Publicamos a continuación un texto que han elaborado los compañeros de TIA (Trabajadores Indignados y Autoorganizados[1]) como aportación a una reunión organizada por grupos anarquistas en Alicante sobre el tema del peligro fascista[2].
El texto de los compañeros defiende una postura muy clara expresada de forma muy convincente. Nos sentimos reflejados en el documento y lo apoyamos calurosamente. Eso no quita para que veamos necesario precisar algunos pasajes no tanto como expresión de un desacuerdo radical sino por el contrario desde el objetivo de desarrollar un debate que nos permita avanzar en la clarificación.
El primer pasaje es el que dice “Derrotada la revolución y degenerada en capitalismo de Estado”. En realidad, al ser derrotada la revolución en Rusia, este país se integró en el capitalismo mundial adoptando una forma particular de capitalismo de Estado que fue la propiedad estatal de todos los medios de producción. Sin embargo, la tendencia general al capitalismo de Estado abarca desde la primera guerra mundial (1914) a todos los países sea cual sea su régimen político. En la primera guerra mundial, espoleada por las necesidades de la economía de guerra, asistimos a la puesta bajo control estatal de partes enteras del aparato productivo. En la posguerra si de forma general ese control tiende a relajarse, vemos que en países como Italia se desarrolla un creciente intervencionismo estatal. La dictadura de Mussolini es una de las primeras expresiones del desarrollo permanente del capitalismo de Estado. En los años 30, la tendencia al capitalismo de Estado se generalizará a todos los países adoptando diversas variantes: el New Deal en Estados Unidos, el nazismo en Alemania o los “planes quinquenales” en Rusia[3]. Desde entonces, la economía de todos los países funciona bajo la férula del Estado. El control estatal puede tomar diversas formas: estatización completa de la economía que se disfraza como “socialismo”, o lo más común es el control directo del Estado sobre la economía y la fusión entre la gran burguesía y la alta burocracia estatal que es lo que engañosamente llaman “liberalismo”.
Otro pasaje es el que considera «la guerra como forma de reestructuración del modelo capitalista en crisis y aplastamiento de la clase obrera». La guerra imperialista generalizada es el resultado al que se ven abocadas las contradicciones irresolubles del capitalismo decadente. En ese sentido no se trata de una salida racional que buscaría determinados objetivos de reestructuración del capitalismo. Es verdad que cada capital nacional y cada bloque imperialista se prepara deliberadamente para la guerra –potenciación de la industria de armamento, aplastamiento y alistamiento del proletariado para que se convierta en carne de cañón, militarización general de la población– pero no lo hace para reorganizar la producción capitalista sino para sobrevivir a costa de la derrota de sus rivales. En ese sentido, la guerra imperialista es un engranaje ciego que arrastra inevitablemente a todos los capitales nacionales. De ahí la importancia vital que tiene la lucha autónoma del proletariado, cosa que el texto defiende de forma excelente[4].
CCI
Decir de entrada que tanto el fascismo como el antifascismo han jugado históricamente un papel contrarrevolucionario y que ambas han constituido y constituyen una forma de adhesión al capitalismo, puede resultar un tanto fuerte o cuando menos extraño. Tratar de argumentar tales afirmaciones o al menos promover un debate sobre este, es necesario para clarificar y desmitificar, allanando el camino del “quehacer” de los revolucionarios.
Hay quien opina que la historia es la carroña de las sociedades y los historiadores sus forenses. Esa quizás sea la historia con mayúsculas, la de las facultades y bibliotecas, la historia que nosotros reivindicamos no es (o no debiera ser) pretenciosamente objetiva, es (o debiera ser) una herramienta crítica para entender el presente y transformarlo. Durante diferentes etapas de la historia las clases dominantes han utilizado en momentos de crisis a movimientos folklóricos y populistas para mantener sus privilegios, llegando a ceder a estos grupos de presión el poder político. Este es el caso del fascismo en el período de entreguerras. Tras la I Guerra Mundial (14-18) el capitalismo ya no juega un papel progresivo, no desarrolla las fuerzas productivas más que provocando crisis y guerras, ha entrado en su fase de decadencia y en la misma guerra ha sufrido, aterrorizado, el movimiento revolucionario más poderoso de la historia (la Revolución Rusa y el periodo revolucionario del 17 al 24) Derrotada la revolución y degenerada en capitalismo de Estado, el capital sigue teniendo el problema de su propio desarrollo estancado en sus propias limitaciones, y el temor a un proletariado, que aunque derrotado, sigue vivo. En este contexto surgirá el fascismo pero también el antifascismo y ambos con el mismo fin, aunque pueda parecer lo contrario, salvaguardar los intereses del capital imperialista y mantener aplastado al proletariado internacional. Como ejemplo, la Guerra Civil española ilustra el papel contrarrevolucionario del antifascismo a la perfección[5]. El 19 de Julio en diversas ciudades de España los obreros cortan el paso a la rebelión militar y comienzan una dinámica de espontánea de expropiación. Poco durará el apogeo de este proceso, la misma constitución del Comité de Milicias Antifascistas (organismo interclasista que traslada el protagonismo de las masas a la dirección de las organizaciones) evidencia el ataque de la burguesía antifascista contra el proletariado. El cónclave de Burgos[6] y el gobierno republicano de Madrid son los ejes de una misma pinza que se cierra contra la clase obrera. España no será el escenario de una guerra revolucionaria, ni tan siquiera de una guerra civil, sino el de una guerra imperialista. La burguesía (tanto nacional como internacional) alineada a ambos lados ventila sus cuentas a costa del proletariado. Desde la República se centra el mensaje en una política de guerra. La guerra como forma de reestructuración del modelo capitalista en crisis y aplastamiento de la clase obrera. La guerra en España servirá de laboratorio de pruebas, un anticipo al mismo fenómeno de reestructuración que se vivirá a nivel mundial (IIa Guerra Mundial). En España se impondrá un modelo capitalista dictatorial (con la complicidad de las democracias occidentales y la URSS), mientras que tras la IIa Guerra Mundial en el resto del mundo se impondrá un modelo capitalista democrático falsamente enfrentado a un supuesto bloque «socialista» antagónico. Tanto el modelo dictatorial como el democrático tienen una misma finalidad: reajustar y mantener el sistema de explotación. Evidentemente España no entrará en el conflicto mundial puesto que el reajuste (vía triunfo dictatorial) se ha producido con anticipación. También es lógico, siguiendo esta argumentación, que las democracias occidentales que decían luchar contra el fascismo no cuestionen el sistema político (fascista) español tras la IIa Guerra Mundial. En la guerra de España la ideología que se impondrá, como supuesta necesidad ineludible, será el antifascismo: el frentismo y la colaboración de clases incluyendo en esto a las cúpulas (no se les puede llamar de otra manera) de la CNT-FAI y los oportunistas del POUM desmarcándose con ello de una política realmente revolucionaria y plegándose al pragmatismo de una política de guerra. La unidad antifascista no es más que el colaboracionismo de clase. El proletariado en lugar de enfrentarse contra sus enemigos, (la burguesía fascista y antifascista), en una verdadera guerra de clases se verá obligado a hacer de carne de cañón de ambas burguesías con la complicidad de algunos de sus “dirigentes más avanzados”. Los sucesos de mayo en Barcelona se evidencian como el epílogo de un deseo frustrado de comunismo por parte del proletariado. Es a partir de mayo que podemos decir que la burguesía (de la mano de sus aliados estalinistas) ha vencido a un deseo de autonomía proletaria, inconcreto y débil desde el principio. El cadáver de Camilo Berneri[7] será el estandarte de uno de los crímenes más evidentes del antifascismo. Los obreros españoles fueron machacados bajo la bandera del antifascismo y en definitiva lucharon (sin ser su deseo) por el triunfo del capitalismo. El proletariado internacional bajo la misma bandera antifascista sólo esbozó los trazos de una solidaridad mediatizada. Este sólo podía respaldar a los obreros españoles mediante acciones de clase dirigidas contra el aparato económico y político del capital. Por eso la ayuda efectiva al proletariado de España, únicamente residía en el cambio radical a nivel mundial de las relaciones de clase. La Guerra Civil española ejemplariza el nocivo papel del antifascismo. El fracaso de la revolución habría que buscarlo en múltiples causas y no solamente en el antifascismo.
Para determinar la función que cumple el fascismo hay que determinar cuál es la realidad en la que se desenvuelve. La decadencia del capitalismo no ha hecho más que agravarse, y a pesar de los altibajos históricos desde los años 10 del siglo pasado, hoy se evidencia que dicha decadencia toma tintes de podredumbre. La necesidad constante del desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo ha llevado a éste a una crisis permanente. Este estado de crisis permanente y estructural es susceptible de generar graves disfuncionalidades. La cada vez mayor desprotección de la población y los ataques continuos del capital contra ésta, generan un malestar masivo que la izquierda capitalista centra en los síntomas del sistema, no en el sistema mismo. Nos dicen los izquierdistas que la culpa es de los políticos corruptos, los banqueros malos, los excesos…, como si todo esto no fuera el síntoma, las consecuencias de un sistema enfermo y degenerado: EL capitalismo. El fascismo aprovecha toda esta falsa crítica para proponerse como alternativa desde su demagogia populista, con el apoyo de una parte de la burguesía que ve en peligro sus intereses, frente a sus competidores (también burgueses) Pero, fundamentalmente, el papel que el fascismo hace al Estado, es el de siempre, promover desde su anti, el colaboracionismo y la idea de que lo primero es unirnos contra la “bestia fascista” y unirnos con todos los que podamos. Nos proponen la lucha contra el supuesto mal mayor, con aliados de ocasión.
El fascismo es repugnante, todo en el apesta: racismo, supremacía, machismo…, por que es la expresión, caricaturizada, del capitalismo mismo, pero solo se combate el fascismo luchando contra el capitalismo en cualquiera de sus formas, y desarrollando una política de clase intransigente; es decir, contra cualquier alianza con la burguesía de izquierda.
Por la autonomía y el internacionalismo proletario
[1] Entre las numerosas e interesantes tomas de posición e iniciativas que han adoptado estos compañeros y que hemos apoyado activamente, destacan los Talleres de Debate de Alicante, ver /cci-online/201212/3601/nada-mas-practico-que-una-buena-teoria [1]
[2] Los notas que lleva el texto son obra nuestra
[3] Se puede leer a este propósito dos artículos que hemos publicado: La experiencia rusa: propiedad privada y propiedad colectiva /revista-internacional/200711/2089/la-experiencia-rusa-propiedad-privada-y-propiedad-colectiva [2] y las Tesis sobre la crisis económica y política en los países del Este https://es.internationalism.org/node/3451 [3]
[4] Como materia para una discusión sobre esta cuestión podría abordarse La verdadera naturaleza de la Segunda Guerra mundial https://es.internationalism.org/node/2140 [4]
[5] Ver nuestro libro 1936: Franco y la República masacran al proletariado, se puede solicitar a nuestra dirección mail: [email protected] [5]
[6] En Burgos se emplazó la capital del bando franquista
[7] Militante anarquista italiano que vivió en España durante la guerra de 1936 y aunque participó en las milicias antifascistas evolucionó hacia una denuncia de los dos bandos –el republicano y el franquista. Fue asesinado en 1937 por esbirros estalinistas.
A principios de octubre, una embarcación sobrecargada naufragó en Lampedusa. Más de 350 inmigrantes murieron en esta tragedia. Días después, otra improvisada embarcación se hundió causando una docena de víctimas frente a las costas maltesas. Cada año en el Mediterráneo, cerca de 20.000 seres humanos pierden la vida, ¡incluso antes de alcanzar la tan codiciada fortaleza de Europa! Desde los años 90, los cadáveres se acumulan en las fronteras, a lo largo de las costas, como en la mayoría de los puntos sensibles del mundo donde se concentran flujos crecientes de hambrientos y desgraciados que intentan forzar el blindaje de los Estados.
Si hoy la burguesía pone cara de ofendida y vierte lágrimas de cocodrilo mientras miles de personas mueren naufragando en sus costas desde hace tiempo, es simplemente por la magnitud del fenómeno, su carácter desesperado y sobre todo porque el elevado número de víctimas en un solo día es demasiado visible, lo que podría fomentar la ira y especialmente la reflexión en la gente.
La ruin controversia alrededor de la “no-asistencia” de los marinos-pescadores italianos es una buena oportunidad para desviar la atención, buscando enseguida chivos expiatorios, mientras las leyes en vigor no dejan de criminalizar a los que intentan ayudar a los inmigrantes[1]. En gran parte, todo esto explica la cobertura mediática del suceso para lavar los cerebros y extender una cortina de humo ante un arsenal represivo implantado de forma coordinada por los Estados. La trampa ideológica clásica que lo acompaña está compuesta tanto por un enfoque abiertamente xenófobo, como por el discurso burgués “humanitario” de “los derechos humanos”, dividiendo, aislando de facto a los inmigrantes de los demás proletarios.
Debe quedar clara una cosa, ¡el capitalismo en crisis y su políticos son en realidad los responsables de esta nueva tragedia!, los que obligan a centenares de miles de personas debilitadas a lanzarse a aventuras cada vez más suicidas a fin de sortear los obstáculos que ellos imponen! No resulta sorprendente que estos mismos políticos, que se han presentado en Lampedusa falsamente apenados, hayan sido abucheados en el aeropuerto por una población local disgustada y conmocionada[2].
A imagen de estos inmigrantes, todos los proletarios son en realidad “desarraigados”. Desde los orígenes del capitalismo, han sido arrancados a la fuerza del mundo del campo y del artesanado. Mientras que en la Edad Media la mano de obra explotada estaba ligada a la tierra, posteriormente sufrió un violento éxodo rural por las fuerzas emergentes del capital. “La creación del proletariado sin hogar ni lugar – los despedidos por los grandes señores feudales y los campesinos víctimas de expropiaciones violentas y repetidas – iba necesariamente más deprisa que su absorción por las fábricas emergentes (…). La legislación los trató como criminales voluntarios; se suponía que dependían de su libre albedrío para continuar trabajando como el pasado y como si no hubiera sobrevenido ningún cambio en su condición”[3]. Históricamente, el desarrollo del capitalismo depende del libre acceso a la fuerza de trabajo. Así pues, genera desplazamientos múltiples y corrientes migratorias sin precedentes para extraer la plusvalía. En gran parte debido a la unidad de esta nueva condición de los explotados el movimiento obrero siempre ha considerado que “los proletarios no tienen patria”.
Sin la trata de esclavos de los siglos XVII y XVIII en África, el desarrollo del capitalismo no habría podido prosperar tan rápidamente a partir de los centros industriales y especialmente del crecimiento de los grandes puertos negreros que fueron Liverpool, Londres, Bristol, Zelanda, Nantes o Burdeos. Durante el siglo XIX y después de los “beneficios” de una mano de obra negra “liberada” por el salario, acompañado por la acumulación capitalista, otros factores económicos han acelerado el éxodo rural y favorecido la migración masiva de diferente envergadura, especialmente al nuevo continente. Sólo en el período del siglo XIX hasta 1914, 50 a 60 millones de europeos se dirigieron a los Estados Unidos en busca de trabajo. A principios del siglo XX, casi un millón de inmigrantes viajaron cada año a los Estados Unidos. Sólo en Italia, entre 1901 y 1913, hubo cerca de 8 millones de personas emigrantes. Las presiones económicas sobre el trabajo durante su fase ascendente, permitieron entonces que el sistema capitalista absorbiera el creciente número de trabajadores necesarios para su pujante expansión.
Con el declive histórico del sistema, los desplazamientos de las poblaciones y las migraciones no han acabado. ¡Al contrario! Las guerras imperialistas, sobre todo los dos conflictos mundiales, la crisis económica, que produce la pauperización, y las catástrofes ligadas al cambio climático, acrecientan las migraciones. En 2010, se estimaba que existían 214 millones de inmigrantes (el 3,1% de la población mundial[4]). Sólo por el hecho del cambio climático, algunas proyecciones estiman que en 2050 habrá entre ¡25 millones y 1 billón de inmigrantes adicionales![5].
Debido a la crisis permanente del capital y la sobreproducción de mercancías, actualmente los inmigrantes se topan contra los límites del mercado y contra las fuerzas brutales cada vez más reglamentadas de los Estados. ¡El capital no puede integrar la fuerza laboral y no puede más que rechazarla en gran parte!
Por lo tanto, después del período de apertura a los emigrantes de los Estados Unidos antes de la Primera Guerra Mundial, el establecimiento de un sistema de “cuotas” ha bloqueado y filtrado drásticamente las entradas en el país para acabar construyendo una verdadera muralla en la frontera mexicana, donde los chicanos, después de la trágica época de balseros procedentes de Asia, pagan también un precio de muchas muertes, detenciones, trata de seres humanos, etc. La crisis económica abierta a partir de 1960-70 condujo a todos los gobiernos, especialmente en Europa, a levantar una verja más sólida al sur del mediterráneo utilizando una armada de barcos y patrullas para repeler a los migrantes. El objetivo no declarado de la clase dominante está claro: “¡que los inmigrantes se mueran en su casa!”. Para ello, los demócratas celosos de Europa, como Francia, no han dudado en los últimos años en recurrir al robusto servicio de bomberos de Gaddafi en Libia, o de las autoridades marroquíes en el continente, por ejemplo, dejando morir en el desierto a los que querían escapar del infierno.
Estas políticas de “control” de las fronteras, que han seguido endureciéndose, son producto de la decadencia y del capitalismo de Estado. Y no son nuevas. En Francia, por ejemplo: “la creación de una tarjeta de identidad en 1917, es una verdadera revolución en los hábitos administrativos y policiales. Hoy, nuestra mentalidad ha integrado este carnet individual cuyos orígenes policiales ya no se perciben como tal. Sin embargo, no es neutral que la institución del carnet de identidad se haya dedicado en un primer momento a los extranjeros como un medio de vigilancia, y ello, en pleno estado de guerra” [6].
Hoy en día, la paranoia de los Estados ha alcanzado su punto máximo ante los extranjeros, que siempre son sospechosos de “alterar el orden público”. Los muros gigantes de hormigón y metal para las fronteras, decorados con alambre de púas y electrificadas, son una reminiscencia de la malla perimetral de los siniestros campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial. Mientras que los estados europeos celebraban la caída del “muro de la vergüenza” en Berlín, en el nombre de la “libertad”, y se ofendían a cuenta de este bárbaro símbolo materializado en el “telón de acero”, ahora deberían esconderse, más que nunca, ya que ¡ellos mismos son hipócritas constructores de muros!
La decadencia del capitalismo se ha convertido en un período de grandes desplazamientos que hay que “controlar”, es la era de los deportados, de los campos de concentración y también de los refugiados (el número de refugiados palestinos ha pasado de 700.000 en 1950 a 4,8 millones en 2005!). El genocidio de los armenios en 1915 llevó a los primeros grandes movimientos masivos de refugiados en el siglo XX.
Entre 1944 y 1951, cerca de 20 millones de personas fueron desplazados o evacuados en Europa. La partición de Estados y las divisiones han empujado a desplazamientos masivos de la población.
Si el “telón de acero” iba a frenar el éxodo de los países de Europa del Este, una mano de obra a bajo precio haría que los países europeos aprovecharan el sur del Mediterráneo y África. Las llamada “luchas de liberación nacional” la crisis y el imperialismo durante y después de la Guerra Fría, contribuyeron a alimentar el malestar y el desplazamiento de campesinos arruinados, que engordaron las megaciudades, especialmente en los países periféricos de África, Asia y América del Sur multiplicando así los barrios marginales, explotando un tráfico de todo tipo en manos de mafias, desde drogas a prostitución, pasando por la venta de armas. En todas partes, con los desastres de los siglos XX y XXI, incluyendo el Medio Oriente y África los campos de refugiados permanentes han surgido como hongos, encerrando masas cada vez más numerosas (los Palestinos, los Africanos...) en condiciones de dificultad extrema, de simple supervivencia, presas de la enfermedad, el hambre y las mafias .
Desde la caída del muro de Berlín y el hundimiento del bloque del Este, intervienen dos acontecimientos importantes, además de los conflictos crecientes, para influir en el mercado mundial del trabajo y actuar sobre los flujos migratorios:
En un primer momento, los trabajadores de los países del este vinieron al oeste, especialmente a Alemania, produciéndose al mismo tiempo las primeras deslocalizaciones y una fuerte presión sobre los salarios. Entonces, los regímenes que hasta ahora habían quedado al margen del mercado mundial, como la India y China, abren la posibilidad de desarraigar millones de trabajadores provenientes del campo, ampliando inmensamente un ejército de reserva de desempleados apropiados para la explotación. La extrema debilidad de sus salarios en un mercado saturado, permitía nuevas presiones sobre el coste de la mano de obra, dando lugar a deslocalizaciones. Por eso, en los países centrales, desde la década de 1990, el número de trabajadores ilegales y clandestinos estalló en algunas zonas, a pesar del refuerzo de los controles, para permitir una reducción de los costes de producción y de la fuerza de trabajo. En el 2000, había unos 5 millones de inmigrantes ilegales en Europa, 12 millones en los Estados Unidos y ¡20 millones en la India! La mayoría de los estados centrales que saquearon los “cerebros”, filtran también una mano de obra fragilizada, sin papeles ni calificación, desesperados por venderse y sobrevivir[7]. Ahora, en muchos sectores, bajo el liderazgo benevolente del Estado, se organiza así todo un mercado laboral paralelo y clandestino, provocando una afluencia de inmigrantes y refugiados, sometidos a chantaje, cuyos papeles son robados y que está aislado en refugios improvisados. Como resultado, la mayoría de los cultivos agrícolas los realizan trabajadores extranjeros a menudo ilegalmente. En Italia, ¡el 65% de mano de obra agrícola es ilegal! Después de la caída del Muro de Berlín, 2 millones de rumanos han emigrado a las regiones del sur de Europa para el trabajo agrícola. En España, el “boom” antes de la caída del sector inmobiliario se construye en gran parte con el sudor de los inmigrantes ilegales mal pagados, en particular de América Latina (Ecuador, Perú, Bolivia, etc.). A esto hay que sumar las áreas “grises” de la actividad, como la prostitución. En 2003, en un país como Moldavia, ¡el 30% de las mujeres de 18 a 25 años han desaparecido! El mismo año, 500.000 prostitutas venidas de países de Oriente estaban trabajando en Europa occidental. En Asia y en las monarquías del Golfo, se observa el mismo fenómeno para los empleos de servicio doméstico o en la construcción. En un país como Qatar, los inmigrantes representan el 86% de la población! Jóvenes chinos y filipinos son adiestrados para ir a Hong Kong o Arabia Saudita, en condiciones de esclavitud.
Hoy en día, con el desarrollo de tensiones de la guerra, se espera mayor afluencia de personas y de este tipo de trabajadores, sobre todo de África, Asia y el Medio Oriente.
Frente a la barbarie desencadenada por la presión policial contra los inmigrantes y frente a las campañas xenófobas que una parte de la burguesía busca difundir a través de sus mensajes populistas, el proletariado no puede más que oponer su propia indignación y solidaridad de clase internacional. Para ello, hay que rechazar con firmeza el discurso oficial que busca generar reflejos de ansiedad, considerando a los inmigrantes y al “extranjero” la causa de la crisis y del desempleo.
Después de haber centrado la atención en el “peligro amarillo”, y los riesgos de la “invasión", los medios de comunicación y los políticos de todos los colores juegan con los temores evocando siempre en segundo plano cuestiones como “delincuencia” y “trastornos en el orden público”. No dejan de lavarnos el cerebro estigmatizando a “los extranjeros”, “los ilegales” que ejercen una “competencia desleal” y “se benefician de los derechos sociales”... Esto, cuando en realidad, ¡ellos son los primeros y principales víctimas del sistema! Estas tácticas groseras y asquerosas, innobles, siempre se han utilizado para dividir al proletariado. Pero la trampa más artera a evitar es sobre todo la de las “buenas intenciones” y de la pseudo-generosidad de las organizaciones izquierdistas o “humanitarias” que hacen de los inmigrantes “un hecho social” sujeto a una “política particular” que habría que tratar “aparte” como tal en el marco del derecho burgués.
Hoy, mientras se están cerrando multitud de fábricas, mientras que los libros de pedidos están medio vacíos a pesar del anuncio de la "recuperación", se hace evidente que todos los trabajadores se ven afectados por la crisis y el aumento de la pobreza, inmigrantes o no. ¿Qué sentido tiene la idea de una competencia de trabajadores ilegales mientras que la actividad desaparece?
Ante todas estas ofensivas ideológicas y ante la política de represión, el proletariado debe reafirmar su perspectiva histórica. Se debe comenzar, por ello, expresando su solidaridad, reconociendo la fuerza revolucionaria que representa en la sociedad. Sólo el proletariado, de hecho, será capaz de reafirmar por la lucha que, “¡los trabajadores no tienen patria!”
WH (21/10/2013)
[1] Peor que los que trataron de ayudar a los inmigrantes en Sangatte, debido a la ley Bossi-Fini, los patrones de pesca que han socorrido a los refugiados del mar han sido procesados por “ayudar a la entrada ilegal en el territorio”!
[2] Junto con el primer ministro italiano A. Alfano, que destacó la presencia del Presidente Barroso de la Comisión Europea y C. Malmström para Asuntos de Interior, que llegaron especialmente para enfatizar que ellos apoyan, en nombre de lo “humanitario” un mayor endurecimiento de los controles fronterizos por el dispositivo “Frontex”.
[3]K. Marx, El capital, libro I, cap. XXVIII
[4] Fuente : INED
[5] 133 catástrofes naturales se han registrado en 1980. El número ha pasado a más de 350 anuales en estos últimos años. Ver al web : www.unhcr.org [8].
[6] P-J Deschott, F. Huguenin, La république xénophobe, JC Lattès, 2001
[7] En el sur de Europa (Ceuta y Melilla), en la frontera mexicana en el sur de Estados Unidos, Israel frente a los palestinos, en Sudáfrica frente al resto del continente donde las autoridades de Gaborone están construyendo un muro electrificado de 2,40 m de altura y 500 km de largo
El cierre de la televisión valenciana, Canal 9, el martes 5 de noviembre ha tenido una gran repercusión mediática. Más de 1600 trabajadores directos y 4600 indirectos[1] se ven condenados de la noche a la mañana a perder su medio de vida. Es un doble mazazo para los trabajadores actuales: por un lado, un buen puñado de ellos pierden su medio de vida, pero al mismo tiempo cierra las puertas del empleo a los trabajadores futuros, esos jóvenes que hoy estudian una o más carreras teniendo que pagar más tasas y viendo como becas, Erasmus y demás “beneficios” se les recorta de forma inmisericorde.
Los medios de “comunicación”, los partidos de oposición al PP, los sindicatos, el comité de empresa de Canal 9, etc., nos han insistido hasta la náusea que el cierre de la Radio televisión valenciana ha sido causado por la pésima gestión del PP, la instrumentalización que ha realizado para sus fines partidistas, los escándalos de corrupción, la inclinación de éste partido a cargarse lo público en beneficio del capital privado.
Es verdad que Canal 9 ha sufrido una gestión desastrosa que ha llevado a una plantilla desproporcionada y unos gastos fuera de control. Es igualmente cierto que los distintos presidentes PP de la autonomía valenciana han usado la TV para darse un baño escandaloso de culto a la personalidad que haría palidecer de envidia a dictadores expertos en ello como Mao Tsé-tung, Stalin, Hitler o Ceauşescu. Una muestra ridícula de ello ha sido que Camps –presidente defenestrado por su implicación en diversos escándalos– censuraba la aparición de su predecesor –Zaplana– con igual o mayor furia que a sus rivales “socialistas”.
Está claro que el PP ha saqueado la televisión valenciana y que sus dirigentes se han comportado como sátrapas arrogantes. Uno de ellos ha llegado hasta acosar sexualmente a 3 trabajadoras.
En fin, la máquina propagandística organizada en Canal 9 ha servido para que en su entorno florecieran toda clase de negocios privados en estrecho contubernio con los dirigentes del PP. Así, acontecimientos como la visita del Papa a Valencia dieron lugar a negocios millonarios de implicados en el caso Gürtel.
Todo eso es una verdad como un templo. Pero no es toda la verdad, es sencillamente una verdad a medias que permite a los rivales “de izquierdas” del PP y en general al capital español en su conjunto manipularnos con una serie de engaños:
Pongamos los puntos sobre las íes:
Tanto en televisión española como en las grandes cadenas privadas de radio y TV así como en las autonómicas ha habido numerosos despidos.
Hoy, 9 de noviembre 100 trabajadores se concentraban ante la sede de la COPE (la cadena de la iglesia católica) para protestar contra el despido de 4 trabajadores, prólogo de un ERE que arrojaría a la calle a más compañeros. En mayo de 2013, la cadena autonómica catalana, que tiene fama de excelente gestión despedía a 500 trabajadores; Antena 3 ha despedido a lo largo de los últimos 10 años al 30% de la plantilla. Sogecable, la entidad del “progresista” grupo PRISA echará a la calle a 814 de los 1100 trabajadores que ahora tiene (¡el 80%!), mientras que el grupo en su conjunto despedirá a 663 periodistas y 895 comerciales[2]
Podríamos seguir pero creemos que estos datos desmienten radicalmente la leyenda urbana de “unos despidos producidos por la corrupción y el despilfarro”. Son expresión de la crisis del capitalismo y contienen un aspecto intimidatorio: cumpliendo un mandato del conjunto del Capital Español, al gobierno del PP –como antes al PSOE– no le tiembla la mano a la hora de seguir con los recortes renunciando incluso a un medio de auto-bombo que ha utilizado profusamente.
Es cierto que el PP ha hecho un uso descaradamente partidista de la TV valenciana o de Telemadrid, aunque Canal Sur con gestión “socialista” –avalada por IU– no le anda a la zaga. Pero el problema no es ese, el problema es que con una Televisión que “se abra a todos los partidos, sindicatos e instituciones” seguiríamos igual de manipulados y estaríamos igualmente excluidos del control de esos medios de “información” y de “formación de la opinión pública”.
Es una ilusión creer que bajo el capitalismo los medios de comunicación podrían estar al servicio de “la mayoría”. El Primer Congreso de la Internacional Comunista (1919) recordaba que «La “libertad de prensa” es igualmente una de las principales consignas de la “democracia pura”. También en este sentido los obreros saben, y los socialistas de todos los países han reconocido millones de veces, que esta libertad es un engaño mientras las mejores imprentas y las mejores existencias de papel estén acaparadas por los capitalistas, y mientras subsista el poder de capital sobre la prensa, poder que en todo el mundo es tanto más evidente, violento y cínico cuanto más desarrollados estén la democracia y el régimen republicano, como ocurre, por ejemplo, en Norteamérica»[3]
La prensa, la TV, etc., no son medios de “comunicación” sino medios de manipulación y desinformación que utiliza el Estado en consorcio con los grandes grupos capitalistas para lo que cínicamente llaman “formar la opinión pública”; es decir: seleccionar las noticias, repetir machaconamente determinadas campañas, censurar lo que no les interesa etc. Su objetivo no es ni informarnos ni formarnos sino lavarnos el cerebro, eliminarnos todo sentido crítico y todo pensamiento independiente y convertirnos en súbditos sumisos de la dictadura del capital.
Pública o privada, la Televisión está al servicio del capital y es controlada por el Estado. Éste no es el “representante de todos los ciudadanos” sino un aparato burocrático, frío e impersonal, al servicio de la clase explotadora. Es la voz de su amo.
En las grandes luchas de los trabajadores éstos se plantean crear sus propios medios de información, debate y auto-formación. Los Soviets en la Revolución rusa (tanto en 1905 como en 1917) crearon su propio órgano de prensa bajo el control masivo de los trabajadores: Известия, Izvestia (las noticias). En la rebelión de los jóvenes trabajadores –secundados por muchos mayores– en Grecia 2008[4], tuvieron lugar numerosas ocupaciones de emisoras donde se leían comunicados elaborados por los trabajadores en lucha y se daba la voz a todo el que quisiera dar su punto de vista. En Grecia 2013, los trabajadores de la televisión pública la mantuvieron ocupada durante 5 meses en protesta contra el cierre. Durante el movimiento de Indignados en 2011, 100 jóvenes ocuparon la televisión murciana. Los medios de comunicación serán herramientas de información, comunicación y formación si son ocupados por los trabajadores en lucha y son abiertos a la mayoría explotada y oprimida como medio de debate y de libre expresión de ideas de todo tipo, no solo políticas o económicas sino igualmente científicas, artísticas, culturales…
El cierre de Canal 9 ha sido planteado por los servidores “de izquierdas” del sistema capitalista como una “oportunidad” para luchar por “más democracia”, “acabar con 18 años de gobierno de la derecha”, “defender la identidad del pueblo valenciano” y conquistar “un servicio público frente a la privatización”.
Todos esos objetivos nos desvían de la verdadera lucha pues cada uno de ellos nos ata al carro de un sistema social que no tiene nada que ofrecer excepto desempleo, miseria, guerra, destrucción medio ambiental y barbarie.
La corrupción y el despilfarro no son la marca del PP sino una realidad generalizada en el capitalismo que caracteriza no solamente a la derecha sino igualmente a la izquierda. Es la expresión de un Sistema que no tiene perspectiva y que degenera en el caos del “cada uno a la suya”. En las Tesis sobre la descomposición que elaboramos en 1990 dejamos claro que "La ausencia total de perspectivas de la sociedad actual se expresa con todavía mayor evidencia en lo político y en lo ideológico. Por ejemplo: la increíble corrupción que está aumentando, prosperando en los aparatos políticos, la oleada de escándalos en la mayoría de los países, como en Japón, donde resulta cada día más difícil distinguir aparato de gobierno y hampa gansteril, o en España, en donde está en entredicho el mismísimo brazo derecho del jefe de gobierno socialista, en Bélgica, en Italia y en Francia, en donde los diputados han decidido amnistiarse a sí mismos de sus mangoneos y bajezas"[5].
En toda la desviación hacia la “defensa de la democracia” y de un “servicio público” lo que se deja en la penumbra es la salvaje oleada de despidos que está golpeando a miles de trabajadores y que no se limita a España sino que vemos igualmente en Alemania, Francia, Portugal, etc.
Despidos no solamente en Canal 9 sino, como hemos visto antes, en numerosos medios de comunicación que están en la cuerda floja debido a la crisis galopante que sacude el Sistema. Despidos en Fagor, ¡5000 trabajadores!; en Edesa, una marca histórica en los electrodomésticos en España que va a ser cerrada; en Panrico, 745 obreros a la calle; en Sniace, Tragsa, Sargadelos, NH hoteles, Siderúrgica Balboa, en la limpieza de Madrid…
Miles y miles de trabajadores son condenados al desempleo llenándoles de angustia y desesperación. Este sistema no solamente ofrece un presente estremecedor sino que, con esa continua amputación de medios de producción y puestos de trabajo anuncia un futuro aún más siniestro, puesto que ¿Cómo podrán ganarse la vida los millones de jóvenes que hoy están estudiando? ¿Qué futuro les espera?
Solamente luchando contra el capitalismo, uniéndonos como clase por el objetivo de desarrollar una fuerza capaz de destruirlo y crear una nueva sociedad, podremos dar respuesta a los tremendos sufrimientos que este sistema está propinando hoy a la inmensa mayoría. Esa es la verdad que intentan ocultar las verdades a medias que nos machacan.
Smolny 9-11-13
[1] Cifras facilitadas por el diario Levante del 12-11-13
[2] Se pueden consultar los siguientes enlaces: https://prnoticias.com/2009/12/10/los-trabajadores-de-cope-se-manifiestan-contra-los-despidos/ [10]
https://elpais.com/ccaa/2013/04/30/catalunya/1367344586_829960.html [11]
[4] Ver Revista Internacional no 136, “Las revueltas de la juventud en Grecia confirman el desarrollo de la lucha de clases [14]”.
Un lector nos remite la siguiente carta a propósito de un artículo de nuestra Revista Internacional nº 151, “Oriente Medio – La alternativa es guerra imperialista o guerra de clases” [1]. Agradecemos el interés y el espíritu crítico y de debate del lector. La cuestión que señala, lejos de ser una manía intelectual o lingüística, es de importancia. Una dificultad habitual con la que suelen encontrarse los proletarios que se acercan a las posiciones revolucionarias es desenterrar y redescubrir el significado original de muchas palabras y expresiones, utilizadas históricamente por los revolucionarios pero que han sido secuestradas por una burguesía que las ha hecho servir de vehículo para lo peor de su ideología. El caso más claro es el de la palabra comunismo, que la burguesía de todos los colores ha tratado de asociar a la forma estalinista del capitalismo de Estado.
La burguesía utiliza constantemente el lenguaje para tratar de desterrar las posiciones revolucionarias privando al proletariado del lenguaje para expresarlas y viceversa: introduce su ideología asociándola al lenguaje que tradicionalmente ha servido al proletariado para sus fines. En resumen, la clase dominante emplea el lenguaje como un arma para la confusión. Es por eso por lo que las minorías revolucionarias (y sobre todo las organizaciones proletarias) deben tener especial cuidado con el lenguaje a la hora de difundir sus posiciones. No basta con no hacer concesiones a la ideología burguesa: hay que evitar también las concesiones en el terreno empantanado del lenguaje.
Por ello, el compañero tiene razón en la crítica que plantea acerca del uso dado al término “guerra civil” en nuestro artículo. Este término se ha utilizado habitualmente (aunque no siempre) en el movimiento proletario en el sentido de enfrentamiento entre el proletariado junto con las demás capas sociales no explotadoras contra la burguesía. En cambio, el contenido que se le da en la ideología dominante es el de “enfrentamiento entre compatriotas dentro de una nación”. Le da un sentido de ruptura de la “comunidad nacional”, “comunidad” que es una entelequia: bajo el capitalismo no existen ciudadanos iguales sino que la sociedad se halla dividida entre la minoría explotadora –la clase capitalista– y la inmensa mayoría explotada y oprimida encabezada por el proletariado.
En coherencia con la tradición revolucionaria, pues, es un error calificar de guerra civil la guerra imperialista en Siria. Además, utilizar dicha expresión para referirse a una pugna Inter-burguesa no aporta nada en el mejor de los casos, y en el peor sólo puede dar lugar a confusión y malentendidos.
El compañero reconoce que el artículo es claro en su conjunto. No lo tira pues abajo sino que al contrario, critica que este desliz lo que hace es empañar la calidad y la claridad del artículo.
En la época que se abre con la Primera Guerra Mundial (de la que se cumplirá un siglo el año que viene), toda guerra que no tenga como eje el enfrentamiento revolucionario de los explotados encabezados por el proletariado con el objetivo de destruir el Estado capitalista, es una guerra imperialista. En una guerra imperialista, cada uno de los bandos contendientes –fracciones de la burguesía–, aunque tiene intereses menores propios, se vincula a los intereses de potencias imperialistas superiores que, en última instancia, dirigen el curso de los choques sangrientos donde el proletariado y los explotados en general son utilizados como carne de cañón en servicio a sucios intereses que no son los suyos.
Así, en Siria, vemos que el bando de Al Assad se vincula a los buitres carroñeros de Rusia, Irán, China, etc.; mientras que la oposición está atada a USA, Turquía y otras potencias. Ante estas carnicerías, la postura del proletariado consciente es la denuncia de ambos bandos contendientes y el combate contra el orden capitalista que representan. Contra la guerra imperialista, ¡lucha autónoma de clase! ¡Hacia la revolución mundial!
CCI
He leído el artículo titulado: “Oriente Medio y África del Norte: La alternativa es guerra imperialista o guerra de clases” publicado en el número 151 de la Revista Internacional, correspondiente al primer trimestre de 2013. La cuestión del imperialismo, desde comienzo del siglo XX, siempre ha sido un eje en los análisis de las organizaciones revolucionarias y ha dado lugar a debates esenciales en el movimiento obrero.
Se puede discutir y matizar aspectos del artículo (el contenido de una publicación revolucionaria siempre es honestamente discutible, ello siempre es una bocanada de aire y es bueno para la vida y la cultura proletaria) pero el artículo tiene una idea central que consiste en sostener y desarrollar que estamos, en el caso concreto de Siria, frente a un enfrentamiento plural de intereses imperialistas, o sea practicar la rapiña de unos Estados (marco orgánico de las distintas fracciones de la burguesía mundial) sobre otros, en función de la categoría que ocupan en el marco mundial. Comparto totalmente esta idea fuerza del artículo. Además, esta posición también está remachada en un artículo que leí en la web de la CCI con fecha 9 de septiembre de 2013, que llevaba por título: “¡Guerra imperialista o solidaridad de clase!”
Dicho esto, me ha sorprendido que en el mismo artículo de la Revista Internacional nº 151, en la pág. 12, se diga: “Fijándose una tras otra, en la caída de regímenes análogos enfrentados a manifestaciones masivas en la región, podría pensarse que el de Assad iba a desmoronarse con celeridad. Parece hoy claro que, siguiendo los deseos de la élite mosairí, Assad no va a dimitir fácilmente de modo que va a incrementarse la intensidad de la guerra civil” (el último subrayado es mío).
Esta es la cuestión central que me llama la atención y que motiva esta carta: el que se califique el eventual incremento de la guerra siria como guerra civil; viene a mi memoria que el concepto de guerra civil, es un debate crucial y que ya tuvo lugar en el curso de la Guerra española de 1936 suscitado por la Izquierda Comunista (Bilan). ¿Por qué ahora ese lenguaje, en la CCI, de guerra civil, que es la mismo empleado en la actualidad por los medios de prensa burgueses y el izquierdismo? Máxime cuando de la lectura del texto publicado y el de la CCI online, la conclusión lógica y natural a la que el lector (un tanto familiarizado con el marxismo) llega es de que se trata de una guerra imperialista; además es que el título del artículo ya lo dice: “La alternativa es guerra imperialista o guerra de clases”. Por tanto lo que hoy se da en esta parte del mundo es una guerra imperialista en la que están involucrados Estados burgueses que juegan sus intereses, que son los de su burguesía nacional, y no una guerra de clases entre capitalistas y proletarios, que es lo que sobre todo caracteriza una guerra civil. ¿O no? En cualquier caso, que yo sepa, nunca se ha suscitado en el ámbito de la Izquierda Comunista y en particular en las publicaciones de la CCI, la discusión de lo que es o no es una Guerra civil, en torno al cual hay, a mi juicio, bastante confusión: por ejemplo, Marx escribió La Guerra civil en Francia y se deduce que se trata de una guerra entre clases. También la guerra que siguió a la Revolución Rusa de 1917, se define como una guerra civil porque era una guerra entre el proletariado y el campesinado contra las antiguas fuerzas burguesas y la reacción zaristas, ¿y la guerra española de 1936-1939?, etc. Pero también la historiografía burguesa y proletaria tacha de guerra civil la que tuvo lugar a mediados del siglo XIX entre el Norte y el Sur de EE.UU que, cínicamente, se utilizó con el pretexto de la liberación de los esclavos sureños.
Creo que el tema concreto del artículo debería ser aclarado por la CCI en la próxima Revista Internacional o en su portal Web, pero de forma que se invite a la discusión, para que nadie se tome la respuesta como un axioma. Yo creo que se trata de un tema confuso (incluso en el ámbito revolucionario) y objeto de manipulación ideológica de la burguesía y sus elementos más travestidos contra el proletariado, razón por la cual la cuestión de cuándo se está o no frente a una guerra civil merece la pena discutirla, ya que se trata de una cuestión de principios.
Me parece, si los medios humanos y materiales lo permiten, que no estaría de más remitir a los compañeros lectores a una sucinta bibliografía básica acerca del tema enunciado
Un fraternal saludo
RQ, 04-11-13.
Links
[1] https://es.internationalism.org/cci-online/201212/3601/nada-mas-practico-que-una-buena-teoria
[2] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200711/2089/la-experiencia-rusa-propiedad-privada-y-propiedad-colectiva
[3] https://es.internationalism.org/node/3451
[4] https://es.internationalism.org/node/2140
[5] mailto:[email protected]
[6] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/cartas-de-los-lectores
[7] https://es.internationalism.org/en/tag/cuestiones-teoricas/fascismo
[8] https://www.unhcr.org/
[9] https://es.internationalism.org/en/tag/6/619/emigracion
[10] https://prnoticias.com/2009/12/10/los-trabajadores-de-cope-se-manifiestan-contra-los-despidos/
[11] https://elpais.com/ccaa/2013/04/30/catalunya/1367344586_829960.html
[12] https://prnoticias.com/2011/02/21/despidos-en-prisa-sogecable-se-quedara-solo-con-el-20-de-su-actual-plantilla/
[13] http://www.marxismo.org/files/Los%20cuatro%20primeros%20congresos%20de%20la%20internacional%20comunista.pdf
[14] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200904/2483/las-revueltas-de-la-juventud-en-grecia-confirman-el-desarrollo-de-
[15] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[16] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/espana
[17] https://es.internationalism.org/revista-internacional/201305/3728/la-alternativa-es-guerra-imperialista-o-guerra-de-clases