Un comité que lleva a los participantes a un callejón sin salida

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El viernes 2 de diciembre se celebró en París la primera reunión en Francia del comité No war but the class war (NWBCW)1.

La existencia de estos comités no es nueva, tiene más de 30 años. La idea de crear grupos NWBCW surgió por primera vez en el medio anarquista en Inglaterra en respuesta a la primera Guerra del Golfo de 1991. Fue una reacción de rechazo a participar en las movilizaciones de "Stop the war" organizadas por la izquierda del capital, cuya función esencial era desviar el rechazo a la guerra hacia el callejón sin salida del pacifismo. De hecho, el lema No war but the class war hace referencia a una frase pronunciada en el primer episodio de la serie de Ken Loach de 1975 «Days of Hope»2 por un soldado socialista que desertaba del ejército británico en la Primera Guerra Mundial: «No soy pacifista. Lucharé en una guerra, pero lucharé en la única guerra que importa, que es la guerra de clases, que llegará cuando todo esto termine».

A continuación se formaron nuevos grupos de NWBCW ante la guerra en la antigua Yugoslavia en 1993, en Kosovo en 1999 y después cuando las invasiones de Afganistán e Irak en 2001 y 2003.

Siempre que fue posible intervenimos en estos comités, que reagrupaban un medio extremadamente heterogéneo, desde izquierdistas burgueses hasta internacionalistas.

Otro grupo de la Izquierda comunista, la Communist Workers Organisation (CWO), que ahora es la organización en Gran Bretaña de la Tendencia Comunista Internacional (TCI), también intervino en NWBCW a partir de 2001. Inmediatamente la CWO fue más allá, participando activamente en la creación de nuevos grupos, como por ejemplo en Sheffield: «Estamos asistiendo a una importante reanudación de las huelgas, que incluyen a bomberos, ferroviarios y a acciones al margen de los sindicatos en el transporte y los hospitales de Strathclyde. “No war but the class war” nos da la oportunidad de trabajar en todo el país con fuerzas que ven un vínculo entre ambas y quieren vincular la lucha de clases con la resistencia a la guerra imperialista»3.

En cuanto a la CCI, en 2002 escribimos: «nunca pensamos que NWBCW fuera un presagio de la reanudación de la lucha de clases o un movimiento político de clase con una clara identidad al que deberíamos 'integrarnos'. Como mucho, puede ser un punto de referencia para una pequeña minoría que cuestione el militarismo capitalista y las mentiras pacifistas e ideológicas que lo acompañan. Y por eso hemos defendido las posiciones de clase en su seno (aunque limitadas) frente a los ataques reaccionarios de los izquierdistas del tipo Workers Power (en World revolution nº 250) y hemos insistido desde el principio en la importancia de estos grupos como foro de debate, y advertido contra las tendencias a la "acción directa" y al alineamiento de estos grupos con las organizaciones revolucionarias»4. 

Por lo tanto, los objetivos de la intervención de la CCI en estos grupos eran los siguientes:

- Clarificar los principios del internacionalismo proletario y la necesidad de una clara decantación frente a la izquierda del capital y el pacifismo ;

- y centrarse en el debate político y la clarificación frente a las tendencias al activismo que, en la práctica, significaban disolverse en manifestaciones pacifistas de "Stop the War".

Veinte años después, ante el estallido de la guerra en Ucrania, estos grupos de NWBCW han resurgido, primero en Glasgow, luego en varias ciudades del Reino Unido y también en otros lugares del mundo. A menudo iniciados por organizaciones anarquistas, también algunos grupos NWBCW han sido promovidos, a veces directamente, por la TCI.

Un Debilitamiento de la defensa del internacionalismo

Así que a principios de diciembre fuimos a la reunión del NWBCW. El comité había lanzado un llamamiento auténticamente internacionalista: «Contra la guerra imperialista, ¿qué pueden hacer los revolucionarios? La guerra de Ucrania ha trastocado la situación política mundial al poner cara a cara a Rusia, por un lado, y la OTAN y Estados Unidos, por otro. [...] Como en las dos Guerras Mundiales anteriores, los revolucionarios internacionalistas afirman que hay que oponerse a la guerra imperialista y no ir a sus frentes, sea cual sea el grito de guerra. En la guerra y el nacionalismo, la clase obrera tiene todo que perder y nada que ganar. La única opción real que tiene ante sí es transformar la guerra imperialista en una guerra de clases, construyendo una alternativa basada únicamente en sus propios intereses inmediatos y a más largo plazo. Esta alternativa implica, desde ahora, el rechazo de la economía de guerra y de todos los sacrificios que tendríamos que hacer por ella». Sobre esta base animamos a todos nuestros contactos a venir y participar en esta reunión.

Como preámbulo al debate, el presidium anunció la división del debate en dos partes: primero el análisis de la situación imperialista y después los medios de acción del Comité.

La primera introducción realizada por el presidium para lanzar la discusión, mantuvo claramente este rumbo de internacionalismo sin ambigüedades. También describió la realidad de la barbarie imperialista actual. Y defendió un análisis, que no compartimos, sobre la perspectiva de la generalización de la guerra, de un proceso en curso hacia el enfrentamiento de bloques en una guerra mundial.

Toda la primera parte del debate fue bastante caótica. Algunos participantes se negaron rotundamente a debatir sobre la situación imperialista, rechazaron cualquier esfuerzo de análisis por considerarlo una pérdida de tiempo y pidieron que se actuara "aquí y ahora". Se burlaron de cualquier intervención considerada "teórica", se rieron de la edad de los ponentes, estallaron en carcajadas ante la mención de referencias históricas del siglo pasado, cortaron la palabra e intervinieron avasallando a los demás. El presidium tuvo que apelar repetidamente al respeto del debate, sin éxito. Unos cuantos de estos elementos abandonaron la sala durante el debate.

Más allá de la anécdota, este ambiente y las palabras pronunciadas en contra de la "teoría" y a favor de la "acción inmediata", dicen mucho sobre la composición de la reunión, sobre quién respondió a la llamada del comité y por qué. El texto de la convocatoria terminaba así: «¡Debatamos juntos la situación, reflexionemos sobre las acciones a emprender para intervenir en común! Todas las iniciativas internacionalistas son buenas para considerarlas y popularizarlas». Como buenas iniciativas a tomar, tuvimos entonces la propuesta de atentar contra la democracia (¿cómo? Misterio...), de manifestarse frente a la embajada rusa, de apoyar económicamente a los que resisten en Ucrania, acoger a desertores rusos...

Por eso, en nuestra primera intervención, nos tomamos a pecho defender que :

- la guerra en Ucrania es de naturaleza totalmente imperialista. La clase obrera no debe apoyar a ningún bando en esta carnicería de la que es la principal víctima;

- el actual período de guerras imperialistas del capitalismo, materializado por la guerra en Ucrania, nos acerca a la extinción de la humanidad;

- sólo la superación del capitalismo puede acabar con las guerras imperialistas;

- Por eso es peligroso caer en el activismo, es ilusorio creer que la situación puede cambiar por la acción espectacular de un puñado de individuos;

- Por consiguiente, sólo la acción consciente y organizada de las masas trabajadoras puede poner fin a la barbarie capitalista. Se trata, pues, de que los revolucionarios participen en este largo proceso, contribuyendo al desarrollo de la conciencia de clase, sabiendo extraer las lecciones de la historia.

Sin duda, esta defensa a ultranza del internacionalismo y del papel de los revolucionarios no habrá sido suficiente. Al contrario, lo que se desprendió sobre todo de esta primera parte del debate fue la confusión, el debilitamiento de la defensa del internacionalismo. Porque al activismo, al llamamiento a la resistencia, se añadió una intervención a favor de la posibilidad de la lucha obrera por la independencia ucraniana. El representante del grupo trotskista "Materia y Revolución" defendió esta tesis clásica de la extrema izquierda. Lejos de provocar una reacción firme del presidium, no hubo ni siquiera un comentario. Fue necesaria la intervención de un participante de la sala para denunciar esta posición nacionalista y preguntar por qué el comité había invitado directamente a este grupo trotskista. En respuesta, uno de los miembros del presidium, el militante de la TCI responsable de la invitación, puso mala cara y afirmó que no, que "Matière et Révolution" no era estrictamente trotskista. Esto llevó al activista a gritar: «¡Ah, sí, claro que soy trotskista!»Una situación de lo más cómica.

Hay que recordar que el llamamiento de la TCI en el origen de la aparición de estos nuevos comités del NWBCW, afirma en su punto 11 que esta «iniciativa internacional [... ofrece una brújula política para los revolucionarios de diferentes orígenes que rechazan todas las políticas socialdemócratas, trotskistas y estalinistas que consisten, bien en alinearse directamente con uno u otro bando imperialista, o bien en decidir que uno u otro es un "mal menor" que hay que apoyar, o respaldar el pacifismo que rechaza la necesidad de transformar la guerra imperialista en guerra de clases, confundiendo y desarmando así a la clase obrera para que no emprenda su propia lucha».

No podríamos haberlo dicho mejor con respecto a esta famosa "iniciativa internacional". Efectivamente ¡"confunde y desarma a la clase obrera"!

Una cáscara vacía

En nuestra primera intervención, también empezamos a exponer nuestro principal desacuerdo con la iniciativa NWBCW. Como en 1991, 1993, 1999, 2001, 2003..., existe la ilusión de que, frente a la guerra, puede nacer, e incluso está naciendo, una reacción masiva de la clase obrera, reacción de la que estos comités serían de alguna manera la expresión o las primicias. En apoyo de esta tesis, se destaca cada una de las huelgas actuales. Pero esto es ponerlo todo patas arriba.
A principios de los años 90 y 2000, la combatividad de la clase obrera era débil. Sin embargo hubo una verdadera reflexión frente a la barbarie imperialista en la que estaban directamente comprometidas las grandes potencias democráticas. Por eso, las fracciones de la izquierda del capital habían contraatacado organizando grandes manifestaciones pacifistas por toda Europa y Estados Unidos. Al oponerse a esta trampa, a este callejón sin salida encarnado en la consigna "¡Stop the war!", los comités NWBCW, más allá de todas sus confusiones, representaban al menos cierto movimiento de elementos que buscaban una alternativa internacionalista al izquierdismo y al pacifismo. Era este esfuerzo el que la CCI trataba de llevar lo más lejos posible interviniendo en estos comités, cuando la TCI se hacía ilusiones sobre el potencial de la clase y de los comités, y creía poder extender su influencia sobre el proletariado a través de estos grupos.
Hoy, la cólera social aumenta, la combatividad de la clase crece. Las huelgas que no han parado desde junio de 2022 en el Reino Unido son la expresión más clara de la dinámica actual de nuestra clase a escala internacional. Pero la fuerza motriz de estas luchas no es la reacción de los trabajadores a la guerra. Lo que provoca estas huelgas es la crisis económica, el deterioro de las condiciones de vida, la subida de los precios y los salarios de miseria. Es innegable que, a través de estas luchas, la clase obrera rechaza, de hecho, los sacrificios que la burguesía impone en nombre del "apoyo a Ucrania y a su pueblo"; y este rechazo demuestra que nuestra clase no está alistada, que precisamente no está dispuesta a aceptar la marcha generalizada hacia la guerra; pero aún no establece conscientemente todos estos vínculos.
Concretamente, ¿qué implica la realidad de esta dinámica? Para comprenderlo, basta con ver lo que ocurrió en París durante esta primera reunión de la NWBCW.
Este grupo, de "comité" solo tiene el nombre. En realidad, fue la TCI quien creó este grupo, apoyada por un grupo parásito llamado GIGC. En la sala había casi exclusivamente representantes de grupos políticos y algunas personas politizadas que gravitan en torno a estos dos grupos. La CNT-AIT de París, Robin Goodfellow, Matière et révolution, la Asap, y algunos individuos, unos procedentes del movimiento autónomo, otros de la CGT o del sindicalismo revolucionario. Así pues, sin ningún orden en particular, militantes trotskistas, anarquistas, autonomistas, estalinistas y de la izquierda comunista... El propio GIGC escribe: «En cuanto se lanzó el llamamiento de la TCI, sus miembros en Francia y nosotros constituimos un comité cuyas primeras intervenciones tuvieron lugar, por medio de octavillas, durante las manifestaciones del pasado mes de junio en París y en algunas ciudades de provincia»5. Se trata, pues, de una creación totalmente artificial, realmente fuera de la realidad. Un comité es algo totalmente distinto.

En 1989, escribíamos: «El período que vivimos hoy ve surgir, aquí y allá, en el seno de la clase obrera, comités de lucha. Este fenómeno comenzó a desarrollarse en Francia a principios de 1988 (tras la gran lucha en la SNCF). Desde entonces, se han formado varios comités que reúnen a trabajadores combativos en diferentes sectores (PTT, EDF, Educación, Sanidad, Seguridad Social, etc.) e incluso, y cada vez más, de forma intersectorial.
Signo del desarrollo general de la lucha de clases y de la maduración de la conciencia que engendra, estos comités corresponden a una necesidad (sentida cada vez más ampliamente entre los trabajadores) de reagruparse para reflexionar (sacar lecciones de las luchas obreras pasadas) y actuar (participar en cualquier lucha que surja) juntos, en su propio terreno de clase, fuera del marco impuesto por la burguesía (partidos de izquierda, grupos de izquierda y sobre todo los sindicatos).

Es un comité de este tipo (el "Comité para la extensión de las luchas" que reúne a trabajadores de diferentes sctores de la función pública y en el que interviene regularmente la CCI) el que intervino en varias ocasiones en el movimiento de luchas del otoño de 1988».
En ese momento había vida y experiencia concreta de la clase. Evidentemente, una organización revolucionaria debe fomentar la creación de estos comités, implicarse en ellos, empujar en su seno para desarrollar la organización y la conciencia de clase, pero no puede crearlos artificialmente, sin ningún vínculo con la realidad de la dinámica de clase.
Hoy en día, hay que vigilar la situación social. La cuestión de la guerra no es el punto de partida, la base sobre la que la clase obrera se moviliza, ni se reúne en comités de lucha; pero es bastante concebible que madure la posibilidad de la formación de círculos de discusión o comités de lucha, dado el desarrollo en curso de la combatividad de la clase obrera frente al agravamiento de la crisis económica y su ristra de ataques a las condiciones de vida. Y entonces, establecer el vínculo con la guerra, defender el internacionalismo, será responsabilidad de los revolucionarios.

Además, esto es lo que ya están haciendo todos los grupos de la Izquierda Comunista a través de la distribución de su prensa y sus posibles panfletos. Esta voz llegaría más lejos, tendría un significado histórico mucho más profundo, si todos estos grupos formaran un coro, llevando juntos un único llamamiento internacionalista.

Mientras que el Instituto Onorato Damen, Internationalist Voice y la CCI supieron ver que, más allá de sus desacuerdos, eran portadores de una misma herencia internacionalista que defender y difundir, la TCI, Rechazando tal enfoque en el seno de la Izquierda comunista, prefiere en cambio crear con la oficina parasitaria del GIGC, cascarones vacíos en Toronto, Montreal, París... llamándolos "comités". Prefiere reagruparse con grupos trotskistas, autónomos, anarquistas que defienden la resistencia y pretender que se trata de una ampliación de la base internacionalista en la clase.

El mismo error repetido una y otra vez desde 1991. Marx escribió que la historia se repite, "la primera vez como tragedia, la segunda como farsa". Además, en la sala, un participante preguntó tres veces cuál era la valoración del comité sobre la experiencia del NWBCW desde 1991. La respuesta del miembro del Presidium del TCI fue muy reveladora: «No hay necesidad de tal revisión. Es como las huelgas, que pueden fracasar y eso no debe impedir que se repitan». Evidentemente, los revolucionarios, como toda la clase, deben hacer exactamente lo contrario: debatir siempre para aprender de los fracasos del pasado. «La autocrítica, una autocrítica despiadada, cruel, que va al fondo de las cosas, es el aire y la luz sin los cuales el movimiento proletario no puede vivir» decía Rosa Luxemburg en 19156. Sacar las lecciones de los fracasos de la NWBCW permitiría a la TCI empezar a enfrentarse a sus errores.
Esto es lo que nuestra segunda intervención quiso subrayar y que un participante en la sala malinterpretó, viendo en ello una forma de sectarismo, cuando se trataba de demostrar que la ausencia de principios en este agrupamiento, que de comité no tiene más que el nombre, no sólo empañaba la bandera internacionalista de la izquierda comunista, sino que sembraba la confusión.

Una estratagema para extender su influencia que conduce al desastre

Durante esta reunión, el miembro del presidium de la TCI repitió varias veces, para justificar este llamamiento al reagrupamiento sin ningún principio ni fundamento real, que las fuerzas de la izquierda comunista estaban aisladas, reduciéndose, según él, a "cuatro gatos". Por consiguiente, estos comités permitían no estar solo y poder tener influencia en la clase.

Más allá de que se trata de una confesión del más puro oportunismo, "sí, me alío con quien sea y como sea para extender mi influencia", más allá de que esta "influencia" es ilusoria, estas palabras revelan sobre todo la verdadera motivación de la creación de estos comités por parte de la TCI: utilizarlos como instrumento, como "intermediario" entre ella misma y la clase. Este ya era el caso en 2001, cuando se unió a los comités del NWBCW en Gran Bretaña. Ya en diciembre de 2001, escribimos un artículo titulado "En defensa de los grupos de discusión"7, para oponernos a la idea desarrollada por el Partito comunista internazionalista (hoy grupo italiano de la TCI), y retomada más tarde por la CWO, de "grupos de fábrica", definidos como "instrumentos del partido" para implantarse en la clase e incluso para "organizar" sus luchas8. Pensamos que se trata de una regresión hacia la noción de células de fábrica como base de la organización política, defendida por la Internacional Comunista en la fase de la "bolchevización" en los años 20, y a la que se opuso firmemente la Izquierda Comunista de Italia. La reciente transformación de esta idea de grupos fabriles en un llamamiento a la constitución de grupos territoriales, y luego de grupos antibelicistas, cambió la forma, pero no realmente el contenido. La idea de la CWO de que NWBCW podría convertirse en un centro organizado de resistencia de clase contra la guerra contiene una cierta incomprensión de cómo se desarrolla la conciencia de clase en el periodo de decadencia capitalista.

Por supuesto, junto a la organización política propiamente dicha, hay una tendencia a la aparición de grupos más informales, que se forman tanto en las luchas en los lugares de trabajo como en oposición a la guerra capitalista, pero tales grupos, que no pertenecen a la organización política comunista, siguen siendo expresiones de una minoría que busca clarificarse y difundir esta clarificación en la clase, y no pueden sustituir o pretender ser los organizadores de movimientos más amplios de la clase, punto sobre el cual, en nuestra opinión, la TCI sigue siendo ambigua.

Sin embargo, la práctica actual de la TCI de crear artificialmente estos comités tiene consecuencias catastróficas. Crea confusión sobre el internacionalismo defendido por la Izquierda Comunista, difumina las fronteras de clase entre los grupos de la Izquierda Comunista y la izquierda del capital y, quizás lo más importante, desvía el pensamiento y la energía de las minorías en búsqueda hacia un callejón sin salida activista.

Todas estas aventuras que acumula la TCI, década tras década, han conducido siempre a la catástrofe de desalentar o desperdiciar el esfuerzo, actualmente inmensamente difícil y valioso, del proletariado por segregar minorías en busca de posiciones de clase.

Por lo tanto, llamamos una vez más públicamente a la TCI a trabajar con todos los demás grupos de la izquierda comunista para levantar juntos la bandera proletaria, defender y mantener viva la tradición de la izquierda comunista.

CCI, 11 de enero de 2023

1 No a ninguna guerra que no sea la guerra de clases

2 «Días de esperanza»

3 «Communism Against the War Drive», disponible en la web de la TCI.

4 «La intervención de los revolucionarios y la guerra en Irak» en World revolution  n° 264

5 “Reunión Pública en París del Comité Ninguna guerra menos la guerra de clase”, disponible en el sitio web del GIGC

6 Folleto de Junius 1915

7 World Revolution n.º 250

8 El informe de laTCI de la actividad del comité que ha creado (otra vez con el GIGC) en Montreal es edificante sobre este sujeto

Rubric: 

Comité No war but the class war (NWBCW), París