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Primero "nadie" era Grecia que había engañado falseando sus cuentas públicas, pero cayó Irlanda. Luego "nadie" era Irlanda con su sistema bancario agujereado por su exposición a la burbuja inmobiliaria, pero cayó Portugal. Más tarde "nadie" era tan pequeño como Portugal. Los demás países eran "too big to fall" (demasiado grandes para caer), pero vemos hoy a España o Italia (5ª y 4ª economías de la Unión Europea, respectivamente) sacudidas por el encarecimiento de la droga crediticia que necesitan para siquiera levantarse cada día.
Al compás de los sucesivos "rescates" (¿?) y planes de ayuda (¿¿??), se acumulan también criminales hachazos a las condiciones de vida de los trabajadores de todos los países. En Grecia acaban de aprobar el segundo que incluye despidos masivos de funcionarios y expoliaciones de los salarios vía impuestos. En Portugal amén de estos ataques han expropiado directamente la mitad de la paga de Navidad y se prepara un nuevo ajuste aún más duro. En Italia se merman los salarios haciéndoles sufragar el pago de servicios sanitarios. En España, las autoridades autonómicas están procediendo a despidos de trabajadores públicos (como los 1500 de Cataluña) o a eliminación de contratos de trabajadores interinos (como en Valencia,...). La supervivencia del capitalismo se realiza sobre la base de la inmolación de las necesidades de los trabajadores.
Pero éstos se alzan cada vez más indignados, como se ha visto recientemente en Grecia y España. En estas luchas se abre paso también una reflexión para clarificar la magnitud del combate. Una reflexión articulada en torno a multitud de preguntas: ¿es una crisis de algunos países periféricos capaces de poner en jaque a las grandes potencias, o una crisis que afecta al sistema capitalista en su conjunto? ¿es una crisis de un sector - el financiero o el inmobiliario - que hipoteca a sus cofrades de las industrias "productivas"; o una crisis terminal que afecta a la esencia del funcionamiento del modo de producción capitalista?. Y sus consecuencias políticas. ¿podríamos salir de la crisis si el Estado democrático pusiera coto a la avaricia de los plutócratas? ¿podría salvarse la humanidad del caos resultante del capitalismo, con regulaciones "democráticas" de su funcionamiento?
Una de las principales preocupaciones de nuestro reciente Congreso Internacional ha sido, como no podía ser de otra forma, alimentar esa reflexión y debate, con documentos como la Resolución sobre la Situación Internacional, de la que a continuación publicamos, precisamente, los puntos dedicados a la crisis capitalista mundial.
1. La resolución adoptada por el precedente Congreso de la CCI ponía de entrada en evidencia, cómo la realidad asestaba un duro golpe y desmentía rotundamente las previsiones optimistas de los dirigentes de la clase burguesa a principios de la última década del siglo XX, particularmente tras el hundimiento de ese "Imperio del mal" constituido por el bloque imperialista supuestamente socialista. Citaba la declaración, ahora famosa, del presidente George Bush padre de marzo de 1991, anunciando el nacimiento de un "Nuevo Orden Mundial" basado en el "respeto del derecho internacional" y ponía en evidencia su carácter surrealista de frente al caos creciente en el que se está hundiendo hoy la sociedad capitalista. Veinte años después de ese "profético" discurso, y particularmente desde principios de esta nueva década, el mundo ha dado una imagen de caos como jamás la había dado desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Con unas semanas de intervalo, hemos asistido a una nueva guerra en Libia que se ha añadido a todos los conflictos sangrientos que han tocado el planeta durante el último periodo; hemos asistido a nuevas masacres en Costa de Marfil y también a la tragedia que ha afectado a Japón, uno de los países más potentes y modernos del mundo. El terremoto que asoló parte de ese país puso en evidencia, una vez más, que no existen "catástrofes naturales" sino consecuencias catastróficas a fenómenos naturales. Mostró que la sociedad dispone hoy de medios para construir edificios que resisten a los seísmos y que permitirían evitar tragedias como la de Haití el año pasado, pero mostró también la falta de previsión de la que es capaz un Estado tan avanzado como Japón. En sí mismo, el seísmo produjo pocas víctimas, pero el tsunami que lo siguió mató unas 30000 personas en unos minutos. Más aún, al provocar un nuevo Chernóbil, puso en evidencia no sólo la falta de previsión de la clase dominante, sino también su enfoque de aprendiz de brujo, incapaz de dominar las fuerzas que pone en movimiento. La empresa Tepco, que explota la central atómica de Fukuyama, no es la primera, y menos aún, la única responsable de la catástrofe. Es el sistema capitalista en su conjunto -basado en la búsqueda desenfrenada de ganancia, así como en la competencia entre sectores nacionales, y no en la satisfacción de las necesidades de la humanidad- el que es el responsable fundamental de las catástrofes presentes y futuras sufridas por la especie humana. A fin de cuentas, "el Chernóbil japonés" es una nueva ilustración de la quiebra definitiva del modo de producción capitalista, cuya sobrevivencia es una amenaza creciente para la sobrevivencia de la misma humanidad.
2. Es evidentemente la crisis actual del capitalismo mundial lo que expresa más directamente la quiebra histórica de este modo de producción. Hace dos años, la burguesía de todos los países fue invadida por un tremendo pánico ante la gravedad de la situación económica. La OCDE no vacilaba en escribir: "La economía mundial está presa de la recesión más profunda y sincronizada desde hace décadas" (Informe intermediario de marzo del 2009). Cuando se sabe con qué moderación se expresa habitualmente esta venerable institución, uno puede hacerse una idea del pavor sentido por la clase dominante frente a la quiebra potencial del sistema financiero internacional, la caída brutal del comercio mundial (más de 13 % en 2009), la brutalidad de la recesión de las principales economías, la oleada de quiebras que golpea o amenaza a empresas emblemáticas de la industria tales como General Motors o Chrysler. Ese pavor de la burguesía la condujo a convocar cumbres del G20, como la de marzo del 2009 en Londres, que decidió en particular duplicar las reservas del Fondo Monetario Internacional y la inyección masiva de dinero por parte de los Estados en la economía, para salvar un sistema bancario moribundo y relanzar así, la producción. El fantasma de la "Gran Depresión de los años 30" aparecía en las mentes, lo que llevaba a la misma OCDE a conjurar esos demonios escribiendo: "A pesar de que se haya calificado a veces esta severa recesión mundial de "gran recesión", estamos muy lejos de una nueva "gran depresión", como la de los años 30, gracias a la calidad y la intensidad de las medidas que los gobiernos toman actualmente" (ídem). Pero como decía la resolución del XVIII Congreso, "lo propio de los discursos de la clase dominante hoy, es olvidarse de sus discursos de ayer", y el mismo informe intermediario de la OCDE de la primavera del 2011 expresa un verdadero alivio con la restauración de la situación del sistema bancario y la reanudación económica. La clase dominante no puede hacer otra cosa. Incapaz de dotarse de una visión lúcida, de conjunto e histórica, de las dificultades de su sistema -puesto que esa visión la conduciría a descubrir el callejón sin salida definitivo en el que éste se encuentra- no puede sino comentar día a día las fluctuaciones de la situación inmediata intentando encontrar en ésta motivos de consuelo. Entretanto, está obligada a subestimar, a pesar que de cuando en cuando los medios de información adoptan un tono algo alarmista sobre el tema, el significado del fenómeno mayor que ha salido a la luz desde hace dos años: la crisis de la deuda soberana de varios Estados europeos. De hecho, esta quiebra potencial de un número creciente de Estados, es una nueva etapa en el hundimiento del capitalismo en su crisis insalvable. Ésta pone de relieve los límites de las políticas por las que la burguesía logró frenar la evolución de la crisis capitalista durante varias décadas.
3. Hace ahora más de cuarenta años que el capitalismo está confrontado a la crisis. Mayo del 68 en Francia y el conjunto de luchas proletarias que siguieron internacionalmente, alcanzaron semejante amplitud porque estaban alimentadas por una agravación mundial de las condiciones de vida de la clase obrera, agravación resultante de las primeros perjuicios de la crisis capitalista, en particular, el aumento del desempleo. Esta crisis conoció una brutal aceleración en 1973-75 con la primera gran recesión internacional de posguerra. Desde entonces, nuevas recesiones siempre más profundas y ampliadas golpearon a la economía mundial hasta culminar con la del 2008-09 que rememoró en las mentes el fantasma de los años 30. Las medidas adoptadas por el G20 de marzo del 2009 para evitar una "Gran Depresión", son significativas de la política de la clase dominante desde hace varias décadas: se pueden resumir por la inyección de masas considerables de créditos en las economías. Tales medidas no son nuevas. De hecho, desde hace más de 35 años, están en el corazón mismo de las políticas llevadas por la clase dominante para intentar escapar a la principal contradicción del modo de producción capitalista: su incapacidad para encontrar mercados solventes capaces de absorber su producción. La recesión de 1973-75 fue "superada" por los créditos masivos dedicados a los países del Tercer Mundo pero, desde principios de los años 80, con la crisis de la deuda de esos países, la burguesía de los países más desarrollados tuvo que renunciar a ese pulmón de su economía. Fueron entonces los Estados de los países más avanzados, y en primer lugar el de Estados Unidos, los que tomaron el relevo como "locomotoras" de la economía mundial. Los "reaganomics" (política neoliberal de la administración Reagan) de principios de los años 80, que habían permitido un relanzamiento significativo de la economía de ese país, se basaban en una erosión inédita y considerable de los déficits presupuestarios mientras que Ronald Reagan afirmaba que "el Estado no era la solución, sino el problema". Al mismo tiempo, los déficits comerciales igualmente considerables de esa potencia, permitían que las mercancías producidas por otros países encontraran salidas. Durante los años 90, los "tigres" y "dragones" asiáticos (Singapur, Taiwán, Corea del Sur, etc.) acompañaron por un tiempo a los Estados Unidos en ese papel de "locomotora": su tasa de crecimiento espectacular los convertía en destino importante para las mercancías de los países más industrializados. Pero esta "historia exitosa" se fabricó al precio de un endeudamiento considerable que condujo a esos países a mayores convulsiones en 1997, de la misma manera que la "nueva" y "democrática" Rusia, que estuvo en suspensión de pagos, decepcionó cruelmente a los que habían apostado por "el fin del comunismo" para relanzar duraderamente la economía mundial. A principios de los años 2000, el endeudamiento sufrió una nueva aceleración, en particular gracias al desarrollo asombroso de los préstamos hipotecarios a la construcción en varios países, en particular en Estados Unidos. Entonces este país acentuó su papel de "locomotora de la economía mundial" pero al precio de un crecimiento abismal de las deudas -particularmente en la población norteamericana- basadas sobre todo tipo de "productos financieros" supuestamente considerados para prevenir contra los riesgos de cese de pagos. En realidad, la dispersión de los créditos dudosos no suprimió en nada el carácter de espada de Damocles suspendida encima de la economía norteamericana y mundial. Muy por contrario, esa dispersión no hizo sino acumular "activos tóxicos" en el capital de los bancos, que estuvieron en el origen del hundimiento de éstos a partir del 2007 y estuvieron en el origen de la brutal recesión mundial de 2008-2009.
4. Así, como decía la resolución adoptada por el precedente congreso, "no es pues la crisis financiera lo que ha originado la recesión actual. Muy al contrario, lo que hace la crisis financiera es ilustrar que la huida hacia adelante en el endeudamiento, que permitió superar la sobreproducción, no puede proseguir eternamente. Tarde o temprano, la "economía real" se desquita; es decir, que lo que está en la base de las contradicciones del capitalismo -la sobreproducción, la incapacidad de los mercados de absorber la totalidad de las mercancías fabricadas- vuelve a la escena." Y esta misma resolución precisaba, tras la cumbre del G20 de marzo del 2009, que: "la huida ciega en la deuda es uno de los ingredientes de la brutalidad de la recesión actual. La única "solución" que la burguesía es capaz de instaurar es... una nueva huida ciega en el endeudamiento. El G20 no ha podido inventar una solución a la crisis por la sencilla razón de que ésta no tiene solución."
La crisis de las deudas soberanas que se está propagando hoy, el que los Estados sean incapaces de saldar sus deudas, constituye una ilustración espectacular de esa realidad. La quiebra potencial del sistema bancario y la recesión, obligaron a todos los Estados a inyectar sumas considerables en su economía mientras que las ganancias estaban en caída libre debido al retroceso de la producción. Por eso, los déficits públicos conocieron, en la mayoría de los países, un aumento considerable. Para los más expuestos de entre ellos, como Irlanda, Grecia o Portugal, esto significó una situación de quiebra potencial; la incapacidad de pagar a sus funcionarios y de rembolsar sus deudas. Los bancos ahora se niegan a concederles nuevos préstamos si no son a tasas exorbitantes, ya que no tienen ninguna garantía de que les sean rembolsados. Los "planes de salvación", por parte de la Banca Europea y del Fondo Monetario Internacional, no son sino nuevas deudas cuyo rembolso se añade al de las deudas precedentes. Es algo más que un círculo vicioso; es una espiral infernal. La única "eficacia" de esos planes está en el ataque sin precedentes contra los trabajadores que representan; contra los funcionarios cuyos sueldos y efectivo son drásticamente reducidos, pero también contra el conjunto de la clase obrera por intermedio de recortes tremendos en la educación, la salud y las pensiones de jubilación así como por aumentos mayores de los impuestos. Pero todos esos ataques anti-obreros, al reducir masivamente el poder de compra de los trabajadores, no podrán sino ser una contribución suplementaria para una nueva recesión.
5. La crisis de la deuda soberana de los PIIGS (Portugal, Islandia, Irlanda, Grecia, España) no es sino una parte ínfima del seísmo que amenaza la economía mundial. No es porque se benefician todavía, por el momento, de la nota AAA en el índice de confianza de las agencias de notación (esas mismas agencias que, hasta la víspera de la desbandada de los bancos en el 2008, les habían dado la nota máxima), que están mucho mejor las grandes potencias industriales. A finales de abril del 2011, la agencia Standard and Poor's emitía una opinión negativa con respecto a la perspectiva de un Quantitative Easing no 3, o sea un tercer plan de relanzamiento del Estado federal norteamericano destinado a apoyar la economía. En otras palabras, la primera potencia mundial corre el riesgo de perder la confianza "oficial" en cuanto a su capacidad a rembolsar sus deudas, si no es con un dólar fuertemente devaluado. De hecho, de forma oficiosa, esa confianza empieza a fallar con la decisión de China y Japón, desde el otoño pasado, de comprar masivamente oro y demás materias primas en lugar de bonos del Tesoro americano, lo que obliga hoy al Banco Federal Americano a comprar entre el 70 y 90 % de su emisión. Y ésta pérdida de confianza se justifica perfectamente cuando se constata el increíble nivel de endeudamiento de la economía norteamericana: en enero del 2010, el endeudamiento público (Estado federal, Estados, municipios, etc.) representa cerca del 100 % del PIB, lo que no es sino una parte del endeudamiento total del país (que comprende también las deudas de las familias y de las empresas no financieras) que alcanza un 300 % del PIB. Y la situación no es mejor para los demás grandes países en que la deuda total representa, en la misma fecha, importes del 280 % del PIB para Alemania, 320 % para Francia, 470 % para el Reino Unido y Japón. En este país, la deuda pública sola alcanza un 200 % del PIB. Y desde entonces, para todos los países, la situación no ha hecho sino agravarse con los diversos planes de relanzamiento.
Así, la quiebra de los PIIGS no es sino la punta saliente de la quiebra de una economía mundial que no puede sobrevivir, desde hace décadas, mas que por una huida desesperada en el endeudamiento. Los Estados que disponen de su propia moneda como el Reino-Unido, Japón y evidentemente Estados Unidos, pudieron enmascarar esa quiebra haciendo funcionar la máquina de hacer billetes a todo vapor (contrariamente a los de la zona Euro, como Grecia, Irlanda o Portugal, que no disponen de semejante posibilidad). Pero ese trampeo permanente de los Estados, que se han convertido en verdaderos falsificadores tras su jefe de banda que es el Estado norteamericano, no podrá proseguir indefinidamente del mismo modo; así como no pudieron proseguirse las trampas al sistema financiero, como lo demostró su crisis en el 2008, que casi lo hizo estallar. Una de las manifestaciones visibles de esta realidad está en la aceleración actual de la inflación mundial. Al volcarse de la esfera de los bancos a la de los Estados, la crisis del endeudamiento no hace sino marcar la entrada del modo de producción capitalista en una nueva fase de su crisis aguda en la que se van a agravar, aún más considerablemente, la violencia y la extensión de sus convulsiones. No hay "salida del túnel" para el capitalismo. Este sistema no puede sino arrastrar a la sociedad hacia una barbarie siempre creciente.
cci, mayo del 2011
Se ha cumplido un año del mayor ataque de la etapa democrática contra las condiciones de vida y trabajo de toda la población laboriosa: bajada del 5% de los salarios de los empleados públicos, congelación de pensiones, ataque brutal al sistema de jubilación, enésima reforma laboral, todo ello aderezado con un continuo aumento del desempleo que supera ya ampliamente los 5 millones, donde el estado democrático muestra su verdadero rostro de dictadura más perfecta y brutal de la clase dominante: los trabajadores parados no pueden pagar las hipotecas de sus viviendas y les ejecutan los embargos de forma inmisericorde. Al mismo tiempo se desarrolla un aumento de los precios de los bienes de primera necesidad (alimentos, electricidad, gas, etc.) que erosionan unos salarios y pensiones ya de por sí escasos.
Los propios economistas burgueses tienen que reconocer que estos planes de austeridad no sólo no resuelven la crisis económica sino que a su vez en una espiral infernal hunden el consumo y la inversión, y además tampoco solucionan la bancarrota de los estados y la crisis de las monedas.
"La economía española se ahoga asfixiada por las deudas. En particular el sector público, que al contrario que los agentes económicos privados continúa tirando del endeudamiento para salir de la crisis. Mientras que familias y empresas han reducido sus deudas en 37.038 millones de euros durante el primer trimestre del año respecto de diciembre de 2010, el sector público ha añadido otros 49.709 millones. O lo que es lo mismo, la deuda total de la economía española crece hasta alcanzar los 3,098 billones de euros, la cifra más alta jamás alcanzada" (El Confidencial, 21-7-2011).
Aunque el peso principal de los ataques ha sido asumido por el gobierno del PSOE, sin embargo la burguesía se ha dado una estrategia en la que se ha implicado todo el aparato estatal: el decreto ley que atacaba a funcionarios y pensionistas fue apoyado y votado por los nacionalistas catalanes de CIU, mientras que el PP aparentaba mantenerse al margen con una actitud crítica. Los restrictivos presupuestos de 2011 que se transformaron en una auténtica fábrica de parados al paralizar las obras públicas fueron apoyados por PNV y Coalición Canaria, y el brutal recorte al sistema de pensiones fue firmado por CCOO y UGT que pasaron de gritar en septiembre "Zapatero dimisión" a reforzar y sostener al gobierno en los mayores ataques de la democracia. El montaje del estado de alarma de las navidades de 2010 donde utilizaron a los controladores aéreos como chivos expiatorios, dirigido por el siniestro Rubalcaba, donde la única y verdadera alarma la crearon el gobierno y sus secuaces (fue votado por todos los partidos). La burguesía trató de golpear ideológicamente a la clase obrera: el estado democrático sería implacable con las luchas obreras...
De todas maneras y como ha demostrado el movimiento del 15M y a pesar de los esfuerzos de la burguesía, el estado democrático ha quedado muy deteriorado frente a un amplio sector de la población, y a pesar del famoso decálogo de regeneración democrática propiciado por Democracia Real Ya (que por cierto ha asumido el incombustible Rubalcaba, que después de llevar más de treinta años sin bajarse del coche oficial, en el más difícil todavía de los travestimos políticos pretende venderse como el nuevo Robin Hood fustigador de los bancos y la corrupción política), en su toma de conciencia por parte de la clase trabajadora la mistificación democrática empieza a entreverse como una auténtica engañifa detrás de la cual se esconde la dictadura más criminal de la clase enemiga.
"...Precisamente Marx, que aquilató mejor que nadie la importancia histórica burguesa y del parlamentarismo burgués, bajo los cuales las clases oprimidas tienen el derecho de decidir una vez cada determinado número de años qué miembros de las clases poseedoras han de "representar y aplastar" al pueblo en el parlamento... Los marxistas siempre han dicho que cuanto más desarrollada y más "pura" es la democracia, tanto más franca, aguda e implacable se hace la lucha de clase, tanto más "puras" se manifiestan la opresión por el capital y la dictadura de la burguesía. El asunto Dreyfus en la Francia republicana, las sangrientas represalias de los destacamentos mercenarios, armados por los capitalistas contra los huelguistas en la libre y democrática República de Norteamérica, estos hechos y miles de otros análogos demuestran la verdad que la burguesía trata en vano de ocultar, o sea, que en las repúblicas más democráticas imperan de hecho el terror y la dictadura de la burguesía, que se manifiestan abiertamente en cuanto a los explotadores les parece que el poder del capital se tambalea..." (Lenin, "Tesis e informes sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado").
Todo el aparato político de la burguesía lleva meses trabajando para colocar a la derecha en el gobierno, desde el PSOE hasta el señor Cayo Lara. El PP dice que tiene 100 medidas de choque para luchar contra la crisis económica, pero ni explica estas medidas ni el señor Rajoy entusiasma a la población. Lo que si se está concretando es la brutalidad inmisericorde del plan de austeridad en Cataluña desarrollado por CIU y apoyado por el PP, que nos muestra lo que nos espera al resto de trabajadores en España: cierres de plantas hospitalarias, despidos de médicos y profesores y demás empleados públicos ("Las amenazas del gobierno catalán empiezan a materializarse. La Generalitat ya advirtió hace dos días a los funcionarios de que deben trabajar más por menos. El trabajo extra les llegará, en parte, porque deberán asumir el de empleados no funcionarios (con contratos eventuales o laborales indefinidos) que serán despedidos. Las empresas de la Generalitat, que cuentan con cerca de 16.000 empleados, presentarán expedientes de regulación de empleo (ERE) para un total de 1.475 personas..."El País, 16-7-2011). Parafraseando una famosa comedia española del absurdo, tenemos el ejemplo de "Rajoy y un señor de Murcia", donde el PP de Valcárcel ha aplicado hace unos meses un plan de austeridad suplementario al de Zapatero, rebajando un 7% el salario a los empleados del gobierno murciano que se une a la rebaja zapateril del 5%, aparte de toda una serie de recortes sociales. También vemos el ejemplo de los conmilitones de Rajoy en Europa con planes de austeridad terribles como Cameron en Inglaterra y Berlusconi en Italia... La pinza del estado democrático se completará con el pase del PSOE a la oposición donde tratará de hacer olvidar su política antiobrera de 8 años, dándose un fuerte maquillaje de radicalismo y cambiando lo más pronto posible a toda la camarilla de los decretos ley antiproletarios. Los sindicatos también seguirán con sus movilizaciones para desmovilizar encerrando a los trabajadores en sus centros de trabajo o autonómicos, dividiéndolos y aislándolos para llevarlos a la derrota.
Frente a este no futuro al que nos lleva la burguesía, con planes de austeridad que únicamente pretenden conservar todos los privilegios y prebendas de la clase dominante, caiga quien caiga, y que de aplicarse llevarán a la humanidad a la barbarie, hay todo un proceso de toma de conciencia y de indignación a nivel internacional como hemos visto en las luchas que se han desarrollado y se desarrollan en Grecia, Francia, Inglaterra, en el norte de África y el movimiento del 15M en España, luchas que son la única semilla del porvenir que a la larga pretenden acabar con el capitalismo y sembrar una sociedad verdaderamente humana donde no haya explotación del hombre por el hombre ("Un fantasma recorre Europa: es el fantasma del Comunismo. Todas las potencias de la vieja Europa se han aliado en una sacrosanta cacería de este fantasma: el Papa y Putin, la Señora Merkel y Zarcoci, los radicales franceses y los policías alemanes...").
De las múltiples cuestiones que se han debatido vamos a comentar 3 de ellas: el papel de las Asambleas y su oposición a la democracia; la necesidad de destruir el capitalismo y ¿sería una alternativa el cooperativismo?
En ambos debates la inmensa mayoría de quienes intervenían defendían las Asambleas como medio de lucha, organización y clarificación. Incluso los que de forma minoritaria se hacían ilusiones sobre las posibilidades que pudiera ofrecer la democracia resaltaban que para ellos el marco de debate y decisión eran las Asambleas.
Una compañera hizo una denuncia muy clara de la democracia: «Yo he nacido en democracia y la rechazo. La democracia te individualiza y te atomiza, el voto se plantea como un asunto egoísta de interés individual. El segundo principio de la democracia es la delegación del poder. Tu capacidad de decisión se limita en confiar ciegamente en un político que hace y deshace en tu nombre. La democracia te hace individualista e irresponsable».
Frente a ello, la compañera resaltaba que «lo que he visto en las Asambleas es lo contrario. Aprendemos a vernos como parte de un colectivo. Tu criterio personal se refuerza con el de los demás tanto si es contrario como si es coincidente. Te sientes dentro de una comunidad. Participas y te haces responsable de lo que se dice y lo que se decide».
Las Asambleas son un lugar de encuentro, un espacio colectivo de pensamiento, discusión, decisión y acción. Un compañero señalaba la necesidad de que el cambio revolucionario se acompañe de un "cambio individual": «si no nos cambiamos interiormente, si cada uno de nosotros no actúa de manera solidaria, la sociedad no cambiará», a lo que otro compañero le respondía: «las asambleas no son solamente un lugar para discutir y decidir, las asambleas cambian a los participantes, se sienten solidarios, aprenden, se atreven a pensar, a confiar en si mismos. Es el cambio también de las personas».
¿Habría oposición entre lo que puedan pensar pequeñas minorías y lo que piensa la masa de la asamblea? ¿La posición mayoritaria de la asamblea serviría para aplastar las diferentes posiciones minoritarias?
En la democracia las votaciones son como una foto de lo que piensan individualmente en un momento dado millones de personas. Ese momento es cuidadosamente elegido y preparado por la burguesía: con campañas electorales y maniobras ideológicas se hace lo imposible para que esa foto estática de lo que piensan atomizada y separadamente millones de individuos refleje lo que a la burguesía le interesa y ¡a eso le llaman voluntad popular!
Las decisiones de las Asambleas no se pueden sacralizar evidentemente. La clase obrera sufre el impacto permanente de la ideología burguesa, las fuerzas de la burguesa con coloración "obrera" (los sindicatos, los partidos de izquierda y de extrema izquierda) no se van de las Asambleas sino que intervienen activamente para desnaturalizarlas y desviarlas de un terreno de clase. Por las razones anteriores y por la inexperiencia y las vacilaciones que inevitablemente existen en las filas obreras, las Asambleas toman y tomarán decisiones que van en contra de los intereses de la clase obrera y de la liberación de la humanidad -ambos van juntos. O adoptarán decisiones ambiguas o contradictorias.
Pero a diferencia de la democracia, las decisiones de las Asambleas son revocables, pueden cambiar mediante el debate, reflejan una evolución en la conciencia de la clase obrera y en las relaciones de fuerza entre las clases. Las Asambleas permiten que los obreros piensen colectivamente, ya no es la opinión de cada cual en un momento dado, sino la interacción entre los pensamientos, las iniciativas, pero igualmente los sentimientos y las pasiones, de muchos obreros.
En ese terreno, las pequeñas minorías que expresan las posiciones más claras del proletariado deben mantenerse organizadas y unidas, deben poder expresarse. Ya hemos denunciado la trampa del apoliticismo[1] que en realidad es la hoja de parra con la que fuerzas burguesas se ocultan para dominar las asambleas y destruirlas desde dentro. Las minorías revolucionarias deben poder expresarse con entera libertad en las asambleas, hacer circular su prensa sin restricciones. Sus posturas sin embargo no pueden imponerse por golpe de mano o por manipulación, ganarán a la mayoría por la convicción, por la clarificación, por la capacidad de ayudar a que la mayoría proletaria exprese sus verdaderas posiciones e intereses.
Tanto en Valencia como en Alicante ha habido intervenciones que insistían en que la lucha debe orientarse hacia la destrucción del capitalismo. Un compañero afirmaba «El capitalismo lleva 100 años de decadencia y eso se ha plasmado en guerras, en constantes crisis económicas, paro endémico, hoy todo se agrava y la gente comprende que no hay futuro bajo este sistema». Una compañera que había manifestado ilusiones sobre la posibilidad de una reforma del sistema, añadía sin embargo que «cuanto más busco un capitalismo social más me doy cuenta que el capitalismo no es necesario». A un compañero que decía que «de todos los sistemas existentes el capitalismo es el menos malo y si alguien me ofrece una alternativa que me convenza yo le seguiré», otro compañero le respondía: «no es una cuestión de elegir en un laboratorio entre un sistema y otro sistema, es una cuestión de necesidad. Se hace necesario destruir el capitalismo por que no ofrece otra cosa que paro, guerras, destrucción ecológica, es un atolladero bárbaro para la humanidad».
Mientras un compañero hablaba de «darle un rostro humano al capitalismo» mediante medidas como imponer una tasa a los bancos, otros compañeros insistían en que las raíces de la miseria, el paro, las guerras, que el capitalismo provoca, no están en los bancos[2] sino en todo el sistema de relaciones de producción en su conjunto que al caer constantemente en la sobreproducción y haber alcanzado sus límites históricos, niega cualquier futuro a la humanidad.
Este debate sobre "reforma del capitalismo o revolución contra el capitalismo" retoma en la práctica el viejo eslogan de la Tercera Internacional: «para que la humanidad pueda vivir el capitalismo debe morir». Evidentemente no es aún ni mucho menos un debate de masas sino que se halla circunscrito a pequeñas minorías, pero tiene una significación profunda: se está desarrollando una conciencia de que los problemas no se resuelven con cambios de gobierno, reformas, medidas etc., se empieza a comprender que el problema está en el capitalismo mismo, en la necesidad de destruirlo «a finales de los 60, la idea de que la revolución era posible podía estar relativamente extendida, pero la idea de que fuera indispensable no podía imponerse. Hoy, al contrario, la idea de que la revolución sea necesaria puede tener un eco nada desdeñable pero que sea posible está poco extendida»[3].
En la reunión de Alicante hubo una animada discusión sobre el cooperativismo y la autogestión. Se estaba de acuerdo en que había que destruir el capitalismo pero ¿cómo hacerlo?
Varias intervenciones insistieron en la necesidad de ejemplos y acciones concretas. El hecho de que pequeños colectivos organizaran la producción, los servicios, la sanidad, la enseñanza, de forma autogestionada y sin buscar una ganancia, podría servir para "visualizar" en masas más amplias que una alternativa al capitalismo es posible. Se habló de redes de empresas autogestionadas como en Argentina, las cuales intercambiaban entre si y se salían del circuito capitalista. Se comentó sobre bancos de tiempo, comercio de barrio donde directamente se compre lo producido en huertos urbanos ecológicos etc.
Otros compañeros no estaban de acuerdo. Señalaban que las cooperativas más allá de las buenas intenciones de sus promotores se habían convertido en empresas capitalistas tan explotadoras como las demás y produciendo el mismo tipo de mercancías que las demás. Se puso ejemplos como Eroski o Consum[4]. Se señaló que no podían eludir las leyes no escritas de la competencia a muerte por el mercado, ni tampoco las reglamentaciones escritas del capitalismo de Estado -la regulación exhaustiva que el Estado ejerce sobre la economía incluidos los regímenes como USA que se dicen ultraliberales- y que a partir de ahí tenían que explotar a los trabajadores, establecer jerarquías y distinguir entre la masa explotada y la minoría privilegiada "gestora" y todo esto se imponía en medio de divisiones y enfrentamientos crecientes entre los "socios". Un compañero en Alicante dijo con toda franqueza que las cooperativas y demás espacios libres autogestionados debían "ser muy competitivos y emplear las mismas armas que las empresas constituidas" pues de lo contrario sucumbirían. Es decir, reconocía que tanto las cooperativas como cualquier espacio autogestionado no podía eludir el "terreno de juego" que imponen las relaciones capitalistas de producción y la intervención totalitaria del Estado, por lo que, con mayor o menor resistencia, tenían que ser absorbidos por ellos.
Pero un compañero dio un argumento a nuestro juicio crucial: «el feudalismo pudo desarrollarse dentro del esclavismo y el capitalismo dentro del feudalismo pero el comunismo -la sociedad a la que aspira el proletariado- no. Es imposible el socialismo en un solo país y menos aún el socialismo en una sola empresa o barrio. El comunismo tiene que construirse a escala mundial porque parte de lo que es ya el capitalismo un sistema mundial pero desgarrado por Estados, fronteras y clases».
Los compañeros que abogan por cooperativas y autogestión avanzan el siguiente argumento: «una alternativa de cambio global y mundial resulta muy abstracta para la gran mayoría que necesitan ver y tocar ese cambio revolucionario. En lugar de alternativas abstractas hay que dar medidas concretas».
Sin embargo, la lucha del proletariado por el comunismo -la comunidad humana mundial- tiene necesariamente una primera etapa de destrucción del Estado capitalista en todos los países, a partir de la cual se inicia el proceso de transformación social. Esa lucha política no se basa en nada abstracto sino en reivindicaciones, medios de organización y de lucha que anuncian embrionariamente, que son la semilla, de la nueva sociedad.
Cuando los obreros se rebelan contra los despidos, cuando propugnan que cualquier parado o jubilado aunque no tengan trabajo dispongan de un subsidio suficiente, están rechazando la presente sociedad donde si el capital no obtiene beneficios la mayoría se ve condenada al paro y el hambre. Frente a ello van en el sentido de una sociedad diferente donde toda la actividad productiva esté orientada a la plena satisfacción de la necesidades humanas y no a la ganancia y la guerra.
Cuando en las luchas y en las asambleas se desarrolla la solidaridad ésta no es únicamente un medio de unión es igualmente la prefiguración embrionaria de la nueva sociedad que tendrá como pilar la solidaridad frente a esta sociedad que tiene la competencia y el "todos contra todos" como pilares.
Las propias Asambleas llevan en germen una organización de la sociedad sin estado puesto que se basan en romper con lo que denunciaba Engels -la veneración supersticiosa del Estado- que significa la pasividad de la mayoría que todo tiene que confiarlo en burócratas y especialistas.
Todo esto puede parecer "ideales" o "abstracciones" pero no lo son en un doble sentido: primero porque expresan la fuerza colectiva de la clase revolucionaria, el proletariado; segundo, porque anuncian y desarrollan los pilares de la nueva sociedad: la solidaridad, la confianza, la acción consciente y colectiva.
Smolni 22-7-11
[1] Ver https://es.internationalism.org/node/3148 [6]
[2] En Sobre Proudhom Marx señala «es una fantasía genuinamente filistea considerar que el capital que produce interés es la forma principal del capital y tratar de convertir una aplicación particular del crédito -una supuesta abolición del interés- en la base de la transformación de la sociedad. En efecto, esa fantasía ya había sido minuciosamente desarrollada por los portavoces económicos de la pequeña burguesía inglesa del siglo XVII» webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/oe2/mrxoe204.htm.
[3] Resolución sobre la situación internacional del 18º Congreso de la CCI, Revista Internacional nº 138, https://es.internationalism.org/node/2629 [7]
[4] En el Manifiesto Inaugural de la Primera Internacional (1864) Marx analiza de forma comprensiva a la vez que crítica el cooperativismo «Pero estaba reservado a la Economía política del trabajo el alcanzar un triunfo más completo todavía sobre la Economía política de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativo, y, sobre todo, a las fábricas cooperativas creadas, sin apoyo alguno, por la iniciativa de algunas «manos» audaces. Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos sociales que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción en gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, puede prescindir de la clase de los patronos, que utiliza el trabajo de la clase de las «manos»; han mostrado también que no es necesario a la producción que los instrumentos de trabajo estén monopolizados como instrumentos de dominación y de explotación contra el trabajador mismo; y han mostrado, por fin, que lo mismo que el trabajo esclavo, lo mismo que el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con gusto, entusiasmo y alegría. Roberto Owen fue quien sembró en Inglaterra las semillas del sistema cooperativo; los experimentos realizados por los obreros en el continente no fueron de hecho más que las consecuencias prácticas de las teorías, no descubiertas, sino proclamadas en voz alta en 1848. Al mismo tiempo, la experiencia del período comprendido entre 1848 y 1864 ha probado hasta la evidencia que, por excelente que sea en principio, por útil que se muestre en la práctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los obreros, no podrá detener jamás el crecimiento en progresión geométrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias. Este es, quizá, el verdadero motivo que ha decidido a algunos aristócratas bien intencionados, a filantrópicos charlatanes burgueses y hasta a economistas agudos, a colmar de repente de elogios nauseabundos al sistema cooperativo, que en vano habían tratado de sofocar en germen, ridiculizándolo como una utopía de soñadores o estigmatizándolo como un sacrilegio socialista» webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/oe2/mrxoe201.htm.
Las obras "¡Indignaos!" y "¡Comprometeos!", del escritor, poeta y diplomático francés Stéphane Hessel[1], son ya dos auténticos "best-sellers" y una referencia para aquellos que quieran reflexionar sobre la injusticia de este mundo. Es más, al movimiento de protesta social que recorre España (y en bastante menor medida otros Estados de Europa) se le ha llamado de los Indignados, refiriéndolo explícitamente al primero de estos libros.
"¡Indignaos!" es un librito de unas treinta páginas que ha sido traducido a varios idiomas; del que se han vendido, a un precio irrisorio para su más amplia difusión, millones de copias en todo el mundo y que ha alcanzado un gran éxito casi inmediatamente. Sin la menor duda su título es en sí mismo un grito de rebelión contra la barbarie de este mundo y coincide perfectamente con el sentimiento generalizado, que crece en las filas de los oprimidos, de que los horrores que arrasan el planeta, desde la miseria a la guerra, se hacen cada vez más insoportables y más indignantes. La "primavera árabe", en Túnez y en Egipto y el movimiento de los Indignados son una clara expresión de ese sentimiento y del hartazgo.
Stéphane Hessel es un hombre de 93 años que saca todavía fuerzas para gritar su indignación frente a este mundo inicuo. Como tal, no nos puede sino inspirar admiración y provocar simpatía; pero en fin de cuentas ¿por qué tipo de mundo quiere S. Hessel que luchemos?
Desde el comienzo de su libro, Stéphane Hessel hace apología de los principios y valores que llevaron al Consejo Nacional de la Resistencia (CNR)[2] a desarrollar, al final de la Segunda Guerra Mundial, un programa económico adecuado a las circunstancias.
A la pregunta "¿siguen estando de actualidad estas medidas?", Hessel responde: -"Por supuesto que las cosas han cambiado en sesenta y cinco años"; los retos no son las mismos que conocimos en la época de la Resistencia. El programa que propusimos entonces no se puede aplicar plenamente hoy ni tampoco debemos seguirlo a ciegas. Sin embargo, los valores que planteamos son constantes y debemos adherirnos a ellos. Son los valores de la República y la democracia y creo que debemos juzgar a los sucesivos gobiernos en relación a estos valores. En el programa del Consejo de la Resistencia había contenida una manera de ver las cosas que sigue siendo válida hoy: Rechazar la dictadura -el diktat- de la ganancia y el dinero, indignarse contra la coexistencia de la pobreza extrema y la riqueza arrogante, rechazar los sistemas económicos feudales, reafirmar la necesidad de una prensa verdaderamente independiente, garantizar la seguridad social en todas su formas... Muchos de estos valores y adquisiciones que defendimos ayer están hoy en dificultades y corren peligro. Muchas de las medidas que han adoptado los gobiernos recientemente les sorprenden a mis camaradas resistentes, ya que son contrarias a esos valores fundamentales. Creo que hay que indignarse, en particular los jóvenes. Y ¡resistir!"[3],
¿A quién hace S. Hessel responsable de esta situación? Dice: -"...el poder del dinero, tan combatido por la Resistencia nunca fue tan grande, tan insolente, egoísta, incluso en las más altas esferas del Estado. Los bancos, sucesivamente privatizados, están más preocupados por sus dividendos y por los altos salarios de sus dirigentes que por el interés general. La brecha entre los ricos y los pobres nunca ha sido tan abismal; y la carrera tras el dinero jamás tan feroz, tan competitiva"[4].
Para Hessel, la democracia debe guiar la acción de los dirigentes; una democracia preocupada por el interés general frente al egoísmo de los financieros y otros banqueros: "los responsables políticos, económicos, intelectuales y el conjunto de la sociedad no deben abandonar, ni dejarse impresionar por la actual dictadura de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia"[5]. He aquí el sacrosanto interés general que uniría a los políticos, a los patrones de la industria codo con codo con los trabajadores, desempleados, estudiantes, jubilados, los precarios... En otras palabras, la democracia de Stéphane Hessel es el mito, la estafa, que da por hecho que explotadores y explotados se sitúan, como por arte de magia, en un espacio de igualdad de condiciones, donde se supone que tendrían los mismos "derechos y deberes" y los mismos intereses democráticos, en tanto que ciudadanos, frente a la dictadura de los financieros. ¿Para alcanzar qué y cómo? Hessel nos sugiere -"Confiamos en que reflexionando, escribiendo, participando democráticamente en la elección de los gobernantes es como se puede hacer hoy evolucionar de manera inteligente las cosas... en fin, por medio de acciones a muy largo plazo"[6]. Y ¿qué campo propone Hessel que hemos de defender? -"Siempre me he considerado socialista; es decir, en el sentido que yo doy a este término, consciente de la injusticia social. Pero los socialistas deben ser estimulados. Espero ver surgir una izquierda valiente, contestataria si es necesario, que pueda hacerse fuerte y defender una visión y una concepción coherente de las libertades de los ciudadanos; además, me parece importante que haya Verdes en las instituciones, para que se extienda la idea de preservar el planeta"[7]. Finalmente, para Hessel nuestra indignación debe conducir a una consigna ya conocida, el famoso "Hay que ir a votar"... por un nuevo programa alternativo (que será objeto de una nueva publicación) inspirado en el CNR, que reúna a toda clase de elementos, desde los de la izquierda radical a los de "otromundoesposible" pasando por los sindicalistas; en fin, a partidos y organizaciones que asumen como suyo el interés general.
Afortunadamente estos millones de jóvenes a los que Hessel se dirige, particularmente en Portugal y España, han hecho oídos sordos a esos discursos ciudadanos de izquierda y han rechazado las urnas. Hay que decir que han tenido la oportunidad de ver a los gobiernos Socialistas de sus respectivos países manos a la obra; han podido ver qué medidas drásticas de austeridad eran capaces de adoptar los partidos socialistas, de forma totalmente democrática (lo mismo que en Grecia); han probado en sus carnes las porras de la policía ¡del muy democrático Gobierno socialista de Zapatero!...
Sin embargo, Hessel persiste en su apoyo a estos partidos, declarando: "¿Cuál es la tarea que deben imponerse los miembros de la generación más joven? Tomarse en serio los valores sobre los cuales basan su confianza o desconfianza en quienes los gobiernan - este es el principio de la democracia, con el que podemos influir en quienes toman las decisiones "[8].
¿Qué influencia puede tener esta joven generación en los Estados democráticos que le imponen tanta miseria? Puede sustituir a un ministro cuya impopularidad es escandalosa... ¿y después qué pasa? ¿Habrá un cambio real? ¡No, ninguno! En todos los países, sean los gobiernos de derechas o de izquierdas (o de extrema izquierda, como en América Latina), la brecha es cada vez más profunda entre la gran mayoría de la población que padece un deterioro generalizado de las condiciones de vida y el poder democrático del Estado burgués, que preconiza duras políticas de austeridad con las que evitar la quiebra económica. No puede ser de otra manera: ¡Detrás de la máscara democrática del Estado se oculta siempre la dictadura del Capital!
"Mi generación ha contraído una verdadera alergia a la idea de la revolución mundial. En parte porque hemos nacido con ella. En mí caso -nací en 1917, año de la Revolución Rusa- es una característica de mi personalidad. Siempre he tenido la impresión, tal vez injusta, que no es mediante la acción violenta, revolucionaria, cómo se puede derrocar a las instituciones existentes ni cómo se puede hacer avanzar la historia."[9]. Hessel sigue en sus trece: "En todas las sociedades existe una violencia latente que es capaz de expresarse sin restricciones. Lo hemos conocido con las luchas de liberación colonial. Debemos ser conscientes de que las revueltas, las de los trabajadores por ejemplo, siguen siendo posibles pero es poco probable que resurjan dada la forma en que la economía se ha desarrollado y globalizado. El biotipo Germinal ha quedado ya superado "[10]. Este es el llamamiento que hace Hessel a la generación más joven: ¡Quitaos de la cabeza cualquier idea de una revolución mundial, la idea de la lucha de clases! ¡Eso está anticuado! En lugar de eso, tratad de mejorar el funcionamiento de este sistema. ¿Cómo? Aquí es donde Hessel dice tener una idea "brillante e innovadora" obviando que ha sido pregonada, una y mil veces, por toda la izquierda desde hace un siglo: la creación de un Consejo de Seguridad Económico y Social, que reúna a los estados más poderosos del mundo; una especie de gobierno mundial. Este organismo mundial tendría como objetivo regular la economía. Y según Hessel esto es lo que evitaría las crisis el ejercer un control eficaz sobre todas las grandes instituciones financieras, ansiosas de ganancias y poder. Simplemente, recordemos que la Sociedad de Naciones (SDN), que más tarde se convirtió Naciones Unidas (ONU), fue creada tras la Primera Guerra Mundial siguiendo un razonamiento formal casi idéntico al de este ideólogo: impedir el retorno de la guerra por medio de una organización internacional que conciliase los intereses de las naciones. ¿Cuál fue el resultado? ¡La Segunda Guerra Mundial y... 14 días de paz en el mundo desde 1950! De hecho, este mundo está dividido en naciones capitalistas que compiten entre sí; que libran una guerra económica sin concesiones y, cuando es necesario, a punta de pistola. Todos los "gobiernos mundiales" que existen (OMC, FMI, ONU, OTAN...) son refugio de granujas en el que los Estados prosiguen su lucha sin cuartel. Pero admitir esto significaría reconocer lo que quiere eludir a toda costa Stéphane Hessel: ¡la necesidad de un nuevo sistema mundial y por lo tanto una revolución internacional! Él prefiere encarrilar a los jóvenes a un callejón sin salida en lugar de mostrarles el camino que les conduzca a una puesta en cuestión, demasiado radical según su punto de vista, del sistema de explotación en el que están inmersos; y por el contrario les anima a que presionen a sus estados para asegurarse de que lleven una nueva política en su Consejo de Seguridad Económico y Social. Para él, bastaría con la intervención masiva de la sociedad civil, la movilización ciudadana de gran amplitud para influir en las decisiones de los Estados; compromiso que debería combinarse también con una mayor participación en las organizaciones no gubernamentales (ONG) y otras redes asociativas; porque claro, los retos como los combates son múltiples: ecológicos, sociales, anti-racistas, pacifistas, economías solidarias ...
De hecho, en lo fundamental, Hessel nos pone en el menú la vieja sopa reformista con algunos ingredientes bien elegidos (la implicación ciudadana de la población, el voto inteligente...): la idea de que el capitalismo podría dejar de ser lo que es, un sistema de explotación y podría llegar a ser más humano, más social.
-"La historia está hecha de conflictos sucesivos y hay que contar con los retos que plantean. Las sociedades progresan con la historia y al final el hombre alcanzará su plena libertad; es el Estado democrático en su forma ideal", nos dice Hessel en "¡Indignaos!". Sí, es cierto, la humanidad se encuentra ante un reto: encontrar la solución a todos los males o desaparecer. En el núcleo de este dilema: la necesidad de transformar la sociedad. Pero ¿qué transformación se necesita? ¿Es posible reformar el capitalismo o hay que destruirlo para construir otra sociedad?
La reforma del capitalismo es una ilusión, es someterse a sus leyes, a sus contradicciones que llevan a la humanidad a la miseria, la guerra, el caos, la barbarie... El sistema capitalista es un sistema de explotación. ¿Podemos hacer que la explotación sea humana? ¿Podemos hacer humano un sistema cuyo único propósito es permitir que una clase acumule riquezas en su provecho a costa del esfuerzo de millones de trabajadores? Cuando la competencia entre capitalistas se agudiza porque la crisis económica mundial hace estragos, es la clase obrera quien paga el precio más alto: el desempleo masivo, la inseguridad generalizada, la sobreexplotación en el lugar de trabajo, salarios más bajos...
Por tanto, para que los seres humanos puedan satisfacer sus necesidades elementales deben construir una sociedad sin clases, sin injusticias ni barbarie guerrera, en la que hayan sido abolidas las fronteras, De alguna manera un objetivo así se va gestando en el movimiento de los Indignados: una perspectiva que se expresa en ayudarse mutuamente, en compartir, en la solidaridad, la dedicación y la acción desinteresada, la alegría de estar juntos... El gran movimiento social que hemos vivido en España no es humo de paja, lo que anuncia son las batallas futuras que se desarrollarán en todo el mundo, las luchas en las que la clase obrera estará movilizada masivamente y arrastrará con ella a las capas oprimidas por este sistema. Luchas que van a afirmarse contra la inhumanidad del capitalismo y de donde emergerá una conciencia más clara de un necesario cambio de sociedad para construir una nueva humanidad.
Antoine (02 de julio)
[1] Stéphane Hessel es casi tan conocido en España como en Francia. Vive allí y es amigo de José Luis Sampedro, escritor y economista español y, por encima de todo, iniciador de Democracia Real Ya. José Luis Sampedro ha escrito un folleto inspirado por su alter ego y prologado la edición en español de "¡Indignaos!".
[2] Para Stéphane Hessel el CNR es la referencia histórica, el ejemplo a seguir. Vamos a volver pronto y con más detalle sobre este tema.
[3] "¡Indignaos!" , p. 15.
[4] Ídem, p. 11
[5] Ídem, p. 12
[6] ¡Participa! , p. 16.
[7] Ídem, p. 43 y 44.
[8] ¡Participa! , p. 22.
[9] Ídem, p. 20
[10] Ídem, p. 21
Links
[1] https://es.internationalism.org/files/es/AP220a.pdf
[2] https://es.internationalism.org/en/tag/vida-de-la-cci/resoluciones-de-congresos
[3] https://es.internationalism.org/en/tag/noticias-y-actualidad/crisis-economica
[4] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/espana
[5] https://es.internationalism.org/en/tag/situacion-nacional/lucha-de-clases-0
[6] https://es.internationalism.org/cci-online/201107/3148/movimiento-15-m-la-ponzona-del-apoliticismo
[7] https://es.internationalism.org/revista-internacional/200907/2629/xviiio-congreso-de-la-cci-resolucion-sobre-la-situacion-internacio
[8] https://es.internationalism.org/en/tag/noticias-y-actualidad/movimiento-15m-en-espana
[9] https://es.internationalism.org/en/tag/personalidades/stephane-hessel
[10] https://es.internationalism.org/en/tag/corrientes-politicas-y-referencias/antiglobalizacion