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Sin duda, la TCI publicará en su sitio web un informe de esta reunión.[1]
No pretendemos ser exhaustivos aquí, simplemente queremos enfatizar los puntos cruciales que, para nosotros, han surgido de esta discusión.
El surgimiento de una nueva generación
La presencia de un público relativamente numeroso en esta reunión pública, caracterizada en parte por su juventud, es un dato muy significativo de la dinámica actual de nuestra clase. El “verano de la ira” de 2022 en el Reino Unido, esta serie de huelgas que afectaron a casi todos los sectores durante varios meses, fue una señal de que el proletariado volvía a la senda de la lucha después de más de veinte años de pasividad. Frente a los golpes de la crisis económica, frente a los incesantes ataques del capital y sus gobiernos, los trabajadores están una vez más dispuestos a ir a la huelga, a manifestarse, a luchar.
Esta dinámica también está marcada por un proceso global invisible: el considerable esfuerzo de reflexión que nuestra clase está produciendo. Frente al callejón sin salida del sistema, todo un cuestionamiento germina en la mente de los trabajadores. Así es como aparecen las minorías en los cuatro rincones del globo que buscan posiciones revolucionarias, que vienen al encuentro de los grupos del campo proletario, los que defienden la autonomía de clase y el internacionalismo. Más allá de la mayor participación en las reuniones de las organizaciones de la Izquierda Comunista, hay muchos otros signos, como el surgimiento de conferencias en torno al internacionalismo (en Arezzo, Praga, Bruselas...).
Pero lo más significativo es, sin duda, la actitud de la propia burguesía. Deseosa de enmarcar esta reflexión y de conducirla a callejones sin salida, su extrema izquierda radicaliza cada vez más su lenguaje, ya no duda en plantear la necesidad de la revolución, sus sindicatos muestran cada vez más combatividad y unidad abogando por un “sindicalismo de clase”. Se trata de que la izquierda del capital juegue su papel, el de atraer hacia sí a los jóvenes, cada vez más numerosos que quieren luchar.
La responsabilidad histórica de los grupos de la Izquierda Comunista
Pesa, por tanto, sobre los hombros de la Izquierda Comunista una responsabilidad histórica, la de transmitir a la nueva generación que está surgiendo lentamente, las posiciones, el método, los principios que ella misma ha heredado del movimiento obrero. Estas lecciones, adquiridas a lo largo de múltiples luchas durante los últimos dos siglos son absolutamente vitales para el futuro; no puede haber una revolución proletaria internacional victoriosa si éstas se olvidan. La reunión de la TCI celebrada en París debe ser evaluada a la luz de esta exigencia que se impone a todos los grupos de la Izquierda Comunista:
1. Debatir para clarificar. En la presentación realizada por la TCI para abrir los debates se expusieron claramente los siguientes puntos:
– En el siglo XIX, ciertas luchas de liberación nacional podían ser apoyadas por los revolucionarios, cuando permitían barrer los últimos grilletes feudales y acelerar así el desarrollo del capitalismo. Pero desde principios del siglo XX, en este sistema en decadencia, ya no es la formación de naciones capitalistas lo que está a la orden del día, sino la revolución proletaria internacional.
– El actual desarrollo del caos bélico en Ucrania, Gaza o en cualquier otro lugar, es producto del sistema capitalista.
– Frente a esta situación, sólo la clase obrera está en condiciones de oponerse al sistema que engendra esta situación cada vez más bárbara: el capitalismo.
– Contra las campañas nacionalistas en las que la burguesía intenta movilizar a la clase obrera para la defensa de un campo contra otro, los revolucionarios deben defender el internacionalismo proletario en el seno de la clase.
La CCI intervino desde el principio para apoyar las grandes líneas de la presentación. En particular, subrayamos el esfuerzo realizado para adoptar un enfoque histórico con el fin de comprender estas diferentes cuestiones que son tan cruciales para el desarrollo de la conciencia de clase y el futuro de la lucha proletaria. Es por esta razón que hemos creído necesario insistir en los profundos cambios provocados por la entrada del capitalismo en su fase de decadencia. Como proclamó la Internacional Comunista desde su fundación en marzo de 1919: la experiencia de la carnicería de la guerra de 1914 y la oleada revolucionaria internacional que le siguió demostraron que el mundo había entrado en la “era de las guerras y las revoluciones”: el capitalismo que se había vuelto decadente ya no tenía nada que ofrecer a la humanidad, la única alternativa consiste en su destrucción por la revolución proletaria mundial. La guerra se convierte entonces en el modo de vida del capitalismo, cada nación, cada burguesía, pequeña o grande, es imperialista y contribuye a la guerra y a la fiebre nacionalista. En esta nueva configuración, las luchas por la liberación nacional, el llamado de los pueblos a la autodeterminación, apoyados por los revolucionarios en ciertas circunstancias durante el período de ascendencia, se convierten en orientaciones y consignas obsoletas y reaccionarias.
El PCI, por su parte, defendió un enfoque completamente diferente: fiel a su teoría de la invariancia, a la idea de que el programa se había establecido de una vez por todas en 1848 y que no había nada más que añadir o modificar desde entonces, sostuvo que aún hoy las luchas de liberación nacional eran posibles. Consecuente con este enfoque, el PCI y su simpatizante han defendido la legitimidad de la lucha del “pueblo palestino” contra la “opresión israelí” (sin apoyar en ningún momento a Hamás ni a ninguna facción burguesa local). Un simpatizante del PCI llegó a afirmar que, para él, no apoyar al pueblo palestino mientras es masacrado, torturado y sometido a la barbarie más espantosa, es una forma de indiferentismo con respecto a todos sus sufrimientos.
En respuesta, varias intervenciones trataron de demostrar que las luchas de liberación nacional son una trampa que consiste en encadenar a una parte de la clase obrera a la dominación de su propia burguesía. Frente a esto, debemos blandir la consigna ya contenida en el Manifiesto Comunista: “¡Los proletarios no tienen patria! “
Si en esta primera parte del debate la TCI y la CCI defendieron conjuntamente la misma posición política general, también surgieron dos matices:
– A diferencia de la CCI, los militantes de la TCI nunca pronunciaron las palabras “ascendencia” y “decadencia” para definir las dos grandes fases de la vida del capitalismo. Sin embargo, en nuestra opinión, estos términos reflejan la visión más exacta y precisa de un balance profundo e histórico del sistema.
– La TCI dijo que reconoce la existencia de naciones oprimidas y naciones opresoras, lo cual, para la CCI, es un error porque mantiene la ambigüedad a la hora de defender con firmeza que todas las naciones, pequeñas o grandes, bien o mal armadas, son imperialistas.
La segunda parte de la discusión se consagró a los retos históricos que se plantean hoy: la guerra y la lucha de clases.
En muchas intervenciones, sobre todo las de la TCI y del PCI, la visión defendida fue la de un cuerso hacia la Tercera Guerra Mundial (o hacia la “generalización de la guerra”. Admitimos que no necesariamente entendimos si había una diferencia entre estos dos términos para ellos). En esta posición hay una valoración pesimista de la situación de la clase obrera y de sus luchas.
A continuación, la CCI elaboró otra evaluación de la situación: el capitalismo no se dirige a una Tercera Guerra Mundial en un futuro previsible, sino que se hunde en la descomposición. En concreto, esto significa un aumento de los conflictos militares (como en Ucrania, Palestina, Siria, etc.), una desintegración del tejido social (atomización, aumento de la violencia, racismo y pérdida de la identidad de clase, gangrena de las drogas y del narcotráfico, etc.), una erosión del pensamiento coherente y racional... Esto no indica que se trata de un peligro menor en relación a la posibilidad de una guerra mundial, estos dos caminos conducen a la desaparición de la civilización humana. Por otro lado, este último enfoque nos permite comprender la realidad que se desarrolla ante nuestros ojos en toda su complejidad y caos, para vincular fenómenos que pueden parecer independientes entre sí, o incluso contradictorios.
En cuanto a la lucha de clases, para la CCI, el proletariado no está hoy derrotado. Fue esta fuerza del proletariado, particularmente en Europa y América del Norte, la que impidió que la Guerra Fría durante cuarenta años se convirtiera en una Tercera Guerra Mundial. El proletariado ha comenzado incluso a volver al camino de la lucha hoy y está tratando de desarrollar aún más su reflexión y su conciencia. Como dijimos en la introducción, desde 2022 y la serie de huelgas llamada “El verano de la ira” en el Reino Unido, la CCI ha destacado el regreso de la combatividad obrera.[2]
Todos estos desacuerdos, en el marco de la asamblea, se expresaron en un ambiente muy cálido y abierto, donde todos estaban ansiosos por comprender y responder de manera argumentada a las posiciones de los demás. Este momento positivo debe servir de referencia: los grupos de la Izquierda Comunista deben desarrollar mucho más el debate entre ellos, la confrontación de sus posiciones políticas, la participación mutua en reuniones públicas. Nuestros periódicos y revistas también deben participar en este proceso de clarificación; hay muy pocas polémicas públicas entre nuestros grupos. Si bien hay artículos del PCI y de la CCI que se responden mutuamente, esfuerzo que debemos continuar y amplificar juntos, la TCI se niega casi sistemáticamente a este debate público, quedando nuestras cartas y artículos en letra muerta.
2. Unirnos en torno a las posiciones fundamentales del campo proletario. Un momento de la reunión de la TCI debe ser de particular interés para nosotros: si bien todas las intervenciones señalaron los puntos de desacuerdo, algunos jóvenes participantes intervinieron para decir que no entendían realmente qué distinguía las posiciones de las diferentes organizaciones presentes. Estas observaciones revelan un punto esencial: las organizaciones de la Izquierda Comunista, por importantes que sean sus diferencias, tienen en común una historia, una herencia y posiciones fundamentales.
El título de la reunión resumía esta unidad: “Frente al aumento de las guerras y enfrentamientos nacionalistas, la única perspectiva es la lucha de clases internacionalista”. Por lo tanto, todos los participantes en este debate estaban dispuestos a oponerse a las guerras imperialistas, a defender el internacionalismo proletario, a reflexionar sobre el desarrollo de la lucha y la conciencia de los trabajadores.
La dinámica de este encuentro es una prueba concreta de que los diferentes grupos de la Izquierda Comunista tienen una doble responsabilidad: enfrentar sus diferencias en un proceso colectivo de clarificación y unirse para defender juntos, con una voz más fuerte, lo que es esencial en común.
Es por eso que, en cada una de sus intervenciones, la CCI ha recordado sistemáticamente que juntos debemos ser capaces de defender con una sola voz la posición internacionalista de la Izquierda Comunista frente a los conflictos bélicos que se están desarrollando en todo el planeta. También hemos recordado que este llamamiento común podría permitir a las nuevas generaciones contar con esta experiencia de la misma manera que nosotros mismos podemos contar con la experiencia de Zimmerwald. Eso sería un hito para el futuro.
Pero una vez más, tanto la TCI como el PCI rechazaron esta participación conjunta.
Por lo tanto, la nueva generación tendrá un papel importante que desempeñar aquí, para empujar a los grupos de la Izquierda Comunista a polemizar entre sí y a unirse en los puntos cardinales que tienen en común, para presionar a los grupos de la Izquierda Comunista para que asuman su responsabilidad histórica.
3. Defender los principios del movimiento obrero y de la solidaridad proletaria. Los lectores atentos se habrán dado cuenta de que mencionamos en la introducción la participación en esta reunión de un representante del GIGC, el individuo Juan, sin decir nunca nada sobre su papel en los debates.
Ciertamente, en la superficie, a los ojos de los participantes, Juan tenía una actitud fraterna hacia la reunión, que participaba en el debate de manera clara y dinámica, que hacía muy buenas intervenciones permitiendo que la reflexión colectiva avanzara.
Es muy cierto que Juan era elocuente, que sus intervenciones eran incluso brillantes, que siempre mostraba una sonrisa y buen humor. En la primera parte del debate, defendió las mismas posiciones que la CCI sobre la trampa de las luchas de liberación nacional en el período de la decadencia y, por lo tanto, contra la invariancia del PCI. En la segunda parte, retomó las posiciones de la TCI para decir que se acerca la Tercera Guerra Mundial. Sobre todo, subrayó insistentemente su acuerdo con la lucha que la CCI está librando para que los grupos de la Izquierda Comunista produzcan un llamamiento común para defender el internacionalismo, afirmando que estaba dispuesto a firmarlo.
Pero las apariencias a menudo engañan. Por lo tanto, debemos recordar aquí algunos hechos para desenmascarar el nivel de hipocresía y maniobra de este individuo: Juan golpeó a uno de nuestros compañeros en la calle, obligándolo a ir al hospital debido a la hinchazón de su rostro. Uno de sus acólitos, en presencia de Juan, amenazó a otro militante de la CCI con cortarle la garganta (sabiendo que este caballero siempre traía una navaja en el bolsillo). Durante una fiesta de Lutte Ouvrière en la que interveníamos, Juan se echó a reír de un compañero al enterarse que éste acababa de morir de un infarto, regocijándose con su desgracia. ¡Hasta aquí la realidad de la fraternidad cuando faltan testigos!
Obviamente, el apoyo mostrado en esta reunión a las posiciones de la CCI adolece de la misma duplicidad. No hay más que leer los artículos del GIGC para darse cuenta de que la columna vertebral de este grupo es su odio hacia nuestra organización. En su texto fundacional, el GIGC lanzó “la Corriente Comunista Internacional se está desintegrando ante nuestros ojos en el plano teórico, político y organizativo, liquidando su prensa regular, abandonando sus reuniones públicas, después de haber abandonado la mayor parte de sus principios”. Sus boletines están salpicados de chismes contra la CCI. Por ejemplo, bajo su antiguo nombre de FICCI, decía en 2014 en un artículo titulado “Una nueva (¿última?) ¡Crisis interna en la CCI!”: “La CCI está experimentando una vez más – según documentos internos recientes – una nueva crisis interna (…). Las energías militantes derrochadas en la introspección psicológica y la autocrítica cubren decenas de páginas de boletines informativos, incluso cuando las secciones de esta organización reducen la frecuencia de sus publicaciones -si no las detienen sin más- o deciden no celebrar más reuniones públicas y asegurar la intervención en las calles y las luchas. Si no se tratara de un intento deliberado de destruir una organización que se ha convertido en una verdadera secta y que ataca a la Izquierda Comunista a todos los niveles, (…) No habríamos intervenido públicamente en este caso, que aún no ha sido revelado por la organización en crisis. ¡Pero aquí, hay una emergencia! (…) Para nosotros, está claro que existe una voluntad y una empresa consciente de destrucción de los militantes de la CCI, de su convicción comunista y de su compromiso comunista, que se ha iniciado, es cierto, desde hace ya veinte años. Ciertamente, con motivo de esta crisis, se está pasando a una etapa final”. Estamos a finales de 2024, diez años después de esta oración fúnebre un tanto prematura.[3]
Pero detengámonos unos instantes en algunas de las palabras: “De acuerdo con documentos internos recientes”; “No habríamos intervenido públicamente en este asunto que aún no ha sido revelado por la organización en crisis…” Aquí tocamos la esencia profunda del GIGC, la verdadera naturaleza de Juan, cuando se quita la máscara: ¡el soplón! Desde su nacimiento, este grupo (llámese GIGC o FICCI) no ha dejado de publicar en Internet información que afecta a la vida interna y a la seguridad de la CCI y de sus militantes: citas de boletines internos, denuncia de las iniciales reales de los militantes, revelación de quién escribe tal o cual artículo,[4] fechas de nuestras reuniones internas...[5]¡Todo se vale![6]
En cuanto a la declaración de Juan sobre su acuerdo con un conjunto de posiciones políticas de la CCI, es un señuelo destinado a engañar a los participantes en la reunión pública de la TCI, así lo demuestran los numerosos textos que ha escrito tergiversando nuestras posiciones para poder calumniarlas.[7]
En la reunión de la TCI, recordamos muy brevemente quién es realmente Juan y dijimos: “No discutimos con los soplones”. La reacción de Juan fue burlarse de nuestra acusación, añadiendo: “¡Sí, yo soy el soplón, el policía!”, lo que hizo reír al público. El arma de la burla es efectiva y astuta, desvía y distrae, pero también es la admisión de que Juan no puede contradecir nuestra acusación, porque sabe que todas las pruebas son accesibles, todos sus actos de soplón están en Internet.
A todos aquellos que consideran que el comportamiento proletario es una cuestión crucial, que los revolucionarios no pueden aceptar el robo, el chantaje, la mentira y la manipulación, las amenazas de muerte y a los soplones, les aconsejamos que no se dejen engañar por el sentido de la burla de Juan, ni por su adulación dirigida a la CCI en esta reunión. La realidad de sus políticas, de sus acciones, de su odio contra la CCI, de sus delaciones, las encontrarán ampliamente difundidas en su propio sitio. Los revolucionarios siempre han tratado de manera extremadamente seria e intransigente estos combates por principios, por la defensa de las organizaciones revolucionarias, empezando por Marx[8] contra Bakunin o Vogt.
Es por esto que lamentamos que otras organizaciones hayan guardado silencio sobre esta cuestión cuando Juan la ridiculizaba, así como lamentamos que la TCI siga aceptando en sus reuniones a un individuo portador de tales comportamientos tan destructivos. Esta tolerancia da la espalda a toda la tradición del movimiento obrero y mancilla a la Izquierda Comunista. Es también una violación de la solidaridad más elemental que los revolucionarios se deben a sí mismos.
¡Un momento positivo, marcado por profundas debilidades por superar!
Esta aceptación de la soplonería es una debilidad terrible, pero no debe borrar el aspecto positivo de este encuentro organizado por la TCI: ¡la confirmación de la aparición de una nueva generación en busca de posiciones revolucionarias y una necesaria confrontación de las posiciones de tres organizaciones de la Izquierda Comunista!
Corresponde a nuestras organizaciones estar a la altura de sus responsabilidades, de lo que debemos transmitir a la nueva generación, para el futuro de la revolución, fundamentalmente en el plano de los principios proletarios.
Terminaremos este balance como terminamos la reunión de la TCI: saludando a la TCI y a todos los participantes por celebrar este debate e invitando a la TCI, PCI y a todos los presentes a venir y participar en nuestras próximas reuniones públicas.
Pawel, 9 de diciembre de 2024
[1] En el momento de la publicación de este artículo, la TCI ha publicado en su sitio web su informe sobre la reunión: “Informe sobre la reunión pública del 23/11/24”. Invitamos a nuestros lectores a leerlo.
[2] Cf. “Después de la ruptura de la lucha de clases, la necesidad de la politización de las luchas” Revista Internacional Núm. 171 (2023).
[3] En su momento, respondimos con humor a este ataque en nuestro artículo: “Conferencia Internacional Extraordinaria de la CCI: ¡la 'noticia' de nuestra desaparición es muy exagerada!” Revista Internacional Núm. 153 (2014).
[4] “Este texto está escrito por CG, alias Peter, lo que se demuestra por el estilo y sobre todo por la referencia” Boletín FICCI No. 14.
[5] ¡Incluyendo las fechas de nuestras reuniones internas en México, un país donde nuestros camaradas están amenazados de muerte!
[6] Para obtener una lista no exhaustiva de las irregularidades cometidas regularmente por el GIGC, leer nuestro artículo: “Atacar a la CCI: la razón de ser del GIGC”, publicado en nuestro sitio web (2023).
[7] Cf. los siguientes artículos: “El parasitismo político no es un mito, el GIGC es una expresión peligrosa del mismo” y “El GIGC intenta desacreditar la plataforma de la CCI”.
[8] Al ver a Juan sonreír y ser fraterno, algunos pueden dudar de que exista tal duplicidad. Recordemos, pues, estas palabras de Marx y Engels cuando, en La Sagrada Familia, (Capítulo VIII) describen con precisión cómo suele presentarse un soplón: “De oficio, el Chourineur (asesino) era carnicero. (…) Rodolfo lo tomó bajo su protección. Sigamos la nueva educación del Chourineur, guiado por Rodolfo. (…) Para empezar, el Chourineur recibe lecciones de hipocresía, perfidia, traición y disimulo, (…) es decir, lo convierte en un soplón (…). Él le aconseja que mire (…). El Chourineur, jugando con la camaradería e inspirando confianza, lleva a su antiguo compañero a su perdición”.