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Se cumplen 3 años de la invasión de Irak. Se demostró que las justificaciones invocadas para tal barbarie eran todas mentiras. Pero igualmente se ha puesto en evidencia el incumplimiento de las radiantes promesas que hicieron. Iban a acabar con un tirano y han instaurado una tiranía aún peor. Iban a dar un golpe al terrorismo y este no ha hecho sino multiplicar su barbarie. Iban a estabilizar Oriente Medio y lo han desestabilizado mucho más. Iban a desarrollar la democracia y lo que han hecho es reforzar a regímenes como los Ayatolás iraníes, India o Pakistán o a fracciones abiertamente dictatoriales como los chiitas o Hamas.
La situación en Irak y en toda la zona de Oriente Medio y Asia Central muestra que le futuro que el capitalismo depara a la humanidad es cada vez más amenazante.
¿Camina el mundo hacia la paz? Se acumulan hechos y elementos que apuntan a todo lo contrario: el mundo no camina hacia la paz sino hacia guerras imperialistas más devastadoras. En Irak, el enfrentamiento armado entre las distintas fracciones burguesas (chiitas, sunitas, kurdos) es inevitable, los últimos acontecimientos con la llamada “guerra de las mezquitas” acercan aún más esa perspectiva.
Pero el problema no está circunscrito a Irak, lo que allí se produce anuncia una tendencia hacia el estallido de guerras caóticas en los diferentes estados de la zona amenazados por una violenta desestabilización. Esto se ve claro en países como Líbano, Siria, Yemen, Arabia Saudita o Pakistán.
Empantanado en las arenas movedizas de Irak, Estados Unidos ven su autoridad como gendarme mundial cada vez más debilitada. Eso hace que gángsteres de barrio como el régimen de los ayatolás se le suban a las barbas y le lancen un ambicioso desafío con la cuestión nuclear y con la utilización de las famosas caricaturas de Mahoma para atizar los odios religiosos y las tensiones nacionalistas en su propio beneficio.
La respuesta de Estados Unidos con su alianza nuclear con India es la semilla de violentas tensiones con China, Pakistán etc. Una vasta región del planeta puede verse sumergida en tremendos choques militares.
El eterno conflicto Israel – Palestina amenaza con agudizarse mucho más con la subida al poder de Hamas y los intentos de los rivales de USA de apadrinarlo.
En definitiva, toda la zona de Oriente Medio y Asia Central que constituye el corazón estratégico del mundo tanto por sus reservas de combustible como por su posición militar de encrucijada de continentes, puede convertirse en una gigantesca hoguera de choques imperialistas e ínter burgueses.
El proletariado no puede considerar estos acontecimientos como algo lejano que no le incumbe. A la humana indignación contra los sufrimientos intolerables que las burguesías en liza están causando a las poblaciones de la zona debe unirse la preocupación por el futuro de toda la humanidad.
La progresión de los choques imperialistas acarrea consecuencias en los países centrales del capitalismo (Europa, Estados Unidos, Japón) que significan un ataque en todos los planos a los trabajadores y al conjunto de la población de estas metrópolis cada vez menos “privilegiadas”.
En primer lugar, significa más hombres movilizados para ser enviados a los teatros de guerra y todo ello lleva consigue innumerables tragedias humanas: son más de 2200 soldados americanos muertos y más de 20.000 heridos, con el consiguiente sufrimiento para ellos y sus familias.
En segundo lugar, el incontrolable gasto de guerra lleva consigo la necesidad de atacar los salarios, reducir las ya de por si recortadas prestaciones sociales: pensiones, servicios de enseñanza, sanidad etc.; hace imprescindible generalizar la precariedad y los contratos basura como vemos actualmente en Francia.
En tercer lugar significa un reforzamiento de la represión y del control totalitario del Estado sobre la población como se ve claramente con la Ley Patriótica en USA, las diferentes medidas adoptadas en Gran Bretaña o las recientemente tomadas en Francia –que han llegado al Estado de Sitio aprovechando las revueltas en las barriadas periféricas.
Otra consecuencia es que la guerra vuelve como un boomerang al corazón mismo de los países centrales del capitalismo bajo la forma de atentados terroristas masivos como las Torres Gemelas en 2001; Madrid 2004 y Londres 2005. La desestabilización en las relaciones internacionales, el caos general imperialista, hace que el terrorismo se convierta en una forma más de guerra. Toda guerra es una confrontación entre Estados que se realiza tomando como rehenes a las poblaciones de los bandos contendientes. La barbarie imperialista actual tiene en los atentados terroristas masivos una forma de golpear a los Estados tomando como carne de cañón a sus “ciudadanos”. Como se vio en los trenes de Atocha o en el metro londinense es la clase obrera quien con su sangre paga la cuenta de este choque entre bandidos.
Esta perspectiva solo puede ser detenida y finalmente erradicada por la lucha consciente del proletariado. Este ha pasado por un largo periodo de dificultades, pero hoy su estado de ánimo empieza a cambiar como ha podido verse con luchas, todavía limitadas, pero que muestran el comienzo de una respuesta: SEAT en España, el metro en Nueva York, Heathrow en Gran Bretaña, Argentina… En estos días, los estudiantes universitarios y de enseñanza media francesa junto con jóvenes obreros muestran masivamente su protesta y su inquietud ante la situación cada vez más deteriorada.
Frente a la guerra, frente a la miseria, frente al deterioro de la situación que provoca la crisis del capitalismo, ES NECESARIO LUCHAR. NO TENEMOS OTRO CAMINO QUE LA LUCHA.
Acción Proletaria 10-3-06