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Eso se evidenció de nuevo, el 29 de agosto en la manifestación que AMLO organizó contra su desafuero y donde dio a conocer su “proyecto alternativo de nación” el cual resume en 20 puntos una supuesta propuesta de “cambio”, que en realidad es el maquillaje de la política económica, al aplicarle conceptos como la distribución y la equidad, que en el marco capitalista no significa otra cosa sino el mejoramiento de los instrumentos de explotación. Hemos visto que el discurso de la izquierda ya no es contra el TLC, la globalización, EUA y el FOBAPROA, ahora se trata de conducir a un nuevo “pacto nacional”, unificando a la burguesía. Es, en suma la renovación del viejo discurso del priísmo. Es decir, se trata pura y llanamente de un proyecto burgués con tintes nacionalistas que pretende adecuar a la estructura política, tan resquebrajada, a las necesidades de la acumulación, y por supuesto ajustar al Estado para gestionar la explotación de los trabajadores y controlar el subsecuente descontento social producto de la aceleración de la crisis.
Una semana antes, en un acto del gobierno del DF, la fracción burguesa que está tras López Obrador logró reunir a representantes de primer orden de varios grupos de la burguesía: ahí estaban los magnates de la TV y las radiodifusoras, además de políticos importantes (como De la Fuente que junto con Muñoz Ledo, plantean el mismo esquema de unidad de la burguesía) y hasta el Cardenal Rivera jefe de la iglesia católica. ¿Los capitalistas apoyando al “candidato de los pobres”? Este fue, sin duda, un ejercicio de búsqueda de acuerdos que demandan ya una certidumbre al futuro de sus negocios y de la estabilidad económica y política de la nación que regentean. Luego, ocho días después, la ceremonia del zócalo fue un posicionamiento claro de que es necesario un gran pacto nacional entre los diversos grupos de la clase dominante para avanzar en los proyectos que están pendientes al nivel económico y político; por eso AMLO se encargó de espantar algunos fantasmas abrazando hasta la globalización a la que antes criticaba tan ácidamente, aclarando que el asunto Fobaproa es cuestión de separar las deudas buenas y las “malas” (en las que hubo fraude); hasta se pronunció también contra las llamadas “pensiones de privilegio”.
Este es el significado del acto político que desafía fuertemente a la administración federal y a algunos otros grupos representados en el PRI los cuales buscan a toda costa obstruir su carrera a la presidencia con el argumento de que será un obstáculo para concretar las llamadas reformas estructurales. Pero, como ya lo decíamos en otra ocasión “Estos grupos al parecer no consideran que el PRD (...) pudiera representar un obstáculo ideológico para realizar las medidas que la actual administración federal no ha logrado, pues piensan que esto bien podría realizarse bajo la cobertura ideológica de ‘medicina amarga pero necesaria obligada por el desastre que dejaron los gobiernos anteriores’ (al estilo de Lula en Brasil)” (RM 81, julio-agosto de 04). Y, además, tiene de su lado otra ventaja, la gran popularidad y una habilidad jamás menospreciada por la burguesía para garantizar la estabilidad social y este fue al final de cuentas el ofrecimiento mayor, oculto en el mensaje de AMLO.
La burguesía continúa indecisa sobre quién será su candidato
Aunque la propuesta de AMLO es llamativa para la burguesía, y es respaldada por muchas fracciones del capital, aunque no existe un acuerdo y siguen sumidas en la disputa, esto que es un fenómeno típico de la descomposición de la sociedad capitalista, se torna en un lastre para la misma burguesía, pero no deja de tener efectos de contagio contra la clase obrera, a la que empuja a tomar partido por algunas de las pandillas. Es evidente que la burguesía está dividida sobre el Peje, por ejemplo, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) ha declarado que no le espanta la posibilidad de que AMLO llegue a la Presidencia; la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio se pronuncia a favor de su proyecto económico, lo mismo pasa con la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes que han visto con no muy malos ojos las mismas propuestas, inclusive hay sectores dentro del mismo PRI como Miguel Alemán que de forma muy indirecta han declarado su apoyo al nuevo “caudillo”. No obstante la burguesía no llegará fácilmente a un acuerdo, y no se descarta que se repitan los escenarios en los que están presentes ajusticiamientos y detenciones.
Un ejemplo de esta tendencia lo presentan las votaciones de Veracruz y Oaxaca. La Jornada, diario de la burguesía “liberal” tituló a su editorial del martes 7 de septiembre “Veracruz: descomposición y augurio” para referirse a la extensión y profundización de los conflictos interburgueses en el país. Efectivamente en Veracruz volvieron a escena las tendencias profundas de la descomposición capitalista pues como se dio recientemente en Oaxaca, también en este estado los alineamientos de partidos habidos disputaron las cuotas de poder sin importarles ni siquiera guardar las apariencias tan necesarias para salvaguardar precisamente el aspecto de la mistificación democrática vital para el sistema capitalista... los ejemplos se multiplican: los casos de las esposas de gobernadores (del PAN en Nayarit, del PRD en Tlaxcala) y de presidentes municipales (del PRI en Chiapas) que sin ningún reparo en el daño que provocan a la máscara democrática de la burguesía avanzan desordenadamente con la única perspectiva de que sus interese inmediatos. Esta situación presenta un problema grave para la burguesía pues el desprestigio directo de su sistema electoral y democrático está poniéndose en cuestión. Es claro que la burguesía no puede arriesgarse a un resultado mediocre en este sentido sobre todo después del éxito de las elecciones del 2000 que le redituaron después de muchas décadas pingües beneficios en cuanto a una votación histórica, una esperanza de los trabajadores en el “cambio”, una disposición social al sacrificio con tal de salir de la crisis, por eso no podemos dejar de esperar que pese a sus diferencias tome en consideración que requiere establecer un acuerdo de unidad (aunque sabemos que la crisis y la descomposición misma lo romperá rápidamente).
¿Qué se perfila?
En la situación actual la burguesía no está evidentemente del todo desguarnecida pues, como ya lo hemos dicho con respecto a los efectos de la descomposición general de la sociedad capitalista, cuenta con una capacidad enorme para volver contra el proletariado los efectos perniciosos de esta descomposición: presentando los conflictos como una competencia de partidos real, las disputas entre caciques regionales como una rémora del pasado que la democracia es capaz de superar y, en fin, aprovechando la polarización causada por sus propias dificultades alrededor de AMLO para exacerbar los ánimos de los trabajadores llevándolos peligrosamente a la defensa de una opción burguesa contra otra y en particular a la defensa de López Obrador contra su “desafuero”, es decir, “al mismo tiempo que gestiona sus propios conflictos internos la burguesía aprovecha para desplegar toda una campaña de revitalización de sus procesos electorales” (RM 81).
Ningún apoyo a la burguesía
La burguesía siempre ha sido capaz de disfrazar a sus políticos como “defensores de obreros” para engañar a los trabajadores; en este caso, el personaje AMLO viste este ropaje y está llamando a defender su “proyecto de nación” para minar el camino que la clase obrera con muchas dificultades está retomando, el de su toma de conciencia.
RR/ octubre-2004