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En este texto se presenta al inicio una defensa de la revolución rusa contra los argumentos anarquistas, así dicen: “...tampoco nos interesa sumarnos a las versiones caricaturizantes que plantean la degeneración estatista <de la revolución rusa> como resultado de un plan orquestado maquiavélicamente por los ‘malignos’ Lenin y Trotsky, y ejecutado por ‘su alumno’ Stalin.” No obstante renglones más abajo, deja pasar visiones parecidas a las que decían combatir, y que se han repetido incesantemente por sociólogos anti marxistas adoradores de la guerrilla de Marcos: “Los marxistas a partir de Lenin, asumieron como La Concepción Marxista, la idea de un Estado instrumental...” y más abajo completa su idea, repitiendo el mismo tono que hemos visto en Holloway y demás “intelectuales filozapatistas”([1]): “La concepción bolchevique de la revolución, como toma del poder político del estado por un partido de vanguardia, es resultado de la herencia socialdemócrata de C. Kautsky, el principal maestro de Lenin... de él retoma la desconfianza en la clase obrera...”, así es que concluye: “no es posible hacer una revolución centrándonos en la toma del poder estatal”. (En negritas en el original).
Las ideas que el CAIA hace, a pesar de repetir “clichés” de moda en los antiglobalización y neozapatistas, guarda una diferencia de las afirmaciones izquierdistas; expone más bien una necesidad por clarificar, como se puede muy bien interpretar de su declaratoria: “Es necesario abrir de nuevo la discusión”... Por nuestra parte acordamos con ese llamado y en este sentido expondremos de forma general algunas apreciaciones, con la idea de que ese llamado que hace se concrete.
La “moda” anti Lenin, invención de la burguesía y pequeño burguesía contra el proletariado
Es evidente que, como lo señala el CAIA, la revolución rusa de 1917, es una experiencia de la que el proletariado debe sacar aún muchas enseñanzas, no es raro por ello que la clase dominante se empeña en desacreditar los acontecimientos históricos y denigrar las actuaciones de Lenin y los bolcheviques.
Desde que la fuerza del proletariado expone su potencialidad revolucionaria, la burguesía busca desprestigiar a los revolucionarios, recordemos la campaña desatada por Vogt en contra de Marx y las acusaciones en contra Lenin de ser un agente del imperialismo alemán... no hace muchos años, luego de la implosión del bloque imperialista comandado por la URSS, se desató la campaña sobre la “muerte del comunismo”, de manera que declaraciones y publicaciones se encargaban de ensuciar el nombre de Lenin y de los bolcheviques, al presentarlos como antecedentes originales de la contrarrevolución estalinista. Incluso el anarquismo se incrustó en esa campaña al repetir (y aún lo siguen haciendo) las calumnias cocinadas por la burguesía. Por nuestra parte no creemos que la actuación de Lenin y la de los bolcheviques estén exentas de errores, la tradición de la Izquierda Comunista justamente se caracteriza por asumir una actitud critica ante la historia, sacando balances de los combates pasados, reconociendo los errores y resaltando las enseñanzas programáticas y de actitud, que el proletariado debe tomar para sus próximos combates.
En esa lógica es que ante la campaña contra el proletariado que se ha visto animada por el EZLN y los intelectuales “antiglobalización”, presentando como anticuado al marxismo y proclamando la posibilidad del cambio del mundo sin la destrucción del capitalismo, es necesario dar una respuesta.
Haciendo un esfuerzo de resumen, y tomando las confusiones que se resaltan en el texto de CAIA, señalamos los dos ejes en los que la “moda” anti Lenin ajusta su ataque: 1. En el uso de los errores de Lenin planteados en “¿Qué hacer?”. 2. En suponer que el marxismo plantea que el Estado siendo un órgano de opresión puede transformarse en instrumento de emancipación.
- El proletariado, la única clase que avanza autocriticándose
Es de uso común, para descalificar a Lenin, traer a cuenta el argumento erróneo que en 1902 plantea sobre la concepción de la conciencia “inyectada” desde “el exterior” por el partido. Efectivamente esta idea es una apreciación incorrecta, pero el mismo Lenin y el partido bolchevique en su intervención revolucionaria tienen que corregir es visión. Lenin en un proceso reflexivo reconoce que: “Ante el proletariado y su vanguardia la socialdemocracia, se plantearon prácticamente nuevas tareas para cuya solución surgieron, como si brotasen de la tierra, nuevas fuerzas…” (Nuevas tareas y nuevas fuerzas. Febrero-1905). De manera que muchos de los problemas van definiéndose de forma clara a medida que hay un avance en el mismo proceso revolucionario. En el caso de la aseveración del ¿Qué hacer?, en la que se afirma que la conciencia no surge mecánicamente es correcta, no así esa visión sustitucionistas y que otorga al partido un alo místico. No obstante hay que entender que la percepción de los acontecimientos, hasta ese momento, le impidió entender que el partido no actúa como una entidad externa al proletariado, sino como una fuerza viva y activa de la propia clase. Es el desarrollo de la historia y la misma práctica de los bolcheviques la que hará de estos la expresión más acabada de esa unidad viva y actuante del proletariado, criticando en los hechos lo sostenido en 1902. Es su accionar en unidad con el proletariado con el que mostrarán que no eran algo ajeno o externo al conjunto de los explotados lo que define la conciencia obrera, sino es su dinámica revolucionaria, y en la que el partido juega un papel importante, después de todo, como lo señalaran Marx y Engels, “<los comunistas> teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario.” (Manifiesto del Partido Comunista).
Bastaría acercarse a las “Tesis de Abril” escritas en 1917 para notar que esa visión de 1902 se encuentra desterrada de la práctica bolchevique. De manera que no hay en Lenin ninguna desconfianza hacia las masas de trabajadores, hay por el contrario el reconocimiento de que es la clase obrera la única capaz de construir la historia, en tanto fuerza activa, y transformadora. Muy lejos está de las proclamas pequeñoburguesas de altermundistas e intelectuales “filozapatistas” que en su desconfianza y desesperación se empeñan en borrar del escenario social al proletariado decretando su desaparición y encontrando la presencia de “nuevas fuerzas sociales” en las clase y estamentos medios, reivindicando como “sujetos de la transformación” lo mismo a los campesinos depauperados (a los que denominan por su condición étnica: “indios”, y que se hayan atados al anhelo de propiedad y las formas de producción anticuadas), que a la pequeñaburguesía corroída y al lumpen.
- La lucha del marxismo es contra todo Estado
Otro de los puntos de ataque al marxismo es que proclama al Estado como centro del cambio. Este aspecto es evidentemente un problema no del todo zanjado, no obstante ello no implica que los ataques lanzados, en particular contra Lenin, sean ciertos. Es evidente que el marxismo reconoce como una necesidad la destrucción del capitalismo y la toma del poder político por parte del proletariado como la tarea histórica. Aunque los revolucionarios de inicios del siglo XX (entre ellos Lenin por supuesto) no tenían en claro la manera en que la clase obrera mediante los Soviets ejercerían su poder, reconocen sin embargo que la Dictadura del proletariado expresa un cuerpo que, como dijera Engels, “ya no es un Estado en el sentido propio de la palabra”. Hay efectivamente un problema de comprensión de este asunto por el conjunto del movimiento obrero, sin embargo ello no valida las mentiras que se lanza contra el marxismo, y menos aún que dado que hay un problema a resolver lo mejor es no tomar el poder político por parte de la clase obrera, y soñar que es posible crear un mundo nuevo sin antes haber destruido al capital y a su Estado.
La Izquierda Comunista, en particular la Izquierda Italiana y Francesa, han legado un proceso de reflexión importante, que recobra la profundidad de los análisis de Marx en torno a la Comuna de París y las experiencias de la revolución rusa, definiendo que la toma del poder por parte del proletariado implica forzosamente establecer un período de transición en el que la clase obrera conserva su independencia ante el Estado, y la manera en que lo puede asegurar es marcar la diferencia entre Dictadura del Proletariado y el Estado. Mientras que la primera es formada por los Soviets de trabajadores, unificados y armados, el Estado estará formado por Soviets territoriales en los que se representan el conjunto de la población no explotadora, de forma tal que la clase no se confunde y asegura su hegemonía sobre todas las estructuras de la sociedad durante el período de transición, que ha de conducir a la desaparición de clases y con ella de todo Estado ([2]).
No es posible en esta ocasión abundar más, sin embargo establecemos los elementos base para poder, como lo plantean los compañeros de CAIA: “abrir de nuevo la discusión”.
Tatlin/febrero-05
1En RM 74, hemos abordado la crítica a los argumentos, que de manera similar lanza el zapatismo, y sus seguidores “altermundistas” en contra de los bolcheviques y Lenin, colocando como “nuevo paradigma social alternativo” la construcción de una sociedad diferente, que ha de nacer sin necesidad de destruir al capitalismo.
2Para ampliar sobre esta discusión recomendamos nuestro folleto: “El período de transición del capitalismo al socialismo. La desaparición del Estado en la teoría marxista”, disponible solo en francés.