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Acción Proletaria nº 194, 15 Marzo - 15 Mayo 2007

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Delphi, AIrbus, SEAT... No hay más salida que la lucha masiva y solidaria de los trabajadores

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Hace pocos días, la dirección de SEAT anunciaba la reducción de otros 1600 empleos en los próximos dos años. Días después se sellaba el destino de la factoría SAS en Abrera (Barcelona) que trabaja precisamente para la SEAT. Estos anuncios vienen a sumarse al cierre de Delphi que liquida 4000 empleos (ver nuestra hoja de intervención en este mismo AP), contando las empresas auxiliares de la última gran industria de la bahía de Cádiz, los despidos previstos en CASA-EADS por la crisis de Airbus (ídem), así como los negros planes de “ayuda a la reestructuración” de las empresas del textil, el calzado y el juguete,...

Para cada vez más obreros cada “rumor”, cada “reunión de los sindicatos con la empresa”, cada aviso de nuevos “planes de viabilidad” o de “futuro”, etc., supone una nueva punzada de angustia, el inicio de una nueva pesadilla, de una nueva tortura de incertidumbres.

Muchas de las creencias del pasado se van diluyendo como un azucarillo en las turbulentas aguas de la crisis del sistema capitalista mundial: el empleo “de por vida”, la idea de que trabajar en empresas fuertes o en sectores “punta” protegía contra el desempleo o la precariedad, la ilusión de que si nuestro trabajo era “rentable” para el patrón – aunque fuera a costa de sacrificar sueldos y jornadas –la plaga de los despidos pasaría por nuestro lado sin afectarnos,... Pero, como decíamos, estas vanas ilusiones van cediendo terreno ante la descarnada realidad de que la lacra del desempleo, la condena perpetua a la precariedad laboral, la privación de por vida de una vivienda, de una sanidad o de unos transportes dignos de seres humanos, etc., son la sentencia que el capitalismo ha dictado inexorablemente contra la propia humanidad.

Los propagandistas de los explotadores, nos recalcan una y otra vez que lo que hace funcionar a la sociedad es la competencia, el estímulo de la obtención de beneficios. Y sin embargo eso es lo que hoy empuja a la destrucción de la especie humana y a la aniquilación del planeta. Para que la humanidad pueda vivir, este sistema social basado en la explotación y la guerra debe desaparecer de la faz de la tierra. Es necesario por tanto organizar la vida social sobre la Tierra de una manera radicalmente diferente si queremos hablar efectivamente de futuro para nuestros hijos.

La única forma en que, efectivamente, la humanidad puede asegurar su supervivencia es que la sociedad deje de estar basada en el sacrificio de las necesidades humanas en el altar del Dios del beneficio y la acumulación de capital. Y eso es lo que en esencia plantean las luchas de la clase obrera contra la explotación. Cuando los trabajadores se movilizan por sus reivindicaciones están  evidenciando precisamente esa negativa a sacrificar sus necesidades como seres humanos, como tantos miles de millones de seres humanos, en provecho del interés de un puñado de explotadores. Cuando los trabajadores de otras empresas, de otros sectores, de otras ciudades, se movilizan en solidaridad con las reivindicaciones de unos compañeros, están anteponiendo ese sentimiento de comunidad humana al calculo egoísta que destila el capitalismo, están demostrando que la única forma de hacer frente a los efectos de la concurrencia sobre la humanidad, es precisamente anteponiendo esa base común de todos los trabajadores a las divisiones artificiales (de empresa, sector o nacionalidad) creados por el orden capitalista el desarrollo de la explotación y para impedir una lucha unida y solidaria de todos los explotados.

Para los trabajadores el desarrollo de la unidad y la solidaridad obreras es no sólo el medio principal de oponer una fuerza al enorme poder de los capitalistas (con sus “leyes”, su dinero, su Estado y sus medios de comunicación,...), sino también la materialización progresiva de ese otro mundo posible.

Para los capitalistas, en cambio, la unidad y la solidaridad obreras son como una peligrosa y contagiosa epidemia que intentan atajar a toda costa. Para ello por un lado tratan de fomentar la división entre los trabajadores, mientras que por el otro se afanan en ofrecernos una falsa solidaridad que, con la apariencia de “todos a una”, significa en realidad uncirnos al yugo de nuestro enemigo: el Estado y la economía nacionales.

De lo primero hemos tenido buena prueba con los despidos programados en Airbus, o con los que se anuncian en Seat. En el primer caso han organizando pérfidamente un ataque escalonado para tratar de oponer y enfrentar a los trabajadores más veteranos – y por lo tanto con despidos más costosos -, con los más jóvenes que tienen una cobertura precaria, a los obreros de unas factorías con los de otras, o, a los asalariados de los talleres con los de las oficinas. Tratan con ello de inculcarnos que en última instancia los culpables de nuestra situación son otros obreros que tendrían el “privilegio” de no perder sus puestos de trabajo.

Para fomentar esta idea de culpabilización de los trabajadores, la Patronal recurre muy a menudo a plantear los despidos como “bajas” o “prejubilaciones” incentivadas por la propia compañía, de tal forma que parece una decisión “personal” y “libre” del explotado asumir un deterioro de sus condiciones de vida (pues lógicamente tales ofertas comportan una disminución del salario o irse comiendo la pensión del futuro). Esta es la “libertad” que el capitalismo concede a sus explotados. Efectivamente son libres de trabajar o de no hacerlo (no están forzados como los esclavos, ni atados a la tierra como los siervos), pero porque están “libres” (es decir privados) de cualquier medio de subsistencia que no sea ir a buscar a su explotador y venderle su fuerza de trabajo por un salario. Y este tipo de “decisiones” personales, que los sindicatos nos venden siempre como “menos traumáticas”, representan en cambio semanas y meses de tortura, de incertidumbre, de angustia por las repercusiones de una u otra decisión, y sobre todo de aislamiento de los demás trabajadores, de sentirlos extraños a  tu decisión, cuando no concurrentes por el puesto de trabajo. Por ello la SEAT, que sacó lecciones de la explosión de solidaridad que suscitó el anuncio directo de más de 600 despidos en 2005 (ver AP 187), opta en esta ocasión por librarse de otros 1600 compañeros mediante la trampa de las bajas pactadas.

Pero las trampas de división y aislamiento de los trabajadores deben, para ser mucho más eficaces, apuntalarse con la farsa de la “solidaridad” de pacotilla, la que proporcionan autoridades, partidos políticos, la Iglesia, los sindicatos,… que se llenan la boca de promesas de “ayudas”, cuando en realidad ellos son culpables y cómplices de los ataques de los que quieren “consolarnos”. Así por ejemplo, ante Airbus, hemos visto desfilar a todos los candidatos para las próximas elecciones francesas, cuando con los “socialistas” o más recientemente con Villepin, los obreros franceses han asistido a una brutal escalada del paro y la precariedad, y a un no menos brutal recorte del “Estado del bienestar”, que exigía la supervivencia del capital francés.

Y otro tanto cabe decir del “todos estamos con los trabajadores de Delphi” que a coro han entonado el PP y el PSOE, las autoridades locales y de la Junta de Andalucía, y hasta el mismísimo gobierno central. Pero han sido esas mismas autoridades, de uno u otro signo, las que cierres de empresas tras regulación de empleo, tras reconversiones,… han llevado al antaño polo de desarrollo de la Bahía de Cádiz a un verdadero desierto. Para rebozar mejor esa idea de “unidad” entre explotadores y explotados, han recurrido en esta ocasión al discurso patriotero “antiyanky”, como si los empresarios o el Estado español no tuvieran una larga tradición, en esa misma zona sin ir más lejos, de echar a la calle a miles de trabajadores, simplemente porque explotarlos en los astilleros de Cádiz o del mismo  Puerto Real, resultaba poco rentable o demasiado caro para las arcas del Estado capitalista español.

No digamos del cinismo de la “solidaridad” de los sindicatos. En SEAT por ejemplo, los mismos UGT y CCOO que hace poco más de 1 año pusieron nombres y apellidos a los 600 despedidos (Ver AP nº 187) que nos dijeron que eran imprescindibles para mantener la “viabilidad” y el futuro de la empresa, se ofrecen hoy para organizar y hacer “menos traumáticos” los siguientes 1600, que esta vez, nos dicen, son “necesarios” para tener contentos a los “alemanes” y que sigan confiando en las factorías de SEAT.

Los “por el futuro de la empresa”, los “salvemos tal sector o cual región”, el “en defensa de la industria nacional”,…que son las plataformas de las campañas de “solidaridad” que organiza el Estado burgués, suponen que los explotados tienen interés en el buen funcionamiento de las instituciones de un sistema que se basa precisamente en que una minoría vive a costa de los sacrificios y el sufrimiento creciente de la inmensa mayoría de la población. Nosotros decimos todo lo contrario, para “salvar” la existencia de los seres humanos debemos hacer desaparecer las empresas, las naciones, los Estados. No hay más salida.

 

Acción Proletaria.

25-3-2007

 

Situación nacional: 

  • España [1]
  • Lucha de clases [2]

La guerra de familia de la burguesía española

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Es más que evidente que la crispación y la tensión política en España crecen con cada día que pasa. Aparentemente, estaríamos viviendo, desde hace muchos meses y hasta las próximas elecciones generales, en una “permanente campaña electoral”. Sin embargo, la división y el enfrentamiento entre los dos grandes partidos de la burguesía española, PSOE y PP es mucho más profunda de lo que parece y está afectando, de forma cada vez más abierta, al conjunto de partidos e instituciones del Estado, anunciando momentos de convulsiones políticas desconocidas hasta ahora[1]. Comprender lo que esta sucediendo realmente, entender como puede afectar esta “guerra” entre partidos burgueses a la clase obrera y, sobre todo, saber donde están y como debemos defender nuestros intereses es una tarea que debemos abordar desde hoy mismo los trabajadores y los revolucionarios.

 

Las verdaderas causas de la disputa permanente entre PSOE y PP

Como hemos señalado en anteriores artículos, los atentados del 11 M y los resultados de las elecciones del 14 de Marzo de 2004 trastocaron completamente la situación política en España. De un lado, «... la forma en la que la Derecha tuvo que pasar a la oposición, ha erosionado todo el esfuerzo de más de veinte años para reconducir a esta fracción de la burguesía dentro de las formas democráticas....rápidamente se va desandando el famoso´ viaje al centro` de los años 90 y es prisionero de sus fracciones más extremas». Por otra parte, «...la burguesía española tuvo que improvisar la constitución del Gobierno Zapatero...», Gobierno que «...a pesar de las loas al ´talante`, ha demostrado una gran incompetencia e impotencia ante el debilitamiento del capital español en todos los terrenos...» [2].

Esta situación imprevista, que al principio de la legislatura provocó una fisura importante entre PSOE y PP que amenazaba con deteriorar las “reglas del juego político” entre ambos; se ha convertido en el transcurso de tres años en un verdadero abismo que ha dividido, de forma casi irreconciliable, a los principales partidos de la burguesía española[3].

Los enfrentamientos constantes y los desacuerdos sistemáticos a propósito de los principales temas de Estado entre PSOE y PP ( Irak y política internacional, reformas autonómicas y concepción del Estado de las autonomías, política antiterrorista y “proceso de paz”, ley de memoria histórica,...) agravados por la política de aislamiento parlamentario del PP llevada a cabo por el PSOE y sus diferentes aliados, respondida por el PP con una política de “tierra quemada” contra todos; han hecho saltar por los aires casi todos los mecanismos de consenso y acuerdo que tan penosamente construyó  la burguesía española tras el fin de la dictadura hace más de treinta años. La política de “consenso democrático” tiene hoy las horas contadas puesto que ya parece imposible que PSOE y PP puedan ponerse de acuerdo en los temas esenciales que afectan a los intereses del capital español.

Con un PP, cada vez más prisionero de sus sectores extremistas (como hemos podido comprobar a propósito de todos los avatares del llamado “proceso de paz con ETA”, de las manifestaciones de la AVT, contra las medidas contra De Juana Chaos, o sobre la cuestión navarra, el uso de la bandera nacional en todos su actos..) y un PSOE cada vez más frágil y condicionado por las decisiones que pueda tomar la banda de terroristas ETA sobre el “proceso de paz”, el abismo no puede más que agrandarse. Como señalamos a propósito del último atentado de ETA contra el aeropuerto de Barajas en Diciembre de 2006, «..lo que más preocupa a los principales capitalistas españoles no es un dudoso fortalecimiento de la influencia de ETA entre sus sectores afines. Lo que les inquieta es ver como el resto de partidos políticos que conforman su Estado, se dejan llevar cada vez más por la irresponsabilidad que les lleva a embarcarse en aventuras políticas arriesgadas y por la indisciplina de anteponer intereses particulares de fracción  a los intereses de conjunto del capital nacional español...»[4].

Esta situación política es comprometida, complicada y más difícil para el capital español que la que se encontró en 2004. No solo se enfrenta al hecho de que sus principales partidos nacionales están divididos y enfrentados, con tensiones internas y, dependiendo cada vez  más de sus sectores más extremistas (en particular el PP), además, la evolución de la situación política esta, en gran medida, en manos de los sectores más irresponsables y díscolos del capital nacional, “...Hoy de nuevo, distintos analistas políticos señalan que el resultado de las próximas elecciones ( de las municipales de Mayo 2007 y de las generales, previstas en principio para 2008 ) depende de lo que quiera hacer ETA, pues un atisbo de “nueva tregua” daría un cierto respiro al actual equipo dirigente del PSOE, mientras nuevos atentados llevarían al PP  la Moncloa...”[5]. Este hecho no solo tiene una lectura en clave electoral. Significa sobre todo que la política de unidad de los grandes partidos nacionales tiende a debilitarse y a resquebrajarse y, en consecuencia, puede dar alas y un mayor protagonismo en el futuro a todos los partidos nacionalistas, en especial a los vascos y catalanes, en las decisiones de la política del Estado. Como podemos observar, el conjunto de hechos que hoy condicionan la evolución de la situación política en España, son ante todo expresión de «...la creciente tendencia a la pérdida de control del juego electoral y de la disciplina de los diferentes partidos políticos del Estado burgués…», propios de la etapa de la descomposición del capitalismo[6] . Nada tienen que ver con la “lucha por la justicia, la libertad, la democracia, el interés de los ciudadanos,...” y las miles de excusas y mentiras que utilizan todos los partidos burgueses para resolver sus diferencias, zanjar sus cuentas particulares y sobre todo, para intentar implicar a la clase obrera y al resto de la población en sus guerras de partidos, bandas o intereses particulares.

 

¿Como podemos defendernos los trabajadores?

Todos los desacuerdos entre los grandes partidos que hemos visto a lo largo de estos tres últimos años han venido acompañados de una terrible matraca que de una u otra manera ponía en el centro de la vida social, la defensa de la “democracia”. Tras lo atentados del 11-M, los obreros debíamos cerrar filas tras el Estado “democrático”, el mismo Estado que ayer estaba implicado en la masacre sin fin de Irak y hoy lo está en la guerra velada en Afganistán o Líbano. Antes de las elecciones del 14-M, se nos llamaba a defender la democracia votando masivamente para responder así, en las urnas, a las mentiras del Gobierno del PP. De nada ha servido, cuando vemos que el cinismo y la hipocresía del PP (y no es menor en el resto de partidos) no tiene limites y siguen en sus trece con la “teoría de la conspiración y la participación de ETA en el 11-M”. Más tarde vino el “cerremos filas en torno al Gobierno y el Estado” para apoyar el “proceso de paz”, que salto por los aires en cuanto ETA decidió volver a las andadas. Sin un minuto de respiro, llego el “defendamos el Estado democrático contra el terrorismo” tras el atentado de Barajas y, las mil una historias con las que el PSOE o el PP han intentado seguir atrapándonos a propósito de la política antiterrorista, siempre con la excusa de “defender los valores de la democracia”, que son los de desarrollar sin tregua la explotación de la clase obrera  

En ninguna de estas situaciones los obreros hemos ganado nada.

La “defensa de la democracia y sus valores“son una sarta de mentiras con las que cínicamente quieren ocultar la lucha por imponer cada cual sus propios intereses. La mentira, el cinismo, el engaño, la competencia y el sálvese quien pueda, son los instrumentos y “valores” que utilizan en sus peleas diarias. Eso nada tiene que ver con los obreros. La respuesta a su nacionalismo fanático no es la “democracia” es el internacionalismo, el afirmar que los obreros no tenemos ni patria, ni bandera. La respuesta a la competencia, la pugna entre partidos y clanes burgueses no es la “lucha por la igualdad”, es el desarrollo de nuestra solidaridad de clase, entendernos como parte de un todo que responde unido cuando alguna de sus partes es agredida. La respuesta a sus mentiras y al cinismo con el que intentan justificar sus guerras intestinas o imperialistas no es la “libertad de expresión u opinión”, sino es el desarrollo de la cultura del debate y la clarificación de las verdaderas causas de las crisis, de las guerras, del caos y del desastre al que nos quiere conducir la clase capitalista y sus Estados.

Hoy, ante la complicada situación política que tiene ante si, la burguesía y sus partidos en van a intensificar su propaganda y su presión para intentar implicarnos, una vez más, en sus asuntos. En primer lugar,  TODOS nos quieren hacer creer que utilizando el voto vamos a cambiar la situación en las próximas elecciones. Unos, el PP, nos pedirán el “voto de castigo” contra un Gobierno inepto e irresponsable que “va a romper España”. Otros, de IU a los sindicatos, nos pedirán el voto para “frenar a la Derecha”. El Gobierno nos pedirá nuestro voto para seguir “consolidando” la “democracia” ante la “vuelta atrás que nos propone el PP”. Habrá quien nos pedirá, como la AVT o la extrema derecha el voto para volver a ser “una, grande y libre”, o quien como los partidos nacionalistas nos pedirá que elijamos entre “España o nuestra pequeña, aunque verdadera, patria”.

 Lo bien cierto es que ningún tipo de voto va a solucionar los problemas que tenemos los explotados. Ningún Gobierno va a defender nuestras condiciones de vida y trabajo, ¡solo hay que preguntárselo a los obreros de Delphi, SEAT, Airbus, de los hospitales,...!. Tampoco el voto “alternativo” de la abstención, la papeleta en blanco, el voto a los candidatos más exóticos o extraños que puedan aparecer va a servir para hacer frente a nuestros problemas. En el mejor de los casos estos votos tan sólo sirven para desahogar nuestro descontento con....¡una pataleta impotente!.

Y por si no fuera poco con el voto, nos van a volver a pedir que nos movilicemos en “en defensa de la democracia”contra el “terrorismo” para darle una oportunidad a la “paz”. Sin embargo, lo que demuestra la experiencia histórica es que lo único que pretenden es que tomemos partido por uno u otro bando, por el “español” o por el “vasco”, por la “roja y gualda” o por la “ikurriña”. En ese terreno envenenado solo podemos perder nuestra identidad como obreros y disolvernos entre los ciudadanos para defender los intereses del capital nacional, grande o pequeño.

¡ No debemos dejarnos engañar!, ¡hemos de tomar conciencia! de que sólo destruyendo este inmundo sistema de explotación y miseria que es el capitalismo, podremos aspirar a resolver los problemas de la clase obrera y de toda la humanidad. En esa tarea no podemos contar más que con nuestra unidad, nuestra conciencia y la solidaridad que existe en el seno de la única clase que puede acabar con esta putrefacta sociedad: el proletariado mundial.

 

                                                                                                                                Vyborg 25 de Marzo de 2006

 


[1] Ver en AP nº 192 “En España como en todo el mundo el futuro pertenece a la lucha obrera” (Resolución sobre la situación nacional en España de la CCI), en especial el punto VI).

[2]  Ídem

[3] Ídem

[4] Ver en AP nº 193 “Atentado de Barajas: El terror es el único futuro que nos puede ofrecer el capitalismo”

[5]  Ídem anterior.

[6] Ver Revista Internacional nº 62 “La descomposición fase última de la decadencia del capitalismo”.

Situación nacional: 

  • España [1]
  • 11-M [3]

Irak, Oriente Medio: el infierno del caos capitalista

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Hace unos días se cumplían 4 años del inicio de la guerra de Irak, y el PSOE, IU, UGT y CCOO y el Foro Social convocaban manifestaciones “contra la guerra” de las que la de Madrid resultó especialmente masiva (400 mil personas según los organizadores). Es evidente – y así lo han reconocido los media más afines a los propios convocantes – que el número de manifestantes de este año, que contrasta con el carácter testimonial y casi en el olvido de los dos años anteriores, obedece sobre todo al interés del PSOE, apoyado por IU y los sindicatos, de no dejar la calle en manos de sus rivales (que el mismo sábado organizaban una manifestación en Pamplona reivindicando que Navarra no es Euzkadi y una semana antes habían desfilado en Madrid contra la excarcelación de De Juana) y contraatacar tratando de responder la ofensiva política del PP en el terreno del antiterrorismo, con una contraofensiva que recordara la plena implicación del PP en el “trío de las Azores”. En plena refriega política sobre la utilización política que hace el PP de las víctimas del terrorismo, el PSOE insiste por su lado en que más muertes ha causado la guerra de Irak.

De esta forma, los muertos en las guerras (igual que las víctimas del terrorismo en otro terreno), que expresan las consecuencias de la barbarie capitalista para la población trabajadora, se convierten en moneda de cambio de las pugnas ínter-burguesas. Esa es la calaña moral de estos campeones de la “dignidad” humana. Al llevar la movilización contra la guerra a ese terreno putrefacto de la “guerra de familia” de la burguesía española (ver artículo en este mismo AP) se echan más paletadas de mentira y mistificación sobre el significado de la guerra imperialista en nuestros días.

Quieren hacernos creer que la guerra es la obra de determinados gobiernos o de ciertas políticas. Por eso los del “No a la guerra” y el “Aznar asesino” callan como ratas que en la guerra del Golfo de 1991, esa que apoyó el Sr Gonzalez y la “vieja Europa”, hubieron más víctimas directas que en la guerra iniciada en 2003.

Quieren hacernos ver que bastaría mandar a unos cuantos “criminales” a los tribunales internacionales, para librar al mundo de los “halcones”. No hay que perder ni un minuto de vista a esas “palomas” implicadas, sin embargo, hasta las cejas en los conflictos de Afganistán, Libano, la exYugoslavia, etc,… Por cierto en estas manifestaciones hemos asistido a otro conmovedor ejemplo de “integridad”, por parte de IU y los izquierdistas de todo pelaje, que se llenan la boca de protestas contra la guerra imperialista en Afganistán, y la OTAN, pero que no han dudado en ir de destacados “palanganeros” de un Gobierno que ha enviado tropas a misiones de combate de la OTAN, por ejemplo en Afganistán, cuyo resultado es la sucesión de masacres de civiles, en algunos casos, directamente a manos de las tropas de la “coalición internacional”. En fin, se justificaban los dirigentes de estos grupos “a la izquierda de la izquierda”, “¡todo sea, para parar a la derecha!”

Pero si hoy la burguesía consigue momentáneamente poner en primer plano sus rivalidades y volverlas contra la reflexión en la clase obrera sobre la perspectiva que plantea el capitalismo decadente, la progresión de la barbarie en Irak y en otras regiones devastadas por la guerra, la proliferación de focos de confrontación imperialista, apelan una y otra vez a la toma de conciencia del proletariado sobre la necesidad de destruir el capitalismo para que la humanidad pueda sobrevivir. Como escribió la Tercera Internacional en el momento de la Primera Guerra Mundial: «La masacre de millones de vidas humanas, la pauperización del proletariado sometido a esclavitud, el enriquecimiento inusitado de los sectores superiores de la burguesía gracias a las provisiones de guerra, a los empréstitos, etc., el triunfo de la reacción militar en todos los países, todo esto no tardará en destruir las ilusiones respecto a la defensa de la patria, la tregua y la “democracia”. La “política de paz” desenmascara las verdaderas aspiraciones de los imperialistas de todos los países hasta sus últimas consecuencias» (Tesis sobre la Situación Internacional y la política de la Entente, Primer Congreso de la IC)

A esa toma de conciencia pretendemos contribuir con este artículo.

 

 

Irak, Oriente Medio: El infierno del caos capitalista.

 

Bagdad está paralizado por el miedo.  Cada noche resuenan por esta ciudad martirizada disparos mortales. Coger el coche (quien aún lo tiene) se convierte inmediatamente en un peligro mortal. Bandas armadas hasta los dientes pueden, en cualquier momento, para el coche y freír a tiros con la mayor sangre fría a sus ocupantes. Cada día se añaden nuevos atentados sangrientos a la indecente lista de muertos en este país que se hunde en una barbarie extrema. Solo en un fin de semana de finales de Enero se asesinó a más de 200 personas en Bagdad. En 2006 murieron más de 16 800 civiles. Y respecto a ese mismo periodo, el ejército americano reconoce la muerte de 3068 militares y personal asimilado. Cada día que pasa confirma la amplitud del desastre humano. Los Chiitas han desaparecido del mapa en el barrio sunita de Al-Amariyah situado en la parte más occidental de la capital. El partido sunita Baas impone  ley. Las pintadas en muros medio derruidos claman amenazantes «¡Muerte a Mouqtada (Mouqtada al-Sadr, religioso nacionalista chiita) y a su ejercito de imbéciles!» Esto refleja perfectamente la situación que se vive en todo el país. En otros barrios de la capital, como Al-Hurriya, son los sunitas los que tienen que huir si no quieren perder su vida. El caos y la tensión campan a sus anchas por Bagdad. Se prevé una explosión generalizada de violencia. La mayoría de los sunitas esperan que en cualquier momento se desencadene una ofensiva de las bandas armadas chiitas de Mahdi, para echarlos de la ciudad. Todos los contendientes acumulan municiones y armas. Bagdad se está convirtiendo en un autentico polvorín. El ejército americano, cuatro años después de su intervención en Irak, no controla nada salvo algunas zonas fronterizas mientras el resto del país se hunde irremediablemente en la anarquía más sanguinaria.

 

Estados Unidos empantanado en Irak.

La victoria de los Demócratas en las ultimas elecciones en el Congreso y Senado de estados Unidos, desataron una ola de optimismo en los medios de comunicación burgueses. Optimismo reforzado por las propuestas del famoso plan Baker, consejero de Bush Junior. Ante la opinión pública americana, mayoritariamente contraria a la guerra, vendían el sueño de la retirada, en un tiempo razonable, de la vuelta a casa de las tropas y, hasta puede que el final de la guerra de Irak. ¡Puro fuego de artificio!. Los Demócratas no tienen ninguna política alternativa que ofrecer.  La realidad se ha impuesto rápida y dramáticamente confirmando que no puede haber paz en esa región del mundo –como en tantas otras- bajo el régimen capitalista. Así, el proyecto de prepuesto de la Administración americana prevé aumentar los gastos militares. Al Pentágono le corresponderán  622 mil millones, de los cuales 142 son para Irak. El imperialismo americano, atrapado en el lodazal de Irak no tiene otro remedio para sobrevivir que huir hacia delante. Lo que supone, entre otras cosas, que 2 500 soldados más deben partir rápidamente hacia el terreno de operaciones. El ejército americano, en cooperación con la policía del Gobierno de Bagdad, se dispone a lanzar una ofensiva general sobre la capital. Ofensiva que oficialmente tiene como objetivo limpiar los sectores que actualmente están ocupados por milicias anti-americanas. Esta nueva ofensiva, como las que la han precedido en los últimos cuatro años, provocará masares aún mayores y un crecimiento aún mayor del caos. Empujará a las bandas armadas a llevar más lejos aún la sobrepuja de violencia. Hace poco se estrelló, en la provincia Sunita de Al-Anbar al Oeste de Bagdad, un helicóptero tipo CH-46 , provocando la muerte de siete de los marines que componían su tripulación. Oficialmente se reconoce que en menos de  tres semanas seis aparatos de este tipo han sido abatidos. En esta guerra infame los medios de destrucción empleados so  cada vez son más mortíferos. El ejército americano afirma que Irán suministra armas a los insurgentes irakies, lo cual es sin duda completamente cierto.  Por eso refuerzan las fronteras en Irak con  Siria e Irán. Pero como señala el Washington Post del 12 de Febrero « Ese tipo de afirmaciones y puesta en escena, como la historia de las armas de destrucción masiva, son las que precedieron y anunciaron la invasión americana de Irak antes de saberse que eran una manipulación”.

Oriente Medio se hunde en el horror de la masacre ínter imperialista.

. Irán enseña cada vez con mayor ferocidad sus dientes para demostrar que pretende ser la principal potencia en la región, en todas partes – Líbano, Irak- empuja con sus “peones chiitas”., y participa activamente en las guerras y masacres actuales. Estados Unidos, por su parte, se dispone a mandar al Golfo pérsico su segunda fuerza naval encabezada por el US-Stennis.

El crecimiento acelerado de la tensión imperialista en todo Oriente Medio alienta a la carrera nuclear del conjunto de países de la región. En Diciembre pasado, países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, como Arabia Saudita, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos , Qatar, Bahrein u Omán, tras su cumbre anual anuncian que preparan un programa nuclear civil común. Estos países de Oriente Medio se reunieron con Jordania y Yemen en Enero pasado. Además se trata de países que poseen importantes reservas de petróleo y, por tanto, de energía civil. Pero como para Irán, tras  la excusa nuclear civil se esconden en realidad programas nucleares militares. Para estos países árabes del Golfo el crecimiento de Irán como potencia es intolerable. Todo Oriente Medio, a guisa de Irak, se está escindiendo en dos. Cada vez, en todas partes, las comunidades Chiitas y Sinitas se ven enfrentadas, desgarradas por  bandas rivales. El peligro ya no es sólo que Irak estalle sino que la guerra civil se propague por toda la región, como pasó hace 15 años pasó con la ex Yugoslavia. Es hoy un peligro bien real. El capitalismo, en plena crisis de senilidad, es incapaz de  frenar el desarrollo del caos y la barbarie. Es más, está concentrando en esta región del mundo lo que le espera a la casi totalidad de la población: su aniquilación.

 

Traducido de RI º 377. Publicación de la CCI en Francia.

Noticias y actualidad: 

  • Irak [4]

La crisis económica engendra paro y miseria en todo el mundo

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Desde comienzos de la década de 1990, la burguesía ha conseguido evitar una recesión abierta de la economía mundial, desarrollando un discurso sobre la “salud y el crecimiento de la economía” en los principales países, que hoy tiene como paradigma a China. Sin embargo ese crecimiento se basa sobre todo en una desenfrenada especulación financiera e inmobiliaria que ha convertido la economía mundial en un casino, fragilizando el sistema financiero, que tiembla por ejemplo ante cualquier filtración de que la Casa Blanca estaría considerando una acción armada sobre Irán, o algunos discursos pesimistas de los “gurús” económicos.

.Por otro lado, ese “desarrollo” del que hacen gala, no ha evitado una continuación y una agravación ininterrumpida de los despidos  y la destrucción del tejido industrial, con el consiguiente aumento del número de desempleados. Eso sin contar el abandono de regiones enteras de África a la deriva y el crecimiento de la miseria en Asia (incluyendo la misma China, pese al “milagro”)  y América Latina que generan flujos de emigrantes que arriesgan la vida para llegar a encontrar, con mucha suerte, trabajos precarios en condiciones casi de esclavitud.

Si esas son las condiciones de miseria para la clase obrera y la población que ha significado el “desarrollo económico” los últimos 15 años;  hoy asistimos a una acumulación de signos de más graves convulsiones financieras al mismo tiempo que se suceden los mazazos de los ataques a las condiciones de vida obreras.

 

El crecimiento… ¡de la deuda y de los signos precursores de nuevos crash financieros! 

Durante estos últimos cuarenta años hemos comprobado que los períodos de recesión económica han sido cada vez más devastadores, y los períodos de relanzamiento más limitados. Debemos destacar que a pesar de los discursos tranquilizantes de la burguesía, que a menudo se dedica a decir que todo va bien (el desempleo bajaría, el poder adquisitivo aumenta...) o que los problemas son momentáneos, la perspectiva para 2007 no es una mejora del crecimiento sino la continuación de su deterioro. En los años 1960 la media del crecimiento de la producción en los países de la OCDE era del 5,6%; en los años setenta del 4,1%; en los ochenta, el promedio del período es de 3,4%; de 1990 a 1995 el 2,4%. La tendencia general a la baja continúa. Hay que señalar que la industria británica perdió 220.000 empleos en dos años. El número de personas empleadas en la industria manufacturera (3,3 millones) es inferior al del año 1841 (3,6 millones) ¡Es el relanzamiento del mercado inmobiliario y la vuelta a las inversiones en bolsa, lo que según la burguesía, está generando en Gran Bretaña el boom del consumo; es decir que es la especulación la que genera esta “riqueza”!

La droga del endeudamiento ha hecho acumular una montaña de deudas descomunal que en el último período ha llegado a hipotecar a toda la sociedad. La deuda total - en millones de dólares - de los Estados Unidos era de 450.000 en 1.970, de 1.069.000 en 1.980, de 5.000.000 en 1.988. Actualmente es de 7.800.000 millones de dólares. Este endeudamiento no sólo afecta a los Estados Unidos, sino a todos los países desarrollados y subdesarrollados. Baste ver por ejemplo como el “crecimiento espectacular” de la economía española está basado en realidad en una tasa de endeudamiento de las empresas y las familias del 110% de la renta disponible. Y a eso se suma la especulación desenfrenada: «El aparato financiero sufre las peores convulsiones desde 1.989... Su deterioro se realiza al mismo tiempo que un desarrollo gigantesco de la especulación  que afecta a todas las actividades: acciones bursátiles, bienes inmuebles, arte, agricultura, etc...» (Revista Internacional 98).

La masa de movimientos financieros generados por la especulación se calcula en 699 billones de dólares; mientras que la transacción de bienes y servicios (o sea el intercambio de productos reales de la economía) no supera los 32 billones.

En esas condiciones, la devaluación del mercado inmobiliario en USA, donde la evolución del precio de la vivienda es negativa por primera vez en 10 años (-1,7%) y ha disminuido la venta de viviendas nuevas (-17% respecto a 2005) aumentando en cambio (hasta el 60%) el número de viviendas que no encuentran comprador; o el anuncio de signos de recesión en China donde se teme que la masa de  mercancías que ha producido el desarrollo económico tengan dificultades para colocarse en el mercado mundial; pone en cuestión el papel de “locomotoras mundiales” de estos dos países y siembra el pánico de un crash financiero y una recesión.

«Wall Street sufrió ayer la mayor caída en una jornada desde los días siguientes a los ataques terroristas del 11 septiembre, cuando  una jornada de considerables caídas de las acciones en todo el mundo culminó más tarde en un pánico de liquidaciones en New Cork. El índice industrial Dow Jones cerró habiendo perdido más de 400 puntos de media, entre los temores de que USA y China –las locomotoras gemelas de la economía global- estuvieran a punto de hundirse en la recesión y de que la Casa Blanca estuviera preparando ataques aéreos contra las instalaciones nucleares iraníes» (The Guardian, 28.02.07)


¡Naranjas de la China!

¿China sería el nuevo paradigma de la economía mundial, como trata de hacernos creer la burguesía?

Ya hace años que se nos viene diciendo que el espectacular crecimiento de la economía  en China muestra la vitalidad del capitalismo mundial, 4 años consecutivos de crecimiento alrededor del  10%, e incremento de superávit comercial del 67%. Y, si China puede hacerlo, ¿Porqué el resto del mundo no?

Pues porque China “puede” precisamente porque los países desarrollados no pueden. La industrialización de China se basa en la desindustrialización de los principales países de Europa y de USA. En China se pueden amasar grandes beneficios porque la clase obrera está pagando con creces este “milagro económico” con tasas monstruosas de explotación, salarios ínfimos, jornadas de 12 horas y más, llegando a dormir en los talleres y mínima protección contra los accidentes de trabajo y contra la polución industrial: Se calcula que más de un millón de obreros mueren anticipadamente cada año debido a estas condiciones de explotación. Si en los años 70 y 80 la burguesía mundial podía poner como modelo la situación de Japón y Alemania, hoy su modelo “exitoso” es China. Si entonces se les decía a los trabajadores que debían ser productivos como sus hermanos de esos países de vanguardia para poder alcanzar el nivel de vida de estos, hoy se les dice que tienen que aceptar trabajar en condiciones “a la china” para que sus empresas sigan siendo competitivas. Pero ninguno de los batallones del proletariado en los países desarrollados aceptaría más sacrificios para vivir como en China.

Es necesario destacar que el crecimiento económico en China se produce en un período en el que la agravación de la crisis en los países industrializados obligó a estos últimos a bajar los costes de producción invirtiendo en los países donde la mano de obra era barata. El crecimiento económico de China es una expresión  de la agudización de la crisis mundial y no una señal de una vitalidad del capitalismo. A pesar de toda la propaganda sobre el surgimiento de una “nueva clase media” y el desarrollo de una “cultura de consumo” en China, la mayoría de la población sigue siendo desesperadamente pobre y la mayor parte de la producción industrial China se canaliza a la exportación. El mercado mundial está siendo inundado con productos baratos chinos.

De ahí los temores de los economistas burgueses a un “recalentamiento” de la economía china. El reciente hundimiento de la bolsa en Febrero fue desencadenado, en parte, por el anuncio de que el gobierno chino iba a acentuar el control sobre el comercio ilegal de acciones en su economía. Pero la verdadera pesadilla que tienen es que la economía china, que lanza todas estas mercancías incontroladamente al mercado mundial, encabece una crisis abierta de sobreproducción, que tendría un efecto devastador sobre el estado de la economía mundial.

 

Los ataques a la clase obrera

Frente al panorama idílico que trata de dibujar la burguesía de progreso y crecimiento económico, maquillando para ello las estadísticas si es necesario, los últimos acontecimientos tanto en España como en el resto del mundo vienen a mostrarnos que el capitalismo está iniciando una nueva recesión donde se ven golpeados los sectores punta: 10.000 despidos de Airbus que afectan a varios países europeos (400 de ellos a España), también el sector del automóvil con despidos masivos por parte de todos los fabricantes (General Motors planea despedir 30.000 trabajadores en Estados Unidos y Ford 10.000) que se concretan en España con el cierre de Delphi (1.400 despidos directos que afectan hasta 4.000 trabajadores por las subcontratas en la Bahía de Cádiz) y en la nueva reconversión de SEAT enmascarada de “plan de futuro” con 1.600 despidos. Estos son unos pocos casos dentro de una lista interminable de despidos que afecta a trabajadores de grandes y pequeñas empresas y de numerosos países.

Por otra parte, si la economía de casino ha “ocultado” la inflación estos años recientes a través del boom inmobiliario, actualmente las presiones inflacionistas se dibujan como una amenaza. En los años 1970, la inflación fue el precio que la burguesía hizo pagar a los obreros para evitar la recesión. En 1980 juzgaron que la recesión era mejor opción; hoy nos confrontamos a la amenaza de ambas simultáneamente. Los sacrificios sólo han traído más sacrificios y ahora a los despidos masivos se une la degradación salarial y un desarrollo cada vez más insoportable de las condiciones de explotación para los que siguen en el trabajo.

Todos estos fenómenos son la expresión del hundimiento inexorable del capitalismo en su crisis histórica. Por todas partes se aceleran los ataques sin final contra el proletariado, desarrollando el empobrecimiento y la miseria: aumento de los despidos masivos, recorte en las prestaciones por desempleo, ataques a los sistemas de jubilación, degradación en los servicios de sanidad y educación...

La crisis económica y la guerra imperialista producen una barbarie y una tragedia inenarrables en la mayoría de la población y en el proletariado, pero no hay que ver en la miseria únicamente la miseria, pues al igual que el ave fénix que siempre resurgía de sus cenizas, la clase obrera en su dolorosa toma de conciencia a nivel internacional tiene la llave para salvar a la humanidad del exterminio y mediante la revolución comunista llevarla a una sociedad verdaderamente humana.

 

P./Hic Rhodas.

 

Noticias y actualidad: 

  • Crisis económica [5]

China 1927: El estalinismo entrega el proletariado a la represión

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Hace justo ochenta años - en marzo de 1927 - los obreros de Shanghai (China) se alzaron en una insurrección triunfante que tomó el control de la ciudad, en un momento en que toda China se veía envuelta en la agitación. Un mes más tarde esa insurrección resultó completamente aplastada por las fuerzas del Kuomintang, el partido nacionalista dirigido por Chiang Kai-shek, a quien el Partido Comunista chino (PCCH) había elevado al rango de héroe de la “revolución nacional” china. Se ponía fin así a la última sacudida de la gran oleada revolucionaria que se inició en 1917 en Rusia y que acabó con el aplastamiento de las luchas proletarias que se desarrollaron en China entre 1925 y 1927. Esto, sumado a las derrotas decisivas del proletariado alemán en 1921 y 1923, acentuó el aislamiento internacional de la Rusia revolucionaria y aceleró la marcha hacia un largo periodo de contrarrevolución.

A partir de 1924, cuando ya se adueñó prácticamente de Rusia, la fracción estalinista se dedicó con todas sus fuerzas a tratar de derrotar la insurrección que se gestaba en China. Pero ya antes de esa fecha, la política de los bolcheviques en  China había sembrado las semillas de esas futuras derrotas. En 1922 el representante del KOMINTERN en China, H. Maring (alias Sneevliet), estableció, tras una serie de negociaciones con Sun Yat-sen, las bases de una alianza entre el PCCH y el Kuomintang. Se trataba de crear una especie de “frente unido antiimperialista” con objeto de lograr la liberación nacional de China, combatiendo en primer lugar a los “señores de la guerra” que dominaban una gran parte del país, sobre todo en el Norte. Esta alianza implicaba, entre otras cosas, que los militantes del PCCH debían adherirse individualmente al Kuomintang, aunque aquél mantuviese una autonomía nominal. En la práctica esto significaba, sin embargo, la total sumisión del PCCH a los objetivos del Kuomintang.

El periodo revolucionario (1925-1927)

El 30 de mayo de 1925, obreros y estudiantes se manifestaron en Shangai en solidaridad con la huelga que tenía lugar en una fábrica de algodón de capital japonés. La policía municipal - dirigida por Gran Bretaña – acribilló a los manifestantes causando 12 víctimas. La respuesta obrera fue inmediata. En apenas dos semanas, Shangai, Cantón, y Hong Kong, estaban paralizados por una huelga general. En Shangai la huelga estaba dirigida por el Sindicato General del Trabajo (General Labour Union - GLU -), dominado por el PCCH; pero en Cantón y en Hong Kong la organización de la huelga recayó en un soviet embrionario, la “Conferencia de Delegados de los Huelguistas”, apoyada por 250.000 obreros que eligieron un delegado por cada 50 obreros. La Conferencia puso en pie dos mil piquetes de huelga, y tomó a su cargo los hospitales, las escuelas y la  administración de justicia. Cómo cabía esperar, tal situación desató la histeria de las potencias imperialistas.

Pero esta patente confirmación de que el proletariado se estaba movilizando alertó también a la “burguesía nacionalista” organizada en el seno del Kuomintang. Este partido había sido siempre una abigarrada alianza de industriales, militares, estudiantes, e ilusos pequeño-burgueses; en fin, de todas las capas de la burguesía salvo aquellas más ligadas a los grandes terratenientes y a los señores de la guerra (la mayoría de estos acabarían entrando en el Kuomintang cuando ya las cosas se les pusieron demasiado feas). Bajo la dirección de SunYat-sen, el Kuomintang pretendió inicialmente aliarse con el PCCH para que este movilizara a los trabajadores de las ciudades para la “revolución nacional”. Mientras las luchas obreras se dirigían contra las empresas extranjeras y la dominación imperialista del extranjero, la burguesía del país estaba totalmente dispuesta a apoyarlas. Pero, cuando las huelgas comenzaron a extenderse a las empresas nacionales, esta misma burguesía descubrió que los obreros cometían «estúpidos excesos», y que «una cosa era aprovecharse de los obreros y otra, bien distinta, dejarse comer el terreno por ellos» (citado en la Revista semanal china de marzo-abril de 1926, y recogido en el libro de H. Isaacs: “La Tragedia de la Revolución china”). Rápidamente los capitalistas chinos comprendieron que tenían más cosas en común con los “imperialistas extranjeros” que con “sus” obreros.

Estos acontecimientos provocaron una ruptura, en el seno del Kuomintang, entre el ala izquierda y el ala derecha. La derecha representaba los intereses de la gran burguesía que quería liquidar la lucha obrera, desembarazarse de los comunistas, y llegar a un compromiso con los imperialismos establecidos en el país. La izquierda, animada principalmente por intelectuales y mandos intermedios del ejército, aspiraba a mantener la alianza con Rusia y el PCCH. No es casualidad que quien se convirtió en el más brutal carnicero del proletariado chino, el general Chiang Kai-shek, se postulara a si mismo como representante de ese ala izquierda. En realidad, y aunque siempre actuó buscando ante todo su insaciable ambición personal (se le conocía como “Chiang-quiere-cheque”), Chiang simbolizaba los tejemanejes que se traía entre manos la burguesía china en este periodo. Por un lado, adulaba al régimen soviético y hacía proclamas “incendiarias” en pro de la revolución mundial; por otro, multiplicaba en secreto los acuerdos con las fuerzas reaccionarias. Al igual que hacían los nuevos dirigentes de Rusia, se preparaba para aprovecharse de la clase obrera como ariete para derribar a sus enemigos inmediatos, pero al mismo tiempo se dedicaba a erradicar cualquier «exceso» (léase  cualquier vestigio de lucha autónoma de la clase obrera).

En marzo de 1926, Chiang desató la primera ofensiva de envergadura contra el proletariado de Cantón, procediendo a detener a los comunistas y otros militantes de la clase obrera, y a asaltar los cuarteles generales de los comités de huelga en Cantón y Hong Kong. La huelga que se había mantenido durante meses cedió ante esta inesperada represión. Y ¿Cuál fue la respuesta de la IC ante este súbito cambio de actitud de Chiang? El silencio. Peor aún, pues insistía en negar la existencia de la más mínima represión contra la clase obrera china.

Chiang había organizado el golpe militar de Cantón como los prolegómenos de una expedición militar clave contra los señores de la guerra del Norte; pero también, como la primera etapa del camino que habría de llevar a los sangrientos sucesos de Shangai. Las tropas de Chiang consiguieron espectaculares avances contra los militares norteños, en gran parte gracias a las oleadas de huelgas obreras y a las revueltas campesinas que ayudaron a desorganizar la retaguardia de las fuerzas del Norte. El proletariado y los campesinos pobres luchaban contra unas condiciones de vida miserables, con la confianza puesta en que la victoria del Kuomintang mejoraría su existencia material. El PCCH no sólo no combatió esas ilusiones sino que contribuyó a alimentarlas llamando a los obreros a luchar por la victoria del Kuomintang, y frenando las huelgas obreras y las ocupaciones de tierras por parte de los campesinos, cuando amenazaban con ir demasiado lejos.

Y así mientras el PCCH y la IC se dedicaban a impedir los «excesos» de la lucha de la clase obrera, Chiang se afanaba en aplastar a esas mismas fuerzas proletarias y campesinas que tanto habían contribuido a sus victorias. Así, por ejemplo, prohibió cualquier reivindicación obrera mientras durara la campaña del Norte, y contestó con la represión los movimientos obreros que tuvieron lugar en Cantón, Kiangsi y otras ciudades a medida que avanzaba. En la provincia de Guangdong, el  movimiento campesino contra los señores de la guerra fue violentamente masacrado. La tragedia de Shanghai supuso el punto culminante de esta masacre.

El aplastamiento de la insurrección de Shanghai y la política criminal del Komintern

Shanghai, con su puerto y sus industrias, albergaba la flor y nata del proletariado chino, aunque se hallaba aún en la zona bajo control de los señores de la guerra. Cuando se inició el avance del ejército del Kuomintang hacia la ciudad, el sindicato GLU, dirigido por el PCCH, convocó una huelga general con objeto de echar a la camarilla del gobierno y «apoyar así al ejército de la expedición del Norte» y «aclamar a Chiang Kai-shek». Hay que decir que esta primera tentativa fue aplastada tras duros combates callejeros, pero aunque las autoridades impusieron un reinado de terror contra la población obrera, lo cierto es que la combatividad de esta se mantuvo intacta. Tan es así que el 21 de Marzo, los trabajadores volvieron a levantarse, esta vez mejor organizados, con una potente milicia compuesta de 5000 obreros, y con 500 – 800 mil trabajadores participando en la huelga general y en la sublevación. Se asaltaron las comisarías de policía y los cuarteles, y las armas que se requisaron en ellas se distribuyeron entre los obreros. A la mañana siguiente toda la ciudad estaba en manos del proletariado.

Mientras crecía la tensión. Chiang llegó a las puertas de Shangai, pero al ver que la ciudad estaba tomada por la clase obrera armada en plena revuelta, contactó inmediatamente con los capitalistas locales , los imperialistas y las bandas criminales, para poder organizar la represión, tal y como había hecho ya en todas las ciudades anteriormente “liberadas”. Sus intenciones seguían estando meridianamente claras y, sin embargo, la IC y el PCCH seguían exhortando a los obreros a que confiaran en el ejército nacional y que salieran a dar la bienvenida a Chiang el “libertador”.

Esta vez, sin embargo, el recuerdo de las carnicerías que había cometido contra el proletariado, alertó a un grupo de revolucionarios de la necesidad de que el proletariado combatiese tanto a Chiang como a los señores de la guerra. En Rusia, Trotsky reclamaba la formación en China de soviets de obreros, de soldados y de campesinos como base para una lucha armada contra Chiang y para el establecimiento de la dictadura del proletariado. Y en el propio territorio chino, un grupo de disidentes – Albrecht, Nassonov y Fokkine - que se formó en el seno de la propia legación de la IC, mantuvo la misma posición. Cada día que pasaba, en las propias filas del PCCH aumentaba el número de quienes pensaban que había que romper con el Kuomintang. Sin embargo, la dirección del partido se mantuvo fiel a la línea del la IC estalinizada, y en vez de impulsar la formación de Consejos Obreros –soviets -, el PCCH organizó un “gobierno municipal provisional” en el que se incluyó, ¡además en minoría!, junto a los representantes de la burguesía local. En lugar de alertar a los trabajadores sobre las intenciones de Chiang, el PCCH llamó a salir a recibir a sus tropas con los brazos abiertos. En vez de acentuar la lucha de clases, único medio defensivo y ofensivo del proletariado, el GLU se opuso a las huelgas que estallaban espontáneamente, y se dedicó a cercenar el poder de los piquetes obreros armados que tenían el control efectivo de las calles. Chiang pudo así preparar concienzudamente su contra-ataque, y el 12 de Abril  lanzó a sus mercenarios y a sus bandas de criminales (en su gran mayoría camuflados de “obreros” pues figuraban como representantes de los recientemente creados sindicatos “moderados” – la Alianza Sindical de los Obreros -), contra unas masas obreras completamente desprevenidas. Pese al coraje y a la valiente resistencia de los obreros, Chiang pudo restablecer rabiosamente su “orden” en medio de un baño de sangre con frecuentes decapitaciones de obreros en plena calle. La columna vertebral de la clase obrera china había sido quebrada.

Algún tiempo después de esta tragedia, Stalin y sus matones admitieron que la revolución había tropezado con «el obstáculo», aunque insistieron una y otra vez en que la política seguida por el PCCH y la IC ¡había sido la correcta!

Las derrotas de 1927 allanaron el camino de un nuevo episodio de la guerra imperialista en China; al igual que la derrota de la oleada internacional de la clase obrera abrió la vía hacia la segunda carnicería imperialista mundial. En todos esos conflictos el PCCH se mostró como un fiel servidor del capital nacional, movilizando a las masas para la guerra contra el Japón en los años 30, y, después, para la guerra mundial de 1939-1945. Ganó así la legitimidad para acabar siendo, a partir de 1949, el jefe supremo del Estado capitalista chino y sepulturero mayor del proletariado chino.

El proletariado chino, como el  conjunto del proletariado mundial, pagó un alto precio por su inmadurez y sus ilusiones. La política criminal y desastrosa del PCCH reflejaba, en parte, la falta de experiencia del proletariado chino para romper el estrangulamiento ideológico al que la sometía el Kuomintang y el nacionalismo. Tampoco pudo afirmarse como clase autónoma, llamada a desempeñar un papel histórico particular y determinante, con sus propios objetivos revolucionarios; ni dotarse de los órganos políticos y unitarios necesarios para cumplir esta tarea (la vanguardia revolucionaria y los consejos obreros). En última instancia, sin embargo, la suerte de la Revolución en China, se había jugado ya en las calles de Petrogrado, de Berlín, de Budapest y de Turín. El fracaso de la revolución mundial significaba para los obreros chinos quedar en el aislamiento y la confusión.

Por ello sus luchas masivas y espontáneas que constituían ya las sacudidas finales de la marejada revolucionaria del proletariado mundial pudieron ser desviadas a un terreno de lucha entre fracciones de la burguesía y, consecuentemente, masacradas.

 

CDW

Adaptado de Revolution Internationale (publicación de la CCI en Francia) nº 377.

Geografía: 

  • China [6]

Corrientes políticas y referencias: 

  • Stalinismo [7]

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