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Introducción de la CCI
El texto que publicamos aquí es el documento final de la “Frazione Comuniste di Napoli”. La “Frazione” comenzó como un círculo de discusión en 1975 sobre la base de la lectura de los textos de la Corriente Comunista Internacional y de otras corrientes políticas. La mayoría de sus miembros venía de un medio contestatario y trataba de romper con el “izquierdismo extraparlamentario” para encontrar las posiciones revolucionarias. La evolución de la discusión política desembocó en que, por una parte, los miembros del núcleo fundador se adhirieron a la CCI y que, por otra parte, el círculo de la “Frazione” se disolvió como tal. Con el presente documento, los ex camaradas de la “Frazione” tratan de analizar y sacar las lecciones de su experiencia, dejar una huella de la evolución que siguieron, con el fin de que les sirva a los elementos que se encuentran y se encontrarán en una situación similar.
En documento muestra todo el lado inevitable y positivo del surgimiento de los “círculos de discusión política” en el día de hoy; el despertar de la lucha de clases a finales de los años 60 encontró el movimiento disperso, cortado de toda ligazón orgánica con las organizaciones del pasado. La necesidad de crear “círculos” para contribuir a una clarificación política encuentra su razón de ser en la dificultad de orientarse después de tantos años de contrarrevolución. Sin embargo, el documento rinde cuenta igualmente de las ambigüedades y de las dificultades encontradas en el curso de la evolución política. A través de esta experiencia particular hecha en Nápoles tratamos pues de destacar las enseñanzas generales de este proceso de toma de conciencia.
Uno de los principales peligros de todo “círculo de discusión” es que sus miembros lo tomen por lo que no es ni puede ser; un grupo político acabado. Un círculo de discusión es la expresión de un momento dado en un proceso de clarificación política; es un lugar relativamente abierto, en donde la discusión y el estudio político se efectúan a través de una confrontación constante de ideas.
Otra cosa es un grupo basado sobre una plataforma coherente y que se concretiza en una organización a nivel internacional afín de asumir la responsabilidad de intervenir en la clase. No hay que confundir el proceso con su conclusión: sea paralizando la evolución de los círculos con una semi plataforma inacabada e incoherente, sea erigiéndola en “organización” local y aislada, o aun, queriendo intervenir como cuerpo político en la lucha de clases sin tener ninguna definición política clara. La “Frazione Comunista” tropezó con estas dificultades cuando quiso tratar de establecer una plataforma parcial e, igualmente, cuando se dio cuenta de la responsabilidad política que implicaban sus publicaciones (intervención). Los ex camaradas de la “Frazione” se dan cuenta ellos mismos en su texto de que la idea de escribir una “mini- plataforma” para la “Frazione” correspondía efectivamente a un deseo de preservar su “autonomía” en Nápoles y “resistir” a la presión política de otros grupos, particularmente de la CCI, aunque esta razón no la sentían conscientemente en aquella época. A pesar de estas dificultades, la “Frazione” pudo superar sus debilidades, gracias a una convicción profunda de la naturaleza internacional de la lucha de clases, la cual la condujo a mantener siempre un contacto abierto con la CCI.
Otro peligro en la evolución de los círculos es el de no tomar conciencia de la heterogeneidad inevitable de este tipo de formación. Los miembros de un círculo pueden evolucionar no solamente en sentidos diferentes, sino que, aun siguiendo la misma dirección, pueden evolucionar a ritmos diferentes. Es de la mayor importancia que los miembros que llegan a tener una visión política relativamente coherente, sepan impulsar el trabajo del conjunto, sin renunciar a seguir adelante so pretexto de querer preservar artificialmente el “círculo” como cuerpo unido. Una responsabilidad mayor incumbe siempre a aquellos que toman conciencia más rápidamente y esto es cierto a todos los niveles de la vida política de la clase. Vemos pues que, aunque no existan recetas ni soluciones preestablecidas, un círculo debe quedarse siempre abierto hacia el exterior y ser dinámico en su evolución en el interior.
Después de un período de decantación política de varios meses. Los camaradas del núcleo fundador de la “Frazione” tomaron conciencia de que un círculo de discusión no tiene sentido de por sí, Su función es de etapa para llegar a una actividad militante en la clase. Puesto que estaban de acuerdo con la plataforma de la CCI, se integraron al trabajo de la corriente a través de la sección en Italia. Pero, al llegar a reconocer la necesidad de un polo de reagrupamiento organizativo, estos camaradas quisieron evitar que su círculo se transformara en un obstáculo para la clarificación política. Por esta razón, al afirmar el resultado de su trabajo, disolvieron la “Frazione”.
De manera general, los círculos de discusión y de estudio no pueden concebirse como “metas en sí”; no se trata de buscar “ideas” para sí mismas, sino para que se expresen en una actividad social. Los círculos forman parte de todo un proceso que se opera en la clase obrera que tiende a segregar organismos políticos de clase. En ese sentido, el surgimiento de esos “círculos”, prácticamente en todas partes del mundo actualmente, es la verificación del inicio de un nuevo período de lucha de clase; después muchos años de contrarrevolución, asistimos hoy al renacimiento de pequeños núcleos que buscan posiciones revolucionarias. Para que este enorme esfuerzo, desgraciadamente disperso, pueda llegar a algo, hay que reconocer antes que todo que la evolución de tales círculos no puede ser estacionaria. O bien se integran en una corriente política coherente a nivel internacional, o bien se transforman a la larga, en trabas para la toma de conciencia. Si los círculos se preservan como formación local y limitada políticamente, llegamos a un sinfín de pequeños grupos a medio formar cada uno aislado, lo cual contribuye a sembrar confusión, tanto sobre la necesidad de una coherencia política global, como sobre la necesidad de un reagrupamiento organizativo de los revolucionarios a nivel internacional. Lo que sucede más frecuentemente es que ese tipo de esfuerzos abortados terminan por dislocarse y desaparecer en la más total desmoralización de sus elementos fundadores. En resumen, los “círculos”, que constituyen un paso positivo, tienen que ser superados.
Si insistimos tanto sobre la experiencia de la “Frazione di Napoli”, es justamente porque su experiencia no es “napolitana”. Contiene las mismas riquezas y los mismos problemas que la experiencia de los círculos en España (que se unieron a Acción Proletaria), en Seattle (USA), en Toronto (Canadá), en Suecia, en Dinamarca, en Francia y en Bombay. Algunas de esas experiencias permitieron una clarificación política en cierto sentido, pero muchas otras, solo dejaron como resultado desmoralización y dislocación para la clase obrera. Y si citamos ciertas experiencias, es sabiendo perfectamente bien que existen decenas de experiencias iguales que ignoramos por causa del aislamiento local de sus elementos. Si la CCI insiste tanto sobre la necesidad de reagrupar las fuerzas revolucionarias, no es, como nos lo reprochan algunos, por una “voluntad de hegemonía (ejercida) abiertamente o de manera desviada sobre los demás” (“Jeune Taupe” Nº 10).
Esto prueba verdaderamente que cuando no se comprende un problema a fondo, se le reduce a problemas psicológicos de “voluntad de potencia”, lo que solo sirve para escamotear el problema real: el de la resistencia de los pequeños grupos para salvaguardar su autonomía particular. La CCI interviene lo más activamente posible en la evolución de toda la vida política y, más particularmente, en la evolución de los núcleos políticos. En el caso de la “Frazione”, la intervención de la CCI fue determinante en su proceso de clarificación, justamente porque tratamos de generalizar las experiencias, poniendo siempre en primer plano cuál es la meta de la discusión.
Fundamentalmente la CCI, espera ayudar, con su intervención, a romper el muro de aislamiento y de confusión política. Cuando elementos se pierden por causa de la confusión y de la presión política constante de la clase enemiga, es todo el movimiento obrero el que sufre la pérdida. Si nuestros camaradas, ex miembros de la Frazione Comunista, escriben este texto, es con el mismo espíritu que anima al conjunto de la CCI: contribuir a la clarificación política de la clase, trabajando hacia la constitución de un polo de reagrupamiento revolucionario coherente.
J.A.
Balance de una trayectoria política.
“En todo caso, solo puede tratarse de una organización provisional. Y tener conciencia de este carácter provisional es esta una condición del buen resultado final. En efecto, un círculo de discusión que pretendiera ser una organización política no sería NI una buena organización política, Ni un buen círculo de discusión”. (Carta de la CCI a los camaradas de Nápoles - 3 de diciembre de 1975).
Si estudiamos un poco la historia de su evolución política, vemos que el grupo que originó la “Frazione” comenzó un trabajo de discusión durante la primavera verano de 1975 sobre la base de la lectura de textos de la CCI. Durante un período, constituyó efectivamente y cada vez más, un centro de debate político, sobre todo en el otoño de ese mismo año. La publicación del documento sobre Portugal[1] marcó una curva radical: para firmar el texto, el grupo se dio un nombre, “Frazione Comunista di Napoli” y la introducción que le dio, era la de un grupo político. La primera consecuencia de esta publicación fue que el número de camaradas duplicó con la llegada de nuevos elementos que, de hecho, se adherían a un grupo extraparlamentario. Ulteriormente dijimos a menudo que esta introducción constituía un paso político demasiado grande para el grupo; pero era realmente la publicación misma de un tal documento lo que constituía un paso demasiado grande. Un círculo de discusión es, por naturaleza, transitorio e informal; por lo tanto, no puede tener una intervención sobre el exterior (publicaciones, etc.) con todo lo que ello implica: cristalización organizativa y política (adopción de posiciones - sin haberlas comprendido plenamente- porque el documento “no podía salir tal cual”). El resultado es que la necesidad de situarse inmediatamente frente al exterior compromete la posibilidad de tener debates internos y, por lo tanto, compromete la base de una futura autodefinición consciente.
El acuerdo de la “Frazione” con la carta de la CCI no fue de hecho, más que un acuerdo formal, puesto que, al mismo tiempo que se definía como un grupo de discusión, ya el grupo de origen no era un grupo de discusión, sino que se situaba a medio camino hacia un grupo político. Esto se manifestó en la redacción de la Plataforma de la “Frazione Comunista” que cristalizaba el nivel alcanzado por los camaradas y determinaba una base programática de adhesión; lo cual es algo normal para un grupo de discusión. No es por casualidad si reconocimos ulteriormente que solo los camaradas del principio comprendían plenamente la plataforma. Es igualmente significativo que la plataforma haya sido propuesta y escrita por algunos camaradas (hoy miembros de la CCI) que temían la utilización de la “F.C.” por la CCI. Con la adopción de un programa propio, tendían instintivamente a defender su grupito propio contra la “invasión exterior” según la deformación típica de esos círculos que acaba invariablemente por hacerlos desaparecer.
Toda la existencia de la “F.C.” se vio impregnada con esta ambigüedad de fondo que por poco compromete el enorme trabajo ya hecho. El abandono sucesivo de todas las actividades hacia el exterior, incluso la de publicación (después de “Il sindicati contra la clase operaria”, publicado en enero, la F.C. no publicó más nada) es un indicio de la comprensión progresiva del peligro que constituye la parálisis en una forma bastarda semi- política. Este proceso contribuyó a disipar la ambigüedad de la situación de los camaradas que habían formado el primer núcleo y que reconocieron su exterioridad frente a esta situación intermedia y encontraron en la CCI la organización política con la cual discutir. La rapidez con la cual esta discusión condujo a la integración a la Corriente es la prueba de que ese paso era necesario desde hacía tiempo.
Hay que ser claro: el grupo de discusión de Nápoles murió desde el momento en que fue adoptada una plataforma que significó su transformación en grupo semi- político. Si hoy hemos comprendido la necesidad de denunciar la F.C. como un órgano bastardo, condenado a degenerar políticamente, no era menos cierto e inevitable cinco meses antes.
Toda organización que se define organizativamente sin asumir sus responsabilidades militantes frente a la clase sobre la base de un programa político coherente, no puede más que transformarse en un obstáculo para el reagrupamiento de los revolucionarios, en una especie de purgatorio, de pantano donde se atascan elementos paralizados en un perpetuo estado de semi- confusión.
Esto es particularmente cierto hoy cuando el proletariado regresa a la escena histórica después de un período de contrarrevolución tan fuerte que borró toda huella dejada por la ola revolucionaria de los años 20 en la conciencia obrera. Las viejas pequeñas fracciones de comunistas que sobrevivieron después de la derrota para conservar las enseñanzas de la lucha, no pudieron más que sucumbir, una después de otra, a la contrarrevolución triunfante. Es pues sin poder gozar de su apoyo directo que el gigante proletario, debe liberarse de la postración y volver a encontrar su camino histórico de clase. Por otra parte, con el fin del periodo de reformas y la entrada del capitalismo en su fase de decadencia, todos los viejos instrumentos de la clase se han transformado en obstáculos para su toma de conciencia. Los sindicatos, las leyes obreras, las Casas del Pueblo, todo este aparato reformista a donde, sin embargo, acudían de sus fábricas centenares de obreros socialistas, esos centros en donde latía la vida de la clase obrera, se han convertido hoy en centrales activas de la burguesía.
Los obreros que encuentran hoy el camino de la lucha, privados de sus puntos tradicionales de apoyo, sienten tanto más la exigencia de reunirse para discutir y reflexionar cuanto mayores son las dificultades para realizarlo. Es por esto que, después de cada ola de luchas, se crean decenas de pequeños núcleos de obreros, generalmente agrupados sobre un mínimo de posiciones antisindicales. No es por casualidad ni por espíritu académico que muchos de los colectivos obreros formados durante el “otoño caliente” en las fábricas italianas se llamaron “grupos de estudios”. Este hecho traduce la necesidad imperiosa de reflexión, la necesidad para la clase de volver a encontrar su propia historia y su propio porvenir.
Pero ese mismo vacío de cincuenta años que provoca su proliferación es también la causa de su debilidad intrínseca. Con la desaparición de las fracciones comunistas que rompieron con la Internacional en degeneración, desapareció también, para esos obreros, el marco natural de su búsqueda. Están prácticamente solos frente a la desmoralización, el retroceso, el peso de las tendencias localistas y de la izquierda sindical.
Es por esto que hay que subrayar que ninguno de esos núcleos puede resistir a la larga al peso de la ideología dominante, si se encuentra en la incapacidad de romper completamente con el horizonte limitado de una sola fábrica y de orientar inmediatamente su propia actividad hacia la clarificación de los problemas políticos de fondo y de su propia posición militante. La única manera para que los camaradas que provienen de esas experiencias puedan ulteriormente contribuir a la lucha de clases es que se integren activamente y conscientemente al proceso de reagrupamiento internacional de revolucionarios. Tomar otro camino es meterse en un callejón sin salida.
¿Qué lecciones puede ser sacadas de nuestra experiencia? Un círculo de discusión por su naturaleza misma es un agregado transitorio, nacido de la necesidad de clarificar los problemas de la lucha de clases. A medida que, a través de la discusión, esta clarificación se hace, el círculo de discusión, en vez de reforzarse (Plataforma, organización) perece (agota su función). Cualquiera que sea el destino de sus militantes, tomados individualmente (evolución o desaparición), el círculo de discusión, por su parte, no puede más que degenerar o morir.
A los revolucionarios les toca indicar la función y los límites de estos círculos y denunciar a los que siguen aferrándose a ellos.
Ex miembros de la ex FRAZIONE COMUNISTA.
[1] LOTTE OPERAIE IN PORTOGALLO: Una nota essemplare: I lavoratori della T.A.P. di fronte al P.C.P. ed al “essecito democrático”.