Como auténticos buitres, las fracciones de la burguesía venezolana afilan sus garras para disputarse el control del Estado ante la muerte de Hugo Chávez después de una larga agonía y del bodrio político que representa. El estridente y folklórico personaje que ha mantenido incólume el capitalismo llamándolo al mismo tiempo Socialismo del siglo XXI, había sostenido amarrados los intereses encontrados de los capitalistas a favor del engaño hacia la clase trabajadora, administrando la renta petrolera para simular acciones a favor de los pobres. Las recientes elecciones en el país caribeño significaron para la clase obrera, además de un baño de fantasías y de ilusiones sobre la exaltación de la democracia burguesa, la oportunidad de presenciar a su máximo esplendor la vulgarización de la vida política y la manifestación de la asquerosa ética de sus gobernantes. La explotación de la imagen de un Chávez abatido por una enfermedad, exhibió de los contrincantes de la contienda electoral su cinismo para tentar los corazones de los venezolanos y paliar la ira que naturalmente levantan los afectos de la crisis que sobre ellos recae, al tiempo de ensalzar, como la izquierda latinoamericana aplaude, “la saludable democracia bolivariana”.
No hay duda que la ausencia de Chávez desató en diciembre las pugnas y abrió una peculiar ola de incertidumbre entre la población, ya que por un lado la fracción que respalda al ya caído presidente, necesitaba de su figura para sostener bajo control las ansias de quienes se apuntan en su relevo, mientras que la derecha no atina como sacar provecho de la situación presentándose como una renovación necesaria para el sistema; ambos lucran con la lástima y venden compasión con una biblia en la mano.
Si bien el chavismo controla todos los poderes públicos e instituciones, lo que en teoría facilitaría la elección del candidato, existe un contexto político, económico y social, que plantea la inconveniencia de que los oficialistas convoquen las elecciones de inmediato. En lo político, aun cuando uno de las cabezas visibles de los posibles continuadores de la política oficial, el Vicepresidente Maduro, se vio fortalecido por Chávez a su partida a Cuba, en su ausencia hemos visto cómo los militares, entre los que él se formó teórica y políticamente, han animado la figura de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, para encabezar la “Revolución Bolivariana” sin Chávez. Cualquiera que sea el encumbrado, luego de las escaramuzas que se produzcan, la fracción burguesa en el poder terminará poniéndose de acuerdo para seguir administrando y gestionando medidas para hacer que la crisis económica mundial no le afecte sustancialmente sus ganancias y, por supuesto, recaigan como siempre sobre la clase obrera.
Envueltos en una orfandad incomprensible, pues digámoslo sin tapujos sus amos están muy bien identificados, las huestes chavistas endurecen su política hacia las otras fracciones burguesas intentando salvaguardar su hegemonía, al tiempo que mandan mensajes a los trabajadores para que se encuadren al corporativismo del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela [1]) y sus satélites a riesgo de recibir la represión directa quien se lance a la movilización en medio del desconcierto. El combate parlamentario ha tomado tintes grotescos y ridículos con puestas en escena de una comedia en la que unos defienden la gloriosa constitucionalidad mientras que más evocan la santidad de próceres embalsamados. De igual manera se adelantan investigaciones por corrupción a ex-gobernadores de oposición avivando así una galopante descomposición social.
Pero el problema mayor que enfrenta la burguesía tras el régimen chavista, como cualquiera en el mundo, es en el plano económico. El chavismo ha pretendido convencer a la opinión pública internacional que puede mantener su proyecto político soslayando la crisis económica mundial mediante el uso de los ingresos petroleros como si fuera un chorro de dólares inagotables a disposición del Estado. Montado en un populismo rampante se lanza al rescate y la salvación de los depauperados y desclasados, a la conquista de clientela política en los amplios cinturones de miseria que ellos mismos han acrecentado, gritando y berrando por doquier que con ello, y con el decreto de una constitución, previa entusiasta votación, está edificando un socialismo quien sabe de qué tipo. Puritita verborrea engaña bobos. De esa forma, y con esa desvergüenza, sin olvidar la invaluable contribución de los sindicatos, cancelan toda posibilidad de una mejoría en las condiciones de vida del proletariado venezolano, pues en ese terreno, el chavismo, su continuación, o su hipotética alternancia de derecha, son muy celosos en salvaguardar la cuota de ganancia de los capitalistas. Desde 1998 en que toma el mando del Estado Chávez al año 2010, el salario real en el sector privado se había devaluado en un 31%. Y en la actualidad el cuadro económico es bastante grave: en el 2012 se superaron todos los records en los índices que evidencian a una economía tan o más enferma que su expresidente: alto déficit fiscal (18% del PIB), resultado del desmesurado gasto público que se ubicó en el 51% del PIB; las importaciones fueron las más altas en 16 años equivalentes al 59% de las exportaciones; 22% de inflación, la más alta de la región. Los gastos del Estado se han cubierto hasta ahora, junto a la renta petrolera, con el crecimiento de la deuda; ésta ha crecido, a 50% del PIB cuando era del orden del 35% en 1998; también se cubren emitiendo dinero inorgánico que no es respaldado por riqueza alguna, lo que ha ocasionado los niveles de inflación más altos de la región en los últimos años.
Producto de una desconfianza generalizada en los Estados para que puedan saldar sus deudas soberanas, China, quien ha hecho préstamos importantes al Estado venezolano en los últimos años, ahora se opone a suministrar más recursos a una economía que parece un barril sin fondo; las dudas sobre la salud ya no de Chávez sino de la economía venezolana hacen más difícil y costosa la colocación de bonos en el mercado, que tienen que pagar una prima del 13,6%. Y en eso, la preocupación es tanto de oficialistas como opositores. La burguesía de la región se muestra preocupada y espera que se estabilice la situación política en Venezuela; principalmente los miembros de los países del ALBA ([1]) y los beneficiarios de las rebajas en la factura petrolera. También los representantes del “imperio” (EEUU), principal cliente de las exportaciones petroleras, piden que se respete la constitución y la democracia; Brasil (país con el que Venezuela mantiene deudas importantes) y Colombia por su parte, esperan una salida estable. Todos se verían afectados por una prolongación de la situación de incertidumbre reinante en Venezuela.
Sin la fuerza mediática y la estridencia de su presidente “socialista”, la burguesía se ve temerosa de tomar las medidas draconianas que le demanda el agravamiento de la crisis económica mundial intentando salirle al paso a una posible quiebra de las finanzas públicas, pero sobre todo buscando no desatar la ira de los trabajadores expresada en movilizaciones que desestabilicen la ya de por si endeble situación social. Las llamadas Misiones, punta de lanza de su política encaminada a paliar las dramáticas condiciones de pobreza que enfrentan amplias capas de la población y base del sustento electoral del chavismo, tendrán que ver reducidos los suministros de recursos y poner al descubierto la gran mentira de los supuestos logros del “Socialismo del siglo XXI”. Sin embargo, son los trabajadores quienes recibirán los mayores ataques de la burguesía. Generadores cautivos de impuestos, los obreros cargan con el oneroso aparato burocrático venezolano, con los programas anticrisis y lejos de verse beneficiados con el gasto social en salud, educación y vivienda, han tenido progresivas reducciones en sus salarios a tal grado que un 60% de la masa laboral recibe alrededor de un salario mínimo mensual (321 dólares, que se reduce a cerca de 100 según la tasa de cambio no oficial). En estas condiciones, los trabajadores tienen ante sí la necesidad vital de reencontrar sus lazos de unidad y solidaridad que le permitan recobrar su identidad de clase y emprender una lucha en favor de una mejoría en sus condiciones de vida; en medio del estruendo sentimental y la mistificación del proyecto de Chávez, la clase obrera apenas empieza a dar muestras de su combatividad y confianza en sus propias fuerzas para combatir a su enemigo cual sea el camuflaje con el que le presenta en la nación caribeña. Muestra de ello es que los sindicatos de toda calaña, ya empiezan a preparar sus más sofisticadas maniobras para tratar de encuadrar la emergente protesta que se avecina hacia la defensa de una tal revolución que solo ha beneficiado a la burguesía y fortalecido al capitalismo.
Las minorías de la clase tenemos la responsabilidad de mostrar ante la clase que pertenecemos que tanto el “socialismo bolivariano” de izquierda, como la “democracia social” de la derecha, son dos caras de un la misma bestia decadente y deben ser confrontados teórica y políticamente para abrir el camino hacia la emancipación de la clase obrera y el comunismo.
Pedro-Cadinv, 25 de febrero
[1]) Alternativa Bolivariana para las Américas de la cual forman parte Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Cuba y otros países.
Mientras los patrones y sus lacayos a sueldo –políticos, ideólogos, líderes sindicales y “mesías de las masas oprimidas”– se desgañitan y se jalan de los pelos para conseguir un “Pacto Social” que permita las condiciones para “lograr los acuerdos y las grandes reformas” necesarias para “hacer de México un Estado eficaz”, los trabajadores y demás explotados del capital nos hundimos bajo una avalancha de más y mayores ataques a nuestras condiciones de vida. Cada día más vulneradas, estas condiciones generales se agravan y aunque actualmente ya son trágicamente insoportables para ciertos sectores, en el futuro serán peores… Ante este panorama, para nosotros “seguir igual” es esperar demasiado...
La burguesía nos dice que este pacto por el que lucha –en su propio seno, en un intento contraproducente y cada vez más ineficaz por “poner orden” y “refrenar” “las ambiciones” y “desproporciones” de “ciertos grupos” que no quieren el “beneficio común”, es decir, el beneficio de los tiburones grandes y gordos por sobre el de los tiburoncitos– es en beneficio del “pueblo mexicano”. Y debemos ser claros respecto a lo que esto significa para nosotros, los peces: más cargas laborales para los que “tienen la suerte” de tener un trabajo y para los que no, la imposibilidad real de integrarse salvo por breves temporadas, en calidad de verdadera carne para la picadora. Para nosotros mayor miseria y, en suma, mayor explotación, mientras los burgueses patalean y hacen berrinches para conseguir –difícil, pasajera y precariamente– la “unidad” tan deseada, supuesta base del “próximo desarrollo” que llevan siglos –literalmente– cacareándonos sin que veamos ni su sombra.
Pero detrás de las engañosas carroñas burguesas de “la lucha por la unidad nacional” y del “beneficio del pueblo mexicano” hay dos verdades.
La primera es que entre ellos sí hay una verdadera “lucha por la unidad” –las pugnas inter-burguesas– que explica por qué entre ellos la práctica común es el chantaje, los golpes bajos y las puñaladas por la espalda, como lo ejemplifica la “historia nacional moderna” de cualquier país. Al ser una clase desgarrada en su propio seno por la competencia entre diversos intereses capitalistas, aún siendo de la misma clase dominante, no tienen otra solución –ante la anarquía de la (sobre) producción, la (híper) saturación de mercados y más generalmente, el agravamiento inevitable de la crisis capitalista a nivel mundial– que competir ferozmente entre ellos por el “derecho” de sangrar, exprimir y explotar a los trabajadores. Esa es la verdad que se esconde detrás de los “intereses encontrados” que se expresan en todas las elecciones democráticas y guerras imperialistas –contra el terrorismo o en nuestro caso contra el narcotráfico, etc. –, los “quiñazos”, “elbazos” y demás ajustes de cuentas y puñaladas traperas gracias a las cuales el “orden” entre las facciones burguesas parece establecerse, hasta que el grupo “perdedor” contra-ataque en el siguiente revés… Porque la “unidad” entre los intereses de las distintas facciones burguesas es siempre frágil y pasajera pues frágiles y pasajeros son sus “acuerdos” ante la voracidad de su concurrencia en tanto que capitalistas ávidos de ganancia.
La segunda verdad detrás de las mentiras de “unidad” y “beneficio del pueblo mexicano” es que éstas mistificaciones en verdad son beneficiosas para los intereses de la burguesía en su conjunto –en tanto que clase explotadora– frente a su enemiga mortal, la clase trabajadora. Esas asquerosas trampas –además de las otras no menos putrefactas como la democracia y todos sus partidos, la legalidad burguesa con sus sindicatos rojos y blancos, etc.– efectivamente expresan el interés de la burguesía como un todo ante su enemigo de clase, que de este modo se ve imposibilitado de reconocer sus propios intereses y su propio terreno de lucha. Ellos dicen “unidad en beneficio del pueblo” y con eso significan que los explotados deben sacrificarse al interés común –que no es otro que el del capital, sea cual sea la facción burguesa que gestione este interés del capital– y dejar de lado su propia lucha –que no puede ser más que contra toda la burguesía y no sólo contra “la más corrupta” o “la más ladrona”– para “unirse” mansamente a sus explotadores.
Además de la realidad de sus dificultades para “ponerse de acuerdo” para ver quién se lleva la tajada más grande del pastel de carne molida de los explotados, la burguesía no deja de actuar siempre en contra del proletariado que siempre sufre la realidad de la naturaleza asesina de la burguesía toda. Para muestra basta el botón de la explosión de la Torre Pemex que muestra –independientemente de si fue premeditada o producto de la negligencia y abandono de las medidas de seguridad propias de un capitalismo que por la ganancia sacrifica la vida de los trabajadores–, cómo en el contexto de su pugna y su aprovechamiento de las desgracias en provecho de sus “argumentos” en contra y a favor de una u otra facción, la burguesía es una clase de buitres que solo come a costa del cadáver de los trabajadores. El mismo ejemplo vale para “los accidentes” en las diversas ramas productivas e improductivas donde cadáveres proletarios de por medio, la burguesía se destroza con furia en aras de ganancia.
Ya sabemos entonces qué significa para nosotros su Pacto por México y también lo que para ellos representa. Por ejemplo, detrás del “elbazo” están las reales y virulentas pugnas inter-burguesas, sin embargo, estos conflictos no entorpecen la implementación de los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores de la educación –que no es más que uno de los frentes del ataque generalizado contra el conjunto del proletariado– independientemente de cuál sea la fracción burguesa que administre las reformas en las que todos –como parte de la misma clase– están de acuerdo, sean del partido, del sindicato y del color que sean.
Por eso una vez más se reafirma que nosotros no podemos confiar en ellos ni en sus pretendidas buenas intenciones. La realidad lo confirma.
Pero más importante aún, no necesitamos salvadores. Nosotros mismos somos la solución: luchando en nuestro propio terreno, como clase, teniendo como bandera la defensa del conjunto de las condiciones de vida del conjunto de los explotados, en contra de los engaños de la patria, los mesías, los pactos sociales y las trampas ciudadano-democráticas.
RM, febrero de 2013
Ya hemos hablado con anterioridad de la experiencia de los “Talleres para Trabajadores Indignados” en la ciudad de Alicante, en España[1] [8]. Trascurridos varios talleres/debates puede ser un buen momento para realizar algunas reflexiones sobre estos y su relación con las necesidades del momento.
Más allá de la heterogeneidad de los compañeros que hemos participado, dos elementos destacan y se vinculan a las necesidades del momento: la aceptación de la necesidad de dotarse de una teoría para comprender y hacer frente a la realidad, y la demostración de la posibilidad real de autoorganización y debate honesto, aún con diferencias entre compañeros.
La teoría para el movimiento del proletariado siempre ha sido algo fundamental, en tanto que clase social que para hacer frente a la sociedad burguesa requiere de la máxima claridad y que no tiene ningún interés en el mantenimiento y mistificación del orden existente. Sin embargo en la fase histórica actual esta es, si cabe, más importante aún, en la medida que luchar de una forma eficaz contra el capitalismo se hace imposible sin un mínimo de claridad por parte del proletariado. En la fase anterior de grandes luchas proletarias (del mayo francés del 68 a las luchas en Polonia en 1980), que en casos puntuales y locales alcanzan niveles pre-insurreccionales, mientras existían importantes carencias en el seno del movimiento obrero a nivel político-teórico (ilusiones hacia la “democracia” burguesa, hacia los sindicatos y los partidos “obreros”, en la autogestión o la cogestión, nacionalismos, etc.), este hecho no impedía una gran capacidad para la lucha y para el desarrollo de métodos proletarios (asambleas obreras, delegados revocables, tendencia a la extensión de la lucha, autoorganización, etc.). Tampoco la crisis capitalista y su reguero de paro masivo y descomposición y atomización social presentaban entonces, a nivel general, la gravedad que presentan ahora, y por lo tanto no eran un freno tan grande para la lucha; ni la burguesía contaba, sobre todo en algunos Estados (como España por ejemplo), con los aparatos ideológicos y político-sindicales de confusión y canalización del malestar y la protesta. Hoy más que nunca el simple “instinto de clase”, la indignación o la combatividad son insuficientes para luchar contra el capitalismo y sus aparatos e ideologías.
La cuestión es que es más necesaria que nunca la teoría para poder simplemente hacer retroceder a la burguesía en sus ataques. Necesitamos de la teoría para poder comprender que los métodos sindicales e izquierdistas no nos conducen más que a la impotencia y a la derrota, que requerimos de la autoorganización y la extensión de las luchas para luchar de forma eficaz. La teoría es necesaria para comprender que la crisis capitalista no es una fatalidad o un fenómeno de la naturaleza; para entender que no es provocada por algún elemento utilizado como culpable (los bancos, Merkel, los “políticos corruptos” o que “no hacen bien su trabajo”..) para salvar la totalidad del sistema; para asumir que no es una enfermedad pasajera con luz al final del túnel, y que por tanto no tenemos porqué aceptar ni uno sólo de los sacrificios ni de la miseria diaria que nos ofrece el sistema, y que los sacrificios y la miseria de hoy no hacen sino anunciar peores sacrificios y miseria para mañana. La teoría es necesaria para entender que trabajadores y empresarios, parados y políticos, desahuciados y banqueros, no somos “ciudadanos iguales” pertenecientes a una supuesta comunidad nacional como ente superior al que habría que sacrificarse. La teoría es necesaria para comprender que las relaciones sociales y de producción capitalistas que tiranizan a la inmensa mayoría de la humanidad no son más que un producto histórico y que pueden y deben ser enviadas al basurero de la historia. Como muestra, en el debate sobre la crisis económica (Taller del 25 de enero), las distintas intervenciones se orientaron hacia la cuestión de si el capitalismo podía o no ser “reformado”.
Teoría como proceso de extracción de lecciones de la realidad pasada y presente, no como dogma elitista acabado al que someterse acríticamente. Teoría como herramienta para la lucha, no como abstracción en el aire. Teoría no como la invención de algún “individuo genial”, sino como proceso colectivo y vivo de reflexión, debate y confrontación. Teoría para clarificar un futuro, un cambio social, una perspectiva, con los que hacer coherentes las luchas del presente. En distintos talleres se ha planteado la preocupación de que tal cambio no sea una sustitución de una dominación por otra, sino que sea un cambio radical, un cambio de nosotros mismos. Entendemos que eso conjuga con lo que Marx planteaba como verdadera transformación radical: «Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz para el hombre es el hombre mismo».
Los Talleres de Alicante son una modesta experiencia que expresa la actividad de minorías que buscan respuestas a la gravedad y las dificultades del momento, que buscan un camino distinto al del activismo acrítico tras las llamadas de corneta sindicales, izquierdistas y ciudadanistas y sus métodos inoperantes para la clase trabajadora.
Otro aspecto importante a señalar de la experiencia de los Talleres en Alicante es la puesta en práctica de la cultura de la autoorganización y el debate, auténtico antídoto contra la sociedad capitalista, que sólo puede mantenerse en pie extendiendo la atomización y la despolitización. Y en esa labor es especialmente eficaz la “democracia” burguesa y sus aparatos e ideologías, de ahí la falta de confianza actual del proletariado en sus propias fuerzas, que de momento sigue siendo víctima de toda clase de maniobras sindicales (corporativismo, localismo, activismo) y “ciudadanas”.
En esta experiencia compañeros de diversos orígenes y posiciones estamos siendo capaces de confrontar posiciones de forma fraternal porque nos une la honestidad en la búsqueda de respuestas y herramientas frente a un enemigo común: la sociedad capitalista. Es importante subrayar eso: la política proletaria es la búsqueda colectiva de herramientas teórico-prácticas para afrontar problemas comunes, no el arte del engaño, las “jugarretas” y estrategias propias de la política burguesa, incluyendo su variante izquierdista. Es por eso que el sentimiento de fraternidad, solidaridad, autoorganización y apertura entre los explotados es un elemento imprescindible en su lucha. Desde la reunión de presentación de las jornadas se insistió en el valor positivo que tienen las diferencias. No ya admitirlas como una especie de mal menor, sino saludarlas como expresión de la diversidad que existe en la clase obrera, para acoger y reconocer contribuciones provenientes de distintos sectores y trayectorias políticas y personales, y, sobre todo, como acicate para la argumentación y el debate, para enriquecer los análisis, para que la teoría sea una síntesis superadora y no sólo una negación de los postulados previos.
Contrariamente a la propaganda burguesa que identifica la lucha proletaria revolucionaria con caos y violencia ciega, y a los estereotipos izquierdistas que lo identifican con disturbios generalizados y otras acciones “espectaculares”, un elemento fundamental en la lucha es la autoorganización y el debate, proceso en el que la acción de minorías es expresión y factor activo en la maduración de una conciencia subterránea que contribuya a ir carcomiendo los pilares del gigante de pies de barro capitalista para salir a la luz y hacerse carne en los momentos en que los diques de contención del sistema se desborden.
Saludamos pues la experiencia de los “Talleres para Trabajadores Indignados” de Alicante y subrayamos su dimensión y validez universal en relación a las necesidades del momento, animando a otros compañeros[2] [9] a seguir caminos similares y establecer lazos entre las minorías que buscan los caminos eficaces para la lucha contra un sistema obsoleto y decadente.
Draba, 19-3-13
[1] [10] /cci-online/201212/3601/nada-mas-practico-que-una-buena-teoria [11]
[2] [12] Una iniciativa muy interesante y que va en el mismo sentido es el Ciclo de Discusiones que compañeros en Bélgica llevan realizando desde hace un tiempo. Ver /cci-online/201301/3604/de-que-crisis-estamos-hablando [13]
La nota fue estridente y repetida hasta el asco por los medios sobre la detención de la Presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) a quien se acusa de los delitos de operación de recursos de procedencia ilícita y delincuencia organizada, nada más y nada menos. De inmediato, la manipulación mediática provocó que de todas partes vinieran los halagos por el “castigo ejemplar a la corrupta”. Todos los espacios noticiosos exhiben con morbo las cuantiosas propiedades, los lujos y los excesos de “la maestra” embotando los sentidos para que no se piense en otra cosa. A la par, se habla de sus abusos, de su poder sobre presidentes, gobernadores… En fin, que es la personificación absoluta del mal. La aprehensión se produjo el mismo día de la promulgación de la reforma educativa que concretiza la reforma laboral contra los profesores del nivel básico.
Pero este tipo de personajes sindicales se han engendrado y formado desde el mismo Estado y forman parte de la burocracia corporativista que, como premio por su labor de control de los trabajadores, usufructúan los fondos millonarios de las cuotas sindicales y prebendas que reciben del gobierno amén de las carreras “impresionantes” que hacen como senadores, diputados, gobernadores, secretarios de Estado, etc. Especímenes de este tipo se encuentran en todos los partidos políticos, en todos los sindicatos, en fin, en toda la estructura estatal y es cierto que la ostentación, prepotencia y arrogancia de que hacen gala son una bofetada y un insulto para la inmensa mayoría que sobrevive al filo de la angustia porque el salario no alcanza mas que para eso… ¡sobrevivir cada vez más miserablemente!
La corrupción es un modus vivendi y es consustancial a la burguesía en todo el mundo; los escándalos brotan a diario por todas partes, lo mismo en los países centrales como en los periféricos del capitalismo donde el soborno se ha hecho un deporte, donde el lavado de dinero es una práctica más que común, lo mismo que los fraudes, el robo, la estafa. Y es toda la clase burguesa la que funciona de esta manera, desde la burocracia que está al frente del aparato gubernamental, pasando por las cúpulas sindicales, hasta los directores de las empresas públicas o privadas incluidos los honorables empresarios y este fenómeno se acrecienta en el contexto de la crisis económica en donde la competencia por recuperar los beneficios toma una dinámica criminal.
Pero además, esta campaña mediática de “lucha contra la corrupción” además de asquerosa es cínica e hipócrita por donde se le vea. Si de pronto los gobernantes al servicio de su clase capitalista enloquecieran y llevaran a cabo una cruzada contra la corrupción no quedaría nadie a salvo. No se trata más que de una sublime patraña. De hecho, cotidianamente el espionaje estatal recaba millones de datos y en particular en este tipo de casos donde el delito es evidente pero no se actúa “conforme a derecho” sino hasta que la utilidad política aparece. Es decir, este tipo de mecanismos legales son uno de tantos instrumentos con los que cuentan las fracciones que pululan al interior del Estado para presionarse o ajustarse cuentas en un momento dado dependiendo cuál fracción ostente la mejor posición de poder; al lado de los “escándalos” por narcotráfico, por ejemplo. Y cuando la ocasión lo amerita, el asesinato puro y simple es la solución pues la burguesía es una clase de gánsteres (recuérdese el caso Colosio, Ruiz Massieu, Posadas Ocampo, etc.).
En este caso, las pugnas entre el grupo recién enquistado en el gobierno federal contra el grupo político de Gordillo que estaba reforzando sus alianzas con otros grupos en algunas entidades y también el hecho de que la cúpula del SNTE exigía que no se le retirara una fuente de poder importante en el sector como lo es el ingreso y la promoción de ascensos en la estructura, explicarían el desenlace efectivamente y puede haber, sin duda, otras motivaciones igualmente ciertas. Sin embargo, poco importa realmente el dato exacto sobre lo que ha provocado finalmente el encontronazo.
De lo que no debe haber duda es que no se originó, de ninguna manera, por la oposición de Elba Esther a la reforma educativa que ella misma avaló y colaboró con su equipo a formular, esa versión la promueven los medios con el marcado interés de hacer creer que, incluso, la cúpula sindical apoyaba a los profesores. Por el contrario, el sindicato sigue con su guión de hacer como que defiende a los trabajadores presionándolos para que trabajen los sábados con el cuento de “ganarse a la opinión pública y a los padres de familia” y promoviendo mantas con mensajes “contra la privatización de la educación”. De esta manera la dirigencia del SNTE intenta, con o sin Elba Esther al frente, encuadrar la incipiente movilización que se asoma en sus filas, para que no se sumen a una protesta generalizada por sus propios medios, por encima o incluso en contra del sindicato.
Tal vez, en un plazo determinado, seremos de nuevo llamados al espectáculo de que la maestra logró zafarse del castigo o que la condena se modificó, etc., como ha pasado ya infinidad de veces y no nos debe extrañar ni hacernos sentir defraudados por la “no aplicación de la justicia” pues se trata de sus propias pugnas como clase dominante y las procesan con sus propios mecanismos legales y, en general, con su propio aparato estatal. De nueva cuenta nos machacan la idea falsa de que la corrupción es la fuente de nuestra miseria, que la corrupción nos tiene hundidos en la crisis; por tanto, nos obligan a sacar la conclusión de que necesitamos “un capitalismo honesto”, un “estado honesto” y “dirigentes honestos”…¡una utopía peligrosa! Una idea así es completamente estéril y nos conduce no a cuestionar este sistema de explotación sino a buscarle un ¡funcionamiento honrado!.
Sin embargo, la campaña central y la más insidiosa es la que nos trata de convencer de que el Estado hace justicia y defiende a los trabajadores y en particular a los del sector educativo protegiendo sus fondos sindicales y que muestra las virtudes de un gobierno democrático y justiciero que se ha ocupado valientemente de castigar a este personaje tan corrupto. ¡Basura! El Estado seguirá fortaleciendo a sus sindicatos pues son el principal baluarte de los intereses de la burguesía y, en este empeño, claro está que también continuará asegurando las ganancias de las burocracias sindicales en pago por su trabajo de control y encuadramiento de los trabajadores.
También hay que combatir la mentira de que la corrupción sería la causa principal de las dificultades económicas de las instituciones o más aún de la crisis económica y de la pobreza generalizada. ¡NO! La causa de las penurias sin límite de la inmensa mayoría de las masas trabajadoras es el capitalismo. Es este sistema en sí mismo el que es corrupto desde sus inicios ya que se basa en la explotación del trabajo para acumular capital de manera frenética no importándole si tiene que implementar las más brutales formas de expoliación humana.
Otro mensaje que se lanza en contra de la clase obrera es que hay un Estado fuerte e implacable que está dispuesto a continuar con sus planes y que si no se detiene ni ante sus servidores mucho menos tendrá consideración de los trabajadores quienes tendrán que aceptar a regañadientes los ataques directos que significan las reformas. En particular, contra los trabajadores del sector educativo en cuyas filas se ha estado acumulando un gran descontento por los ataques recientes.
Por todo esto, los trabajadores no tenemos por qué festejar el espectáculo actual tan bochornoso que, entre otras cosas, retrata la moral de cuerpo entero de la clase dominante. No nos beneficia en lo más mínimo y, por el contrario, puede contaminar nuestra conciencia si no oponemos a esta borrachera democrática la reflexión basada en nuestras propias preocupaciones y perspectivas como clase: los ataques que se están recrudeciendo como nunca en contra de nuestras condiciones de trabajo y de vida, en contra de nuestras familias, de nuestro futuro y el de nuestros hijos. Y frente a esto, cómo defendernos realmente, cómo frenar estos golpes, cómo luchar.
Diversas agrupaciones dentro del SNTE están moviendo sus fichas para beneficiarse de esta coyuntura convocando a los trabajadores para que se opongan a “la imposición” de los nuevos dirigentes del sindicato que son designados desde la Presidencia como siempre, puestos que, nos dicen, deben delegarse por los propios trabajadores de base. ¡Pamplinas! Lo que significa este buen propósito es que se les tome en cuenta por parte del Estado en el reparto de las cuotas de poder dentro del sindicato y del partido político (Panal) que es el complemento de esta fracción de la burguesía que regentea el negocio asociado al control de este sector del proletariado.
Para los trabajadores, no hay ningún interés en la elección de tal o cual personaje pues de sobra saben que cualquiera da lo mismo, sea gordillista, antigordillista, independientes o democráticos, pues su mandato será siempre el de garantizar para el capital el sometimiento de los agremiados para imponer sin miramientos las medidas inhumanas que la burguesía impulsa a nivel mundial para hacer más productiva la fuerza de trabajo, establecer legalmente la inestabilidad laboral, los despidos arbitrarios y, sobre todo, profundizar y generalizar aún más la miseria en la que se hunden día con día las masas trabajadoras.
Los trabajadores de la educación, así como todos los trabajadores en general, deberemos evitar el caer en la trampa de tomar partido por una u otra fracción, enredarnos en sus pugnas solo nos lleva a perder nuestra autonomía. Nuestros intereses no son los de ellos, nuestra lucha es para oponernos a los ataques terribles que se avecinan a través de la reforma educativa y de la reforma laboral. Nuestra lucha debe construirse fuera de las consignas sindicales, vengan del SNTE o del a CNTE, fuera de los partidos políticos.
RM, 4 de marzo de 2013
La muerte de Chávez no sólo la lamentan los altos jerarcas del Estado venezolano, sino muchos gobernantes de América Latina y el mundo, que han venido a darle el “último adiós” al líder de la “revolución bolivariana”. Aunque varios de ellos lo hacen debido a compromisos políticos y comerciales (como es el caso de los miembros del ALBA[1] y de los países beneficiarios de los acuerdos petroleros), todos al unísono lamentan la desaparición de un jefe de Estado que en nombre de la “lucha contra la pobreza” y “la justicia social”, logró implantar un proyecto de gobierno que durante mas de 14 años ha servido a buena parte de la burguesía para atacar las condiciones de vida y la conciencia del proletariado. El mismo reconocimiento a la figura de Chávez, lo hacen los altos representantes del capital nacional, tanto opositores como oficialistas; éstos no han desaprovechado la oportunidad para hacer propaganda a la “solidaridad de los gobiernos del mundo con el pueblo venezolano” y se les infla el pecho al exaltar la trascendencia mundial de su gran guía.
El proletariado cuenta con su experiencia histórica para rechazar y desenmascarar este derroche de sentimentalismo e hipocresía de la burguesía y la pequeña burguesía. Chávez es un mito creado por el capitalismo, alimentado y fortalecido por la burguesía nacional y mundial, a la que ha venido en su auxilio con la patraña burguesa del “socialismo del siglo XXI”. La burguesía mundial, principalmente sus tendencias de izquierda, necesita mantener vivo ese mito. El proletariado requiere desarrollar sus armas de combate contra la ideología del chavismo para mostrar a las capas sociales mas depauperadas el auténtico camino del socialismo.
La emergencia de Chávez a la arena pública ocurre cuando lideró el intento de golpe de Estado de un grupo de militares contra el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez en 1992. Desde entonces creció su popularidad de manera vertiginosa hasta llegar a la presidencia de la república a inicios de 1999. Durante ese período logró capitalizar el descontento y la desconfianza de amplios sectores de la población hacia los partidos socialdemócratas y socialcristianos que se alternaban en el poder desde la caída de la dictadura militar en 1958, principalmente de las masas más empobrecidas de Venezuela afectadas por la crisis económica de los años 80, protagonistas de las revueltas de 1989. Dichos partidos habían entrado en un proceso de descomposición caracterizado por los altos niveles de corrupción y abandono de las tareas de gobierno, expresión de la descomposición que abarcaba al conjunto de la sociedad, principalmente a las clases dominantes, a tal punto que les resultó imposible cohesionar sus fuerzas para garantizar la gobernabilidad y la “paz social”.
Chávez, debido a su carisma y a su ascendencia entre las masas mas depauperadas que vieron en él la posibilidad de que el Estado pudiera beneficiarlas, recibió el apoyo de varios sectores del capital nacional, las Fuerzas Armadas y principalmente de los partidos de izquierda e izquierdistas de los años 60 y 70, quienes reavivaron su programa político de esa época basado en las luchas de “liberación nacional”: contra el “imperialismo yanqui”, por la creación de una auténtica burguesía nacionalista, apoyados ideológicamente en el pensamiento bolivariano de creación de la “gran patria suramericana” y sustentando estos objetivos en los importantes ingresos por exportaciones petroleras. Desde entonces varios de los dirigentes y teóricos de la izquierda y el izquierdismo venezolano (dentro de ellos exguerrilleros y miembros del Partido Comunista de Venezuela), se dieron a la tarea de visitar varios países “socialistas” o “progresistas” para “tomar luces” sobre el modelo a implantar en Venezuela una vez Chávez llegara al poder: China, Corea del Norte, Libia, Irak, Irán, Cuba, etc... Sin duda alguna, desde sus inicios el proyecto chavista fue concebido como un proyecto burgués de izquierda, nacionalista, basado en la unión cívico-militar, tomando como referencia a los regímenes mas despóticos de Asia, África y Oriente Medio, muchos de ellos aliados del exbloque imperialista Ruso.
A lo largo de sus 14 años de gobierno Chávez fue perfilando su proyecto de gobierno que después identificó como “socialismo del siglo XXI”, basado en la exclusión y confrontación con los sectores del capital nacional que sustentaron el poder hasta 1998 y sectores del capital privado que se le opusieron; con una agresiva geopolítica regional y mundial basada en un antiamericanismo radical. Su gran secreto, que le celebra buena parte de la burguesía mundial, es que pudo renovar las esperanzas en la inmensa masa de pobres abandonados de Venezuela, sacándolos de la “invisibilidad”, haciéndoles creer que algún día podrían salir de su situación de miseria; cuando en realidad lo que ha hecho es empobrecer al conjunto de la población, principalmente a los trabajadores, aplicando la fórmula maestra de la izquierda de “nivelar por abajo”. De esta forma el chavismo consiguió contener el malestar social de esa masa de pobres que el capitalismo decadente ha acumulado a lo largo del siglo XX, que ha ido en aumento debido a la imposibilidad de ser incorporados al trabajo productivo; pero también ha logrado un objetivo que le envidian las otras burguesías: cuenta con el apoyo de una masa electoral que le ha permitido perpetuar en el poder por vías democráticas a las nuevas elites civiles y militares de la clase dominante. No es por casualidad que las fuerzas chavistas durante sus 14 años en el poder, han ganado 13 de las 15 elecciones nacionales que han promovido.
La emergencia del chavismo no podemos verla sólo como el resultado del fracaso de los gobiernos que le precedieron, ni mucho menos como un resultado del carisma de Chávez, tal como lo hace la burguesía que ve a las personalidades como los motores de la historia; sino como expresión de la descomposición del sistema capitalista en su conjunto El derrumbe del bloque ruso a finales de los años 80 marca la entrada del capitalismo en esta nueva fase avanzada de su decadencia, la de su descomposición[2]. Este acontecimiento que trastocó el sistema de bloques imperialistas existentes hasta entonces tuvo dos consecuencias principales: el debilitamiento progresivo del imperialismo norteamericano a nivel mundial y un ataque a la conciencia de clase del proletariado, debido a que la burguesía mundial desarrolló una campaña para identificar el derrumbe del bloque estalinista con la “muerte del comunismo”. Los sectores de izquierda del capital, para poder sobrevivir en su tarea de encuadramiento de la clase obrera y de las masas empobrecidas, requerían generar “nuevas” ideologías con este fin; de allí la emergencia en los años 90 de “la tercera vía” en Europa y de movimientos de izquierda e izquierdistas en los países de la periferia. En ese caldo de cultivo, producto de la descomposición del sistema capitalista emerge Chávez y consolida su proyecto, junto a otros líderes y movimientos sociales de izquierda en diferentes países de América Latina: Lula con el apoyo del PT, el MST y los Foros Sociales en Brasil; Evo Morales en Bolivia con el movimiento indigenista; el zapatismo en México apoyando el movimiento indígena y campesino, etc.
La trascendencia de Chávez obedece a que desde sus inicios se proyectó como un movimiento de integración latinoamericana (sustentado en el pensamiento Bolivariano), desplegando un antiamericanismo radical. Desde ese punto de vista, fue visto como un segundo Fidel Castro, quien sustituye la ideología de las luchas de “liberación nacional” de los años 60 por la de los “movimientos sociales” de las masas obreras y excluidas sociales de la región. La Venezuela de Chávez de los años 2000 de alguna manera se transforma en la vidriera que fue Cuba para la URSS durante el siglo pasado que intentaba vender las bondades del “socialismo real” en América Latina; con la gran diferencia que la vidriera del chavismo, la franquicia del “socialismo del siglo XXI”, es financiada con los grandes ingresos obtenidos por las exportaciones petroleras.
Sin embargo, el régimen chavista no pudo detener el avance arrollador de la descomposición social en Venezuela; más bien se transformó en un factor de su aceleración a nivel interno y regional. Al desplazar a los antiguos burócratas de las empresas e instituciones del Estado colocó en su lugar a nuevos burócratas civiles y militares que han logrado amasar grandes fortunas y propiedades dentro y fuera del país, que superan con creces los niveles de corrupción de los gobiernos anteriores. El chavismo ha sabido comprar la fidelidad a su proyecto “revolucionario”, repartiendo a discreción los altos ingresos petroleros. Esta vía se ha utilizado de manera magistral para desplazar al anterior Alto Mando militar y comprar la necesaria fidelidad de la Fuerzas Armadas, principalmente después del golpe de Estado de 2002 que sacó a Chávez del gobierno por unas horas; a tal punto, que cuando Chávez muere la Fuerza Armada se ha convertido en una verdadera “guardia pretoriana” del régimen, con un peso significativo en el poder.
La hegemonía de las facciones de la burguesía chavista en el poder, se basa en un reforzamiento del Estado en todos sus órdenes y una confrontación permanente con sectores del capital nacional que se le oponen al régimen, principalmente contra representantes emblemáticos del capital privado, sujetos a expropiaciones y controles; una forma del régimen justificar ante sus seguidores que lucha contra “la burguesía”, cuando en realidad muchos chavistas pasaron a ser “dignos” representantes del capital privado. De esta manera, la confrontación política entre las fracciones del capital nacional ha sido el aspecto dominante durante el régimen chavista; esta lucha donde cada fracción del capital hala para su lado e intenta imponer sus intereses particulares, arrastra al conjunto de la sociedad y repercute en todos los ordenes de la vida social. A nivel económico, la crisis general del sistema ha develado inviable y de un alto costo las pretensiones del chavismo de hacer de Venezuela una “potencia económica regional”; que se observa, entre otros aspectos, a través de un abandono de la infraestructura industrial del país (que afecta a la propia “gallina de los huevos de oro”, la industria petrolera), de la infraestructura vial y el servicio eléctrico (uno de los mejores de AL hace apenas dos décadas), que están prácticamente por el suelo; a nivel de las telecomunicaciones Venezuela sufre de un rezago tecnológico con respecto al resto de los países de la región. El mayor drama se vive a nivel social: la desmejora de los servicios de salud pública y educación (que el chavismo vende como uno de los grandes logros de la “revolución”) es mucho mayor que hace una década; la seguridad pública prácticamente ha sido abandonada (aunque no así la represión policial a las protestas de trabajadores y la población): en los 14 años de gobierno “socialista” han sido asesinadas mas de 150 mil personas, lo que ha colocado a Venezuela (principalmente a Caracas, la capital ) con una de las mayores tasas de criminalidad del mundo por cada 100 mil habitantes, que superan a las México y Colombia[3].
Al momento de la muerte del líder mayor de la “revolución bolivariana”, el país cuna del “socialismo del siglo XXI” se encuentra sumido en una grave crisis económica. En 2012 se superaron todos los records en los índices que evidencian a una economía tan enferma como lo estaba su presidente: alto déficit fiscal (del orden del 18% del PIB, el mayor de la región), resultado del desmesurado gasto público que se ubicó en el 51% del PIB; las importaciones fueron las más altas en 16 años, del orden de los $ 56 mil millones, equivalentes al 59% de las exportaciones; 22% de inflación, la más alta de la región. Los gastos del Estado se han cubierto hasta ahora con el crecimiento de la deuda interna y externa, que ha crecido de manera vertiginosa en los últimos años, llegando a ser en la actualidad del orden del 50% del PIB; también emitiendo dinero inorgánico, lo que ha ocasionado los niveles de inflación mas altos de la región que hace añicos el salario de los trabajadores, las pensiones y las migajas que reparte el Estado. La crisis económica ya no se puede seguir ocultando y trampeando: debido a los controles del Estado en la economía, el 2013 se ha iniciado con una devaluación del Bolívar del 46% para intentar cubrir parte del inmenso gasto público y una escasez de productos (del orden del 20% según el Banco Central de Venezuela), principalmente de alimentos; la inflación se estima será del 30%. Para agravar la situación, China, quien ha hecho préstamos importantes al Estado venezolano en los últimos años, ahora se opone a suministrar más recursos a una economía que parece un barril sin fondo. Por otra parte, las dudas sobre la salud de la economía venezolana hacen más difícil y costosa la colocación de bonos en el mercado, que tienen que pagar una prima del 13,6%.
El proyecto chavista del “socialismo del siglo XXI” es otro gran fracaso de la burguesía; una versión del capitalismo de Estado en el siglo XXI que hunde a los trabajadores y la sociedad en la pobreza mientras enriquece a la clase burguesa, que incluye a las nuevas élites chavistas. Es una muestra que ni la derecha, ni la izquierda, ni los izquierdistas representan una salida a la miseria y barbarie a que nos somete el capitalismo.
Uno de los aspectos más resaltados después de la muerte de Chávez por Jefes de Estado así como altos representantes de organismos como la ONU, OEA, BM, etc. ha siso su orientación hacia la causa de los pobres, que según ellos ha permitido reducir los niveles de pobreza en Venezuela. Tanto ellos, como los representantes de partidos de izquierda, grupos izquierdistas y movimientos sociales, le sirven de caja de resonancia a la manipulación de índices y a la propaganda bien estudiada del chavismo para mostrar al mundo ese gran logro , gracias a una “redistribución de la riqueza” orientando recursos del Estado a planes de alimentación, salud, educación, etc. para los sectores mas necesitados. Según las cifras del INE, organismo encargado de hacer que las estadísticas muestren los “logros de la revolución” de Chávez, los hogares pobres en Venezuela se han reducido del 49% al 27,4% entre 1998 y 2011 (del orden de 4 millones); quienes se unen a los 37 millones de personas que según el BM dejaron de ser pobres en la última década en América Latina. La burguesía mundial necesita exaltar a algún país que bajo el régimen capitalista esté en vías de “superar la pobreza” y próximo a cumplir con los “Objetivos del Milenio” proclamados por la ONU.
La realidad es que el régimen de Chávez lo que ha hecho es masificar la pobreza, manteniendo a los pobres en la pobreza, desmejorando el nivel de vida de los trabajadores formales y de los sectores mas bajos de las capas medias. El chavismo ha llevado a cabo una reingeniería social, trasladando hacia los sectores mas depauperados parte de la masa de plusvalía orientada al pago de salarios y beneficios sociales de los trabajadores. Lo que ha hecho es acentuar la precarización del trabajo que ya existía antes de Chávez llegar al poder: estudios no oficiales del 2011 indican que el 82% de la población ocupada tiene un empleo precario[4] . El régimen se jacta de haber incrementado el empleo (en cerca de 1 millón en el sector público), mientras la propaganda oficial señala que en Europa y EEUU crece el desempleo. Es cierto, el empleo ha crecido en Venezuela al igual que en varios países de la región, pero se trata de un empleo precario: sin contratación fija o a tiempo parcial, violando sus propias leyes laborales y sin contar con los beneficios sociales básicos (salud, ayuda para educación de trabajadores y sus hijos, etc.). El Estado, a través de las llamadas Misiones ha creado servicios paralelos de salud, educación, etc., mientras ha desmejorado las condiciones de vida de los trabajadores de esos sectores y de todo el sector público, a tal punto que se han acumulado deudas impagables con los trabajadores, que suman decenas de miles de millones de dólares. A través de esa reingeniería social ha hecho una verdadera sangría de los trabajadores de los sectores productivos, logrando achatar la curva salarial alrededor del salario mínimo (de $300 si se aplica la tasa de cambio oficial; y de $100, con la del mercado negro).
Ante las reivindicaciones de los trabajadores, el chavismo las rechaza argumentando que no va a desmejorar las condiciones de vida “del pueblo”. Pero esta es precisamente la gran mentira: con los planes sociales del Estado (que en mayor o menor grado aplica cada burguesía nacional para intentar mantener la “paz social”), lo que hace la burguesía es repartir algunas migajas de la renta petrolera a un porcentaje limitado de pobres, mientras la mayoría se alimenta con la esperanza de que algún día será beneficiado por tal o cual plan de asistencia social. Situación que se aprecia por ejemplo con la distribución de alimentos a precios regulados, que sólo se consiguen después de hacer largas filas y en cantidades limitadas; o con las pocas viviendas construidas por el Estado (en sitios de alto tránsito para mostrar los “logros de la revolución”), que son asignadas a unos pocos seguidores del gobierno y sin título de propiedad. Otros reciben beneficios del Estado en dinero, pensiones, becas, etc. pero ese dinero no les permite ni siquiera cubrir las necesidades de alimentación. Por otra parte, la inflación (la mas alta de la región) generada por los incesantes gastos del Estado, hace desaparecer de la noche a la mañana esas ayudas, al igual que vuelve añicos los salarios de los trabajadores. Según cifras oficiales durante los 14 años de gobierno de Chávez se ha acumulado una monstruosa inflación del 1500%, que ha ocasionado una caída del salario real en ese período.
La franquicia chavista del “socialismo del siglo XXI” que vende la izquierda, izquierdistas y dirigentes de “movimientos sociales” de la región, lo que hace es alimentar las ilusiones de las masas más débiles del proletariado, para que sigan creyendo en un modelo capitalista de Estado, que termina siendo igual o mas salvaje que los que aplica la burguesía en otros países.
Chávez logró oxigenar la mistificación democrática aplicando la fórmula de la “democracia participativa”. De esta manera penetró y ha puesto bajo el control del Estado a las capas más pobres de la población y los movimientos sociales, a través de órganos como los Círculos Bolivarianos y mas recientemente los Consejos Comunales; apoyados en nuevos planes asistencialistas y clientelares llamados Misiones. De esta manera el chavismo consiguió llevar a cabo la fórmula maestra del igualitarismo promovido por la izquierda de “nivelar por abajo”; es decir, ampliar el empobrecimiento al conjunto de la población, principalmente al conjunto de la clase obrera.
Así mismo, el régimen de Chávez ha logrado un mayor reforzamiento del Estado contra la sociedad, lo que se corresponde con la visión defendida por la izquierda de que “socialismo” significa mas Estado. De esta manera, el Estado no sólo se ha reforzado en el plano económico al expropiar empresas y tierras a sectores del capital privado opositores al régimen, sino que ha fortalecido el totalitarismo estatal; omnipresente en todos los planos de la sociedad. Con Chávez se ha militarizado la sociedad y se ha ampliado el carácter policial del Estado para controlar y reprimir a la población, principalmente a los trabajadores.
A nivel interno y externo, el chavismo, al igual que lo hace la burguesía cubana y otras burguesías de la región, utilizan al “imperialismo norteamericano” como chivo expiatorio, principalmente para justificar su propia política imperialista. Históricamente la burguesía venezolana no ha ocultado su intención de ser una gran potencia regional, orientación que ha exacerbado el chavismo dada la perdida de fuerza de los EEUU en el mundo y en su propio patio trasero. Con el ardid de “la amenaza del imperio” el chavismo justifica el incremento en la compra de armamentos, a tal punto que según el Informe sobre las Tendencias de Transferencia de Armas 2012 del Stockholm International Peace Research Institute Venezuela se convirtió en el primer importador de armas convencionales en Suramérica y el decimotercero en el mundo y aumentó en mas un 500% la compra de armamentos entre 2002 y 2006, siendo Rusia uno de sus principales proveedores. De esta manera el gobierno venezolano, que constantemente habla de paz y unión, se une al crecimiento armamentista de las burguesías de la región y contribuye a la desestabilización regional. La compra de armamentos significa mayor endeudamiento y un desvío de la riqueza social en contra de la propia sociedad, ya que en última instancia estas armas se utilizarán, no en contra del “imperio” sino para controlar el malestar social.
El régimen chavista realiza una geopolítica más agresiva que los gobiernos que le precedieron. Con el fin de construir la “gran patria de Bolívar” y utilizando los ingresos petroleros como arma de penetración, ha logrado ser un factor de desestabilización debido a la competencia contra otros aspirantes a “petit” imperialistas de la región, principalmente Brasil y Colombia. Junto con Cuba ha creado el ALBA, que agrupa a los países que han comprado la franquicia del “socialismo del siglo XXI”; “Petrocaribe” para penetrar la región de El Caribe y acuerdos con los países del Mercosur, principalmente con Argentina. Estos países reciben beneficios en las exportaciones petroleras y “ayudas” del Estado venezolano. De esta manera el chavismo compra sus lealtades a nivel regional, invirtiendo buena parte de la renta petrolera y desmejorando las condiciones de vida del proletariado venezolano.
Después de una década de la burguesía mundial decretar la “muerte del comunismo” al derrumbarse el bloque estalinista en 1989, con el fin de intentar debilitar la conciencia y la lucha del proletariado por una nueva sociedad, el chavismo vino a reforzar esa campaña banalizando y desvirtuando el socialismo, intentando quitarle su real esencia proletaria. Los sectores burgueses y pequeños burgueses opositores al régimen también hacen su contribución, tildando al régimen de “comunista” o “castrocomunista”. Este es uno de los mayores aportes de la burguesía chavista y su contraparte al conjunto de la burguesía, ya que representa un ataque directo a la conciencia de clase del proletariado, no sólo en Venezuela, sino a nivel regional y mundial.
Pretender que está en desarrollo una “revolución”; que se implanta el socialismo en un país debido a que un puñado de militares e izquierdistas aventureros toman el control del Estado capitalista y lo refuerzan, donde el sujeto revolucionario es el “pueblo”; que se va a superar la pobreza con planes asistencialistas de ese Estado y que se está en contra del capitalismo y del imperialismo por las diatribas con los EEUU, es pretender repetir en pleno siglo XXI la tragedia de lo que representó el siglo pasado la llamada “revolución cubana” contra el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado cubano, de América Latina y del mundo. En este sentido no son casuales los lazos estrechos del chavismo con el régimen de los hermanos Castro y su pandilla, a quienes se les paga con petróleo su “asesoría” para intentar mantener en el poder por 50 años o más al régimen chavista tal como ellos lo han logrado en Cuba.
La llamada “revolución bolivariana” no tiene nada que ver con el socialismo. Se trata de un movimiento patriota y nacionalista, cuando sabemos que el Manifiesto Comunista, el primer programa político del proletariado, desde 1848 plantea que “los proletarios no tienen patria ni intereses nacionales que defender”. La “revolución” chavista expresa un movimiento a histórico, ya que pretende retrotraernos al indigenismo precolombino y al pensamiento de Bolívar, ya reaccionario para su época pues luchó contra el dominio español sólo para colocar en el poder a la oligarquía criolla. Se trata de un proyecto burgués ya que no parte de un movimiento de luchas del proletariado, sino de sectores de la pequeña burguesía izquierdista, civil y militar, resentida socialmente por haber sido excluida del poder después del derrocamiento de la dictadura en 1958. Se sustenta en las masas depauperadas y en los sectores más débiles del proletariado, que la burguesía venezolana ha acostumbrado por décadas al asistencialismo y al clientelismo político, ya que son mas vulnerables y propensos a ilusionarse con cualquier migaja que les reparte el Estado; con este fin las organiza en Círculos Bolivarianos o Consejos Comunales y las moviliza para precarizar las condiciones de vida de la clase obrera activa (a la que califica de aristocracia obrera) e incluso para confrontarla junto con sus bandas armadas. En este sentido el proyecto chavista se inscribe dentro del conjunto de “movimientos sociales” promovidos por la izquierda y el izquierdismo que buscan que las masas mas depauperadas se acostumbren a vivir en la miseria y la precariedad, y que no unan sus luchas a las del proletariado que produce de manera asociada, que utiliza la huelga como mecanismo de confrontación contra el capital, que puede llegar a tomar conciencia de la fuerza social que representa y que es capaz de luchar por superar la miseria a que lo somete el capitalismo.
El chavismo utiliza toda la fuerza del Estado para confrontar las luchas obreras, las cuales de alguna manera quedan ocultas tras la intensa polarización política inducida por la burguesía. Recurre a los medios más bárbaros que ha utilizado la burguesía en siglo XX para atacar al proletariado: en el año 2003, después de la huelga en el sector petrolero promovida por las facciones burguesas opositoras al chavismo, utilizó a obreros desempleados y adeptos al régimen contra los trabajadores en huelga, desatando un verdadero pogromo contra ellos; no se contentó con despedir a cerca de 20 mil trabajadores, sino que les fue imposible conseguir empleo dentro y fuera de las empresas del Estado, y sus huestes se encargaban de acosarlos permanentemente. Ese ha sido el mayor ataque a la solidaridad de clase del proletariado en Venezuela, que acentuó la división y polarización política dentro de la propia clase obrera. El chavismo ha crecido debilitando la solidaridad y conciencia de clase.
La ideología chavista, tal como lo hace la izquierda y el izquierdismo, intenta banalizar la lucha de clases, planteándola como una lucha de “pobres contra ricos”. En sus frecuentes alocuciones por radio y televisión Chávez repetía constantemente que “ser rico es malo”, con la intención de que los proletarios aceptaran pasivamente una vida precaria, mientras los altos jerarcas y burócratas del Estado, así como sus familias, no pueden ocultar su condición de nuevos ricos. Chávez en todo momento arengaba que estaba luchando contra “la burguesía”, planteando que su gobierno era el gobierno de los pobres, pues él mismo era de extracción pobre. De esta manera pretende tratar de ignorante a la clase obrera, que ha aprendido del marxismo que el sistema capitalista está basado en una relación social de clases antagónica, la burguesía y el proletariado; y que quienes conforman el gobierno del Estado forman parte de la clase burguesa.
La muerte de Chávez no significa la muerte del chavismo. Chávez no ha sido el único ni será el último gobernante populista de un país latinoamericano: el siglo XX ha parido a varios gobernantes con perfiles más o menos parecidos, que se consideraban una especie en extinción. La burguesía necesita sus Chávez para mantener controladas e ilusionadas a las masas más depauperadas conformadas en parte por los sectores mas débiles y atomizados del proletariado, que inevitablemente seguirán creciendo mientras perdure el sistema capitalista, que se hunde en la decadencia y descomposición.
Este drama plantea el reto histórico al proletariado de desarrollar sus luchas y transformarse en la referencia para esas masas que cifran sus esperanzas en el Estado y en los mesías que como Chávez crea el capitalismo. El proletariado en Venezuela lucha, pese al acoso ideológico y represivo del Estado, y a la polarización política promovida por las facciones del capital. Trabajadores del sector industrial y del sector público, utilizan el arma de la huelga y la protesta para enfrentarse al Estado; aunque muchos de ellos simpatizan con el chavismo, muestran una desconfianza hacia el Estado-patrón. Los ataques constantes del Estado “socialista” les obliga a resistir; no tienen otro camino[5]. También lo hacen los sectores más depauperados donde el proletariado es más débil, aunque con más limitaciones debido a su atomización y a estar más disociados del aparato productivo.
Ante la ideología izquierdista del chavismo y ante las ideologías que genera y generará la burguesía en la preservación de su sistema, el proletariado en Venezuela y a nivel mundial necesita desarrollar su lucha contra el capital mas allá del plano de sus reivindicaciones, desarrollando su conciencia política y organizándose como clase autónoma; también en el plano ideológico y teórico, apoyada en el materialismo histórico. Esta tarea incumbe en mayor grado a las minorías mas politizadas de la clase que luchamos por el comunismo.
Internacionalismo Venezuela
24/03/13
[1] Alternativa Bolivariana para las Américas de la cual forman parte Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Cuba y otros países.
[2] Ver artículo La descomposición: fase última de la decadencia del capitalismo /revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo [17]
[3]Ver artículo Incremento de la violencia delictiva en Venezuela: Expresión del drama de la descomposición del capitalismo
[5] Ver artículos “Guayana es un polvorín”: el proletariado busca su identidad de clase a través de la lucha
https://es.internationalism.org/node/2820 [20]
Los obreros de Guayana avanzan a través de un camino de obstáculos hacia su identidad de clase
Links
[1] https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=psuv%20venezolano&source=web&cd=1&cad=rja&ved=0CC0QFjAA&url=http%3A%2F%2Fwww.psuv.org.ve%2F&ei=NwkwUcOtLoT0qQHU3YGoBg&usg=AFQjCNG_wcsorJCrtdpmJkw8llI5ycGGRA&bvm=bv.43148975,d.b2U
[2] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/venezuela
[3] https://es.internationalism.org/en/tag/21/553/socialismo-del-siglo-xxi
[4] https://es.internationalism.org/en/tag/personalidades/hugo-chavez
[5] https://es.internationalism.org/en/tag/noticias-y-actualidad/socialismo-del-siglo-xxi
[6] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/mexico
[7] https://es.internationalism.org/en/tag/6/586/pacto-por-mexico
[8] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=4244#_ftn1
[9] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=4244#_ftn2
[10] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=4244#_ftnref1
[11] https://es.internationalism.org/cci-online/201212/3601/nada-mas-practico-que-una-buena-teoria
[12] https://es.internationalism.org/node/add/book?parent=4244#_ftnref2
[13] https://es.internationalism.org/cci-online/201301/3604/de-que-crisis-estamos-hablando
[14] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0
[15] https://es.internationalism.org/en/tag/geografia/espana
[16] https://es.internationalism.org/en/tag/6/473/circulos
[17] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200510/223/la-descomposicion-fase-ultima-de-la-decadencia-del-capitalismo
[18] https://es.internationalism.org/node/3417
[19] https://vprimero.blogspot.com/2011/05/826-de-la-poblacion-ocupada-tiene-un.html
[20] https://es.internationalism.org/node/2820
[21] https://es.internationalism.org/internacionalismo/201108/3192/venezuela-los-obreros-de-guayana-avanzan-a-traves-de-un-camino-de-obst