Cartas de lectores: El proletariado debe rechazar el terreno burgués

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El interés de esta breve carta es, pues, poner de relieve la trampa que pueden constituir estas insidiosas campañas cuando proponen, por ejemplo, "salidas falsamente opuestas y estériles que no cuestionan en absoluto el sistema existente". Por lo tanto, resultan ser callejones sin salida muy peligrosos. Otro punto importante: esta carta, al denunciar fuertemente a los propagandistas burgueses, pide explícitamente la vigilancia política necesaria para defender una idea que consideramos central: "los miembros de la clase obrera no tienen ningún interés en aliarse con elementos de la clase dominante, cualquiera que sea su color de piel". Apoyamos este espíritu de lucha y esta intransigencia rigurosa que compartimos plenamente y que también pone muy acertadamente en perspectiva la necesidad fundamental y vital de una "unión internacional de la clase obrera contra la reacción".

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No es raro ver empresas que apoyan los recientes movimientos en los Estados Unidos: la cuenta de Twitter de la plataforma de streaming Netflix se colmó con un mensaje que decía: "Guardar silencio es convertirse en cómplice", mientras que la empresa de equipamiento deportivo Nike publicó un vídeo acompañado de música lacrimógena invitándonos a "participar en el cambio".

En los medios de comunicación, la dicotomía entre "alborotadores" y "manifestantes pacíficos" está muy presente. Los disturbios en los que se destruyen bienes de los proletarios, como sus coches, son vistas con complacencia por parte de ciertas organizaciones de la extrema izquierda del capital. Por otro lado, la técnica que defienden las organizaciones de derechos civiles es apelar al proceso democrático/reformista. En realidad, se trata de dos caminos falsamente opuestos y estériles que no cuestionan en absoluto el sistema existente.

Como la policía es uno de los órganos de defensa de la clase dirigente, no es ilógico ver que se desarrollen los prejuicios más reaccionarios entre sus filas. Al contrario de lo que sugieren algunos grupos como la NAACP (Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color), no es habrá ninguna milagrosa reforma policial que pueda detener el racismo.

El racismo tiene sus raíces en la división de clases de la sociedad en el capitalismo[1]. Todos los partidos y organizaciones políticas burguesas tienen el objetivo de defender los intereses del capital nacional. Así que no hay nada excepcional en el hecho de que, por ejemplo, el número de deportaciones de inmigrantes fuera mayor bajo el mandato de Obama que bajo el de Trump, aunque el Partido Demócrata trata de hacerse pasar por el partido progresista. De hecho, el hipócrita apoyo al "cambio social" por parte de algunas de las empresas mencionadas es sólo otra cortina de humo que presenta a toda la población de un país como si estuviera formada por simples ciudadanos  aislados que deberían estar vinculados a la defensa del Estado.

Es cierto que muchos negros son objeto de violencia por parte de la policía (y esto no es un fenómeno exclusivo de los Estados Unidos). Sin embargo, los miembros de la clase obrera no tienen interés en aliarse con elementos de la clase dominante, independientemente de su color de piel. Por el contrario, esto sólo reforzará la dominación de la clase burguesa y subestimará el papel progresivo de la unión internacional de la clase obrera contra la reacción.

B. J

 

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