Los años 20 del Siglo XXI: La aceleración de la descomposición capitalista plantea abiertamente la cuestión de la destrucción de la humanidad

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La guerra en Ucrania no es ni mucho menos una tormenta de verano. Las ruinas que provoca ocurren en un tiempo en que se multiplican los fenómenos catastróficos: alteraciones climáticas, degradación del medio ambiente, agravamiento acelerado de la crisis económica, convulsiones políticas que afectan incluso al país más antiguo del capitalismo (Reino Unido), retorno de terribles hambrunas a gran escala, migraciones masivas de poblaciones que huyen de zonas de guerra, masacres, persecuciones, miseria... Esta combinación de fenómenos, su interdependencia e interacción, han inducido a la Corriente Comunista Internacional a adoptar el documento que publicamos aquí, que intenta integrarlos en un marco histórico más amplio teniendo en cuenta el acontecimiento igualmente tan importante como ha sido el surgimiento de un movimiento huelguístico a gran escala que ha agitado el Reino Unido, provocado por un profundo descontento: ha sido el "verano de la ira".

1. Los años veinte del siglo XXI se perfilan como uno de los periodos más convulsos de la historia, ya están acumulando desastres y sufrimientos indecibles. Comenzó con la pandemia de Covid-19 (que aún continúa) y una guerra en el corazón de Europa, que ya dura desde hace más de 9 meses y cuyo desenlace nadie puede predecir. El capitalismo ha entrado en una fase de graves disturbios en todos los frentes. Detrás de esa acumulación y entrelazamiento de convulsiones planea la amenaza de destrucción de la humanidad. Como ya hemos señalado en nuestras Tesis sobre la descomposición1, el capitalismo “es la primera [sociedad] en poner en peligro la supervivencia misma de la humanidad, la primera que puede acabar destruyendo la especie humana”(tesis 1).

2. La decadencia del capitalismo no es un proceso homogéneo y regular: al contrario, tiene una historia con diferentes fases. La fase de descomposición ha sido identificada en nuestras Tesis como “expresión de la entrada del capitalismo decadente en una fase específica - y última - de su historia, aquélla en la que la descomposición social se convierte en un factor, incluso en el factor, decisivo de la evolución de la sociedad” (tesis 2). Es evidente que, si el proletariado no fuera capaz de derrocar al capitalismo, asistiríamos a una terrible agonía que conduciría a la destrucción de la humanidad.

3. Con la irrupción relámpago de la pandemia de Covid, hemos puesto de relieve la existencia de cuatro características de la fase de descomposición:

- La creciente gravedad de sus efectos. La pandemia ha causado entre 15 y 20 millones de muertos, la paralización general de la economía durante más de un año, el colapso de los sistemas nacionales de salud, la incapacidad de los Estados de coordinarse internacionalmente para combatir el virus y producir vacunas, al contrario, cada Estado ha seguido una política de "sálvese quien pueda". Tal situación refleja no sólo la imposibilidad del sistema de escapar a sus propias leyes dictadas por la competencia, sino también la agudización de las rivalidades resultantes de la incuria, la aberración y el caos de la gestión burguesa, incluso en el propio núcleo de los países más poderosos o desarrollados del planeta.

- la irrupción de los efectos de la descomposición en lo económico. Esta tendencia, ya señalada en el XXIII Congreso de la CCI, se ha confirmado plenamente, con una “novedad”, puesto que desde los años 80 la burguesía de los países centrales había logrado proteger la economía de los principales efectos de la descomposición2.

- Interacción creciente de sus efectos, lo cual agrava las contradicciones del capitalismo hasta cotas sin precedentes. De hecho, en los treinta años anteriores, la burguesía había logrado más o menos (sobre todo en los países centrales) aislar o limitar los efectos de la descomposición, impidiendo en general que interactuaran. Lo que ha quedado claro en los dos últimos años es que interactúan y se imbrican: la barbarie bélica, una descomunal crisis ecológica, el caos en el aparato político de un buen número de importantes burguesías, la pandemia actual y el riesgo creciente de nuevas crisis sanitarias, las hambrunas, el gigantesco éxodo de millones de personas, la difusión de las ideologías más retrógradas e irracionales, etc, todo ello en medio de un virulento agravamiento de la crisis económica que debilita aún más a sectores enteros de la población, en particular a los proletarios expuestos a un empobrecimiento creciente y a un deterioro acelerado de sus condiciones de vida (desempleo, precariedad, dificultad para encontrar alimentos, vivienda, etc.).

- Presencia creciente de sus efectos en los países centrales. Si durante los últimos treinta años los países centrales han estado relativamente protegidos de los efectos de la descomposición, hoy son golpeados duramente y, peor aún, tienden a convertirse en sus mayores propagadores, como en Estados Unidos, donde a principios de 2021 asistimos al intento de asalto del Capitolio por los partidarios del populista Trump como si se tratara de una vulgar república bananera.


 

4 El año 2022 está siendo una descarnada ilustración de esas cuatro características con:

- El estallido de la guerra en Ucrania.

- La aparición de oleadas sin precedentes de refugiados.

- La continuación de la pandemia con los sistemas sanitarios al borde del colapso3.

- Una creciente pérdida de control de la burguesía sobre su aparato político, una de cuyas expresiones más aparatosas ha sido la crisis en Reino Unido.

- Una crisis agrícola que acarrea escasez de numerosos productos alimenticios en un contexto de sobreproducción generalizada, fenómeno relativamente nuevo en más de un siglo de decadencia: “A corto plazo, el cambio climático ataca los pilares de la seguridad alimentaria. El aumento de las temperaturas y la extrema variabilidad climática amenazan con poner en peligro las cosechas; de hecho, en 2020, los tiempos de crecimiento de los cultivos se acortaron en 9,3 días para el maíz, 1,7 días para el arroz y 6 días para el trigo en invierno y primavera, en comparación con el periodo comprendido entre 1981 y 2004"4.

- Hambrunas espantosas que azotan cada vez a más países5.

La agregación e interacción de fenómenos destructivos produce un "efecto torbellino" que concentra, cataliza y multiplica cada uno de sus efectos parciales, provocando una devastación aún más destructiva. Algunos científicos lo ven más o menos claro, como Marine Romanello, del University College de Londres: "Nuestro informe de este año revela que nos encontramos en un momento crítico. Vemos cómo el cambio climático está afectando gravemente a la salud en todo el mundo, mientras que la continua dependencia mundial de los combustibles fósiles está agudizando ese daño a la salud en medio de una multiplicidad de crisis mundiales”. Ese "efecto torbellino" es un cambio cualitativo cuyas consecuencias serán cada vez más evidentes en el periodo venidero.

En este contexto, es necesario subrayar el papel motor de la guerra como acción intencionada y planificada de los Estados capitalistas, convirtiéndose en el factor más poderoso y grave de caos y destrucción. De hecho, la guerra en Ucrania ha tenido un efecto multiplicador de los factores de barbarie y destrucción, que implican:

- Un riesgo permanente de bombardeo de centrales nucleares, como puede verse en torno a la central de Zaporiyia

- El peligro de uso de armas químicas y nucleares.

- La violenta escalada del militarismo con sus consecuencias para el medio ambiente y el clima.

- El impacto directo de la guerra en la crisis energética y alimentaria.

En este contexto, hay que entender en toda su gravedad la expansión de la crisis medioambiental, que está alcanzando niveles nunca vistos:

- Una ola de calor estival, la peor desde 1961, con la perspectiva de que este tipo de olas de calor se hagan permanentes.

- Una sequía sin precedentes, la peor en 500 años según los expertos, que afecta incluso a ríos caudalosos como el Támesis, el Rin o el Po.

- Incendios devastadores, también los peores en décadas.

- Inundaciones incontrolables como las de Pakistán, que han afectado a un tercio de la superficie del país (así como en Tailandia).

- Riesgo de desmoronamiento de los casquetes polares al derretirse los glaciares en una zona del tamaño del Reino Unido, con consecuencias catastróficas.

Otro factor vinculado a la crisis medioambiental y que la agrava es el estado ruinoso de las centrales nucleares6 en un contexto de la crisis energética (derivada de la crisis económica), pero también como consecuencia de la guerra en Ucrania. Es evidente que existe el riesgo de que se produzcan catástrofes sin precedentes, además de lo que pueda suceder si bombardean las centrales nucleares ucranianas.

No somos los únicos en ver la gravedad de la situación, e incluso una personalidad en nada sospechosa de hostilidad hacia el capitalismo, proclama que "la crisis climática nos está matando, lo cual acabaría no sólo con el problema de la salud de nuestro planeta, sino también con el de la salud de toda su población por contaminación atmosférica..." (así dijo Antonio Guterres, secretario general de la ONU en un mensaje a la Asamblea General en septiembre de 2022).

5. El telón de fondo de tal degradación es el empeoramiento de la crisis económica que se viene desarrollando desde 2019, agudizada primero por la pandemia y luego por la guerra. Esta crisis se perfila como más larga y profunda que la de 1929. Primero, porque la irrupción de los efectos de la descomposición en la economía tiende a desordenar el funcionamiento de la producción, provocando constantes atascos y bloqueos en una situación de desempleo creciente, combinada, paradójicamente, con situaciones de escasez de mano de obra. Sobre todo, se expresa en una inflación a rienda suelta, que los diversos planes de rescate sucesivos, montados a toda prisa por los Estados ante la pandemia y la guerra, no han hecho sino alimentar mediante un endeudamiento precipitado. Los bancos centrales aumentan los tipos de interés en un intento de frenar la inflación. Con eso corren el riesgo de precipitar una recesión muy violenta, estrangulando tanto a los Estados como a las empresas. Un tsunami de miseria, una pauperización brutal del proletariado en los países centrales está ya en marcha.

6. Resultado: países importantes se encuentran en una situación cada vez más peligrosa, cuyas repercusiones podrán ser graves para el mundo entero:

- En Rusia se van a producir con toda seguridad grandes convulsiones. Es poco probable que una simple destitución de Putin pueda producirse sin enfrentamientos sangrientos entre facciones rivales. Hasta podría haber separaciones de partes de Rusia, el Estado más grande y uno de los más fuertemente armados del mundo, lo cual tendría consecuencias imprevisibles para el mundo entero.

- China está cada vez más afectada por los repetidos golpes de la pandemia (y posiblemente de otras venideras), el debilitamiento de la economía, las repetidas catástrofes medioambientales y la enorme presión imperialista de Estados Unidos. El esfuerzo económico y estratégico realizado en pro de las "Nuevas Rutas de la Seda" no podrá sino agravar aún más la difícil situación del capitalismo chino. Como señala la Resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso de la CCI: "China es una bomba de relojería [...]. El control totalitario sobre todo el cuerpo social, el endurecimiento represivo de la facción estalinista de Xi Jinping no es una expresión de fuerza sino una manifestación de la debilidad del Estado, cuya cohesión está en peligro por la existencia de fuerzas centrífugas en la sociedad y de importantes luchas de camarillas en el seno de la clase dominante".

- El propio EE. UU. es presa de conflictos en el seno de la burguesía, los más graves desde la Segunda Guerra Mundial, “la profundidad de las divisiones en el seno de la clase dominante estadounidense quedó al descubierto con las disputadas elecciones de noviembre de 2020 y, sobre todo, con el asalto al Capitolio por parte de los partidarios de Trump el 6 de enero de 2021, jaleados por Trump y su entorno. Ese acontecimiento demuestra que las divisiones internas de Estados Unidos atraviesan a toda la sociedad. Aunque Trump fue desalojado de la presidencia, el trumpismo sigue siendo una fuerza poderosa y fuertemente armada, que se expresa tanto en las calles como en las urnas.”7 Esto se ha confirmado recientemente con las elecciones de mitad de mandato de Biden. Las divisiones entre cada una de las bandas rivales (demócratas y republicanos) nunca han sido tan profundas y exacerbadas, pero también las desavenencias dentro de cada uno de los dos bandos, y eso cuando el peso del populismo y de las ideologías más retrógradas, marcadas por el rechazo al pensamiento racional, coherente y construido, lejos de reducirse con los intentos de frenar una nueva candidatura de Trump, no han hecho sino arraigarse de forma cada vez más profunda y duradera en la sociedad estadounidense, al igual que en el resto del mundo. Eso revela el grado de descomposición de las relaciones sociales.

7 - El deterioro de la situación mundial hasta un nivel sin precedentes se ve agravado por dos factores muy importantes relacionados con el insuficiente control por parte de los Estados capitalistas, especialmente los más poderosos, del conjunto de las relaciones sociales:

- Como constatamos con la crisis del Covid-19 e incluso antes (en nuestro 23º Congreso), la capacidad de cooperación entre los grandes estados para retrasar y atenuar el impacto de la crisis económica y limitar o evacuar los efectos de la descomposición hacia los países más débiles, se ha debilitado considerablemente y la tendencia no es al "retorno" de las políticas de "cooperación internacional", es más bien lo contrario. Tal dificultad sólo puede agravar el caos mundial.

- Por otra parte, en el seno de las principales burguesías del mundo, no se detecta razonablemente la aparición de políticas que puedan detener, siquiera parcial o temporalmente, una erosión tan destructiva y rápida. Sin subestimar la capacidad de respuesta de la burguesía, no se ve, al menos por el momento, la aplicación de políticas similares a las de los años ochenta y noventa que mitigaron y retrasaron los peores efectos de la crisis y la descomposición.

8. Esta evolución, aunque pueda sorprendernos por su rapidez y amplitud, fue prevista en gran medida por la actualización de nuestro análisis de la descomposición en el 22 Congreso8. Por un lado, el informe reconocía claramente el auge del populismo en los países centrales como una manifestación importante de la pérdida de control de la burguesía sobre su aparato político. Asimismo, mencionábamos otra manifestación: la irrupción de oleadas de refugiados y el éxodo de personas hacia los centros del capitalismo y destacábamos, en particular, el desastre medioambiental y su magnitud.

Al mismo tiempo, el informe identificaba problemas que hoy no ocupan el primer plano de los medios de comunicación, pero que no han dejado de agravarse: el terrorismo, el problema de la vivienda en los países centrales, el hambre y, sobre todo, “la destrucción de las relaciones humanas, de los lazos familiares y afectivos, que no han hecho más que agravarse, como lo demuestra el consumo de antidepresivos, la explosión del sufrimiento psicológico en el trabajo, así como la aparición de auténticas hecatombes, como la ocurrida en Francia durante el verano de 2003, cuando murieron 15.000 ancianos más durante la canícula”. Cabe señalar que la pandemia ha endurecido considerablemente esa tendencia hasta el límite y que los suicidios y las enfermedades psicológicas durante este periodo se han considerado como “una segunda pandemia”.

9. La perspectiva que planteamos se inscribe en el marco de análisis expuesto en las Tesis sobre la descomposición hace ya treinta años:

- “En una situación así, en la que las dos clases fundamentales - y antagónicas - de la sociedad se enfrentan sin lograr imponer su propia respuesta decisiva, la historia sigue, sin embargo, su curso. En el capitalismo, todavía menos que en los demás modos de producción que lo precedieron, la vida social no puede "estancarse" ni quedar "congelada". (tesis 4). Durante treinta años, la gangrena de la decadencia no ha cesado de expandirse, desembocando hoy en una agravación cualitativa, con unas consecuencias destructoras nunca vistas.

- “ningún modo de producción puede seguir viviendo, desarrollarse, afianzarse en bases firmes, mantener la cohesión social, si no es capaz de dar una perspectiva al conjunto de la sociedad en la que impera. Y esto es tanto más cierto para el capitalismo, al haber sido el modo de producción más dinámico de la historia.» (tesis 5). La situación actual es la continuación de más de cincuenta años de agravamiento incesante de la crisis capitalista sin que la burguesía haya sido capaz de ofrecer una perspectiva, y a la vez, el proletariado todavía no ha sido capaz de hacer avanzar la suya: la revolución comunista. La situación actual está arrastrando al mundo a una espiral de barbarie y destrucción en la que los países centrales, que durante todo un periodo habían desempeñado un papel de freno relativo a la descomposición, se están convirtiendo ahora en un factor agravante de la misma.

-“La descomposición no retrotrae a ningún tipo de sociedad anterior, a ninguna fase precedente de la vida del capitalismo. […] Hoy, la civilización humana está perdiendo cierta cantidad de lo adquirido […] El discurrir de la historia es irreversible: la descomposición lleva, como su nombre tan bien lo indica, al desmembramiento y a la putrefacción de la sociedad, a la nada.” (tesis 11).

10. Frente a esta situación, las Tesis sobre la descomposición, aunque advierten que “hoy, contrariamente a la situación de los años 70, el tiempo ya no juega en favor de la clase obrera” (tesis 16) y que existe el peligro de una erosión lenta, pero en última instancia irreversible de los fundamentos mismos del comunismo, dejan claro sin embargo que "la perspectiva histórica sigue abierta" (tesis 17).

En efecto, "A pesar del golpe en su toma de conciencia dado por el hundimiento del bloque del Este, el proletariado no ha sufrido derrotas importantes en el terreno de sus luchas. Su combatividad sigue intacta. Pero, además, y es éste un factor que determina en última instancia la evolución de la descomposición, o sea, la agravación inexorable de la crisis del capitalismo es un estímulo esencial de la lucha y de la toma de conciencia de la clase, condición misma en su capacidad para resistir al veneno ideológico de la putrefacción de la sociedad. En efecto, si bien las luchas parciales contra los efectos de la descomposición no pueden ser un terreno de unificación de clase, en cambio la lucha contra los efectos de la crisis misma es la base para que se desarrolle su fuerza y su unidad de clase" (tesis 17).

"la crisis económica, al contrario de la descomposición social, la cual concierne esencialmente las superestructuras, es un fenómeno que afecta directamente la infraestructura de la sociedad en la que se basan aquéllas; por eso, la crisis pone al desnudo las causas primeras de toda la barbarie que se cierne sobre la sociedad, permitiendo así al proletariado tomar conciencia de la necesidad de cambiar radicalmente de sistema y no ya de pretender mejorar algunos sus aspectos» (tesis 17).

De hecho, esta perspectiva está empezando a emerger: "Frente a los ataques de la burguesía, la clase obrera del Reino Unido está demostrando que una vez más está dispuesta a luchar por su dignidad, a rechazar los sacrificios impuestos constantemente por el capital. Es el reflejo más significativo de la dinámica internacional: el invierno pasado comenzaron a estallar huelgas en España y Estados Unidos; este verano, Alemania y Bélgica también experimentaron paros; es imposible predecir dónde y cuándo volverá a manifestarse masivamente la combatividad obrera en un futuro próximo, pero una cosa es cierta, la magnitud de la actual movilización obrera en el Reino Unido es un hecho histórico de primer orden: el fin de la pasividad, de la sumisión. Las nuevas generaciones de trabajadores están levantando la cabeza9.

Hemos destacado que las luchas en el Reino Unido constituyen una ruptura con la pasividad y la desorientación imperantes hasta entonces. El retorno de la combatividad de los trabajadores en respuesta a la crisis puede convertirse en una fuente de concienciación, al igual que nuestra intervención, que es esencial ante una situación así. Es evidente que cada aceleración de la descomposición consigue frenar los esfuerzos de combatividad de los trabajadores: el movimiento en Francia 2019 sufrió un parón cuando estalló la pandemia. Esto supone una dificultad añadida y nada desdeñable ante el desarrollo de las luchas y la recuperación de la confianza del proletariado en sí mismo y en sus propias fuerzas. Sin embargo, no hay otro camino que la lucha. La reanudación de la lucha es en sí misma una primera victoria. El proletariado mundial en un proceso muy atormentado, con muchas derrotas amargas, puede finalmente recuperar su identidad como clase y eventualmente lanzar una ofensiva internacional contra este sistema moribundo.


 

11. En este contexto, los años veinte del siglo XXI tendrán una importancia considerable en la evolución histórica. Mostrarán aún más claramente que en el pasado la potencia destructora de la humanidad que conlleva la descomposición capitalista. En el otro polo, el proletariado comenzará a dar sus primeros pasos, como los esbozados por la combatividad de las luchas en Gran Bretaña, para defender sus condiciones de vida frente a la multiplicación de los ataques de cada burguesía y los golpes de la crisis económica mundial con todas sus implicaciones. Estos primeros pasos serán a menudo vacilantes y plagados de debilidades, pero son esenciales para que la clase obrera pueda reafirmar su capacidad histórica de imponer su perspectiva comunista. Así, los dos polos de la perspectiva se opondrán globalmente en la alternativa: destrucción de la humanidad o revolución comunista, aunque esta solución esté aún muy lejos y se enfrente a enormes obstáculos. Esclarecer este contexto histórico es una tarea inmensa pero absolutamente necesaria y vital para las organizaciones revolucionarias del proletariado. Les exige ser las mejores defensoras y propagadoras de una perspectiva general. También es una prueba crucial de su capacidad para analizar y dar respuesta a los retos que plantean los distintos aspectos de la situación actual: guerra, crisis, lucha de clases, crisis medioambiental, crisis política, etc.

CCI, 28 de octubre de 2022

1 TESIS SOBRE LA DESCOMPOSICION: La descomposición, fase última de la decadencia del capitalismo | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org).Estas Tesis se adoptaron en 1990.

2 Véase el Informe sobre la crisis económica del 24º Congreso Internacional de la CCI (2021) | Corriente Comunista Internacional (internationalism.org)

3 A escala mundial, el riesgo para la salud humana en todos los países, incluidos los "más desarrollados", ha empeorado drásticamente, al tiempo que los científicos advierten de la posibilidad de nuevas pandemias. El estudio de un equipo del London University College publicado en The Lancet también muestra cómo la crisis climática ha aumentado la propagación del dengue en un 12% entre 2018 y 2021 y que “las muertes por oleadas de calor han aumentado en un 68% entre 2017 y 2021, en comparación con el periodo entre 2000 y 2004”.

4 The Lancet (2022). Cabe señalar que, si bien el enorme deterioro ecológico no es el único factor de la crisis alimentaria, la concentración de la producción en muy pocos países y la fuerte especulación financiera con el trigo y otros alimentos básicos agravan aún más el problema.

5 A su manera, el Fondo Monetario Internacional reconoce, con su alambicado lenguaje, la realidad de la situación: "es muy probable que el crecimiento se aminore todavía más y que la inflación sea más alta de lo previsto. En general, los riesgos son elevados y comparables en líneas generales a la situación al inicio de la pandemia: una combinación de factores sin precedentes está configurando el panorama, con factores específicos que interactúan con formas intrínsecamente difíciles de predecir. Muchos de los riesgos descritos a continuación son esencialmente una intensificación de las fuerzas ya presentes en el escenario de referencia. Además, la materialización de los riesgos a corto plazo puede precipitar los riesgos a medio plazo y dificultar la resolución de los problemas a largo plazo.”

 

6 En Francia, uno de los gigantes mundiales de la energía nuclear, 32 de sus 56 reactores nucleares están inactivos.

7 Resolución sobre la situación internacional del 24º Congreso del CCI

8 Véase el “Informe sobre la descomposición hoy (mayo de 2017)”, Revista Internacional nº 164, (en francés e inglés) Rapport sur la décomposition aujourd’hui (Mai 2017) | Courant Communiste International (internationalism.org)/ Report on decomposition today, from the 22nd ICC Congress | International Communist Current (internationalism.org)

9 El verano de la ira en Gran Bretaña: la burguesía impone nuevos sacrificios, la clase obrera responde con la lucha (panfleto internacional de la CCI). hoja_internacional_huelgas_gb.pdf.

Herencia de la Izquierda Comunista: 

Cuestiones teóricas: 

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Los años 20 del Siglo XXI