Afganistán es un claro ejemplo de realpolitik. Estados Unidos tiene que liberarse de estas guerras costosas y debilitantes para concentrar sus recursos en reforzar sus esfuerzos para contener y socavar a China y Rusia. La administración de Biden ha demostrado no ser menos cínica en la búsqueda de las ambiciones estadounidenses que Trump.
Al mismo tiempo, las condiciones de la retirada de EE.UU. han hecho que el mensaje de la administración Biden "America ha vuelto", de que EE.UU. es un aliado fiable, haya recibido un duro golpe. A largo plazo, la administración probablemente se basa en el miedo a China para obligar a países como Japón, Corea del Sur y Australia a cooperar con el "giro hacia el este" de Estados Unidos, destinado a contener a China en el Mar de China Meridional y en otros lugares de la región.
Sería un error concluir de ello que Estados Unidos se ha alejado simplemente de Oriente Medio y Asia Central. Biden ha dejado claro que EE.UU. seguirá una política "por encima del horizonte" en relación con las amenazas terroristas. Esto significa que utilizará sus bases militares en todo el mundo, su marina y su fuerza aérea para infligir destrucción a los estados de estas regiones si ponen en peligro a EEUU. Esta amenaza también está relacionada con la situación cada vez más caótica de África, donde a Estados fallidos como Somalia podría unirse Etiopía, asolada por la guerra civil, con sus vecinos apoyando a uno u otro bando. Esta lista aumentará a medida que los grupos terroristas islámicos de Nigeria, Chad y otros lugares se envalentonen con la victoria de los talibanes para intensificar sus campañas.
Si la retirada de Afganistán está motivada por la necesidad de centrarse en el peligro que supone el ascenso de China y el resurgimiento de Rusia como potencias mundiales, sus limitaciones parecen evidentes, ofreciendo incluso al imperialismo chino y ruso una vía de entrada en el propio Afganistán. China ya ha invertido masivamente en su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda en Afganistán y ambos estados han iniciado relaciones diplomáticas con los talibanes. Pero ninguno de estos estados puede superar un desorden mundial cada vez más contradictorio. La ola de inestabilidad que se extiende por África, Oriente Medio (el colapso de la economía libanesa es el más reciente), Asia Central y Extremo Oriente (Myanmar en particular) es un peligro para China y Rusia tanto como para Estados Unidos. Son plenamente conscientes de que Afganistán no tiene un verdadero Estado que funcione y de que los talibanes no podrán construirlo. La amenaza de los señores de la guerra al nuevo gobierno es bien conocida. Partes de la Alianza del Norte ya han dicho que no aceptarán el gobierno, y el ISIS, que también ha estado involucrado en Afganistán, considera a los talibanes como apóstatas porque están dispuestos a hacer tratos con el Occidente infiel. Es posible que parte de la antigua clase dirigente afgana intente trabajar con los talibanes, y muchos gobiernos extranjeros están abriendo canales, pero esto se debe a que les aterra que el país vuelva a caer en el caos y el caudillismo, lo que se extenderá a toda la región.
La victoria de los talibanes sólo puede alentar a los terroristas islámicos uigures que actúan en China, aunque los talibanes no los apoyen. El imperialismo ruso conoce el amargo coste del enredo en Afganistán y puede ver que la victoria de los talibanes proporcionará un nuevo impulso a los grupos fundamentalistas de Uzbekistán, Turkmenistán y Tayikistán, estados que forman una barrera entre ambos países. Aprovechará esta amenaza para reforzar su influencia militar en estos estados y en otros, pero puede ver que ni siquiera el poderío de la maquinaria bélica estadounidense podría aplastar una insurgencia de este tipo si ésta obtiene suficiente apoyo de otros estados.
Estados Unidos fue incapaz de derrotar a los talibanes y establecer un estado cohesionado. Se ha retirado sabiendo que, aunque ha tenido que sufrir una auténtica humillación, ha dejado una bomba de relojería de inestabilidad a su paso. Rusia y China tienen ahora que tratar de contener este caos. Cualquier idea de que el capitalismo puede traer estabilidad y alguna forma de futuro a esta región es una pura ilusión.
Estados Unidos, Gran Bretaña y todas las demás potencias han utilizado el coco de los talibanes para ocultar el terror y la destrucción que han infligido a la población de Afganistán durante los últimos 40 años. Los muyahidines apoyados por Estados Unidos masacraron, violaron, torturaron y saquearon tanto como los rusos. Al igual que los talibanes, llevaron a cabo campañas de terror en los centros urbanos controlados por los rusos. Sin embargo, esto fue cuidadosamente ocultado a la vista por Occidente. Lo mismo ha sucedido en los últimos 20 años. Los medios de comunicación occidentales han destacado la terrible brutalidad de los talibanes, mientras que las noticias sobre las víctimas, los asesinatos, las violaciones y las torturas infligidas por el gobierno "democrático" y sus partidarios fueron cínicamente barridas bajo la alfombra. De alguna manera, no vale la pena mencionar la voladura de jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, por los proyectiles, bombas y balas del gobierno respaldado por los "democráticos", amantes de los "derechos humanos", Estados Unidos y el Reino Unido. De hecho, ni siquiera se ha informado del alcance total del terror que han infligido los talibanes. Se considera que no es "digno de mención" a menos que pueda ayudar a justificar la guerra.
Los parlamentos de Europa se han hecho eco de los políticos estadounidenses y británicos al lamentar el terrible destino de las mujeres y otras personas en Afganistán bajo los talibanes. Los mismos políticos han impuesto leyes de inmigración que han llevado a miles de refugiados desesperados, entre ellos muchos afganos, a arriesgar sus vidas intentando cruzar el Mediterráneo o el Canal de la Mancha. ¿Dónde están sus lamentos por los miles de personas que se han ahogado en el Mediterráneo en los últimos años? ¿Qué preocupación muestran por los refugiados que se ven obligados a vivir en poco más que campos de concentración en Turquía o Jordania (financiados por la UE y Gran Bretaña) o vendidos en los mercados de esclavos de Libia? Estos portavoces burgueses que condenan a los talibanes por su inhumanidad alientan la construcción de un muro de acero y hormigón alrededor de Europa del Este para detener el movimiento de los refugiados. El hedor de su hipocresía es abrumador.
El panorama de la guerra, la pandemia, la crisis económica y el cambio climático es realmente temible. Por eso la clase dominante llena sus medios de comunicación con ellos. Quiere que el proletariado esté sometido, que se acobarde ante la sombría realidad de este sistema social en descomposición. Quieren que seamos como niños agarrados a las faldas de la clase dominante y su Estado. Las grandes dificultades que ha tenido el proletariado en la lucha por la defensa de sus intereses en los últimos 30 años permiten que este miedo se apodere más. La idea de que el proletariado es la única fuerza capaz de ofrecer un futuro, una sociedad completamente nueva, puede parecer absurda. Pero el proletariado es la clase revolucionaria y tres décadas de retroceso no lo han erradicado, aunque la duración y profundidad de este retroceso hace más difícil que la clase obrera internacional recupere la confianza en su capacidad para resistir los crecientes ataques a sus condiciones económicas. Pero sólo a través de estas luchas la clase obrera puede volver a desarrollar su fuerza. Como dijo Rosa Luxemburgo, el proletariado es la única clase que desarrolla su conciencia a través de la experiencia de las derrotas. No hay ninguna garantía de que el proletariado pueda estar a la altura de su responsabilidad histórica de ofrecer un futuro al resto de la humanidad. Esto ciertamente no tendrá lugar si el proletariado y sus minorías revolucionarias sucumben a la aplastante atmósfera de desesperación y desesperanza promovida por nuestro enemigo de clase. El proletariado sólo puede desempeñar su papel revolucionario mirando a la cara la sombría realidad del capitalismo en descomposición y negándose a aceptar los ataques a sus condiciones económicas y sociales, sustituyendo el aislamiento y la impotencia por la solidaridad, la organización y la creciente conciencia de clase.
Corriente Comunista Internacional 22-8-21
[1] https://es.internationalism.org/content/4630/informe-sobre-la-pandemia-de-covid-19-y-el-periodo-de-descomposicion-capitalista [2]
[2] Ver nuestras Tesis sobre la Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [3]
[3] Sobre la nueva situación imperialista impuesta por la descomposición ver Militarismo y Descomposición https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion [4]
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En unas pocas semanas, las catástrofes climáticas se han producido a un ritmo alarmante en todo el mundo. En Estados Unidos, Pakistán, España y Canadá, las temperaturas se han acercado a los 50°C. En el norte de la India, el calor causó varios miles de muertes. 800.000 hectáreas de bosques siberianos, una de las regiones más frías del mundo, ya se han convertido en humo. En Norteamérica, la ya tradicional temporada de grandes incendios forestales ya ha comenzado: ¡sólo en la Columbia Británica ya han ardido más de 150.000 hectáreas! En el sur de Madagascar, una sequía sin precedentes ha sumido a 1,5 millones de personas en la hambruna. Cientos de miles de niños están muriendo, porque no tienen nada que comer ni beber, ¡en una indiferencia casi unánime! Kenia y otros países africanos están viviendo la misma situación dramática.
Pero mientras algunas partes del mundo se asfixian, las fuertes lluvias han afectado a Japón, China y Europa, provocando inundaciones sin precedentes y desprendimientos de tierra mortales. En Europa Occidental, sobre todo en Alemania y Bélgica, las inundaciones, en el momento de escribir este artículo, han causado más de 200 muertos y miles de heridos. Miles de casas, pueblos enteros, ciudades y calles han sido arrasados. En el oeste de Alemania, la red de carreteras, las líneas eléctricas, las tuberías de gas, las redes de telecomunicaciones y los ferrocarriles quedaron devastados. Muchos puentes de ferrocarril y de carretera se derrumbaron. Nunca antes esta región se había visto afectada por inundaciones de tal magnitud.
En China, en la ciudad de Zhengzhou, capital de la provincia central de Henan y poblada por 10 millones de habitantes, cayó el equivalente a un año de lluvias en tres días. Las calles se transformaron en furiosos torrentes, con alucinantes escenas de devastación y caos: carreteras derrumbadas, asfalto destrozado, vehículos arrastrados por el agua... Miles de usuarios del metro se encontraron atrapados en estaciones, trenes o túneles, a menudo con el agua hasta el cuello. Se informa de que al menos 33 personas han muerto y muchas han resultado heridas. 200.000 personas han sido evacuadas. Los suministros de agua, electricidad y alimentos se cortaron repentinamente. Nadie había sido advertido. Los daños agrícolas se cuentan por millones. En el sur de Henan, la presa del embalse de Guojiaju se rompió y otras dos amenazan con derrumbarse en cualquier momento.
Las terribles conclusiones del pre - informe del IPCC que se ha filtrado a la prensa son escalofriantes: "La vida en la Tierra puede recuperarse de un cambio climático importante evolucionando hacia nuevas especies y creando nuevos ecosistemas. La humanidad no puede”. Los científicos llevan décadas advirtiendo de los peligros del cambio climático. ¡Estamos cada vez peor! Ya no se trata sólo de la extinción de especies o de catástrofes localizadas; los cataclismos son ahora permanentes... ¡y lo peor está por llegar!
Desde hace años se multiplican las olas de calor, los incendios, los huracanes y las imágenes de destrucción. Pero si las carencias y la incompetencia de los Estados más pobres en la gestión de las catástrofes ya no sorprenden a nadie, la creciente incapacidad de los grandes países considerados “ricos” para hacerles frente es especialmente significativa del nivel de crisis en el que se está hundiendo el capitalismo. No sólo los fenómenos climáticos son cada vez más devastadores, numerosos e incontrolables, sino que los Estados y los servicios de emergencia, bajo el peso de décadas de recortes presupuestarios, están cada vez más desorganizados y suelen fracasar en sus operaciones.
La situación en Alemania es una clara expresión de esta tendencia. Aunque el Sistema Europeo de Alerta de Inundaciones (EFAS), creado tras las inundaciones de 2002, anticipó las inundaciones de los días 14 y 15 de julio, como ha declarado la hidróloga Hannah Cloke, "las advertencias no se tomaron en serio y los preparativos fueron inadecuados"[1]. El gobierno central se deshizo de los sistemas de alerta entregándolos a los estados federales, o incluso a los municipios, sin procedimientos estandarizados ni recursos sustanciales. Como consecuencia, mientras las redes eléctricas y telefónicas se habían colapsado, imposibilitando la alerta y la evacuación de la población, la protección civil sólo pudo hacer sonar las sirenas donde aún funcionaban. Antes de la reunificación, había unas 80.000 sirenas en Alemania Occidental y Oriental; ahora sólo 15.000 siguen funcionando[2]. Debido a la falta de comunicación y coordinación, las operaciones de las fuerzas de rescate también fueron desordenadas. En otras palabras, ¡la austeridad y la incompetencia burocrática han contribuido en gran medida a este fiasco!
Pero la responsabilidad de la burguesía no termina con los fallos de los sistemas de seguridad. En estas regiones urbanizadas y densamente pobladas, la permeabilidad del suelo se reduce considerablemente, lo que aumenta el riesgo de inundaciones. Desde hace décadas, para concentrar mejor la mano de obra en aras de la rentabilidad, las autoridades nunca han dudado en autorizar la construcción de muchas viviendas en zonas inundables.
Una gran parte de la burguesía no podía dejar de admitir la relación entre el calentamiento global y el aumento de las catástrofes. Entre los escombros, la canciller alemana declaró solemnemente: "Debemos darnos prisa. Debemos avanzar más rápido en la lucha contra el cambio climático”[3]¡Esto son buenos deseos! Desde los años setenta, casi todos los años se celebran cumbres internacionales y otras conferencias, con su cuota de promesas, objetivos y compromisos. Cada vez, los "acuerdos históricos" resultan no ser más que piadosas esperanzas, mientras las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando año tras año.
En el pasado, la burguesía fue capaz de movilizarse sobre cuestiones específicas desde el punto de vista de su economía, como la reducción drástica de los gases fluorados responsables del "agujero" de la capa de ozono. Estos gases se utilizaban en acondicionadores de aire, frigoríficos y botes de aerosol. Se trata, sin duda, de un esfuerzo importante en vista de los riesgos que sigue planteando el deterioro de la capa de ozono, pero nunca ha exigido un trastorno drástico del aparato de producción capitalista. Las emisiones de CO2 son una cuestión mucho más importante en este sentido.
Los gases de efecto invernadero son los vehículos que transportan trabajadores y mercancías, la energía que hace funcionar las fábricas, la producción de metano y la destrucción de los bosques provocada por la agricultura intensiva. En resumen, las emisiones de CO2 van al corazón de la producción capitalista: la concentración del trabajo en grandes metrópolis, la anarquía de la producción, el intercambio de mercancías a escala mundial, la industria pesada... Por eso la burguesía es incapaz de encontrar soluciones reales a la crisis climática. La búsqueda del beneficio, la sobreproducción masiva de mercancías, así como el saqueo de los recursos naturales, no es una "opción" para el capitalismo: es la condición sine qua non de su existencia. La burguesía sólo puede promover el aumento de la producción ante la ampliación de la acumulación de su capital, sin la cual pone en peligro sus propios intereses y beneficios ante la exacerbada competencia globalizada. La esencia tácita de esta lógica es: "después de mi el diluvio". Los fenómenos climáticos extremos ya no sólo afectan a las poblaciones de los países más pobres, sino que ahora perturban directamente el funcionamiento del aparato productivo industrial y agrícola de los países centrales. ¡La burguesía está así atrapada en el vicio de las contradicciones insolubles!
Ningún Estado es capaz de transformar radicalmente su aparato productivo sin sufrir un brutal revés ante la competencia de otros países. La canciller Merkel puede afirmar que hay que "ir más rápido", pero el Gobierno alemán nunca ha querido oír hablar de normativas medioambientales demasiado estrictas para proteger sectores estratégicos como el acero, los productos químicos o los automóviles. Merkel también consiguió aplazar el abandono (muy gradual) del carbón durante años: la minería de carbón a cielo abierto en Renania y Alemania del Este sigue siendo uno de los mayores contaminantes de Europa. En otras palabras, el precio de la fuerte competitividad de la economía alemana es la destrucción descarada del medio ambiente. La misma lógica implacable se aplica a las cuatro esquinas del planeta: renunciar a emitir CO2 a la atmósfera o a destruir los bosques sería, tanto para el "taller del mundo" que es China como para todos los países industrializados, dispararse en el pie.
Ante esta expresión flagrante del estancamiento del capitalismo, la burguesía utiliza las catástrofes para defender mejor su sistema. En Alemania, donde la campaña para las elecciones federales de septiembre está en pleno apogeo, los candidatos compiten entre sí para “demostrar” quien lucha más contra el cambio climático. Pero todo esto es sólo un escaparate. La "economía verde", que supuestamente creará millones de puestos de trabajo y promoverá el llamado "crecimiento verde", no representa una salida para el capital, ni económica ni ecológicamente. A los ojos de la burguesía, la "economía verde" tiene sobre todo un valor ideológico destinado a fingir la posibilidad de reformar el capitalismo. Si surgen nuevos sectores con sabor ecológico, como la producción de paneles fotovoltaicos, de biocarburantes o de vehículos eléctricos, no sólo no podrán servir nunca de verdadera locomotora para el conjunto de la economía, dados los límites de los mercados solventes, sino que su impacto catastrófico sobre el medio ambiente ya no es dudoso: destrucción masiva de bosques para extraer tierras raras, reciclaje deplorable de baterías, cultivo intensivo de colza, etc.
La "economía verde" es también un arma contra la clase trabajadora, que justifica los cierres de fábricas y los despidos, como demuestran las palabras de Baerbock, el candidato verde en las elecciones alemanas: "Sólo podremos eliminar progresivamente los combustibles fósiles [y los trabajadores que los acompañan] si contamos con un cien por cien de energías renovables"[4]. Hay que decir que cuando se trata de despidos y explotación de la mano de obra, los Verdes saben mucho, ya que contribuyeron activamente a las despreciables reformas del gobierno de Schröder durante siete años.
La impotencia de la burguesía ante los efectos humanos, sociales y económicos cada vez más devastadores del cambio climático no es, sin embargo, una fatalidad. Ciertamente, al estar atrapada en el círculo vicioso de las contradicciones de su propio sistema, la burguesía sólo puede llevar a la humanidad al desastre. Pero la clase obrera, a través de su lucha contra la explotación con vistas al derrocamiento del capitalismo, es la respuesta a esta contradicción evidente entre, por un lado, la obsolescencia de los métodos de producción capitalistas, su anarquía total, la sobreproducción generalizada, el saqueo insensato de los recursos naturales, y, por otro, la necesidad imperiosa de racionalizar la producción y la logística para responder a las necesidades humanas urgentes y no a las del mercado. Al librar a la humanidad del beneficio y la explotación capitalistas, el proletariado tendrá efectivamente la posibilidad material de llevar a cabo un programa radical de protección del medio ambiente. Si aún queda mucho camino por recorrer, ¡el comunismo es más necesario que nunca para la supervivencia de la humanidad!
EG 23-7-21
[1] "Alemania: tras las inundaciones, primeros intentos de explicación", Libération.fr (17 de julio de 2021).
[2] « Warum warnten nicht überall Sirenen vor der Flut ? [9] », N-TV.de (19 juillet 2021).
[3] « Choquée par les dégâts “surréalistes”, Angela Merkel promet de reconstruire [10] », LeMonde.fr (18 juillet 2021).
[4] « Klimaschutz fällt nicht vom Himmel, er muss auch gemacht werden [11] », Welt.de (22 juillet 2021)
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El 11 y 12 de julio de este año se han presentado en Cuba las manifestaciones callejeras más importantes desde hace 62 años, de frente a las cuales el gobierno cubano y junto a ella todo el aparato de izquierda de la burguesía pretende explicarlas como resultado del pretendido “bloqueo económico” y la manipulación realizada desde el gobierno de los EUA en contra del “comunismo”. Por su parte, los medios de divulgación de la ideología de derecha lo presentan como un levantamiento del pueblo en contra del “comunismo”. Ambas posturas parten del falso argumento que es suponer que lo existente en Cuba es socialismo o comunismo. ¡Es una mentira! Cuba no es otra cosa sino un residuo de los regímenes estalinistas, que son una forma extrema de la dominación del capitalismo de Estado, expresando la decadencia de este sistema moribundo y mortífero para la humanidad. Izquierda y derecha esconden en sus argumentos que Cuba es un país con una economía dirigida por las leyes capitalistas, en el que existen clases sociales enfrentadas y una feroz explotación de los trabajadores, por lo que, como en cualquier otro país, se manifiestan expresiones de descontento de parte de los explotados, rechazando la vida miserable que este sistema ofrece[1]. Sin embargo, el reconocimiento de la existencia en Cuba de clases sociales confrontadas (burguesía y proletariado), no significa que toda manifestación de descontento ha de exponer una respuesta consciente del proletariado, aun cuando inicialmente exprese necesidades reales de los explotados, porque el proceso de toma de consciencia y el logro de la autonomía del combate del proletariado no es ni inmediato ni mecánico, sobre todo porque los trabajadores tienen que enfrentar de forma continua a la ideología dominante y al ambiente de confusión que profundiza la descomposición del capitalismo. Como ejemplo de esto, son las movilizaciones que en 2019 se presentaron en Chile y Ecuador, en las que el interclasismo impidió el avance de la combatividad y el actuar consciente de los trabajadores[2]. En mayo de 2020 en los EUA también se presentaron manifestaciones protestando por el asesinato de George Floyd pero en ellas la clase trabajadora aparece diluida y controlada por la misma burguesía. Había sin duda un descontento por la acción criminal de la policía; fueron muchos los trabajadores que de forma individual se integraron a las manifestaciones y, sin embargo, la burguesía a partir del movimiento “Black Lives Matter”, logró concentrar el coraje en el “racismo” y llevarlo a la ilusión democrática, reclamando una mejor policía y un poder judicial más democrático, lo que lo llevó incluso a integrarlo al terreno electoral[3].
En Sudáfrica en los primeros días del mes de julio se vivieron también revueltas en las que la respuesta de la policía dejó más de 200 muertos y cientos de detenidos. Las manifestaciones sin duda las encabezaban miembros de las clases marginadas y fueron estos mismos los que entregaron sus vidas y sin embargo los motivos por los que estaban en las calles eran totalmente ajenas a sus intereses. La pugna al interior del partido gobernante, Congreso Nacional Africano, que llevó al encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma (acusado de corrupción), fue el motivo para que, desde una fracción de la burguesía se impulsara una campaña propagandista (desde las redes sociales) encendiendo el ánimo chauvinista y racial de la población zulú, lanzando a las masas depauperadas y explotadas a un camino sin perspectivas, aprovechando el descontento permanente que existe y que en el marco de la pandemia se resalta por la impotencia y la incertidumbre. De manera que para entender las revueltas que se han presentado en Cuba se requiere analizar los motivos, los efectos y, ante todo, la participación que en estas ha tenido el proletariado, teniendo en cuenta que esta expresión se lleva a cabo en un momento de la aceleración del pudrimiento del sistema, que ha provocado un mayor hundimiento en la pauperización, agravando las condiciones de vida de los proletarios, por la escasez de bienes de primera necesidad, pero también por el descuido de la atención médica necesaria por la pandemia[4].
Como en el resto del mundo, en Cuba la crisis económica viene aplastando las condiciones de vida de los trabajadores, pero al fundirse con la pandemia, el rastro de muerte y miseria que va dejando a su paso se acrecienta de manera dramática. La expansión del virus del Covid-19 ha puesto en evidencia la gran mentira difundida por el gobierno cubano y repetido por la canalla de izquierda y extrema izquierda del capital, sobre la existencia del gran modelo del sistema de salud cubano y que fundan en el hecho de contar con más de 95 mil médicos, lo que implica que son 9 médicos por cada 1,000 habitantes, sin embargo repiten el mismo historial de descuidos que encontramos a lo largo del planeta e incluso son más graves, como lo confirma el hecho de que la gran mayoría de la población no está vacunada (la tasa de vacunación es solo de 22%), pero además no cuenta con medicinas, oxígeno, antígenos, gel, ni jeringas...
La crisis de 2008 había dejado secuelas latentes que la pandemia ha revivido y relanzado con mayor magnitud. La dificultad para reactivar la inversión es un problema presente en todos los países y aunque con el cierre de gran parte de la producción lo ha profundizado, lo cierto es que ya se mostraban aún antes de la expansión del virus del Covid-19 y en el caso de Cuba, por su inestabilidad crónica se acrecientan aún más los conflictos al cerrarse las actividades turísticas (de las que el Estado obtiene sus principales ganancias), cayendo así su PIB en el año 2020 en 11% y disminuyendo en 80% sus importaciones.
Desde los años 60, en el marco de la “guerra fría”, la isla de Cuba fue integrada en la esfera de dominio del bloque imperialista comandado por la URSS, así, cumpliendo intereses imperialistas el Estado cubano se integró en el enfrentamiento con el bloque opositor comandado por EUA, el cual, como parte de esta confrontación le impuso algunas restricciones comerciales (calificadas por la propaganda castrista como “bloqueo económico”, mientras que el gobierno norteamericano lo define como un “embargo”[5]), no obstante, la URSS sostuvo económica y políticamente a la isla, al grado que fue el principal comprador de sus escasos productos exportables, le cubría el 70% de sus importaciones, lo equipó militarmente, pero además le transfirió una gran masa de capitales. Por eso cuando cayó el bloque estalinista a fines de los años 80, Cuba quedó sin padrino y su economía se colapsó.
Entre 1990 y 1993 el PIB de Cuba cayó 36%, lo que la llevó a entrar en lo que llamaron un “período especial”, que significó un recrudecimiento de las condiciones de vida de la población y, si logró sobrevivir, fue por su acercamiento con capitales de origen europeo (mayoritariamente español) que invirtieron en proyectos turísticos y financieros, posteriormente con el apoyo que obtiene del Estado venezolano, logró detener el colapso. El gobierno de Chávez aprovechando las altas rentas recibidas por el petróleo, en un marco de colaboración imperialista, llevó a cabo proyectos políticos y empresariales con el Estado cubano, sin embargo, los flujos monetarios obtenidos por el petróleo venezolano se detienen en 2015, quebrando junto a la economía venezolana, la cubana, llegando ambas economías a niveles de insolvencia.
Una de las medidas que el gobierno de Castro aplicó en 1994, en el marco del “período especial”, fue el uso de la doble moneda: el peso cubano (CUP), en el que recibían sus salarios los trabajadores y el peso convertible (CUC), utilizado para el comercio con turistas. De esta manera se controlaba por parte del Estado el manejo de todas las divisas que llegaran, ya sea vía turistas o por remesas.
Se vuelve relevante mencionar a este proyecto porque en diciembre de 2020 se ha decretado por el gobierno de Díaz Canel, sucesor de los Castro, la unificación monetaria, acompañando el decreto con la formación de tiendas con pago exclusivo en moneda foránea, llamadas de MLC (Moneda Libremente Convertible), las cuales concentran las pocas mercancías de subsistencia y hacen obligatorio su pago en moneda extranjera, haciendo así más difícil para los trabajadores adquirir esas mercancías. Pero además, al operarse este “ajuste monetario”, ha destapado niveles de inflación tan severos que se han tenido que dar incrementos del 450% en los salarios y de 500% en las jubilaciones, sin embargo no logran recuperar las condiciones de vida de los trabajadores, ya que enseguida se han incrementado los precios de mercancías básicas como la energía eléctrica y el transporte[6], pero además, la paralización de la economía y la escasa actividad productiva (que no alcanza a cubrir la demanda interna) hace que exista un desabasto crónico de alimentos y medicinas, que obligan, a los que pueden pagar, a hacer filas de hasta 6 horas. El combustible al escasear, ha provocado la falta de transporte público, pero además ha motivado apagones de energía eléctrica cotidianos, de hasta por 12 horas.
En ese ambiente, que se torna aún más explosivo al incrementarse los casos del Covid-19[7], la desesperación y la exasperación crecen y alientan a la protesta, que aparece inicialmente en la ciudad de San Antonio de los Baños. Algunas centenas de personas salieron a las calles gritando ¡Libertad y comida! y ¡Abajo el MLC!… durante casi una hora se transmitió por redes sociales esas manifestaciones, hasta que el gobierno bloqueó el Internet y lanzó a la policía a la represión, pero ya para entonces las manifestaciones se replicaban en 40 ciudades y pueblos e incluso en La Habana. En todos los lugares en donde tuvieron lugar las manifestaciones, los gases fueron las primeras armas de ataques de la policía, luego vinieron las balas de la policía y el ejército, que dejaron un muerto (habitante de uno de los barrios más pobres de La Habana) y para rematar, las detenciones masivas. El primer día de la manifestación fueron 150 los detenidos, en los días siguientes el número creció y para remarcar la lección de temor, se mantuvo a los detenidos en condición de “desaparecidos”.
Uno de los grandes mitos que se mantiene por la burguesía en relación a Cuba es la pretendida existencia del socialismo, con este argumento no solo se ha podido confundir y someter al interior de Cuba a los explotados, sino incluso a nivel mundial ha sido aprovechado por el aparato de izquierda de la burguesía para confundir al proletariado, identificando el estalinismo con el comunismo, cuando en realidad el estalinismo representa la total deformación del marxismo y del comunismo. Pero también hacen uso de esta gran mentira todos los Estados y sus medias, haciendo pasar a las políticas repetidas por años en Cuba, como el racionamiento y el actuar tiránico del Estado, como la base sobre la que se levanta la propuesta comunista. Esas visiones difundidas ampliamente, como hemos dicho al inicio, impiden entender lo que pasa con el proletariado en Cuba.
Hasta donde la información recuperada nos permite ver, el descontento de la gran mayoría de la población en Cuba se debe a la falta de alimentos y medicinas, a los altos precios de los productos, por los constantes apagones de luz[8] y sin duda hay también un hartazgo existente de frente a la tiranía estalinista, no resulta nada extraño que en varias ciudades se concentraran las manifestaciones frente a los locales del partido “comunista” cubano. Sin embargo, también es muy evidente que, en toda esta revuelta, el proletariado queda diluido políticamente, confundido y dominado por el nacionalismo y la esperanza en la democracia.
En todas las manifestaciones vemos las banderas nacionales ser ondeadas y los discursos nacionalistas son los dominantes, utilizados por los voceros del Estado cubano para justificar la represión, pero también la burguesía y pequeñaburguesía involucradas en los grupos opositores “anticastristas” (que inmediatamente coparon el espacio de la protesta), invocan al nacionalismo para pedir la democratización, e incluso los grupos asociados a fracciones de la burguesía norteamericana (operando principalmente desde Miami), para “salvar” a la nación llaman a la invasión militar… En este caos social, el proletariado cubano se encuentra confundido, sin poder reconocer su condición de clase y, por lo tanto, sin poder actuar de forma autónoma, lo cual permite que su descontento sea aprovechado por las fracciones burguesas y pequeñoburguesas.
Una característica de Cuba ha sido la falta de tradición de lucha de parte de la clase obrera, podemos recordar que aun cuando se han establecido condiciones salvajes de explotación desde el siglo XIX, la clase obrera tuvo un acercamiento político muy cercano con el movimiento liberal burgués (encabezado por Martí) que aunque pudo ser políticamente explicable en esa fase del desarrollo capitalista, después, durante el siglo XX, definido ya el carácter decadente del sistema capitalista, la clase trabajadora continúo esperanzada en la búsqueda de la “liberación nacional” prometida por todos los partidos burgueses[9]. Luego, estas dificultades para el proletariado se profundizan por la imposibilidad de recuperar las experiencias y el empuje de la oleada revolucionaria que tuvo en el centro a las revoluciones de Rusia (1917) y Alemania (1919), lo cual se confirma con el hecho de que la formación del Partido Comunista (PC) se da hasta 1925, en un momento en el que la oleada revolucionaria mundial va en declive y la 3ª Internacional y junto a ella los PC, entran en un proceso de degeneración, abandonando los principios internacionalistas.
Y para culminar, el hecho de que el proletariado cubano viva sometido por una tiranía estalinista que se presenta como comunista, crea un medio de confusión muy complicado para el desarrollo de su conciencia. A lo largo de más de 60 años de régimen castrista los trabajadores han vivido en aislamiento, con engaños, represión y hambre, que no es un ambiente que le permita recuperar las experiencias de los combates de sus hermanos de clase en otras regiones y poder exponer su fuerza como clase. Por esa razón suele ser semejante la situación política que los trabajadores cubanos presentan en cada revuelta desatada.
En la revuelta de 1994, conocida como el “Maleconazo”, el detonante fue también el desabasto de alimentos, medicinas y electricidad y de igual forma los trabajadores fueron capturados en la ilusión de la democracia interna o en la “libertad” esperada en Miami. Ni en 94, ni ahora se percibe la posibilidad de la reflexión masiva de los proletarios en Asambleas Generales. Esa falta de reflexión los hace presa fácil de las posturas burguesas dominantes, dirigidas desde el gobierno y el partido oficial o desde los diversos “grupos opositores” integrados dentro de Cuba y en EUA, que han llevado rápidamente a las expresiones de descontento al terreno engañoso de la democracia o más aún a de las disputas imperialistas, colocando a esa masa descontenta como carne de cañón de intereses burgueses.
Cuando insistimos sobre la vulnerabilidad de los trabajadores en Cuba a los venenos nacionalistas y democráticos, no tiene como fin despreciar sus protestas o desaconsejar su lucha reivindicativa, al contrario, la denuncia de esos venenos se hace indispensable para armar la lucha proletaria tanto en Cuba como en el mundo.
Es cierto que un error grave de la Internacional Comunista, que ha pesado mucho sobre las luchas de la clase trabajadora del siglo pasado hasta ahora, particularmente en América latina, fue la “teoría del eslabón más débil”, que sitúa la mayor posibilidad de la revolución proletaria en los países donde el capitalismo es más débil. Nuestro documento, “El proletariado de Europa Occidental en una posición central de la generalización de la lucha de clases”,[10] critica severamente esta falsa visión, subrayando que “las revoluciones sociales no se producen allí donde la antigua clase dominante es más débil o su estructura está menos desarrollada, sino al contrario, allí donde su estructura alcanzó la mayor madurez compatible con las fuerzas productivas, y donde la clase portadora de las nuevas relaciones sociales y llamada a destruir las antiguas, es más fuerte. Mientras Lenin buscaba e insistía en el punto de mayor debilidad de la burguesía, Marx y Engels buscaron e insistieron en los puntos donde el proletariado es más fuerte, está más concentrado, y más apto para operar la transformación social”.
Los obreros en Cuba confrontan a un Estado brutal, sin mecanismos sindicales y democráticos de mistificación social, recurriendo únicamente a un terror permanente y grotesco, en los países del llamado “socialismo” (hoy reducidos a China, Cuba, Vietnam, Corea del Norte o Venezuela) “sigue pesando muy duramente la losa de la contrarrevolución en la forma de un régimen político totalitario, sin duda rígido y frágil, pero, precisamente por ello, el proletariado tiene muchas más dificultades para superar las mistificaciones democráticas, sindicales, nacionalistas, e incluso religiosas. En estos países se desarrollarán, como así ha sucedido hasta el presente, explosiones obreras violentas, acompañadas siempre que sea necesario del surgimiento de fuerzas destinadas a desorientarlas, como es el caso de Solidarnosc,[11] pero no podrán ser el escenario del desarrollo de la conciencia obrera más avanzada”. Será la lucha de sus hermanos en los países centrales del capitalismo la que les demostrará que la democracia, los sindicatos “libres” etc., son un engaño vil que refuerza y hace más opresiva la explotación. Será la lucha de esos sectores cruciales del proletariado la que mostrará que el problema de la humanidad no son las tiendas vacías o las colas para conseguir un kilo de arroz –expresiones caricaturescas de la barbarie global del capitalismo decadente–, sino la SOBREPRODUCCION GENERALIZADA que provoca hambre y miseria con supermercados rebosantes de alimentos y centros comerciales saturados de mercancías invendibles. Será esa lucha la que dará sentido y orientación a los esfuerzos de resistencia a la explotación, a las tentativas de toma de conciencia que en esos países se van a dar. Como decimos en el artículo que estamos citando: “Lo anterior no quiere decir que la lucha de clases o la actividad de los revolucionarios, carezca de sentido en otras regiones del mundo. La clase obrera es una. La lucha de clases existe en todos los lugares donde se enfrentan proletarios y capital. Las enseñanzas de las diferentes manifestaciones de esta lucha ocurran donde ocurran, son válidas para toda la clase. En particular la experiencia de las luchas en los países de la periferia influenciará la lucha en los países centrales. La revolución será, igualmente, mundial y afectará a todos los países. Las corrientes revolucionarias de la clase serán valiosísimas en todos los lugares donde el proletariado se enfrente con la burguesía, es decir, en todo el mundo”.
Revolución Mundial / 28-julio-2021
[1] Algunos artículos en los que desarrollamos los argumentos de la inexistencia de una revolución comunista en Cuba y el carácter burgués del gobierno cubano, son:
- “Balance de 70 años de luchas de “liberación nacional” II. En el siglo XX, la “liberación nacional”, eslabón fuerte de la cadena imperialista”: https://es.internationalism.org/revista-internacional/201110/3231/balanc... [14]
- “Che Guevara: mito y realidad (a propósito de una correspondencia)”: https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200711/2097/che-guevar... [15]
- “Como en todo país capitalista, en Cuba los trabajadores pagan la crisis”: https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/201012/3022/america-l... [16]
- “Se retira Fidel Castro… la explotación y miseria de los trabajadores cubanos continúa”: https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/200803/2204/se-retira... [17]
- “Fidel Castro, vivo o muerto al servicio de la burguesía”: https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/201701/4194/fidel-cas... [18]
[2] Recomendamos la lectura de nuestro artículo: “Ante la agravación de la crisis económica mundial y la miseria las «revueltas populares» representan un callejón sin salida” en nuestra Revista Internacional n°163, segundo trimestre de 2019.
[3] Ver nuestro artículo, “Movilizaciones antirracistas: La respuesta al racismo no es el antirracismo burgués, sino la lucha de clases internacional”, ubicado en: https://es.internationalism.org/content/4579/movilizaciones-antirracista... [19]
[4] Cuba inició recientemente la producción, de manera precipitada, de dos vacunas “nacionales” (Abdala y Soberana 2), por no ajustarse al protocolo internacional Covax y no presentar las medidas de verificación, no se puede conocer su eficacia, más aún cuando falta medidas de refrigeración para conservarlas y de jeringas para inyectarlas, aunque el gobierno cubano no deja de utilizarlo como argumento propagandístico. Después de las protestas, el ex padrino ruso ha enviado dos aviones cargados de más de 88 toneladas de comida, de material de protección médica y un millón de cubrebocas.
[5] No ampliaremos este asunto por el momento, solo indicamos que, aunque sí existen mecanismos intimidatorios de parte del gobierno de EUA para evitar operaciones comerciales con el gobierno cubano, eso no impide para que del total de las importaciones cubanas el 6.6% provengan de EUA.
[6] El transporte no solamente es escaso, sino además ha tenido un incremento del 500%.
[7] Esta situación pone en evidencia que la burguesía por todo el planeta (incluyendo a Cuba) opera sus políticas bajo la búsqueda de ganancias, desmantelando aquellas partes que no le reditúen, como son los servicios de salud, por lo que tienden a su desmantelación, creciendo por eso la impotencia ante problemas como los que actualmente se vive con la pandemia.
[8] Habría que considerar que, en Puerto Rico, país “asociado” a los EUA, también ha estado sufriendo apagones de luz sistemáticos por varias horas, a pesar de que recientemente ha privatizado esa actividad, de la misma forma en la frontera de México han tenido lugar ese tipo de dificultades, lo que muestra sin duda, que la inoperancia del sistema para cubrir las necesidades es un problema general del capitalismo, sin embargo el caso de Cuba se resalta porque se ha convertido en un fenómeno repetido a diario y por prolongado tiempo.
[9] El mismo Fidel Castro se presentaba como continuador del pensamiento liberal de Martí y Chivás. Ya instalado Castro con su grupo en la Sierra Maestra, ofreció una entrevista al periodista norteamericano, Robert Taber, quien le preguntó: “¿Es usted comunista o marxista?” y la respuesta fue: “No hay comunismo ni marxismo en nuestras ideas. Nuestra filosofía política es una democracia representativa y la justicia social dentro de una economía planificada…” (abril-1957). Esa misma respuesta la repitió en diversas ocasiones en su visita a los EUA en abril de 1959. Solo es en diciembre de 1961, presionado por la invasión fallida promovida por el gobierno de EUA, que Cuba se denomina “comunista”, lo que implicaba acercar sus intereses imperialistas hacia el bloque opositor a los EUA.
[11] En relación a la gran huelga de masas de los obreros en Polonia en 1980 y el sabotaje llevado a cabo por el sindicato Solidarnosc, recomendamos leer los artículos:
- “Polonia (agosto de 1980): Hace 40 años, el proletariado mundial retomaba de nuevo la huelga de masas”: https://es.internationalism.org/content/4597/polonia-agosto-de-1980-hace... [21] “
- “Lecciones siempre válidas para la lucha del proletariado mundial”: https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/757/polonia... [22]
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/retirada_afghanistan.pdf
[2] https://es.internationalism.org/content/4630/informe-sobre-la-pandemia-de-covid-19-y-el-periodo-de-descomposicion-capitalista
[3] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[4] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201410/4046/militarismo-y-descomposicion
[5] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/afghanistan
[6] https://es.internationalism.org/en/tag/2/25/la-decadencia-del-capitalismo
[7] https://es.internationalism.org/en/tag/3/47/guerra
[8] https://es.internationalism.org/files/es/cataclismo_climatico.pdf
[9] https://www.n-tv.de/politik/Warum-warnten-nicht-ueberall-Sirenen-vor-der-Flut-article22692234.html
[10] https://www.lemonde.fr/planete/article/2021/07/18/inondations-la-situation-se-degrade-dans-le-sud-de-l-allemagne_6088635_3244.html
[11] https://www.welt.de/politik/deutschland/article232656933/Annalena-Baerbock-Klimaschutz-faellt-nicht-vom-Himmel.html
[12] https://es.internationalism.org/en/tag/3/50/medio-ambiente
[13] https://es.internationalism.org/files/es/protestas_cuba.pdf
[14] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201110/3231/balance-de-70-anos-de-luchas-de-liberacion-nacional-ii-en-el-siglo
[15] https://es.internationalism.org/accion-proletaria/200711/2097/che-guevara-mito-y-realidad-a-proposito-de-una-correspondencia
[16] https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/201012/3022/america-latina-como-en-todo-pais-capitalista-en-cuba-los-trabajadores
[17] https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/200803/2204/se-retira-fidel-castro-la-explotacion-y-miseria-de-los-trabajadores-c
[18] https://es.internationalism.org/revolucion-mundial/201701/4194/fidel-castro-vivo-o-muerto-al-servicio-de-la-burguesia
[19] https://es.internationalism.org/content/4579/movilizaciones-antirracistas-la-respuesta-al-racismo-no-es-el-antirracismo-burgues-sino
[20] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200604/855/el-proletariado-de-europa-occidental-en-una-posicion-central-de-la-
[21] https://es.internationalism.org/content/4597/polonia-agosto-de-1980-hace-40-anos-el-proletariado-mundial-retomaba-de-nuevo-la-huelga
[22] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200602/757/polonia-1980-lecciones-siempre-validas-para-la-lucha-del-proletaria
[23] https://es.internationalism.org/en/tag/2/28/el-estalinismo-el-bloque-del-este