«Apagón» en la Península Ibérica: una ilustración del fracaso del capitalismo

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«Apagón» en la Península Ibérica: una ilustración del fracaso del capitalismo

El pasado 28 de abril, un gigantesco apagón afectó a toda la Península Ibérica, privándola repentinamente de electricidad y paralizando su actividad durante casi ocho horas, sembrando el caos en la circulación de metro, tranvía y tren, bloqueando los vehículos al desaparecer la señalización, con ascensores averiados y personas atrapadas en su interior, provocando la cancelación de vuelos en los aeropuertos, el cierre de comercios y una auténtica pesadilla para toda la población.

Un fenómeno que se añade a otros...

Este espectacular episodio no es sólo una ilustración de la fragilidad de los países más poderosos en materia energética, sino también un síntoma más de una acumulación de desastres y catástrofes que azotan a un mundo de por sí cada vez más desordenado y caótico. Si bien este acontecimiento es «inédito» en España, es evidente que no es único, y podríamos señalar que muchos otros cortes masivos de energía han tenido lugar en distintas partes del mundo con anterioridad. Así ocurrió, por ejemplo, en la India el 2012, uno de los mayores hasta la fecha, así como en Estados Unidos en zonas del noreste y el medio oeste, llegando tan al norte como Ontario en Canadá, en agosto de 2003.

Aunque a veces están relacionados con riesgos climáticos, como violentas tormentas, los problemas de suministro eléctrico han sido causados a menudo por el fallo de redes anticuadas o en mal estado debido a un mantenimiento muy pobre y a la falta de financiación. La profunda crisis económica, la falta de inversiones y el creciente malestar social, las tensiones imperialistas entre Estados, sólo pueden crear las condiciones para futuros cortes de electricidad de consecuencias imprevisibles, pero potencialmente dramáticas. La energía, como demuestra la actual guerra entre Rusia y Ucrania, se ha convertido más en una cuestión estratégica que comercial, en un arma de guerra por derecho propio[1].

En el momento de redactar este artículo, aún no se han establecido las causas del enorme apagón en España y Portugal (que también afectó parcial y temporalmente a Francia, en el País Vasco). Aunque se han optimizado las conexiones a la red para regular la distribución de electricidad, el apagón en la península sigue siendo «inexplicable» para las autoridades. No cabe duda de que un ciberataque, aunque se descartó rápidamente, era una posibilidad creíble dado el actual deterioro de las tensiones geopolíticas.

En realidad, más allá de nuestro desconocimiento de las causas y de la necesidad de prudencia, la razón «técnica» del apagón no tiene más importancia que la de definir una interpretación política de lo sucedido. Tomado en sí mismo, el fenómeno de este repentino «apagón» puede encontrar su propia explicación. Sin embargo, la cuestión que nos parece más pertinente es más bien subrayar el contexto en el que se produjo el acontecimiento, como fenómeno ilustrativo de un sistema al límite de sus fuerzas.

... en la fase de descomposición del capitalismo

Al igual que otros fenómenos que pueden producirse y dar lugar a verdaderas tragedias, un apagón de este tipo debe entenderse en un contexto en el que los accidentes y las catástrofes se acumulan, y en el que su ritmo de aparición, su intensidad y su magnitud no dejan de aumentar desde hace más de treinta años. Se trata de una situación global que Marx no podía, por supuesto, imaginar en su época, pero que, sin embargo, supo anticipar al revelar la dinámica histórica del modo de producción capitalista. Al percibir las contradicciones internas del sistema y las semillas de su futura crisis y decadencia, como ocurre con cualquier modo de producción y explotación que se ha vuelto obsoleto, Marx señaló que el capitalismo es especial en el sentido de que da lugar a «una epidemia social, que en cualquier otro momento habría parecido absurda, la epidemia de la sobreproducción»[2]. Por supuesto, no se trata aquí de atribuir el apagón a una causa puramente económica. Lo que queremos decir aquí es que la obsolescencia del capitalismo, en decadencia desde hace más de cien años a causa de su crisis económica crónica y, sobre todo, de la ausencia de otra perspectiva que la miseria y la destrucción, sume a toda la sociedad en convulsiones que son ya las de su fase final, su descomposición.

En efecto, «la fase de descomposición parece ser la resultante de la acumulación de todas estas características de un sistema moribundo, la que completa y remata tres cuartos de siglo de agonía de un modo de producción condenado por la historia»[3]. Con una crisis económica y social que hunde a los proletarios y a las poblaciones en la miseria, el recrudecimiento de las tensiones bélicas, la multiplicación de las catástrofes vinculadas al cambio climático, los accidentes industriales y fenómenos como la escasez, este apagón sigue siendo un síntoma como otros que no pueden sino aumentar dramáticamente.

Es lo que venimos señalando en nuestros artículos desde hace más de treinta años, cuando estos fenómenos eran menos frecuentes y más dispersos en el tiempo y en el espacio, lo que permitía a la burguesía exponer mejor sus propias explicaciones «particulares» para aislar los casos y dejar a su sistema libre de toda culpa. Así, por ejemplo, cuando se trataba de inundaciones o sequías, los medios de comunicación se referían a simples «catástrofes naturales». Pero a medida que se multiplicaban los fenómenos, en particular la catástrofe mundial del Covid-19, los medios se veían obligados a invocar más claramente la «irresponsabilidad» de la «humanidad» o de tal o cual individuo.

Hoy en día, aparte de buscar culpables y chivos expiatorios, la burguesía siempre puede dar un montón de explicaciones, como probablemente podrá hacer al final de su actual investigación sobre este reciente apagón. Lo que nunca podrá decirnos, sin embargo, es que su sistema está en quiebra y sólo puede generar nuevas tragedias. La ceguera de la burguesía es un reflejo de su cinismo y su codicia, un descenso cada vez más acelerado a la barbarie al que sólo el proletariado podrá sobreponerse realizando su revolución.

WH, 30 April 2025

 

[1] El caso del sabotaje en 2022 del gasoducto Nord Stream, que uniría Rusia con Alemania, es una ilustración perfecta.

[2] Karl Marx, Manifiesto del Partido Comunista (1848).

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Catastrofes del Capitalismo