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refugiados_europa_delega_el_trabajo_sucio_en_frontex_y_en_terceros_paises.pdf | 80.2 KB |
A finales de julio, refugiados esqueléticos, mujeres, niños y hombres muertos de sed, tambaleándose, fueron recogidos en la frontera de Libia por los guardacostas. Un poco más lejos, en el desierto del Sahara, se encontraron varios cadáveres. Entre ellos, una madre y su pequeña hija. ¡Imágenes insoportables! El padre, que ya las esperaba allí, desolado por la noticia de su desaparición, expresó con dolor que quería “un futuro para su hija”. Un acontecimiento terrible entre miles de otros, en un mundo capitalista sin perspectiva.
Explosión en el número de inmigrantes condenados a lo peor
Unas semanas antes, el 14 de julio, un enésimo barco improvisado que partía de Libia con 750 personas a bordo se hundió tras una respuesta fallida de la guardia costera griega por hacerlos regresar (“pushback”). Ante estos horrores, sólo ha habido un débil eco en los medios de comunicación. Por el contrario, apenas ocho días después, la desaparición de cinco turistas VIP durante una excursión submarina a los restos del Titanic provocó una intensa cobertura mediática. Este contraste dice mucho de la política de los Estados, que aprovechan una noticia dramática para hacer olvidar los cadáveres de los inmigrantes ahogados en el Mediterráneo.
La degradación de la situación global está empujando a migraciones cada vez más largas, complejas y peligrosas. Hoy en día hay una cifra récord de 110 millones de refugiados en el mundo, así como un aumento en el número de víctimas, particularmente en el Mediterráneo, donde la situación es una de las peores del mundo con ya más de 2,000 víctimas desde el principio del año 2023. Cuanto más aumenta el número de inmigrantes, menor es el acceso posible a los países occidentales. Una política inhumana que se está endureciendo mucho, prohibiendo de hecho cualquier derecho al exilio.
Ante la creciente barbarie, la inestabilidad y el caos en el mundo, los Estados ya no se limitan a presentarse como fortalezas inexpugnables, con kilómetros de alambrada de púas y muros levantados, se han equipado también con tecnologías de vigilancia y herramientas policiales destinadas a bloquear implacablemente el acceso a las fronteras. Las peores víctimas probablemente sean los inmigrantes de la región subsahariana y del Cuerno de África. Poblaciones, ya víctimas de la lógica capitalista con guerras, bandas criminales armadas, inseguridad, cambio climático con sequías y hambrunas, que se ven finalmente empujadas al éxodo.
La política criminal de las grandes potencias democráticas
Si el capitalismo en quiebra tiende a arrastrar a la humanidad a los escombros y a la pobreza absoluta, los efectos destructivos de la crisis que han marcado con más fuerza a los países de la periferia desde hace décadas afectan ahora con más fuerza a los países occidentales que rechazan drásticamente menos “bocas inútiles”. debido a la propaganda de guerra, solo los refugiados de Ucrania, y los inmigrantes más ricos y educados, que probablemente rescatarán a algunos sectores “en tensión” debido a las difíciles condiciones de trabajo y a los salarios de miseria, pueden esperar, después del acoso de grotescos procedimientos administrativos, un hipotético asilo a cambio de una explotación frenética. Pero para la mayoría de los “hambrientos”, la Unión Europea se ha convertido en un destino inaccesible e incluso mortal.
Al mismo tiempo, los países democráticos han reforzado, con una brutalidad increíble, todo su arsenal jurídico con fines disuasorios1, criminalizando aún más a los inmigrantes e incluso a las ONG que acuden en ayuda de los náufragos2.
Para liberarse del trabajo sucio y no ensuciarse demasiado las manos, los Estados de la Unión Europea han completado sobre todo su arsenal exteriorizando sus propias fronteras, dando un mandato a un tercer país, al borde del Mediterráneo, para garantizar la detención de inmigrantes, delegando el mantenimiento del orden en campos remotos, fuera del territorio europeo. Esto, a cambio de una compensación, de una gestión “offshore” [fuera de las fronteras] donde los malos tratos, la trata de personas y la tortura son legión, donde las condiciones de vida se acercan a menudo a las más sórdidas del mundo carcelario. Una política asumida íntegramente por la Unión Europea, en particular gracias a la financiación de la Agencia Frontex (Agencia Europea para la guardia de fronteras y costas), para permitir que los guardacostas de un tercer país lleven a cabo devoluciones, que son muy prácticas y, sin embargo, “ilegales” según las propias leyes occidentales.
Fieles a las instrucciones no reconocidas de la Unión Europea, las autoridades tunecinas, por ejemplo, como lo demuestran las tragedias del Sahara, no dudaron en abandonar deliberadamente a los refugiados en el desierto, sin agua ni alimentos, ¡con el objetivo de dejarlos morir! Una política monstruosa que, además del chantaje practicado por el tercer país del momento, utiliza a los inmigrantes como simples moneda de cambio. La complicidad de facto de la Unión Europea con estos Estados y sus métodos de hierro, debe impedir cualquier solicitud de asilo: o mantener fuera del circuito a los candidatos al exilio bloqueando las fronteras o condenarlos a la muerte en el Mediterráneo (o en el desierto) si se resignan a marcharse finalmente. ¡Y eso es exactamente lo que está pasando!
¡Los Estados burgueses, bajo su máscara democrática, son verdaderos asesinos! El hipócrita “derecho” de asilo es violado incluso por casos de niños martirizados en situaciones desesperadas, tanto como en casos de personas maltratadas o mutiladas. ¡Es suficiente para sentir náuseas! Especialmente cuando, como ocurre con el patrocinio de la Unión Europea, los inmigrantes son confinado contra su voluntad por los brutales guardias de los Estados turco, libio, egipcio, etc.
La forma indirecta de dejar morir a los inmigrantes, la multiplicación de naufragios y cadáveres atestigua no sólo la hipocresía y el cinismo de la Unión Europea, sino también y sobre todo sus prácticas criminales, su deseo de liquidar a sangre fría a los “indeseables”.
Xenofobia y división, dos armas de la burguesía
Para acompañar sus viles y repugnantes prácticas, la burguesía no se contenta con desplazar o eliminar a quienes no acepta en su suelo. Cultiva miedos, explota los peores reflejos xenófobos de la población, enfrenta a los trabajadores entre sí, a las poblaciones locales con los inmigrantes presentados como competidores peligrosos quienes vienen a “ocupar su lugar” y a “degradar sus condiciones de vida”.
Esto ya comienza en la ruta del éxodo y del paso a un tercer país: “Al calificar la migración subsahariana como un plan criminal para cambiar la composición del panorama demográfico en Túnez, el jefe de Estado tunecino ha convertido a cada migrante africano subsahariano en un presunto cómplice de este supuesto complot”.3 Estas políticas fomentan ataques, persecuciones y otras formas de violencia contra los inmigrantes, como ha ocurrido en numerosas ocasiones en la ciudad portuaria tunecina de Sfax, que rápidamente se convirtió en un auténtico calvario para los exiliados.
Para los inmigrantes que llegan milagrosamente a los países occidentales, el sufrimiento continúa en forma de exclusión, prejuicios racistas transmitidos por teorías de extrema derecha, explotadas de manera despreciable por el Estado, por un lado, pero también y sobre todo por una propaganda izquierdista “antirracista” para la “defensa de los derechos”, que enfrenta astutamente a trabajadores e inmigrantes entre sí, tratando de pudrir las conciencias en detrimento de un verdadero combate común de los trabajadores. La clase obrera debe rechazar absolutamente todos los prejuicios democráticos, así como debe rechazar firmemente “las trampas tendidas por la burguesía en torno a luchas parcelarias (para salvar el medio ambiente, contra la opresión racial, el feminismo, etc.) que la desvían de su propio terreno de clase.”4
El único apoyo real que los trabajadores pueden brindar a los inmigrantes perseguidos no es otro que la lucha contra la degradación de sus condiciones de vida y la creciente barbarie, para afirmar en última instancia el único proyecto histórico viable: la destrucción del capitalismo y la construcción de una sociedad sin explotación y sin fronteras.
WH, 1-septiembre-2023
1 En el Reino Unido, por ejemplo, que ya no es miembro de Frontex, la Ley de Inmigración Ilegal prohíbe a los inmigrantes ilegales solicitar asilo o cualquier otro tipo de protección en virtud de sus derechos fundamentales, independientemente de la gravedad de la situación en la que se encuentren. Es más, antes de ser rechazada por los tribunales, esta ley preveía su expulsión a otro país (como Ruanda), sin ningún atisbo de garantía de que pudieran obtener allí una protección mínima.
2 Italia, Grecia y Malta han iniciado investigaciones administrativas y penales contra ONG. Italia ya ha detenido e impuesto sanciones económicas a los buques de rescate que no han cumplido la nueva ley italiana.
3 Cfr. “Tunisie : dans la ville portuaire de Sfax, l’espoir blessé des migrants subsahariens” [Túnez: en la ciudad portuaria de Sfax, las esperanzas heridas de los emigrantes subsaharianos], Le Monde (29-junio-2023).
4 “Resolución sobre la situación internacional del 25º Congreso de la CCI”, Revista Internacional # 170 (2023).