Permanencia virtual de la CCI sobre el feminismo

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La CCI celebra con los simpatizantes y lectores interesados Reuniones Públicas, Permanencias y reuniones de profundización de carácter internacional por lenguas (inglés, francés y español). Se trata de espacios de debate con vistas a esclarecer cuestiones de interés para la lucha inmediata e histórica del proletariado.

Las Reuniones Públicas parten de una toma de posición de la CCI sobre la situación histórica o sobre problemas generales del movimiento obrero. En cambio, las Permanencias abordan temas planteados por nuestros simpatizantes o contactos.

Varios lectores habían pedido discutir sobre las luchas parciales. Nuestra Plataforma considera “luchas parciales” aquellas centradas “sobre problemas específicos tales como el racismo, la condición femenina, la ecología, la sexualidad u otros aspectos de la vida cotidiana”.

Este tipo de luchas, hoy tan en boga, no sirve a la lucha revolucionaria del proletariado, por el contrario, como denuncia nuestra plataforma “lejos de reforzar la necesaria autonomía de la clase obrera tienden por el contrario a diluirla en la confusión de categorías particulares e invertebradas (sexo, raza, juventud…) totalmente impotentes. Por ello constituyen un instrumento de la contrarrevolución que los gobiernos burgueses han aprendido a utilizar eficazmente para preservar el orden social”.

Para no dispersarse en múltiples temas, la Permanencia propuso abordar una de las luchas parciales, el feminismo que en muchos países se ha convertido en una ideología de Estado. Partiendo de una presentación (ver archivo adjunto) hubo un debate vivo en el que los participantes hicieron un esfuerzo de responderse, dando elementos de profundización del tema y partiendo del punto de vista de la solidaridad.

Sin embargo, hubo pocas referencias a las experiencias de lucha del movimiento obrero por la condición de la mujer proletaria y sus denuncias históricas del feminismo que fue desde el principio una ideología burguesa.

El combate del movimiento obrero contra la opresión de la mujer

Mucho antes que las feministas hicieran sus “críticas” al machismo, el movimiento obrero había denunciado desde sus albores el machismo y las condiciones de opresión de la mujer trabajadora. Engels en su libro El origen de la propiedad privada, la familia y el estado, explica como el fin del comunismo primitivo y el desarrollo de la propiedad privada y de modos de producción basados en la explotación, conllevó inevitablemente la opresión de la mujer, su sumisión al macho para garantizar la continuidad de la propiedad privada y del linaje familiar. Engels habla de “primera derrota histórica de la mujer”.

Los primeros pasos del capitalismo, la acumulación primitiva que se extiende desde el siglo XV, se vio acompañada de una brutal campaña ideológica contra la mujer, acusada de brujería y de ser con su tentación carnal, “portadora del demonio”, una envoltura religiosa que abarcó tanto el catolicismo como el protestantismo, para hacer de las mujeres meras máquinas reproductoras que llenaran las reservas de fuerza de trabajo para el desarrollo capitalista.

El enfoque del movimiento obrero fue el de ver el problema de la mujer no como una opresión parcial y específica, sino como un componente inseparable de la lucha obrera contra la explotación y, como fin último, la abolición de la explotación y de todas las opresiones que emanan de las sociedades de clase y que el capitalismo ha llevado a su extremo. En el movimiento obrero el planteamiento es la lucha común de mujeres y hombres proletarios.

En cambio, el enfoque del feminismo ha sido desde el principio la lucha por reivindicar una posición específica de la mujer dentro de la sociedad capitalista, por la obtención de los privilegios que el macho goza en las empresas o en las instituciones estatales. El feminismo no pide ninguna liberación, ni siquiera de la mujer, sino que aboga por una “democratización” de la carrera por los poderes económicos y políticos, su enfoque es una competencia entre hombres y mujeres, una “lucha de sexos”.

Así pues, mientras el enfoque del movimiento obrero es revolucionario, emancipador y unitario, el planteamiento del feminismo es reaccionario, reproductor de la opresión y creador de divisiones y de competencia.

El feminismo reemplaza la lucha de clases por la “lucha de sexos”; a la unidad y la perspectiva de liberación universal, opone la división hombres – mujeres y el encierro en la categoría “mujer”.

En la reunión se expresó una necesidad de profundizar el tema de la condición histórica y actual de las mujeres proletarias (es decir discutir sobre las aportaciones del marxismo y más allá de Federico Engels, las obras y luchas de August Bebel, Eleonora Marx, Klara Zetkin, Alexandra Kollontaï, Sylvia Pankhurst y de las experiencias de las luchas de la posguerra en Europa y EUA (opuestas / enfrentadas / negadas por las luchas del feminismo).

La ”lucha” feminista no tiene nada que ver con la lucha reivindicativa

No pudiendo asistir a la reunión, un compañero envió la siguiente contribución que se inscribió en el debate: “La vida social comporta luchas en diversos ámbitos: laboral, residencial, de sexo, ecológico, identitario, etc. Estas luchas han de enmarcarse en el proyecto global socialista, de otro modo son recuperadas por la burguesía, en un contexto interclasista.

Frecuentemente se plantea la difícil situación de participar en un movimiento reivindicativo, pero sin integrarse totalmente en él, puesto que hacerlo supone un planteamiento interclasista que es negativo para el movimiento general de avance hacia el socialismo.

Por eso debemos ser particularmente críticos contra todas las llamadas a «frentes unidos» y debemos asumir la tarea de mostrar que la lucha parcial apunta a la lucha global de la formación de una sociedad nueva en una democracia proletaria, Saludos”.

Aunque, el compañero tiene razón en denunciar el interclasismo de las luchas parciales y en condenar la ideología del “Frente Unido”1, hay dos puntos en su intervención que se deben aclarar:

  • Habla de recuperación por la burguesía, el problema es que esas luchas son burguesas de cabo a rabo, porque niegan la división en clases de la sociedad, porque atomizan a los explotados en categoría sociales que reproducen desde la raíz la sociedad capitalista y su ideología castradora, porque tienen como objetivo dividir al proletariado y sembrar en su seno la cizaña de la competencia y el enfrentamiento.

  • Las luchas parciales nada tienen que ver con la lucha reivindicativa del proletariado. Esta forma parte de su lucha histórica global. Aunque, sindicatos e izquierdistas tratan de castrarla reduciéndola a un planteamiento economicista, la lucha reivindicativa contra la explotación es inseparable de la lucha histórica por abolir la explotación.

La respuesta histórica del proletariado a las múltiples opresiones y barbaries del capitalismo

Otro compañero animó mucho la discusión, dijo que había roto con la ideología y el medio político de las luchas parciales del género. A diferentes niveles acordó con la posición general de la CCI en cuanto a que la única solución al machismo y a otras herencias de la sociedad de clases es la revolución proletaria. Donde tenía dudas es ¿Cómo responder ante las situaciones concretas de opresión de la mujer en algunos países?, por ejemplo, se preguntó “¿Cómo convencer a una mujer proletaria en un país musulmán de que sólo la lucha obrera la liberará? si en otros países capitalistas sí hay avances [“hoy día en Europa ya se acepta largamente el sexo antes del matrimonio”] en este tema?”.

El proletariado es una clase revolucionaria y explotada a la vez, no puede desarrollar ninguna liberación parcial dentro de la sociedad capitalista, su revolución primero es política y consiste en derribar el Estado capitalista en todos los países y desarrollar el poder mundial de los Consejos Obreros abriendo con ello el periodo de transición del capitalismo al comunismo. En ese periodo irá extirpando paso a paso las raíces de la explotación capitalista y, de forma concomitante, irá eliminando la interminable carga de opresiones que conlleva el capitalismo y de forma milenaria, las sociedades de clases.

¿Quiere eso decir que hasta ese periodo histórico deberá permanecer indiferente a los brutales sufrimientos que el capitalismo en descomposición causa a toda la población mundial y en todas las esferas de la vida social? ¿Qué podría hacer el proletariado contra el salvajismo y la crueldad con la que los regímenes islámicos tratan a las mujeres?

No somos ilusos, sabemos que en la actual relación de fuerzas entre las clases que existe a escala mundial, el proletariado no tiene la más mínima fuerza para detener directamente esa barbarie. Pero eso no quiere decir que, como clase histórica, se quede con los brazos cruzados.

En primer lugar, “la lucha contra los fundamentos económicos de la sociedad capitalista contiene la lucha contra sus aspectos superestructurales (forma de vida, costumbres, ideología…)” (Punto XII de nuestra Plataforma) y “los ataques económicos (baja del salario real, despidos, aumentos de cadencias...) resultados directos de la crisis, afectan de modo específico al proletariado, o sea, a la clase que produce la plusvalía y que enfrenta al capital en ese terreno; la crisis económica, al contrario de la descomposición social, la cual concierne esencialmente las superestructuras, es un fenómeno que afecta directamente la infraestructura de la sociedad en la que se basan aquéllas; por eso, la crisis pone al desnudo las causas primeras de toda la barbarie que se cierne sobre la sociedad, permitiendo así al proletariado tomar conciencia de la necesidad de cambiar radicalmente de sistema y no ya de pretender mejorar algunos aspectos de él2.

En segundo lugar, cuando el proletariado logra afirmar su propio terreno de clase independiente, su autonomía de clase, y desarrollar la confianza en su lucha como clase, tiene la capacidad, rompiendo todo planteamiento interclasista y de frente unido, de expresar su solidaridad con las luchas de sectores explotados y oprimidos y de dar sentido y fuerza a la lucha contra barbaries como la guerra imperialista que afectan a todas las capas de la sociedad. En ese terreno y en tales condiciones puede dar los medios para impulsar la rebelión activa contra las muchas barbaries de esta sociedad de clases: contra la opresión de las mujeres, contra la discriminación de minorías etc.

En fin, y no menos importante, la lucha ideológica del proletariado, expresado fundamentalmente por sus organizaciones comunistas, denuncia de forma implacable todas las formas de opresión y de barbarie capitalista, planteando frente a ellas la respuesta histórica del proletariado contra la respuesta parcial y mentirosa de feminismos, ecologismos, “antirracismos” y otros “ismos” reaccionarios.

Por otra parte, la discusión de la Permanencia dejó claro que ni siquiera en los países llamados democráticos (España, Brasil, EE.UU., etc.) existe realmente la igualdad entre hombres y mujeres. Sólo ocurre en los ámbitos legales formales, y en la práctica lo que se produce es violencia y desigualdad, con altas tasas de feminicidio y desigualdad salarial. Por lo tanto, ni siquiera en estos países capitalistas existe esa proclamada “igualdad” y, peor aún, la “igualdad” que propone el feminismo es “la igualdad” para la competencia, la guerra de todos con todos, el enfrentamiento y la destrucción mutua. Es pues una igualdad en la reproducción de la barbarie creciente del capitalismo.

Como explicó un participante, la “liberación de la mujer” no es bajo el capitalismo más que una “libertad formal” para escalar puestos en la empresa (¿qué liberación tiene la humanidad si la opresión que ejerce el presidente de una república o de una empresa es tomada a cargo por una mujer?), para matar gente ocupando puestos en las altas jerarquías de los ejércitos, para ser capataces y jefecillos en las empresas etc. La explotación no desaparece, sino que se agrava, si es multicolor o multisexual.

Si bien es cierto que el proletariado femenino soporta una “doble carga”: la explotación en el trabajo y la opresión machista, como explicó una compañera, eso no se soluciona con la “lucha de sexos” o culpando al marido /compañero. El movimiento obrero incluye en su bandera el combate contra el machismo. Por ejemplo, la Izquierda Comunista tiene como principio el rechazo y el combate contra toda forma de opresión y violencia contra las mujeres o contra compañeros que tengan una diferente orientación sexual. Todo esto no tiene nada que ver con la hipócrita ideología democrática, sino que está inscrito en la naturaleza revolucionaria y emancipadora de los principios proletarios.

CCI 24-10-21

Textos publicados por la CCI sobre la opresión de la mujer

1 Ver el punto IX de nuestra Plataforma: El frentismo, estrategia para desviar al proletariado , https://es.internationalism.org/cci/201211/3550/plataforma-de-la-cci-adoptada-por-el-ier-congreso

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